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Videncia


Sajag
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Kelian Karkarov

 Las últimas visiones lo dejaron con una ligera punzada de dolor en su cabeza, pero nada comprada a las muchas preguntas que ahora rondaban en su cabeza. Al igual que Rhiannon él ahora estaba completamente seguro de que su madre estaba en peligro y que todos los sueños que había estado teniendo durante meses en realidad eran visiones ¿Cuántas de ellas se habían vuelto realidad? Varias, aunque no en su totalidad pues su madre seguía con vida. El último sueño que tuvo fue sobre el ataque a un hospital, este se había dado, pero su madre había salido con vida. Aquel pensamiento le hizo tener esperanzas de que quizá su progenitora no tenía el destino marcado.

 Aun sumido en la obscuridad era consciente de la presencia de Rhiannon cerca de él, estaba por preguntarle si se encontraba bien, pero la voz del Arcano en su cabeza lo distrajo. Conforme escuchaba la voz de su maestro frente a él empezó a formarse un portal, quizá era la salida de ese extraño lugar. Sintió un gran alivio al descubrir que aquel viaje sensorial estaba por llegar a su fin. Cada vez lo sentía más cerca, pero Sajag tenía un último plan un último requisito para que pueda atravesar el portal y llegar a la salida.

 «Visiones solo mías» Por un momento sintió un poco de pánico, pues estaba consciente de que tocar a otra persona desataba sus visiones o soñar ¿Pero era capaz de ver algo sin usar ninguno de esos dos medios? Cerró los ojos, lanzo un suspiro y luego empezó a respirar con calma, ese tipo de respiración que alguna vez su padre le enseño para meditar y serenar su mente.

Tenía que abrir su mente, abrir el tercer ojo, dejar que las sensaciones e imagen lleguen a su mente. En primera instancia no pasa nada, pero pronto llegan a él imágenes que están confusas, desordenadas. Vuelve a respirar una vez más relajándose y entonces abre los ojos y lo ve. A su alrededor hay muerte, destrucción y caos por doquier, reconoce el lugar como una concurrida plaza de Londres, es de madrugada y al parecer los magos y brujas se había vueltos locos. No había autoridades, por donde miraba había personas inocentes siendo lastimadas por otras a las que al parecer formar caos y matar era su más grande motivación.

Entonces se vi a sí mismo, hasta ese momento había sido un miembro pasivo de la Orden del Fénix, pero esa visión le dejaba claro que eso estaba por cambiar, pues estaba junto a otros miembros intentando que las bajas de aquella locura fueran menos. ¿Cómo habían llegado a ese punto? ¿Una tercera guerra mágica? No lo sabía pues en ese momento atravesó el portal verde y salió de aquel lugar.

 Vuelve a estar en la vivienda d Sajag, toce sin poder evitarlo pues siente como si hubiera estado conteniendo la respiración por mucho tiempo. Sus ojos tardan un poco en ajustarse a la nueva luz, más cuando lo hacen descubre que no está solo, el Arcano y Rhiannon estaban también ahí.

 —Sabía que lo lograrías… —Dijo sonriendo a la bruja quien había salido antes del portal.

 —Gracias por sus enseñanzas maestro… —añadió esta vez dirigiéndose al Arcano—creo que finalmente he aceptado que tengo el don y que este es real. Además de que ya no necesito soñar o tocar a alguien para abrir mi tercer ojo y tener una visión, creo que soy capaz de dejar que ellas lleguen a mí. —Era la primera vez que acudía a un Arcano, así que no tenía idea si ahí finalizaba su aprendizaje o aun hacía falta algo más para poder vincularse con la habilidad.

—¿Ahora qué sigue?—Preguntó pues algo le decía que aun faltaba camino por recorrer. 

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Sajag los observaba detenidamente cuando ambos alumnos habían salido despedidos de aquel portal. Aún no entendía muy bien si era ellos que decidían salir o el mismo portal, Sajag estaba seguro que su magia no era tan fuerte como la de la pirámide, pero al menos funcionaba para probar la Videncia sin correr ningún riesgo. Todo ocurría dentro de sus cabezas y las visiones le jugaban una mala pasada.

Cuando recordó la pirámide, unas imágenes llegaron a su cabeza: cuatro manos se apoyaban sobre la madera de la puerta doble de las Gran Pirámide. Dos ojos eran amarillos como el trigo. Los otros como dos esmeraldas. El portal de videncia irradiaba una luz enorme para recibir a los futuros videntes. Cuando Sajag posó su vista en su propia sala, pudo ver aquellas mismas personas comprendiendo lo que sucedía.

