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~•~ ╬ Honeydukes╬ ~•~ (MM B: 108509)


Keaton Ravenclaw
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Y así, después de varios intentos, al fin el Ravenclaw había contraído matrimonio con alguien a quien su corazón quería más que nadie en todo el mundo. Matthew era un tonto, era muy tarado en ocasiones, frió, seco, una sabandija cualquiera, pero a Keaton le había demostrado ser una sabandija linda y bonita de amar. Era un... ¿qué diantres era? bueno, un ser, un ente medio raro, que había logrado moverle al ahora Triviani también, cada una de sus celulitas y decirle que si aquel día en el altar.

―Y ahora estamos aquí decidiendo a dónde diablos nos iremos de luna de miel... ―Dijo el Base mientras arribaba a Hobeydukes, aquel negocio que estuvo a punto de perder por culpa del descuido.

 

Estaba todo lleno de telarañas, pues según recordaba, habían pasado ya más de seises meses desde que alguien había estado allí. Y como no quería darle una mala impresión a su marido (bueno, eso realmente ya le daba igual, ya le había dado el sí y no había vuelta de hoja), se puso a limpiar el lugar, por lo que, tras unos minutos, el local estaba de nuevo rechinando de limpio y listo para recibir clientela de nuevo. Así pues, el ojiverde se tocó la Marca Tenebrosa para llamarlo a él y solo a él. No sabía si Tauro aceptara aquello, pero la verdad le daba un poco igual, el bando estaba tan aburrido últimamente...

 

―Más le vale no tardarse, quiero empezar a practicar para los hijos ―Dijo al aire y se echó a la boca un pirulí de sangre.

 

@@Matthew B. Triviani

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Triviani acaricio su ante brazo, ante el escozor que sintió, sabia perfectamente de que se trataba y a donde debía ir... O quizás no lo sabia, solo tenia un pequeño presentimiento y dejaría que su magia lo llevara a donde fue llamado. Se levanto de la muralla en la que estaba recostado, a las afueras del castillo Triviani; intentaba buscar la paz que había perdido y no la encontró. Cerro los ojos y se lanzo de brazos abiertos, con varita en mano desde la punta más alta del lugar, y desapareció en el aire, para materializarse a pocos metros del lugar donde su ahora esposo lo buscaba.

 

Miro su camisa e intento acomodar un poco las arrugas que el viaje le había ocasionado, blandió la varita y la escondió dentro de una de sus mangas, hacia menos de un minuto que la figura del gitano se había echo presente en la puerta del local Honeydukes del Callejón. Poco le gustaba los lugares que siempre se poblaban de infantes, con sus respectivas familias, pero se encargaría de sacarlos a todos de ser necesario.

 

Empujo la puerta y una pequeña campana había sonado, dando como consecuencia que un elfo saliera de quien sabe donde y recibiera a Matthew, esbozo una pequeña sonrisa de costado y con su avellana mirada observo todo el lugar... Odiaba el color rosa; pero no más que a los elfos.

 

Busco a Keaton, ¿podrías llevarme con él? no espero respuesta, se aparto unos metros y miraba las estanterías, no era un mago que buscara comer cosas demasiados dulces, simplemente la curiosidad lo había abordado. Dio media vuelta a su cabeza Si, él sabrá quien lo esta buscando. añadió e hizo aparecer un café en sus manos. (??) la magia gitana.

 

No quería perderse en el local, esperaba que lo guiara, quizás era una fachada y detrás de todo había algo mas divertido que simples dulces o tal vez solo era una tienda de dulces, al final de cuentas compraría algo, su madre era una glotona y podría querer algunos.

 

@@Keaton Ravenclaw

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  • 3 semanas más tarde...

Al parecer a Matthew le estaba costando llegar. A como era, seguramente estaba acostado en algún lugar perdiendo el tiempo como era su costumbre. Por ello, y mientras esperaba, decidió que era momento de poner manos a la obra y empezar con las modificaciones en la parte de la trastienda que tanto había querido hacer desde hacía Merlín sabe cuanto. Estaba un poco harto de que sus negocios fueran tan sosos, de hecho, la dulcería era algo que le encantaba pero que seguía sin tener ese toque tenebroso, para ello, y con los recursos que poseía gracias a la Logia Eligentium, había logrado hacerse de un pequeño kid de pociones y algunos libros sobre cómo crear algún par de venenos y soluciones intoxicantes. Lo que quería, era abrir una especie de mercado negro de pociones, y más ahora que tenía nexos con los Triviani, aquella mafia que tan bien era conocida en Inglaterra como en Italia.

