~ La Rosa Negra ~ (MM B: 101997)

[Lisa Weasley Delacour]

La Rosa Negra. Ese habia sido el mensaje escueto que el patronus de Hank me habia dado. La esfinge imponte me rodeo, como dándome ánimos para la misión en la cual me iba a involucrar y se esfumo. Asentí a la nada, tocaba demostrar que la Orden del Fénix seguía tan viva como siempre. Tome a Kim y me prepare para el desafío.

Una túnica negra cubría mi cuerpo y una luz, potente y maravillosa, hacía las veces de defensa para tapar mi rostro de los ojos ajenos. Nadie podía reconocerme james con aquello. Sentía la adrenalina correr por mi torrente sanguíneo. Hacia varios dias que no entraba a una redada y lo habia echado en falta. Sin duda habia nacido para aquello.

Dos segundos después de aquello, hice acto de presencia a cincuenta metros exactos de la puerta del negocio indicado. Lealtad, sacrificio, unión, tres palabras que se repetían como un mantra cuando enarbolaba mi varita en ayuda del bando que Albus Dumbledore habia creado hacía ya algún tiempo.

[Romina Black Lestrange]

El patronus de una Esfinge apareció de repente. La chica recordaba haberlo visto en alguna otra ocasión, quizá meses atrás, ya no lo recordaba. Lo importante es que era el llamado de algún Alto Rango de la Orden y como en ese momento no estaba haciendo nada importante decidió que acudiría. Al dirigirse a su armario para cambiarse decidió que no se pondría ningún accesorio, tampoco zapatillas, solo ropa, porque no iba a andar por el callejón diagón sin ropa.

Colocó su varita en el bolsillo derecho de su pantalón de jean, la remera le quedaba un poco suelta, pero ya no tenía tiempo para cambiarse, tenía que salir del castillo lo antes posible. Era de tarde, el sol se ocultaría en un par de horas más, por lo que se le hacía bastante extraño tener que acudir a uno de esos llamados siendo aún de día. Decidió que era momento de dejar de pensar en tantas cosas, estaba dando demasiadas vueltas, lo único que tenía que hacer en ese momento era salir del castillo para poder desaparecer sin ningún inconveniente y aparecer en alguna parte del callejón diagón.

<<La Rosa Negra>> era el nombre de negocio al cual debía acudir. Estaba un poco nerviosa e inquieta, no lograba encontrarlo, pero tampoco era la mejor idea ponerse en ese momento la luz en el rostro puesto que habían demasiados personas deambulando por las calles. Aunque si se detenía a pensarlo por unos minutos, casi siempre olvidaba cubrirse el rostro, por lo que ahora tampoco lo haría. Se encontraba a unos cincuenta metros del lugar cuando por fin distinguió a varios miembros de la Orden. Se acercó hasta ellos.

[Lisa Weasley Delacour]

Ingrese al pub. La oscuridad, la atmosfera, el olor. Todo era muy característico. En aquel edificio se juntaban vampiros. Seres que se alimentaban de sangre, capacitados para la lucha, con sentidos aumentados y malvados planes en la mente. Yo tenía algo que compartía con ellos, no obstante, mis decisiones me habían llevado por el camino contrario, uno en el que la vida y la justicia eran los reyes.

Suspire y me alegre de haber encontrado a Mei, quien con sus consejos, clases y entrenamientos habían hecho de mi lo que era ahora; una templario exigente y una comandante dura e inflexible que luchaba a diario por la supervivencia de la raza humana, fuese o no mágica. Camine con la cabeza bien alta hasta el mismo centro del bar.

Seguí mis instintos, las miradas de algunos comensales me indicaban que dirección probar. Continué caminando hasta la barra, momento en el cual ingresé por una puerta de madera escondida tras ésta y me encontré en la bodega. Cruzándola de punta a punta, había una habitación escondida, donde escuche ruidos extraños. Me situé a diez metros de la anatomía de Cissy, como también lo haría si ingresaban más miembros de aquella asociación a defenderla, a cinco metros de todo objeto y a tres de mis camaradas.

- Tengo entendido que ahora su lealtad están en el lado oscuro ¿Qué dice a eso señorita Macnair?

[Romina Black Lestrange]

—Avis— murmuró apuntando hacia arriba con la varita en su diestra. Doce cuervos negros salieron de la punta de esta y se posicionaron cerca de la joven para defenderla de algún posible ataque. Casi nunca sabía que hechizos defensores hacer, en algún punto le parecían una pérdida de tiempo porque no eran utilizados.

 

Al cabo de un par de minutos ingresó al pub, era un lugar bastante desagradable para su gusto. Lo único que se le ocurrió por hacer fue seguir a Lisa hasta lo que parecía ser una bodega. Esta vez no iba a quemar nada o algo por el estilo, no pensaba volver a escuchar a Lisa de esa manera, tenía que empezar a controlarse. Caminó por el lugar al tiempo que escuchaba las palabras que esta le decía a otra mujer, se mantendría atenta a la conversación, si es que respondía.