Rhiannon se había dado cuenta de la verdadera lección detrás de todo eso. Su objetivo no era salirse de su propia identidad, sino aceptarla, saber que no debía alejarse de la videncia, sino formar parte. Aquello mismo le estaba diciendo al Arcano que quería comprometerse, no quería dejar de ser ella, sino entender todo con aquel don. Kelian había logrado obtener información de si mismo. Había visto a una bruja en sus visiones como su compañera. Incluso llegaba a notar lo que Sajag también había logrado descifrar, un hecho catastrófico dentro de muy poco.

Sajag les dirigió una reverencia en modo de agradecimiento, respondiendo la pregunta de Kelian:

Les queda la parte más difícil, queridos. Rhiannon, has logrado encontrar tu verdadero destino. Ahora eres parte del universo y éste camino recién empieza —se enfocó en ése instante al chico—. A ti te llueve la información, pero has aprendido a orientarla para donde desees. Ambos han hecho los primeros pasos y creo que es momento de continuar. ¿Están listos para la prueba?

Tal vez para los chicos era sorpresiva la decisión de Sajag. Pero la chica estaba más decidida que antes, su entrenamiento había sido toda su vida, había logrado lo que pocas personas apenas habían intentado. Él mantenía toda la información en todas direcciones, su percepción era muy abierta y ya lograba divisar cosas. Pero la verdadera prueba estaba adelante, para saber lo que esperaba al joven Kelian.

@ Ellie Moody  @ Kaori M.

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Rhiannon Kincade

Mantiene la cabeza baja y las manos sobre el regazo mientras aguarda por la contestación del arcano, sin saber muy bien qué pensar. Sin embargo, al oír a alguien más salir del portal, observa de reojo a tiempo para ver a Kelian, y justo detrás de él el resplandor verdoso desapareciendo sin dejar el más mínimo rastro. Rhiannon sonríe levemente, sintiendo una punzada de culpabilidad porque sabe que sus palabras son sinceras; desde el primer momento le dijo que debía tener más esperanza y al final había tenido razón. Mascullar un gracias sería muy escueto y muy frío, y Rhiannon considera que Kelian merece un agradecimiento más formal. Y, en verdad, hay cosas que hablar, como las visiones. Pero en ese momento, sabe que los dos aguardan por la respuesta del arcano, así que disimuladamente baja la mirada como si en ningún momento esta se hubiese desviado de las puntas de sus botas.

A diferencia de Kelian, Rhiannon había investigado en qué consistía el aprendizaje con los arcanos y tenía una idea remota de qué es lo que están buscando. El Aro de la Habilidad es el sello de dominio total de la habilidad, es lo que definiría para siempre su relación con la Videncia y con Sajag. Sabe que ese Aro tiene la capacidad de otorgarle para siempre la libertad, de permitirle cerrar el Tercer Ojo... pero, por el contrario, también podría hacer que este esté abierto para siempre al Universo, y sea más manejable y menos caótico de lo normal, de modo que las visiones no les frieran el cerebro. Y la decisión que tomen en ese momento acerca de cómo seguir adelante, es la definitiva. Pero, además de su propia voluntad, necesitan contar con la bendición de Sajag; pues es él quien los puede llevar al Portal de las Siete Puertas.

Él tiene que hacer la pregunta y ellos deben responder con seguridad para poder avanzar.

Rhiannon contiene la respiración cuando Sajag pronuncia las palabras, atónita, a pesar de que internamente estaba rogando porque sucediese. De repente, siente que un pedrusco de nervios se le atora en la garganta, amenazándola con enmudecerla; sin embargo, se las arregla para tragarse la creciente ansiedad y entreabre los labios para responder.

«Si no demuestras seguridad, no podrás seguir avanzando», susurra una voz desde un rincón de su cabeza, cuando se da cuenta de que su pulso vuelve a dispararse.

—S-sí, estoy lista —musita Rhiannon, volviendo a hacer énfasis en su reverencia, aunque la espalda comienza a dolerle por tener la cabeza inclinada hacia adelante—. Haré mi mejor esfuerzo para que su tiempo no haya sido en vano.

