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Videncia


Sajag
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Con Matthew, Ludwig y Kelian.

El Arcano Sajag se aferró las manos entre sí por detrás de su espalda, observando a los presente mientras que se desenvolvían en sus primeros pasos dentro de la Videncia. El sol que entraba a través de los vidrios de la ventana golpeaban en la espalda del maestro, en unos cristales que se encontraban en una de las esquinas, reflejando unos arcoíris que impactaban en varias zonas, entre ellas la mesa, una de las bibliotecas y unos cuadros en la pared contraria.

Los tres ya se habían bebido gran parte de los contenidos de sus tazas por lo que ellos creerían que les serviría para abrir su tercer ojo. Estaba seguro que suponían que podrían tener visiones y demás pero Sajag no les diría que quien no pudiera utilizar la Videncia, no podría continuar, era algo de herencia. Por eso el Arcano le agradó un poco cuando los tres comenzaron a hablar.

Era un primer momento. Los tres lograron ver algo y eso era realmente una buena señal. Recién comenzaban con aquel camino inestable pero el Arcano estaba esperanzado. Tenía que lograr encontrar el equilibrio en los tres, los tres, tenían que encontrar su base firme, porque si no sería como nadar en medio de un gran océano tan profundo y tan oscuro que se perderían en las visiones. Eso iba de la mano a la pregunta del chico Kelian.

— No te adelantes, joven Karkarov. Aunque me agrada mucho tu curiosidad. Ya llegaremos a ése punto, pero déjame decirte que estás bastante encaminado —el arcano chasqueó sus dedos desapareciendo las tazas de los cuatro. Y tomó asiento cerca de ellos, eran una especie de círcu-lo donde cada uno marcaba un punto cardinal—. Me gustaría, y lo creo necesario, que nos enfoquemos en el centro de la videncia de cada uno. Poseen el arte de la videncia, eso está claro. Están predispuesto a ello, también está claro. Ahora deberemos saber qué canal está disponible para cada uno de ustedes. Como les comenté antes en cómo algunas personas lo usaban. En mis principios con la videncia, recuerdo que las estrellas eran unas muy buenas guías. Y el agua de rio dulce. ¿Sabían que algunas piedras especiales también marcan visiones? Bueno… asi se inspirando en las runas. Vamos… descubramos las suyas… Tal vez así puedan ver un poco más profundamente en sus visiones recientes.

@ Ludwig Malfoy Haughton @ Matthew Black Triviani @ Kaori M.

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En aquel punto el agua había ya inundado el cuerpo del Malfoy quien solo podía respirar por las fosas nasales que aún se encontraban libres de líquido, pero pronto estaría totalmente sumergido hasta ahogarse o convertirse en delfín, en cualquier modo intentaba moverse pero lo único que lograba hacer era emitir sonidos por la boca. Debía regalarse y caer en la idea de que todo era una visión y que debía encontrar la manera de interpretarla o dominarla para salir de ahí. Fue entonces que la voz del chico logró sacarlo de su trance para poder despertar agitado. Se incorporó por un momento y se percató de que estaba seco, en cualquier modo su respiración seguía agitada como si en verdad el agua hubiera entrado a sus pulmones.

Escuchó lo que el arcano tuvo que decir respecto a sus dudas y encogió los hombros, por lo que decía aquel hombre era muy seguro que el agua era el elemento clave para desatar las visiones de Ludwig, tenía lógica después de todo su animal era un mamífero acuático y siempre había disfrutado la conexión marítima. Debía descubrir la mejor manera de entender esas visiones así que se esperó a que Sajag se colocara en el norte de aquel círculo mientras que Ludwig estaba en el éste y cerró los ojos para volver a concentrarse.

En ésta ocasión estaba en una bañera llena de agua y jabón. El calor lo sofocaba un poco pero lo relajaba bastante, las baldosas de aquel baño eran de color beige con acabados de flores, vaya cliché, su cuerpo estaba mojado en su totalidad pero no lograba observar nada más. Necesitaba ser más meticuloso y experimentar hasta descubrir la forma de tener una visión real. Fue por eso por lo que se sumergió primero con los ojos cerrados para evitar que el jabón se metiera en sus ojos para posteriormente abrirlos. Nada, solo consiguió que los ojos le ardieran debido al irritante. Se molestó un poco pero no sacó la cabeza hasta que al aire se le acabó de los pulmones y finalmente se arriesgó a respirar dicha agua.

