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Legilimancia


Rosália Pereira
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Arqueé una ceja, sorprendida por lo que había dicho la Arcana. Al menos había adivinado que me apetecía un whisky de fuego pero el deseo, tal como vino, se fue, ante sus palabras. Fruncí el ceño y medité antes de contestarla.

 

-- Kiri es muy especial, sí... -- respondí, algo extrañada. --Mi estatua cambió. ¿Es que no vio la...?

 

Guardé silencio por respeto. Había olvidado que había otros pupilos en la cocina y que no estaba bien visto que llevara la contraria a la Arcana que le enseñaría así, a la cara. Así que arrugué ahora el morro y me levanté de la silla. Me había dado una orden, disimulada en buenas formas pero orden directa y solía ser respetuosa y obedecer.

 

Saludé con medio gesto de asentimiento con la cabeza, no muy perceptible, y salí de nuevo a los viveros. Allá, donde no me viera (aunque seguro que las chivatas de las flores se lo dirían), me desquité.

 

-- ¿Es que está dormida por el calor del fuego donde hace la comida? ¿Es qué no vio que Kiri me habló, se movió, sonrió e incluso me regaló una flor que...? -- Toqué la cabeza y se me había caído. Gruñí: -- ¡Demonios malnacidos! Perdí la prueba.

 

Caminé por eso hacia el lugar de las estatuas y Pik, que hace un momento estaba fuera, llegó incluso antes que yo. ¡Demonios de nuevo! ¿Es que usaba algún tipo de sortilegio que yo desconocía? Iba más rápido que mis botas de siete leguas. Suspiré y me volví a sentar delante de la chica nipona. Como antes, no hicieron falta las palabras, enseguida conectamos de nuevo y le rogué que me diera una prueba de que ella se había movido para que la Arcana me creyera. No hacía falta que me hablara ni que yo repitiera lo que me había dicho. Por supuesto, la Arcana ya lo conocía y sabía que sus motivos para ser feliz, muy parecidos a los míos de mi recuerdo; eran muy particulares y nunca debían ser dichos en voz alta. Ella sabía cuales eran y ella, si quería, podía saber que yo lo sabía, así que ahondar más en eso era doloroso para ambas partes y no iba a decir más sobre el tema. Lo que habíamos compartido era un secreto mutuo que sólo quien pudiera usar la Legilimancia y burlar mi Oclumancia podría saberlo.

 

Kira sonrió y un brillo de luz recorrió su pétrea mirada. Creo que, incluso, adquirió algo más de color. Sonreí, olvidando mi enfado y asentí. Lo que decía era totalmente cierto; muy pero que muy cierto. Me entraron ganas de reír y de llorar a la vez, algo que hacía mucho que no sentía, así que me cubrí la cara con las manos mientras hacía las dos cosas. Me podía el cansancio y el estress por lo complicada que estaba siendo mi vida en aquellos momentos y me perturbaba que hallara consuelo en los pensamientos amables de una estatua. Al final, iba a resultar bueno recordar y ver, ambas cosas muy parecidas y muy diferentes a la vez en cuanto a contenido.

 

Cuando bajé las manos, a mis pies estaba de nuevo la flor perdida que Kiri me había dado al principio. La tomé con cuidado y la coloqué en mi pelo, sobre la oreja, esta vez tomando la precaución de que un mechón protegiera de su pérdida. Después la señalé y hablé con una enorme flor que estaba cerca.

 

-- ¿Lo ves? Me la ha dado ella. ¡Anda y ve a decirle a la Arcana que sí se ha movido, que no me cree!

 

Después, ambas reímos aunque sólo mi risa se oyó en el invernadero. Cualquier diría que estaba loca por gritarle a una planta aunque... ¿es que no lo estaba de verdad?

 

La saludé y, por instinto, la abracé. Volvía a ser piedra rígida y fría pero yo sabía lo que había visto, sentido, hablado, vivido con ella y eso no me lo quitaría nadie. Si pudiera, me la llevaría a mi jardín y la cuidaría todos los días y, además, tendría una amiga bien callada que no contaría mis secretos, esos que ardía por contar y callaba por... lo que fuera. Después busqué a Pik con la mirada.

 

-- Demuestra que se ha movido o la Arcana te dirá que no lo has hecho bien, amigo.

 

Me levanté y volví hacia el punto de encuentro. Sonreí a los presentes y esta vez hablé con un tono más tranquilo.

 

-- Arcana, dijo que tenía una pregunta para mí. ¿Antes o después de que le robe otro bocadillo? Me dio hambre.

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¿Que por qué se había anotado...?

