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Legilimancia


Rosália Pereira
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Rosália se llevó la mano al mentón y escuchó atentamente a lo que decía Pik. Era verdad que había usado la metáfora de la casa con algún que otro alumno, pero era para resaltar algo qué, en esa ocasión, no se había nombrado. Y es que, estaba más pendiente a la respuesta sobre la conciencia. Era lo que marcaría la base de la enseñanza. Así rumeó la respuesta; la conciencia es el conocimiento que uno posee. Sumado a, conocimientos de la mente.

 

Entrecerró los ojos. Entonces, entrar a la mente de otro, ¿qué significaba específicamente? Porque, el proceso de comunicación entre dos conciencias, no se lograba simplemente por “enterarse” de la mente del otro. Y ahí encaraba las preguntas a sus estudiantes. ¿Cómo es que pretendían entrar?

 

- Bien Pik. Tu respuesta me ha generado dudas. Cuando me hablas de la conciencia, te refieres a un saber sobre la mente. Si la mente es esta gran casa de la cual me estás describiendo, entonces, ¿quién la construyó? Me acabas de plantear que se puede conocer la mente. Me estás diciendo que existe algo antes de la mente, o por lo menos, algo que puede conocerla. Pero, también me hablas de una casa. Como una unidad y nada más, ¿quién podría haber construido esa casa?

 

Le sonrió. Si le estaba hablando así era porque sentía confianza en que el nuevo alumno pudiera seguir su proceso de pensamiento.

 

- Acabas de usar el verbo “ver”, ¿piensas que aplicar legilimancia es como entrar en un pensadero?

 

Detrás suyo escuchaba fuertemente a Cye. No tanto palabras verbales, sino de actividad psíquica. Giró lentamente el torso y le sonrió.

 

- Todo esto, lo percibo, lo veo como sacerdotisa o como aprendiz de Legilimancia ¿usted qué opina?

 

Rosália tenía una cierta política. No le gustaba aplicar Legilimancia a sus alumnos. La superficial no lo evitaba, era algo que iba caminando y a veces escuchaba algo que no debía. Pero, la segunda, la más profunda, era un desperdicio de tiempo. Que las dos personas entraran en trance, por más que ella supiera qué botones tocar, era tirar a la basura tiempo valioso. Sin embargo, sí pudo seguir el proceso de su alumna.

 

- Opino que has llegado a conclusiones excelentes. ¿Sabes? Nunca he oído hablar de las sacerdotisas. Estás más que invitada a venir otro día a tomar el té. Te escucharía por horas.

 

Inspiró suavemente.

 

- Pero, no me has contestado lo que te he pedido. Te has visto. Clara u oscura. Eso ya es tema tuyo. Me comunicas imágenes abstractas, cuando te he pedido algo más material. Inténtalo otra vez.

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Curiosamente, de todas las habilidades que poseía, la de Legilimancia fue la última que detecté en mi interior. Bueno, tal vez lo correcto sería decir que la tenía tan asumida que ni me había dado cuenta que convivía con ella desde hacía mucho tiempo. Tampoco es que supiera que era legeremante; eso era algo que la Arcana de la Habilidad me haría saber. Siempre había sabido que tenía un sexto sentido para intuir lo que la gente pensaba pero nunca pensé que pudiera ser algo más que eso, una mera intuición.

 

Sin embargo, últimamente adivinaba cosas que no podía saber al menos que fuera por un conocimiento más interno de la persona. Me había pasado una vez con mi hermana Haya, de quien encontré un pendiente de plata y esmeralda; se lo devolví y la cara de emoción que puso y el abrazo que me dio me enseñó que había sido un regalo de su hermano vampírico al que había perdido en una batalla contra licántropos, allá por la Rumanía del siglo XV. ¿Cómo había podido saber eso si nunca me había explicado cómo se convirtió en vampiro y sus vivencias de aquellos años, o siglos, antes de habitar en Ottery? En un principio pensé que ella me lo habría dicho en algún momento pero no; estoy completamente segura que nunca me habló de ese hermano de clan ni de aquella batalla contra aquellos seres licanes.

 

Esa experiencia y otras que había tenido me hicieron pensar que mi intuición empezaba a ser demasiado certera. Mirar a alguien me daba una información extra que no era consciente de que la tenía, cual Sherlock Holmes en la vida muggle. Eso era bueno pero... ¿lo era realmente?