En cuanto el líquido tuvo contacto con su nariz tuvo un dolor terrible e irritante, el que siempre ocurre al nadar desprevenido, seguido de un dolor de cabeza intenso y finalmente una visión, era el mismo parado justo a la mitad de dos caminos, en uno se veía una playa soleada y en el otro un bosque tranquilo. Ludwig no entendía nada en lo absoluto pero tuvo que salir de su visión para poder respirar. Abrió los ojos y miró perplejo a su mentor.

-Creo que para tener mis visiones debo conseguir que el agua llegue a mis pulmones – estaba pálido y algo asustado – ¿no hay una manera menos agresiva? – preguntó sin siquiera inmutarse por lo que había visto previamente.

 

@ Kaori M.  @ Matthew Black Triviani  @ Sajag

 

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Rhiannon Kincade

Cuando sus ojos distinguen las begonias del jardincito del arcano, recuerda estar agachada en la tierra, sus rodillas y zapatos completamente sucios. Nunca le gustó jugar en la tierra, al aire libre; siempre odió ensuciarse y sentirse monstruosa. Aún así, intentó hacer su mejor trabajo en aquella visita a Sajag, cuando recibió la orden de colaborar en la labor de jardinería junto a otros pupilos. A pesar de que la tarea no fue para nada algo agradable para ella, no se atrevió a cuestionar las maneras del arcano; tenía muy en claro que el expero era él, no ella. Y ella quería mantener a raya las visiones... Eso fue lo que le dijo, cuando tuvo que justificar su visita. Los sueños —las pesadillas— no la dejaban en paz y ella ya tenía muchos problemas encima como para sumar algo más a su lista. Sin embargo, cuando el arcano le ofreció su mano y la invitó a pasar, sintió temor.

«Niña, definitivamente enseñarte no será una pérdida de tiempo», le había dicho Sajag. Pero, ¿aprender no iba a empeorar su problema? Ella sabía que los demás acudían al arcano para abrir el llamado Tercer Ojo, pero ella más bien quería cerrar esa maldita caja de Pandora. Y cuando, para su consternación, el instructor mencionó la bola de cristal, fue la gota que colmó el vaso. Ya había tenido una experiencia con una de esas malditas cosas en una clase de Castelobruxo, intentando buscar respuestas, y lo que había visto no era tan alejado de sus pesadillas. Su propio futuro. No tenía que ser una Vidente para saber cuál era, y no necesitaba más recordatorios. Así que decidió que cerraría esa puerta ella misma.

Pero, claro. Nuevamente está allí, con una cajita de matcha en las manos. Recordó que la última vez había llevado un vestido verde, así que esta vez eligió uno azul cielo, pues no quería ser recordada con la misma indumentaria; y nuevamente escapó de los colores oscuros, pues con lo pálida que estaba su piel, estos la habrían hecho lucir como un espanto. Hizo un intento por ocultar las ojeras con maquillaje, pero al final tuvo que colocar un par de gotas extras de poción embellecedora en su perfume para poder lucir tan bella como en verdad era, en lugar de esa máscara atroz que las pesadillas y el temor colocaban en su rostro. Con su cabello, sin embargo, no hubo forma de que luciera bien al natural, así que se hizo un moño a la altura de la nuca, con elaborazas trenzas cruzadas. Una apariencia cuidada demuestra respeto y apreciación, eso es lo que le enseñaron toda su vida, y si va a visitar a un importante arcano —especialmente luego de una huída— tiene que lucir perfecta.

Toma un gran respiro, con los ojos cerrados, y luego de unos segundos levanta el rostro y avanza hasta la puerta, para dar un leve golpe con los nudillos de la mano libre. Casi puede oír la voz de su padre detrás de su oído. «Cuando abra la puerta, harás una reverencia, entregarás la ofrenda y le rogarás que vuelva a aceptarte».

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Matthew Black Triviani

Su taza había desaparecido luego de aquella epifanía.

