~ La Rosa Negra ~ (MM B: 101997)

[Cissy Macnair]

Hice la boca a un lado para evitar fruncirla, pero aún así me fue imposible.

 

-¿Por qué crees que voy a discutir todo lo que digas?- me quejé-. No es que no tengas un punto con eso de que Kore estará a salvo en Inglaterra y no en Rumania, pero no me puedes pedir que me quede al margen de la organización que yo misma colaboré en crear- y no era un reproche para él, sino para mí misma en realidad.

 

Lo que más deseaba en el mundo era ser normal, poder vivir una vida tranquila en mi casa, con mi pequeña, con Hades y no tener que volver a pensar en todos esos temas políticos que nos aquejaban casi a diario. Pero eso no era posible y la fantasía que quería pretender vivir iba a resquebrajarse como la escarcha cuando calienta el sol. Estaba destinada a seguir a la cabeza de la Hermandad, aunque me fuera difícil ocupar ese puesto como humana y por eso recaía en hombros de Hades. Pero de ninguna forma iba a hacerme a un lado.

 

-Tienes razón... No hay Senescales- me encogí de hombros-. Debemos tener un buen plan y quizá eso empieza por contactar a viejos amigos- sugerí y luego ladee la cabeza-. No se ha sabido de un Capadocio desde que los Giovanni asesinaron a su líder, así que dudo mucho que nos crucemos con uno. Aunque siempre se rumoreó que aún quedaba algún puro suelto, lejos de los Giovanni- me quedé mirando un punto fijo en el hombro de Hades por un momento antes de proseguir-. Podría intentar contactar con el chiquillo de Onud, aunque dudo que Ravi quiera verme en realidad- hice una mueca leve con mi labio superior-. No sé si alguna vez te conté de él... Bueno, estoy segura de que conociste a Onud, era la mano derecha de Ambrose en la Hermandad y fue asesinado mientras protegía a Sagitas y Akira...- otra pausa para mirar bien a Hades-. ¿Sabes lo que pasó, verdad?- pregunté-. ¿Con Mihail, Ambrose, Sagitas....? - ¿Acaso alguien le había dicho a Hades lo que había sucedido en su ausencia y por qué ahora la Hermandad estaba tan rota y dispersa?

 

Y en parte todo eso había sido mi culpa. Llevar a Akira para que Ambrose lo conociera, al heredero de Mihail, sin darme cuenta de que la muerte de Mihail no había sido un accidente sino un atentado y que el mismo futuro podría estar acechando al bebé Akira. Había sido ingenuo de mi parte creer que mis viejas lealtades serían respetadas, cuando hacía años que no pisaba ese castillo y el viejo se había encargado de hacerse con toda la influencia posible. Tonto pensar que incluso mi propio chiquillo me hubiera sido fiel, cuando me había terminado encerrando en un espejo encantado. Negué sutilmente, dispersando todos esos pensamientos para aclarar lo que tendría que decirle a Hades.

 

No nos íbamos a encontrar con una resistencia allí... Nos íbamos a encontrar con una guerra.

 

@@Hades Ragnarok

[Hades Ragnarok]

El vampiro sabía que la Macnair tenía razón. No podía pedirle que se quedara, mas cuando ella, en verdad si no hubiera sido convertido en una humana sería la legítima heredera de una hermandad de la cual se había alejado mucho tiempo atrás y de la cual aun era un Lord. ¿Qué pensaría Chiharu-san de todo aquello?, pero tampoco podía permitir que fuera a arriesgar su vida, mas ahora que ambos tenían una hermosa bebe.

 

Escucho las palabras de Cissy y aquellas preguntas. Se lamento de aquel pasado o más bien, de la decisión que había tomado al alejarse de la hermandad. En aquel entonces habían corrido mucho peligro, el se había ido por otro camino intentando que el cazador de vampiros le siguiera pero este había preferido actuar de otra forma. Supuso en aquel entonces que el cazador iría por los más fuertes, y al parecer, para aquel hombre el hijo de la noche no era lo suficientemente importante o capaz no conocía mucho de él. Aun así, después de aquello desapareció de la vista y volvió a su lugar. Sin embargo, ahora, muchos años después debía afrontar las consecuencias de sus actos.

