►—Castillo Crowley—◄ (MM B: 96477)

[Valent]

Escuchó el ruido de una puerta arrastrándose y se movió nuevamente, inconsciente de lo que pasaba a su alrededor. Uno de sus pies ya se encontraba en el suelo, ya que su cama tenía casi diez centímetros de altura. Los brazos estaban extendidos a cada lado y su boca estaba entreabierta. Acababa de sonreír, por lo que se podía llegar a la conclusión de que su sueño tomó una vuelta feliz.

 

Alex se acercó a ella, sin que la misma se diese cuenta de su presencia. Como indiqué antes, se encontraba inconsciente incluso de que el chico existía. Al parecer lo había olvidado, al igual que otros detalles importantes de su vida. Nadie se atrevería a negar que ella lo amaba, principalmente porque nadie lo sabía, pero pasando por alto eso, el sueño o pesadilla que se desenvolvía en su cabeza no era fruto de un sentimiento que ella le escondía, sino de magia.

 

—Mery —susurró al recibir el beso del Crowley, acariciando su hombro desnudo de una forma peculiar.

Editado 3 de Marzo del 2014 por Valent

[Alex Dominus]

—¿Mery?— dijo Alex sentándose en la cama de Valentine mirándola confundido —¡Despiértate, soy Alex y no Mery—dijo Alex a medida que sacudía a la Crowley. ¿Por qué Valent dijo el nombre de Mery? se cuestionaba Alex en su mente, seguramente estaba soñando con ella por qué Mery no tiene la complexión física de Alex, así que sería muy, muy, extremadamente difícil confundir a Alex on Mery.

 

—¿Que soñabas?— le cuestiono Alex a su novia. No es que le molestaba que Valent haya dicho el nombre de otra persona, ella ni nadie tiene la posibilidad de elegir con lo que quiere soñar. —Te echo de menos— dijo Alex para cambiar el tema de conversación mientras se acurrucaba al lado de su novia.

[Fokker]

Fokker Crowley

 

Aquella espada plateada cortaba el aire cuando el aquel chico practicaba con ella en los jardines del castillo. Un movimiento a la izquierda, fintas para engañar al enemigo imaginario y dar la estocada final, eran parte de la practica que decidió hacer ese día. Desde que supo que en su vida pasada había sido un esplendido espadachín, hizo que las practicas de esgrima fueran algo normal en su vida diaria.

 

La camisa blanca se movía de acuerdo a los movimientos que daba, sonreía porque cada día dominaba mejor el arma y sentía como su cuerpo se acostumbraba a ello y recuperaba poco a poco su talento innato. Guardo la espada en la vaina, y se acerco a la mesa donde uno de los elfos le dejo una bebida refrescante.

 

Tomo asiento, preguntándose cuantas veces mas podría seguir siendo el chico optimista, que no le preocupaba nada. Poco a poco su condición de demonio le estaba brindando mas fuerza y poderes que para él eran sobrenaturales, pero esto tenia un precio que no estaba dispuesto a pagar, no ahora. Pensó en la conversación que tuvo con Helen en Doyles, cuanto hubiera dado porque ella lo dejara y se fuera. Pero a la vez estaba agradecido de que no lo hiciera.

 

Se sacudió la cabeza y volvió a su practica, no tenia planes para ese día, pero tal vez integrarse a la vida rutinaria del castillo podría ser una buena idea. Últimamente parecía que el castillo había recobrado la vida y eso lo alegraba.

[Claudia Crowley]

Bran y Cattelyn • Elfos familiares.

—Eso no será buena idea—Bran negó. Sus largas y puntiagudas orejas se agitaron, una idea como esa no traería nada bueno.

—¡Claro que es lo es! Este castillo lo necesita.

—¿Te has dado cuenta como son… ellos?—el elfo señaló hacia la puerta de entrada de la cocina—. Los señores no estarán de acuerdo, ellos la conocen y saben lo pesada que llega a ser su hermana cuando algo no le gusta.

Cattelyn frunció su arrugado ceño. Detestaba que Bran, o alguno de los elfos del castillo Crowley no estuviese de acuerdo con sus ideas. Cruzó los larguiruchos brazos sobre su pecho, resoplando con fuerza y dispuesta a tomar una de las cacerolas con agua hirviendo, y echársela encima al elfo. Sabiendo que se acercaba el cumpleaños de la matriarca, había pensando en una fiesta para agasajarla, invitando a los amigos de esta y dándole un motivo de felicidad en aquellos tiempos de guerras sin sentido.

—No tiene amigos—susurró Bran.

—Si tiene.

—¡No tiene! Es una amargada. Ayer me sacó de su habitación a patadas. Has debido de verla Catt, es un demonio. Una niña malcriada por mi señor—el elfo sacudía una y otra vez su cabeza.

—Hablaré con los señores y me apoyaran. Elfo de poca fe—tomó un sartén en sus manos, mirando a Bran de manera amenazante—. Y ella sonreirá y tú te tragaras tus palabras.