Habia dicho algo muy cierto con respecto al amor, «el amor consigue que nos veamos capaces de mover el mundo» y era eso precisamente lo que sentía al recordar a su amado Alexander. Sonrió por lo bajo, sin importarle que esta vez pudieran ver una personalidad diferente a la que Black mostraba, después de todo él era la única persona que podía entender sus emociones. Aquella conversación tan trivial muy fascinante y tan pronto estuvo a punto de decir algo más, el Arcano cambió el tema y lo que dijo su compañero le generó curiosidad.

«¿Agua en los pulmones?» pensó. 

¿Existen varias maneras de tener acceso a las realidades? como por ejemplo, si decido utilizar sangre, animal... O no—hizo una breve pausa esperando no sonar descabellado—, ¿puedo ver posibilidades de un futuro? según indican los libros, todo es incierto, y el futuro nunca estará escrito... Solo podremos profetizar algo que podría pasar, ¿no?

Tomó de su Monedero de piel de Moke un frasco que contenía un liquido espeso de color escarlata adornado con un bonito tapón de corcho negro, gastado por lo añejo del mismo y buscó con su mirada un pequeño plato donde poder apoyarla. Aquella sustancia le permitiría poder tener una visión de una realidad alterna, que podría o no ser acertada. «¿Acaso podría ver si Ludwig moriría ahogado en su intento de convertirse en un usuario de la videncia?» estaba ansioso de poder poner en practica lo que Sajag había dicho, esperaba que el poder utilizar sus métodos no éticos, para algunos, dieran frutos. 

¡Claro!—exclamo exaltado, al recordar que dentro de su anteriormente mencionado, monedero, contenía un cuenco de bronce, que había tomado prestado, claro, de Borgin, el negocio que su madre manejaba de manera ilícita. 

Lo busco y luego de un breve instante, lo coloco frente a él, vertiendo el liquido escarlata dentro. 

Levanto aquel cuenco de bronce con ambas manos y lo sostuvo por unos segundos mientras inhalaba su aroma cobrizo, proporcionándole suaves movimientos, sus fosas nasales se ensanchaban levemente mientras aquél hedor profano ingresaba por ellas, sus pupilas negras se dilataban y su mente tranzaba entre los diversos planos, las visiones llegaban a él en forma de destellos sobre el contenido, sus azabaches, perdidos dentro del cuenco mientras observaba como las vibraciones se mecían a cuenta gota en pequeñas oleadas suaves, conocía a quien estaba ahí, era su actual compañero... Ludwig... No entendía que es lo que veía dentro, aún no dominaba el arte de la clarividencia, pero algo era claro, ¡su prematura muerte!.

Como si fuera arrancado de aquella realidad, respiró como si su garganta se encontrase obstruida, su ojos volvieron a la normalidad y giró su cabeza en direccion al joven apuesto, para solo soltarle de primicia; —Si vuelves a llenar de agua tus pulmones, morirás. 

@ Ludwig Malfoy , @ Sajag , @ Kaori M. , @ Ellie Moody  - 

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El Arcano Sajag había cerrado su mente por algunos momentos. Los jóvenes que tenía frente a él tal vez nunca llegarían a entender cómo funcionaba la Videncia para él como Arcano. Cada persona que decidía cruzar frente a su entrenamiento, lograba que sus visiones también se cruzaran en su mente. Era como si creciera una nueva rama en un enorme árbol en la mente del maestro, donde podía acceder a ella sin problema. Le ayudaba a entender un poco mejor el mundo.

Lamento decirle, señor Malfoy, si mis teorías son válidas, que el destino marca nuestro medio para usar la videncia. Vendría a ser similar a las varitas, en la videncia, el medio nos elige para mostrarse ante nosotros, aunque podamos verlo a través de otras cosas —Sajag asintió con su cabeza mientras el otro chico arremetía a preguntas. Ambos se estaban interesando cada vez más y eso le agradaba al Arcano—. La segunda pregunta tiene más sentido que la primera, joven Black. No me gusta mirarlo como si fueran realidades. El universo es uno y lo que podemos ver son los mensajes que él nos envía. ¿Entiendes? Pero si tiene que ver con lo segundo planteado. El futuro es uno solo, lo que si es cierto es que ante cualquier paso diferente que hagamos, éste se altere y nos muestre otra cosa. Incluso un pensamiento puede alterar todo un futuro. Por eso se vuelve inestable. ¿SI? Oh, señorita Kincade. Pase, adelante. Sabía que volvería.

