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Biblioteca de Alejandría


Pik Macnair
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Mirando fijamente hacia los libros que se avecinaban hacia su cuerpo y sin poder recordar el contrahechizo correcto a tiempo, Koseh sólo atinó a extender sus brazos alrededor de su cabeza y cerrar sus ojos para cubrirse del impacto. Al segundo siguiente, seis tomos gruesos de "La Historia de la Magia Moderna en Inglaterra" habían golpeado en sus antebrazos, su pecho y sus muslos, haciéndolo retroceder un par de pasos. El resto de los libros volaban directo en su dirección, pero... de pronto, cayeron al piso antes de golpearle del todo.


Aunque había quedado parcialmente sepultado entre el mar de ejemplares que lo rodeaban, y algo falto de aire por unos instantes por unos tomos que habían golpeado en la boca de su estómago, el joven respiró profundamente un par de veces. Con el movimiento de los golpes se le había caído parte de la capucha, revelando sus mejillas enrojecidas por la vergüenza de lo sucedido. Para colmo de males, había llamado la atención irremediablemente.


Una mujer había llegado a toda velocidad junto a él, pero no parecía ser una chica cualquiera. Su curiosa apariencia y sus rasgos físicos perturbaron por un momento al mago; los rollos de pergaminos y las plumas que le acompañaban le daban un aire levemente intelectual, aunque la energía que desprendía en su expresión facial hizo que el joven retirara la vista hacia un costado, abochornado por lo ocurrido.


- N-no... Creo que estoy bien... - murmuró Koseh con suavidad. - ¿Tú fuiste...? -


Antes que terminase de plantear su pregunta, el joven dio un respingo ante un fuerte grito de reclamo por parte de una mujer que tenía toda la apariencia de causar problemas. Justamente el tipo de situaciones que el principal afectado odiaba tener que enfrentar. También se había percatado de reojo que otra chica se iba acercando hasta donde estaban ellos. ¿Le iría a reñir también por lo ocurrido? El solo hecho de pensarlo le hizo tragar saliva disimuladamente.


Claro que la riña de la primera mujer se había impuesto en la sala, llamando la atención de la gente a su alrededor, que ya dirigía las miradas a la situación acontecida.


- ¿Qué? No, señora, está en un error: yo sólo... - contestó Koseh, alarmado ante lo que le solicitaban de forma muy agresiva. Su mirada se había vuelto del rostro de la mujer a su varita, que le apuntaba tanto al chico como a la otra joven que le había ayudado.


En ese momento, una figura de cabello largo se interpuso en su visual. Era la chica que había caminado hacia ellos, ahora de espaldas a él en una postura que denotaba un enorme potencial mágico. Su sola presencia era decisiva e imponente, y las palabras que le había dirigido a la mujer denotaba que tenía experiencia manejando situaciones límite como esa; lo contrario que al chico le ocurría.


Las palabras que le había dirigido a la mujer le hicieron reaccionar. Podía ocurrir un problema mayor, ya que la señora no parecía querer ceder inmediatamente, aunque las palabras de Mei le habían pillado de sorpresa. Levantándose con cuidado de entre los libros, Koseh miró con cuidado a la extraña chica que le había ayudado, y luego de vuelta a la joven de cabellos castaños.


- ¿Quién es ella? - atinó solamente a murmurar, más para sí mismo que para el resto. Por algún extraño motivo, le parecía que esa chica le era conocida de algo, pero no podía determinar el qué.


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Viana

 

¿Qué le pasa a este tipo? Ladee el rostro al ver como me hablaba. Encogí mis hombros al escuchar el comienzo de su pregunta con una sonrisa torcida.

 

Jessie ya me había regañado varias veces con que no hiciera eso, al sonreír de ese modo más que tranquilizar a las personas solía alterarlas y lo había comprobado con su hermanastro pero era divertido mosquearlo.

 

Una mujer comenzó a gritonearnos por el escándalo armado. ¡Pero yo no he tenido la culpa! Solo había salvado a ese pobre infeliz.

 

Rodé los ojos cansada y aventando los pergaminos en la mesa donde trabajaba aquel mago que la había cargado encaré a la mujer cruzandome de brazos. Cuando otra chica, de cabellos castaños y largos llegó a calmarla.

 

-¡Por favor, si no hemos hecho nada! Es verdad que no debió de utilizar ese hechizo, hasta un niño de once lo sabe pero... ¿Qué no ven la cara de confundido que tiene?