 

Había pretendido tomar asiento en el sillón más cercano pero éste había sido tomado rápidamente por la bruja que ingresó en medio de (al parecer) un apuro tremendo. Así que se conformó con hacerlo en el apoyabrazos del mueble en el que Bel había tomado asiento, observando de rato en rato a la mujer que había ingresado, a la arcana o a sus propias compañeras. Sintió genuina sorpresa por su agitado estado pero no porque eso le transmitiese algo, si no porque no entendía por qué estaba así de transtornada. Así que en su fuero interno, sin pretenderlo, desestimó la importancia de lo que eso significaba y se concentró en la pregunta de la arcana, pues eso le interesaba más (Mel a veces, solía pensar con esa clase de claridad, debido a que su manera de recibir las cosas era transparente y sin muchos rodeos). Si lo meditaba con detenimiento ¿por qué había querido estudiar legilimancia y no otro de los tantos cursos existentes en la Universidad?

 

Al inicio, había sido un anhelo simple y quizá de alguna forma seguía siéndolo; siempre era así con Mel, los motivos no eran complicados y aunque muchos otros intentasen disfrazarlo, Mel sabía que era así con la mayoría. Quizá, era eso lo que quería probar: que todos al final, tenían las mismas motivaciones, que todos tan sólo disfrazaban de cortezas y cortezas, capas interminables, algo que en suma era bastante sencillo y nacía de sus deseos de seguir un determinado camino. En suma, que el pensamiento de las personas no difería de unos a otros en cuanto a patrones y naturaleza. Todo humano, vampiro, semi-humano o licántropo sin importar su "especie" o "raza", todos pensaban igual: buscaban, anhelaban, se adelantaban para obtener aquello que les daba fuerzas.

 

Sobrevivían. Entonces ¿qué tenía eso que ver con la legilimancia?

 

(Denotar aquí que se había olvidado por completo sus modales y no se había interesado en lo absoluto de leer el ambiente o responder a preguntas formuladas con anterioridad, que tenían que ver con el hecho de por qué se había apersonado tan tarde).

 

¡Ah! ¿En cuanto a la legilimancia? Suponía que tenía todo que ver, aunque en realidad no era así. Sólo deseaba ver confirmadas sus sospechas, de que al fin y al cabo, las mentalidades no diferían en sus patrones primarios de un individuo a otro, sin importar su condición o procedencia.

 

Todo ese análisis, la mantuvo en silencio un buen rato. Mel no era de las personas que pudiese pensar todo aquello en milésimas de segundo y de hecho, ya era bastante notorio que las pensara de forma alguna. Tuvo que quedarse un buen rato en silencio, oyendo de paso la respuesta de Kaori. Eso también aportó cierta claridad a su propia mente. Era verdad que lo que la había impulsado en primer lugar, antes de empezar a elucubrar sobre ello debido a la enrevesada pregunta, había sido la mera curiosidad.

 

Entonces ¿a qué conclusión le llevaba todo aquello?

 

—Soy Melrose Moody —replicó con calma. Había aprovechado que la mujer que lucía agitada se había retirado de momento. No parecía oportuno interrumpirla, estando como estaba tan absorta en sí misma o en alguna clase de situación en que la arcana la había sumido, situación que a Mel se le escapaba por completo. No le habría parecido amable hacerlo—. Pensaba que quería adquirir esta habilidad por mera curiosidad —continuó, dudando un instante antes de agregar— pero ahora que me ha dado a pensar sobre ello, quizá deba decir que me gustaría poder confirmar por mis propios medios, que las mentes de todos los individuos trabajan de manera similar.

 

No necesitó más palabras para explicarlo aunque quizá no se había explicado al cien por ciento. Sin embargo, tanto en su mente como en lo que había dicho, todo estaba muy claro -desde su perspectiva- y es que, solía decir básicamente aquello que pensaba sin muchos filtros, aunque no abría la boca para hablar con demasiada confianza o frecuencia y menos ante alguien que apenas conocía. Por eso, se sintió un tanto aliviada cuando notó que luego de aquello que había dicho, la mujer de cabello violeta ingresaba por segunda vez, tomando la palabra de nuevo. No habría querido tener que tomar la palabra interrumpiéndola o algo similar y prefería que ella se llevase la atención de la arcana de nuevo. A pesar de todo lo dicho, Mel todavía no era muy buena comprendiendo a las demás personas.

Editado por Melrose Moody

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Demisit lacrimas dulcique adfatus amore est 

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¿Cuántas veces atravesada por muchos pensamientos en la cabeza había olvidado las cosas más elementales? Muchas, realmente más de las que convenía admitir, pero nada era más vergonzoso que haberlo hecho en semejantes circunstancias. La arcana no parecía especialmente convencida de querer comenzar la enseñanza en ese momento, pero, con suerte, no sería demasiado tarde para por lo menos decir mi nombre a modo de disculpa, y empezar el entrenamiento cuando ella estuviera más dispuesta.


Sí, esa era una buena salida. En la cocina, las ollas emanaban un apetitoso olor que parecía disipar la inquietud interior y ya Kaori comenzaba en esos mismos instantes a presentarse.


Pero no pudo terminar de hacerlo porque una mujer, que reconocí al instante como Sagitas Potter Blue, ingresó al lugar, bastante más alterada de lo que en realidad aparentaba, o eso era lo único que podía suponer del hecho de que nos saludara con un "buenos días" cuando claramente las lámparas encendidas y sobretodo la cena a punto de servirse revelaban que era todavía de noche.