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sins don't end with tears, you have to carry the pain forever

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Kelian Karkarov

 Quizá debió sacarle un poco más de información a su abuela sobre los Arcanos, las clases y todo lo que a ellos concernía, pero la verdad era que en ese momento no cruzo por su cabeza la idea de llegar tan lejos. Kalian llegó a esa clase con la firme idea de que sus sueños eran solo eso, sueños y nada más, sin contar con el hecho de que la adivinación nunca fue su materia preferida en el colegio, además del sin número de charlatanes que había por ahí engañando a gente incauta que buscaba alguna receta mágica para solucionar sus problemas o quizá tan solo un poco de esperanza.

 Ahora sabía que el don era tan real como el aire para respirar y que él poseía dicho don. Tampoco podía negar que le asustaba un poco tener la capacidad de ver el futuro, le asustaba un poco la idea de que por tratar de evitar un suceso desatará uno peor. Quizá esa era la prueba de la que el Arcano estaba hablando, quizá ese era el reto, saber cuándo intervenir y cuando simplemente quedarse con la información y dejar que las cosas sigan su curso. ¿Se sentía listo para ese nuevo reto? Si, la verdad es que en ese momento se sentía capaz de cualquier cosa, pero quizá era un poco de la adrenalina que aún estaba circulando por su sistema luego de todo lo vivido en el portal.

La voz de Rhiannon respondiendo al Arcano lo saca de sus cavilaciones. Esta orgulloso de ver lo lejos que han llegado y es precisamente ese orgullo lo que hace que cualquier duda que pudiera tener se disipe al instante. No podía permitirse dudar, sintiendo confianza en que podrían superar cualquier reto el ojimiel finalmente responde a su maestro.

—Sí, estoy listo para la prueba, sea lo que sea—su voz  es segura —Procuraré no decepcionarlo y salir airoso del reto que nos ponga. —añade el mago haciendo una reverencia.

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Matthew Black Triviani

Hasta ese momento, Matthew permanecía perdido en sus pensamientos y la imagen de tréboles secos revoloteando no se quitaba de sus ojos. Las palabras de Sajag ondeaban sobre su mente como una brisa matutina en la alzada de su castillo. —¿Anaranjado o verdoso?—inspiro profundamente—Anaranjado, no quiero que naveguen por mi mente sin mi consentimiento. 

No entendía a que se refería Sajag con poder «vislumbrar el resquicio de su visión», -o al menos eso había comprendido en ése momento divergente que estaba teniendo- pero mientras mas contemplaba la flor más creía que ésta podía moverse, no físicamente claro, sino dentro de su muerte y no conforme con esto tuvo una pequeña ¿visión? de una niña que corría de un hombre que colocaba una flor tras su oreja. 

Luego de haber pasado por aquel extraño trance, sus compañeros se habían marchado, y para no quedar atrás, él también se adentro en su propia aventura... No era un lugar demasiado extraño, más bien parecía ser un salón de aquellos muggles donde las personas iban a conocer sus destinos con trágicos desenlaces. ¿Todo eso era real? no sabia si se trataba de una visión materializada o simplemente estaba tirado en el suelo bajo efectos de algún tipo de planta alucinógena proporcionada por el mismo arcano.

Le resto importancia a aquellos pensamientos y solo siguió con lo que tenia preparado el destino para él. 

Tomó asiento en una mesa redonda cubierta por un pañuelo negro con una estrella en su centro, sobre ella cartas del Tarot, color turquesa... Aquello había traído recuerdos de su pueblo y de su madre en particular, la Zingara se dedicaba a estafar magos est****os en busca de su azaroso y miserable futuro. 

Las cuentecillas de las cortinas que adornaban la puerta se movieron, dando pequeños zotes, clientes. 

Matthew tomo una de las cartas del Tarot, antes de analizar lo que le había salido, el gitano no pudo dejar de apreciar como estaban decoradas sin profundizar en su significado... A veces esos pequeños detalles le gustaban. —Son, algo singulares—departió hacia los oyentes, colocando la carta boca arriba que revelaba la figura de un Ermitaño, era fácil de saberlo, puesto que allí mismo lo decía (?).

Es un Ermitaño, sé algunas cosas, pero no serían más que suposiciones mías. —sin decir nada, se levanto de la silla y camino hacia la estantería más próxima, donde de manera rápida encontró un libro que lo pudiera ayudar a interpretar de manera más efectiva la carta. Satisfecho, con su cara inexpresiva, volvió hacia la pareja. 

Sabiduría, paciencia—abrió sus ojos y dio un leve suspiro, para revolear sus ojos ante tal característica—, un avance... Inspiración. —tomó una nueva carta y la dejo sobre la mesa, a unos pequeños centímetros de donde el Ermitaño reposaba. 