 

-Conocí a Onud si, pero jamás mencionaste a Ravi –respondió con calma- y para serte sincero Macnair, no sé qué fue lo que sucedió con Mihail, Ambrose, Sagitas y la hermandad, mas bien, recuerda que no había sabido de ti hasta hacia unos meses cuando nos encontramos en la reunión de paz –confeso el vampiro- y no sé si fue por culpa o por otra cosa que no lo investigue.

 

En realidad la única persona que podría haberle contado aquellos detalles, todo lo que había sucedido y como en realidad como podría estar todo era la mujer que le había enamorado y que era la madre de su hija. La única que podía haberle confesado la verdad era Cissy y no se habían visto en mucho tiempo.

 

En realidad no le gustaba mucho aquello pero sabía que tarde o temprano debería ir hasta Rumania para encarar toda la situación. Habría algún aliado de su parte?, dudaba que iba a legar y todo estuviera como si nada y que los recibirían con buena cara y buenos ojos. Algo en su interior le decía que lo primero que harían aquellos que estuvieran en el poder era intentar matarlos. Maldijo por lo bajo, al parecer, iban a entrar en una cruenta guerra, donde si tenían suerte, saldrían vivos.

 

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[Cissy Macnair]

Tomé distancia de Hades, acariciando su mano antes de soltarla para rodear la barra de la taberna. Aunque era poco común que sucediera, ya que la mayoría de los que optaban por los servicios del hostal eran vampiros, la taberna poseía una máquina de café moderna (que había comprado hacía poco tiempo y la mantenía en la mansión Macnair) que había sido encantada para ser programada con magia y trabajar sola. En aquel momento seguía dentro de la caja en la que había llegado a mi poder, pero me deshice de ella con unos cuantos movimientos y la puse en funcionamiento. Había vampiros que podían comer comida humana, la toleraban. Otros casos extraños que incluso podían saborearla como a veces sucedía con Hades.

 

-¿Un café?- pregunté.

 

Normalmente prefería el té al café, ya que este último me causaba acidez por el embarazo, pero eso no importaba ahora cuando tenía una historia que contarle a Hades sobre algunos vampiros que él no había conocido. Lo invité a sentarse en una de las mesas que normalmente habría ocupado algún cliente e hice aparecer unos bollos horneados de manzana y canela.

 

-Puse a los elfos de la mansión a trabajar para que cocinaran algo rico- expliqué, porque la primera Ley de Gamp es que no podías hacer aparecer comida de la nada, tenía que provenir de algún lado. Así que había hecho un enlace entre la mansión y el hostal sólo hasta conseguir alguien que atendiese el hostal, cocinara y preparara bebidas. También iba a tener que conseguir alguien que limpiara las habitaciones-. Bueno. ¿Por dónde empiezo?- pregunté de forma retórica-. Creo que nosotros ya no salíamos para ese momento- un movimiento de mi mano y acaricié la barriga que aún seguía creciendo-. El viejo Lord Supremo, Ambrose Velkan, envió una misiva a los vampiros de Londres para acudir a despedir los restos de su hijo Mihail- tomé la taza de café que había llegado flotando hasta nosotros con ambas manos, acunando su calor-. Como Lady, debía ir a presentar mis respetos pero también... Ambrose me encargó encontrar al asesino de Mihail.

 

-Era obvio que lo habían asesinado. ¿De qué otro modo podrían haber matado a un vampiro de ochocientos años? No tenía sentido. Pero mientras hacía mis preparativos para viajar, Sagitas me envió una nota. Resulta que Mihail había concebido un hijo, medio demonio y medio vampiro, con la sobrina de Sagitas. Akira era un heredero, probablemente el único que Mihail tenía ya que no había creado otra progenie vampírica en ochocientos años- hice otra pausa mientras lo pensaba, cada detalle de lo que había ocurrido-. Onud, mi viejo amigo y mentor, vino a buscarnos para escoltarnos. Él sabía de la existencia de Akira, el hijo de Mihial... Onud siempre sabía todo lo que sucedía, nadie nunca pudo esconderle un secreto- sonreí a la nada, recordando a mi amigo asesinado. Parpadee, saliendo de aquel recuerdo para volver a encontrarme con los ojos de mi prometido y, por un momento, llevé la vista al lugar donde debiera estar el anillo de compromiso-. Onud me advirtió que algo se estaba cocinando en Rumania, algo oscuro, pero no podía saber quién lo estaba tramando y esperaba que mi habilidad innata para la Videncia lo ayudara. Pero fue tarde... Lo mataron antes de poder saber quién estaba detrás del asunto- me encogí en mi lugar.

