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El Valle de los Reyes


Mael Blackfyre
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Sorprendida observó a Sean agrandar a la rata y aunque por un momento había pensado en que el mago utilizaría un oppugno con la criatura lo que utilizó fue una maldición imperdonable. Eso había sido bastante extraño, temerario podría decir, aunque al parecer no era la única sorprendida sabía que el mago había tenido suerte de no utilizar aquel hechizo frente a magos que pudieran armar un escándalo por aquel hecho.

 

Además de Sean, Niko, Ishaya y finalmente Ed habían decidido bajar por aquel hueco al final de las escaleras. Estaban pensando en el próximo movimiento que harían, seguir a la rata o a aquellos extraños sonidos cuando lo vio. Una ráfaga de fuego y luego sintió cómo Ishaya la tiraba al suelo.

 

- Pero qué demonios... - la bola de fuego pasó muy cerca, casi pudo sentir el intenso calor que emanaba. Rápidamente y quizá por la adrenalina recorriendo su cuerpo no sintió el dolor del golpe, se incorporó observando a su alrededor, asegurándose de que todos los demás estaban bien.

 

Tanto Ishaya como Sean habian tratado de aligerar el ambiente con bromas, pero lo cierto es que la situación se estaba convirtiendo en algo bastante pelogroso. No supo decir cómo fue que lo decidió, pero al ver una nueva bola de fuego dirigiéndose hacia ellos la idea se seguir a la rata le pareció la mejor opción.

 

- ¡Vamos! - gritó tomando a Niko e Ishaya del brazo corriendo hacia el pasadizo secreto que la rata había encontrado y por la que Sean ya había desaparecido.

 

Algo le daba mala espina, como si sospechara que la rata en realidad los estaba llevando a una trampa muy bien preparada para ellos. No podía imaginar que allí habían maldiciones mucho más poderosas y oscuras que un simple imperius.

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Todos se habían reunido nuevamente junto a Emily y Goderic, pero ahora tendrían que seguir los ruidos y encontrar su fuente, si es que la fuente no los encontraba antes. No obstante, su padre no estaba de acuerdo con su sugerencia - No es que tuviera muchas ganas de seguirlo - Pensó, el patriarca de la Tonks le había quitado un peso de encima, pero no le dejaba de preocupar que la fuente los encontrara primero y seguramente no sería algo bueno.

 

Su padre comenzó a observar atentamente, pero algo no iba muy bien. Unos segundos después gritó y se lanzó encima de Sally, mientras que hizo algún hechizo sobre Niko, el cual cayó al piso - Odio que hagan esto - Pensó, aunque estaba agradecido con su padre, había logrado sentir mucho calor encima suyo. Una bola de fuego los acababa de atacar - Seguro esa es la fuente del ruido - Agregó, un poco nervioso, sabía que no era bueno que la fuente los encontrara.

 

- ¿Alguien? Ni siquiera sabemos si es un alguien, un algo o qué. Puede que sea un muerto incluso - Agregó, estaba demasiado preocupado, pero ese no era el final de todo. Una nueva bola de fuego apareció en busca de ellos, necesitaban una buena defensa pero con Sean en el lugar no podía utilizar sus hechizos de la Orden.

 

- Y vamos de nuevo, alguien me controla - A sus amigos se le estaba volviendo una costumbre moverlo y hacer con él todo lo que querían. Ahora era Sally quien le gritó y lo tomó por un brazo para llevarlo detrá de la rata - Y pa completar debo seguir a la rata gigante y al desconocido - Niko había decidido no llamarlo por su nombre e ignorarlo por completo, no le agradaba y era mejor de esa forma.

 

- ¿En serio quieren confiar en una rata? Al menos alguien debería controlarla - Dijo, tenía muchas ganas de usar su Orbis con ella, era una rata y nunca había que confiar en ellas - ¿Por qué siempre me quieren matar en las clases? - Comenzaba a sospechar que las clases eran sobre "¿Cómo no morir?", dado que siempre estaba en peligro.

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Hmmm ya aquello era bastante irritante....por suerte habia una chica presente asi que trague en seco ante los comentarios de...espèraba que fuese uno de los criados de la Mansion Tonks..si de aquellos que tenian suficiente confianza con sus amos para negarles las bebidas....Si....cada palabra del chico resonaba en mi mente como una ofensa...confiar en una rata???..pero si el que la controlaba era yo..acaso me estaba diciendo rata???...no..yo era un ladron decente...de prestigio...no una rata...Respira profundo....que no te afecte...aummmmmm..aummmmmmm....