 

Hacia ademanes de manos señalando al chico enterrado en libros, en medio de risas contenidas por verlo aún en esa situación y a la mujer que nos había comenzado a regañar ahora siendo contenida por la segunda pero sin mucho esfuerzo.

 

-¿Has dicho algo?

 

Voltee a ver al chico confundido, negue sabiendo que no debería de meterme en lo que no me importa. Y me acerque más al muchacho extendiéndole mi mano para ayudarle.

 

-Sal de ahí, que si debemos correr no podrás en medio de ese lío- volte a ver a la mujer que los había regalado, aún alterada por el escándalo que habíamos armado -En serio,tampoco es para tanto, hubiera Sido peor si no hubiera detenido el hechizo, ahorita San Mungo estaría aquí y quien sabe cuánta gente más, vieja loca

 

Soltero de forma despectiva viendo a la mujer exagerada, sin importarme lo que fuera a pensar de mi. Total, de mejores lugares me habían corrido.

Editado por Jessie Black Lestrange

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Dudó por un momento, lo vio en su rostro. La había reconocido, aquella expresión que hacía la gente al verla y saber quién era y de lo que era capaz la perseguía desde aquel día en el Atrio. Si bien en un principio le molestaba y hasta la hería, a esa altura era totalmente indiferente, pues nunca había sido comprobado que hubiese causado algún mal a alguien en Londres.

 

Pero a pesar de su primera reacción de precaución, la mujer insistió, esta vez apuntando directamente entre los ojos a Mei.

 

Apártate, no dudaré en hacer que tú también te largues si es necesario.

 

Pero lejos de moverse, Delacour permaneció en el lugar, notando que la muchacha que había ayudado al otro se acercaba y le dedicaba unas palabras a la mujer. La chica era joven, bastante, no debía llegar a los veinte años, por lo que tenía un notable comportamiento un poco compulsivo, algo que a la bruja no le pasó desapercibido.

 

¿Qué clase de mago no sabe utilizar un hechizo tan simple? ¡Es que qué clase de magos dejan que se gradúen en Hogwarts! Esto es ridículo.

 

Mientras ella seguía despotricando contra los dos, Mei lanzó una mirada de reojo, esta vez para ver el estado de aquellos dos. Hacía tanto tiempo que no se metía en aquellas situaciones, pero como siempre su impulso incontrolable había ganado, allí donde se requería ayuda y la mereciera, sea quien fuera, ella iba a dar una mano.

 

Señora, ya cálmese…

 

… y quien sabe cuánta gente más, vieja loca.

 

Hasta ella misma abrió los ojos ante la sorpresa de aquel insulto, y estuvo a punto de golpearse la frente con la palma de la mano, pero sabía que en aquella ocasión sí que tendría que intervenir.

 

¡¿Quién te crees que eres, mocosa?! ¿Acaso no sabes con quién estás hablando? ¡Esto no quedará así!

 

La varita de la mujer se desvió, tratando de apuntar a la muchacha, a lo cual hizo que Mei reaccionara.

 

Apenas susurró la palabra a la vez que movió una mano. Inmediatamente un montículo de tierra apareció en medio de la bruja y los otros tres y se elevó justo a tiempo, creando una pared que protegió de un rayo a la muchacha que había insultado a la mujer. Acto seguido, volvió a mover la mano e hizo que la pared cayera sobre la bruja, sepultándola en un montículo de tierra firme que le impedía moverse.

 

Athena no estará muy feliz de saber que estuve involucrada en un incidente por aquí ―pensó en voz alta mientras vía cómo la tierra envolvía el rostro de la otra bruja para evitar que gritara o pronunciara otro hechizo.

 

Se acercó a ella, a la vez que vio que algunos agentes de seguridad de la Universidad entraban al recinto y se dirigían a la mujer.

 

¿Están bien? ―se dirigió al fin a los dos que habían causado el show y posterior furia de la mujer.

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Dentro de todo, parecía que la primera chica que había intentado ayudarlo disfrutaba en parte con la situación en que se encontraba. O quizás no tanto... era difícil determinarlo. Koseh estaba preocupado en ese momento de que las cosas no se saliesen más de control. La mujer que les había enfrentado no se había detenido del todo ante la presencia de la chica de cabello castaño que los escudaba con su cuerpo.