 

Es por eso que este día decidí acercarme a la zona que habitaba la Arcana de Legilimancia. No sabía quien era pero cuando me indicaron la zona donde la encontraría me dijeron que, sin duda, la encontraría interesante. Así que dirigí mis pasos hacia los jardines de la Universidad. Me habían dicho que en el que lucían las flores más exóticas encontraría el lugar donde seguramente ella estaría con sus pupilos.

 

Lo encontré. Era imposible que no fuera aquel lugar, donde el colorido brillante de unas flores combinaba con los colores delicados de otros ejemplares, donde el aroma disperso embriagaba con diferentes sensaciones según la dirección del viento que te envolvía... Allá, en el medio, un invernadero. Me acerqué hacia la entrada y sonreí.

 

Estaba segura. Había encontrado el lugar donde se hallaba Rosália Pereira.

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Al Macnair terminó de confirmar que le caía bien Rosália. Su parsimonia al hablar, el conocimiento que dejaba notar en cada frase y como, de una manera elegante, empujaba al mortífero a sacar la respuesta de su mente. Ladeó la cara, mirándola fijamente mientras escuchaba cada una de sus palabras y duró un par de segundos antes de hablar, meditando y pensando bien su respuestas.

—La gran casa o la conciencia se va construyendo a base de recuerdos, de experiencias vividas y del día a día. Todo lo que ocurre nos va formando, aprendemos de ellos y esto nos moldea como personas y, por ende, a nuestra mente. Uno la va formando base a lo que hemos vivido y aprendido—cayó antes de volver a hablar, esperando alguna expresión de lo que decía—. Tengo una duda sobre la mente… más bien sobre el concepto o de la estructura de esta —dijo luego de meditar— ¿la mente está formando por un conjunto de recuerdos o experiencia? ¿O la mente va más allá de eso, aún más profundo?

Dejó la pregunta al aire, mirando a la arcana con cierta duda. Para él las dos preguntas que dijo tenían razón, la mente es un conjunto de memorias pero también es algo más profundo de lo cual se tiene poco conocimiento. Quería saber con claridad como era, sentía la curiosidad de descubrir y comprender ese arte de la magia. La siguiente pregunta de la arcana la medito poco antes de responder.

—Siento que sí —respondió con sinceridad. En su mente, veía la Legilimancia como una especie pensadero o un televisor muggle, donde podía ver lo que él eligiera—. No tal cual como un pensadero, porque al entrar a la mente de otra persona es un acto más intimido aunque igual siento que es un poco de invasión a la privacidad a la persona —dijo tras meditar lo que decía—. Tiene que ser mucho más intenso que un pensadero, porque si se entra a la mente y se comprende lo que la otra persona vivió, uno debe sentir y percibir todas las emociones que tuvo esta persona, incluso creo que uno debe sentir lo mismo y sentir igual, eso me parece que es la diferencia.

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Sus ojos estaban fijos en los de Pik. Movía la mano lentamente en el agua. Sabía muy bien manejar sus expresiones. Después de todo, el lenguaje corporal también entraba dentro de la lectura de mentes.

 

La habilidad, para ella, era más que tener la magia para entrar y salir de cualquier mago, como si nada hubiese pasado. Pero ya para el mismo concepto de la magia, ese punto de vista era una ridiculez. De lo contrario, la Legilimancia sería ilegal y perseguida, por atentar contra la vida privada. O esa guerra sin sentido de grupos para-militares no tendría sentido, todos sabrían todo. Y ya.

 

Lo dejó terminar y entrecerró los ojos.

 

- ¿Sabes que hay teóricos que plantean que el lenguaje es performativo? Nos transforma. Si yo te dijera ahora: “Soy Rosália y soy artista”, ¿quién dice que no lo soy? El lenguaje, en cierta medida, me hace ser.

 

Sacó la mano del agua. Extendió un poco la derecha y puso la palma como si estuviera sosteniendo algo.

 

- Por un lado, dijiste que la casa se construye de recuerdos, de experiencias vividas. Siento que te imaginas a la casa como un establecimiento donde tiene varias alas. Digamos, la primera, desde nacer hasta los seis años. La segunda, desde los seis hasta los catorce, y así. O mejor aún, separada por las mismas separaciones de las personas. Porque las experiencias sólo ocurren en tiempo y el ser humano percibe el tiempo en medición. Entiendo, entonces, que el pensadero como imagen de la percepción de la Legilimancia se basa en este punto.