 

Para cuando el vampiro percibió en el ambiente la hediondez del gitano, éste ya había adecuado toda la trastienda, y con una serie de sortilegios, había protegido todo aquello de miradas indiscretas y, con ayuda de los Libros de Hechizos, creado un portal que, de no decir las palabras que servían de llave, transportaría al intruso al desierto del Sahara. Así pues, el italiano se hizo aparecer una copa de whisky de fuego y esperó a que Cirilo llevara a Matthew hasta su encuentro. Aunque pensó en gastarle una broma. Rápidamente empezó a modificar su aspecto, y al cabo de unos segundos, tenía la apariencia de un joven blanco, de cabellos platinados y un cuerpo de envidia muy bien tonificado y de lo más atractivo a la vista.

 

―Vaya, así que tu eres el marido, ¿no? ―Dijo Keaton desde aquel cuerpo y con una voz cambiada también con ayuda de la metamorfomagia ―Pero no te lo creas mucho, que Keaton tiene más amantes que ningún otro en este país. Los vampiros solemos ser demasiado promiscuos, así que lo tendrás que compartir ―Comentó con un dejo de burla en la voz mientras volvía a dar un sorbo a su copa.

 

El Ravenclaw no mostraba mucho su metamorfomagia con Matthew porque no quería que lo reconociera si se hacía pasar por alguien más, porque por ejemplo, había cierto lunar en la mano derecha del italiano que ni con aquella magia podía hacer desaparecer, era su "marca" por decirlo así. ¿Qué tan picantes se pondrían la cosas? Era, si no mal recordaba el Base, la primera vez que mostraba su habilidad ante su marido.

 

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Estaba observando algunos dulces y una voz llamo su atención, giro sobre sus talones y levando una ceja manteniendo su gélida mirada intacta. Bayzard era demasiado inteligente como para caer en provocaciones sin sentido... Sinceramente conocía un camino mas fácil, para el todo se arregla de una manera muy sencilla.

 

El hombre lo dirigió hasta donde suponía que se encontraría con su esposo, esperaba que no hiciera nada est****o por que lo mataría sin pensarlo dos veces. Hoy había tenido un día demasiado largo y tuvo que soportar demasiadas personas como consecuencia... Lo único que deseaba era volver al Castillo y dormir plácidamente junto a él.

 

Tras una cortina espantosa a comparación de las demás salas de Honey, se encontraba un joven totalmente diferente, alguien que no esperaba encontrar. Sin despojarse de su túnica de viaje, mantuvo su mano derecha firme en su varita; preparándose para un interrogatorio bastante divertido...

 

Ahora es el momento en el cual me dices que tambien eres uno de los amantes de mi marido, ¿no? ... Clásico. se acerco al chico de pelo plateado y hurto la copa de sus manos, dando un trago que termino con su contenido. No soy una persona para nada celosa, pero si muy territorial... ¿Keaton? devolvió su mirada al joven, como si la muerte posara en sus ojos, dejando caer el cristal al suelo.

 

Respiro hondo. Esa maldita sensación de sentir que nunca se había sentido tan libre, como si hasta entonces no hubiese sabido a la perfección lo que la libertad de ser un tenebroso significaba. Solo se giro y dejo que el desconocido hablara, había cruzado los brazos con la varita oculta, no necesitaba aparentar ser el matón de seguridad, algo que se le daba extremadamente bien. Mantuvo la vista ficha en el hombrecillo que parecía ocultarse de algo.

 

Espero no quieras hacer las cosas de la manera difícil... Tengo planes para la cena, con mi esposo. saco su mano de la ataviada capa y desabrocho el cordón que tenia su cuello para dejarla caer al suelo. Una vez despojado de su capa, la comisura de sus labios se dibujo una sonrisa traviesa y los ojos avellana de Matthew se plantaron en él.