 

Luego, me mordí el labio, sopesando lo siguiente que iba a decir. Cuando le había contado a Hades sobre Arya él le había tomado un odio irracional de inmediato y no quería que sucediera de nuevo, así que estiré la diestra hasta tocar la blanca y fría mano de mi prometido antes de proseguir. Tomé sus dedos sedosos y los acaricié.

 

-En fin. La reunión de Ambrose para despedir a Mihail fue un desastre. Los lores no querían reconocer a Akira como heredero, sobre todo porque era medio demonio y criado por una bruja. Además, la presencia de Sagitas en la reunión los puso bastante violentos. Yo fui engañada por mi propia progenie y encerrada en un espejo encantado, mientras mi doppelgänger era soltada para asesinar a Ambrose y destruir la Hermandad. Bree, se llamaba. Bree Jenkins- le conté, sonriendo amargamente-. Bree era una anomalía de la naturaleza, como yo lo soy. Pero es otra historia larga, así que la dejaré para otro momento. La cuestión fue que Bree quería matar a Ambrose para conseguir su libertad del espejo y como era mi gemela exacta sería fácil acercarse a él. Pero al final no fue Bree quien lo asesinó, sino yo- mi semblante se oscureció y ahí estaba el quid de la cuestión. ¿Cómo iba a declararme como Lady Suprema habiendo asesinado al anterior? ¿O cómo lo haría Hades teniéndome como esposa?-. Ambrose quiso robarse a Akira para criarlo él e intentó asesinar a Artemis y Sagitas, así que lo acabé. Y con eso... puse patas arriba la Hermandad.

 

Me di cuenta que había estado hablando un montón y el café se había enfriado en mis manos, así que chasquee los dedos para que la taza volviera a la cafetera y una nueva con café caliente volara hasta mis manos. Le di un sorbo e hice una mueca; me había olvidado de ponerle azúcar.

 

-Mihail fue asesinado. Ambrose fue asesinado. Onud fue asesinado... Fueron muchas muertes en el centro de una estructura frágil como lo era la Hermandad. Ambrose mismo había sembrado la semilla del odio entre su gente. ¿Quién había planeado la muerte de Mihail y la suya? Seguro que es una pregunta que te estás haciendo... Bueno, menos mal que estás sentado- sonreí de nuevo-. Aidan Howard y Henry Fitzroy- revelé-. Mi progenie y el amor de mi vida- elevé la vista hacia Hades un momento. Él lo sabía, que Henry había sido el amor de mi vida y siempre ocuparía un lugar en mi corazón, pero aún así temía que se enojara por mis palabras. Henry estaba muerto, después de todo.

 

@@Hades Ragnarok

[Hades Ragnarok]

El vampiro observaba a Cissy entre divertido y preocupado. No podía dejar de verla, estaba embobado con ella. La Macnair de una u otra forma ejercía un poder sobre él por lo que el cainita ya se había rendido y dejaba de pelear contra ello. La observo moverse y la escucho ofrecerle café. Asintió y pudo sentir como unos segundos después el olor penetraba en sus inertes pulmones, además, el de los bollos de manzana y canela.

 

Se sentó en el lugar que ella le había indicado. Aunque el Ragnarok no sospechaba exactamente que iba a contarle la Macnair sabía que era algo grave y difícil, de aquel pasado que él había dejado atrás y que de una u otra forma lo estaba reclamando en aquel momento. Podía ver en las facciones y en los ojos de Cissy que aquello que estaba a punto de escuchar no sería agradable para ambos, principalmente para la Macnair quién había tenido que vivir en primera línea y por cuenta propia todo aquel caos.