 

—Morphos— apuntó con su varita a una mesa de gran tamaño. La mesa era de madera, al parecer muy pesada o eso notó ella al ver el grosor del objeto. La mesa comenzó a cambiar de forma de un segundo a otro, hasta llegar a la forma característica de un pequeño lobo, este era negro, pero el tamaño no importaba, ya que este tenía la fuerza suficiente para poder atacar o defender.

[Lisa Weasley Delacour]

La presencia de Romina y el auto control que esta estaba teniendo no hicieron sino aumentar el orgullo que sentía por mi bando y las largas horas de entrenamiento que todos, ya fuesen altos rangos o no, teníamos. La impulsividad y el temperamento era algo en lo cual la joven y yo coincidíamos, no obstante, gracias a todo lo vivido y a la conexión que poseía con Gaia, habia logrado mantener bajo raya aquello. Sabia la fémina también lograría encontrar su oasis.

Levante la ceja al ver como Cissy nos miraba y no decía nada. La culpa se le veía en los ojos. Sus acciones eran nítidas y claras y su mudez, fue el asentimiento necesario para confirmarlo. Sonreí, tras la luz. Los mortifagos eran patéticos – En boca cerrada no entran moscas señorita Mcanair, pero hubiese preferido que confesases de una manera más, como decirlo, orgullosa, no con tal acto de cobardía y sin ningún tipo de respeto hacia ti misma.

- Somos la luz, que siempre prevalecerá por encima de la oscuridad. Estamos aquí para defender la vida, la justicia y el bienestar común. Queda usted arrestada y bajo ojo de la Orden del fénix. Desde este momento no podrá decir nada o se usara esto en tu contra. ¿Desea ameritar algo o procedo con las acciones necesarias? – No respondió, por ende, actué – Obscuro, Incarcerus – Quedo anulada, tampoco podía ver.

Nos la llevaríamos para interrogarla, detener su avance, arruinar sus futuras misiones y eliminar la amenaza de los seguidores de Tom Riddle. Romina nos sacaría y nos llevaría a lugar seguro.

[Romina Black Lestrange]

El pequeño lobo comenzó a olfatear por todas partes. Nunca iba a entender por completo el comportamiento de los animales. Se detuvo a tan solo unos centímetros de la mujer a la cual Lisa le estaba hablando, no la atacó ni le hizo nada, solo se quedó a su lado, al parecer el animal estaba ayudando a que la mujer no intentase escapar o algo por el estilo. Se quedó escuchando las palabras que le decía a la mujer, no atendía el porqué, pero si se lo estaba diciendo era porque tenía una buena razón.

 

Una cinta negra se adhirió a los ojos de la Macnair y tras de esta tres gruesas cuerdas se materializaron y se enrollaron en el cuerpo de la mujer. Las acciones de Lisa la asustaron un poco, no le gustaba hacer ese tipo de cosas, lo veía algo así como un “secuestro”, pero se tranquilizó un poco al recordar las palabras de segundos atrás, que solo la estaban arrestando para quedar bajo su custodia.

 

—¿Ya nos vamos?— preguntó, no había dicho ninguna palabra desde que había llegado. Cuando obtuvo una respuesta fue que comenzó a hablar.

 

No habían estado mucho tiempo en el lugar, de hecho aún no terminaba de entender para que hacían esas cosas cuando los mortífagos no aparecían. Camino lo más rápido que pudo junto a Lisa saliendo de la bodega con la mujer en sus brazos, luego de eso salieron del local y se dirigieron a las afueras de este, a un rincón. La joven hizo que las tres desaparecieran y aparecieran en un lugar más seguro, para que nadie las viera.

[Sean -Ojo Loco- Linmer]

Interesante estos momentos donde uno esta lo suficiente debil como para ue un grito de Cissy acabe por aumentar el dolor de cabeza. Ya habia tenido esta conversacion con Cissy...no hacia muco..pero debai entender que no era bueno prohibirme algo..pues casi siempre lo acababa haciendo..en fin....que no era para tanto..uno de los muchos sustos que uno pasa en la vida...

 

-No te preocupes..Cissy...este buen caballero ya me ha ayudado...estare palido...pero aun puedo blandir una varita- intente hacer un movimiento con esta pero la vartia se cayo de mis manos- upss tal vez no.