 

Carraspeó un poco y extendió de la misma manera la izquierda.

 

- Ahora, por el contrario, también cuestionaste todo lo que dijiste cuando preguntaste sobre el conjunto de recuerdos. Si es que la mente, iba más allá de eso. Estaba por decirte que no me contestaste a la pregunta de quién construía la casa. Ahora recuerdo que señalaste la construcción está relacionado con la experiencia, que se vincula a lo que ya dije.

 

Se llevó el dedo índice a los labios y los golpeó un par de veces.

 

- En mi anterior intervención, hablamos de la conciencia y la mente. Ahora me unificaste los dos conceptos, “la gran casa o la conciencia”. Y, refiriéndote a ello, preguntaste sobre la mente. Me resulta muy curioso, ¿por qué lo hiciste?

 

Sin embargo, el alumno sí había realizado unas preguntas y, estaba meditando la mejor forma de contestarlas. De repente, la iluminación general bajó y una lluvia torrencial golpeó al invernadero. Al mismo tiempo, Sagitas estaba entrando en la construcción. Se llevó la mano a la cabeza, el té se lo había dejado en su cabaña.

 

- Te daré una pequeña pista. Claramente, tienes bastante definido qué es la memoria. Sin embargo, existen otros dos puntos en los que se apoya la Legilimancia. Cuando dijiste “uno debe sentir lo mismo y sentir igual” casualmente estabas hablando de ello. Si me preguntas a mí, la mente ajena es todo lo contrario a un pensadero. Es algo caótico, porque no es nuestra mente. No es lo nuestro.

 

Terminó de hablar y le indicó a la recién llegada que se acercara. Se levantó del borde de la fuente, que era donde estaba sentada y se acercó para recibirla. Refunfuñó un poco por el pésimo tiempo del día. No le gustaba el invierno, le baja todos los ánimos y la ponía un poquito de mal humor.

 

- ¡Hola! BIenvenida, mi nombre es Rosália. Supongo que quieres aprender Legilimancia, ¿verdad?

 

La Arcana tenía bien en claro el por qué nunca aplicaba su habilidad en los recién llegados. Lo sentía como un atajo en su enseñanza.

 

- No tengo té para ofrecerte y no llegas en un momento muy adecuado. Pik está también iniciando. Cye se encuentra con una tarea especial. Puedes unirte a charlar un poco sobre las bases de la habilidad, pero me temo que cuando termine de llover, te pediré que vengas otro día. Me gusta ser personalizada con mis alumnos. Así que, cuéntanos, ¿qué te trae a mi invernadero? Y No me digas que me has traído una planta nueva.

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¡Qué bonito lugar!

 

Aquel invernadero de flores exóticas era un sitio agradable, uno de los mejores para pasear que había encontrado en el pueblo (a excepción del mío propio en los terrenos de la "Ojo Loco", donde se cultivaban las exclusivas rosas azules "flor de luna"). Entré con cautela, puesto que no iba a quedarme todo el día fuera. Caía la lluvia en los terrenos del Ateneo y no estaba dispuesta a mojarme. Así que entré y paseé con cuidado por la entrada de aquel lugar paradisíaco para mí, que amo las plantas y soy una gran experta en Herbología.

 

Paseé con lentitud, al principio atenta a las palabras que flotaban en el aire. Parecía que alguien (seguramente la Arcana) daba una clase metafísica a otro alguien (seguramente un pupilo); después me interesé más por los ejemplares inéditos de flores y plantas que allá se exhibían y de los cuales, muchos los conocía por imágenes de libros. Paseaba la mano con discreción de aquellos que sabía que eran inofensivos y me cuidaba de tocar ciertas hojas que mi prudencia me aconsejaba huir de ellas. No sé cuanto tiempo estuve alabando aquellas maravillas cuando sentí una voz suave que saludaba a alguien. Debía de ser yo, claro...

 

Me giré, pues en aquel momento le daba la espalda, y me quedé callada. Por un instante, con el rumor del agua y el olor a las flores, estuve segura que veía visiones. Me pareció ver una planta andante que se acercaba a mí, con un contoneo de hojas. Primero la miré fija y después parpadeé. No era una planta pero casi. ¿Aquella... Aquello... .era la arcana?

