☽The Cawing Crow☾ (MM B: 102478)

[Sol Lestrange Black]

Sonreí ante el comentario de mi pequeña mientras terminaba de girar, siempre lograba hacerme sentir hermosa y especial a su lado, las miradas de todo el lugar estaban en nosotras ahí de pie en medio del lugar disfrutando de nuestra presencia, no era novedad que así fuera, las Lestrange teníamos aquel efecto donde quiera que fuéramos.

 

- Nunca está de más poner un poco de esfuerzo, aunque tú al ser preciosa de manera natural no necesitas tanta producción mi vida- afirme alisando suavemente sus rojos cabellos.- Me gustaría tomar algo dulce…- dije tomando asiento a su lado, para dejar mi bolso en la siguiente silla.

 

Levanté la mano llamando la atención de uno de los meseros cercanos que se dio prisa para acercarse, con su mejor sonrisa. Le devolvimos la sonrisa, conocedoras de lo que esto provocaría, el joven mago se puso tan nervioso que su pequeña libreta salió de sus manos haciéndolo agacharse y por nada apenas librarse de un fuerte golpe en la cabeza con la propia mesa.

 

- ¿Estás bien? - pregunté divertida mientras el nervioso chico asentía vigorosamente.

 

- Si claro, disculpen mi torpeza ¿Que gustan tomar?

 

 

- Mmm…- observe la carta unos segundos antes de preguntar a Samy- ¿Te parece bien una jarra de Clericot para comenzar corazón?- la brujita asintió no dándole mucha importancia por lo que proseguí- Justo eso entonces por favor…- le devolví la carta y lo deje partir antes de continuar- Me gusta tu elección del sitio cariño, ojala un par de guapos y exóticos magos llegaran a completar nuestra noche

[Samy Lestrange]

Se rió al escuchar el comentario de su madre y le dio un sonoro beso en la mejilla en agradecimiento. Sol siempre la veía con ojos de madre, así que siempre encontraba perfecta cualquier cosa que hacía. Excepto por intentar prenderle fuego a Fokker, a Sol ni siquiera le molestaba que destruyera el castillo una y otra vez, sólo reía y la ayudaba a escoger la nueva decoración para las "refacciones".

 

- Pobres chicos, no deberías hacerles eso cada vez que sales, un día no tendrás tanta suerte y acabaremos en San Mungo con heridos de gravedad - soltó entre risas al ver al mesero irse.

 

Asintió distraídamente a la elección de la bebida, acomodándose en su silla y recorriendo el lugar con la vista. Su madre creía que ella no sabía a quién pertenecía el lugar, pero ella ya se había enterado de quiénes eran los dueños. Pero por una vez lo había dejado pasar para no tener que seguir buscando un lugar apropiado... así, al menos, Sol se sentiría cómoda y no huiría de ella.

 

- ¿Dos magos guapos y exóticos? ¿De dónde sacaremos eso? ¿Consultamos en la fábrica? - le preguntó fingiendo recorrer todo el lugar a la expectativa, revisando incluso bajo la mesa. - Oye mamy... - tanteó indecisa, buscando las palabras para lo que quería preguntar.

 

Sabía que quizás debería esperar a que su madre hubiera bebido un par de copas antes de comenzar con las preguntas, pero había algo que quería saber y que era difícil quitar de sus pensamientos. Decidió que estaría bien preguntarlo en ese momento, de todas maneras no era algo que pudiera molestar a la bruja, sólo una inquietud suya que la carcomía hace mucho tiempo.

 

- ¿Puedo preguntarte algo? aparte de esto, claro - indagó sin poder evitar morderse los labios con indecisión.

[Bodrik]

Ver a Fokker en aquel lugar la llenaba de alegría pues tenía la idea de tener que permanecería sola y aburrida allí. Era bastante agradable saber que pese al tiempo que tenían de no verse, el joven mago aún tenía un cariño por ella como jefe de casa y eso le llenaba de satisfacción, ya que extrañaba mucho aquellos tiempos en los que pasaba gran parte del tiempo Junto a sus hijitos centauros, Percy, Fokker, Mathias Lear y Joaquín; ellos siempre permanecerían el corazón de la joven Ex Jefe de casa.