Su pregunta además me devolvió la intranquilidad que la cena caliente había disipado ¿a qué clase de protección y barreras se refería? ¿Y que rayos era esa reflexión sobre ser "un género fuerte" y que la arcana estaba "experimentando" con ella? No, negué con la cabeza rehusándome a siquiera intentar averiguar todo eso que Sagitas decía. A fin de cuentas, no era asunto mío, así que permanecí en silencio mientras Rosália respondía a la mujer y le ofrecía un whisky de fuego.


Mi estómago volvió a hacer un ruidito en ese momento. ¡Ahhh, pero que inoportuno podía ser! Vagamente entendí que Sagitas tendría que salir de nuevo para averiguar de alguien más (le había parecido escuchar el nombre de Pik), así que esperaba que con su partida, pudiéramos por fin comer algo, antes que esos ruidos de mi estómago se convirtieran en rugidos desesperados. Sin embargo, lo primero que recibimos de la arcana fue una pregunta directa al asunto que en realidad nos tenía allí, molestándola en su casa a altas horas de la noche.


Nuestra razón para conocer y aprender el arte de la legilimancia.


Pero ¿a qué podía referirse con eso de querer "saber en el otro lo que no encuentran en ustedes mismas"? ¿Es que acaso esa era la única razón válida por la cual uno podía llevar el conocimiento? Sumida en la confusión, reflexioné unos momentos en lo dicho por Rosália, a la par que Kaori era la primera en responder a la duda, con una respuesta bastante correcta en todos los sentidos, y que además dejaba traslucir un espíritu guiado por la búsqueda del conocimiento, algo loable en varios sentidos.


Yo sin embargo estaba considerablemente lejos de una motivación tan despojada de sentimientos. Melrose fue la siguiente en hablar, y admiré su capacidad de transmitir tanto en tan pocas palabras. Me resultaba simplemente increíble y estaba segura que jamás iba conseguir eso, pero si no me decidía a hablar ahora, era consciente que perdería mi oportunidad.


Ser transparente era lo que tocaba, justo como Melrose había hecho admitiendo que la simple curiosidad era su motivo inicial ¿pero y si ese pensamiento límpido no le parecía a la arcana? La puerta volvió a abrirse de repente, rompiendo el hilo de mis ideas. Ah, otra vez era Sagitas, pero lucía mucho más calmada que la primera vez, y tras dedicarnos una sonrisa volvió a dirigirse a la dueña de casa. Y en la medida que desconocía que era lo que había puesto tan desequilibrada a la mujer de cabellos violetas la primera vez, decidí que era el momento de decirle a la arcana, qué razones me tenían allí, al menos para que las fuera pensando en lo que lidiaba con su alumna más avanzada en la clase.


Mi mente y sus recuerdos son el elemento más valioso que poseo. Son en cierta manera quiénes me hacen ser como soy, allí están depositadas mis dudas, mis temores y también los más profundos anhelos. Supongo que al no tener un cuerpo bonito, me acostumbré a ser elogiada por mi inteligencia- sonreí de repente recordando los lejanos días en el jardín de infancia muggle y las palabras elogiosas de la directora de la pequeña escuela respecto a ser una chica de "mente vivaz"- entonces, entrenar mi mente, mi "pequeño tesoro" me pareció no solo una buena idea, sino el paso lógico a seguir. Supongo que porque perder la cordura debe ser mi mayor temor.


El estómago no había vuelto a hacer ruido (¡por suerte!) pero aun así el hambre parecía crecer a cada minuto, y me desconcentraba más de lo que hubiese querido. Decidí continuar entonces explicando mis motivos.


Uno siempre se guarda cosas claro, pero la verdad es que no considero tener "grandes verdades" conmigo para proteger, así que la oclumancia no parecía una opción atractiva. En cambio, la legilimancia como yo la entiendo, no solo fortalece tu propia mente, sino que permite acceder a la de otros. Mal utilizada supongo que puede convertirse en una peligrosa arma para aprovecharte de los demás ¿no? - observé directamente a los ojos a la arcana, sabedora que ella debía entender mejor que nadie los caminos malos y buenos para los que su arte podía ser usado- pero si estoy obligada a dar una respuesta bajo los términos de su segunda pregunta, supongo que mi respuesta es que constantemente, ciertos episodios me han hecho pensar en la debilidad de mi mente, así que espero, a través de la legilimancia, encontrar en los demás la fortaleza que los hace seguir adelante, y comprendiéndola ayudarme a mí misma y a esos otros que como yo, temen que perdiendo su mente, se pierdan a sí mismos.


Sonaba algo enrevesado, pero confiaba en que Rosália hubiese entendido a qué me estaba refiriendo.

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Abrió los ojos nuevamente, sintiendo un leve peso en su espalda y una lejana presión que tenía años sin invadir su pecho. Todo había ocurrido por la habilidad y solo estaba empezando a descubrirla, supuso que podía describir mucho más tras la practica y charlas con Rosália. Se sentía intrigado en como, mediante una estatua, pudo revivir esos recuerdos y supo que estaba sintiendo la persona en forma de piedra frente a él.