Al notar que estaban amenazando a otras personas por su causa, el joven se puso algo más serio que de costumbre. No estaba en su forma de ser dejar pasar esas situaciones sin hacer nada al respecto. Quizás era algo tímido y sumiso, y podía dejar que lo pasaran a llevar en ocasiones, pero sabía cuándo debía reaccionar si la situación se salía de control por su causa. En ello notó que la joven energética le había preguntado algo.


- ¿Eh? No, nada... - contestó Koseh, algo confundido ante la pregunta de Viana. No sabía bien a qué se refería; ¿acaso había hablado en voz alta?


En ello había reparado que la mujer le continuaba prestando ayuda. Aunque ya se había levantado del todo, el mago buscó salir de entre el pequeño cerro de libros y caminar al lado de la joven.


- Eh, ¿realmente crees que habría que correr? - le susurró en respuesta, mientras veía cómo enfrentaba también a la mujer que seguía regañándoles. Pero lo que vino después no se lo había esperado.


Abriendo los ojos en sorpresa ante las palabras que había lanzado, Koseh supo inmediatamente que la jovencita sólo había contribuido a añadir más madera al fuego. Con una ceja levantada de un lado, y el párpado inferior de su otro ojo temblándole suavemente, el chico había quedado estupefacto por la respuesta.


A pesar de todo, al ver que la mujer apuntaba a quien le había provocado, instintivamente y casi sin notarlo se había llevado la mano a su varita blanca guardada en el interior de su túnica bajo la capa, apuntando hacia la mujer que les enfrentaba. Mas, no fue necesario que pronunciara hechizo alguno. Antes de poder reaccionar o defenderse, la joven que tenía delante de ellos había invocado algo que parecía magia sin varita.


Koseh sólo pudo exclamar "¡Wow!" al ver cómo la tierra aparecía de la nada delante de la mujer alterada y bloqueaba eficientemente su ataque, para luego sepultarla y dejarla inmóvil como si fuese un ataúd. Estaba impresionado por tal despliegue de poder mágico, que seguramente se debía al potencial que podía sentir desprendiéndose del cuerpo de la chica.


"Definitivamente está acostumbrada a lidiar con este tipo de situaciones", pensó el chico para sí mismo. "Me pregunto quién será. Alguien con semejante habilidad no debe pasar desapercibida tan fácilmente."


Viendo que los guardias de seguridad se hacían cargo de la situación, ya controlada, la chica de cabellos castaños se dirigió hacia su posición. Koseh aún mantenía su varita blanca con un rasgo de relámpago a su alrededor sujeta en su mano, aunque ahora apuntaba hacia el suelo con más tranquilidad.


- Sí, eso parece - contestó el mago, todavía sorprendido de lo que había presenciado. - Lamento mucho todo lo que sucedió. Espero no haberle causado molestias -, añadió con amabilidad, dando una reverencia a la chica en frente suyo. Su tono de voz suave y profundo demostraba la sinceridad de sus palabras.


- Y también se lo agradezco, señorita - dijo posteriormente, mirando a la primera chica que le ayudó y otorgándole una suave reverencia. No sabía cómo ambas iban a reaccionar a sus palabras, pero algo le decía que esto era recién el comienzo de algo mayor, y cierta curiosidad le causaba a Koseh.

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Viana

 

Al ver la expresión de las dos mujeres y del chico confundido supe que había metido la pata. Solte una risa ahogando la con mis manos intentando no reírme en su cara pero era tan ridículo.

 

-La bibliotecaria, tal vez... Pero ¿A quien le interesa?

 

El sarcasmo en mi voz era tal que me sorprendía no estar muerta en aquel momento y más cuando la loca bruja me apunto con su varita.

 

La bruja de cabellos castaños intentaba en vano controlar la situación y su mejor solución fue creando magia que sorprendió al confundido chico y me dejó pensando.

 

-Ese es un tipo de magia que no había visto... Jessie suele crear formas o animales con fuego pero eso... ¿Cómo lo hizo? ¿Dónde se aprende? ¿Cree que podría enseñarme? Así tal vez Jessie ya no me mande a esta aburrida biblioteca

 

Esperen, ¿Qué acababa de decir? Jessie me tenía terminantemente prohibido hablar de la magia que ella y su familia realizaban. Debía tranquilizarme y tal vez nadie se diera cuenta de lo que había dicho.

 

La bruja de cabellos castaños hablaba de que alguien podría llamarle la atención, eso podría ayudarme a que no me escuchará y el chico confundido; ojalá supiera como se llama, se veía sorprendido por el espectáculo que acabábamos de ver.