 

-Sí, es bastante llamativo-coincidió – déjame adivinar jajaja… ¿Tú?- como no reírse con las pequeñas cosas, además estaba agradecida con la vida al poder volver a ver a su amigo y ex alumno – me alegra que decidas quedarte junto a mi centaurito lindo- dijo con una amplia sonrisa. Jamás dejaría de llamarlos así, como jamás dejaría de considerarlos parte de ella misma.

 

El Rambaldi la condujo a las mesas del segundo piso quemas amplias y diferentes, además desde allí tenían una vista perfecta del escenario donde se presentaban los artistas. Fokker eligió una de las mesas del centro y la ayudo a tomar asiento y también se ha como do allí- Si trabajo en San Mungo como jefa del Hospital Mágico. Además soy la especialista en Maternidad y Pediatría.- le explicó. -Si el hospital es un caos aunque a decir verdad ya no se atienden tantos heridos como hace unos meses-

 

Era difícil de imaginar que a pesar de haberse liberado de las plantas especiales el hospital permaneciera abarrotado de gente- casi no tengo tiempo libre.- comentó de todos modos también se debido a que prefería permanecer asilada pues había pasado un par de meses muy deprimida.

 

En ese momento Fokker llamó a una camarera que les entregó la carta – Me gustaría un Margarita – le solicitó a la joven. Ella no conocía muy bien el trago pero su tía lo había pedido una vez que salieron juntas.

 

@Fokker

[Sol Lestrange Black]

Recorrí con la mirada el lugar riendo por el comentario de mi hija, adoraba su chispa y frescura siempre era divertido estar a su lado, jamas existía el aburrimiento mientras estaba cerca, le guiñe el ojo. Cada vez había mas bullicio a nuestro al rededor por lo que me acerque mas a Sam para no perder detalle de la platica de los magos exóticos que tanto anhelábamos, aunque sin mucho éxito. Me encogí de hombros y volví a nuestra chala, aunque fue mas una sorpresa lo que dijo a continuación.

 

- ¿Puedo preguntarte algo? aparte de esto, claro ...- su pregunta me dejo en pausa no me esperab algo asi y mas aun cuando pude percibir algo de nerviosismo en aquellos ojitos de almendra.

 

- Claro que puedes bonita...¿Pasa algo? ¿Esta todo bien?- pregunte preocupada por el cambio de actitud.

[Samy Lestrange]

- Claro que está todo bien mamy, no era para que te asustaras. Es sólo que... - antes de que pudiera terminar de hablar, el mesero regresó con su orden y se distrajo ubicando primorosamente todo sobre la mesa, más concentrado en comerse con los ojos a Sol que en lo que hacía.

 

- Todo está perfecto, gracias - le soltó la pelirroja para despedirlo antes de que el joven siguiera jugueteando con la cristalería y ocurriera un accidente. Entonces sonrió y miró a su madre con complicidad. - Oh, lo siento, hablé sin pensar... ¿necesitabas algo más de él, mamy? - preguntó arqueando sus cejas con intención, intentando no reírse pero sin lograrlo.

 

Con una sonrisa ausente, jugueteó con la yema de su dedo sobre el borde del vaso, mirando hacia cualquier sitio y evitando los ojos de su madre. ¿Por qué le resultaba tan difícil? ¡Vamos! Parecía que estuviera a punto de pedirle a su madre que se rapara la cabeza y donara todo su dinero a San Mungo y no de hacerle una simple pregunta.

 

- Cuando tú... quiero decir, hace años. Cuando supiste... - inhalando lentamente para lograr reencontrar las palabras, levantó la mirada y se concentró en los preciosos ojos de la bruja que la miraban con preocupación.

