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Videncia


Sajag
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- No creo que eso tenga nada que ver Matt. Además, yo no he probado nada en las últimas horas... Así que, puedo decir que estoy "limpia" y ¡ni siquiera he fumado tabaco! -le dije yo, negando con la cabeza. Estaba segura que el arcano le molestaría más el humo de mis propios cigarros, más aún que tía Sagitas o Matt que rezongaban cuando encendía uno... No, era mejor no contaminar esa zona ya bastante protestaba yo por el incienso.


- Quizás que los tres tengamos la misma visión -chasqueé la lengua- quiere decir un aviso, no algo que tengamos que hacer nosotros... -pensé un segundo antes de continuar.


- ¡Matt! -exclamé yo, asustada por lo que pudiese decir Sagaj. La verdad es que no conocía al hindú lo suficiente para saber cómo se tomaría esa negativa- no hombre, tampoco hay que tomárselo todo tan a la ligera -negué con la cabeza- quizás sea algo que debamos cambiar. Ya sabes que nuestras acciones y nuestras opiniones pueden cambiar el destino, como el aleteo de una mariposa... un plañetero aleteo de una mariposa hace que cambie drásticamente el resultado final -alaaa ya estaba yo, filosófica.


- sigo diciendo que quizá sea un aviso, por eso los cambios drásticos... La muerte, como le dije a Sagitas no es de por sí, una mala carta, peor sería si sale la del me parece, número trece -no pude evitar estremecerme - es la del diablo, esa indica peligros y cómo la muerte... Bueno, puede indicarnos muchas cosas, o a veces nada.


El arcano al final habló y no pude evitar ponerme colorada. ¿Que yo tenía cosas que contarle? Pero, ¡si yo era la que más tenía que aprender, por mucho que me fastidiase, de tía Sagitas!


- Bueno, si usted lo dice - titubeé. No es que dudase, como la animagia parecía que la Videncia también me venía de familia- yo sólo soy la mensajera, no el mensaje. Em, ésto, si le parece que es correcto que diga así -asentí con una sonrisa mirando al hindú.


Respiré aliviada cuando el Vidente accedió a mi petición. Suspiré el aire fresco y eso alivió digamos el mareo incipiante que tenía por culpa de los aromas del incienso. Sí, podía ser cómo decía el hombre pero a mí me dificultaba cualquier lectura. Se me embotaba la mente y me impedía hacer o "leer" cualquier carta del modo correcto que se requería. A pesar de las burlas que había efectuado a mi abuela, al final, la mujer tenía toda la razón en ese aspecto.


- Gracias señor -sobre todo, no quería que pensara que era una irrespetuosa con él.


- ¿Sugestión? -fruncí el ceño- yo creo que más bien teniendo la mente clara, ayuda, la sugestión hace que actuemos de un modo en que de otro modo, no haríamos. Si tenemos información extra todo se puede ir al garete, y al final el echar las cartas no serviría de nada. Es mejor no saber nada. Perdería su encanto.


- Si así lo requiere -asentí con la cabeza y empecé a barajar el mazo que tenía en la mano anteriormente puesto encima de la mesa, a pesar de que ya lo había hecho, intenté concentrarme pero las palabras del oriental, me desconcentraron.


- ¡¿Eh?! ¿Irse, porqué? -pregunté yo- eso no le da derecho a que crea por la fuerza. Tiene que tener más alicientes señor. Para creer -indiqué yo, con una sonrisa.


Mencionó a su hermano y bueno, digamos que eso no me gustó mucho.


Informé a los presentes.


- Cómo todos sabéis hay diferentes formas de sacar una tirada. Para que no sea demasiado larga, sacaré tres cartas e intentaré interpretar lo que sea que me tengan que decir -les dije. Esperaba que al menos, me prestaran la suficiente atención.


Terminé de barajarlas. Coloqué el monto encima de la mesa, las partí en tres partes y las pasé por debajo, una detrás de otra. Con la mano izquierda, giré hacia el otro lado para que la interpretación fuese lo más correcta posible. Me salieron tres naipes. Suspiré...



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- Bien, las tres cartas son; el carro, la suma sacerdotisa y la rueda de la fortuna -miré a los presentes -desde luego, no nos puede ir mejor -reí por lo bajo- Éstas cartas, al derecho, quiere decir que haremos un viaje, acompañada por una mujer sabia que tiene amigos pero es bastante -exageré un poco -arisca a la hora de demostrar sus sentimientos; tendrá la intuición suficiente para resolver el problema y con la rueda de la fortuna, ella es la que tendrá la última palabra para que nos salga bien lo que sea que planeamos...