Ahora entendía algo de su visión, la Videncia podía ser utilizada no solo para tener una paradoja apocalíptica, si no para darles un comienzo o un final a los demás, podría llamarse una especie de ayuda. Así que tomo la decisión de continuar con ella, hasta el final. 

 

*** Me dio sueño, sigo cuando tenga puente. 

Editado por Matthew Black Triviani

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Con RHIANNON y KELIAN - @ Ellie Moody @ Kaori M.

Sajag miraba detenidamente a los dos alumnos que habían salido por el portal y estaban preparándose para la última parte de su aprendizaje dentro de sus terrenos. La magia vibraba en aquel lugar y Sajag estaba seguro de lo que había visto, tanto en sus visiones como en la misma aventura junto a Rhiannon y Kelian. Desde que los había visto llegar, sabía que de alguna manera iban a compartir su camino. Asi que de alguna manera, les alegraba verlo allí. Aunque ambos sabían que era todo hasta dentro del portal, luego cada uno debería navegar por su cuenta. O al menos en lo real, porque la prueba podría mostrarles al otro.

— ¡Excelente, todo se ha dicho! Los espero al borde del lago, al amanecer, bajo el alba

Sajag había aprendido a ser un poco más empático con las personas que caminaban por aquella habilidad. Siempre le había gustado lanzar todo tipo de presagios sobre las visiones que el Arcano portaba. Pero se había dado cuenta que eso afectaba un poco en el aprendizaje, por lo que se había limitado a lo que les comunicaba. Sus imágenes habían mostrado a los chicos en la puerta de la pirámide y ahora le enseñaba algo más. Algo del mundo mágico, era una especie estructura alta, una entidad privada y resguardada, que no estaba en ése mismo país. Sajag se quitó aquellas imágenes de encima, las observaría luego.

Chasqueó sus dedos y desaparecieron los tres dejando atrás una niebla anacarada.

 

Con @ Matthew Black Triviani

El joven alumno había sido uno de los que más había tardado en adentrarse en uno de los portales. Pero Sajag era demasiada paciencia y confiaba en sus alumnos una vez que estuvieran más avanzados en sus clases. Le gustaba dedicarles el tiempo que cada uno de ellos necesitara, porque una vez que abrían el tercer ojo, no podían dejar las cosas así nomás.

— ¡Pruébate a ti mismo, profundiza más en tus visiones! Tienes el don, Matthew. Puedes ver más y hacer más que unas simples cartas.

Las palabras de Sajag serían como susurros en el oído para el joven Matthew, ya que dentro del portal no estaba junto a él. Al Arcano de la Videncia le gustaba ver primero cómo se desenvolvían, de qué manera se inspiran en su habilidad. El chico estaba empezándose a sumergir en un mar profundo, siendo que Sajag le exigía un poco más de la cuenta. Siendo un excelente mago, ahora vidente, podía hacer mucho más que tarot. Muchas personas con ésa habilidad hasta podrían cambiar el futuro con tal de ver qué iba a depararles.

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Matthew Black Triviani

Matthew estaba indignado, o bueno, en parte. Se debía a las preguntas usuales que le estaban realizando para saber que deparaba su futuro. Chasqueo su lengua y revoleo los ojos como si fuera un instinto. Ahí fue cuando escucho las palabras de Sajag diciendo que probase sus propias habilidades, porque de limites, cuando se trataba del gitano, no existían. 

Se levantó, como si tuviera un resorte en su espalda, y camino hacia la estantería, tanteando con la yema de sus dedos alguno que fuera de cobre. La pareja tomada de la mano sobre la mesa redonda no tenia idea lo que estaba por suceder, sonriente, volteo hacia ellos y les pidió que ambos se parasen en su lugar. Matthew materializó su arma mágica y genero un circulo casi perfecto, de sal negra, en el suelo y en la surda, la Daga del Sacrificio había aparecido, aquella de Hueso afilado rebanó sus gargantas en un abrir y cerrar de ojos.

Ágilmente, tomo el cuenco y no desperdicio la sangre de la mujer. Se decía que las mujeres contenían una energía más pura y casi al unisono, entre gritos ahogados pidiendo ayuda, cuando cayeron al suelo, se cruzo de piernas fuera del circulo previamente creado. El olor de aromatizado de la habitación le cosquilleaba la nariz al Licántropo, sus hombros se movieron de manera divertida junto con una pequeña y escurridiza sonrisa maquiavélica. 

