☽The Cawing Crow☾ (MM B: 102478)

[Romina Black Lestrange]

Las sensaciones que antes le habían parecido nuevas, poco a poco se estaban volviendo normales. El beso y el abrazo habían durado bastante tiempo, un tiempo que le hubiese gustado que nunca acabara, pero como todo lo bueno en la vida tenía un final y había llegado. Se sentía rara al tener una sonrisa de oreja a oreja; ¿No se estaba comportando de una manera muy infantil? Aunque tampoco podía ser tan madura, ni siquiera tenía la edad, solo le quedaba disfrutar de la vida y dejar de hacerse tantas preguntas.

 

—¿Sabes?— intentó responder con una sonrisa —Yo… yo me estoy preguntando exactamente lo mismo de ti, creo que… que solo con el tiempo lograremos responder esa pregunta— fue lo único que se le vino a la mente como respuesta, ya que no quería quedar mal dejando la pregunta en el aire. —Vamos a sentarnos un rato, esta música no me gusta demasiado— comentó, no es que no le gustara la música, sino que ya le dolían los pies y no quería admitirlo.

 

Caminaron hasta su mesa nuevamente y fue en ese mismo instante en el que el camarero se acercó hasta ellos dándoles más cerveza y frituras para que continuaran hablando. Ahora era lo único que quería, seguir tomando y conocer a Ben.

 

—¿Podrías servirme más?— pidió con una sonrisa —Y… ¿Cuánto tiempo piensas quedarte aquí?

 

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[Groter Shulton Granpié]

Ben Z Maggot

 

Sonreí ante su respuesta, si hablaba de tiempo era buena señal, quería decir que nos volveríamos a ver, tal vez más seguido cada vez, así podríamos llegar a algo más serio y no podía evitar pensar en eso y soltar una sonrisa de lado a lado. - Me gusta eso del tiempo no te voy a mentir, suena bien. - Le comenté sobre la respuesta que me había dado

- Vamos para allá, estaremos más cómodos y seguro que disfrutaremos más. - Fuimos caminando hacia la mesa y mientras me preguntaba le servía más y le daba su vaso para que lo bebiera, me estaba gustando la velada y seguro que la pasaríamos mejor ahora con la música que habían puesto sentados en nuestras sillas y con una agradable platica.

- Para responder esa pregunta necesitaría sabes hasta que hora te quedarás por acá - Le contesté con una sonrisa y volviendo a beber un gran trago de la cerveza fría, era tan buena en una noche así y con el calor de después de bailar, combinaba bien con todo ee incluso con ella y ella también me estaba gustando.

 

- Cuentame, ¿a qué te dedicas, trabajas, estudias...? - No sabía qué mas agregar, esto no me pasaba normalmente, podía hablar mejor y sobre mas cosas, pero desde que el beso había terminado estaba algo perdido, aún sintiendo la suavidad de sus labios sobre los míos, su aroma y sus brazos y todo esto me hacía estar nervioso y desear mas de lo mismo.

 

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Editado 24 de Noviembre del 2015 por Groter Shulton Granpié

[Romina Black Lestrange]

—Pues… yo tampoco sé hasta qué hora me quedaré, quizá dos o tres horas más, no estoy del todo segura— respondió, eran más de la una de la madrugada, no sabía a qué hora iba a llegar a su casa y en parte eso le preocupaba. Algunas veces nadie se daba cuenta de que se escapaba y regresaba horas después, pero últimamente no estaba teniendo suerte con eso y la descubrían. Cerró por unos segundos los ojos, tenía que empezar a pensar en positivo, quizás así le iría mejor en todo lo que hacía.

 

—Por el momento trabajo, o algo así, en Gringotts— comentó con una sonrisa —Y no solo me dedico a eso, sino que también soy muy dedicada a…— y justo cuando estaba a punto de nombrar al bando guardó silencio, de golpe, olvidando que él era un completo extraño y que aunque se estaban cociendo no tenía por qué hablar de eso —Nada, olvídalo, ya no sé ni lo que digo— intentó fingir soltando una sonrisa para después acabarse otro vaso de cerveza. Si tenía suerte Ben creería que ya empezaba a decir cualquier cosa a causa de los efectos del alcohol.

