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Legilimancia


Rosália Pereira
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Rosália Pereira, Arcana de Legilimancia.

 

Mackenzie leía la nota que había recibido aquel día vía lechuza, comunicándole su aceptación como pupila de la Arcana de Legilimancia. Se le acumulaban los proyectos. El Libro del Druida, la Habilidad de Legilimancia, el Conocimiento de Maestría en Escobas y la búsqueda del Uno. Sin duda alguna, lo último era lo más urgente y, sin embargo, allí estaba, esperando al Uzza Badru, sentada en el quicio de una puerta, con sus tejanos raídos y su cazadora de cuero gastado, dando pataditas a un canto rodado con sus botas también de cuero, mientras leía la nota de la Universidad, apenas recibida hacía unas horas.

 

Badru no aparecía y Mackenzie temía lo peor. ¿Y si la clase ni siquiera llegaba a empezar? ¿Y si los planes de Arcanos y Uzzas de volver a su tierra le impedían estudiar con ellos el Libro del Druida y la habilidad de Legilimancia? Decidió dejar una nota a Badru y acercarse hasta las dependencias de Rosália Pereira. Quizás tuviera más suerte con la Arcana y, en cualquier caso, el paseo por la Universidad podría darle más datos sobre los inminentes planes de Arcanos y uzzas. Se rumoreaba que, aunque dejaban la Universidad y al Ministerio de Magia inglés, seguirían enseñando en la Escuela Mágica de Uagaudou, adscrita geográficamente a su tierra natal. Mackenzie quería confirmar tal rumor. Estudiar en Uagaudou no sería tan simple como hacerlo en la Universidad, donde el Ministerio de Magia controlaba la situación. Ahora dependerían de primeros ministros africanos o de la propia Escuela Mágica de Uagaudou y los trámites se complicarían. Nada que la Malfoy no pudiera resolver, pero aún así, un engorro.

 

Mientras caminaba hacía el lugar donde enseñaba Rosália, pensó en los motivos que habían llevado a Arcanos y Uzzas a tomar aquella decisión. Los comprendía hasta cierto punto. Se avecinaban tiempos muy oscuros para Inglaterra y para la magia en general, a no ser que lograran encontrar el Uno. Nadie querría encontrarse en el ojo del huracán cuando éste estalla y, desde luego, Inglaterra se iba a convertir, precísamente, en el ojo del huracán mundial. No sólo las guerras con otros países eran inminentes, sino que el mundo estallaría de puro pavor en cuanto fuera consciente de la pérdida del poder de la magia. Sin las fuentes primordiales de magia antigua, la magia se iría agotando poco a poco y, a no ser que lograran encontrar el Uno, el mundo no tardaría más de dos años en quedarse sin magia. En un mundo en guerra, culpar a Inglaterra de ello, sería lo más natural.

 

Mackenzie dudada que los Uzzas y Arcanos supieran algo más aparte de las declaraciones de guerra a Inglaterra, realizadas extraoficialmente por otros países, pero eran lo suficientemente inteligentes y perceptivos como para haberse dado cuenta de que se encontraban en una situación de extrema gravedad. Aún así, romper el Segundo Contrato, como habían hecho los Uzza, era algo que Mackenzie, aunque avisada por la profecía, se había resistido a creer, pues le constaba lo apegadas que estaban aquellas gentes a sus Códigos de Honor.

 

El paseo hacia las dependencias de Rosália había terminado y poco había logrado descubrir Mackenzie, aparte de lo que ya sabía. Desde luego, los preparativos de marcha eran inminentes, pues el Pueblo Uzza ya había empezado a empaquetar.

 

Cruzó los dedos para que aquella clase no se suspendiera, mientras tocaba en la puerta de la Arcana y esperaba a que ésta saliera a recibirla.

