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~ Mansión Riddle ~


Anne Gaunt M.
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Su estilizada silueta simplemente apareció en los terrenos de la mansión Riddle, sin la parafernalia y el espectáculo que solía utilizar para engalanar su presencia allí donde se presentara. La blonda italiana comenzó a caminar por el angosto sendero que llevaba a la entrada de aquella tétrica edificación. Sus pasos eran livianos, como si levitara en el aire. En efecto lo hacía, pues calzaba unos elegantes stilettos de lustroso material negro y taco de diez centímetros que sin embargo quedaban ocultos por la acampanada falda de su vestido que casi rozaba el suelo. Bajo la oscuridad del nocturno firmamento, donde las estrellas destacaban como pequeñas pintas lumínicas, su femenina figura ganaba un halo de misterio.


Su labio cabello rubio descendía con completa libertad por su espalda, sin ninguna atadura que impidiese contemplar su natural belleza; el viento lo hacía ondear e incluso, si se lo admiraba por demasiado tiempo, parecía desprender un perceptible brillo. Su rostro resplandecía por su inmaculada naturalidad pese a llevar un maquillaje muy sutil, apenas algo de color rojizo en sus carnosos labios y una tenue sombra de ojos oscura que destacaba el color azulado de sus ojos. Embozaba una sonrisa medida, que resaltaba el ligero rubor de sus mejillas. Dos pendientes dorados con incrustaciones de rubí en el centro proyectaban la luz emitida por las pequeñas luminiscencias que delimitaban el camino que llevaba al nuevo punto de reunión de La Marca Tenebrosa.


La ocasión lo merecía: en aquella oportunidad, Lucrezia había seleccionado el más bello y estéticamente impactante vestido de su vasta colección. La pieza, única y confeccionada por los más exclusivos diseñadores de la alta moda italiana, destacaba por el intenso rojo de su fina tela. El escote era abierto, dejando intuir la prominencia de su busto que sin embargo era eclipsado por un collar de oro de gruesos eslabones esféricos, que lucía pesado y costoso por igual. La parte superior del vestido se ceñía a su curvilínea cintura, ajustándose a su cuerpo gracias a un corsé de símil tonalidad rojiza, con uniones de metal cobrizo que ascendía hasta su pecho. Las mangas lucían holgadas hasta llegar al hombro y luego se apegaban a su piel, para finalizar con otros motivos metálicos que recordaban a escudos de siglos pasados.


Lució con soltura aquel diseño pese a que nadie la observaba. <Una nunca sabe cuándo alguien puede aparecerse> pensaba la blonda italiana para sostener su comportamiento propio de una dama de alta alcurnia acostumbrada a imponer su respetable figura. La calma era la regente en aquella atmósfera teñida por la oscuridad propia de la noche y la sensación de abandono era manifiesta en aquel lugar que había dado origen al mismísimo Lord Voldemort. Al llegar a la entrada, Lucrezia apenas ejecutó una observación superficial de lo que la rodeaba: no le importaba el aspecto falto de buen gusto de la decoración, pues al fin y al cabo al final del día volvería a la grandeza y superioridad estética de su propia mansión. Aquella especie de cuartel improvisado solo serviría como momentáneo espacio para cumplir sus funciones como Alto Mando del bando. Había decidido, por una vez, no hacer apreciaciones superfluas.


La joven aristócrata había asistido allí por el llamado de sus colegas mortífagos delatado por el leve ardor del tatuaje que llevaba grabado en su muñeca izquierda. La banquera conocía con lujo de detalles, incluso los más desconocidos por la mayoría de la población, la historia que le daba su significado simbólico al lugar y, sin embargo, poco le importaba. El pasado de la Marca Tenebrosa bajo el mando de su creador original no figuraba entre sus propiedades. Lo que si le importaba era la contemporaneidad y la situación actual del bando: el cuestionable liderazgo de Anne, el ascenso de los hermanos Triviani como lugartenientes de la misma, la pasividad del grupo frente a las actividades de la Orden y el intrincado camino que tenía por delante para ganar cuotas de poder interno. Allí se encontraba para desgastar el mandato de la Gaunt.