- ¿Qué tal lo hice? -pregunté ahora al arcano. Seguro que se partía de lo gusto, por semejante tirada. Ya lo veríamos.
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A petición de Heliké, el arcano abrió las ventanas, cosa qeu se agradecía, dejaba salir el cargado ambiente para qeu entrara un poco de frío exterior, acompañado de algo de lluvia, pero no importaba, porque por algún extraño motivo (seguramente un encantamiento impermeabilizador) el suelo permanecía seco.

 

Seguía negando con la cabeza, negándome a pensar que aquello podía ser cierto. Según decía nuestro maestro, a la vampiro le venía de familia desde hacía generaciones, y Sagitas probablemente lo tenía más fácil por ser sacerdotisa. Pero yo? como iba a ser verdad qeu yo fuera capaz de despertar ningún ojo interior?

 

Además tanto él como Heli interpretaban la carta de Sagitas como una buena señal. Miré a mi madre, pero ella esperaba la lectura de Heliké. Volví la vista hacia el maestro qeu me invitaba a marcharme si era lo que quería. No parecía de esos qeu fuera a suplicarme permanecer en la estancia, algo que además, me habría echado con más rapidez si cabe.

 

Asi qeu giré, dispuesto a salir de la habitación....pero fue su referencia a Ithilion lo que me detuvo. Me iba por no escucharlos, porque tanto Sagis como yo habíamos estado en una Potter Black totalmente en ruinas, un futuro terrible. Ver como habíamos matado al niño nos empujaba a pensar que tomaríamos la decisión más tremenda con tal de evitar ese futuro.

 

Y aun con esas, Sagaj tenía razón...dejarlos sin saber que más podría pasar acabaría por comerme la conciencia. Lancé un gruñido, sin darme cuenta que había contenido el aire durante un par de minutos, y volví a entrar mientras el arcano preparaba te y la vampiro barajaba y sacaba una tirada de tres cartas en la mesa, interpretándolas como el viaje de una sacerdotisa sabia acompañada por un grupo que decidiría el destino ayudada por la rueda del tiempo.

 

- No te recuerda a...eso? - pregunté a mi madre, refiriéndome al aletómetro que tan poco le gustaba.

 

Miré las cartas fijamente, tratando de encontrarles un sentido.

 

"Es la hora de que elijas." esa voz de hombre no la conocía. Llovía, pero olía a piedra. Extrañamente, creía estar en la Potter Black. - "No puedes retrasarlo más. Si vas a hacerlo, debe ser ahora. Debéis actuar o dejarlo pasar....una vida u otra, un camino u otro."

 

Levanté la vista mientras otro rayo cruzaba la sala. Me gustara o no...puede que el arcano si tuviera algo de razón.

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Si ya el ambiente estaba del todo tenso, el grito de la somnolienta Heliké no ayudaron a calmarme. No entendí lo que decían pero ya tenía los nervios a flor de piel, observando aquella maldita carta de La Muerte. ¿Por qué había tenido que barajar tan mal las cartas del Tarot? ¿O por qué había tenido que, sencillamente, acudir a aquella clase?

 

-- Porque, en el fondo, sabes que tienes visiones reales -- dije en voz alta, con voz trémula.

 

Heliké habló con voz tan fuerte que solté la carta con un gritito. No se oyó porque un trueno sonó cerca, muy cerca, de la ventana abierta de la habitación del Arcano. Aquel dibujo de La Muerte se balanceó en el aire, como si le diera pereza caer al suelo, poco a poco, como si en vez de una carta fuera una pluma de ganso.

 

-- ¿Qué...? -- contesté a mi sobrina. Sin embargo, mis ojos parecían haberse puesto turbios y una mujer, con una túnica blanca como la nieve y de ribetes dorados, tal como era el traje de gala de las sacerdotisas de Avalon, repetía las palabras que Heliké decía:

 

"puede significar cambios drásticos en la vida"

 

-- ¿Cambios drásticos? -- le dije a aquella mujer. llevaba la capucha blanca nívea y las manos dentro de las amplias mangas de la túnica. Sólo podía fijarme en aquellos labios rojizos, que se movían sin pronunciar palabra pero que yo oía dentro de mí. Por un momento, llegué a pensar que era mi madre, Antara.