Alzó la vista e intentó levantarse para marchar de ahí, pero se topó nuevamente con la mirada de la estatua que esta vez tenía un brillo particular. Nuevamente sintió como una energía conectaba a ambos pero en esta ocasión Pik lo pudo ver todo, o lo que pudo. Supo que el hombre de la estatua se llamaba Paolo, supo que era italiano tras hablar con una mujer en un recuerdo y era ella la protagonista de todo, del porqué Paolo estaba se encontraba así ahora.

No pudo ver con claridad que había llevado a Paolo a tomar la decisión de ir a la guerra, pero el sentimiento entre culpa y rabia que sentía era tan vivo que el Macnair incluso tuvo ganas de luchar a su lado, buscando la venganza que tanto gritaba su corazón y acompañarlo hasta que dejaran agujero en su pecho… pero no era su batalla, no era Paolo y debía tenerlo presente.

Cerré los ojos con fuerza al sentir una voz externa a lo que sucedía, al volver abrirlo y buscar el sonido se percató que se trataba de Sagitas

—¿Qué se mueva? —preguntó, mirando con incredulidad a la Potter Blue—. ¿Qué la estatua se tiene que mover?

Volvió a preguntó, como si estuviera despertando de un sueño muy confuso. No pensaba que una hechicera como ella le mentiría y la dejó marchar, volviendo al vista hacia la estatua.

—Paolo —se sentía incomodo hablando a un objeto que se suponía que era inanimado, ahora lo empezaba a dudar—. Quizás… sé que eres una estatua, ¿eh? Pero por alguna razón tienes recuerdos y los he podido ver, no sé si tienes sentimientos y puedes razonar como una persona porque bueno… eres una piedra —explicó sin recibir respuesta—. A veces es mejor dejar ir los recuerdos para que no sigan torturando a uno, esto puedo ir un poco en contra de lo que es esta habilidad, pero Paolo, se llega un momento en la vida que uno debe dejar las cosas ir para no seguir sufriendo y, amigo mío, creo que es tu momento. Estás sufriendo mucho aferrándote a algo que sucedió hace muchos años.

Esperó ansioso un movimiento, un cambio de expresión e incluso que le hablara. Sabía que no le hablaría, lo había conocido y sabía que no existían palabras para que Paolo respondiera a lo que había dicho. El italiano vivía y existía únicamente por el amor de su vida, era quien lo motivaba cada día y lo impulsaba a levantarse por las mañanas. Pik casi sonrió como un tonto al sentir todos esos sentimientos tan cálidos que sintió alguna vez el señor. Supo que, dijera lo que dijera, no haría cambiar de opinión a la estatua.

Paolo casi que lo escucho, sus ojos soltaron un pequeño destello y se acurrucó más sobre el mismo, bajando el rostro un poco y llevando sus dos manos al pecho. El Macnair abrió la boca tanto que una docena de mosca podían aterrizar en su boca sin problema, al ver ver que lo dicho por Sagitas era razón. Se levantó y se despidió de la estatua, de aquella extraña conversación sin palabras que había tenido con él.

Devuelta a la cabaña vio como la Potter Blue ya se encontraba ahí hablando con la arcana, sin saber muy bien de que.

—Arcana, he terminado en el invernadero —comentó, imaginando que Rosália ya lo sabía—. ¿Ahora que viene? Me gustaría un poco más del vino ese... lo de las estatuas me dejó un poco fuera de mi mismo.

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Luego de unos momentos, recuerda de dónde reconoce a aquella bruja de cabello tan llamativo. Se trata de una miembro de la Orden del Fénix; lo sabe, pues, la primera vez que la vio, fue en el número 12 del Grimmauld Place. Supone que, normalmente, suele estar así de exaltada, pues en aquella ocasión les gritó a ella y a Mel por despertar el retrato de una anciana. Cuando se da cuenta de que la mujer las observa, en general, adivina que las reconoce, pero no termina de saludarlas. Ellie tampoco lo hace, pues advierte que luce extraña; la observa por unos momentos, y concluye que está alterada, pero de mala forma.

 

No es que ella sea una chismosa, pero no puede evitar lo que la mujer le dice a la arcana Rosália. No intenta descifrar todo el asunto; con saber que debe tratarse de alguna lección de aquel curso, es suficiente. «¿Qué clase de pruebas son éstas? ¿En qué clases de consciencias tendremos que navegar? ¿Qué hace falta para satisfacer a la arcana Rosália Pereira?». Cuando observa a sus compañeras, nota en Kaori, quien está sentada junto a ella, un ligero nerviosismo... El hecho de no ser la única preocupada por los métodos de enseñanza de la arcana hace que se ponga un poco más nerviosa. Aún así, se fuerza a respirar lenta y profundamente para calmarse. Nadie puede obligarla a hacer algo que considere incorrecto. Además, es una Oclumante, ¿no debería eso ser de ayuda? Supone que sí.

