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Biblioteca de Alejandría


Pik Macnair
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Llevaba rato dando vueltas, me sentía perdida y aquellas estatuas no hacían nada por ayudar. Yo tenia claro que era lo que estaba buscando, pero por lo visto unos meras representaciones de dioses creían saber mas que yo. Resoplé mientras caminaba con el cuerpo rígido, incomoda de estar entre tantos libros. La biblioteca era un lugar espectacular, pero hasta ahora no había podido centrarme en observarla, solo había estado intentando de evitar las esculturas.

 

Cuando por fin creí estar sola me detuve, intenté respirar con tranquilidad y centrarme en aquello que había venido a buscar. Estar en aquel lugar me traía recuerdos de la estricta educación que había recibido, sin embargo parecía que tanto estudiar no me haba servido de nada. Casi había muerto por culpa de aquel vampiro desquiciado.

 

Esto ultimo realmente me enfadaba, no había sido capaz de defenderme y ahora me sentía vulnerable cada vez que pisaba la mansión. Valeskya me había instigado en terminar los estudios, parecía no hacerle mucha gracia tener a una inquilina que no sabia cuidarse por si misma. Razón no le faltaba, sin embargo no me sentía del todo cómoda estudiando en Hogwarts, por no hablar de que seguramente los estudios no me servirían de nada cuando regresase a China.

 

Mientras mi mente divagaba, mis pies habían tomado el control, estuve caminando un rato a ciegas hasta detenerme sin mas delante de una enorme estantería. Fruncí el ceño mientras me dispuse a seguir con la mirada los tomos que tenia ante mi. No sabia porque había ido a parar allí, no tenia claro quien me había hecho llegar, si mi subconsciente o alguno de esos dioses. No pensé mas en ello, solamente tomé un pesado libro que llamó particularmente mi atención.

 

Di una rápida inspección al lugar y constaté que para mi fortuna me encontraba sola. Me senté en una silla vacía y deposité el libro sobre la larga mesa, no creía que leer aquello fuese a servir de nada, pero esperaba que me distrajese por un rato. Ahora mismo lo único que necesitaba era procrastinar un poco, ya tendría tiempo de continuar los estudios (si no moría antes).

 

Los minutos pasaron sin siquiera darme cuenta, estaba tan absorta que no fui consciente de la llegada de otra persona hasta que se sentó frente a mi. Sus palabras me sentaron como una jarra de agua fría, y no fui capaz de disimularlo cuando le miré de mala gana. Mi primera reacción fue responderle inapropiadamente, pero me quedé en silencio cuando mis oscuros ojos se posaron sobre su presencia tan inusual.

 

Aquel mago era sin duda la persona mas desconcertante que había conocido nunca, y aquel hecho me dejó por un instante incapaz de reaccionar. Por un momento miré a ambos lados, comprobando que no había nadie mas en esa mesa salvo nosotros dos, así que era evidente que estaba dirigiéndose a mi.

 

-Emm... ¿esto?- pregunté dudosa mirando de nuevo mi libro -Es sobre magia defensiva, tengo que acabar mis estudios y... quiero estar preparada- respondí tratando de parecer lo menos nerviosa posible.

 

Aunque si bien era cierto que estaba buscando reforzar mis conocimientos, no pensaba decirle que mi principal problema era prepararme para un posible futuro ataque.

 

-¿Y usted... ya se aburrió de su libro?- pregunté con cierto descaro, dando a entender que evidentemente una biblioteca no era un lugar para hablar.

 

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Ya veo-, él no la ha observado bien a ella, se ha sentado frente a la mujer, pero verdad es que no se ha detenido a verle, en cambio, hojea cuidadosamente cada página de uno de los libros que ha traído consigo. Son movimientos tan suaves que, en aquel silencio seco de la biblioteca, Garry puede escuchar el crujir de cada hoja al separarse de las demás. ―En realidad no lo sé-, se encoge de hombros deteniéndose en una página. ―Es la primera vez que lo leo, si me aburre o no, aun no puedo saberlo.

 

Está siendo inusualmente platicador, a pesar de que no lo es, a pesar de que el taciturno mago sabe que no es un sitio para platicar. En realidad, si no fuera porque ella le ha dado una respuesta, el muchacho Ollivander pareciera que hablara solo, como un pensamiento que se le ha escapado por la boca en voz alta. A pesar de ello, Garry encuentra alentador escuchar una respuesta y aunque no pierde de vista las páginas que pasa, buscando en ellas un título que cree que encontrará a ese ritmo pausado, es consciente de lo que ella ha dicho.

 

Magia defensiva…- habla en voz baja, haciendo otra pausa en su búsqueda, como si ella hubiera dicho algo que no ha escuchado antes o que no puede recordarlo, pero la verdad es que lejos está de eso y de pronto se sorprende de lo muy cotidiano que se ha vuelto escuchar decir aquello. Tanto las páginas del profeta como los rumores que se escuchan entre los pasillos, puestos ahí a propósito y que en realidad todos fingen creer, la guerra mágica ha terminado, dicen, pero la verdad es que Ollivander piensa, que solo ha tomado una forma distinta.