Ésta vez se levantó y le dejó su lugar. Era una de las primeras veces que tenía cuatro alumnos a la vez. Le señaló el sitio, si deseaba sentarse y movió su vara de cristal, la cual apareció una aromática taza de té. Su cabeza se fue acomodando un poco mejor, esperando que pudiera superar las expectativas de los alumnos. Mientras que Rhiannon llegaba, se colocaba en su lugar y terminaba de dar la idea con los otros.

Quiero que intenten reforzar los medios que fueron descubriendo para las videncias. Quiero que intenten adentrarse más a sus visiones. Tú, Ludwig, hubo dos caminos. ¿Hacia dónde llevan? Pero lo más importante ¿Por qué aparece frente a ti? ¿El final de cualquiera de los dos caminos es el verdadero final o hay algo más detrás? —Sajag miraba al chico. Sabía que se enfrentaría a aquel exigente medio para llegar a las visiones. Ahora se enfocó en Matthew—. Has visto un posible final para tu compañero. De cualquiera de los pasos que el chico decida hacer. Pueden ser muchos, ¿No crees? Bien hecho. ¿Qué más ves? Sé que puedes profetizar algo más que un futuro. Puede ser tuyo, de alguien amado, de alguien desconocido. ¿Sabías que podemos mirar el futuro que podría haber sido de alguien que ya no se encuentra entre nosotros? Utiliza nuevamente el cuenco y observa nuevamente. Y profundiza más… quiero más.

Ahora el Arcano se volvió hacia la recién llegada. Se mantuvo a unos metros, le dio el espacio que necesitaba. No necesitaba usar la Videncia para conocer la situación de Rhiannon. No le dio muchos preámbulos, la chica no los quería tampoco.

Tienes dos caminos a mi manera de ver. A ver qué opinas tú, muchacha. Uno es el camino que recorren tus compañeros. Para cerrar tu ojo, definitivamente debes primero descubrirlo, potenciarlo y despejarlo. Deberás recorrer eso que tanto rechazas. U otro peor, que es a la inversa. Constará mucho más trabajo, creeme. Pero estoy seguro que si tu destino es cerrar tu ojo, yo Sajag te ayudaré en tu deseo, mi niña. Tú decides qué hacer.

@ Ellie Moody @ Ludwig Malfoy @ Matthew Black Triviani @ Kaori M.

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Matthew Black Triviani

-Uhm-

Fue el único gesto que hizo tras la respuesta de Sajag a su pregunta, tenia razón, era algo que no había contemplado del todo.

Sin darse cuenta, Matthew estaba liberando poco a poco su ojo interior, que aunque ni el mismo lo sospechara, la Videncia estaba muy marcado dentro de el, como una habilidad innata. Sajag también podría notarlo seguramente, y mucho más rápido que Black por supuesto, incluso antes de que por su mente se cruzara lo que antes era una idea muy absurda como para tener el valor de afrontarla.

Volvió sus ojos al cuenco, por primera vez no se sentía extraño al verse a si mismo reflejado, Ahora Matthew quería seguir aprendiendo, quería seguir cavando en ese nuevo mundo que le resultaba asombroso, por eso cuando el hombre le advirtió que podía ver cosas que posiblemente hubieran sucedido, él se intereso de inmediato. Estar con Sajag era como estar frente al hombre más sabio y humilde de todos, y eso le trasmitía cierta paz, aquella que podría haber anhelado en algún momento.

 

-*-*-*-

Por quién sabe cuánto tiempo Matthew permaneció como si estuviera dentro de un profundo y largo sueño, sin imágenes ni pensamientos, únicamente el estado inconsciente representado por la oscuridad en su mente. De pronto, una suave y cautivadora melodía proveniente de quién sabe donde comenzó a despertar su subconsciente, que curioso deseó encontrar al creador de tan hermoso sonido.

Sabia que si permanecía más tiempo ahí, probablemente vería cosas que no quisiera ver. 