 

Una vez que la mujer alterada sale de la cabaña, sus compañeras comienzan a responderle a la arcana. Ellie las escucha atentamente, dándose cuenta de que ha estado pensando en tonterías, en lugar de ensayar algún discurso mental... y, entonces, sacude rápidamente la cabeza. Está dejando que los nervios de lo "temible" que es la arcana la afecten. Por otro lado, a la instructora no deberían importarle tanto sus respuestas verbales, sino lo que demuestre en la práctica. Es así como se domina la magia. Intentando mantener ese pensamiento, esa seguridad de que cualquier motivo es válido y de ella misma tiene la seguridad de dominar la Legilimancia, procura prestar atención a las brujas.

 

Las respuestas de Kaori y de Mel son breves y concisas, sus favoritas, y son con las que más se identifica. La de Bel es muy buena, por supuesto, aunque lo cierto es que a Ellie le intimida un poco el no estar segura de si entendió su perspectiva por completo. «Espero comprenderla mejor, más adelante». De todas formas, cuando la mujer termina de hablar, le dedica una sonrisa.

 

—Soy Eileen Moody, pero Ellie está bien —comienza a hablar, con su característico acento escocés, alzando la voz como se debe hacer en una exposición oral, no en una conversación casual—. Me gusta aprender —dice sin vacilar, encogiéndose de hombros—. Hace varios años, cuando aprendí Oclumancia, creo que pude comprender mejor cómo funciona mi mente; ahora, espero que la Legeremancia me ayude a entender cómo funcionan las mentes de los demás —piensa en añadir que aquel estudio podría ser de provecho para ciertas investigaciones del Departamento de Misterios, pero, aunque aquel tema le apasione, no debe filtrar aquel tipo de información, menos cuando el director Ryvak confía tanto en ella.

 

Una vez que termina su acotación, la puerta vuelve a abrirse y un mago, un aprendiz más avanzado, se dirige a la arcana. Es entonces cuando nota que la bruja de antes, la del cabello violeta, también está allí; quizás, no advirtió su entrada pues ahora luce mucho más calmada. Ellie tiene el pensamiento de que la arcana Rosália tiene un restaurante, ofreciendo pasta, whisky de fuego y vino; por supuesto, aquello no la molesta en lo absoluto. «¿Será que ya está la pasta?», piensa, pero no dice nada pues no puede ser tan descarada. El olor del pesto, a esas alturas, es tan intenso que la embriaga.

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sins don't end with tears, you have to carry the pain forever

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Giró nuevamente su muñeca. Los platos de pasta ya listos, fueron volando desde la cocina hasta la sala con el grupo de alumnas. Seguía apoyada en el marco de la puerta, escuchando cada una. Sacando sus propias conclusiones. Se llevó así la mano sobre el mentón. Estaba un poco silenciosa mientras rumeaba entre respuestas relativamente cortas y otras que equilibraban la balanza. Sus ojos se posaban en cada una de ellas y suspiró levemente cuando terminó de hablar.

 

Entrecerró su mirada y frunció los labios.

 

- Bueno, para conocimientos está la biblioteca. Puedo recomendarles autores para iniciar una búsqueda más específica sobre la legilimancia.

 

Continuaría con su discurso si no fuera porque Sagitas y Pik habían vuelto del invernadero. Se sobresaltó un poquito y respiró aliviada. Acto seguido llevó sus nudillos a su cintura. No le bastó mucho tiempo para poder entender que sí habían mejorado sus intervenciones con las estatuas. Sonrió orgullosa. El trabajo daba sus frutos.

 

Así logró despegarse de donde había echado raíces. Ya estaba cansada. Se acercó a los dos alumnos avanzados y giró sus dos muñecas al mismo tiempo para qué, tras una leve nube de bruma, se aparecieran dos vasos de whisky. Era política personal no utilizar sus poderes como Arcana. El anillo, pues, contenía la fuerza de la generación. Crear cosas era un juego de niños, mas había aprendido a vivir sin recaer en lo mismo. Prefería ser un poco más rudimentaria con su rutina cotidiana. Preparar comida casera, atender manualmente sus plantas, estar presente en sus estudios.

 

- Se han ganado esto y una especial invitación a la prueba de Legilimancia. Creo que ya están listos para comenzar sus estudios. Si les parece, nos podemos encontrar en la Sala, de aquí a tres soles.

 

Les entregó el alcohol, y generó el que faltaba, el de ella.

 

- Hagamos una cosa –dijo, antes de llevarse el vaso a la boca-. Si aceptan y llegan hasta la Pirámide, claro, les cuento la verdad pura sobre Kiri y Paolo. Sin embargo, me gustaría que vengan con sus hipótesis.

 

Terminó el trago de un saque y se volvió con su nuevo grupo de alumnas. Buscó, esta vez, apoyarse sobre el borde de uno de los muebles.

 

­- Con respecto a ustedes; me gustan más las clases individuales. Kaori y Melrose vendrán mañana sobre el mediodía. Las estaré esperando en el invernadero. Bel y Elieen, el día después de mañana, a la misma hora.