 

Mi terapia de relajacion mental estaba surtiendo efecto..si...en un grupo y dada las circunstancias no podria simplemente encerrarlo a su suerte en un sarcofago cuando tuviese la oportunidad...seria demasiado sospechoso..ya habria tiempo para que a lo mejor un terrible accidente eliminase al estorbo...esa idea ya era mas cercana a la felicidad asi que me limite a sonreir. Hasts que vi como la rata se detenia frente a una pared que nos cerraba el paso...pero si yo le habia ordenado que nos llevase a la tumba del faraon...estaba raro eso..y mas cuando la rata se empeñaba en seguir...

 

-Bueno si alguien aplica su experticia ahora..parece un callejon sin salida....o sera una puerta secreta??? -comence a rozar con la palma de la mano la pared....y justo un instante despues admiti estar en la boberia cuando una gran cortada aparecio en la palma de mi mano haciendo que comenzara a sangrar- bueno...creo que aqui tenemos magia...al parecer esa puerta quiere sangre..alguien ya ha estudiado ese libro???-

 

Y sin mas me separe para realizar un episkey...apunte y...que???...nada...*****...primero el lumus..y ahora el episkey...la verdad es que si el resultado de esta escursion era conocer como hacer para limitar hechizos me daria por satisfecho...

 

-Ahhh supongo que tendra que ser una curacion a la muggle....-sin mas arranque un troso de la tunica y la amarre fuertemente sobre la herida..para evitar que fuese muy profusa la perdida...

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Estoy de acuerdo contigo —concordó Edmund con el comentario de Sally. Elvis no estaba allí, tampoco Jay, quiénes supuestamente eran sus guías. Tal vez sí lo habían planificado todo.


Goderic y Emily cayeron por un agujero mientras bajaban por las escaleras. Edmund respiró profundamente, sus compañeros habían sido muy despistados aún con las antorchas que él les había cedido poco tiempo atrás. Al acercarse a la orilla de la cual habían caído, sostuvo firmemente la antorcha para iluminar un poco pero no se veía nada, al parecer aquella trampa era más o menos profunda. El mago saltó de último para caer con gracia sobre el suelo gracias al amuleto volador que le colgaba del cuello.


Aquel pasadizo estaba repleto de símbolos que Edmund no entendía pues estaban escritos en un idioma antiguo que nunca había estudiado, a pesar de ser un erudito en idiomas. No obstante, salió de su ensimismamiento al observar cómo Sean aumentaba tres veces el tamaño de una rata para luego controlarla con una maldición imperdonable. Browsler tomó a Spinetto con ambas manos, luego de dejar caer la antorcha y de guardar su varita mágica, para empujarlo contra la pared. Si bien Sean era de la misma altura que Edmund, este último era dos veces más corpulento.


Es la última vez que utilizas una maldición imperdonable en mi presencia —advirtió Edmund con los ojos fijos en Sean—, pues Azkaban…


Edmund no pudo culminar su frase pues Ishaya gritó para advertirles del peligro que se avecinaba. «¡Maldición!» pensó antes de soltar a Sean y lanzarse al suelo. Por poco aquella bola de fuego los calcinaba a todos. Afortunadamente ninguno había salido herido. Cuando se incorporó, Edmund no observó a Sean pues este se había escabullido con la rata por otro pasadizo. Sally, Niko e Ishaya lo siguieron y Browsler tomó a Goderic y a Emily justo a tiempo pues otra bola de fuego les había pasado a un lado, rozando sus ropas. Los tres cayeron en el suelo, primero Goderic, encima Emily y luego Edmund.


Qué golosa eres, Emily —comentó Edmund con sorna al tiempo que se incorporaba nuevamente, ¿es que acaso estaba destinado a tener que lanzarse contra el suelo?


Mientras continuaban con su avanzadilla, Edmund asentía a las palabras que decía Niko pues tenía la razón, no sabían a qué se enfrentaban. Luego Uzumaki comenzó a dar lugar a sus quejas para cuando llegaron al final del pasadizo. Una puerta se interponía en su camino. Sean había tocado la misma pero un corte se proyectó en el acto para impedirle pasar. Edmund negó con la cabeza ante el planteamiento de aquel mago, sabía que Ishaya, Niko y Sally cursarían con él ese libro próximamente y que Goderic y Emily apenas cursarían el de la fortaleza.