Algo la interrumpió cuando atinó a apoyar la palma de su mano en las blancas figuras de las serpientes. Sus sentidos captaron algo. Una presencia espectral…

Editado por Lucrezia Di Medici
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Gota a gota el diluvio reclamaba su terreno, pegando sin cansancio contra la robusta pared del gran torreón.

 

El paisaje se sentía denso, opresor y asfixiante. Era imposible poder ver más allá, igual porque su mente estaba en un lugar distinto al de la Fortaleza de la Marca Tenebrosa. Atónito, no emitía sonido alguno, y si pudiese hacerlo, el rugido de la lluvia lo absorbería. Era por ello que el lugar era clave para las ocasiones en que el Mortífago tenía la necesidad de confinar a sus víctimas para torturas y otros fines.

 

Allí el olor era nauseabundo, y hasta el par de elfos arrugaban el gesto intentando evitar exhalar dichos hedores. Patrick Colt en cambio, seguía caminando de un lado a otro; intentaba comprender lo que estaba ocurriendo y la razón por la que el tatuaje de su antebrazo habría cobrado esa tonalidad azabache que hace tanto tiempo no tenía. Creyó haber olvidado ese placer que recorría su cuerpo cuando el tatuaje latía, esa sensación de tener una herradura ardiente sobre su piel que le robaba del pecho un profundo suspiro.

 

Levantó el mentón y se permitió olisquear como un lobo acechante, sin abrir sus ojos ni revelar su intensa mirada color oro. Ansiaba con afán portar de vuelta esa fría careta de titanio sobre sus pómulos incoloros que le permitieran desatar todo su poder a través de su varita de tejo negra.

 

>> Delicioso << sabía que su misión como mortífago jamás culminaría mientras estuviera con vida; y estaba complacido que aún su tatuaje se activara después de tanto tiempo de inactividad.

Ex-Líder de Bandos | Ex-Wizengamot | Ex-Orden de Merlín 1ra Clase
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Al vampiro no le gustaba nada esa sensación. Se sentía todo demasiado extraño, como si algo o alguien estuviera forzando todo. El Ragnarok no sabía cómo expresarlo ni explicarlo. Al menos la peliblanca estaba haciendo caso y se mantenía tras de él. Suspiro observando aquel punto preparado para defenderse o hace r le primer movimiento para atacar de ser necesario.

 

El Ragnarok había estado acumulando toda su ira y molestias en un lugar de su pecho, en un punto en específico para así de ser necesario invocar al mismísimo señor del caos. Observo como una cara aparecía por el pasillo, si él estaba allí era porque obviamente era mortifago, mas aun, aun no el habían atacado por lo que era otro punto a favor del desconocido. Mantuvo su varita apuntándole al corazón.

 

-si me muestras la tuya, yo te muestro la mía –dijo mientras se colocaba delante de Kamra para evitar algún tipo de daño colateral.

 

El Ragnarok sintió como si algo o alguien lo estuviera observando. Hacía mucho que no tenia aquella sensación. Bufo por lo bajo. Algo le decía o que había más personas recorriendo los pasillos o algo mas los estaba acompañando, De una u otra forma, aquello podría ser malo o bueno.

 

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Su gesto de fastidio cambio a otro de extrañeza... pero aquellas palabras lograron el objetivo de aquel espíritu: atraer la atención del mago. Coloco sus manos sobre el suelo por atrás de su espalda, estirando sus brazos, pensaba sobre aquello... al menos era una de las cosas que siempre lo hacían moverse por su curiosidad y ese frenetico deseo de develar los misterios... flexiona una de sus piernas alistandose para levantarse pero aún había ciertos detalles que deseaba cuestionarle.

 

-- Bien, has logrado despertar mi interés pero si continuas con divagaciones no harás que me mueva ¿qué está ocurriendo? ¿en que te atañe ese misterio? ¿hacia donde deberé conducirme para iniciar a investigar? -- hablaba el ojimiel con cierto tono de despreocupación, aunque si deseaba investigar el mencionado misterio, no quería demostrar en demasía esa pasión, era cierto que le agrada inmiscuirse en esa clase de actividades, pero esta decidido a no ceder a sus primeros impulsos aventureros.