Editado 19 de Marzo del 2014 por Claudia Rambaldi Crowley

[Fokker]

Paso un par de horas y supuso que ya era hora de terminar por ese día la practica. Se saco entonces la camisa y se seco la frente sudorosa con ella. El sol brillaba con fuerza y por ese día fue suficiente, se tomo otro vaso de limonada y se acerco a uno de los arboles que abundaban en el jardín. Una buena siesta de esas sin sueño seria lo mejor.

 

Extrajo una botellita de su bolsillo pero noto que ya no tenia poción suficiente para la dosis de aquel día. Suspiro tal vez hoy podría tener sueños tranquilos y no esas pesadillas que trataba de evitar. Pesadillas que iban en aumento y pues Fokker trataba de evitarlas de diversas formas, aunque muchas de ellas tal vez mostraran su futuro.

 

Tal vez hoy no pasaría nada, su demonio no mostró signos de querer despertar por esos días, lo que lo aliviaba y a la vez lo asustaba. Ahora no tenia ningún problema con su memoria, y recordaba cada momento en el que Dimitriv controlaba su cuerpo. Se recostó en la base del árbol, y no pudo evitar observar su mano derecha, aun se veía una pequeña cicatriz, aquella que siempre le recordaba quien era y que no debía olvidarlo.

[Deiwan Rambaldi]

Madison Fenwick

—Así que éste es el castillo de los Crowley... —comentó la pelirroja con interés observando la magnífica construcción—. Uhm, desde luego impone y asusta a cualquiera, siempre me dio morbo ese toque misterioso y perverso de León —agregó levantando la ceja derecha y acariciando su prominente barriga.

 

Hacía unas horas su amiga Sylvie había regresado a Ottery después de un prolongado viaje, y entre otras cosas le había comunicado por carta que allí se hallaba la propiedad de León. Por supuesto no dudó en acudir a tomar posesión de lo que sería su nuevo hogar. Empujó la enorme verja de hierro que resguardaba los terrenos de la edificación, y al correrla emitió un leve chirrido. Lo primero que pensó la ojiverde al comenzar a adentrarse era que se notaba que el lugar parecía había estado inhabitado durante varios años, pues el sendero principal estaba completamente cubierto de hojas secas.

—¿Es que los elfos son tan irresponsables como tú padre? Parece que hay bastante trabajo por hacer —murmuró a su abdomen, y su voz se mezcló con el crujido de las hojas secas que pisaba.

Había una fuente en medio del gran jardín en la que apenas quedaba rastros de agua verdosa, pero seguramente una vez que fuera limpiada y puesta en funcionamiento luciría hermosa, sobre todo cuando se libraran de la maleza que comenzaba a expandirse por todo el sitio.

Al abrir la antigua puerta que resguarda el interior del castillo se percibió un característico olor, una mezcla entre tierra y humedad. Los rayos del sol lograban colarse a través de las ventanas empañadas, así que avanzó sin dificultad. En el piso se notaba una gruesa capa de polvo y en diferentes ángulos de las paredes varias telarañas se unían a otras; al menos podrían haber cubierto los muebles con sábanas blancas.

—¿Es que son vagos, demasiado confiados o es que no hay nadie? —suspiró, era raro que ningún elfo la hubiera atendido y que la puerta permaneciera abierta ante cualquier desconocido.

 

Era obvio que necesitaría de la ayuda de los elfos domésticos y de varios hechizos de los que pudiera echar mano si es que quería avanzar antes del anochecer.

[Joa Macnair Crowley]

Estaba aburrida, desde el regreso de Rumania, no había ocurrido nada interesante en el castillo Crowley. Joana ni siquiera sabía por qué seguía allí. Todavía no hablaba con su abuelo… Padre… Con León, sobre lo que lo que le había dicho Fokker, y la verdad, no estaba segura de querer hacerlo. Significaría tener por hermanos a Cygnus, Marissa, Valent… Con los hijos que se gastaba el patriarca, se encontraba mejor siendo huérfana.

 

Sin embargo, seguía allí. Se lo reprochaba a sí misma constantemente, hasta incluso llegar a ignorarse tan bien como podría hacerlo con alguien más.

 

Bajo a la cocina, más por encontrar algo que hacer que por hambre, y encontró a un par de elfos casi discutiendo. El tema en cuestión, por lo que escuchó la Macnair, resultaba bastante interesante.

 

—¿Fiesta de cumpleaños para Claudia? —Preguntó al par de sirvientes—. A ver, pequeñines, ¿de qué hablan?

 

¡Gracias a Merlín! Por fin algo divertido. Y no se refería exactamente a la fiesta en sí. Sabía que la matriarca odiaría tal celebración, o eso esperaba, y por supuesto, su adorada sobrina no podía dejar pasar la ocasión.

