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La Taberna de la Tia (MM B: 78619)


Hayame Snape Potter Black
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Hacia muchisisimo tiempo que no se pasaba por aquel negocio que ahora estaba divisando desde el otro lado de la acera, la verdad es que prácticamente le asustaba caminar por el callejón debido a la proliferación de letreros y negocios nuevos, casi se sintió tentada a correr a alguno conocido, lo dicho se estaba volviendo una ermitaña. Ahora entendía a Sagitas cuando decía que no se sentía cómoda entre tanta gente y más si eran desconocidos. O seria porque últimamente la habían atacado en todos los lados posibles.

 

Cruzo la calle y se metió en aquel establecimiento donde seguramente encontraría a alguien conocido, a su cuñada o a alguien de la familia Potter, Vladimir y demonios siempre olvidaba el apellido de Amya, aunque pensándolo bien, la pelinegra nunca la había invitado a su hogar, quizás porque no la consideraba su amiga o familia, aunque Cye desde que estuvo con los accidentosos si.

 

-¡Oh que calor!- dijo apenas pudo hacerse al interior del local, afuera parecía quemar, adentro estaba fresquito, aunque le seguía provocando una buena cerveza de mantequilla, pero seguro que con su pancita ningún elfo se la iba a despachar así que resignada se acerco a la barra y pidió.

 

--Un Té Helado y un emparedado de queso con pimientos asados y quemados y pepinillos muy salados-- se relamió los labios imaginándose aquella comidita que estaba pidiendo a un asombrado elfo, si, si, estaba antojada del sabor amargoso de los pimientos quemados, y de los granos de sal sobre los pepinillos ah pero le falto añadir. --Y que sea muy, muy grande el emparedado, que como por dos-- “¡Maravilloso!” pensó ahora podía comer sin culpa y excusarse tras el hecho de que estaba embarazada.

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  • 5 semanas más tarde...
Después de intentar varias pociones y de casi volar la habitación en algunas ocasiones, decidí que era mejor despejarme la cabeza e intentarlo más tarde. Tomé un baño relajante de espuma y cuando salí la elfina tenía mis prendas ya preparada para ponérmelas. Me sequé concienzudamente y me puse las prendas interiores. Después me puse una camiseta, unos tejanos y unas botas de caña alta.


Agarré la cazadora de cuero y el monedero de piel de moke, revisé su contenido y tomé la varita de álamo que descansaba encima de la mesita de noche. Puse el morral de cuero en el cuello y aproveché para atar el pelo en una cola de caballo alta. Con mi arma mágica en la mano derecha y con la cazadora en la otra, me giré sobre mis talones y me aparecí a unos tres metros de la “Taberna de la Tía”.


En cuánto entré, me llegó el aroma a limón, algo tan característico de ese lugar. Me senté en uno de los taburetes que estaban detrás de la barra y pedí al elfo que me pusiera un whisky de fuego con mucho hielo, le puse encima tres galeones para que los recogiera. Saqué la pitillera de plata y saqué un cigarrillo que lo encendí con la varita. Mientras, esperaba a que entrara algún cliente para charlar, tomé el Profeta que descansaba cerca y le eché la primera ojeada para ver qué decía.
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  • 2 semanas más tarde...

No la vi llegar, a pesar de que llevaba allá mucho tiempo sentada, delante del piano. No la vi llegar, ni a ella ni a otros. Sencillamente, estaba allá, delante del piano, rozando las teclas, sin atreverme a arrancar ningún sonido. Reclamaban música pero yo no ofrecía nada, sólo me quedaba allá quieta, mirando el piano y recordando la última vez que lo toqué.

 

-- Haya...

 

Sí, aquel piano había sido de mi hermana Haya y nos habíamos reído mucho con él, montando grandes juergas y serenatas nocturnas. Aquellos tiempos... En los que ambas éramos solteras y despreocupadas...

 

Mi mano arrancó un sonido quejumbroso de una de las teclas, casi sin querer. Respingué ante el sonido y después sonreí lánguidamente. Tras la primera nota, seguir fue fácil. Me puse a tocar y seguí, seguí... Y no paré hasta que acabé la sonata.

 

http://www.youtube.com/watch?v=VFeRTANr_sw

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Fumaba tranquilamente el cigarrillo cuando el sonido de un piano llegó a mis oídos. Era una suave melodía. La reconocí enseguida. Era lo que tenía ser inmortal en que, conocía a todo los autores de todas las épocas.

 

Agarré el vaso de whisky de fuego y me dirigí hasta allá. Esperaba que no me mirara con mala cara.

 

- Hola - saludé con una sonrisa - no sabía que tocabas el piano, lo haces muy bien - comenté, alabándola. Seguro que se esperaba alguna burla por mi parte.