 

Después de aquel rápido pensamiento, al fin, vuelve la vista hasta donde está la mujer, la mirada de ojos de colores distintos está sobre el rostro de ella, una mujer joven de facciones poco comunes por estos lugares, que le desconcierta más su presencia cuando recuerda lo que ha dicho, ¿acabar sus estudios? Bueno sabe que Alejandría es la biblioteca más completa del que tiene conocimiento, sin embargo, entiende que la gente que viene de Asia es muy fiel a sus tradiciones y enseñanzas. Aunque la verdad es que no puede saberlo con certeza, él desconoce tantas cosas aún.

 

Parpadea un par de veces, antes de intentarlo de nuevo.

 

Y, ¿De qué es lo que buscas defenderte? -, pregunta, con esa voz suave, que no puede perturbar a nadie que no esconda un secreto. Una pequeña curva se tuerce apenas en la coyuntura de su boca, en aquel rostro descolorido y cicatrizado por las maldiciones, los brillantes ojos puestos sobre la muchacha frente a él, es lo único que pareciera tener vida dentro de Ollivander.

 

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La decisión fue tomada, debía dejar de actuar así, esa tendencia solo tuvo una finalidad cuando se trataba de disgustar a mis padres. Pero ahora los tenia lejos, ya no necesitaba ser así, sin embargo no podía evitarlo. Me preocupaba que las vivencias con mis padres me hubiesen marcado tanto que ya no existiese vuelta atrás. Puede que tuviese que aceptar que esta era mi verdadera identidad, que ya no volvería a ser la niña buena y educada.

 

Esta era la primera vez que estaba ante una persona que me imponía realmente respeto, aunque no sabia si era eso o que simplemente me daba miedo. Podía ver su rostro, sus imperfecciones, me preguntaba si aquel mago se merecía que le hubiesen echo todo aquello. Era evidente que no estaba ante una persona corriente, y eso me tenia a la defensiva, sobretodo por que seguía sin entender que hacia sentado delante mio.

 

Mis palabras no habían conseguido disuadirle, el joven parecía dispuesto a seguir indagando, y no tenia ningún reparo en admitir que siquiera tenia verdadero interés por el libro que había traído consigo. Tal vez mis pensamientos solo fuesen fruto de mi paranoia, tal vez aquel mago solo sentía sana curiosidad al ver una persona extranjera. Ciertamente hasta ahora no me había encontrado con ningún compatriota, aunque también era sabido que la gente de mi país no gustaban mucho de hacerse ver.

 

Volví a mirar a mi alrededor una vez mas, me preocupaba que apareciese de repente alguna de esas estatuas a regañarnos por estar hablando, ya que el silencio reinante hacia que nuestras palabras se escuchasen mas altas de lo que quisiéramos.. Después de corroborar que seguíamos estando solos, regresé mi atención hacia el extraño mago, preguntándome en silencio a que se debería la extraña coloración desigual de sus ojos.

 

Mis labios estaban dispuestos a responderle, pero mi mente me decía que no podía decirle la verdad, una verdad que me daba vergüenza, y que me había vuelto en una persona totalmente desconfiada e inútil. Mi rostro se mantuvo serio todo ese tiempo, procurando no reflejar los múltiples pensamientos que pasaban por mi mente.

 

-Bueno... es bien sabido que hay gente peligrosa suelta- respondí sin levantar la voz -Creo que ha de entender a que me refiero- continué mientras recorría con la mirada cada una de sus cicatrices -es evidente que le ha tocado pelear, aunque me pregunto si usted fue la victima o... el atacante.

 

Mis ultimas palabras fueron poco prudentes, había hablado mas de la cuenta y lo sabia. Mi intención había sido desviar la conversación, pero puede que me hubiese excedido un poco. Mis manos ahora sujetaban la mesa con tanta fuerza, que mis pálidos nudillos habían tomado una coloración rojiza. Tal vez tendría que haberme ido sin responder a sus interrogantes, pero ahora solo me quedaba esperar y desear que el desconocido no fuese otro loco psicópata.

 

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La apenas perceptible sonrisa del muchacho se ensanchó solo un poco más, lo suficiente para empalmar feamente las cicatrices de sus mejillas, y a no ser porque el gesto permanece ahí un largo rato, de solo verlo pareciera que doliera hacerlo, sonreír, quizá había sido por eso que se había convertido en alguien poco expresivo, aunque quienes más lo conocen, sabrán decir que naturalmente Garry no es una persona de muchos gestos ni palabras.

 

Entre sus tantos malos hábitos, destaca aquel de no tomar enserio nunca a las personas, no lo hace al menos cuando está en el proceso de "conocer" por primera vez a alguien, los rodeos que implican las cordialidades simplemente le parecen demasiado opresivos, aburridos. Por supuesto que, ha sido criado para saber todas esas cosas, no las reniega tampoco, se creen justo las necesarias para no ofender, aunque demasiadas para poder conocer a alguien realmente, o algo como eso es lo que cree, y era ese mismo pensamiento por lo que otro de sus malos hábitos era el modo en el que curiosea con sus interlocutores cuando está siendo demasiado conversador, justo como ahora.