 

"Los cambios no tienen, sin embargo, que ser malos. Dolorosos sí, pero no negativos."

 

-- ¿Negativos? -- dije, como una lerda que sólo sabe repetir lo que oye. Observé aquellos dientes blancos que se veían mientras la mujer movía los labios. Poco a poco, levantaba la cabeza. No, aquella barbilla no era de Antara.

 

"Responde que no a la gran pregunta. El No ha de ser tu respuesta"

 

-- ¿Cómo que he de decir que no? ¿A qué he de decir que no? -- Por un momento, entendí que tenía que decir que no al tema del Portal de la Videncia, que tenía que abandonar. Entonces... la vi.

 

Me vi.

 

Era Sagitas.

 

Era yo, la que me hablaba, la que interpretaba la carta de La Muerte. Di un grito y retrocedí un par de pasos, golpeando algo con el costado, una mesa o una silla, o algún mueble, no lo sabía. Sólo sabía que yo me estaba hablando. Si estaba teniendo una Visión de mí misma, augurando y aconsejándome, es que tenía el poder de la Videncia. Por tanto, no podía ser No a cruzar el Portal. ¿A qué tenía que decir que no?

 

A mi alrededor, se mascaba la tragedia. Matt intentaba escapar y alcé la mano, intentado pararlo pero YO aún estaba pronunciando una última frase:

 

"Sólo es La Muerte. La Aventura más Allá de todo lo que nos rodea y que algún día tendremos que vivirla.

No es una mala carta, mujer."

 

Aquella frase se confundió con la voz del Arcano, quien la estaba diciendo en el presente. Parpadeé y me vi desaparecer mientras el Arcano Sajag aparecía ante mi presencia, con una sonrisa fácil que intenté corresponder.

 

-- Creo, Maestro.

 

No hizo falta nada más. Si me había visto es que lo era. No había más discusión. Ahora el Arcano decía que escuchase a Heliké y lo hice, curiosamente sin protestar ni decir nada en su contra, como solía hacer.

 

-- Matt no se irá -- susurré. Lo sabía. Por dentro lo sabía. Lo había visto. Sonreí un poco ante las palabras de Heliké sobre que era la mensajera y no el mensaje. Aguardé.

 

Aguardé a que hiciera la tirada. Me acerqué al Arcano y tomé una de las tazas de aquella tisana que había preparado. Me senté en una sencilla silla y esperé a que Heliké hablara. No me había falta mirarlas. Tal vez no fuera buena con las cartas pero algo se había abierto en mi interior y "veía" el destino que nos esperaba como si fuera una mini-película de nuestras vidas. Sonreí ante la interpretación de Heliké. Di un sorbo a la bebida caliente.

 

-- Lo has clavado, sobrina. Soy una arisca que no gusta de mostrar sus sentimientos, pero... ¿sabéis qué...? Os amo.

 

Volví a poner los labios en la taza. No para beber sino para disimular la sonrisa que asomaba a ellos. Matt tenía razón. Íbamos a pasar por una aventura en la que se marcaría el destino de alguien querido.

 

-- Creo, Arcano, que estamos preparados para adelantar el camino -- dije, al final, cuando ya no pude disimular más que no bebía.

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- ¡Déjeme a mí saber cuando pueden adelantar el camino, muchacha! - exclamó el Arcano. El hindú era un hombre paciente y el comentario de la pelivioleta no le supo mal. Al revés, estaba encantado. Aquella mujer, aquella muchacha comparado con él, acababa de sufrir la metamorfosis de los que han aprendido. Sentía el víncul.o que les unía en este momento.

 

No se lo esperaba. Lo sabía, que llegaría esta momento. Pero se había visto a sí misma hablándose a sí misma. Algo completamente inusual. Muchos se volvían locos ante situaciones así. La señora Potter Blue, sin embargo, había abierto el Ojo interior y había sonreído.

 

También le merecía sus respetos la señorita Rambaldi. Era algo altiva e impetuosa y, sin embargo, había hecho una lectura perfecta de la tirada de las cartas. Sí... Tendría que mejorar su carácter. O tal vez no... El carácter del Vidente no era algo que importara al Arcano de la Videncia pero sí su capacidad de interpretación. Si ella era feliz siendo así de brusca, se lo podía permitir. No era de su incumbencia. Además, había sido capaz de darle las gracias. Eso era un gran avance.