 

-todo está muy rico, la verdad es que el olor es excelente –dijo el cainita sonriéndole mientras tomaba su mano.

 

Escucho cada parte de la historia. Guardo silencio. No dijo nada, no la interrumpió, era mucho mejor así, por experiencia propia sabia que lo mejor era una vez que se dejaba escapar el chorro de los pensamientos y palabras dejar que la otra persona terminara de contar su historia o lo que deseaba para poder intervenir. La mayoría de aquellos detalles no le habían agradado en lo mas mínimo, escucho como la habían encerrado, como sus seres más queridos y en quienes confiaba la habían engañado y eran los causantes primordiales de todo aquel caos. Bufo por lo bajo mientras seguía observándola a los ojos. No dijo nada, aquella era una paz tensa, aunque sabía que su hijo estaba muerto no pudo evitar ver el dolor en los ojos de Cissy, quizás por la traición, no lo sabía.

 

-y después de todo esto llega el ultimo lord legitimo que queda, al menos por parte de los originales justamente con una esposa humana a la que culparan de todo, con una hija semi vampiro –dijo en tono divertido- creo que empezaremos una guerra con todo esto –comento el cainita- sin embargo, supongo que es hora de que todo sea recuperado y vuelva a ser lo que siempre fue- además Macnair, contéstame algo, si él es o era el amor de tu vida que soy yo? –dijo en tono quizás un poco celoso, claro estaba, Cissy seguro se esperaba aquello.

 

Claro estaba, una vez dicho aquello el cainita callo en cuenta de algo de los cual no había pensado hasta aquel momento.

 

-Dijiste Aidan Howard? –la miro entrecerrando los ojos- el mismo Aidan Howard que anda detrás de Arya? –pregunto en tono serio

 

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[Cissy Macnair]

-El último lord y su hija- corregí, tocando la panza que escondía la mesa de la taberna.

 

Lo dejé evaluar lo que había dicho y asentí. Si, venía una guerra, una larga y probablemente sangrienta guerra en la que necesitábamos aliados o de otro modo pereceríamos. Aliados y, también, tomar decisiones drásticas. Entonces, Hades soltó lo que yo más temía. ¿Qué era él para mí? Lo miré, notando los celos en aquellos ojos oscuros y provocativos. Los celos. ¿Qué eran los celos sino una forma de demostrar la inseguridad? Por eso yo no era tan celosa, porque no me sentía insegura de él o de mí.

 

Solté su mano y lo miré con severidad, mientras buscaba en uno de los bolsillos de mi pantalón.

 

-Tú... eres...- hice una pausa y, entonces, coloqué sobre la mesa la cajita negra forrada de terciopelo-. Mi futuro esposo, espero- sonreí, mientras la arrastraba sobre la madera hasta colocarla cerca de Hades-. ¿Se casaría conmigo, señor Ragnarok?- pregunté, ruborizándome.

 

¡Ruborizándome! Como si no me hubiera casado otras veces en el pasado. Bueno, era cierto que esas veces me lo habían propuesto a mí, pero esto estaba bajo mi control, esto era mi vida ahora y yo era la que hacía la propuesta. Miré con énfasis en los ojos de Hades, esos insondables pozos de alquitrán que parecían devorar la luz y, sin embargo, estaban llenos de ella en el fondo. Una luz de llamas oscuras, violáceas, vivas y ardientes que me hacían sentir querer vivir cada día como si fuera el último. Que me hacían querer vivir.

 

Algo así decía la inscripción del anillo de oro, que parecía haber tomado la forma de las flamas. El rubí en el centro brillaba como si estuviera vivo.

 

Post Tenebras Lux

Después de la oscuridad, viene la luz. Y eso era él para mí, la oscuridad que traía la luz detrás, o la luz escondida en la oscuridad. Lo que decía el emblema de los Macnair "Celare Ater Secundum Lux", la luz escondida tras la oscuridad. Como si él y yo estuviéramos destinados a estar juntos.