 

Ciertamente la respuesta de la mujer ha despertado solo un poco más su interés, si no lo había sido su posible origen, el modo en el que ella actuaba y su respuesta, si lo hacía. Qué curioso resultaba ver ese rostro serio frente a él, como si estuviera dispuesta a no dejar escapar nada, él no sabe si ella se esfuerza por conseguirlo o al igual que él, solo es muy poco expresiva. No importa tanto en realidad, él ya ha hecho sus hipótesis, y la balanza se inclina a la suma reservación que tiene la cultura oriental, tan discretos siempre.

 

Eso depende-, la voz de él es muy suave, grave, pero no deja que se escuche muy fuerte, solo lo suficiente. La sonrisa en su rostro poco a poco vuelve a ser tenue, no pretende provocar malas interpretaciones. ―Por ejemplo, depende de la perspectiva en la que se observa la batalla-, musita con calma antes de volver su vista al paginado del libro y continuar hojeando. ―Y por supuesto, de quien hubiera perdido y ganado la contienda-, suelta un rápido resoplido antes de perderse en balbuceos, si Evans estuviera ahí, sabría con facilidad lo que estaba por venir. ―Si yo estuviera peleando contra usted porque usted no cree en lo mismo en lo que yo creo, ¿Quién es la víctima? ¿Quién merece perder? -, habla como si todo lo que dice tuviera un orden, como si fuera claro de ver.

 

Algo de verdad tenían las palabras que ella le había dicho, él había luchado, lo hace, lo intenta a decir verdad, pero el menor de Ollivander´s, no era un guerrero y decir que lo es ahora en sus tiempos más activos es incierto, se había metido ya en muchos problemas por no ser jamás lo suficientemente resistente a un combate, siempre ha sido ese personaje desabrido y poco fuerte que tiene que usar algo más de creatividad para poder salir librado de un duelo sin necesidad de usar tanta energía.

 

Sin embargo, sus palabras, que en un principio habían parecido haber sido escogidas al azar, tienen un pensamiento base, esa guerra mágica de la que sabe que está, pero que ciertamente tomarle forma ahora le está costando horrores.

 

Es verdad entonces-, dice nuevamente levantando la vista para encontrarse con el blanco rostro de ella, tan limpio y aparentemente suave, y que hace un contraste terrible al rostro maltratado del licántropo. ―Hay que estar preparado para cuidarnos de esa gente peligrosa-, el grimorio que guarda entre los libros que lleva consigo ha comenzado a hacer ese extraño sonido nuevamente, y a Ollivander le provoca un gesto fugaz de incomodidad. ―Aunque con la precaución de no convertirnos en esa gente peligrosa en el proceso.

 

Garry es, en la mayoría de sus conocimientos, un mago oscuro, lo poco ortodoxo y sus desagradables gustos son influencia, pero nada lo es tanto como la criatura, esa que remplaza su cuerpo durante las noches de luna llena, pero que el resto del tiempo sigue ahí, en sus pensamientos, empujándolo a seguir siendo una criatura oscura aun en sus días como hombre y que en alguna parte de su vida se había convertido en la conciencia retorcida del joven brujo. No lucha contra ello a menudo, pero volver de la oscuridad requiere un esfuerzo casi sobre humano, por lo que mantenerse al margen, algunas veces resulta bien.

 

Eso debe tenerla aquí entonces, ¿lleva algún curso en el Ateneo?-, vuelve a hablar distraídamente, un poco desinteresado en saberlo, pero en realidad no pretende ir más profundo, no, en cambio ahora pareciera más interesado en pensar que es lo que va a continuar platicando, como si en verdad quisiera que la conversación continuara. ―He escuchado que la clase de conocimiento de maldiciones es extraordinariamente buena, aunque yo no recomendaría artes oscuras-, se encoge de hombros, un movimiento apenas perceptible. ―No por ahora tal vez.

 

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Continué en silencio mientras mi mirada se perdía en un punto indefinido del salón. Sus palabras me habían dejado desconcertada, aunque comprendía perfectamente que aquel desconocido no quisiese explicar como era que había acabado tan desfigurado. Por un segundo me pregunté que clase de vida llevaría aquel individuo, tal vez durante el dia se encendiese entre libros, para en la noche salir a añadir otra cicatriz mas. Fuese lo que fuese que hiciese me costaba creer que alguien así pudiese llevar una vida normal, algo me decía que también debía llevar cicatrices por dentro.

 

Dejé aun lado la tensión y solté suavemente la mesa que tan fuertemente había tenido sujeta. Sus palabras me recordaron lo poco que me importaba las rencillas que los magos y brujas llevaban años teniendo. Realmente la vida de los demás y sus problemas no eran de mi interés, mientras no me afectasen a mi no veía razón para preocuparme. Sin embargo ese mago parecía haberse visto envuelto en esas est****as peleas, o al menos eso dejó entrever sus ambiguas palabras.