 

@@Keaton Ravenclaw

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¿Pero qué diantres le pasa a Matthew? Keaton estaba seguro de que al mencionar todo aquello, el gitano seguramente sacaría la varita y empezaría a atacar a diestra y siniestra, aunque pensándolo mejor, su esposo era más de los que jugaba con la comida antes de comérsela, pero por otro lado, no aguantaba más las ganas de echársele encima al Triviani y agarrarlo a besos y hacer lo que ambos solían hacer en una cama pero justo allí mismo, en la trastienda de Honeydukes... pero no, cierto era que le encantaba ver cuanto lo amaba aquel mortífago, un hombre que, cuando el italiano lo conoció, desde luego que no esperaba que pudiera llegar a amar, era más bien como si viera al mismísimo Señor Tenebroso.

 

―¿Y cuál sería exactamente esa manera difícil? Y vamos, no seas aguafiestas, el ser territorial no es sano, comparte, total, ¿de verdad crees que Keaton te ama? ―Sabía que con ello se estaba pasando con la broma, pero el ojiverde sabía cómo poder contentar a su esposo, no era muy difícil, al menos no con él.

 

En ese momento, sin embargo, sintió arder su Marca Tenebrosa en el antebrazo, algo lo estaba llamando, y por como se sentía el escozor, era algo del bando, no era algo tan banal como cuando la había empleado para llamar a su esposo, ¿sería que le estaban llamando para reprenderlo por haber empleado el la Marca para ese fin? Era posible, pero... ¿llamarían a Matthew también? Sin embargo, el escozor no le indicó que debía moverse de allí, sino esperar. Supuso entonces que debía de acabar con la broma.

 

―Vamos, vamos, que solo era yo, amor ―Dijo el vampiro sacudiendo su cabeza, sus piernas y sus brazos, recobrando así su aspecto original ―Solo quería ver qué tal manejabas la situación, con eso de que tengo mil y un amantes por ahí ―Bromeó ―Bueno, debemos de prepararnos, alguien me ha avisado por medio del tatuaje que vienen hacia aquí, ¿tienes idea de qué puede pasar? ―Preguntó y sin esperar respuesta, besó apasionadamente a su marido... si, a su marido, Keaton no podía creerlo, después de dos intentos, el tercero resultó ser el bueno...

 

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Triviani hace un gesto demasiado pronunciado de estarse pensando demás las cosas, en verdad era que, no necesitaba hacerlo, seguro Keaton sabia ya tambien la respuesta a todo este interrogatorio que no llevaría a ningún lado. ¿Que estaba diciendo aquel hombre? Tenia la alusión a eso y al hecho de que, de verdad Keaton no lo amaba... Pero basta con una sonrisa burlona para manejar y mantener toda situación en paz. Era algo extraño, paz proveniente del gitano, cuando el solo buscaba la guerra y el sufrimiento ajeno; pensó por un momento en divertirse con el joven, pero no tenia ganas de limpiar su mugre y mucho menos de ver criaturas asquerosas haciendo el aseo.

¿Que buscas lograr, con todo esto? ¿Hacerme enojar? ladeo su cabeza y estrujo la varita. ¡SIEMPRE ESTOY ENOJADO! añadió. Solo que con él, mi esposo, no lo demuestro... Notablemente. concluyo.

Tenia un regalo para su esposo, si bien era algo para los dos, pero no podía dárselo hasta encontrarlo. Se levanto y tambien dejo su capa de viaje sobre donde estaba sentado, diciendo que por hoy lo dejaría pasar y paso por sobre su costado, como si una pequeña brisa helada recorriera el escozor de su espalda. La cabellera plateada del extraño, empezaba a presentar algunos hilos de color negro que daban nota de su experiencia. Definitivamente era una broma, guardo la varita en el bolsillo de su pantalón e hizo algunos movimientos para aflojar la muñeca. Tomo un atado de cigarrillos que había encontrado en un estante y encendió uno sin preocupación.

 

Luego si te hago daño tu madre me querrá cortar la cabeza... Pensándolo bien, me gustaría matarla. bromeo, sabia que Ravenclaw no era tan débil aun que si, se haya dejado lastimar unas cuantas veces, solamente por no prestar atención.

 

Aquella mirada lujuriosa siempre conseguía erizar la piel. El verde de sus ojos reto con insistencia a los del castaño y se relamió los colmillos con deseo. No podía esperar un segundo mas, y tampoco tenia por que hacerlo. Se movió rápido y lo sujeto con firmeza de la cintura y se acerco rompiendo el espacio que separaba sus bocas hasta que el aliento caliente del otro hombre le hizo cosquillear los labios. Lo beso con pasión, extendiendo el ardor por su garganta con un deseo casi animal por tenerlo.