 

-- Leñes... ¡Oh perdón! -- me di cuenta que no era nada apropiada aquella expresión así que me acerqué hacia ella-ello con cierta curiosidad; era una humanad con el pelo lleno de hierbas florales; -- ¿Legilimancia? ¿Esta no es la clase de botánica? -- Exhibí una sonrisa ante mi broma, que rectifiqué al instante. Una nunca sabe con los Arcanos o los Uzza. Uno de estos últimos se había enfadado y por poco me trago una flor de fuego por lo que él creyó una insolencia. -- Perdone usted, Señorita Rosalía. Este lugar es tan hermoso que me impulsarle a bromear de tan lindo invernadero.

 

Hice un gesto amplio con mi mano para englobar aquella casita de cristal en la que estábamos todos y aspiré el aroma. Soy rápida en captar auras y noté la de un chico, conocido aunque al que no frecuentaba y a, ¡oh, sorpresa!, la de mi cuñada Cye a quien aún no veía pero que sabía que estaba cerca, junto a la de la Arcana. Era humana, sí, me lo confirmaba su aura aunque con cierto matiz floral que... Interesante...

 

-- Soy Sagitas Ericen Potter Blue y sí, quiero aprender más de la Habilidad de Legilimancia porque me parece muy interesante hacer "toc-toc" en la cabeza de alguien y ver lo que él ve o siente o vio o sintió... Pero en sí, no, no vengo a aprender Legilimancia. Quiero aprender los peligros que convella ser Legilimante y si merece la pena dar el paso calibrando los riesgos de vincularse.

 

Normalmente, no era tan directa y solía camuflar mis sentimientos ante el resto de mis congéneres. Supongo que por eso me fue tan fácil convertirme en Oclumante. Pero tenía que ser sincera conmigo misma; si aquella mujer tan excepcional era la Arcana de Legilimancia, no podía pretender engañarla. Ahora era yo la sorprendida ante su peculiar forma de rechazarme. Arqueé una ceja y reflexioné. Debía recordar durante todo el tiempo que estuviera allá, que prometía ser largo si ella prefería la enseñanza individual en contra de la colectiva, ya que detectaba tres auras humanas contando la suya (y múltiples esencias vivas que atribuía a las flores), que debía ser lo más sincera posible.

 

-- No, gracias, aunque adoro el té prefiero no tomarlo porque es muy diurético y..., ya sabe, hay ciertas necesidades fisiológicas que se disparan con él. Sin embargo... Usted no se preocupe, Doña Rosalía, que yo me quedo por aquí mientras usted me atiende. Yo...

 

Recuerda, Sagitas, la verdad por delante...

 

-- No sabía que le gustaban las plantas tanto como a mí. La verdad es que pensaba cubrir la espera recogiendo esquejes para mi propio invernadero.

 

Sí, la verdad por denlate... Pero no le iba a confesar que le quería robar el tiesto entero... Aunque... Como me dejara mucho tiempo libre... Seguro que alguno le desaparecería.

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Pik escuchó a la arcana con atención. Le gustaba su forma de hablar y como se expresaba con él. Quizás para alguno fueran confuso, usaba metáforas similares a las que tenía el Macnair para comprender cosas que, a simple vista, se le podían escapar de la mano o no podía comprender de la manera más teórica posible.

—Lo veo como un establecimiento pero no dividido de la manera que mencionaste, es bastante diferente —confesó, mirándola a los ojos—. No lo veo como los recuerdo que uno guarda de una edad a otra, los veo como… los recuerdo más importantes para uno o que tuvieron mas importancia en mi vida o formaron lo que soy ahora, son aquellos que son más difíciles de llegar o los que están en la planta más alta… es decir, en lo mas hondo de mi mente y que costará más llegar, ¿no? Mientras que la capa superficial de mi mente vendría siendo los recuerdos mas recientes, como el desayuno de hoy o lo que viví ayer.

>>O creo yo que funciona así, es lo que más lógica tiene —tuvo que confesar porque, lo único que sabía sobre el comportamiento de la mente era lo que él había deducido y lo que ahora sacaba a concluir con Rosália—. Siento que todo está tan relacionado que el hilo que separa los conceptos es tan débil que se puede mezclar.

Escuchó todo lo que decía Rosália y se detuvo a pensar un poco. Sentía que se estaba haciendo un lío entre todo lo que había escuchado, por lo que decidió dejar de pensar un poco y solo escuchó, reflexionó e intentó ordenar sus ideas antes de volver a hablar de nuevo. Aprovechó el momento en que la arcana se levantó a recibir a una alumna. Su rostro había salido en El Profeta y la nombraron la mujer con mas dinero de todo Ottery hace un par de años, se trataba de Sagitas si no se equivocaba.