 

- Ha sido una tirada estupenda y una lectura excepcional. Como usted misma ha visto, los tres están unidos más de lo que la Sacerdotisa quiere demostrar y el Carro les arrastra a un futuro que pueden decidir. No se desanime, señor Blackner.

 

Ahora le tocaba al muchacho. Si había estado a punto de abandonar había sido por miedo a los poderes que se despertaban en su interior. Le faltaba un poco. No había adquirido la certeza de su madre ni la presteza de su novia pero estaba allá, latente, pugnando por salir.

 

- Ha de darse la oportunidad de creer, señor Blackner, porque necesita creer que esa Rueda de la Fortuna puede darle la ocasión de cambiar lo que ustedes han vivido. Porque... Al fin y al cabo... El Ayer es Historia. El Presente es un Regalo. El Futuro... un Misterio. Reflexione en eso, señor Blackner. Reflexionen todos y decidan. Decidan si quieren coger el carro que anuncia la señorita Rambaldi y acceder a la Gran Prueba que les permita ver ese futuro que tanto les impresiona, sabiendo que hay miles de futuros posibles que cambian por un simple aleteo de paloma.

 

¿Era paloma lo que había dicho la señorita Rambaldi? No, había sido mariposa. Una dulce y leve mariposa la que podía cambiar toda la historia, cualquier Historia.

 

El Arcano estaba cansado. Hablar no le gustaba y hoy había atendido a tres pupilos a la vez. Le gustaría tumbarse y dormitar un poco, el tiempo acompañaba a hacerlo, cubrirse con una manta y soñar... Ver... Pero el sosiego le sería vedado hasta que sus pupilos estuvieran listo. Sólo faltaba un poco, muy poco, para conseguirlo.

 

- ¿No van a tomar el té que les preparé? Se está enfriando...

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Sagitas pasó por lo qeu parecía otro momento de trance, tras el cual, anunció que estábamos listos. Al menos ella lo creía, al igual qeu heliké, que había lanzado sus cartas y hecho una lectura de la tirada de forma acertada según las palabras del hindú.

 

Pero seguía faltando yo, el arcano lo sabía y en cierta forma, trataba de animarme. No levanté la vista de las cartas. Era cabezota, demonios....era el hijo de Sagitas, no podia ceder tan fácilmente. Pero por otro lado, no me gustaba quedarme atrás, empezaba a picarme demasiado la curiosidad.

 

Con las palabras de Sagaj me quedé pensativo, era cierto...pensar en el ayer no nos llevaba a nada, ya había pasado y formaba parte de nuestra historia, y el futuro, por más qeu quisiéramos conocer, no sabíamos a ciencia cierta que pasaría hasta llegar a él, o como podríamos cambiarlo con nuestras acciones.

 

Tomé la taza de te qeu había preparado el arcano y di un trago. No me gustaba demasiado el te, pero después de casi abandonar la clase, además no iba a decirle que no.

 

Observé el vasito donde el liquido se mantenía en calma, quieto, tranquilo. Daba vueltas a lo qeu me había dicho, y sin darme cuenta, esta vez, me abstraje de ellos.

 

Dejar de oir la lluvia fue lo que seguramente hizo qeu levantara la cabeza, encontrándome ni más ni menos que con la mirada de Fenrir. Los ojos de mi lobo me observaban en calma, mientras la cola se movía con felicidad. El lobo, sentado en el suelo, echó las orejas hacia atrás, seguramente complacido de verme alli con él. Alargué la mano para rascarle entre las orejas, dudando de si aquel era el verdadero Fenrir o algún tipo de visión.

 

En mi mano izquierda percibía cierto peso, pues agarraba un objeto pequeño. Al mirar, reconocí enseguida el armazón externo del aletómetro que Sagitas tanto detestaba y que yo conservaba en casa, y que tras la tirada de cartas de la vampiro, asemejaba con la rueda del tiempo.

 

- No temas del futuro - alcé la vista. Un hombre se situaba a pocos pasos del lobo, un hombre que nunca había visto antes. Llevaba una gabardina marrón, camisa y corbata, aunqeu la verdad, no tenía pinta de ser un tipo trajeado, sino más bien, alguien que había acabado asi por casualidad. - Ya influisteis una vez en el pasado desde el propio futuro. Todavía puedes elegir la tercera opción y evitar que las visiones sucedan.