 

@@Hades Ragnarok

[Hades Ragnarok]

El último lord y su hija –repitió en su mente para luego decirlo en voz alta.

 

El hijo de la noche sabía que tanto él como la Macnair estaban preocupados por ese futuro incierto de la Hermandad. El futuro de ellos era claro, hermoso y feliz, obviamente seguro habrían alguno que otro problemillas como lo tendrían cualquier pareja, tales como algún asesinato que él pudiera cometer contra los pretendientes de la Macnair o aquellos que quisieran acercarse a su pequeña Kore, además, aun estaba el asunto de Arya que si bien el vampiro no había olvidado también había cesado un poco en aquel plan para deshacerse de la otra Macnair, solo por el simple hecho de que lastimaría a la ojos verdes. Claro estaba, jamás se podía decir que no lo hiciera en un ataque de locura o ira. Además, Cissy jamás dejaría que él llegara a torturar a Arya en venganza por todo lo sucedido.

 

El Ragnarok volvió a besarla, de estar en su mansión, ya la habría atrapado, besado y la habría hecho suya, ella tenía ese poder en él, sacaba su lado más oscuro y divertido, solo que allí, en aquel lugar, debía comportarse. Tal vez, cuando todo aquel caos pasara, podría atrapar a algunos más para divertirse. Rio ante aquello mientras seguía observando a la ex vampiresa.

 

Se mantuvo atento, algo se cocinaba en la mente de la Macnair, mas, cuando él esperaba la respuesta a aquella pregunta que después de formularla le había causado una sensación extraña. Sería el amor de la vida de Cissy?, ella había dicho que era Aidan y quizás lo odiaba un poco por ello, pero que era entonces el Ragnarok?. Escucho sus primeras palabras y la siguió con su mirada. Ladeo la cabeza imperceptiblemente cuando ella sutilmente saco aquella cajita negra y la coloco frente a él en la mesa. Escucho sus palabras y la miro, por primera vez en muchos meses estaba en shock y no sabía que decir o pensar.

 

-Vale, te tomo lo del esposo –dijo divertido para darse cuenta que aquella era una proposición a toda regla- así que tenía que ser bajo tus términos no Macnair? –rio bromeando- si hubiera sido yo el que hiciera la pregunta seguro hubieras salido corriendo despavorida, al menos, esta vez voy a estar seguro de que no vas a cambiarme de tema o huir –le guiño el ojo mientras con la mano libre recorría la pierna de la chica. La observo ruborizarse, amaba eso en ella.

 

La beso sutilmente para luego hacerlo con mayor intensidad. El cainita la observo a los ojos, esos ojos y esa mirada que lo atrapaban. Sonrió, definitivamente habían cambiado los papeles, él era quien debía proponérselo y la Macnair le había ganado, había sido ella quien hiciera la proposición.

 

-Sí, obviamente eres mi vida, claro que me casare contigo –dijo sonriéndole.

 

En aquel momento, al vampiro no le importaba nada mas, estaba feliz, estaba junto a la chica que quería y deseaba, amaba a la Macnair y de eso no había dudas. Escuchaba el corazón de la Macnair latiendo a mil por horas, ese corazón que era suyo. Todo era oscuridad y se había hecho la luz. Justo, aquella inscripción en el anillo de oro que se estaba colocando en el dedo.

 

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[Cissy Macnair]

-¿Por qué huiría?- pregunté, mirándolo con una sonrisa escondida-. No se trata de "a mi modo" o al tuyo, sino de seguridad en el acto que se está llevando a cabo- expresé, mirándolo mientras lo veía sonreír, por fin, dándose cuenta de que todo aquel tiempo que lo había hecho esperar quizá no fuera en vano-. Tú eres mi vida también y quiero pasar el resto de mis días a tu lado- finalicé, pasando encima de la mesa para darle un beso.

 

Luego me alejé y volví a ponerme seria.

 

-Tenemos que hablar sobre Rumania, no podemos seguir postergando ese tema- me retiré sobre la silla, estirándome.