Acompaño el cuenco con sus brazos en una forma circular, tres veces, mientras recitaba un antiguo mantra en un Búlgaro. La llama de las velas que estaban a su alrededor empezaron a moverse, algunas incluso se apagaban dejando una estela grisácea de humo, con un intenso aroma a azufre. Sonidos extraños provenían del mismo éter, susurro de voces superpuestas y sombras de seres con cuerpos impropios. 

Su cabeza se inclino hacia atrás de una forma brusca y sintió como un sin fin de espíritus atravesaban su cuerpo como si fuera un médium.

Las voces de tres mujeres se hicieron presentes y hablaron.

Jugar con el destino es algo que cuesta caro... Matthew...

Nos haz invocado... Deberás pagar el precio niño, ¿tienes obsequios?

¿Acaso quieres cambiar tu futuro?

Aclaro su garganta, tomando con su dedo indice un poco de sangre del cuenco y les habló directamente.

No me interesa el precio a pagar, ¿cual seria?, ¿mi alma? esa ya quedó en manos de alguien más... Cloto. —sentencio. Las voces de las mujeres eran conocidas para el gitano, había leído libros, y escuchado las leyendas de su pueblo natal, las Moiras eran seres considerados divinos, que podían predecir el futuro. —Viniste acompañada de tus hermanas, Láquesis y Átropos—añadió como comentario mientras levantaba su mirada hacia la mujer que hacia tres—, no estas tan equivocada—observo a Átropos—, deseo cambiar mi futuro, pero para ello, primero necesito que me otorguen el don de poder advertir el infortunio antes de que suceda, para ello, he preparado el cuerpo. —finalizo y clavo su daga en el pecho del óbito que yacía frente a él. 

Tomo entre sus manos el hígado y su corazón. Aquellos serian un precio a pagar para la tres veces una. Levantó entre sus manos primero el corazón y se los entregó, Mientras Láquesis lo mordía, pasándolo de mano a Cloto, terminando con Átropos

Haz pagado un precio justo por nuestra ayuda. —mencionaron al unisono.

Las tres tocaron la frente de Matthew haciendo una especie de cruz, otorgándole la facilidad de invocarlas para que sus videncias sean mucho más certeras. Su cabeza nuevamente se hizo hacia atrás de una manera brusca, sus ojos se habían colocado totalmente negros y su mente se hundió en una epifanía que parecía una tortura. 

Su propia muerte. 

 

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Sajag observaba como el joven alumno Matthew era incentivado por alguna fuerza externa. El Arcano de la Videncia había aprendido y efectuaba una especie de creencia en cuanto a su habilidad: lo primero era que no podía saber el futuro de todas las personas porque no tenía permitido participan sobre ninguna de ellas. Todo lo que la videncia le mostraba, era para alguna razón en particular que le sirviera a Sajag. Por lo que siempre prefería cerrar su tercer ojo en cuanto la persona que necesitaba de su enseñanza. Y lo segundo, era la persona quien decidía cómo llevar la videncia, las personas tenían ideales que a veces se alejaban o acercaban a Sajag y él no podía cambiarlo, de la misma manera que no podía cambiar la decisión de la Muerte o la Vida.

Delante tenía a un alumno que estaba intentando encontrar su camino para que el universo le dejara un mensaje y lo acababa de perfeccionar. Sajag solo era un testigo de todo lo que el joven era capaz y del medio que elegía potenciar para la captación de información del mundo extrasensorial. La percepción podía ser de diferentes maneras y Matthew había decidido la suya, su tercer ojo estaba a pleno.

Matthew, Matthew… ¿me escuchas? Sólo necesito saber que puedes sostener éste medio, que sabes manejarlo y que puedes recurrir a él cada vez que lo necesites. Cuando me demuestres que eres capaz de ello, podremos enfrentarnos a la prueba para la pirámide. ¿Entiendes eso? Necesito ver que puedes abrir y cerrar tu tercer ojo, que no perderás parte de tu esencia y que sabes distinguir las visiones de la realidad. Las visiones tuyas de los demás. Y toda decisión y cambio requiere de un pago, de un sacrificio por ello. Hay magias que se unen a otras y a veces esos pagos se complican o se potencian.

Sajag le hablaba como un susurro en el viento, como una voz en la oscuridad, como un destello de luz en medio de la oscuridad. Matthew debería aprender a ser su propia balsa en su propia oscuridad. Debería aprender a manejarse en ella hasta con los ojos cerrados. Si el joven se perdía en su codicia, entonces Sajag no lo ayudaría a llegar a la pirámide, o dentro no tendría retorno. Lo que si tenía que saber Sajag es que el chico podría ir y venir como quisiera, al usar la videncia, que la magia externa que estaba usando no lo consumiera. Sino que sería una compañera fiel. Tal vez ahora solo necesitaba mostrarle cómo utilizaba aquello de manera perfecta.