Si la mente era la formación de sus recuerdos, experiencias y toda información que él podía procesar, la unión de todo… debía ser consciente e inconsciente la mente, un retenedor de recuerdo que clasifica todo sin excluir partes y hace que todas queden guardadas aunque uno no quiera o se entere, como un acto involuntario pero necesario. Pik se quedó mirando en un punto fijo, pensativo y casi iluminado. La conciencia, aunque sea tan similar a la mente, era únicamente la parte consciente de su mente.

— Porque la conciencia es la parte preliminar de la mente y la parte que intencionalmente intento recordar. Ambas están relacionadas aunque son dos cosas distintas —respondió para si mismo, volviendo a si mismo y levantándose de la silla—. ¿Arcana? —no sabía si lo había escuchado y no quería interrumpir a la conversación que tenía con Sagitas, pero en los ojos del Macnair solo revelaban que había tenido un momento de claridad.

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- ¡Me encanta las plantas! Podríamos decir que he criado a cada una de ellas… Pero, les quitaría un poco de mérito. Que también tienen libre albedrío.

 

Soltó una leve risita ante el comentario del té y el diurético. Bueno, ella recibía de forma diferente a los líquidos ¿no?

 

Cye se estaba durmiendo. Rosália, un poco maternal, tomó cartas sobre el asunto. Chasqueó los dedos y su vara de cristal se formó en su mano. Levantó levemente la mano, como disculpándose de Sagitas. Se acercó a su alumna y levantó un pequeño portal hacia el corazón del poblado de Ottery. Con cuidado, la Arcana la llevó hacia el portal para que pudiera descansar. Con la misma vara cerró el portal.

 

Un hilito de movimiento psíquico le llamó la atención. Levantó su oído hacia lo que tenía que decir Pik. De a poco, la Arcana le iba sacando lo que él necesitaba para encarar la Legilimancia. Sin embargo, soltó otra risita, se acercó a él y lo golpeó levemente con su vara de cristal en la frente. Negó con una sonrisa.

 

- Ay Pik. Estás pensando demasiado en términos de memoria. Te he dicho que es uno de los pilares. Ya hemos hablado que no solamente se ven recuerdos. He entrado a mentes donde lo que menos vi fue retazos de la vida de una persona.

 

Le volvió a guiñar el ojo. La Arcana era extremadamente estricta en ese sentido. No se cansaba en decir que lograr el puente psíquico con otro mago no era saberlo todo del otro. Aquellos que buscaban la infinidad del conocimiento sobre lo ajeno, estaban destinados a perderse en los rincones psíquicos para siempre. Por eso, la pregunta de Sagitas le había dado tanta curiosidad.

 

Le movió la mano para invitarla sobre la mesa. Capaz, cambiar el tema para Pik le daría un poco más de espacio para la reflexión.

 

- Me encanta que preguntes sobre los problemas de la Legilimancia. Todos vienen a buscar saberlo todo el otro con una curiosidad insaciable. Pero, ¿a qué coste?

 

Suspiró. Esperaba que Pik también se sentara.

 

- Como Pik te podrá contar, existen dos tipos de mentes. La primera es superficial, es como escuchar justo lo que la otra persona formula, como si hablara en voz alta. Pero son estas cosas como, si dejé la puerta de casa sin traba, o si me acordé de regar las plantas. La segunda es más profunda. Es una comunicación psíquica donde las dos personas entran en un trance. Tiene que existir contacto visual. Mientras más tiempo pases en la mente de otro, tu conciencia, como la ajena, empiezan a mezclarse. Por eso, es muy importante tener en claro los tres puntos que hablábamos con Pik. Uno, es la memoria, las experiencias que vivimos. Pero faltan otros dos.

 

Guardó un poco de silencio.

 

- A lo largo de mi vida como legilimante, he conocido a muchos idi***s perderse en otras mentes… Lo peor de todo, es que no sólo se pierde una vida, si no, dos.

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Soltó una maldición en sueco ante el golpe, había bajado todas sus defensas en la sala y nunca llegó a pensar que la arcana haría algo así. Giró un poco el rostro y la miró con curiosidad, aquellos gestos del cuervo habían empezando a formar parte del Macnair sin que él se diera cuenta. La actitud de Rosália le gustaba, era bastante materna y su forma de tratarlo era bastante familiar, como si se tratara de una tía lejana intentando ayudarlo.