 

Sonrió una vez más.

 

- Les enseñaré. Pero, necesito que vengan más preparadas y que entiendan que es una habilidad difícil. No les daré ninguna respuesta así de simple.

Editado por Rosália Pereira
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Mantiene la mirada sobre su plato, masticando lentamente. Se siente decepcionada. No de la cena; la pasta está excelente, todavía mejor de lo que el olor prometía, y siempre es reconfortante tener comida caliente en el estómago. Lo que la dejó con aquella sensación, fue la respuesta de la arcana Rosália. ¿De verdad era éso todo lo que tenía que decir? ¿Que leyeran libros? Había esperado algo más. Quizás un pequeño abreboca sobre lo mencionado por Kaori, las suposiciones de Mel o una respuesta a la exposición de Bel: algo sustancioso. «¿Qué búsqueda más específica de la Legilimancia, que buscar a la mismísima arcana? —piensa para sus adentros—. Pero bueno, supongo que leeré». Intenta deshacerse de aquella incómoda sensación, pensando en que, cuando vaya al trabajo, podría buscar la biblioteca del departamento un ejemplar sobre aquella magia. Por fortuna, nunca le ha molestado leer.

 

«Pero, ¿qué se supone que hago aquí entonces?».

 

Cuando la arcana se aleja de ellas para dirigirse a sus aprendices avanzados, Ellie alza la mirada y observa a sus compañeras. Alcanza a hacer una sonrisa un poco incómoda, pero se mantiene en silencio; simplemente, no sabe qué decir.

 

Para cuando Rosália regresa con ellas, ya Ellie ha terminado con su plato de pasta. Afortunadamente, no es de las personas que pierden en apetito con facilidad, lo cual se nota en su contextura.

 

—Creo que todas somos conscientes de que una habilidad difícil de aprender —repone, con la voz firme aunque sin querer sonar chocante. Se le hace extraño hablar así, siendo alguien tan introvertido. A esas alturas, ha quedado en claro que todas ellas deben aprender a dominar la Legilimancia desde cero, puesto que no fueron "bendecidas" con ese don. Lo cierto es que Ellie no espera aprender aquella magia de la noche a la mañana; al contrario, está dispuesta a trabajar lo necesario, el tiempo necesario—, por eso estamos aquí.

 

Ellie saca la varita del bolsillo de su túnica y le da un ligero toque al aire. Debe realizar el movimiento dos veces para que su varita obedezca; es bastante testaruda. Sin embargo, por fin, realiza el encantamiento para limpiar cosas y su plato queda impecable en unos instantes. Realizó aquel hechizo de forma arriesgada, pues las varitas de sicomoro pueden llegar a arder al realizar magia banal, pero se sentía un poco mal retirándose y dejando sucia la vajilla de la arcana, más luego de haber disfrutado la cena.

 

—Gracias por la cena, arcana Pereira. Estuvo muy buena.

 

Toma su Saeta de Fuego de donde estaba (recostada en el mueble en el cual estuvo sentada) y se pone de pie. Aguarda unos momentos por Mel, suponiendo que irán juntas a casa, aunque luego no vayan a hacer juntas la clase. A pesar de no haber sabido que su prima estaba interesada en aquella clase, por unos momentos, le agradó la idea de aprender todas juntas.

 

Dos días después ~

Un par de días después, se encuentra de nuevo sobrevolando los terrenos de la Universidad, con la diferencia de que ahora sabe perfectamente a dónde dirigirse. A pesar de que es pleno mediodía, el clima es templado, lo cual agradece. Se siente renovada de la ajetreada mañana de trabajo en el Ministerio de Magia, tras haber tomado un baño de burbujas y luego un muy buen almuerzo casero. Además, sabe que está un poco más preparada, luego del entrenamiento y la plática junto a sus compañeras. Sabe que el día anterior era el encuentro de Melrose con la arcana, pero no le ha preguntado a su prima qué sucedió. «Ojalá que le haya ido bien», piensa, mientras hace descender su escoba hasta el invernadero.

 

Ellie recuesta la Satea de Fuego junto a la entrada y entonces pasa al interior, esperando que Bel esté allí junto a la arcana o esté por llegar.

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Doce años atrás. Córcega.


— ¡Apresúrate, idi***! ¡Se irá si tardamos!


— Leonard.. — empezó a decir Jank, jadeante. Echó un vistazo hacia atrás. Estaban ya demasiado altos sobre la colina como para retroceder, pero a pesar de la distancia todavía podía ver las luces de la posada e incluso oír las risas de sus hermanas. Había tiempo para retarcarse —.. ¿y si es falso? El tío Jaxon está apunto de hacer su truco con el fuego y nos lo perderemos.


— ¡Hace ese maldito truco todos los años y ni siquiera es magia! — gritó el otro chico, aunque después pareció arrepentirse por hacer tanto escándalo y bajó hasta el nivel de su hermano. Esta vez, usó el pensamiento — sino quieres ir es tu problema, solo no me delates — giró la vista y se dispuso a seguir ascendiendo —. Después de todo, ¿qué se puede esperar de un cobarde?