 

—¿Qué me cuentas de ti? ¿Tienes trabajo? ¿Familia? ¿Algo?— quizá no era buena hacer tantas preguntas, pero si se querían conocer y ver más seguido era necesario hacer todas esas preguntas, solo así iba a estar más segura y comenzar a confiar más. Ya había bebido como cinco vasos, sabía que si iba por un sexto terminaría diciendo cualquier cosa, pero esas cosas las hacía de vez en cuando y hace mucho que no tomaba tanto, por lo que se sirvió uno más sin importar que.

 

—Luego… luego… ¿Podrías acompañarme hasta mi casa? No sé si con todo lo que acabo de tomar lograré llegar…— comentó algo apenada, pero siempre con una sonrisa.

 

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[Groter Shulton Granpié]

Ben Z. Maggot

¿Dos o tres horas mas? Perfecto sería tiempo suficiente para seguir platicando y avanzar en conocerla, además cabía la posibilidad de volviera a besarla y era lo suficientemente inteligente para quedarme y seguir acompañado por ella en esta noche que había mejorado con la llegada de la chica.

 

Perfecto trabajaba en alguna institución, aunque parecía estar mas ocupada que yo, porque tenía mucho tiempo que me dedicaba a trabajar para el clan, desde la desaparición de Groter y mi llegada a Londres me había gustado tanto que había pedido permiso para ocupar el puesto de tiempo completo.

 

Tal vez era que la bebida ya le estaba pegando porque ahora decía cosas sin concentrarse, eso en el mejor caso o había comenzado a hablar algo de que no quería decir, tal vez fuera muy pronto o muy personal que ni algunos tragos podían dejar atrás esa información, debía ser algo improtante.

 

- Trabajo para un clan de lincantropos de Irlanda, de allá soy y me dedico a vigilar toda esta zona y cumplir algunos tratados con otros clanes, no tengo familia, ese clan es mi familia, lo mas cercano es Groter y su hijo Brandon, no se si los conozcas, pero nada mas que eso. - Le contesté mientras bebía todo un vaso de un solo trago, no me gustaba mucho hablar de eso.

 

- ¡Claro! Solo tenrás que decirme dónde vives y así te acompañaré con todo gusto. - Le dije con una sonrisa y me serví otro vaso, apenas iba con el tercero y como le decía la acompañaría y alguien tendría que estar menos borracho, así que alcé la copa para que la chocaramos. - Por las nuevas personas que conocemos... Y mas si huelen tan rico y besan tan bien... - Le dije mientras le dedicaba una sonrísa pícara.

 

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[Etoile Black]

La noche se encontraba por caer y era momento de dar una pequeña visita a viejas amistades. Etoile vestía con su típico atuendo, aquellos jeans azules que no pasaban de moda acompañadas de unas botas negras y altas, una blusa blanca de tirantes y un sweater negro con sus mangas arremangadas, su cabello se encontraba amarrado en una cola de caballo y en su rostro solo había un poco de delineador negro para resaltar sus pupilas verdes.

 

 

En cuanto apareció en el Callejón Diagón desconoció completamente el lugar debido a que llevaba ya unos cuantos meses sin pasar por ahí. Cansada de tanto caminar se recostó en una pared con sus brazos cruzados sobre su pecho y suspiró cerrando los ojos por un momento, al abrirlos notó que su tiempo caminando había valido la pena ya que frente a ella se encontraba el “The Cawing Crow”, lugar donde se le había citado.

 

 

<<Tonta…>> pensó en sus adentros en cuanto comenzaba a caminar en dirección a la puerta del negocio, colocó su mano sobre la manija y tiró de esta para acceder al interior. Aquello parecía estar con bastante gente, pues claro… era un bar y qué se iba a hacer allá? Tomar, bailar y quizá… tener sexo, las ideas que exactamente tenía por poner en practica la pelirrubia.

 

 

Al recorrer el lugar con la mirada logró ubicar a su querida conocida, ¿desde cuándo le había puesto ese título? Ah claro… desde que la Atkins le cerró la puerta en la cara a la Triviani solo por pasar un momento a solas con su engendro “amoroso”. Sin prestarle atención a los malos recuerdos se comenzó a acercar observando detenidamente el buen formado cuerpo de aquella rubia dorada. << Vaya que no ha cambiado en nada…>> dijo a sus adentros.

 

 

-Etoile, tardaste un poco – Escuchó de aquella voz dulce, aguantándose por dentro las ganas de responder irrespetuosamente. – Si…lamento la demora, Leah- Dijo evitando cualquier mal entendido en lo que se acercaba y colocaba un beso en la mejilla de la Atkins. - ¿Y bien? – Preguntó alejándose y tomando asiento frente a su compañera.