 

Reclinada sobre la silla volví a posar mis rasgados ojos sobre los suyos, era demasiado irónico que alguien como él quisiese darme lecciones sobre como debería comportarme. Era cierto que hasta el momento no sabia como iba a defenderme de aquel vampiro, ni siquiera sabia si eso era lo único que quería. En el fondo deseaba verle sufrir, pero no me veía capaz de llegar hasta ese punto, o al menos eso creía. En ese momento no me reconocía ni a mi misma, seguramente porque nunca me paré a pensar en que clase de persona soy o en lo que me gustaría llegar a ser.

 

-Tengo que hacer el séptimo curso de Hogwarts- dije al tiempo que volvía a mirar mi libro, ya sin mucho interés -Maldiciones... -dije mientras sonreía con cierto deje de malicia -¿Y por qué no, Artes Oscuras?- pregunté mientras volvía a mirarle -¿No cree que haya situaciones en que sea justificable su uso? ¿Que hago si me ataca alguien que me supera?- volví a preguntar sin evitar levantar la voz, el solo pensar en volverme a enfrentar al vampiro me alteraba.

 

Me quedé mirándole mientras sentía como mi corazón latía con fuerza, su actitud me había enfadado. Estaba harta de que todos pensaran que era demasiado inútil, que no sabia valerme y ahora un desconocido insinuara que no podía hacer lo que tal vez el mismo hiciese. Dejé a un lado mi inexpresividad, para mirarle con total desagrado, ya no importaba disimular.

 

-Ya... seguro es mas fácil dejar que hagan conmigo lo que quieran. -continué recordando la facilidad con que la criatura me hipnotizaba y no podía hacer nada para evitarlo -Seguro es mejor acabar muerta, a que cruzar esa est****a linea... ¿verdad?

 

Eso era algo que tampoco llegaba a entender, porque la gente debía limitarse, porque debíamos comportarnos según se nos dictaba, el desconocido lo había reconocido, lo que para unos es bueno para otros malo es, entonces por qué no dejar que la gente decidiese por si misma hasta donde quería llegar. Seguí mirando al joven de ojos desiguales, seguramente era otro hipócrita que se merecería cada una de esas marcas.

 

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El muchacho se mantuvo en silencio mientras ella hablaba, no necesita prestar tanta atención ni ser un gran observador, cree él, para darse cuenta de la molestia y la frustración que se escapa en cada sílaba de sus palabras. “Ella está siendo irracional”-, piensa brevemente, hasta que ella menciona que era mejor morir que atreverse a practicar las artes oscuras. “Tienes un don, para darte siempre a las malas interpretaciones, Ollivander”-, la criatura se burla antes de que Garry la haga desaparecer de sus pensamientos.

 

Antes de intentarlo de nuevo, apropósito, el licántropo busca prolongar el silencio incomodo que se ha mantenido entre ellos durante un par de largos segundos, luego de que la muchacha escupiera la última de sus sílabas. Él casi puede ver, en los ojos de ella, el cómo, a pesar de que ya no dice nada, sus pensamientos continúan vertiginosamente atormentándola.

 

Oh-, es un sonido suave, casi gentil, como si no quisiera detonar una bomba más con el ruido de su vos. ―No-, niega apenas en un movimiento poco perceptible, tranquilo mientras cierra el libro de artefactos muggles. ―No he dicho que sea usted capaz o no de hacerlo, o si está bien o mal intentarlo-, la mirada del muchacho es blanda sobre ella, pero escrudiña con descaro cada facción que de pronto ha florecido en ella. “Interesante”, puede pensar, como sin quererlo realmente, sin buscarlo, ha presionado un nervio sensible de la mujer. ―Mas bien, hago la mención por los docentes que últimamente impartían la materia-, sonríe apenas. ―Son solo algo vagos, no aprendes mucho en realidad-, se encoge de hombros nuevamente y vuelve a otro de los libros que trae consigo. ―Puede que ya hasta los hubieran cambiado, pero yo no recomendaría alguien que desconozco por completo.

 

La reacción de ella ciertamente lo ha tomado por sorpresa, quizá porque todo este tiempo ha estado hablando sin ningún propósito en específico, y el alto sonido de la voz femenina resultaba de pronto como si le recordara que está hablando con una persona real y no con alguna de sus alucinaciones causadas por el abuso de sustancias toxicas y filtros de paz. Ante las palabras molestas de la muchacha, había permanecido como oyente, solo hasta que ella hubiera dicho todo lo que quisiera, después de todo, aparentemente era lo que a ella le hacía falta.

 

Aunque después de eso que ha hecho ella, solo se está aventurando a atinar.

 

Ciertamente yo creo que aprender artes oscuras es importante-, recuerda el curso que llevó hace ya un tiempo, su respuesta, ante todo, no había sido muy distinta a lo que ella decía. ―¿Cómo podemos defendernos de algo que ni si quiera somos conscientes del alcance de su poder y de cómo es que consigue hacernos daño?-, sin embargo, aquella fidelidad que se tenía a sí mismo y a lo que creía sensato, le había costado tener que hacer un sacrificio de sí mismo, para poder conseguir el conocimiento. Por supuesto que eso no se lo contaría a ella, ¿Qué gracia tenía hacerlo? Era mejor que ella lo descubriera por cuenta propia.