— También las emociones, se trata de descubrir y lograr entenderlas, no solo “verlas” como un recuerdo en un televisor muggle porque de eso no va la Legilimancia —empezó a decir mientras se levantaba y aceptaba la invitación a la mesa.

Al sentarse la arcana empezó a hablar en relación a la pregunta que había hecho Sagitas, como hizo anteriormente se limitó a escuchar y procesar la información. No pude evitar sonreír al confirmar que los primeros puntos de la mente los había entendido, los comprendía y empezaba a descubrir cual era la otra parte que aun le faltaba por describir. Sintió un poco de pánico al escuchar la ultima parte.

— ¿Es por eso importante tener en mente quien eres, tus recuerdos, ser consciente y saber que estás haciendo mientras se usa la Legilimancia? Porque de no ser así, supongo que al ingresar mucho en una mente vas a empezar a comprender esos recuerdos y pensamientos como si fueran tuyos y no vas a querer salir nunca, porque pensaras que son tuyos, ¿no? Cuando en realidad son de la otra persona —apoyó el codo en la mesa y sostuvo la cara con su mano, mirando la mesa, pensativo—. Para una persona curiosa e impulsiva esto debe ser un arma de doble filo.

>>¿Hay alguna forma de sacar a dos personas de ese estado? —alzó el rostro y miró a las dos hechiceras frente a él— Como por ejemplo… si entro en la mente de Sagitas y me pierdo como un idi***… ¿usted, o cualquiera que sea Legilimancia, puede hacer algo por nosotros? ¿O depende de nosotros mismos poder salir aunque alguno de los dos no sepa la habilidad?

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Allá estaba el otro alumno intentando explicar algo sobre su aprendizaje y yo preocupándome por plantas. Le escuché, como supongo que también le había escuchado la peculiar arcana. Creo que no entendí mucho de lo que hablaba (en realidad, nada) pero Rosália pareció agradarle su respuesta. Agg, debería haber escuchado mejor para repetir como un loro sus palabras. Pero lo que entendía era que la Arcana había críado a cada una de las plantas del lugar y que seguro que no era buena idea quedarme con algunas (con muchas) para mi propio invernadero. Me ensimismé en eso y no sabía si estar contenta por haber encontrado a alguien que gustara tanto de la herbología y floristería como a mí o estar irritada porque no podría hacer desaparecer alguna.

 

Me pilló de sorpresa que mencionara nosequé de varias mentes. Me senté a su lado, intuyendo que me iba a perder de nuevo entre tanta teoría sobre la legilimancia. Mi mente solía dispersarse enseguida por las disparidades sensoriales de lo que me rodeaba y allá, entre tantos perfumes variados y tantas maravillas colorísticas, iba a ser difícil concentrarme en las auditivas si no eran de mi agrado.

 

-- Pero no tienen porqué mezclarse -- discrepé ante el comentario de la Arcana. -- Quiero decir, mi mente es mía y no puedo permitirme que se "contagie", suponiendo que esa palabra fuera la correcta, con la de otro. A mí eso no me interesa, así que es un punto negativo para desarrollar la Legilimancia. Yo valoro mucho mis propios sentimientos, mis conocimientos, mis... secretos... Es por eso que aprendí a dominar la Oclumancia, una habilidad muy útil cuando se tienen mil cosas en la cabeza y mil y una pueden ser peligrosas para mí y para mis conocidos...

 

Sonreí ante mi exageración pero después intenté poner muy serio mi semblante.

 

-- Conocer los pensamientos de otras personas es peligroso, en mi corta experiencia en estos términos. Sin embargo, las veces que lo hice me sorprendió la capacidad de entender los sentimientos, las emociones, en una mente ajena. Es como... tener conciencia de un color diferente que se mueve a través de los recuerdos...

 

Tampoco quería que pensaran que era una rara pero en mis quehaceres de sacerdotisa había aprendido que la sinestesia era muy frecuente en la mente humana. Oler colores, ver sabores o paladear sentimientos era algo que me había cogido por sorpresa pero que había aprendido a reconocer sin asustarme.