Las lágrimas comenzaron a brotar de sus ojos que cerró con fuerza. La voz de aquel personaje era gruesa, la de un hombre, uno que por muchos años fue su amor y su desgracia, uno que dejó una marca imborrable y un dolor profundo que tardaría años en curar. No era la primera vez que se veía en aquella situación, pero cada vez que estaba a punto de descubrir la verdad se obligaba a sí mismo a despertar y así es como había ido bloqueando casi que por completo su ojo interior. Volvió a sonar, brindándole una fortaleza que no sabía que poseía y entonces levantó la vista, mirándolo por primera vez en mucho tiempo. Abrió la boca para decir algo, pero él se le adelantó.

Para su sorpresa, no podía oírlo. ¿Acaso estaba muerto? ¿Por eso... Lo había abandonado?

«El gitano había esbozado una pequeña sonrisa, dentro de su mente, volver a ver su amado Alexander era algo que necesitaba para poder continuar con su vida, pero tenia la necesidad innata de saber que es lo que había sucedido con él, hasta que de pronto, se acercó y poso su pálida y suave mano sobre su rostro, Matthew levanto rápidamente su diestra y la apoyo sobre ella, cerrando sus ojos, sintiendo el calor de aquel rose... No hicieron falta las palabras, sus mentes se habían entrelazado, y las palabras fluían sin emitir sonidos...»

 

parte 2 al tener puente. 

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Rhiannon Kincade

La voz del Arcano, al otro lado de la puerta, le indica que pase adelante, con lo cual Rhiannon toma la iniciativa de abrir la puerta. El interior de la residencia de Sagaj está llena de luz natural, que se cuela a través de los altos ventanales que recubren la mayor parte de tres de las cuatro paredes de la recámara. Rhiannon reflexiona que por supuesto que el lugar necesita luz natural, para mantener tan vivas a las plantas auténticas que decoran muchos rincones de la habitación, lo cual le da la sensación de estar en un jardín muy intimo. El recordatorio de que está en el "interior", son las estanterías llenas de libros y el aroma a velas aromáticas. El arcano está sentado con tres magos, dos adultos y uno mucho más cercano en edad a ella, que no debe pasar de los veinte años; están sentados sobre cojines, tomando el té.

—Gracias por recibirme, arcano Sajag —saluda Rhiannon, haciendo una leve reverencia, esforzándose lo suficiente para demostrar respeto, pero sabiendo que es igual de importante cuidar los modales para no parecer exagerada ni hipócrita. La línea es muy delgada, como siempre se lo ha repetido su abuela, pero precisamente recibió años de educación para que aprendiera a diferenciar ambos escenarios—. Lamento la interrupción —añade, saludando con un leve gesto de la cabeza a los otros presentes.

Aunque se esfuerza por mantenerse igual de tranquila como si hubiera tenido la suerte de reunirse únicamente con el arcano, no es un escenario al que esté acostumbrada. Ella puede mantener la calma en eventos sociales con una gran cantidad de personas, la mayoría totales desconocidos para ellas, y la ansiedad social jamás fue un problema para ella en tales circunstancias. Pero toda su vida estudió en casa, sin más compañeros. Y quizás, una clase normal habría sido tolerable y llevadera, pero esto es algo totalmente diferente. Rhiannon sabe que será más tarde que temprano el momento en que tendrá que hablar con mucha franqueza, tanto de los sueños que la han llevado a recurrir a Sajag como de su propia naturaleza, ese destino que ya debería comenzar a aceptar, pero que de todas formas quiere dejar de recordar constantemente; y la idea de hacerlo con otras personas que ni siquiera conoce, no es nada agradable. Pero sabe que no puede quejarse y tiene que esforzarse en seguir adelante.

Se sienta en virasana en el lugar donde estaba Sajag, dejando la cajita de madera con matcha a un costado, para tomar la taza de té que el arcano apareció para ella. Se preparó no hacer una cara de desagrado al tomar el té, mas no fue necesario fingir, pues de verdad el té estaba bueno. Desde su llegada a Inglaterra muchas veces tuvo que fingir que lo que le servían no era un insulto al té de su abuela, con el que había crecido. Es un alivio que no sea el caso.

Luego de dirigirse a los otros presentes, finalmente Sajag le habla directamente. Rhiannon coloca frente a ella la taza vacía, y entrelaza las manos sobre su regazo. Se esfuerza por enfocarse en las palabras del arcano, pero lo cierto es que sus palabras la dejan perpleja.