 

Más gente llegaba y eso no era bueno, si aquel incidente llegaba a saberse en el ministerio estaría metida en un buen lío.

 

-Emm... Sí, sí, lo estoy y... Me alegro que estés bien. ¿Seguro no te has lastimado? Y no agradezcas nada pero si se llegan a enterar de esto... Armamos una buena ¿No es así?-Hablaba con los dos a la vez.

 

¿Cómo se llamaban? Tranquila Viana, es gente que tal vez no vuelvas a ver en tu vida. Encerrada siempre en la cafetería no es que socialises con mucha gente.

 

-Lo lamento, no quería empeorar las cosas, Jessie me dice que debería de pensar las cosas antes de decirlas pero es muy complicado

 

Sonreí de lado jugueteando con una de mis coletas altas. Siempre hacia lo mismo cuando estaba nerviosa y necesitaba tranquilizarme. En ese lugar no debía de ponerme a juguetear así que mejor calmarme.

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~Lexy Malfoy




Estaba pérdida en su lectura, sumida en el encanto de esas paginas, que le hacían imaginarse mundos alternos al que habitaba. Era divertido visitar de cuando en cuando Londres, ya no recordaba con exactitud la última vez que tuvo el placer de fastidiarle un poco la vida a la querida Juv. Aquella vampiro que la mantenía confinada lejos del mundo mágico, atada a una vida muggle, que le causaba irremediables sinsabores a la ojiazul oscuro—Siempre se la pasa de lo mejor, no hay duda de ello—escuchado el alboroto, que se había desatado dentro de la biblioteca. No le gustaba que perturbarán la paz de sitios como esos, pero había personas que nunca terminaban de comportarse como infantes. Levantándose con elegancia del cómodo sillón enfilaba sus pasos hacia donde se estaba generando todo el barullo.


—Vaya forma de controlar a un par de jóvenes. No le parece que esta llevando la cosa a los extremos, sólo intente ser menos severa y demandante en su petición—poniendo los ojos en blanco se mostraba extrañamente con el par de desconocidos. La verdad no era su problema, pero el escuchar a esa mujer gritar como si tuviera una bocina pegada a la boca—Se que los libros tienen un valor incalculable para la biblioteca, pero lanzando gritos y sombrerazos a todo lo que da, no creo que estos vuelvan acomodarse en los estantes o ¿si?—preguntaba adoptando una postura serena e impasible. No era capaz de mostrar ninguna clase de emoción o desconcierto ante lo acontecido. Para ella solo era un montón de tomos que estaban esparcidos por el suelo.


—Primero que nada, no sabe quienes son y ya los está enjuiciando por todo lo alto—terciando una media sonrisa en sus labios colocaba sus brazos en jarra a sus costados. Le gustaba ser la mala del cuento, pero en esa ocasión, ya otros ocupaban ese papel protagónico dentro de esa divertida obra o mejor dicho pantomima—Lexy es mi nombre, no sea que por no presentarme a mi también me llueva una tanda de palos—se mofaba un poco de todo aquello, quizás intentando romper un poco el tenso ambiente. La mirada de la rubia de posaba despreocupada en el joven que estaba cerca de la castaña, reconocía levemente a la chica por su extraña relación con Haise. No le agradaba para nada que un hombre como Malfoy posará sus ojos en alguien que ella consideraba que no era ideal para el.


—¿Y bien?—soltó dejando todo el peso de su cuerpo sobre su pierna izquierda—¿Qué procede en un caso como esté?. Los mandarán a la horca o serán sujetados de cabeza sobre un enorme tanque repleto de agua y los irán haciendo descender lentamente hasta el fondo del mismo y dejarles morir ahogados—a veces las cosas que salían de su boca, no eran de todo cuerdas o sensatas. Pero no encontraba otra forma para decirlas, no sin cortar el momento tan cómico que de un momento era todo aquello.



Cuando eres tan grandiosa como yo, es difícil ser humilde

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Básicamente ya eres la mitad de una maldición

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Mis verdes ojos se abrieron desmesuradamente al ver a una nueva mujer llegar al lugar. Extrañamente me recordaba a Haisen y no entendía por qué.

 

Frunció el ceño ante sus palabras pero mi boca se fue abriendo lentamente al escuchar lo que decía sobre el castigo contra el chico distraído y yo.