 

Aguardo a que el otro hablara para evaluar lo que respondiese, mientras sopesaba que parece que le conoce superficialmente, poco tiempo desde que pensará en probar ser más cercano a Lady, Helike, Hayame, Alexander Fox, Isabella y Andrew Potter... los que precisamente no solo se decían sus "familiares" sino que le demostraban ese afecto que se supone se tienen al ser familia...

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Como si al colocar la desnuda palma de su mano sobre aquel gélido marfil un oblivate hubiese caído sobre ella, la blonda italiana olvidó completamente su ideología y su motivación para estar allí. En su mente, desprotegida ante agentes externos, se esfumaron sus consideraciones sobre la conducción de La Marca Tenebrosa y solo quedó hacia ella una irrestricta fidelidad sin ningún tipo de cuestionamiento. Una aristócrata, acostumbrada a conquistar el poder en cualquier ámbito donde se moviese, veía repentinamente con buenos ojos ser un miembro corriente del bando. La psiquis tenía aún muchos misterios sin resolver.

 

Las imponentes estatuas de las serpientes cobraron vida frente a sus azules ojos, una ocurrencia que intuyó propia de su magnánima líder. Las alargadas figuras perdieron su inamovilidad, se contornearon sobre su propio eje y formaron al entrelazarse una entrada que no dudó en atravesar. Allí, de un modo u otro, se sentía protegida; claro, no ignoraba la cantidad de hechizos protectores conjurados para ocultar en las sombras de lo desconocido las actividades que allí se llevaban a cabo. Rastreó la portezuela que llevaba al cuartel subterráneo, cuya existencia le había sido sugerida en los días previos, y se dejó llevar por la luz de las antorchas.

 

Descendió con cuidado por las estrechas escalinatas, procurando no pisar la falda que se vio obligada a tomar para que la delicada tela no rozase la humedad impregnada en las paredes, y caminó por los penumbrosos pasillos. Nuevamente, al transitar aquel trayecto, volvió a percibir una sensación que le era extraña: una casi imperceptible vibración en todo lo que la rodeaba, un espectro que su visión no era capaz de captar, una presencia permanente incluso en las mohosas grietas extendidas por los rocosos muros. No poder descifrar lo que allí se ocultaba, en silencio y expectante, le provocaba incomodidad. La sensación de desconocer e ignorar cosas era algo inaceptable para su concepción de sí misma.

 

La joven aristócrata llegó, por fin, al hall principal del lugar. La arquitectura del lugar permitía una disposición de muebles y objetos muy limitada y sobria, características que en otra situación hubiese criticado con tono ácido; sin embargo, en aquella oportunidad comprendía la razón de ser de lo que su mirada contemplaba. No esperaba de un lugar así el lujo y el exquisito gusto de las altas casas italianas o de su propia mansión, simplemente aceptó la predominancia de los tonos fríos que aportaban al aspecto tétrico que caracterizaba a los mortífagos. Al menos, el aire fresco corría con libertad pese al encierro y a hallarse el salón bajo tierra.

 

Dispuesta a recorrer más la misteriosa propiedad, Lucrezia observó la presencia de más miembros de La Marca Tenebrosa que charlaban con una serenidad que le resultó entre curiosa y preocupante. Súbitamente la invadieron las dudas respecto a la presencia extraña que había percibido momentos antes ¿Acaso sus colegas estaban también al tanto de ella? ¿Habían sentido la oscuridad adentrarse por sus poros o simplemente su cabeza divagaba producto de una fuerza desconocida que se divertía jugando con su mente? ¿Estaría bajo la maldición de alguien inconforme con su posición como mortífaga? Su inquebrantable orgullo logró que no exteriorizara ante sus compañeros todas las dudas que la aquejaban.

 

- Para los que no me conocen todavía, mi nombre es Lucrezia Di Médici.- exclamó, haciendo que en su voz fluyera con claridad su soberbia para ganar terreno ante los demás mortífagos - ¿Cuál es la razón por lo que fuimos llamados aquí? ¿Está Anne Gaunt presente?