 

Ignoro por completo la sensación que su brazo izquierdo sentía. Las cosas en la Marca Tenebrosa no estaban marchando de acuerdo a lo planeado, todo estaba al borde del caos, pero no de ese que el podría disfrutar... Por lo que decidió ignorarla, tomo el brazo de Keaton, lo acaricio y devolvió su mirada a él, no quería que fuera mas nadie que ellos dos.

 

Si alguien llega, desamayalo y podremos atarlo en los calabozos del Castillo... sonrió y lo beso nuevamente. Si, Candela los creo para torturar a los intrusos, y tienen muy buen uso, ademas de torturar est****os.

 

@@Keaton Ravenclaw

 

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  • 2 meses más tarde...

El problema era que, después de la llamada por parte del tatuaje que ambos llevaban en el antebrazo, éstos desaparecieron. Si, desaparecieron, los tatuajes, los poderes que les confería pertenecer a La Marca Tenebrosa... Había sido un aviso, no había el anuncio de que alguien llegaría. El vampiro apuntó al pecho de su esposo y, de no ser lo que pensaba, lo mataría, pero eso era algo sin importancia, estaba el LAIC, debía intentarlo.

 

―¡Avada Kedavra! ―Dijo con fuerza, esperando que un rayo de luz verde saliera de la punta de Santa Teresa, pero nada... Bufó ―Bueno, amor, parece que nos quedamos sin magia oscura, al menos la que nos confería La Marca Tenebrosa ―Dijo el Ravenclaw a Matthew.

 

No sabía muy bien cómo reaccionar, todo por lo que había luchado durante años, ahora se veía desvanecido en un abrir y cerrar de ojos... ¿qué pasaba? El italiano se dejó caer entonces en una sillón que estaba cerca, como si le hubieran arrancado parte de su ser, y es que así era, el tatuaje, aquella Marca Tenebrosa, era parte de él.

 

―Tenía... tenía que intentarlo, ¿no? ―Dijo al gitano y le acarició el rostro ―Jamás pensaría en hacerte daño, bueno, no tanto ―Añadió ―¿Sabes qué diablos pasó? De pronto siento como si me hubieran arrancado un brazo, ¿no te sientes igual? ―Inquirió sin más... no sabía... no entendía.

 

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  • 8 meses más tarde...

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El Ryvak sabe que clase de local administra el vampiro Keaton Ravenclaw...hubo un tiempo que fue su propósito ayudar al mago debido a que desde el principio le recibió amablemente en el hogar ravenclaw, hasta considera al mago con un entrañable amigo...si, al peliverde le gusta visitarlo pues le agrada hablar con el patriarca, quizá y corra con suerte de saber algo de Issa...pero ahora su propósito es otro completamente distinto...quizás una locura, pero al ojimiel entre más lo piensa, más le atrae la idea que le ronda en la cabeza...

 

Un giro de suerte y es propietario de un buen número de unos "especiales dulces" por lo que el Ryvak se encamina a la tienda ubicada casi a la entrada del callejón Diagón, justo cerca del afamado "Caldero Chorreante" que luce tan sugerente letrero en acero, el Ryvak se detiene en la esquina, el local luce muy bien, la remodelación le ha sentado de maravilla y aunque no es aficionado a los productos que ofrece el local, debe admitir que lo que se exhibe en el escaparate, atrae la atención favorablemente.

 

El muchacho peliverde entra al local y admira la estatua de un cangrejo de fuego...detalle que no vio en su primera visita pero al ir ahora más dispuesto, aprecia mejor el interior, el color del techo le agrada particularmente...es de los colores que más le agradan, con el paquete bajo su brazo izquierdo, camina hacia el mostrador, con la intención de dejar los caramelos petrificantes que obsequiará a Keaton...

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  • 3 meses más tarde...

Ya iba siendo hora de dedicarse a sus negocios. Después de aquella larga ausencia que lo había envuelto en varios meses de lejanía, el vampiro tenía que darles brillo de nuevo a sus locales, lo cual, era algo difícil, puesto que aún no sabía bien a bien por cuanto tiempo iba a quedarse. De antemano sabía que no estarían en completo abandono, sobretodo porque tenía a los elfos y a los empleados, lo que si, era que sin duda no habría demasiados clientes sin una buena mercadotecnia. Por ello, cuando llegó hasta la dulcería, se sorprendió de que tuviera unos cuantos clientes saliendo con una bolsas cargadas de productos.