Las mejillas de Jank se pusieron rojas al escuchar en su cabeza la última palabra. Tanto fue su enojo, que se estiró lo suficiente para jalar a Leonard del tobillo y usarlo de impulso para llegar primero a la cúspide. Pronto los dos muchachos se adentraron, pasada la medianoche, en las profundidades de un bosque prácticamente desprovisto de fauna. Se guiaron por el único riachuelo que lo cruzaba, y siguiendo las instrucciones, no se desviaron hasta llegar a la cabaña en medio de un claro. Cuando la encontraron, ambos se vieron el rostro al mismo tiempo.


—Toca tú — pensó de inmediato Leonard, empujando a su hermano al frente. Jank lo trajo consigo sujetándolo por los tirantes del suéter. Los gemelos, cuyo reflejo se proyectaba en el débil cauce del río que bordeaba la casa, lucían más similares que de costumbre. Llevaban la misma ropa, el mismo peinado noventero y ninguno sabía disimular la inseguridad que se había apoderado de sus lenguajes corporales. Aun así, se las arreglaron para tocar la puerta de madera negra al unísono.


No les dio tiempo de sacar sus varitas cuando la bruja apareció tras sus espaldas. Pero para sorpresa del dúo, ella tampoco necesitó los labios para comunicarse.


—Interesante conexión — fue lo que lograron oír, a través de un eco extraño — lástima que sean tan jóvenes y ambiciosos. Vuelvan cuando ya no sean alguna de esas dos cosas.


Actualidad. Universidad.


Jank recordaba bien la primera vez que se había topado con Rosália Pereira. A pesar de haber sido un encuentro breve pero sin lugar a dudas digno de recordar (sobretodo por el cómo había finalizado), había memorizado la esencia de la arcana lo suficiente como para hacerse una idea acerca de la manera en la que impartía tal grado de conocimiento. Si algo realmente atraía a Jank eran los retos sustanciosos, cosa que Baélyr no había logrado imponer durante su clase, razón por la cual había terminado por abandonarla en cuanto le proporcionó la libertad de perderse dentro de un bosque. Tal vez no sería una de las mejores decisiones en el historial de Dayne hasta ese momento, pero esperaba que su próxima experiencia lo hiciese cambiar de opinión.


El viaje fue relajante. Jank usó la Nimbus 3.000 (que, de no haber sido por esa ocasión, hubiese seguido coleccionando polvo en su baúl) para sobrevolar los terrenos de la universidad, pero lo que hizo la diferencia fue que en lugar de incrementar la velocidad para llegar cuanto antes, la disminuyó, haciendo que el viento no cortara sus mejillas sino que las refrescara. Descendió lo suficiente cuando divisió el lago del Campus, solo para rozar el agua con su mano libre y marcar una línea recta que se podía apreciar dividiendo la corriente incluso cuando volvió ascender para incrementar la potencia. Aun así, no perdió de vista el lago, puesto que sabía que éste lo conduciría hasta Rosália.


Logró atisbar a pesar de la distancia una choza y una mujer entrando por la puerta. Siguió el ejemplo y, una vez sus pies tocaron la tierra, colocó su escoba al lado de la Saeta que la bruja posiblemente había usado para llegar allí. No tuvo la osadía para entrar de una vez como ella, eso sí, por lo que tocó dos veces. Se preguntó cuánto tiempo tardaría la arcana en hurgar su mente o si ya había estado haciéndolo desde que estaba en el aire.

Editado por Jank Dayne

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Había estado a la expectativa de lo que Rosália tuviera para decir, a tal punto que incluso con el hambre que tenía, el plato que hizo llegar a nosotros y por el cual había estado esperando tanto, pasó a segundo plano. De mis clases de Animagia había entendido que más que respuestas buenas y malas, las preguntas estaban para guiarnos en la senda de adquirir una habilidad, que entrañaba siempre un cambio al tipo de vida que pudiésemos estar llevando hasta entonces.


Así que tras esos escasos segundos de silencio, cuando finalmente la arcana nos dirige la palabra, una sensación de desaliento se agolpa, inquietante, en lo profundo de mi ser. Todo indicaba que Rosália era el tipo de persona que esperaba de nosotras más que disposición física y emocional, un conocimiento especializado y ¿es en serio lo que está diciendo? ¿ir a la biblioteca? ¿No era que el conocimiento de los arcanos solo se alcanzaba por ellos mismos, dado el cuidado secretismo con que dirigían su arte?


En todo caso, resulta toda una novedad aquella información. Claro, si es que era cierta.


Porque a esas alturas, comprender el comportamiento de la mujer me resulta tan difícil que algo de sentido empiezo a darle a la histeria con que Sagitas se había conducido en su primera aparición ante nosotras. Posiblemente, también para ella, lidiar con el humor cambiante de la arcana había tenido que ser difícil.