Editado 26 de Noviembre del 2015 por Etoile Black

[Leah Snegovik]

—¿Y bien? —enarcó una ceja con una lentitud que rayaba en lo peligroso y acabó por esbozar una sonrisa que era difícil de descifrar—. Sólo hice una pregunta y ya estás a la defensiva.

 

Claro, que era comprensible. En su último encuentro, las dos habían terminado compartiendo una serie de palabras que no habían sido del todo agradables y, por parte de la Atkins, habían sido un poco hirientes. No obstante, ahí estaban una vez más. ¿Cuántas veces se habían visto en la misma situación con el paso de los años? Hablaban, recordaban, empezaban... y todo quedaba ahí, en el aire, una y otra vez. ¿Y ahora? Etoile había hecho la pregunta y ella era la encargada de responder, el problema estaba en que ella tampoco tenía muy claro qué harían ahora.

 

La tenía delante, como otras cientos de veces. Conocía sus facciones, la forma en la que su voz bajaba una octava cuando se daba por vencida y conocía también esa particular manera especial de alejarse en una mesa, como si tuviera miedo de que el más mínimo roce causara una explosión. Empezó por allí. Alargó una de sus piernas, desnudas gracias al vestido rojo que había elegido para la ocasión, hasta que su pie se enredó en la pata de la silla de la rubia y la acercó con un movimiento demasiado limpio para una persona de su tamaño. Para finalizar, se acercó hasta que podía haberse considerado un allanamiento del espacio personal.

 

—No tuve que haber dicho lo que dije ese día, lo sé —buscó sus ojos con insistencia hasta que los tuvo al mismo nivel y se centró en ellos, tratando de que la voz no le fallara, odiaba las disculpas—. Llegaste en un momento inadecuado cuando aún no había asumido el hecho de que hiciste lo mismo conmigo, o peor, cuando pretendía llevarte a una iglesia. Ambas sabemos que soy capaz de quemarme si paso a ocho metros de distancia y aún así lo consideré.

 

Volvió a pegar la espalda en la silla e inhaló lentamente, como si quisiera quedarse con el aroma de su perfume, pero en realidad estaba tragando su orgullo como oxígeno.

 

—¿Estás feliz ahora? —sus dedos tamborileaban en la mesa con suavidad, sin hacer ruido, hasta que no pudo contener el antiguo gesto de poner ese mechón rebelde en su cabellera en donde debía ir.

[Etoile Black]

La silla había sido jalada por el movimiento más rápido que había percibido últimamente, dejándola incomoda debido a que su espacio personal ya no era solo de ella. Soltó un suspiro al escuchar semejantes palabras y disculpas, cerrando simplemente los ojos. << Siempre es lo mismo…>> pensó en sus adentros, cruzando sus brazos debajo de su pecho.

 

- Es la primera vez que tenemos un momento adecuado, Atkins – Se quejó la Triviani enfocando su vista en el inexpresivo rostro de Leah, haciendo que Etoile frunciera el ceño sin embargo, en cuestiones de segundo el típico acomodo de mechon no existente frente al rostro de la rubia le hizo saber que se estaba disculpando de verdad. Etoile suspiró.

 

Recorrió el lugar con la mirada y a lo lejos hizo señas a un mesero, enfocó nuevamente su vista en su compañera y suspiro, colocando sus codos en la mesilla. - ¿Es todo lo que dirás?- Preguntó curiosa y tomando la barbilla de la rubia dorada con sus dedos – Digo… hemos tenido momentos los cuales hasta ganas me dan de matarte, pero aun así también han existido aquellos momentos donde te defendía de aquellas aves emplumadas- comentó esbozando una sonrisa tierna. Alejó su mano y la apoyó nuevamente en la mesa. - ¿A qué llegamos con esto? – Preguntó curiosa.

 

De repente el mesero se acercó con dos copas de vidrio y su mejor vino tinto, la Triviani asintió con la cabeza y tras una reverencia el mesero desapareció.

Editado 26 de Noviembre del 2015 por Etoile Black

[Leah Snegovik]

—¿Qué más puedo decir? Hoy es uno de esos momentos en donde me lanzarías a ellos más que defenderme, cualquier cosa que te diga puede ser usada en mi contra y no es como que si tú fueras la policía buena —sonrió, sin moverse demasiado debido a la mano en su barbilla y siguió el camino hasta que esta regresó a la mesa—. No sé a qué llegamos con esto, pero siempre terminamos igual.