Espera, creo que logro entender lo que dice aquí —dijo acercándose a la puerta, sin tocarla, para leer bien lo que decía aquella inscripción. Cuando lo entendió, saco nuevamente su varita para apuntar hacia la esquina del pasadizo—. ¡Verdimillius!


El rayo iluminó brevemente el rincón para quitarle el conjuro a una daga de plata que se encontraba suspendida en el aire. Edmund la tomó y realizó un corte en la palma de su mano para luego colocarla sobre la puerta mientras murmuraba unas palabras ininteligibles. La puerta accedió moviéndose lentamente hacia un lado. Por un momento el polvo les impidió la visión, pero luego las pocas antorchas que sostenían algunos de sus compañeros iluminaron la estancia. Ahora se encontraban en la antecámara. Browsler avanzó y tosió tres veces, desconociendo que en el aire viciado de la tumba de Tutankamón había esporas de hongos microscópicos, conservadas durante varios milenios, las cuales infectaron a todos los magos al inhalarlas.


Una gota de sangre salió de la nariz de Edmund y cayó al suelo.


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Puedo ver como mis compañeros bajan al agujero donde tanto Emily como yo caímos por accidente. Me alegra ser parte del grupo pionero que descubrió dicho camino, aunque no fuera de la mejor forma posible. Sacudo nuevamente mi túnica para asegurarme de liberarme del polvo aunque la verdad también lo hago para recuperar mi aliento que perdí con la caída.

Veo como Sean logra amaestrar una rata con un imperio, luego de haberla hecho crecer tres veces su tamaño. Me sorprende que utilice maldiciones imperdonables como si nada, no sólo se delata como miembro o ex de la Marca Tenebrosa sino que también está contra la ley y, por muy ajena que sea la Universidad a los métodos tradicionales, dudo que acepte dichas maldiciones. Sin embargo, no digo nada. Hay gente más competente que yo en el lugar como para encargarse de esos temas como Edmund que le advierte sin contener un tono amenazador.

Una llamarada sale de la nada y, de no ser por el felix felicis, me hubiera impactado de lleno en el pecho. O eso es lo que creo, quizás hayan sido sólo buenos instintos pero por ahora se lo atribuyo a la suerte no quiero pecar de vanidoso. Edmund se avalanza sobre mi sobrina y yo para evitar otra bola de fuego, cayéndo los tres al suelo. Caigo de bruces al suelo lastimándome la mano izquierda por la caída pero le resto importancia ya que es una herida menor.

Sonrio ante el comentario de Ed, después de todo molestar a mi sobrina es uno de mis deportes favoritos. Cuando estoy dispuesto a unirme a la fiesta y aportar con comentarios insidiosos, continuamos la marcha. Obviamente me callo, no era una buena idea reír y caminar por un sitio tan peligroso a la vez, ya tendrían nuevamente la oportunidad para molestar a Emily.

Sean termina herido rápidamente y ni siquiera entiendo qué fue lo que pasó. Definitivamente la magia que aquella tumba escondía era poderosa y no tengo intención de tratar de adivinar qué sucede. Edmund lee cuidadosamente las inscripciones en el lugar mientras yo aplico primeros auxilios muggles a la herida de Sean, por suerte tenía un par de antibióticos y coagulantes en su monedero de piel de Moke para evitar que la herida empeorara. Había sido profesor de primeros auxilios y, por ello, siempre llevaba medicina y herramientas a mano. La magia no siempre era efectiva.

Edmund logra abrir una puerta. Sonrio en una especie de orgullo y nostalgia al ver como mi ex compañero de liderato se desenvuelve tan bien en un momento de emergencia como aquellos en que vivimos. Sin embargo, no es muy duradero. Veo como el mago cae al suelo y noto que de su nariz comienza a caer sangre. ¿Una maldición? no, lo dudo. Mi mente comienza a vacilar y cuando tengo una idea de qué puede ser caigo desmayado por los efectos de los hongos del lugar.

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Goderic saca un frasquito familiar, ese en el que he estado pensando, y siento el impulso por quitárselo de las manos, solo para poder observar mejor; sin embargo, guarda la compostura y simplemente asiente. Lo ayuda a ponerse de pie, luego de darle una reprimenda por no avisarle que había caído con ella. Toma un pequeño sorbo de felix felicis pero no se siente diferente, aunque sí nota que tiene más suerte de lo normal al esquivar una bola de fuego con solo agacharse a coger un amuleto que se le cae de las manos.