Eileen, a mi lado, parece estar concentrando sus energías en devorar el plato de comida, lo mismo que Melrose. Así que hago lo mismo que ellas, enfocarme en mi plato, en lo que Rosália se dirige a sus "viejos" alumnos. Como uno, dos, tres bocados, hasta que al octavo, aun cuando queda la mitad del plato, ya no me siento con el apetito para seguir. Y es que mi cabeza todavía sigue dándole vueltas a la idea, pensando...


¿Realmente sería que la mujer seguía enfadada por haber llegado en horas de la noche a su casa?


Antes que pueda seguir aquel hilo de pensamientos, ella nuevamente se dirige a nosotras, y escucho entonces con atención lo que tiene para decirnos, que básicamente termina reducido a un corto mensaje sobre que día debemos ir a visitarla, y una demoledora frase:


"Necesito que vengan más preparadas"


¿Preparadas cómo? se me antoja decirle, pero intuyo que con sus poderes bien podía ella ya saber lo que he pensado. Lo peor de lo que ha dicho Rosália, fuera de enrostrarnos nuestra incapacidad a sus ojos, es que no solo no sabemos de que va Legilimancia, sino que algo (¿exactamente qué?) de lo que hemos dicho o hecho le ha dado pie a pensar que no nos estamos tomando en serio la habilidad.


Y es en realidad ese último pensamiento el que más me lastima. Porque ella lo ha soltado sin atisbo de duda, sin dar margen alguno a que incluso repliquemos su afirmación. Siendo así, solo queda acatar lo que ha dicho, y tras unos minutos meditando la situación, decido finalmente hablar también, antes de partir.


Perdone una vez más arcana haberla interrumpido en la noche. Gracias por la cena y espero tega un reparador reposo esta noche. Con suerte, la próxima vez que regrese, estaré más apta y en un "horario más adecuado" para seguir sus lecciones.


Di una última mirada a mi plato sin terminar, y poniéndome de pie seguí a Eileen fuera de la cabaña. La verdad era que no tenía idea de cómo conseguiría el conocimiento que la arcana había indicado que no poseía. A menos que...


La idea, brillante, bailoteó unos momentos en mi mente. Solo esperaría a que salieran las otras dos chicas para comentarla.

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Mira que me esperaba mil cosas de la Arcana, pero aquel pedacito de ser de naturaleza más bien plantilínea me había vuelto a sorprender. Aquel lugar era un bullicio de personas hablando de nuestros temas legilimánticos y sin ponernos mucho de acuerdo en la línea a seguir, cada cual con su tema pero ella consiguió poner orden. Rosália hablaba y nos dejaba a todos con la boca abierta.

 

-- ¿Alcohol...? ¿En serio? -- Me hubiera esperado un "enhorabuena" o un "pufff, vuelvan a hablar con las estatuas y no regresen hasta que se les ponga el trasero cuadrado de estar sentado en el suelo" o cualquier otra cosa que no un vaso de whisky. Olía, por cierto, a una buena añada, así que me lo tomé de un trago. -- Gracias, lo necesitaba.

 

Sí, además, el ardor al pasar por la garganta consiguió hacerme olvidar el hambre y obligar a callarme. Pero no por mucho tiempo. Yo no me callaba ni bajo el agua.

 

-- ¿En serio? ¿Ya podemos pasar la prueba? -- Mi felicidad creció muchos grados. Tal vez no se notaba pero por dentro estaba la Sagitas bailona celebrando que había conseguido pasar el primer estadio y que el hablarle a una estatua de piedra había sido positivo. No lo demostré por fuera. Espero... -- Pues claro que nos podemos ver en la Sala dentro de tres soles, Arcana. Ansío estar en esa prueba.

 

Había demasiada pasión en mi voz y un poco de impulsividad, como siempre. Tanto que fue más tarde que reflexioné sobre la cita. De momento, sólo podía alegrarme y asentir, feliz de poder pasar la prueba de esta Habilidad. -- Le demostraré que la Legilimancia y yo somos primas, mejor aún, somos hermanas de leche. Ya verá...

 

-- ¿Hipótesis... ? ¿De qué habla? -- Pero si yo ya sabía la verdad pura de Kiri... Reflexioné (poco) y acabé pensando que se debía referir a que yo sabría la verdad de la otra estatua, la que había hablado con Pik, y que él sabría la verdad de la que había hablado conmigo... O tal vez de cómo ambas habían acabado de adorno escultórico en el invernadero de la Arcana... Bueno, no me importaba.

 

La Arcana hablaba con el resto de alumnas así que aproveché para inclinarme hacia Pik y susurrarle.

 

-- ¿Cuánto es dentro de tres soles? En la Tierra sólo tenemos un sol, ¿cómo puedo contar tres soles? ¿O se refiere a la moneda del Sol de Perú? ¿Vamos a hacer la prueba en Perú? No sé si tengo vigente mi pasaporte...

 

Me sumí en mis pensamientos un momento. Mejor irme a descansar a mi casa si tenía que hacer un viaje tan largo. ¿Por dónde quedaría Perú...?

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