 

- Cuando supiste que estabas embarazada... ¿escogiste algún nombre para tu bebé? - preguntó con indecisión. Dándose cuenta de lo rara que sonaba la pregunta, apoyó su mejilla sobre su mano libre y lamió la condensación azucarada de su dedo.

 

- Me refiero, a antes de que Alexandre nos separara, cuando aún estaba dentro de ti. Nunca supe, en realidad, quién había escogido cómo llamarme. Sólo se que siempre me han llamado Sam, desde que tengo uso de razón. Se que Mel no escogió ese nombre, probablemente me habría llamado Calabaza o Hipogrifo, si de ella hubiera dependido.

 

Suspiró con nostalgia al recordar a su madre adoptiva y sus rarezas. La mayor parte del tiempo, Mel no tenía puestos los pies sobre la tierra... Y el resto del tiempo, tampoco. Realmente había sido una experiencia extraña haber crecido en su hogar y una completa hazaña haber sobrevivido a sus tiempos de estudiante con ella como profesora. Curiosamente, ambas madres tenían eso en común y habían dedicado parte de sus vidas a enseñar.

 

- En fin, creo que era sólo eso -le dijo con una sonrisa entre triste y pensativa. - Siempre tuve esa duda...

Editado 6 de Enero del 2016 por Samy Lestrange

[Fokker]

con Bodrik

 

—Ni la idea hubiera sido mía se llamaría el bar de la noche o algo así. Es alguien que conoces muy bien, Perseus— aclaró el muchacho con un corta sonrisa. En todo caso el no era el socio de las ideas creativas, en todo caso tampoco era el mejor socio que se podía tener.

 

Escucho atento la explicación sobre su trabajo, le satisfacía haber estado en lo cierto, aunque aclaro la duda sobre su área de trabajo. Supuso y estaba en lo cierto, que la disminución de heridos se debía al nuevo estado de cosas, donde los heridos en "combate" recibían curación en otras áreas clandestinas.

 

—Debe ser un trabajo difícil, eso de estar en un hospital al tanto de las emergencias. Eso explica porque casi nunca te veo. Aunque también debe ser porque nunca te fui a visitar luego de salir de la academia ¡Siento eso!—

 

La joven mesera apunto ambos pedidos y en un par de segundos volvió con los mismos, dejandolos sobre la mesa. A pesar de ser su negocio, era la primera vez que asistía a la zona Vip del mismo, y era magnifica, a pesar del volumen de la música permitía una conversación fluida sin necesidad de elevar la voz.

 

—Lo bueno es que hoy te diste una escapada, y por suerte estaba por aquí. Por cierto ¿que te animo a salir hoy?

[Sol Lestrange Black]

La pregunta verdaderamente me tomo por sorpresa y me estrujo el corazón, tuve que parpadear varias veces para no comenzar a derramar lágrimas, que desde luego no ayudarían mucho a aclarar las dudas de Samy. Suspire profundamente mientras cientos de recuerdos llegaban de golpe a mi mente, no era muy devota de recordar aquella época de mi vida, había pasado por demasiadas cosas siendo aún muy joven.

 

Mi padre siempre se había encargado de demostrar que los errores si bien no podía corregirse se desaparecían, y justo aquello había hecho con mis niños, aun después de muerto parecía seguirse vanagloriando de haberme hecho pagar dolorosamente por mi pecado. Levante la mirada y observe a Sam unos segundos antes de hablar.

 

- Creo que esa es una muy buena pregunta princesa…- admití con una media sonrisa mientras atrapaba su pequeña y blanca mano con la mía. – Cuando estuve embarazada, prácticamente mi única compañía fue la de Haydie, aunque eso prácticamente no ha cambiado mucho …- me encogí de hombros y continúe- Yo sabía que las intenciones de mi padre no eran precisamente buenas al exiliarme a Francia para esconder mi “pecado”, pero jamás creí que llegara a tanto- afirmé con una fuerte punzada de dolor clavada en el pecho.