 

De pronto se siente como en las clases del quinto curso cuando Rachel se atreve a sancionar a alguno de los estudiantes por faltar, y es Garry quien tiene que hacer guardia mientras cumplen con sus horas de servicio hasta levantar el castigo, Askar no es verdaderamente dura con ellos, pero no entiende por qué siempre tiene que ser él quien se quede cuidando niños de cabezas duras, quizá porque Ollivander no es un hombre que pierda la paciencia con facilidad, le gusta escuchar el modo de pensar de las demás personas. Escuchar lo que hay en las ideas de los demás, a pesar de lo poco que cree en la gente, es justo igual como leer el profeta por las mañanas. Él no intentará cambiar sus vidas y a los alumnos no les exigirá más allá de presentarse satisfactoriamente al quinto curso, sin embargo, encuentra inquietante la oscuridad que se ha sembrado previamente en los brujos y brujas jóvenes que llegan al colegio.

 

Y nunca se preocupa por su futuro, no realmente, si no por su presente.

 

―Aunque se es bien sabido también…-, se escucha un poco más animado al hablar, pero solo era que su voz es un poco más alta de tono por un breve instante. ―Que no se necesita tampoco usar magia oscura para vencer a la magia oscura. Hay algo de sentido en eso, ¿no cree usted? -, habla distraído, cerrando el último libro sin ganas.

 

Pero ¿Qué le puedo decir yo a usted? - levanta la vista para encontrarse con la muchacha y sonreírle largamente, una fea media sonrisa que marca los hoyuelos de un muchacho saliendo de la adolescencia, pero que son claramente atravesados por diversas cicatrices que se empalman unas con otras en sus mejillas por el gesto de sonreír. A él ya no le molestan, son solo síntomas de su licantropía. ―Está claro que yo no sé librar con criaturas oscuras-, le guiña divertido, haciendo una sátira a su licantropía, que si ella no lo ha deducido por sus cuatro largas rasgaduras que el mago tiene desde el mentón hasta por debajo de sus ropas (su marca de maldición) es posible que al volver a Hogwarts busque el nombre de ella entre las listas de séptimo curso y exija que se le regrese de grado o que reciba por lo menos un curso intensivo de DCAO.

 

Eso claro, si supiera el nombre de ella.

 

Ugg, pero que mal, he olvidado pasar por un libro de química muggle a los estantes del salón Oeste-, con un movimiento hace arrastrar su silla que hace un rechinido demasiado ruidoso. ― ¿Me acompaña a buscarlo?

 

Hoy por la tarde Garry está siendo…inusualmente conversador.

 

@@Li Xue Liu

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Al terminar de soltar toda la rabia que tenia acumulada, me quedé en silencio petrificada. ¿Que me había pasado? ¿Donde había quedado el auto control? Fue horrible, dejé aflorar mi debilidad delante de aquel extraño, él no tenia porque saber nada y sin embargo no fui capaz de contener mi lengua. Me sentía horrible, me había dejado llevar por la desesperación y en un intento por desahogarme me había dejado expuesta nuevamente.

 

Ahora mismo solo quería escapar, irme de allí y no tener que volver a ver a mi interlocutor. En contraste con mi actual estado de animo, el mago se encontraba tranquilo, ojeando aquel libro como si no hubiese escuchado mi ultimo arrebato. No sabia como tomarme su aparente indiferencia, pero aquella actitud pasiva sirvió para que poco a poco mis sentimientos sobresaltados decidiesen volver a su estado de reposo.

 

Algo triste bajé la mirada y me dispuse a pasar las paginas del libro, fingiendo un nuevo interés. Desde que había llegado a Inglaterra no dejaba de arrepentirme de haber pisado el país, me sentía tan perdida en occidente que era como si toda mi energía y fortaleza se hubieran quedado atrás en mi país natal. Sabía que muchos de mis compatriotas se aventuraban a vivir en el extranjero y terminaban medio adaptándose, pero una había una diferencia entre estar estar sola a estar acompañada de otros iguales a ti.

 

Me había quedado tan absorta en aquellos pensamientos, que no fui consciente del momento en que el pelirrojo había vuelto a hablar. Decidí escucharle sin mucha gana, mientras aun seguía con mis oscuros ojos puestos en las paginas de mi libro, sus palabras me dejaban en un peor situación, me hacían darme cuenta que le había malinterpretado No estaba segura de si aquello había sido un fallo al entender sus palabras (aun no dominaba del todo el idioma), o si mi estado alterado me había jugado una mala pasada.

 

En aquel momento no tenia nada mejor que hacer, así que resignada seguí escuchándole, observando como sus palabras fluían lentamente, sin ninguna prisa y sin mostrar sentimiento alguno. Me intrigaba como una persona que habría pasado por tanto, podía mantener aquella calma, tal vez aun no era tarde, tal vez cabía la posibilidad de aprender a dominar mis emociones, quizás las respuestas a mis preguntas estuviesen delante mio.