—Lo siento —musita, con la mirada clavada en sus manos—, pero no entiendo qué elección tengo que tomar. Entiendo que tomé una elección al venir acá, pero es lo que la gente se supone que hace cuando tienen visiones molestas; eso sólo fue coherente, nada extraordinario. Estoy segura de que las personas que son bendecidas con el don de la Videncia, sin duda fueron elegidas para ver o hacer algo que marque una diferencia. Pero el único futuro que he visto, es el que ya conozco; y lo demás, sólo son fantasías absurdas, que jamás podrán ser y sólo sirven para atormentarme. La única reacción coherente debería ser ponerle fin a esa tortura, para poder tener un poco de paz durante el tiempo que me queda. Ya intenté cambiar mi destino, y eso no me ha llevado a ningún lado.

»Quizás, los sueños sean un recordatorio de que tenemos que aceptar las cosas como son, y no cuestionar los caminos de la vida. Por lo menos, creo que es así para mi —añade por lo bajo—. Pero no es una elección que esté haciendo. Porque, si yo pudiera... Quiero decir, si se me permitiera... Pero ese no es el caso —farfulla, sacudiendo la cabeza levemente, al darse cuenta de que descontroló su tono y su ritmo. Respira profundamente, intentando calmarse—. Simplemente, es así. 

Internamente, se repite sus propias palabras. «Tenemos que aceptar las cosas como son». Si hubiera seguido ese consejo, no habría desperdiciado el último par de años en Inglaterra, alejada de su familia y sus comodidades; no habría perdido tiempo, energía y dinero en busca de una cura que no existe. Ella sabe que queda muy poco tiempo, quizás sólo algunos años más, y tiene que aprovecharlos. Pero ¿de verdad es mucho pedir que durante ese tiempo pueda soñar dulcemente?

Ella no conoce a los otros magos que están ahí, pero está convencida de que alguien que decide incursionar en la Videncia puede permitirse tener esperanzas en el futuro. Tienen posibilidades, ya sean cientas o ya sean sólo dos caminos. Sin embargo, no importa lo que el arcano le haya dicho, lo único que ella puede visualizar frente a ella es un único camino oscuro, el único que ha tenido frente a ella desde el momento de su nacimiento. Un final violento, solitario; no será ella misma, no será nadie. Un final peor que la muerte, pues no será ella quien muera; simplemente desaparecerá sin dejar rastros, y solo quedará algo horrible. Ni siquiera una muerte digna es algo que pueda escoger. 

Editado por Ellie Moody

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Kelian Karkarov

Dio un suspiro de resignación luego de no obtener las respuestas que deseaba, aunque la promesa de que en algún punto de su enseñanza llegaría a adquirir una idea de cómo interpretar sus visiones lo animo un poco, al parecer solo tenía que tener un poco de paciencia, seguir con la clase que poco a poco se iba tornando interesante. El Arcano hizo desaparecer las tacitas de té para luego sentarse junto a ellos, Kelian se acomodó en su sitio para poner toda su atención en las instrucciones de su maestro para la siguiente tarea que les pedía.

Se quedó en silencio pensando en la respuesta, justo en ese momento podría jurar que el medio para poder tener visiones eran los sueños, pero en realidad no había intentado tener visiones de otra forma, de hecho hasta que el sueño se volvió recurrente jamás se le hubiera ocurrido que tenía el don de la videncia. Así que, aunque le pareció obvia su respuesta prefirió esperar un poco para hablar.

El primero en completarla aunque con cierta dificultad, prácticamente poniendo su vida en peligro fue Ludwig, quien al parecer tenía cierta conexión con el agua pero en un sentido un poco retorcido pues según sus explicaciones para poder tener visiones tenía que dejar que el líquido vital ingresara a los pulmones. ¿Y si en realidad no se trataba del agua? ¿Y si estaba más bien ligado al hecho de casi morir? Quizá estaba poniendo demasiada atención en las historias del Arcano y en los raros medios que a veces el don usaba para hacerse presente. De pronto, tener visiones a través de los sueños no le pareció tan malo, al menos no corría peligro su vida ¿verdad?