 

Suspiré una vez más y recorrí con la mirada el lugar intentando retener las lágrimas que insistían en escapar de mis ojos, apreté nuevamente su mano y tome aire para continuar, buscando la forma correcta de explicarme.

 

- Y si yo elegí tu nombre, en ese momento tenía un par no sabía si eras un niño o una niña, aunque al final fueron ambos sin que yo lo supiera. - solté una risa triste- Después de que tu naciste, perdí el conocimiento y no supe que en vez de un “pecado” eran dos…- reí con ironía- Por supuesto tu abuelo tuvo la precaución de que Haydie no estuviera conmigo en el momento del parto, porque de así haber sido, se perfecto que jamás le hubiera permitido que se los llevara.

 

Aquellos recuerdos eran muy tristes, me había pasado los siguientes años buscando a mi hija y finalmente enterándome de que no solo a ella tenía que buscarle, sino también a mi otro hijo.

 

- El único fallo en el plan de tu abuelo para desaparecerlos fue ese, dales los nombres que yo había elegido, de no haber sido así creo que la búsqueda aun seguiría…. -Afirme- Jamás dudes de que te amé desde el primer momento que supe que estabas dentro, desde el primer indicio, cuando supe que iba a ser madre fui inmensamente feliz, pese a todo, fuiste mi fuerza y mi razón para mantenerme cuerda, y después lo seguiste siendo cuando mi único motivo fue encontrarte…te amo desde entonces y te amaré para siempre, porque eres y serás siempre mi luz…- sonreí mientras un par de lagrimas escapaban finalmente de mis ojos rodando por mis mejillas.

Editado 7 de Enero del 2016 por Sol Lestrange Black R

[Samy Lestrange]

Le pelirroja le sonrió con tristeza a su madre y tomó las manos de la bruja entre las suyas, pensando en todo lo que había sufrido su madre a manos de quien debía cuidarla, amarla y protegerla. No sólo había perdido a un hijo, había perdido, sin saberlo, a dos. Y también a sus hermanos, de los que sólo supo de su existencia hasta que aparecieron en su puerta ya crecidos. No entendía la necesidad de Alexandre de apartar del lado de su hija a todo aquel que debería estar a su lado. ¿Qué ganaba él? ¿Qué conseguía aislando a una niña, a una joven, a su propia hija, de todo el mundo excepto de la compañía de una fiel y amorosa elfina?

 

Sí, Mel había intentado matar a sus hijas y a media clase una vez y gracias a su "amigo especial" casi lo había logrado, pero sabía que lo había hecho sin intención. Bueno, eso creía, ¿no? No los habría puesto allí si no supiera que podrían salir ilesos y triunfantes de esa aventura... esperaba. No era lo mismo que ser deliberadamente cruel y traicionero con su propia sangre...

 

- Lo siento, mamy, no quería ponerte triste - lanzando los brazos alrededor de su madre, la apretó con fuerza contra sí, contenta de tenerla en su vida, de que a pesar de haber pasado gran parte de sus vidas separadas, hoy tuvieran un amor tan puro e incondicional como el que compartían, algo que las unía tan firmemente como siamesas.

 

- Supongo que pudimos comprobar que Lord Lestrange no era tan perfecto como él suponía - le dijo secando con suavidad las lágrimas de las delicadas mejillas de la castaña, sin importarle que las suyas corrieran libremente por su rostro. - Nunca supo que la tenacidad y el coraje de su preciosa hija podían vencer su telaraña de mentiras. Su peor error fue subestimarte y creerse todopoderoso. Pero por suerte no hay nada lo suficientemente poderoso en el mundo como para evitar que nos encontráramos la una a la otra.

 

Sam sonrió con tristeza al pensar también en la pequeña elfina y el instinto de protección tan férreo que ejercía con su madre. Haydie sería capaz de mentir, encubrir e incluso matar por su ama. Pero incluso la fuerte determinación de la criatura no había bastado para derrotar las argucias de Lord Lestrange. Quizás el haber "fallado" en esa ocasión era lo que la volvía una leona cuando de Sol se trataba. Pero no habría nada que Haydie hubiera podido hacer y todos lo sabían.