 

-No... Yo ya debería irme... Sí, eso es. Jessie me va a matar si se entera que me metí en un problema

 

Murmuraba intentando no llamar la atención y volteando a la salida con urgencia en mi semblante. No iba a dejar que me castigarán, no de nuevo.

 

Las marcas en mis antebrazos, cubiertas por la capa de viaje color rosa chicle que llevaba aquel día comenzaron a arderme. Alarmada, voltee a todos lados buscando al responsable del miedo.

 

-Tranquila Viana, él no está cerca, solo estás asustada

 

Respiraba entrecortadamente intentando tranquilizarme pero no podía hacerlo. Sino quería estallar lo mejor neta que huyera de aquel lugar.

 

-Yo... Yo...

 

Di media vuelta y salí corriendo de la biblioteca, no iba a dejar que Jessie se entera de esto, no iba a dejar que volvieran a lastimarme pero sobre todo no iba a dejar que me separaran de mi única familia.

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La extraña chica que le había ayudado primero había contestado a los dos presentes de manera atropellada. Parecía más nerviosa que el propio Koseh por la situación acontecida, y para el joven mago costaba de seguir su intrincada y curiosa expresión. Sólo observar su rostro se podía decir que la chica cambiaba de aires cada cierto tiempo: alegre, risueña, y ahora nerviosa e inquieta. El joven no podía quitar su vista, con una mirada que expresaba claramente lo que muchos podían pensar: la chica -llamada Viana- era toda una adolescente, y algo alocada.


- Pues, gracias, - contestó - y no; no estoy lastimado. Esos ejemplares me dieron un buen susto... -


No sabía si responder ante el resto de la frase de la joven, ya que de verdad parecía estar hablando con ambos presentes a la vez. E, inesperadamente, Viana pronuncia un nombre curioso que le llamó la atención.


- ¿Jessie? Ese nombre me suena de algo... - murmuró, más para sí mismo que para sus acompañantes.


"Espera... Jessie. ¿Podría ser la misma Jessie de la cual aquél sujeto me advirtió?", pensó Koseh rápidamente, haciendo énfasis en un recuerdo reciente del encuentro que había tenido con el mago misterioso hace unos días. Además de haberle otorgado un nuevo nombre y un propósito en la vida, le había hablado brevemente sobre algunas personas que podrían hacerle preguntas incómodas si se las encontraba. Una de ellas -por lo que podía recordar- era una chica que respondía al nombre de Jessie. Pero antes de que pudiese preguntar más por esa nueva mina de información, el joven se dio vuelta ante el discurso de otra chica, la cual parecía observarles desde lejos. Su apariencia era muy atractiva, y por lejos parecía ser una de las mujeres más altas que había visto en su vida. No parecía ser humana como tal, aunque la actitud externa que mostraba inspiraba precaución.


Luego de escuchar lo que Lexy tenía que decir, Koseh sólo parpadeó rápidamente. Sabía que habían armado un buen alboroto, especialmente él por el accidente que había provocado debido a no pensar adecuadamente lo que ocurriría al usar un encantamiento convocador sin mayores especificaciones en una biblioteca tan grande como en la que estaban. Pero de eso a una señora loca, y de ahí a ser arrestados o castigados gravemente, era algo que dudaba profundamente. Mas, la primera chica que le había ayudado, Viana, había cambiado nuevamente su actitud a una asustadiza. El cambio de gestos había pillado al mago por sorpresa nuevamente, ya que en esta ocasión parecía sumamente afectada ante la presencia y las frases de la joven que había llegado ante ellos.


Antes que Koseh pudiese preguntarle cómo estaba o qué le pasaba, Viana había salido huyendo a toda velocidad, directo a la entrada de la biblioteca.


- ¡¡Oye, espera!! ¿¿A dónde vas?? - reaccionó el chico, estirando una mano en su dirección mientras observaba su huida. No sabía si había logrado que Viana le escuchara, pero huir sólo por unas bromas dichas por alguien desconocido era algo que descolocaría a cualquiera... a menos, claro, que de antemano...


- Disculpa la pregunta, pero... ¿quién eres tú? - dijo Koseh con cautela, esta vez dirigiéndose a la recién llegada Lexy. Era todo a lo que atinaba decir después de ver la escena que la alocada chica había hecho ante las palabras de la bella joven.