@ Matthew Black Triviani

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Matthew Black Triviani

No era sencillo para el pensar en un enfoque idóneo para sí mismo, de acuerdo a lo que Sajag acababa de decirle. De hecho, eso no hace más que reafirmar su perspectiva de que una visión es mucho más fiable que una charla para averiguar algo aun si suena incongruente... pero no -debería- se permite caer en esa espiral de desilusión y desidia. El estaba allí para demostrar que tenía control sobre aquella habilidad que estaba adquiriendo y que -posiblemente- había heredado de su madre y pueblo natal. 

Los acontecimientos anteriores fueron un simple trago amargo, aquella epifanía había mostrado un futuro, el cual no quería que fuera real... Pero algunas cosas se acercaban a su realidad, el retorno de Rhaella fue inminente, ya había recibido una nota por parte de Termidor -su ebrio esclavo elfo- ¿temía por el daño que podía causarle a la blonda, o por su propia extinción? después de todo, la descendencia de Black era escasa, algunas desaparecidas o muertas, en manos de su madre para evitar así, peleas por una "herencia" -hizo una seña con sus dedos, para recalcar lo ridículo que sonaba aquel pensamiento-  que no sabíamos si realmente existía, desde luego, su familia, una de ellas, era una de las más poderosas Mafias de Ottery, pero eso no quitaba que la Zíngara se hubiera gastado todo en refinados licores y hombres. 

Entrecerró sus ojos y se mermó en la visión, aquella que intentaba cambiar. Sabía que existían excepciones, por supuesto que lo sabía, y ésta vez no sería una de ellas. Matthew entró en una clase de trance, donde nuevamente aquel encuentro infortunado de ambos hermanos dentro de los marmolados pasillos del impetuoso castillo Triviani, él se encontraba abstracto en toda la situación, como si fuera que se trataba de una consola de videojuegos donde él era su propio jugador. 

Estaban allí, conocía sus intenciones, tener una charla parecía ser algo totalmente razonable en aquel momento, fue la primer forma que tuvo de poder cambiar el curso de aquella visión, sus palabras a la distancia parecían ineludibles, y no es que realmente estuviera esperando escuchar lo que decían, simplemente concentraba toda su energía en que las cosas cambien un rumbo, positivo... O quizás tragico, pero siendo él, una víctima ilesa. 

Rhaella tenía sujeto un stiletto -navaja italiana- entre el corte de su vestido, para ser exacto, en la pierna derecha, con la que acabaría su vida. 

Según recordaba, su mano derecha bajaba lentamente luego de haber tocado el hombro izquierdo de Matthew, momento justo donde ella la buscaba, para terminar con su punta entre la carótida del gitano. Astuto, respiro profundo y con solo pensarlo, cambio de lugar aquella afilada stiletto, por su varita mágica, pero para su seguridad, aquella dispararía no más que unas cuantas chispas de colores escarlatas, evitando que así, Black muriera nuevamente en manos de su hermana.

 

 

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  • 4 semanas más tarde...

Sajag al fin lograba ver lo que Matthew había hecho en todo su camino dentro de la Videncia. Muchas personas lograban observar aquellas imágenes que mostraba las visiones. Muchas personas tenían una percepción extrasensorial con la que poder manejar toda esa información, pero los alumnos de Sajag no sólo necesitaban eso, como también manejar los medios de la adivinación, sino poder controlarlos, poder manipularlos, poder hacerlos propio.

El joven alumno lograba anteponerse a la situación que estaba sufriendo por la descendencia de los Black y observaba su futuro claro sobre la muerte. El chico había hecho todo lo que Sajag le había pedido, e incluso más. Espero algunos segundos para que él mismo procesara toda ésa información.

joven, Matthew, Has hecho un gran camino. ¿Estás listo para enfrentarte a la prueba? Hasta allí podré acompañarte, estoy seguro que eres capaz de llegar a la pirámide. El problema viene después –le preguntó Sajag esperando en una especie de pausa en las últimas palabras para que su alumno confirmara que podíamos dar el siguiente paso. Sajag podía ver el futuro, podía saber qué le desaparaba a Matthew aunque no pudiera ver cómo se desempeñaba dentro del portal.

@ Matthew Black Triviani

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