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Su solicitud para estudiar con más profundidad la habilidad de Legilimancia había sido aceptada, sin embargo, contrario a lo que había ocurrido en la primera ocasión no estaba entusiasmada, ¿el motivo? Simple a su mente acudían el nulo intento de Rosalía por haber sido una guía en ese proceso de enseñanza y aprendizaje, así que con la mentalidad de no quedarse con aquel mal recuerdo de por vida, tenía que darle una oportunidad a aquella habilidad para dominarla de manera legal tal y como dictaban las leyes de Reino Unido.

 

Pero antes de presentarse en la universidad, tendría que dejar todo listo en Gringotts, que contrario a lo que en otro momento podría haberse esperado se había convertido en su segunda prioridad, porque actualmente su prioridad número uno era su reciente compromiso con León. Situación que la tenía un poco nerviosa, pero que le traía seguridad y paz interior, porque era una decisión pensada y eso le restaba la inseguridad que había tenido en un primer momento.

 

En cuanto llegó a su oficina en la institución mágica, le regaló una sonrisa al duende que se encontraba fugiendo como su asistente personal y le pidió que la siguiera tenía que dejar lo más posible de trabajo adelantado, porque no sabía cuanto tiempo se alejaría del banco para su enseñanza de la habilidad.

 

—Envíen estos recibos de descuentos a los propietarios de las bóvedas. —soltó con cansancio dejándose caer en la silla detrás de su escritorio— Me ausentaré algunas semanas quizás, cualquier cosa pueden buscarme con Rosalía. —explicó sin más.

 

Iba tarde y lo sabía, así que no podía detenerse a organizar más actividades. Por lo que se levantó y dio un medio giro para desaparecer envuelta en una fina capa de humo negro para segundos después reaparecer a las afueras del sitio en el que se encontraban ubicadas las viviendas de los Arcanos.

 

Caminando con pasos tranquilos y dejando que en su mente solo aparecieran cosas relajantes, y no todas aquellas cuentas y trámites pendientes con la banca mágica, sin darse cuenta llegó hasta las habitaciones de Rosalía y allí se encontró con Mackenzie Malfoy, una bruja que era más que conocida en la comunidad mágica.

 

—Buenas… espero no llegar tan tarde, ¿tocaste? —saludó acercándose a la puerta y esperando pacientemente— ¿Sabes si Rosalía esta en casa? —se atrevió a preguntar, recordando que había escuchado que antes la arcana había salido por todo Londres y el Callejón en una expedición con una pupila, ¿pero cuánto hacía de eso? No lo tenía del todo claro.

Editado por Mia.
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  • 2 semanas más tarde...

Rosália sabía que pronto habría cambios en el mundo mágico y en sus propias condiciones pero no le molestaba en absoluto. Siempre había preferido pensar en el presente y no le agradaba adelantarse a los hechos del futuro. Algo que a veces podía resultar mejor para su propia tranquilidad pero tal vez su gran desventaja es que los cambios a veces la tomaban por sorpresa o con poca preparación pero sabía que ese no era el caso.

 

- Adelante - Las nuevas alumnas habían llegado hasta su vivienda, aquella que pronto dejaría de serlo pero tampoco le molestaba porque siempre lograba encontrar la manera de vivir en donde más se adaptaba o una forma de adaptar el lugar al que llegaba. La arcana estaba arreglando sus plantas mientras buscaba los ingredientes para una de sus nuevas pociones, una aún no probada y que estaba intentando inventar gracias a su gran inteligencia y amplio manejo de las pociones.

 

- Las plantas nos enseñan mucho sobre la comunicación - La mujer, bueno no tan humana, tenía una gran conexión con la vida y tal vez gracias a esa conexión es que había logrado llegar a ser la arcana de la Legilimancia porque había aprendido muchas más cosas y podía ver más allá de lo evidente - ¿Se les ocurre algo? - Las plantas no necesitaban palabras para comunicarse como los humanos y en ello radicaba en parte la importancia de la Legilimancia: la ausencia de palabras y de sonidos producidos por la boca humana. ¿Cómo era eso importante y relacionado con las plantas? Sería tarea de las brujas entenderlo.