 

Iba a protestar, a decir algo, cuando Fenrir gruñó...más bien comenzó a aullar, segundos antes de que aquel tipo se me acercara y me tocase la frente, apenas un ligero toque con los dedos.

 

Pero aquello me devolvió a la realidad. Miré a las chicas. Teníamos que saber más acerca de ese futuro qeu tanto nos unía.

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Sentí cómo me ponía colorada. Que el arcano dijera aquello bueno, no me lo esperaba, sinceramente. Era cierto que mi abuela dominaba mejor que yo, el tema de la lectura de las cartas del tarot, pero, ¿podría llegar a ser tan buena Vidente como ella? Eso ya era el primer paso... el acertar en un futuro tan incierto, cómo quizá siniestro y que nosotros teníamos el deber de cambiarlo. Quizá ese fuera el futuro, que cada uno de nosotros por un pequeño cambio, podía transmutar a otro diferente...

 

No sabía qué era, a pesar de que gracias al Arcano que había abierto la ventana y no había tanto incienso en la habitación, volvía a percibir que tenía los sentidos embotados. Puede que fuese la influencia de los tres, las palabras del hindú que hacía que se distorsionase un poco mi audición. Ahora parecía que escuchaba un poco de palabras ininteligibles que, poco a poco fui comprendiendo. De nuevo, mi visión pareció volverse algo borrosa para de nuevo, ver otra vez el pasado.

 

¡El maldito pasado que parecía que me perseguía! ¿Tendría mi abue todas las habilidades aprendidas siglos atrás? Entonces sería una Maestra. Tendría que preguntarle...

 

Pero lo que más perturbaba mi mente es que, noté cómo la habitación cambiaba.

 

Cerré los ojos por la fuerza de cierto flash...

 

Moví mi mano como queriendo abrir una puerta y así era. El gran portón daba a un acceso de una habitación. Era la misma que había visto en el sueño y en dónde el Señor de la Videncia se me había aparecido, por decirlo de algún modo. Pero parecía algo diferente. Por supuesto, había retales coloridos, una mesa redonda y por supuesto la bola de cristal situada en su lugar. Noté cómo mi cuerpo se movía, pero al mismo tiempo sabía que estaba sentada "qué raro" pensé para mí.

 

- Avanza mi niña, avanza... - era la voz de mi abuela. Ésta estaba sentada y en su cabeza llevaba puesto una especie de velo de color violeta, como las antiguas gitanas cuando hacían sus tiradas del tarot. En cada muñeca varios amuletos protectores, como así uno en su cuello. Llevaba en las manos una baraja de cartas...

 

- Veo que has llegado hasta dónde has llegado. No me esperaba que fuese tan pronto, la verdad - me soltó, alegre y sorprendida a la vez.

 

- ¿Dónde estamos? -solté, con una preguna un tanto infantil.

 

- En el pasado, por supuesto...

 

- ¿Ocurre en mi cabeza? -inquirí de nuevo...

 

- Tal vez sí, tal vez no... Sólo que tengas la capacidad de creer tal y cómo te enseñé yo que debías hacerlo - me dice con una sonrisa agradable. Se levanta y con un callado más alto que ella se ayuda a desplazarse por la habitación.

 

- Entonces, ¿cómo puede ser que, esté aquí al mismo tiempo y al otro en la habitación del arcano? -otra pregunta tonta, puede, pero ella, con la misma calma que la caracteriza, me responde.

 

- Así es la magia querida. El pasado es para aprender y te enseñará a manejar el futuro -¡vaya respuesta! - creo que estás heredando todos mis dones -sonríe nuevamente y veo cómo, con dificultad, recoge una vieja baraja de tarot.

 

- Ésto es para ti - me dice y la miro sin poder evitarlo, sorprendida- sí, es para que sepas de dónde vienes y quién eres. Con el don de la Visión podrás ayudar, como cuando fue lo de animagia, ¿recuerdas? -asiento con la cabeza, aún alucinada- ¿piensas acaso, que no sé de tus progresos? -me comenta, con una voz, que puede ser de orgullo.

 

- Ahora vete, has visto lo suficiente - echa unos polvos al suelo y suelta un estallido de luminosidad, ella desaparece, los ojos me lagrimean y de nuevo, los abro. En ésta ocasión, veo que me suda la cara y siento que ya estoy en la misma habitación...