 

Volví a mirarle, sintiendo de nuevo curiosidad por él, sobretodo porque parecía haber entendido cual era mi problema, o al menos en parte. Pensando fríamente sabia que tenia razón, que había otras soluciones a mi percance, incluso Valeskya habia nombrado otras alternativas. Ahora me sentía culpable, aquel mago me había dejado en evidencia, había hecho que expresase mis sentimientos, y no sabia como enmendar ese error. Tal vez lo mejor era irme a vivir debajo del puente, y olvidarlo todo.

 

Mi rostro se volvía a mostrar inexpresivo, evitando mostrar el remolino de pensamientos que había en mi interior, sin embargo el mago me mostraba una sonrisa que dejaba ver aun mas esa enorme cicatriz que surcaba su piel. Sentí que estaba burlándose de mi, sus palabras y su expresividad dejaban entrever que él era tan monstruo como el vampiro que atentaba contra mi vida. Sin embargo no parecía importarle en lo mas mínimo el malestar que estaba provocandome, seguramente porque era eso lo que pretendía.

 

Para mi sorpresa el desconocido se puso en pie, mientras comentaba su interés por buscar un nuevo libro y no solo eso, sino que mostró interés por ser acompañado. Sin entender nada, me puse en pie y caminé hacia él, en todo momento me había mentido en silencio, sin embargo no podía dejar que eso siguiese así, debía sacarme la duda principal que venia carcomiendome desde un principio.

 

-Espere...- dije llamando su atención al tiempo que le alcanzaba -Necesito saber... ¿Quien eres? -pregunté mirándole fijamente a los ojos -¿Que se supone que estas haciendo? ¿Que es lo que buscas realmente?- volví a prguntar sin disimular mi tono enfadado.

 

No quise dar mas rodeos, por su culpa había hablado mas de la cuenta, delatando mis miedos, ahora necesitaba saber cuales eran sus intenciones, me negaba a creer que alguien prefiriese hablar antes que leer en una biblioteca. Tal vez estaba de nuevo malinterpretándolo todo, pero aquella persona no me inspiraba ninguna confianza, no me gustaba nada su facilidad para hacerme perder mi estabilidad.

 

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Editado por Li Xue Liu

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Él no sabe si ella ha escuchado todo lo que dijo o no, tampoco es consiente de si ella decide acompañarlo, pues después de preguntarle, no da tiempo para una respuesta antes de comenzar a andar de regreso a los estantes, con ese paso habitualmente despacio que hace demasiado eco en el silencio de aquel sitio solitario, y llevándose las manos a los bolsillos con despreocupación, consciente de que el camino que lo lleve hasta donde quiere le tomará un tiempo a ese ritmo calmado en el que el joven brujo se mueve.

 

Por supuesto que no siempre es así, hay momentos en los que debe actuar rápido, pero le resulta demasiado agotador tener que hacerlo, de algún modo, lo ve como ahorrar la energía que realmente no necesita gastar ahora.

 

Se detiene apenas cuando la muchacha lo encara nuevamente, con esa mirada oscura puesta sobre él. Aún no sabe cómo interpretarla, no sabe si ella está molesta, frustrada, asustada o preocupada, por lo que de pronto su pregunta resulta algo sumamente difícil de contestar, aunque parezca ser tan sencilla, ¿Qué es lo que hace?, Ollivander encuentra al menos veinte modos de contestar sus preguntas, pero quizá solo una pueda contestar lo que ella realmente quiere saber. Mientras aún mantiene el contacto visual con ella, el entrecejo del licántropo se arruga dejando ver que de pronto la pregunta de ella lo ha confundido. Aunque solo es un gesto fugaz antes de continuar adelante.

 

¿Quién soy? -, repite, sintiéndose absurdo por hacerlo, pero ese es una de las malas manías que se han ido pegando al muchacho después de pasar tanto tiempo en Baker dejando que los demás conduzcan los casos. ―Pues eso depende…-, titubea antes de hacerle un ademán con la cabeza que le indica, que seguirá caminando mientras la conversación continúa. ―No soy un ángel guardián, desde luego-, los pasos del muchacho son lentos, pero largos, por un segundo se lo piensa si debe acortarlos para mantener el ritmo con su acompañante. ― Tampoco estoy interesado en usted, si es lo que le preocupa-, es lo primero que puede pensar después de lo que la ha escuchado decir hace un momento. ―Aunque puedo estarlo, si usted me deja-, sonríe, aun con la mirada perdida entre los estantes de libros.

 

Es claro que su interlocutora tiene alguno que otro problema serio, no necesita empujar más para saberlo, tampoco es como que quiera hacerlo, pero es que, aunque el rostro inexpresivo de ella se mantenga firme, es, para Garry, un poco más preocupante él hecho que, después de aquel arrebato de emociones, ahora lo oculte tras un rostro serio. Por lo tanto, no puede ahora ver, en el rostro de ella, lo que ella quiere, por lo que no sabe si ha contestado correctamente, después de un segundo largo de silencio, él lo vuelve a intentar.