 

- Perdón, ¿ustedes si vienen a aprender de Legilimancia? - La arcana estaba tan concentrada y emocionada con sus plantas que había olvidado preguntarles la razón por la que estaban allí - Si es así, por favor me podrían decir sus nombres - No es que no los supiera ya pero nunca debían perderse lo modales y la cortesía. Eran dos brujas muy buenas con las que sabía podría tener un intercambio de conocimiento bastante interesante.

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¡Hola! -Mackenzie saludó a su compañera, alegrándose de tener a alguien con quien charlar mientras esperaban a la Arcana. - No parece que haya nadie, he tocado un par de veces y nada, no aparece. He oído que esta Arcana es un poco excéntrica, igual quiere hacernos esperar.

 

La bruja suspiró con resignación. Entre las clases con Badru, los conocimientos a los que se había anotado y la legilimancia, se iba a pegar la vida en la Universidad. Si es que no los mandaban de pronto a todos a Uagadou. Confiaba en poder terminar aquellas lecciones, antes de que los trasladaran de lugar. Eso sólo podría significar perder aún más tiempo y Mackenzie siempre andaba escasa de algo tan preciado como el tiempo.

 

Sacó un par de ranas de chocolate que llevaba en la mochila y le ofreció una a la Directora de Gringotts. - ¿Quieres una? El chocolate me ayuda a quitarme el stress. Quizás pareciera un tanto infantil eso de comer chocolate mientras esperaban a la Arcana, pero ya no necesitaba guardar las formas con nadie, si le apetecía comer chocolate, lo comería, aunque acabara gorda y fofa. Eso era un decir, ciertamente. Mackenzie sabía que podía comer todo el chocolate que quisiera sin engordar.

 

Pasó un largo rato antes de que la arcana apareciera al fin en la puerta. Las reservas de ranas de chocolate de Mackenzie se habían terminado hacía ya rato.

 

- Me llamo Mackenzie -respondió a la Arcana. -Y quiero suponer que usted es Rosália Pereira, ¿no es cierto? Bien, pues ojalá que lo sea, porque ya me empezaba a cansar de esperar. Quiero aprender legilimancia y espero que no me haga un discurso sobre practicar la virtud de la paciencia.

 

La Arcana estaba casi más ocupada con sus plantas que con sus nuevas pupilas. Mackenzie se iba a tener que armar de paciencia. Respiró hondo contando hasta tres, tratando de calmar su mente. Después de todo, sin concentración, poco iba a aprender en esa clase.

 

- ¿Porqué riega a esas plantas primero? Las de la izquierda parecen estar más sedientas - comentó Mackenzie de pronto, dándose cuenta de que de alguna manera percibía la necesidad de agua de las plantas. Aquello era muy curioso. ¿Simple instinto?

 

No conocía a la Arcana y tal vez fuera reacia a las preguntas, pero la bruja había ido allí decidida a aprender y, para eso, las preguntas eran necesarias.

 

- ¿La legilimancia actúa solo con las personas o también aplica a seres, criaturas, plantas o incluso objetos?

 

Esperó la respuesta de la Arcana, mientras echaba una ojeada a aquel lugar y a la propia Arcana. Era una mujer extraña. Mackenzie empezaba a dudar de que fuera sólo una mujer. ¿Alguna especie de híbrido entre humana y planta? Su gusto por la naturaleza era notorio, toda la estancia parecía un invernadero y había un centenar de flores exóticas de distintos tipos. La mujer era hermosa y, aunque por su mirada se diría que tenía muchos años, su apariencia resultaba lozana, casi joven, según como la luz la iluminaba. Tenía un carisma especial, algo atrayente que te hacía sentirte acogida, a gusto, dispuesta a abrir la mente.... ¡Obvio! Se dio cuenta Mackenzie, utilizando en el acto sus poderes oclumánticos. Por más que quisiera aprender, tampoco le iba a poner a la Arcana toda su mente en bandeja.