Lo que hizo el otro mago, Matthew, fue peor en muchos sentidos. Había sacado un frasco con un líquido oscuro de un monedero y un cuenco de bronce. El líquido era sangre, ya fuera humana o de algún animal, le revolvió el estómago. No podía imaginarse a sí mismo lastimando a una persona o criatura inocente para obtenerla. Aunque tenía que admitir que era, sin duda un medio muy fuerte para obtener misiones, después de todo en la sangre estaba la huella mágica, de cada ser mágico o no mágico. Pero el uso de ese tipo de magia siempre tenía un alto precio, no pudo evitar preguntarse cuál sería el que su compañero tendría que pagar tarde o temprano. Una vez más se sintió seguro con el hecho de que su don hubiera escogido a los sueños.

El sonido de unos golpecitos en la puerta lo saco de sus cavilaciones, haciéndole notar que había permanecido en silencio por demasiado tiempo, quizá su maestro se pusiera impaciente por su falta de respuesta. Sin embargo, la llegada de una muchacha muy bonita aunque de aspecto un tanto frágil, lo dejo sin habla una vez más. Mientras escuchaba a la joven de apellido Kincade, no pudo evitar preguntarse el porqué de sus palabras, tendría un par de años menos que él, pero hablaba como si tuviera una sentencia de muerte sobre sus hombros, como si tuviera los días contados.

La observó con mayor detenimiento, pues sus palabras despertaron su curiosidad, después de un momento puede notar, a pesar del intento que había hecho la bruja por ocultar las ojeras, que están ahí aun presentes empañando esos ojos verdes tan bonitos, aparta la mirada del rostro de la bruja con un leve rubor en sus mejillas y sin querer su mirada se posa en las manos de la joven, mismas que están entrelazadas en su regazo. Lucen pálidas y está seguro de que si las tocará estarían frías, quiso tocarlas, no precisamente para quitarles el frio, sino para tratar de aliviar un poco esa tristeza con la que hablaba.

—Suenas tan resignada, quizá te hace falta un poco más de esperanza en que las cosas pueden mejorar… quizá un enfoque diferente o buscar otra solución hasta terminar con todas la opciones para tu problema, sea cual sea —Dijo hablando desde la ignorancia, arriesgándose a que la chica lo odiara por meterse en donde no lo llamaban, pero en su pecho se había instalado una necesidad de ayudarla con lo que sea que le estuviera pasando, un sentimiento extraño dado que apenas la conocía, quizá era atraído por esa aura de tristeza y pesar que la rodeaba.

Sin darse cuenta había acercado su mano hacia ella, la yema de sus dedos apenas había rozado la piel de su mano, que tal y como había sospechado estaban frías. La alejo tan rápido como le fue posible pues a pesar de que fue apenas un rose el contacto con la piel de la joven envió a su mente imágenes confusas de garras y dientes, muy extraño todo. Se aclaró la garganta y volvió a centrar su atención en el Arcano.

 —Hasta que llegue aquí nunca había intentado tener visiones, es más no sabía que tenía el don, pero las veces que asumo y las he tenido ha sido mediante sueños… ¿es ese mi medio? ¿Solo cuando duermo podré tenerlas? ¿Se puede tener más de un medio? —Preguntó el mago dudando si las imágenes que vio al tocar a Kincade fueron reales o producto de su imaginación.

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Matthew Black Triviani

«Si permaneces un poco más, veras algo que no deseas, algo que ya sabes, pero que temes afrontar...»

Las palabras salían de sus finos labios carmín, aquella visión parecía tan real, debía ser real, Matthew tenia en claro lo que había sucedido, porqué lo había abandonado, sus lagrimas comenzaron a brotar de sus ojos que cerró con fuerza. La voz de aquel hombre, uno que por muchos años fue su amor y su desgracia, uno que dejó una marca imborrable y un dolor profundo que tardaría años en curar. No era la primera vez que se veía en aquella situación, pero cada vez que estaba a punto de descubrir la verdad, se obligaba a si mismo a despertar. 

Su melodía se fue apagando muy lentamente y Matthew sintió la necesidad de ir por ella, lo cual quería decir que pronto se iría. —¡Perdóname!— fue todo lo que alcanzó a gritar ahogadamente, la melodía llegó a su fin, y con ella, el gitano salió del trance. Volvió a si mismo, y levantó la vista, mirándolo por primera vez a los ojos. Abrió la boca para decir algo, pero no pudo, su garganta aún seguía anudada. Aún no poseía la fortaleza para descubrir la verdad, pero sí, pudo lograr lo que Sajag le había pedido, ver un poco más, un destino que podría haber sido, o no. 