 

Ahora, que si lo que pregunta es el nombre…-, por supuesto, Evans se lo ha dicho, el nombre es algo importante, aunque él no lo piense del mismo modo, pero ella le dice que es una brecha simple para sentirse en confianza. Aunque sigue pensando que es una creencia absurda, ella siempre consigue entender el lado más sensible de las personas mejor de lo que él puede. ―Soy Grelliam Ollivander-, musita en un tono aun mas bajo de voz, no es como que no lo quiera decir, pero el nombre completo lo hace pensar en el pasado. ―Pero puede llamarme Garry-, se apresura a hacer la aclaración mientras se encoge de hombros.

 

El nombre corto le sienta mejor, al menos se siente menos influenciado cuando lo llaman así.

 

A mitad del pasillo ha detenido sus pasos, y parece pensárselo mucho antes de girar para encontrarse de nuevo con ese rostro limpio de ella. Le observa por largos segundos antes de animarse nuevamente a abrir la boca.

 

Y estoy buscando un libro de química muggle-, entrecierra los ojos, ¿es aquello tan difícil de entender?, no lo sabe, pero no puede saber tampoco si ella habla de algo más allá, algo existencial, de ser asi, la mujer se encontrará con el muro insípido en el que se ha tenido que convertir el brujo en este último año, aún más cuidadoso de sus palabras, desconfiado solo lo necesario, y sumamente discreto, no es difícil, pero en alguna parte de todo esto le resulta molesto. ― ¿Y usted? -, sin soltarle aun la vista se anima a mostrar esa sonrisa algo más interesada que otra cosa, y ladea la cabeza como si de pronto se sintiera sumamente curioso por ver en ella algo que no ha visto antes. ― ¿Usted sabe lo que está buscando?

 

La mirada apesadumbrada no está más ahí, en cambio, los heterocromos brillan con interés, no están fijos en los de ella, si no que se pasean por su rostro, y son escudriñadores y profundos, observadores, cuando la ven a ella.

 

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Mi curiosidad se desvaneció tan pronto el mago comenzó a divagar, aun así seguí sus pasos en silencio, al fin y al cabo había sido yo quien le había hecho las preguntas. El joven ya me había mostrado desde un principio que no era persona de ir al grano, ahora bien no sabia si era algo natural en él o simplemente lo hacia para divertirse un rato a mi costa. Hasta ahora todas las personas que había conocido en aquel país, habían resultado ser desagradables, y parecía que el pelirrojo no iba a ser la excepción.

 

Aun asi me quedé a su lado, caminando en silencio con mis manos entrelazadas tras mis brazos. Ahora que le tenia en pie pude comprobar lo alto que era a mi lado, su presencia imponía si la comparaba con mi pequeña complexión. Cuando vivía en mi país, mi físico no era algo notorio si se le comparaba al resto, pero en occidente la gente tendía a ser mas alta y corpulenta, eso había hecho que la gente menospreciara mis cualidades. Por un lado tenia la esperanza de encontrar a alguien diferente, que no se fijase en eso, pero tampoco le daba demasiada importancia, cuando volviese a China eso ya no importaría.

 

No sabia hacia donde nos dirigíamos, pero confiaba que supiese donde estaba lo que estaba buscando. Una cosa tenia en claro, aquel mago no parecía disfrutar el hablar conmigo, ni mucho menos tener que salir de su anonimato, eso me dejaba en la duda, de por qué había decidido empezar la conversación. Al igual había esperado encontrar algo interesante en mi, pero al final solo había descubierto que era una chiquilla inmadura e impulsiva. No seria la primera vez que alguien se decepcionaba conmigo.

 

El joven Ollivander detuvo sus pasos y se giró para observarme de nuevo con sus extraños ojos, aquello me tomó desprevenida, no me gustaba que me hubiera pillado mirándole. Pero era difícil no fijarme en él, ya que todo todo me resultaba raro en su figura, ni siquiera tenia una coloración normal en su cabello. Estuvimos de pie unos segundos, mirándonos en un silencio incomodo, por fortuna el mago decidió continuar hablando, esta vez siendo él quien preguntase ahora por mi identidad.

 

-Yo... me llamo Li- respondí a secas sin corresponder a su inquietante sonrisa.

 

Me quedé en silencio, no sabia como responder su ultima pregunta, ya había respondido a ello y no había mentido, aunque no había dicho toda la verdad. Pero él tampoco había sido del todo sincero, ¿Así que por qué esperaba que yo fuese a serlo? Volvimos a tener otro incomodo silencio en el cual nos seguimos mirando como si fuésemos capaces de descubrir lo que el otro estaba pensando, por un instante me pregunté si él seria capaz de lograr eso.

 

-Yo... -comencé de nuevo -estoy buscando tantas cosas... -dejé de mirarle y comencé a caminar lentamente hacia una estantería cercana -No se por donde empezar...- me detuve mientras seguía mirando los libros frente a mi -La gente nunca me ha tomado en serio, me gustaría que dejaran de menospreciarme- cerré mis manos tan fuerte que me comencé a hacerme daño con las uñas -Hace un rato dije que buscaba defenderme... pero creo que estoy buscando todo lo contrario.