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No supo con precisión cuanto tiempo estuvieron esperando fuera de la casa de Rosalía, así que cuando Mackenzie le invitó una rana de chocolate la aceptó sin dudarlo. Estaba cansada y ese pequeño aperitivo le recordó que no había tenido tiempo de desayunar aquel día, así que sin importarle hacía cuanto tiempo no tenía el placer de comer esa delicia que casi había olvidado su sabor, ¿por qué había dejado de comerlos? No tenía ni la más mínima idea, igual que de su dieta se eliminaron otros alimentos ocurrió con ellos.

—Gracias, sin duda es un placer que hay que permitirse en algún momento del día. —concedió con tranquilidad— Esperemos que no demore mucho, que tengo paciencia, pero también poco tiempo que perder en esperar.

Sus palabras salieron casi de manera incontrolable de sus labios. No es que no tuviese interés en la clase, pero la arcana parecía distraída o fuera de casa, así que después de dejar salir un pequeño bostezo, continuó conversando con la Malfoy, disfrutando por extraño que pareciese aquella interacción que era fuera de ámbitos meramente formales o ministeriales. Si, era extraño pero se sentía totalmente cómoda.

En cuanto escucharon las palabras “adelante”, ingresaron hasta el interior de la vivienda de la mujer y al hacerlo, pudieron notar la presencia de diversas plantas y como era de esperarse, eso le llamó un poco la atención a la Black Lestrange. No por nada, había estudiado a fondo la herbología volviéndose una experta, aunque no la practicaba a fondo o continuamente, pero si lo disfrutaba así que sin prestar demasiada atención se acercó hasta una de las plantas y la acarició lentamente, disfrutando de ese contacto cerró los ojos y prestó atención a lo que decía la arcana.

—Si, las plantas son seres muy susceptibles que llegan a sentir los sentimientos o el ambiente que las rodea —comenzó a estar de acuerdo— Por eso es importante, siempre escucharlas o intentar conocerlas un poco más, porque podemos obtener muchos beneficios de las curativas o para las pociones, asimismo sabemos que algunas requieren de luz y otras de sombra, todo es diferente, es saber leer sus necesidades de acuerdo a pequeños detalles que manifiestan.

Lo mismo que ocurría con la legilimancia, era sencillo recitar de memoria cuáles eran las características de la habilidad, pero no solo se trataba de la conexión o de la posibilidad de leer mentes. No, se trataba de interpretar emociones, el entorno en el que se desarrollaban las situaciones y sobre todo, lo que quería o no decir el mago, porque no todo era verbal, sino también esa parte de gestos y ademanes contaba.

—Mi nombre es Mia. —respondió a la petición— Mi familia no creo que sea muy relevante de momento y estoy segura que usted lo sabe.

La apariencia de Rosalía era tal cual la recordaba de la vez pasada, solamente que en esa ocasión parecía mucho más dispuesta a forjar un lazo de enseñanza-aprendizaje con sus alumnos y no como la ocasión pasada, ¿estaría de buen humor? Esperando que fuese así, prestó atención a todo lo que la rodeaba y le regaló una sonrisa a la arcana, esperando y relajándose un poco debido a la apariencia adorable y tranquila que estaba transmitiendo, ¿estaría intentando que su mente se abriera totalmente a ella? Era posible, pero lo descubriría en breve.
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- Sí, yo soy la arcana de Legilimancia - Escuchó atentamente las palabras de Mackenzie sin entender un poco la referencia a un discurso sobre la paciencia pero lo dejó pasar y siguió en su proceso de cuidado de las plantas mientras pensaba la nueva receta para su poción. Tal vez podría poner a las alumnas a pensarla con ella pero lamentablemente no habían acudido a su vivienda para crear una nueva poción o al menos intentarlo.

 

- ¿Eso crees? - La sugerencia de Mackenzie con respecto a las plantas le sorprendió porque no esperaba un comentario así tan pronto de parte de una de sus alumnas - Efectivamente la podemos utilizar en plantas y animales, no solo en humanos pero es mucho más fácil aprenderla primero en humanos. Solo los mejores y más capaces logran mejorar sus habilidades y no se quedan en el terreno humano - Sus anteriores alumnos no parecían tan interesados como ella y eso le llamaba mucho la atención a al arcana.