 

La siguiente vez que una de esas cosas mortales está por lastimarla, cae de frente sobre la espalda de Goderic y Edmund sobre ella; al estar en medio, no se lastima y se incorpora con facilidad. En condiciones normales, Emily hubiera sido la primera quemada con una de esas, por su puesto. Ríe un poco ante el mordaz comentario de su primo y alza los hombros restándole importancia.

 

Solo si se trata de ustedes dos —responde sin inmutarse, como si hablara muy en serio. Mira a Goderic por si tiene algo que aportar sobres sus… gustos, pero se queda callado y retoman la caminata. Se alegra de no seguir demasiado cerca de aquella rata gigantesca. Lo agradece, se habían distraído bastante y Elvis ya debía estar ansioso por no haber encontrado lo importante de la tumba aún.

 

Pero estaban más cerca de o que creían, Sean había sido el primero en intentarlo, sin éxito. Emily ve como su tío y él mismo intentan con las curaciones muggles. La bruja busca en su monedero y saca un frasquito de esencia de díctamo y se lo da a Sean, quizás y solo quizás, de esa forma la magia curativa si funcionaría, ya que no se trataba de un episkey. Al estar ocupada observando si el corte del anterior desconocido se sana o no, la Dumbledore no observa con detenimiento lo que pasa más adelante, pero si ve como el polvo se levanta con fuerza.

 

Inmediatamente piensa en un casco burbuja que le permite respirar con normalidad, de cierta forma evitando los hongos que no sabía que estaban atacando a algunos de sus compañeros. Deja a Sean y corre hasta Edmund y Goderic, ambos desmayados. Y se inclina sobre Browsler, que parece el más afectado y desesperadamente murmura un Anapneo, esperando que sea suficiente para que pueda volver a respirar con normalidad.

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Moví mi varita en dirección a la entrada y una enorme roca la cerró por completo. Si hubiera sido por mi, hubiera derrumbado la entrada para que aquellos magos con túnicas blancas jamás pudieran acercarse donde nos encontrábamos. Me di vuelta y me di cuenta que estaba en el medio de la oscuridad. Había visitado aquel sitio dos veces pero solamente recordaba que un largo pasillo me separaba de todo el resto. No debía ir a ciegas o caería bajo las trampas. El truco estaba en no tocar el suelo.

Con un movimiento de mi varita, llego aquella especie de alfombra. Había algunas colgadas en la pared justamente para eso. Con un segundo movimiento, la alfombra salió despedida, levemente, mientras estaba tendido encima. Pude ver en el camino, porque las antorchas resurgieron de la nada que los chicos ya habían pasado por allí. Eso era bueno, no había ningún cuerpo y esperaba encontrarlos más adelante.

Cuando llegué al otro extremo, me bajé de la alfombra y ésta se depositó en la pared. Pude ver que los chicos podrían haber tomado cualquier cosa pero sabía que ellos irían directamente a la Tumba de Tutankamón, porque así lo habíamos planeado. Escuchaba unos ruidos lejanos. Jay no daba señales de vida y cuando estaba por doblar en aquella esquina, escuché unos golpes sordos contra la piedra que nos encerraba en aquella especie de caverna. El tiempo corría rápidamente.

»¡Chicos!...« no los veía por allí, pero tal vez mi voz podría recorrer ésos sitios cavernosos. Solamente esperaba que estuvieran por allí, tan lejos no podían haber llegado. Sabía que tenía que bajar un poco, asi que caminé algunos pasillos y otros me llevaban a habitaciones. Hasta que escuché murmullos. Tenían que ser ellos. Con mi varita aferrada entre mis dedos. No había feo olor, pero el polvo, lo viejo y una presencia extraña se podía sentir mientras caminaba. Y allí los encontré, todos estaban entrando a ésa habitación, donde se hallaba el sarcófago del viejo Rey.

¡Chicos! Que bueno verlos. ¿Llegaron bien? ¿Alguno está herido? Debemos dejar —quise explicarles que antes de irnos teníamos que dejar la estatuilla de oro, pero pude encontrarme con que Ed estaba en el piso. Algo le había pasado. ¿Acaso sería porque al estar todos en el mismo grupo, la maldición nos afectaba a todos? Teníamos que hacer algo pronto o perderíamos a un compañero—. ¡Debemos actuar rápido! Ésta habitación se neutraliza si prenden las antorchas y cierran la puerta que está del otro lado. ¡Ed! Lancen agua a su cara para limpiar el polvo contaminado. Y necesita un bezoar.