 

- Hay pocas personas que tengan ese arte... - llamé a Galadriel..

 

- Tráeme el violín - ella me miró asombrada y yo asentí contenta - si te parece bien - me dirigí ahora hacia sagitas- puedo acompañarte...

 

Pensé un segundo.

 

- ¿Conoces la melodia del diablo? - hice una mueca burlona - podemos hacer un mini concierto... Si te parece bien, claro - le di un sorbo a mi bebida, esperando la contestación. Seguro que me mandaba a freír espárragos.

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  • 3 meses más tarde...

*cuatro meses.... ¡vagosa!*

 

Tocaba aquella dulce y melancólica melodía sin pensar, sólo abstraída por la música. Noté las pisadas que se acercaban hacia mí y una voz conocida que me hablaba. Mis dedos no dejaron de tocar aunque levanté la mirada de la partitura y sonreí un poco. Heliké...

 

-- Deberías dejar el Whisky. Un día te matará -- le dije, aún a sabiendas que estaba muerta al ser un vampiro. Era un chiste que solía hacerle a menudo.

 

Volví la mirada al teclado y seguí arrancando notas tristes del piano del negocio de mi hermana. Que ella me hubiera alabado diciendo que tocaba bien me había pillado de sorpresa. Para mí, que tocaba normalito, no pensaba mejor de mí misma. Pero viniendo de ella, era un auténtico cumplido.

 

 

-- ¿Acompañarme? -- dejé de tocar por la sorpresa y en el aire vibraron las últimas notas como quejándose de mi abandono. -- ¿Tocas?

 

Su elfina apareció con un violín. Eso tampoco me lo esperaba de ella, así que arqueé una ceja y repetí:

 

-- ¿Tocas? ¿El violín? Tienes virtudes desconocidas por mí, sobrinita. -- Utilicé el diminutivo adrede, sabía que no le gustaba mucho, pero al menos no había sido hiriente como otras veces. -- Claro que podemos hacer un miniconcierto juntas, sería una estupenda experiencia. Pero nada del Diablo. No tengo ganas de que se materialice y tengamos problemas. ¿Qué compositores te gustan? ¿Mozart? ¿Beethoven? A mí personalmente me gusta Berlioz. Su "Sinfonía fantástica" es maravillosa.

 

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*Quién dijo vagosa? xDD jajaja*

 

- Por supuesto - asentí con la cabeza, orgullosa - es un viejo legado de mi padre. Cómo los muggles dirían, como buena p***, con dinero, claro, tienes que aprender a tocar un instrumento - di otro sorbo a mi copa y le reí la gracia del whisky- escogí el violín. Tiene toques armónicos y va bien en muchas piezas...

 

- Sabes de sobra que con eso no hay problema - otro sorbo -hum, riquito... -asentí con la cabeza.

 

- Y más que desconocerás - no pude evitar poner una sonrisa un tanto ¿maléfica? Sí, era así un poco puñe.tera y más cuando se trataba de meterme con mi tía, bueno no podía evitarlo cómo ella tampoco podía hacerlo conmigo.

 

- Exagerada. Cómo se nota que no conoces la historia detrás de esa pieza... ¿Autores? Va, me da lo mismo. Todas me parecen hermosas. Cómo diría mi hermana, esas piezas son como las viejas hermosas mujeres griegas - bufé, recordándolo...

 

Ella empezó a tañir con sus dedos los teclados y las notas empezaron a sonar, en cambio, yo me concentré y me dispuse a seguir el ritmo de la canción. Si llegase a haber gente, ni loca me hubiese puesto ahí, encima del escenario. ¡Me daba mucha vergüenza!

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  • 2 meses más tarde...

Desde la última vez que estuve con Heliké en la Taberna de la Tía, había dejado de lado aquel negocio porque me recordaba mucho la ausencia de mi hermana Hayame. No soportaba saber que se había vuelto a ir y que no teníamos noticias suyas. En cierta manera, eso era una suerte porque no saber nada significaba que aún estaba viva, sólo que no encontraba el momento para hacernos saber noticias, ni buenas ni malas. Tener noticias hubiera sido peor, te hace perder la esperanza.

 

Así que hoy decidí pasarme por el negocio que mantenían abierto sus elfos. Cuanto entré, me fijé que seguía tan limpio como siempre, con las mesas de madera y aquel piano en la esquina. La barra del bar estaba brillante. Se notaba que los elfos la habían mantenido así a pesar de que, ahora mismo y seguramente desde hacía tiempo, no había entrado nadie.

 

Me acerqué al piano y un elfo salió a recibirme, con un trapo en la mano.

 

-- ¿Lo mismo de siempre, señorita Sagitas?

 

-- Sí, un batido de cacao, por favor.

 

Me senté en el taburete y empecé a tocar una sonata, algo triste. Así me sentía.