 

- Al menos no pensaste en ponerme el nombre de tu "madre" postiza - soltó la pelirroja en un tonto intento de aliviar el ambiente. - Aunque supongo que sería más fácil encontrar a una Haydie que a una Samantha... - La bruja frunció el ceño al pensar en esa locura, luego alzó la vista hacia Sol con los ojos completamente inundados de lágrimas y llenos de amor.

 

- Gracias, mamy - le dijo con la voz ahogada, apoyando la cabeza contra su hombro. Supo entonces que no necesitaba decir a qué se refería con esa simple palabra, porque Sol lo entendería. Tantos significados en sólo esas siete letras... "Gracias por buscarme. Gracias por encontrarme. Gracias por nunca darte por vencida. Gracias por ser mi madre"...

[Sol Lestrange Black]

Abrace a mi pequeña como si de ello dependiera mi vida, y en muchas maneras así lo era, el haberla encontrado definitivamente había sido el segundo mejor regalo en mi vida, el primero era el haberla tenido, me sentía afortunada de que aquella hermosa mujer en la que se había convertido fuera mi hija. Si, nos habían robado años maravilloso, no la había visto dar sus primeros pasos, no había escuchado sus primeras palabras, no la había llevado hasta el tren el primer día de clases, pero más allá de eso desde el primer momento en que nos habíamos reencontrado habíamos tejido una inagotable telaraña de hermosos recuerdos que nada, ni nadie nos podía robar jamás.

 

- Parece que tu abuelo jamás escuchó aquello del llamado de la sangre y la fuerza del amor…- dije apartando las lágrimas de sus grandes ojos e intentando recobrar la compostura. - Somos un par de sentimentales- afirmé sonriendo mientras rebuscaba en mi bolso un par de pañuelos desechables que arreglaran aquel pequeño momento sentimental MRL.

 

Escuché aquella palabra tan llena de significado y acaricie su mejilla con ternura, negué suavemente, mientras volvía a sonreír enternecida por el momento. No sabía si en algún momento podría ser la madre perfecta, tal vez distaba mucho de serlo, pero deseaba lo mejor siempre para mis hijos y siempre serian mi prioridad, aunque no siempre lo demostrara de la mejor manera.

 

- Y no hay que agradecer amor mío, es más gracias a ti, por haber entendido todo y jamás haberme juzgado, por entenderme, por ser mi mejor amiga, por ser muchas veces mi cómplice aun en mis más grandes locuras - solté una cantarina risa aun entre sollozos- Siempre me sentiré feliz y orgullosa d ser tu madre, nunca lo dudes.

 

Volví a abrazarla fuerte, intentando contener las lágrimas, pero en ese instante me di cuenta que mis lágrimas ya no eran de dolor, por el contrario, eran lágrimas de felicidad, podía perder muchas cosas en la vida, pero siempre al final de cualquier tunel oscuro estaría justo ella mi pequeña lucesita.

[Idylla Macnair T.]

Mientras estaban en la pista de baile, se dio cuenta que el alcohol estaba teniendo ya su efecto y sus inhibiciones estaban desatadas, esa noche estaba dispuesta a divertirse. No quería pensar en nada de lo que había sucedido últimamente, simplemente disfrutaría sin importarle lo que la demás gente pensara y lo que sucediera aquella noche.

 

-¿Nada tímido?- le sonrió ampliamente mientras lo miraba bailar en la pista. Era verdad no bailaba tan mal, pero ella no era de bailar música tan actual, por lo que antes de haberse separado del DJ; le había pedido que pusiera un poco de tango, estaba completamente ansiosa por bailar algo mas atrevido. Y quería pensar que no había perdido el toque.

 

Cuando comenzó la música, ella lo miro atrevidamente. Puso una mano en el hombro del chico y sonrió mirándolo coquetamente -¿estas listo para hacerme comer las palabras por llamarte tímido?

 

@@Dylan Kyle Myrddin