 

- Pero, ¿qué ha pasado?- una pregunta un tanto absurda pero definitivamente me dio la confirmación de que iba en el camino correcto...

 

- ¿Se pueden tener visiones del pasado, arcano? Porque si es así... Empiezo a creer en la videncia. Mi abuela, otra vez ha venido en mi ayuda en una segunda ocasión - sonreí alegre, mientras los demás parecían estar más preocupados por sus cosas -pienso que tenemos el poder para cambiar lo que sea que tenga que ser. Ni para el bien, ni para el mal, sólo nosotros podemos avanzar hacia el futuro con pequeños cambios, como dije anteriormente... Como un pequeño aleteo de una mariposa puede hacer cambiar el destino completamente...

 

¡Y ahora era filósofa! Pero bueno, eso me ayudaba a aceptar realmente el don que tenía por herencia, como la animagia. Era raro. Parecía cómo si mi madre hubiese despreciado todos esos dones y habían venido a mí en un momento que jamás hubiese pensado. ¿Los tendría también mi hermana Annabelle? No dudaba por un segundo, que le hubiese gustado estar en mi pellejo en éstos momentos.

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Me sentí reñida. No reaccioné a sus palabras y, sin embargo, bajé la cabeza, con humildad, un gesto que había aprendido en mis años de Sacerdotisa. Y cuando mencionó eso, a la Sacerdotisa, pensé que se refería a mí.

 

Después me di cuenta que se refería a la carta que habías sacado Heliké en aquella tirada del Tarot. Después, finalmente, supe que sí, que metafóricamente se había referido a mi persona.

 

-- Esta sacerdotisa es más cabezona de lo que le gusta confesar, Maestro Arcano.

 

Así que ese era el futuro que vaticinaba mi sobrina: la sacerdotisa (yo) iría en carro hacia el futuro, o algo así... No tenía carro ni pensaba comprarme uno, aunque supongo que también sería una referencia metafórica.

 

-- Si el futuro que me espera se enlaza con los tres, ¿podemos los tres hacer la prueba juntos? He de reconocer que los tres entramos aquí por separado y sin creer en la habilidad y ahora estamos los tres unidos y tenemos visiones. Es como si la fuerza para despertar nuestro Ojo Interior fuera el grupo que formamos...

 

¿Le estaba implorando al Arcano que no nos separara ante el Portal? ¿Era por miedo o porque realmente pensaba que teníamos que estar juntos hasta el final? Negué que quisiera la bebida, no me apetecía y, sin embargo, me quedé cortada al ver que Matt tomaba una taza, bebía y... Se perdía.

 

Conocía bien esa expresión y guardé total silencio para no distraerla, deseando que nos contara lo que había visto. Le vi moverse, alzar la mano, dilatarse los ojos...

 

-- ¿Qué...? ¿Qué...? -- susurré, para no romper la atmósfera de Misterio que nos rodeaba.

 

Heliké también estaba teniendo su propia visión y le había preguntas al Arcano. Soplé un poco enfadada.

 

-- ¡Callaros! -- les dije. Ay, Dios... ¿Había mandado callar al Arcano? -- Quiero escuchar lo que dice mi hijo.

 

Vale, ahora tuve yo la visión de ser asesinada por mi sobrina por mi descaro.

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El Arcano se acomodó en una silla baja donde parecía que mantenía que se sentaba en posición de loto. Era un hindú al que le gustaba mantener las tradiciones, siempre que su figura oronda y sus rodillas se lo permitieran. Era agradable disfrutar de la evolución de aquellas tres mentes que habían entrado en su hogar con un casco puesto y, ahora, estaban liberando sus ataduras y se mostraban como eran.

Sabía que aquella evolución les marcaría como personas, sobre todo cuando decidieran seguir adelante. También era consciente que habían podido progresar debido a que los tres mantenían unos víncul.os familiares muy fuertes y que se habían ayudado entre sí, aunque tal vez no se hubieran dado cuenta de ello. Estaba seguro que, solos, tal vez no hubieran conseguido romper el Ojo Interior que poseían desde siempre. Bueno, tal vez sí uno de ellos pero, lo sabía, lo veía, el chico hubiera preferido no romper nunca las corazas con las que se protegía si no hubiera estado con su madre y su novia.