 

Hasta ahora nunca había pensado en las Artes Oscuras y el mago había dejado en claro que esa no seria la solución a todo. Razón tenia, no conseguiría resolver todos mis problemas haciendo uso de ello, mis padres no aprenderían a quererme a base de torturarlos. Sin embargo no podía descartar la idea de que me sirviese para hacerme valer ante quien me estaba haciendo la vida imposible. Debía medir mis palabras, había vuelto a hablar mas de la cuenta, era peligroso evidenciar los nuevos sentimientos que comenzaban aflorar en mi.

 

-Pero creo que esto no voy a encontrarlo aquí -terminé dando unos pasos atrás, apartándome de los libros -...y creo que tu tampoco podrás ayudarme.

 

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Editado por Li Xue Liu

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Observó cuidadosamente cada movimiento de ella, al mismo tiempo que procesaba de apoco sus palabras, lentamente, casi con pereza, como si no tuviera en realidad ganas de hacerlo, pero lo cierto es que el joven brujo ya siente bastante interés por la muchachita, en lo que dice y el camino que ha tomado esta descuidada conversación. La pregunta de ella resuena nuevamente en su cabeza “¿Qué buscas?” le había cuestionado, ahora piensa que su pregunta no fue entendida, sin embargo, Ollivander es un muchacho bastante lleno de simpleza, a pesar de su exterior curtido. “No lo sé”, hubiera contestado en otras circunstancias.

 

Aun lleva las manos dentro de los bolsillos, le gusta tenerlas ahí dentro cuando no carga un abrigo, así no es fácil que el frío lo cobije y es que a él no le gusta, lo pone de mal humor y lo lastima. Por un instante largo desvía su atención de la pequeña figura que es Li frente a él ahora, y los heterocromos se posan sobre los estantes con los libros de química y alquimia que no están más que a unos cuantos metros de distancia. Los mira con paciencia, como si les pidiera un tiempo más antes de volver con ellos.

 

Tiene usted razón, Li-, su atención nuevamente solo le pertenece a ella, en cómo reacciona ante cada palabra y cada movimiento aparentemente inconsciente que hace mientras escucha lo que él trata de explicar. ―Tal vez nadie podría ayudarle-, él cree, en realidad, que lejos de no encontrar lo que busca, ella no sabe que es lo que quiere, por lo tanto, jamás va a encontrarlo. No le miente y está de acuerdo en que no es él quien pueda ayudarle, tampoco los libros, después de todo ¿Cómo saber lo que está buscando?, pero es paciente nuevamente con ella y espera, porque ella está comenzando a demostrar ser alguien que vale la pena ser escuchada hasta el final. ―Pero usted podría intentarlo.

 

¿No era lo que estaba haciendo ahora? Si, eso cree él, a pesar de su angustia ella aún continúa adelante. Lo que realmente preocuparía al mago es saber por cuánto tiempo más ella está dispuesta a seguir de ese modo.

 

Quizá debería comenzar por dejar de menospreciarse a usted misma-, habla con seriedad, pero tranquilo, su sonrisa no está más en su cara, y el rostro insípido solo está vivo por los brillantes ojos ocultos tras los párpados adormilados. Cuidadosos pasos hace el mago hasta donde se encuentra ella, sus movimientos son lentos, ella podría hacer lo que fuera en ese lapso de tiempo, por lo que no pide permiso, ni advierte, cuando toma una de sus manos para ver el daño que se ha causado. ―Eso es importante-, su vos es tan baja y aunque no es un susurro la cercanía entre ellos y la soledad de aquel sitio hace que sea fácil escucharle.

 

Las manos ásperas de él, también llenas de cortes y manchadas de cicatrices, son un contraste con las de ella, incluso lo son cuando las de ellas son frías y las del mago no, pero no es en lo que se fija, con la yema de sus dedos acaricia esa parte en la palma de la mano de ella donde sus uñas han dejado una marca profunda, arruinándolas…no, en realidad no las arruina, aquellas marcas de pronto parecen representarla a ella, ella sola en esta tierra ajena, sin nadie a su alrededor. Debe ser una maña de su trabajo como medimago, pero cuando entiende que no se ha causado mayor daño, con el mismo cuidado con el que la ha inspeccionado, la deja libre.

 

No lo sé-, el muchacho se encoge apenas de hombros cuando sus manos regresan a los bolsillos de su pantalón. ―Yo creo que al igual que todo en la vida, esas cosas se ganan-, la voz monótona es casi como un zumbido en sus propios oídos. ¿Qué podría estar pensando esa mujer ahora? ―Sin embargo, en un mundo tan lleno de biodiversidad, de gente, de creencias… No espera usted tener contentos a todo el mundo, ¿verdad? -, ese había sido el problema número uno en la juventud de Garry, sin embargo, hasta el día de hoy no se arrepentía de ninguno de sus pasos, incluso aquellos donde lo perdía todo.

 

¿Qué es todo lo contrario? -, pregunta esta vez con un deje de curiosidad genuina en su voz. ―Si lo que busca no es defenderse… ¿Qué es lo que busca entonces? ¿Qué es todo lo contrario?

 

@@Li Xue Liu

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