 

Mientras la panza crecía, también lo hacían los dolores de espalda. No recordaba cómo era aquel peso, llevar una personita en el vientre que iba creciendo día a día. A veces, durante la noche, me costaba dormir por la incomodidad, pero todo valdría la pena cuando la niña por fin estuviera en nuestros brazos.

 

-Vamos, todavía tenemos que dejar este lugar en condiciones para reabrirlo- musité, guiñándole un ojo.

 

 

***

TRES MESES DESPUÉS

 

 

Con la ayuda de Hades habíamos podido reconstruir La Rosa Negra, que ahora lucía como en antaño, con aquellas escaleras un poco desvaídas, las mesas con algunos comensales del bajo fondo... los rostros asustados de algunos humanos llevados allí mediante compulsión para ser la cena de algún vampiro. En pocas palabras, era el viejo lugar que había logrado levantar cuando me había mudado a Londres. Lo único que me diferenciaba de aquella ocasión es que ahora era una humana que lucía apetecible para esos vampiros que observaban desde los rincones oscuros, aunque todos conocían mi nombre y, desde luego, mi reputación. Pero lo que los detenía de abalanzarse sobre mí, de buscar una momento para hipnotizarme y hacerme su comida, era el vampiro de cabello y ojos oscuros que solía estar conmigo en el hostal.

 

-¿Cariño?- me dirigí a Hades, quien ahora mecía la carriola en la que dormía plácidamente Kore, sin siquiera saber que a su alrededor había media docena de seres inmortales sedientos de su sangre nueva y virgen. Pero nadie podía tocarla, no sólo porque tendrían que pasar sobre mí y sobre Hades, sino porque la misma Kore emitía un aura que los mantenía tentativos pero alejados. El aura de una heredera poderosa-. No me has dicho cómo te ha ido hoy en San Mungo- le comenté, levantando la vista del libro de contabilidad que tenía apoyado sobre la barra.

 

Hacía menos de dos semanas habíamos sufrido el ataque de un muggle que se hacía llamar El Inquisidor y, desde entonces, tanto Hades como yo teníamos más trabajo que nunca. Pero eso no nos impedía compartir momentos como aquellos, aunque fuera en otro lugar de trabajo como el hostal en el que habíamos invertido para un nuevo futuro (uno para Kore, ciertamente). Yo, como Jefa Suprema del Wizengamot, me encargaba de impartir la ley, que prácticamente era nula con todos aquellos acontecimientos, pero no ajena a nuestras acciones. Aún tenía que poner el rostro y el cuerpo al gobierno de Black y eso demandaba gran parte de mi tiempo. Hades, como Director de San Mungo, estaba encargado de coordinar conmigo los hospitales de campaña. ¿Qué mejor persona para hacerlo que alguien tan experto como mi futuro marido?

 

@@Hades Ragnarok

[Hades Ragnarok]

-no lo se, dímelo tu Macnair –dijo el vampiro divertido- la verdad termine pensando que amabas salir corriendo o que me tenias miedo, ya sabes que soy un vampiro malo que podría comerte o aprovecharse de tu pureza e inocencia y quizás no quieras eso –dijo el hijo de la noche divertido mientras la besaba

 

El Ragnarok observo a Cissy a los ojos. Sabía que en aquel momento todo había cambiado, Aquel tiempo de espera, todo lo que había sucedido desde navidad, todo era nuevo o lo estaba viendo con nuevos ojos. Al escuchar aquel tema que estaba proponiendo la Macnair supo que toda la tranquilidad había llegado a su fin, simple y sencillamente porque sabía el peligro en el cual se estarían metiendo, más aun, conocía perfectamente la amenaza que sería la pequeña Kore cuando naciera.

 

-Es mejor que tú te quedes allí sentada descansando, tienes que estar tranquila y descansar lo suficiente –dijo el vampiro besándola y aprovechando un descuido de la ex vampiresa para besar su cuello- quizás no te agrade mucho la idea, pero sabes que llevas una hermosa criatura en tu vientre y debes comportarte –se levantó.

 

Comenzó a mover la varita para dejar listo todo aquello.