 

—Vamos, compartan la información. Mientras, podrían servirme un poco de tarta de cerezas —ordenó sonriente y amable, debido a su repentino buen humor—. Entonces, ¿qué color creen que odi… le guste a Claudia para los globos y la decoración? —Se corrigió, queriendo que no fuese demasiado obvio el gran desastre que planeaba hacer—. También tiene que haber regalos. Muchos regalos. Peluches, sí, seguro serían un lindo regalo. Y pollos, como en una granja, con plumas por todas partes y todo —como odiaba a aquellos animales, pero esperaba que la Rambaldi los odiase mucho más.

 

Casi le daba lástima arruinar las buenas intenciones de los elfos, pero lo valía, solo por ver la reacción de Claudia, así que la joven demonio tomaría el crédito. Al final no era tan mala.

[Fokker]

Recibiendo a la misteriosa Mujer

 

Tal vez se apresuro a hablar demasiado pronto, pero detecto como las puertas del castillo se abrían. Normalmente ese era el trabajo de los elfos, pero su instinto le decía que era mejor cerciorarse por si mismo. Y fue cuando observo a una misteriosa mujer cruzar el camino que separaba la pesada verja de hierro de la entrada principal del castillo.

 

Regreso a su lugar donde guardo la espada que sostenía en su vaina y la deposito en la mesa. Casi al instante esta desaprecia, supo que su elfina se dio el trabajo de guardarla en su lugar, y luego aparecía una camisa blanca sobre la mesa. Se la puso y susurro un gracias, y salio en busca de aquella mujer. Cruzo la entrada principal unos segundos después de ella, y escucho como murmuraba o mas bien expresaba a voz en cuello sus quejas contra los elfos del lugar. Carraspeo entonces, esperando que le tomara atención.

 

—Buen día— saludo cuando ella se fijo en él —Me encantaría saber algo ¿quien es usted?, que se pasea por mi casa como si nada y se queja de ella como si fuera suya—

 

Es de suponer que el chico no tenia sutileza y fue lo mas directo que pudo en ese momento.

Editado 27 de Marzo del 2014 por Fokker

[Deiwan Rambaldi]

Madison Fenwick

 

¡Qué desfachatez! Se había percatado de que a la entrada había un mago y la había espiado, pero no le prestó atención, lo confundió con el servicio. Una vez dentro sus modales brillaron por su ausencia, desde luego aquella mansión necesitaba una limpieza exhaustiva, pero también reprimendas para los huéspedes que no respetaban a quien debían. Ni que ella fuera un sangre sucia, una vulgar muggle, a la que dirigirse con el renombre que cargaba a sus espaldas.

 

—¿Qué quien soy yo?—preguntó retóricamente poniendo los ojos en blanco, contuvo las ganas de reír y se giró para plantarle cara a aquel imbé.cil—. La matriarca de esta familia, ¿¡Quien si no?!

Examinó a su interlocutor como si fuera un espécimen de laboratorio, de arriba a abajo y se acarició la barbilla con semblante serio.

 

—Debería mostrar más respeto a la hora de dirigirse a mi, o mandaré a los elfos que le azoten hasta que se desangre—le amenazó, recolocando un mechón pelirrojo rebelde tras su oreja, a continuación extendió el brazo mostrando un anillo con un cuervo incrustado cuyas alas servían de sujeción para una piedra azabache, daba por sentado que el desconocido le besaría la mano—. Lady Madison Fenwick, prometida de León Crowley y tu señor no nato —señaló con la mano libre a su vientre—. Lord León Crowley Fenwick...

Esperaba además una sutil reverencia, era lo mínimo ante una eminencia como ella.

Editado 28 de Marzo del 2014 por Deiwan Rambaldi

[Fokker]

Salón principal con Madison Fenwick

 

No pudo evitar poner una cara de completa extrañeza cuando escucho decir que era la matriarca <<el mundo esta lleno de locas>> pensó, haciendo exactamente el mismo movimiento de inspección que ella, para luego dar un par de pasos y darle la espalda, esto era para que no le viera la sonrisa de burla que se le dibujaba en el rostro.

 

Por sus siguientes palabras, supuso que ella se dio cuenta de sus intenciones, se volvió a ella divertido. pero su expresión cambio de inmediato.

 

—¿Que cosa acaba de decir?— La miraba sorprendido, aunque ya no debería sorprenderlo nada respecto a León —¿Padre que hiciste ahora?— Y con eso se preguntaba como su padre conseguía cada mujer para tener un hijo. Ignoro con esto por completo a la mujer que según parecía esperaba un gesto de reverencia, algo que no iba con el Cygnus.

 

—Pues supongo que debo presentarme, y me extraña que no halla encontrado el parecido que tengo con León. Soy Fokker Cygnus Crowley, hijo mayor de León. Se puede decir que es un gusto... conocerlos?— dijo con cierta ironía.

 

—Como puede ver nos toma completamente por sorpresa, si pudiera volver en otra ocasión ya que mi padre no se encuentra.

 

<<Si es posible dentro de unos 100 años>> pensó.

 

Esperaba deshacerse de la mujer lo mas rápido posible, no tenia ganas de vivir otro drama familiar.

Editado 28 de Marzo del 2014 por Fokker