 

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El vampiro no recordaba con exactitud la última vez que estuviera en esos terrenos. Había sido antes de la caída del bando y de todos los cambios que le siguieron a la sociedad mágica. Ahora volvían a resurgir como un horrocruxes que se negaba a morir. El mundo era diferente. Una guerra entre países se encontraba en pleno desarrollo en la actualidad. La Mansión Riddle había perdido los encantamientos que la mantenían a salvo de personas ajenas al bando. Por y para eso estaban ahí. Debían restituir su centro de comandos como primera instancia.

 

-Ayudare en la parte de atrás –Le dijo a su líder en cuanto la visualizó, y empezaba a ver a mortios arribando al lugar.

 

Jeremy camino hasta la parte trasera del terreno, acercándose al límite de la propiedad y empezó la ardua tarea de invocar encantamientos de protección. A su alrededor podía sentir como las pequeñas partículas de magia se hacía tangibles para unirse a las demás y formar un escudo mágico invisible a la vista. Los minutos parecieron extenderse, mientras su concentración estaba al máximo con la tarea. No dejo de invocar hechizos y encantamientos hasta no sentir que las energías empezaban a menguar dentro de su cuerpo. Allí paro para ir a reunirse con sus compañeros.

 

Aun debían combatir la ausencia de vida que había usurpado todos los rincones de la Mansión. Esa tarea sería mucho más difícil, pero no estaba solo para ella. Regreso al lado de Anne para acatar alguna orden o seguirla adentro de la estructura Riddle. Haría lo que le ordenara. Para eso estaba ahí en aquellos momentos. El bando era lo principal. Fueron hasta la entrada del subsuelo, donde habían descubierto nuevas habitaciones en un recorrido previo.

 

-Está todo listo –Comentó, apenas bajando la vista a los generosos labios de la Gaunt. ¿Cuánto tiempo hacia que estaban en términos medios en cuanto a relación sentimental? – Hay mortífagos presente y dentro de la Mansión –Informó.

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En un momento el ambiente era ameno, al otro Hades se comportaba como si Kamra no pudiese cuidar de si misma. Resistió el impulso de rodar los ojos y de colocarse a un costado del padrino de Alessandra, pero tenía hijos a los que ver al regresar y si debía escoger que la tomaran por sorpresa a ella o a Hades...el podía jugar al héroe un poco más.

 

Sus pensamientos la tomaron por sorpresa ¿Cuándo había sido la última vez que se comportó tan completamente egoísta? La respuesta fue lógica: desde sus días en las filas Mortifagas. Kamra sacudió la cabeza para pensar con claridad mientras sentía que una pieza del pasado escapaba de ella; la única razón por la que dejó atrás una parte tan vital de ella como lo era la oscuridad era por Alessandra, por la vida que le ofrecía de manera tan desinteresada. Pero simplemente no podía negar lo que era. Y eso era...no podía recordar.

 

- Yo soy...- sostuvo sus sienes con las manos casi cayendo de rodillas ante el fuerte dolor que arremetía en su cabeza como un martillo. Por más de que Kamra intentara encontrar su propio nombre en los rincones de su mente, éste se le escapaba, escabullendose entre los retazos de memorias que aún permanecían.

 

- Tienes que salir - una voz profunda, casi idéntica a la suya, susurró con alarma en su cabeza - ¡Sal ahora!

 

No esperó para reconciderarlo, sus pies ya se movían hacia la salida, empujando al hombre que tenía frente a ella para abandonar el lugar. Los vellos en la nuca de Kamra se pusieron de punta conforme un viento ganaba fuerza, elevándose e intentando parar su huida. Pero la peliblanca ya se encontraba atravesando la puerta que la había llevado a el cuartel subterráneo de la Marca Tenebrosa. El corazón le latía desbocado en su pecho mientras batallaba para conseguir ingresar aire a sus pulmones.

 

- Kamra - la voz en su cabeza susurró eso una y otra vez, como si ese nombre fuera un talismán...como si le perteneciera - Eres Kamra Ashryver Rambaldi - oír su nombre completo la conectó a tierra y agradeció a su demonio, Nyx, por haber sido lo suficientemente fuerte por las dos.