 

TRES MESES DESPUES…

 

El tiempo había pasado y allí estaban ellos como una “familia normal”, claro, sin contar con que estaban rodeados de vampiros sedientos de poder y de sangre. El rumor de que aquel establecimiento había vuelto a abrir se extendió como pólvora y en cuestión de días de su inauguración aquel local estaba lleno a plenitud y a toda su capacidad. Sin embargo, sabía también que la Macnair debía parecer un plato demasiado apetecible para todos los presentes, ya fuera por su sangre, por su atractivo o alguna otra cosa, claro estaba, el vampiro estaba preparado y en cuestión de un segundo o menos podría sacar la varita o conjurar algún tipo de magia para protegerla.

 

Obviamente había otro pequeño detalle. El, allí sentado junto a su pequeña bebe a la que mecía en la carriola y a la Macnair, era el último de los Lores originales de la hermandad, por lo que seguramente habría mucho más peligro para todos o quizás, un poco de respeto.

 

El vampiro observaba de reojo a los presentes. Mientras sonreía a la Macnair quien estaba llamando su atención. Observo los ojos verdes de la chica y dibujo una mueca divertida. Para después ponerse serio ante la pregunta que la Macnair le había hecho.

 

-las cosas están en una muy tensa calma –dijo el vampiro- falta poco para confirmar a donde tienen a los bebes, es un paso importante, no pienso dejar a ninguno de los causantes de todo esto con vida y pienso recuperarlos a todos y cada uno, a si sea lo último que haga –confeso el Ragnarok ante todo aquello -te siguen dando problemas esos…? –pregunto refiriéndose a lso detractores y demás que se la pasaban quejándose y proponiendo ideas descabelladas como si ellos fueran a terminar siendo ministros de magia- espero el ministro te deje en paz por unos días, se te nota realmente cansada –dijo el Ragnarok,

 

Cada dia aparecia uno nuevo…

 

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[Cissy Macnair]

Me acerqué a él, dejando de lado el libro de contabilidad que se cerró con magia, impidiendo que algún curioso viera su contenido, lo rodee con un brazo y planté un beso en su coronilla, mientras mis ojos se dirigían a Kore, que en aquel momento gorjeaba dormida, sin preocuparse por nada.

 

-Vamos a recuperar a los bebés juntos, ¿sabes? No voy a dejarte solo- le susurré. Luego me retiré un poco, apoyando ambas manos en sus hombros y mirando alrededor con cierto aire de aburrimiento, aunque en realidad me encontraba bastante atenta-. Uhm... no. En realidad, han capturado a algunos seguidores del Inquisidor y los mantenemos prisioneros mientras los interrogamos- me froté la nuca, cansada-. La realidad es que ese tipo está bien organizado. Más allá de sus discursos, no se ha mostrado en público para ninguno de sus seguidores, así que la mayoría sólo conoce parte del plan al que fueron asignados- me encogí de hombros-. Sabe muy bien cómo mantenerse fuera del radar. Pero lo peor, es que sabe muy bien cómo manejar a sus fanáticos- suspiré. Aquello apestaba, en sentido figurado. Había apestado desde el momento cero.

 

Rodee a Hades y la carriola, parándome delante de él para observarlo con ojo escrutador. Se lo veía realmente cansado y no había manera de hacer que se tomara un momento libre, ninguno lo habíamos hecho desde hacía semanas.

 

-Ha habido rumores de levantamientos en Turquía- hice una pausa para dejar que él sopesara la información-. Quería enviar a Aidan a hacerse cargo de los rebeldes, pero es momento de que partamos para Rumania- mis hombros cayeron con pesar, mirando a mi hija-. Dilatar esto no va a hacer más que posponer lo inevitable. Tenemos que reclamar la Hermandad, cariño- un silencio tenso se levantó de repente en el hostal. Los vampiros habían dejado sus charlas, canciones y puyas para escuchar mis últimas palabras que, aunque habían salido en un susurro, no se les habían escapado a los atentos oídos sobrenaturales.