 

-- He visto a gente perderse en la mente del otro y entraña una dificultad enorme el separarlos y lograr que los recuerdos de otro se vayan de su cabeza. Soy sacerdotisa y nigromante -- esa confesión la dije en voz baja para que mi compañero no se enterara; aunque no sabía si eso era posible, estando tan cerca, suelo ser discreta con mis conocimientos y habilidades porque a nadie le interesan. -- He participado de forma activa en ciertas ceremonias que implicaba entrar en la mente de otras personas y ayudarlas a desconectarse. Conozco sus riesgos, demasiado altos... Si no tienes un claro conocimientos de ti mismo y de tus propia mente, puedes acabar en un limbo de terrores y vidas ajenas que te perseguirán de por vida.

 

Me sentí avergonzada de repente, no parecía que estuviera aprendiendo yo de la arcana sino más bien que pretendía dar clases con mis propias experiencias. Bajé la cabeza, avergonzada.

 

-- Creo... Creo que debo aprender mucho de usted antes de seguir hablando... Por ejemplo... ¿Un ciego puede ser legilimante? ¿Qué dos puntos importantes hay que valorar, además de la memoria de las propias experiencias?

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  • 2 semanas más tarde...

Rosália se dejó resbalar por el asiento y levantó sus pies, sacudiendo un poco su calzado para quitárselos y apoyó sus talones en el borde de la fuente. Estiró los brazos y se dejó llevar un poco por el ruido de la lluvia. Se sentía relajada y quería contagiar el ánimo. Su vara de cristal se desvaneció en el aire. No necesitarían magia.

 

- Si yo les explico los otros dos puntos, no los terminarían de entender. En realidad, los dos saben de lo que estoy hablando, pero no lo reconocen todavía. Y de eso va la ha-bi-li-dad.

 

Soltó una risita. Había levantado las dos cejas, sacerdotisa y nigromante. Bueno, ella por su parte también tenía todas las habilidades, pero porque era Arcana. Después de todo el conocimiento que no se utilizaba ocupaba espacio al vicio. Una mente ordenada y equilibrada se trataba de reconocer cuánto era lo justo y suficiente.

 

Frunció los labios. Capaz, esos rituales y ceremonias se trataban de otras formas psíquicas de… ¿comunicación? O, más que nada ¿sanación?

 

- Hablaron mucho. Algunas cosas un poco más o menos, otras correctas, correctísimas. En parte, Pik, ahora estamos arrancando, ya tienes un buen punto de pensamiento. Sí, el principio sería reconocer las memorias ajenas como propias. Ahora, no sólo eso, si no que tu conciencia se va a ir diluyendo en la mente del otro. No es posible separar a dos mentes desde determinado punto.

 

Se llevó el dedo

 

- Si te pierdes, Pik, bueno, ya no existirías más. Es como ser Nigromante, viajar al inframundo y perderse…

 

Se encogió de hombros. No le gustaba ser tan fatalista en los temas de su habilidad. Podía meter miedo, pero era la verdad.

 

- Además, Sagitas, ¿cómo es que tu mente es tuya? ¡Para nada! Tu conciencia, es tuya, en todo caso. O sea, sí, tu mente es inminentemente tuya. Ay, estos magos europeos pensando siempre en la propiedad privada –soltó otra risita, amena, bromeando con ella-. Piénsalo así, tu mente entra en contacto con otros y no hace falta hacer Legilimancia. Mira nosotros tres. Tu identidad es más que tu mente. Y, aun así, tu identidad también se contagia de los otros. Si eres completamente celosa de tus pensamientos y procesos mentales entonces deberías vivir aislada del todo.

 

Sus ojos se clavaron en Sagitas y levantó rápido las cejas, como invitándola a la reflexión.

 

- Pero por algo te encuentras aquí, ¿no? De todas maneras, están pensando demasiado en las memorias. Y es solo una pequeña partecicicita. Pero creo que tendremos que ponerlo en práctica. Ya estoy un poco cansada de hablar hoy y me quedan cosas por hacer. Entonces, ¿qué me dicen si vienen a cenar a mi cabaña mañana a la noche? Les haré una pasta al pesto con hierbas de mi jardín. Pero, para entrar, me tienen que contar de alguna memoria medianamente lejana de ustedes. Sin embargo, la deben explicar sin nombrar ningún hecho.

 

Se incorporó en su asiento y estiró los brazos.

 

- Oh, y sí, los ciegos pueden ser Legilimantes, pero hay que entender que ellos ven sin ojos. Y dependerá de cada uno en cómo formar el lazo.

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