- Todo esto está sucediendo demasiado rápido para poder entenderlo bien - se lamentó para sí mismo. Hacía sólo unos días que había llegado al poblado, y ya estaba involucrado en un problema de grandes proporciones. Lo que el joven desconocía era de cuánta magnitud realmente el mismo era.

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¿Por qué me habla de usted? Debemos tener la misma edad, además no luzco tan vieja… ¿o sí?

 

No es que no le prestara atención, pero aquel trato la había dejado algo descolocada, sentía como si aquel hombre se estuviera dirigiendo a alguien mucho mayor que él, lo cual inevitablemente la hacía sentir vieja. Pero antes de poder responderle, la muchacha que estaba junto a él comenzó a hablar, mencionando un nombre que la dejó totalmente descolocada.

 

Espera, ¿qué…?

 

No fue capaz de terminar la pregunta, pues una mujer más se acercó hasta donde estaban, dirigiéndose ahora a la mujer que había causado más escándalo que sofocarlo. Fue entonces cuando la muchacha se puso evidentemente nerviosa, como si la presencia de aquella nueva mujer, llamada Lexy, la perturbara de alguna forma.

 

¡Oye, espera!

 

Repentinamente la muchacha había dado media vuelta y se dirigió corriendo en dirección a la salida. El muchacho había sido el primero en reaccionar, tratando de que la chica se detuviera, pero no parecía dispuesta a hacerlo fácilmente.

 

Por su parte, Mei permaneció en el lugar, bastante desconcertada con la situación que ahora se estaba dando. Ya suficiente con todo el problema que había surgido de improvisto y por el cual la mujer que había causado el escándalo más notable ahora estaba siendo escoltada por los de seguridad a la vez que los miraban con malos ojos al improvisado grupo que se había formado.

 

Debo pedirles que arreglen todo este desastre ―dijo uno de los guardias, a lo cual Delacour se limitó a asentir.

 

Deberías hacer lo que te piden… ―dijo, dirigiéndose al hombre, dejando la frase en suspenso ya que no conocía el nombre del mismo.

 

Por su parte, Mei sacó su varita y con suaves movimientos hacía que uno por uno los libros fueran flotando hasta el lugar donde les correspondía, a pesar de que técnicamente… ella no había causado aquello, pero su instinto le decía que se requería una mano, sobre todo por la inesperada expresión que ahora el hombre tenía: ahora el perturbado era él.

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Jessie va a matarme y Haisen va a matarme, si ambos se enteran de lo que pasó aquí me van a matar

 

Me equivoqué y lo admito. Siempre había tenido el problema de abrir la boca de más desde que estaba en el segundo infierno y cuando estaba cautiva por aquel hombre aún más.

 

Ahora sí me pasaba algo en aquel lugar alertaría a Jessie y estaría aquí en menos de un segundo. Tanto la mujer que había llegado a socorrerlos en un principio como el chico se habían sorprendido de que hablara de ella.

 

¿La conocerían de algún lugar? Yo no conocía nada del pasado de Jessie, de su presente solo conocía a las personas que habían ido a la cafetería que eran su esposo y un par de amigos.

 

¿Quiénes serían esas personas? Comenzaba a caminar de un lado a otro, acercándome y alejándome de la puerta sin saber realmente que hacer. Él había reaccionado al nombre de Jessie y ella parecía que también. ¿Porque?

 

-¡Argh!- jale una de mis coletas con frustración soltando un gritó sin importarme que la gente me mirase, igual ya lo hacían por el color de mi cabello.

 

Regresé sobre mis pasos tomando varios libros entre mis manos sintiendo como mis verdes ojos se opacaban por las lágrimas al sentirme frustrada.

 

Si Lexi conocía a Haisen... En verdad estaba pérdida. Camine hasta la sección donde sabía que iban aquellos libros y deje los tres en la repisa correspondiente.

 

Lo bueno es que había parado el hechizo de aquel chico tonto antes de que pasará a mayores. Me recargue en el estante y cerré los ojos sintiendo como las lágrimas recorrían mis mejillas.

 

-Llorar no te va a solucionar nada, siempre lo has sabido, ahora controlate... No hables a la ligera, tal vez ella la conozca del ministerio y él... Bueno, tal vez fueron juntos al colegio... Nunca se sabe

 

Abrí mis ojos y limpie mis mejillas con el dorso de mi mano. Tome aire y volví a sonreir, a fin de cuentas todo eran suposiciones mías, tal vez... O tal vez no.

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