 

Había sido cuestión de tiempo. Meses, semanas... pero no íbamos a poder esperar hasta que Kore creciera para reclamar la Hermandad y poner orden en el caos que habían armado los clanes. Turquía era sólo uno de los lugares donde más insatisfechos estaban los cainitas. Con la caída del Estatuto, los vampiros magos y brujas ya se habían mostrado tanto que estábamos cerca de una segunda guerra dentro de la primera: humanos asustados asesinando vampiros, como en antaño. No necesitábamos otra masacre, otro genocidio entre especies. Si habíamos podido convivir con reglas durante cientos de años, podríamos volver a instaurarlas... y este pensamiento era algo contrario a lo que me inclinaba ahora, con lo que Aaron había hecho.

 

Algunos vampiros tenían el mismo discurso que el Ministro: ¿por qué seguir escondiéndose cuando claramente eran superiores a los humanos, quienes no representaban nada más que ganado para ellos? ¿Por qué no usar las armas conocidas, la tecnología y la ciencia para poder vivir durante el día de la misma forma que durante la noche? Y si eso fuera permanente, crearía un problema para el equilibrio de la naturaleza. Los licántropos intervendrían para proteger a los humanos, como siempre lo habrían hecho y comenzaría una nueva guerra que nos sería difícil evitar. Yo no quería que los cainitas vivieran en las sombras como animales, pero no era eso lo que habían estado haciendo hasta ahora. Desde su posición, controlaban casi todos los aspectos políticos, económicos y bélicos que existían. Muchos, incluso, estaban en contra de destaparse por completo... otra guerra interna que acabaría con todos si tomaba el poder la persona incorrecta.

 

@@Hades Ragnarok

[Hades Ragnarok]

El vampiro cerró los ojos al sentir aquella cercanía con la Macnair. No era sueño, no tanto cansancio. La verdad, es que ambos estaban cansados psicológicamente. El inquisidor había ligado muy bien sus cartas como había dicho la Macnair y ambos, de una u otra forma intentaban ir a un paso delante de él, pero era difícil, mas, cuando Cissy tenía razón, él sabía muy bien cómo mover cada una de sus piezas, nadie en realidad (salvo el) tenia los planes completos o la información completa, quizás, el Inquisidor estaba tan seguro de sui mismo y de su victoria que se había confiado y eso quizás era lo que esperaba el Ragnarok, que cometiera el mas mínimo error.

 

-ya estas lo suficientemente cansada como para que también tengas que ayudarme –dijo el hijo de la noche- y no, no es que no quiero que me ayudes, pero eres humana y casi no has descansado, no pienso ni puedo dejar que te enfermes, Kore te necesita y lo sabes –comento el hijo de la noche tomándola de la mano para besarla dulcemente mientras la niña dormía.

 

Asintió ante la mención sobre Turquía, habia escuchado lso rumores, sin querrelo, se había imaginado el riod e sangre y lastimosamente esperaba que la ex vampiresa no dijera aquello que iba a decir a continuación, no porque no quisiera enfrentarse a eso, sino, por ella misma y por la pequeña que dormía plácidamente en su carriola. Cuando se hizo el silencio en el establecimiento el vampiro supo que habían firmado justamente en aquel instante la siguiente página de la historia de la hermandad, una que, se había escrito con sangre.

 

-Creo que ya no es un secreto para nadie lo que planeamos hacer –dijo suspirando- y no podemos comenzar una lucha aquí o comenzar a lanzar hechizos desmemorisadores a diestra y siniestra, ambos sabemos que eso no es posible –dijo el cainita mirando de reojo todo lo que tenía a su derecha, izquierda y frente a él. Dibujo una sonrisa, aunque estaba preocupado. Llevar a una humana milenaria y a una pequeña niña de 3 meses que aprecia tener mucho mas a una guerra inminente era realmente peligroso.

 

Siguió moviendo la carriola mientras tomaba un trago de su bebida y observaba los ojos esmeraldas de Cissy que tanto amaba.

 

-debemos prepararlo todo bien, tener un plan, revisar que llevemos todo, planear a que sitios iremos, más aun, debemos tener mucho cuidado, vamos a llevar a nuestra hija a un lugar donde no nos recibirán con los brazos abiertos –comento seriamente.

 

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