 

Alargó la mano hasta la botella, negándose a permitirle hacer cualquier cosa en la que ella pudiera adelantarse y sirvió las copas en un abrir y cerrar de ojos. Cuando quería, podía ser incluso más servicial de lo que pretendía. Dejó la bebida ante Etoile y volvió a fijar la mirada en su rostro, como si quisiera buscar las respuestas en él.

 

—¿Tú a dónde crees que vamos a llegar?

 

No tenía intenciones de beber. No las había tenido al entrar al negocio y no las tenía en ese momento, así que se dedicó a juguetear con la copa entre sus dedos, aún sintiendo la calidez de su mano en el mentón. Era molesto, siempre lo había sido. Pero habían llegado a un punto en donde más que confianza, era una serie de situaciones que habían compartido y que compartirían en un futuro pero que no tenían una base sólida. Ellas eran eso, una especie de recuerdo que nunca se había consolidado. Decidió que el vino se vería mejor en la garganta.

 

—Siempre pides mi opinión, nunca me das la tuya...

 

Suspiró y volvió a invadir su espacio personal como si tuviera un magneto, poco consciente de que podría no ser muy educado.

 

—Ilumíname.

[Etoile Black]

Etoile simplemente sonrió, no sabía qué hacer en ese momento, si actuar conforme sus sentimientos o contra ellos. Notó como Leah invadía nuevamente su espacio personal, haciendo que la rubia se echara para atrás y apoyara su espalda contra el respaldo de la silla. – Basta, si?- Pidió de manera amable, cruzando bajo la mesa sus piernas. – No es la primera, ni la segunda vez que haces esto – Dijo en forma de reproche y llevó sus manos a su cabello, tesando el amarre de este.

 

- No es mi intención emborracharme y llevarte a la cama hoy – respondió agarrando la copa de vino y llevándosela a la boca para mojar un poco su lengua – Esta vez quiero llegar a algo concreto… - susurró fijando su vista en el líquido y asentando la copa en la mesa.

 

- Concreto como aclarar todo… dejar de mentirte, de pensar en tus 3eras personas las cuales te rodean y eso – Soltó con la mirada perdida aun en el vino – Aquella vez regresé a la Mansión Triviani en busca de Danyellus, pero no se encontraba y caí en una depresión – confesó- Por ti estoy aquí nuevamente… y no sé si debería, la verdad, pero… quisiera hacer las cosas bien… ahora. – Finalizó y levantó la mirada en busca de aquellos ojos sensibles y atractivos de la Atkins.

[Leah Snegovik]

—¿Nerviosa? —soltó una risita y volvió a su posición original, aunque algo decepcionada—. Lo lamento, no pretendo incomodarte. Y tampoco es mi intención ir a ninguna cama el día de hoy, aunque parece que todos lo asumen últimamente.

 

Soltó una carcajada ligera y musical que tenía un dejo de sarcasmo al final de cada melodiosa nota. Estaba cansada de lo mismo. Todos reaccionaban igual ante ella, como si fuera algún objeto de satisfacción andante. Y si bien no podía mentir diciendo que no disfrutaba de ello en ocasiones, se volvía increíblemente monótono y pesado con el paso de los años. Beber cada vez se volvía una mejor idea en su mente, después de todo. Aunque no esperaba en lo absoluto la siguiente parte de la conversación. Alzó la mirada, excéptica, hacia una lámpara que nada tenía de atractiva.

 

—Nunca he hecho las cosas bien. Creí haberlas hecho bien en un principio, hace años, pero tú y yo sabemos que las dos perdimos el norte mucho antes de saber que nos habíamos desviado del camino...

 

Bajó la mirada y se encontró con sus ojos azules, no pudo evitar sonreír.

 

—Mis terceros, como los llamas, no han dejado de rodearme. No es como crees, dejé de hacer cosas como las de Zack —permitió un segundo de picardía en su expresión—, no es así hace un tiempo. Estoy centrada y la verdad es que por tu naturaleza y por la mía, no llegaremos mucho más lejos que otras veces. Te quiero, siempre lo hice y deberías saberlo. Pero no puedo entregarte todo, aunque ambas estuvimos dispuestas a hacerlo una vez. Tampoco quiero hacerte daño y no puedo mentirte diciendo que vamos a ser lo que creímos seríamos en nuestros días.

 

Se hizo con una de sus manos y empezó a jugar con sus dedos, gesto común en ella y que se había perdido en el tiempo después de su tiempo juntas en la academia.

 

—¿Lo entiendes?