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Mis pasos perdidos me habían guiado sin sentido por bastante tiempo...estaba de regreso eso era seguro...pero aun no me sentía en casa...lo había perdido todo incluso la memoria, aquel maldito demonio se lo había llevado todo...mi vida, mis deseos, mis recuerdos y me había desterrado a la nada...nuevamente a buscar un destino.

 

Luego de unos minutos me di cuenta que me había detenido frente a un pequeño negocio...el cartel rezaba "La taberna de la tía" y mi estomago gruño levemente, quizá era buena idea tomar algo así que me introduje con algo de duda.

 

Camine a la barra y tome un lugar...mi mirada de pupilas rojas inspecciono un poco mas el lugar, parecía tranquilo y bastante cómodo, lo que llamo gratamente mi atención fue el cuadro del señor tenebroso...mis lealtades estaban grabadas en lo profundo de mi alma, pero no solo eso si no también aquel maravilloso instrumento...un piano...podía sentir mis dedos picar ante el deseo de querer sentir la suavidad de la teclas.

 

Una dama se encontraba allí dejando de sus dedos fluir una melodía demasiado triste...cerré un momento mis ojos y mi mente fue asaltada por la imagen de unos risos chocolate y una embriagadora mirada esmeralda...un suspiro acongojado surgió de mis labios no deseaba volver a eso.

 

-Buenas...-Salude abriendo nuevamente los ojos dirigiendo mi mirada hacia ella...en espera que algún elfo se me acercara para realizar mi pedido.

 

Me quite la pesada capa negra dejando lucir el vestido del mismo tono que llevaba puesto, tome mi cabello rebelde y lo acomode de una manera mas decente...tenia tiempo sin sentirme así de tranquila

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La música fluía entre mis dedos como si ellos fueran los que la producían y no las teclas del piano. Eran una melodía tan triste, que me llenaba tanto, que yo no existía excepto para notar aquella música que sonaba de forma armónica y que me transportaban a un pesaroso mundo lejano al que no me gustaba volver pero que, de vez en cuando, surgía sin darme cuenta a tiempo para pararlo.

 

Sin embargo, sentí algo que me desconcentró y provocó una nota discordante. No había visto entrar a la muchacha que estaba en la barra y que había emitido el suspiro apesadumbrado, casi tanto como la música que salía de mis dedos. Paré de tocar, no tanto por la vergüenza por haber fallado una nota que había roto el hilo de la canción como por la curiosidad hacia aquella mujer que había aparecido casi de la nada.

 

-- Buenas -- le contesté a su saludo, cerrando con la tapa las teclas del piano.

 

Me acerqué a ella y vi a un elfo que estaba agachado tras la barra, recogiendo algo. Chasqueé los dedos para llamarle la atención y el elfo irguió primero sus orejas y después se levantó. Le señalé a la muchacha recién llegada y le sonreí.

 

-- Sírvenos, por favor. A mí el cacao, a ella lo que quiera. Pago yo. Si es que no le molesta que una desconocida se siente a su lado, claro -- le dije a la muchacha. ¿De dónde había sacado el atrevimiento para dirigirme así a ella? No lo sé, supongo que me sentía melancólica y la compañía de alguien siempre era bienvenida.

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La dama había dejado tocar, sentí crecer mas mi pena al pensar que yo había sido la causa de que ella se detuviera...sus pasos elegantes la trajeron a mi lado en la barra, seguía sin ver a alguien de servicio.

 

-Sírvenos, por favor. A mí el cacao, a ella lo que quiera. Pago yo. Si es que no le molesta que una desconocida se siente a su lado, claro.-Me dijo.

 

Le regale una mirada tranquila ella parecía amable y no representar peligro alguno hacia mi persona...me acomode mejor en la silla para poder dirigir bien me atención hacia mi interlocutora.

 

-Yo desearía mmmm...-Dude un momento.-Supongo que lo mismo que usted...ya que no se que hay en el menú.-Le sonreí levemente.

 

El elfo parecía responder a ella, supuse que seria cliente asidua o quizá la misma dueña, tenia suma curiosidad de preguntarle sobre el cuadro o quizás sobre la melodía que interpretaba en el piano.

 

-Disculpe usted sinceramente no quería interrumpirla...en verdad era una hermosa melodía...algo triste.-Quizá la triste era yo y me había trasladado sentimentalmente sin darme cuenta.

 

Por un momento me perdí en mi pensamiento,aquellos malos recuerdos querían asaltarme una y otra vez...no los dejaría...una buena charla entretendría mi mente para que vuelva ser consciente la realidad, quizá la dama me ayude a ubicarme en Ottery...tenia que volver a empezar,la primera meta era buscar a mi madre o tal vez un empleo.

Editado por lady dark riddle lestrange

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