 

Y justo en ese momento aparecieron dos chicas...fenixianas..si no habia duda..esa luz en el rostro no dejaba lugar a dudas...mal momento....amenazar a mi dulce y sexy Cissy..al menos recibieron una respuesta contundente....el silencio..era mucho mas de lo que merecian...aunque calro yo no me quedaria callado ante tal abuso de poder...atacer a una indefensa chica

 

-Realmente una vez mas la orden deja mucho que desear...asi que la luz siempre prevalece....yo lo que veo prevaleciendo aqui es la desfachatez, el mal gusto y una pesima educacion...-si...podia decirse que estaba enojado- paladines del bien..ja..ja..ja...atacando a una persona desarmada...y sin una causa probable....sin duda reportare este hecho

[Cissy Macnair]

Me quedé mirando atónita a Sean mientras éste hacía una pantomima con la varita, excusándose de que estaba perfectamente. El color ceniciento de su rostro y las profundas ojeras que tenía bajo los ojos indicaban todo lo contrario, así como el estrépito que hizo la varita al caer al piso, imposible de ser sujetada por su dueño que parecía a punto de desmayarse.

 

-Me gustaría que dejaras de comportarte como un niño- musité, sabiendo que mi tono resultaría más duro de aquella forma.

 

A Sean le encantaban los desafíos, los peligros y la aventura, pero yo pensaba que todo lo que quería era morir rápido y mantenerse joven y bello. No le estaba saliendo bien. Me acerqué a él, aunque aún manteniendo cierta distancia porque sabía que se podría aprovechar y lo contemplé como lo haría una madre a un hijo, aunque había cierta reticencia en mis gestos que indicaban que me gustaría patearlo hasta que chillara. Con todo eso, escuché un sonido proveniente desde arriba y unos pasos que se acercaban hacia la bodega. Enarqué una ceja cuando dos brujas con luces en el rostro se acercaron y comenzaron a hablarme, señalándome como mortífaga. Crucé los brazos, enarcando firmemente una ceja mientras una sonrisa burlona aparecía en mis labios.

 

-Aish, qué molestia- dije, moviendo la mano con rapidez y haciendo que la puerta del cuarto se cerrase en sus narices. Esa manía que tenían de ponerse a cinco metros de sus objetivos me había dado el espacio justo para mantenerlas fuera de la habitación, que no era mucho más grande que una alacena-. Jamás aprenden- negué con la cabeza y seguí mirando a Sean-. Ya, calla, que es mejor que mantengas tus fuerzas.

[Hades Ragnarok]

Era la primera vez que el Ragnarok pisaba aquel sitio, Era verdad que en algún momento él había pertenecido a aquella hermandad de vampiros sedientos y letales, pero ahora el se había retirado por la paz, sin embargo, aun mantenía guardado en un buen lugar aquel anillo que le había sido entregado y que le acreditaba como un Lord de aquella antigua hermandad. Suspiró, ni siquiera sabía que hacia allí, en aquel sitio, quizás una vieja curiosidad e ver o saber cómo estaban las cosas y si alguno de los otros lores habían sido eliminados, si lo recordaba bien había un cazador por allí merodeando para eliminarlos a todos.

 

Ladeo la cabeza mientras entraba al establecimiento. Le gustaba aquella fachada del siglo XVIII al menso quien era dueño de aquella local tenia buen gusto, para el vampiro los siglos XVIII y XIX habían sido buenos, aunque un poco dolorosos. Sin notarlo simplemente movió la mano hasta su cuello, al lugar donde le habían mordido y por consiguiente le habían transformado, una vez que había pasado aquello no había vuelta atrás. Había decidido vivir aquella vida y sui creadora no había hecho más que dejarlo allí tirado.

 

-veamos que sorpresas me trae este sitio –murmuro cruzando aquellas puertas y entrando al negocio. Recorrió con la vista el sitio y sin más dio unos cuantos pasos hacia adentro. Al menos no veía a nadie conocido.

[Cissy Macnair]

Miré a Sean con los brazos en jarras antes de decidir dejarlo ahí para descansar un poco. Aunque lo regañase una y mil veces, él jamás iba a aprender a hacer las cosas como yo se las pedía, le gustaba demasiado meterse en problemas.

 

Salí de aquel pequeño lugar detrás de la barra y caminé hacia el frente del negocio, colocándome junto a Swey, el elfo al que le gustaba pasar más tiempo allí que conmigo. En aquel momento se dedicaba a mover con magia unos vasos de un lugar a otro. Le dediqué una sonrisa. A pesar de que la mayor parte de los magos oscuros gustaban de maltratar a los elfos, yo les tenía mucha estima, al menos a Jill y Swey, mis elfos personales. Los de la mansión eran otra cosa, insoportables, pero ellos no, eran buenos y seguían todas sus órdenes.

 

Tomé un trapo y comencé a repasar la barra justo cuando la puerta del lugar se abría, dejando entrar el frescor del atardecer invernal londinense. Aquellas épocas eran mis favoritas, la nieve me encantaba porque acentuaba el negro de mi cabello y mis ojos verdes, además de que llevar poca ropa no era lo mío. Un potencial cliente estaba llegando y eso era bueno, porque algunos se habían retirado ya para ir a visitar a sus clanes, simplemente por tradición de la época.

 

Me sorprendí al ver de quién se trataba. Últimamente Hades y yo nos estábamos encontrando mucho.