 

Apuntando su varita hacia ella misma, Kamra hizo que de su varita saliera un chorro de agua directo a su cara, para refrescarse y recobrar la compostura. Sus ojos se abrieron luego de minutos intentando descifrar lo que había acontecido en el subsuelo, para ver cómo siluetas tras siluetas aparecían en los terrenos de la Mansión Riddle. Una de ellas llamó su atención mas que ninguna otra. Su cabello platinado casi del mismo tono que el suyo propio.

 

Había oído rumores de que la Marca había cambiado de líder, y no cabía lugar a dudas de que esa era ella. El aura de liderazgo y algo más que los sentidos de Kamra eran incapaces de detectar la ponían en evidencia, así que avanzó dando tumbos hacia ella, sus piernas alarmantemente débiles batallaban para mantenerla de pie mientras cerraba la distancia.

 

- No deben bajar - para horror de la peliblanca, su voz no fue más que un susurro tembloroso, apenas audible - Hay algo allí abajo, o alguien. La única razón por la que estoy aquí es porque - una pausa para elegir sus palabras de forma sabia antes de hablar de más fue necesaria - porque fui lo suficientemente lista para salir y no quedarme a investigar.

Editado por Kamra Ashriver R. Delacour

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Lo más extraño de todo aquello era que la marca seguía ardiéndole, no tanto como antes pero era como si alguien hubiera hecho el llamado. Entrecerró los ojos pensando en su hermana quien se había convertido contra todos sus pronósticos en la nueva líder de la marca. Si bien el vampiro conocía sus capacidades siempre supo que ella era más buena que el pan azucarado o que el pan integral o peor aún, que un yogurt dietético y siempre se lo había dicho sin importarle lo que ella pensara. La verdad es que el cainita estaba molesto y herido con ella por muchas cosas, cosas que ella le oculto, cosas que ella hizo y cosas que ella le había negado, por lo que estaba resentido y furioso con ella, sin embargo, una llamada era una llamada y desde que había aceptado ser parte de aquella familia no había faltado ni una vez a la llamada tenebrosa.

 

Desde que había vuelto de Grecia y desde que habían pasado tantas cosas, había aprendido por experiencia y a los golpes que no debía bajar la guardia cuando su instinto se lo indicaba, era por ello que mantenía la varita entre sus nievas manos, se mantenía concentrado aunque estaba protegiendo a Kamra y su vista pasaba de ella a el punto del cual habían venido aquellos sonidos.

 

-Si me muestras la tuya, yo te muestro la mía –repitió el vampiro en tono amenazante a Lucrezia, aunque si estaba allí y había pasado las serpientes fue porque era digna de estar allí. Aún así no bajo la guardia.

 

Los murmullos y cosas que decía la Ashriver llamaron su atención. No entendía que sucedía o porque la esposa de su ahijada actuaba de aquella forma tan rara. La vio caer de rodillas y agarrarse la cabeza pero justo cuando la iba a ayudar esta le empujo quitándolo del medio y corrió para salir de la mansión.

 

-espera, no te vayas… maldición –dijo pero ya era tarde, la peliblanca ya había desaparecido por los pasillos.

 

El Ragnarok esperaba que la chica pudiera cuidarse sola, allí, donde ella fuera después no podía vigilarla o cuidarla. No al seguiría, se iba a quedar allí y saciaría su sed de sangre si era necesario.

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No tardó en escuchar voces que venían de alguna sala cercana a la entrada del subterráneo. Alzó la vista, pero no vio a nadie.

 

Sin embargo, enseguida notó que alguien más llegaba al cuartel y lo hacía por el mismo lugar que ella misma acababa de pasar. Miró hacia la parte alta de la escalinata y vio cómo descendía por ella Matthew Triviani, uno de sus cuñados. Se relajó visiblemente, aunque no cambió el gesto neutro de su rostro. Aún no había fortalecido sus lazos con los Triviani... de hecho, no estaba segura de si Candela sabía que tenía intenciones de casarse con uno de sus hijos.

 

Me alegra verte, Matthew —le dijo, a modo de saludo. Sintió que alguien más se acercaba a la entrada y pronto pudo comprobar que se trataba de Lucrezia di Médici, quien entraba preguntando por ella. Puso los ojos en blanco—. Estoy aquí, Lucrezia. Pues resulta que...