Allá estaba él, ahora, teniendo esperanza con aquella visión. Le encantó ver que despertaba de su visión y miraba a todos.

- Ha descubierto una gran verdad con su Videncia, señor Blackner. El futuro no está escrito. Siempre puede ser cambiado. Es por ello que nuestra Habilidad consiste no sólo en Ver o en Interpretar sino en Saber que todo puede ser cambiado. Las profecías no son eternas.

Guardó un momento de silencio. Las otras dos muchachas estaban hablando, casi discutiendo, entre ellas.

- Muy lindo su lobo, señor Blackner – Era cierto. Aquel animal sería una figura clave para arreglar todo aquel embrollo familiar en el que parecían haberse inmersos en el futuro. - Cuídelo bien. Sin él, la realidad puede ser muy diferente.

Sajag nunca daba explicaciones. Sus pupilos, cuando llegara el momento, entendían sus palabras. No necesitaba darlas. Todos los Videntes entendían lo que sucedía en el momento justo.

- Las visiones pueden ser del pasado, presente o futuro real, o pasado, presente o futuro que pudo o puede o podrá ser... Debemos aprender a conocer qué es lo que tenemos delante y su repercusión en nosotros o en las personas que nos piden ayuda. Al fin y al cabo, los Videntes somos una clase diferente de individuos, con una Habilidad especial cuya finalidad no es exclusivamente para nosotros, como puede ser Animagia o Metamorfomagia. Algunos, la mayoría, la usamos para ayudar a otras personas.

Se calló que muchos pseudovidentes, los que daban mala fama a esta Habilidad, la usaban en su propio beneficio para estafar a los otros. El Arcano no hablaba de eso. Siempre presuponía que los pupilos que llegaban a su casa, salían con el deber moral de usarla bien. Pero no podía sentirse culpable cuando no era así.

El Arcano se incorporó y se acercó a los tres. No le hacía falta que la señora Potter Blue le hiciera aquella petición. Él sabía que su unión era la clave para despertar y funcionar como Videntes. Era su primer caso de este tipo de víncul.o pero sabía que su Maestro había tenido varios pupilos con el mismo síntoma.

- No seré yo quien les separé, creo que es algo que me sería imposible intentarlo. Sé que es una mujer... ¿cómo ha dicho antes? Cabezona. Sí. Pero también es Sacerdotisa. Y Madre. Y amante de su familia. Es un montón de cosas que no se pueden separar. Es por ello que tomo esta decisión.

Ahora sí, les miró a los tres, uno por uno, antes de volver la mirada hacia sus manos.

- Les pregunto a los tres, ¿están dispuestos a cruzar el Portal de la Videncia y vincularse con el Anillo? Si es así, vayan, juntos o separados, al río de la Universidad. Allá les daré las últimas instrucciones, Por favor, márchensé, ahora que no hay tormenta. Sabré si quieren seguir si les veo allá a las diez de la mañana.

Ciertamente, por el ventanal entraba el aroma de la tierra mojada pero no había ni un solo rastro de la lluvia ni de los relámpagos.

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Agggg, mi hijo no contestaba a mi pregunta y el Arcano se preocupaba de su mascota. ¿Será posible? Con lo nerviosa que yo estaba...

 

-- ¿Matt?

 

Mi pregunta era casi una súplica para que me dijera qué era lo que había visto. Las palabras del hindú me sorprendieron otra vez. ¿El animal podía hacer que la realidad fuera diferente en el futuro?

 

-- Esto casi parece un complot familiar, madre, hijo, sobrina y mascota lobo. ¿Algo más?

 

Sí, sé que estaba algo irritada pero eran nervios, eso sí, todos los que me conocían sabían que cuando algo me superaba, me sentía muy perdida, algo que no soportaba. Para mi sorpresa, el Arcano no me contestó mal ni me tiró a patadas de aquel lugar. Parecía demasiado amable, incluso para mí, pues yo no hubiera sido tan paciente conmigo misma. Nos informó que el futuro no estaba escrito y que era cambiable y nos dio una pequeña charla sobre la utilidad de aquella Habilidad. Yo, personalmente, la iba a usar para salvar a mi hijo, a mi familia y a la Potter Black, en ese orden. Después... Ya veríamos si volvía a usar la Videncia.

 

-- ¡Menos mal!