 

―Bueno, al menos tendremos unos cuantos galeones para este mes ―Dijo al aire y entró de lleno al local.

 

El aire dentro estaba completamente impregnados de un olor dulce, aquel maravilloso aroma que, junto con el de la librería, eran de sus favoritos en toda la vida. Cerró un poco los ojos debido a que le llegó una oleada de recuerdos, y sonrió ante ellos con alegría. Saludó vagamente a los pocos clientes que había y se dirigió hasta donde estaban Amelia, una de sus empleadas.

 

―Vaya, vaya, Tootie, me sorprende en demasía que el lugar este viento en popa. Creo que debería subirte el sueldo... tal vez con una pequeña ida, tu y yo solos, a la parte trasera... podría ser de varios galeones mensuales ―Dijo con una mirada pícara a su empleada, la cual se ruborizó de inmediato.

 

―Pero señor Ravenclaw, que cosas dice. Sabe que me encanta mi empleo en este local, y el sueldo está perfecto, creo que los dos mil galeones que me paga son suficientes ―Dijo con modestia la bruja.

 

―Bueno, pues tu te lo pierdes ―Añadió el Ravenclaw mientras se metía a la bodega alzando los hombros.

 

No era normal que coqueteara con mujeres, eso solía hacerlo más con hombres atractivos, pero aquella bruja algo le movía, jamás sabría qué. Por ello, cuando salió y miró a Antoni en el mostrador, tardó un poco en reconocerlo; el peliverde estaba completamente cambiado, tenía muchísimo más porte que antaño.

 

―¡Mi querido Antoni! Pero qué sorpresa, hace años que no te veía, ¿cómo va todo? ―Soltó el ojiverde saliendo de detrás del mostrador para darle un fuerte abrazo al Ryvak.

 

 

@@Anthony Ryvak Dracony OFF: Sigamos el rol donde lo iniciaste xD

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Ryvak no se inmuto ante las preguntas de los encargados, sabía como responder sin demostrar realmente sus intenciones, cuando uno de aquellos empleados le aseguraba que el dueño no se encontraba, ¡vaya contrariedad! en eso no pensó el peliverde... ¿se habría marchado el ojiverde debido a la guerra?... con gesto pensativo sujeto unos instantes su barbilla... no podía dar crédito a esa posibilidad, no el mago @@Keaton Ravenclaw tan valiente como ninguno de los que conoce el ojimiel, pero se pregunta a sí mismo si mejor lo busca en su castillo...

 

Ve que algunos exploran en los anaqueles y van tomando los productos que seguramente van a adquirir, toma con más fuerza aquel paquete en su brazo, no puede dejarlo a alguno de los empleados puesto que no desea dejar su nombre, uno nunca sabe de quien fiarse siendo totales desconocidos para él. Pero tal vez eso mismo pienses de él y por eso niegan al Ravenclaw, está decidido a encontrar datos de su amigo, tal vez usar la varita... veamos... que tiene en su haber? en su bolsillo interno tiene objetos mágicos que puede emplear... habrá que elegir alguno, como uno de los collares recientemente adquirido...

 

Continuaba frente al mostrador pensando en que hacer y a que echarle mano, su mirada algo baja por lo que no vio al delgado y hasta atlético patriarca de la familia Ravenclaw... fue este quién lo saco del ensimismamiento, Dracony alzó los ojos y sonrió de lado al ver al joven mago tan fresco y joven como siempre, al igual que Reacon, Jeremy, Darla y otros vampiros que conoce... tuvo que darle razón, eran muchos años, tantos que lo había hecho olvidar de como fue que le perdió la pista, correspondió a su abrazo y le saludo sin más que el gusto de ese re-encuentro.

 

--¡Sensacional! usted que no dio señales de vida cuando todo se fue por la "borda" seguro que no ha sabido de los gigantes de hielo, de su reina y de los Búlgaros, oh quizás y ya hizo alianza con ellos? jajaja me da gusto ver que sigue bien, en hora buena. ¿Porque sus empleados no mencionaron nada de usted antes? ya estaba a punto de creer que no estaba en el país...

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