 

Paró de hablar al notar que Jeremy llegaba a su lado y le miró durante unos segundos. Se mordió el labio inferior suavemente para contener las ganas de plantarle un beso. No sin cierto esfuerzo, alzó sus ojos grises hacia los del ruso.

 

Gracias. Espero que se reunan con nosotros pronto, he oído las voces cerca. ¿Arriba queda alguien?

 

De repente, una mujer llegó hasta su lado con la respiración entrecortada y la cara empapada de agua. La miró, frunciendo el ceño, con una mano puesta en la empuñadura de su varita, que estaba guardada en el bolsillo de su pantalón.

 

¿Algo o alguien, dices? ¿Aquí abajo? Razón de más para que investiguemos. Por cierto, ¿quién eres tú?

 

Sintió que su hermano estaba cerca. ¿Quiénes más habría por los pasillos del lugar?

 

Salid todos hasta aquí, en la entrada, por favor —exclamó, con voz alta y clara. Aquello bastó para que el murmullo de su alrededor se acallara—. Necesito saber quién ha realizado el llamado. Porque si habéis venido pensando que he sido yo... no, yo no he sido. Y tú... —se giró hacia la muchacha que parecía preocupada por algo (Kamra)—... cuéntanos qué has visto u oído. ¿Alguien ha visto a algún desconocido en el refugio?

 

Miró a Jeremy de reojo, él había rondado en el exterior antes de bajar. Quizás hubiera visto algo fuera de lo común. Sin previo aviso, sintió una presión en el pecho extraña; el ambiente, de repente, se había vuelto extremadamente cargante. Se tambaleó ligeramente en el sitio y miró a los mortífagos que la rodeaban. Al fondo del pasillo vio que algo se escurría a media altura, doblando la esquina sin que le diera a tiempo a verlo bien. Dio un par de pasos en aquella dirección y se detuvo, dubitativa.

 

Hay algo en el subterráneo, algo mágico que no logro determinar, ¿no sentís una presencia extraña? Buscad. Y si lo encontráis, no os acerquéis solos. Su aura es poderosa —añadió.

 

 

 

@ @ @@Hades Ragnarok @@Arya Macnair @@Lucrezia Di Medici di Médici @@Patrick Colt @ @@Anthony Ryvak Dracony

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Era difícil de definir aquel comportamiento del espíritu presente, Ryvak sabe que los hay atormentados pero este no era a su juicio, alguno que estuviese en aquel problema, pero de que tenía alguna dificultad, la tenía, aparto la vista y le miro de reojo, el ente parece rebuscar mucho sobre como responder

 

-- Preguntas sobre que ocurre y me pregunto si acaso no lo sentiste ya, hay una presencia no grata en las ruinas de lo que fuera la Majestuosa Mansión Riddle --El espíritu fijo la vista en el mago, al ver que no daba muestras de ninguna reacción, supo que sería más difícil lograr que comprendiera, pero tendría que intentarlo, así que continúo con aquella respuesta para el peliverde -- Te recuerdo lo que te compartí antes de que asistieras a aquella reunión, la del grupo de magos poderosos, pues ellos se reunían en la mansión que te mencione, además de la Fortaleza oscura, vamos, que para cada ocasión, se dispone de estos sitios de significado muy importante, aspirar a ser parte del grupo, es elección personal y por eso puedes asistir y tarde o temprano, seras miembro, de eso que no te quepa duda. -- Hizo una pausa como si necesitará tomar aire, cosa realmente no necesaria para el espíritu, pero vigilaba las reacciones del mago, el ojimiel continuaba en apariencia indiferente, pero Wilson podía captar sus emociones y gracias a ellas sabía que estaba logrando que el mago oscuro se interesará en su conversación -- Vuelvo a recalcarte que el misterio me atañe tanto como al resto, no había visto ni escuchado antes de esa magia, pero implica un gran peligro, no se puede enfrentar de forma individual, tendrán éxito si lo hacen en grupo y ya hay algunos reunidos donde era anteriormente la entrada, deberías asistir de una buena vez...

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