 

Sí, sé que no me estaba luciendo. En aquel momento, me sentía cansada y con un incipiente dolor de cabeza. Quería irme a casa. La noticia de que el Arcano nos permitía ir juntos. ¿Sería adecuado? Bueno, ya se vería. Me levanté y dejé la taza sobre la mesita de madera.

 

-- Yo vendré, Sr. Sajag. Pienso venir y vincularme a esta Habilidad, se lo aseguro. Como ha dicho antes, soy una cabezona y pienso ser Vidente. Se lo aseguro.

 

Miré a la puerta. ¿Podría descansar un poco antes de la cita de mañana a las diez de la mañana?

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¡Puf! ¡Cómo me apetecía fumar un cigarro! Después de lo que había visto, un fragmento del pasado, era lo que más necesitaba en esos momentos. Me conformé con sacar la pequeña petaca de plata, con el escudo Rambaldi y darle un trago al whisky de fuego. Esperaba que nadie se diese cuenta de ese pequeño detalle. Al menos, quería aplacar los nervios que sentía. Sí, quizás el vincularse con el anillo de la Videncia hacía que sintiese un cierto temblor dentro de mí. Empecé a reírme, nerviosa, pero sabía que debía callarme. Lo último que querría era que el arcano me echase a patadas del lugar, por faltar el respeto a esa materia de la magia, de las que pocas personas creían. Algo normal.

 

Escuché a Sagitas y sonreí de nuevo. Sí, sabía que era una bruja de armas tomar, cabezota hasta límites insospechados, pero lo que más me sorprendió todavía era el simple hecho de que los tres hiciésemos la prueba en conjunto. Estaba segura de que el Maestro o se negaría o se quedaría sorprendido por la solicitud. Al menos, no había claudicado en enseñarnos los pasos a seguir para formarnos en esa habilidad. A pesar de la fama que teníamos y que se había "dado a la fuga" cuando habíamos llegado a su hogar.

 

Asení con las palabras de la pelivioleta. Sí, tenía razón. Todos habíamos tenido visiones y la verdad no es que fuesen muy halagüeñas. Eso tenía que significar algo y quizá con la prueba pudiésemos resolver eso que nos turbaba a los tres. La muerte de Ithilion quizá, a manos de alguno de nosotros. Tendría que averigüarlo, tenía demasiado cariño a ese pequeñajo como para creerlo, creer el simple hecho de que tendría su sangre en mis manos. Eso era lo que más me perturbaba.

 

Nos mandó callar a los tres y fruncí el ceño media enfadada, para cuando ella terminó el arcano hindú habló. Hablaba de profecías y de que el futuro en cierto modo estaba en nuestras manos. Bueno, eso yo, ya lo sabía de antemano. Estaba realmente curiosa por lo que pudiese pasar la verdad. Afirmé con la cabeza a sus palabras sí, usaría la Videncia para ayudar pero bueno, seguro que no sería tan buena como mi abuela, eso por descontado ella era la Maestra. Tendría que tener una charla con ella pero desde que había desaparecido nuevamente, no sabía dónde encontrarla.

 

- Se lo agradezco señor - le dije con una sonrisa al arcano. La verdad es que me daba realmente pánico el tener que hacer la prueba yo sola sin más ayuda que la del Ojo Interior y que ante nosotros se nos ha despertado a los tres. También era cierto, que tenía cierta intriga en resolver ese misterio que tanto me inquietaba. Recogí todos mis enseres y cómo pude, metí la maleta en el monedero de piel de moke y que ya de por sí, pesaba un quintal.

 

- ¡Claro que sí! Yo quiero llegar más allá de ese asunto. No sólo para vincularme con el Anillo sino para saber más...- me callé, lo último que querría era demostrar mi ambición ante los conocimientos que se me presentaban.

 

- Sagitas, espero que descanses ésto será importante, para los tres... Os veo mañana entonces -sonreí a mis familiares y le di un beso tierno en la mejilla a Matt, lo último que querría era perturbar más a mi tía Sagitas. Ya bastante teníamos con las visiones que no me habían gustado nada, por supuesto.

 

Suspiré cansada. Me sentía física y cansada mentalmente. Tendríamos que reponer fuerzas, estaba segura de que, no nos bastaría con una simple poción energizante para llevar a cabo la prueba que nos encomendaría el Arcano, aunque quizás, fuese el portal en sí mismo que nos pondría a prueba para ver el alcance de nuestros dones y nuestros conocimientos.

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