Señalé la puerta que se encontraba en la pared opuesta. No era una puerta como una casa, sino que era una piedra enorme que deberían arrastrar para tapar la abertura. Las antorchas estaban todas apagadas y cuando el fuego las incendiara, el calor, lograría mantener a raya aquel polvo que actuaba por humedad y oscuridad. Por lo menos hasta recuperar a Ed y esperar a ver como proseguir. Allí mismo podríamos encontrar el pedestal donde estaba la estatuilla, neutralizar alguna maldición más e irnos. Estaba cien por ciento seguro que Jay había dicho que algo más sucedía en ésa habitación.

Allí estaba un nuevo dilema: si los magos con túnicas blancas, los Herederos, estaba fuera esperando detrás de la piedra. ¿Cómo nos iríamos?

Editado por Elvis F. Gryffindor

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GOLDOR ♦ DEMONIUM MERIDIANUM

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Todos habían seguido caminando y para suerte de Niko, un corte se había proyectado sobre Sean. Era muy extraño eso, sabía que había magia muy poderosa como la que enseñaban los Guerreros Uzza pero no entendía cómo podía haberlo cortado - Definitivamente esta magia es muy poderosa, incluso más que el simple Conocimiento de Maldiciones - Pensó, todavía tenía mucho que aprender y eso que era un mago poderoso.

 

- Ten cuidado - Fue lo único que alcanzo a decir a Edmund, el mago había decidido acercarse para intentar entender. Sus acompañantes no entendían nada, Niko era el que estaba más alejado del grupo y solo alcanzó a ver que sacaba su varita, pero no logró escuchar el hechizo que había realizado, pero unos segundos apareció una Daga. Esta era muy parecida a la que le había entregado Lyra junto con su Libro de la Sangre en el Magic Mall.

 

Unos segundos después Edmund realizó un corte en la palma de su mano con la Daga y realizó un movimiento que el Tonks no pudo observar bien, pero dicho movimiento logró abrir la puerta. Todos los magos comenzaron a entrar, Niko era el último y espero a que todos entraran, pero algo no estaba bien. Lo siguiente que observó fue la caída de Edmund y unos segundos después Goderic, algo debía ocurrir en ese lugar así que decidió utilizar un hechizo - Salvaguarda Mágica - Pensó, el aire no le haría daño dado que lo atravesaría y no podría entrar en su cuerpo.

 

Emily había logrado reaccionar también y tenía un casco en su cabeza, una muy buena idea también. La mujer había decidido ayudar al Browsler que ya tenía sangre en su nariz - ¿Quién eres? - Se giró de forma amenazante al escuchar una voz que no había logrado reconocer, pero era su profesor Elvis y no estaría muy contento por lo sucedido - Lo siento mucho, pensé que eras alguien malo que nos quería engañar - Se disculpó mientras guardaba su varita.

 

- Primero Ed - Pensó, por alguna extraña razón todos se habían olvidado de Goderic, pero él no y sabía que también debían ayudarlo. Niko observó una piedra pequeña que se encontraba al lado de Elvis - Morphos - Hasta ese momento no habían podido utilizar magia, pero dicha habitación sí les había permitido utilizarla, sin duda era muy especial. La piedra se transformó en un bezoar - Listo, te ayudo con el bezoar. Lo tienes a tu lado - Agregó, mientras se acercaba a Goderic.

 

- Ahora vamos con él - Dijo - Morphos - Seguido, mientras que una segunda piedra se transformaba en un bezoar, la tomó con su mano y la colocó en la boca del mago, luego lo agitó un poco para que el bezoar pudiera ingresar a su cuerpo. Unos segundos después el mago comenzó a respirar y moverse - Ya estás como nuevo, bueno no tanto pero al menos vivo - Sonrió al ver que su amigo estaba bien.

 

- Y ahora es el turno de la puerta - Pensó, estaba muy lejos para cerrarla pero dado que la habitación les dejaba hacer magia, sería mucho más fácil - Locomotor Puerta - La puerta comenzó a moverse lentamente hasta quedar cerrada por completo. El Tonks había hecho parte de su trabajo, ahora tenía que seguir cuidado a Goderic y ayudarlo a salir de dicha habitación, todavía no tenía energía suficiente para caminar solo.

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