Respiró profundamente y giró para ver a la muchacha de ojos esmeraldas entrando por la puerta, un ademan con su cabeza era suficiente para saludarla, volvió sus ojos hacia el cuenco y jugueteo con sus dedos dentro de el, aquel liquido antiguamente escarlata, yacía seco... Espeso y negro. 

¿Que lo esperaba en las siguientes pruebas? no estaba seguro de querer descubrir la verdad. 

 

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Aún sentía ese dolor molesto en las fosas nasales y una cefalea que cada vez le molestaba más. no estaba seguro si en verdad deseaba pasar por ese dolor para poder vincularse con una habilidad tan incierta y arriesgar su vida de una manera tan irresponsable, pero lo cierto es que al Malfoy le gustaban los retos y no se echaría para atrás solo por unas gotas de agua. Debía encontrar un equilibrio para poder sentir el agua sin que llegaran a sus pulmones, después de todo la sensación del líquido al llegar a su nariz era lo que desencadenaba sus visiones por lo que no veía necesario aspirar tanto.

Observó a su compañero Matthew quien parecía tener menos problemas para poder ver al futuro, parecía que su manera de vincularse era menos ortodoxa y justo después de lo que parecía una visión, miró al rubio bastante serio presagiando su prematura muerte. Ludwig entendía que debía ser mas cauteloso y solo absorber el agua necesaria para no arriesgar su vida. Asintió y miró a su compañero – gracias, seré más precavido, el agua siempre ha sido un elemento valioso para mi y espero que éste no sea mi ruina – tomó sus palabras muy en serio aunque era consiente de que el Black era tan inexperto como el Malfoy así que había una posibilidad de que se tratara de una mala interpretación.

Entonces el arcano habló, le dio a entender que era muy probable que no encontrara una manera mejor para ver al futuro. Se encogió de hombros, parecía que a partir de ese momento debería tener siempre a la mano su varita para realizarse un anapneo o transformarse en delfín, en cualquier caso había una forma más que quería probar y la tarea de adentrarse en esos caminos lo llamaba. Fue así que derramó parte de su té en la mesa y tomó una pajilla. Con mucho cuidado se colocó un extremo en la nariz y el otro lo fue aproximando a la mesa, cualquier otra persona hubiera pensado que se estaba drogando con polvo de cuerno de unicornio u otras sustancias. Cerró los ojos y aspiró.

El líquido llegó rápidamente a su nariz y el rubio tuvo ese dolor terrible que lo hizo arrojar el resto de su té pero logró su cometido. Se encontraba de nuevo en aquella bifurcación. En ambas había tranquilidad y armonía, en un lado estaba el sol con la playa en todo su esplendor y en el otro el bosque tranquilo pero más oscuro. Ambos caminos lo llamaban, ambos lo deseaban y el Malfoy no sabía a cual moverse, finalmente optó por ir al camino soleado y mientras caminaba veía que la piel le quemaba intensamente por el sol. Pese a todo las olas del sol lo relajaban y la brisa del mar le pegaba en su rostro. A lo lejos veía castillos de arena sin construir y ropa tirada dejada en medio de la nada, trataba de asimilar lo que veía hasta que encontró un camino para el bosque templado así que decidió cruzarlo

Al estar en aquel camino se sentía definitivamente más cómodo, se sentía una tranquilidad un poco mejor y también había luz pero no tan intensa. Varias criaturas vivían y lo observaban curiosas sin embargo al dar la vuelta se encontró con algo bastante terrible, todo el camino que recorría se iba marchitando, la vida dejaba de existir y mientras mas avanzaba, más camino era destruido. No pudo más y abrió los ojos, incrédulo.

-Lo vi, lo vi todo – dijo sorprendido – esos caminos ambos son tranquilos, es decir que ambos son buenos, no llevan a ningún lado pero pase lo que pase, terminan destruidos, a donde quiera que vaya terminarán destruidos – finalizó concluyendo que se trataba a su camino como ministro de magia.

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