 

- Así es Mia - Rosália estaba sorprendida por lo bien informadas que estaban sus alumnas. Al parecer el nivel y el acceso al conocimiento sí tenía retornos. Seguramente tener alumnos mejores preparados era lo que más le agradaba a la arcana - Tenemos que aprender a escucharlas, pero no solo en palabras como los humanos están acostumbrados - Los pequeños detalles también importaban en la Legilimancia, no solo era una habilidad de leer mentes y ya, debían comprender que ellos le darían una lectura basados en sus propias experiencias.

 

- Ahora díganme, ¿han tenido alguna experiencia con la habilidad? - Era una pregunta importante - Así como Mackenzie ha notado que hay unas plantas más sedientas que otras, quiero que usen su concentración e intenten identificar algunas otras necesidades que puedan tener las plantas, o incluso usos no conocidos que ellas les puedan indicar - Al final decidió ponerlas a ayudarle con su nueva poción y para ello necesitaría entender un poco de los usos de cada planta, algunos incluso no descubiertos.

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Las palabras de la arcana tenían cierta razón, como lo tenía claro no todo era el lenguaje verbal, también existían otros tipos e interpretarlos no era sencillo. Lo mismo ocurría con la legilimancia, por lo que meditando las palabras dichas anteriormente, se quedó a un costado de la planta que había llamado su atención desde el instante en que ingresó a la vivienda y notó la variedad de plantas que se extendían a lo largo de una mesa que parecía de invernadero, ¿sería alguna especie de invernadero personal? Podía ser, pero eso lo investigaría más tarde.

—Si, pero en su momento lo confundí con el famoso sexto sentido. —admitió con una sonrisa burlona en los labios por haber sido tan tonta de creer eso— En algunas ocasiones, cuando sin querer estoy concentrada en cierta persona soy capaz de sentir o percibir atisbos de sus emociones y algún objeto o persona en concreto, así que asumo que eso tiene relación a que es lo que la persona esta sintiendo y la persona que causa aquello.

Tras explicar su punto, recordó como una de las tantas veces que había estado compartiendo parte de su tiempo con León, había podido anticiparse en algunos de sus movimientos o decisiones, ¿cómo lo había logrado? Con la legilimancia, aunque en ese momento no había querido confesar o aceptar, pero era momento de comenzar a aprender a usarla correctamente o simplemente de como se diría controlarla de manera consciente y no solo usarla de manera inintencionada.

Aceptando las palabras dadas por la Pereira, asintió con tranquilidad. Tendrían que practicar con las plantas que las rodeaban, así que aprovecharía esa que aún continuaba acariciando ligeramente con su dedo pulgar. El color verde estaba un poco apagado, así que podía sentir como con cada toque que le daba a la planta de romero esta le ponía en la mente únicamente aquel líquido vital para vivir, el agua.

Observarla detenidamente, le daba a entender con cada uno de los conos que componían la anatomía del romero que estaba sedienta y requería de un poco de atención. Tocando la tierra sobre la que estaba plantada, comprendió el motivo, esta estaba un poco seca y los nutrientes no llegaban del todo, así que sin pensarlo demasiado tomó una regadera apta para la jardinería y vertió un poco de agua alrededor del tallo y una vez viéndola, le regaló una pequeña sonrisa y al tocarla, pudo apreciar el agradecimiento y sentirlo, no solo leerlo.

—Tenía un poco de sed, algo normal puesto que aún no terminaba usted con su labor de cuidado y mantenimiento de ellas. —comentó con tranquilidad, para después tomar un pequeño puño de abono— De la misma manera, necesita un poquito de abono para continuar con su crecimiento.

Después de sus palabras, esbozó una sonrisa y permaneció en silencio concentrada en todo aquello que la planta podía estar trasmitiendo y al comprobar que en ese estado le era sencillo escuchar o saber un atisbo de lo que sentía el romero, se sintió feliz. Aunque, le costará trabajo comenzaba a comprender que era parte del proceso de la legilimancia.

—Uno de sus usos es que ayuda a las personas cuando estas tienen problemas gastrointestinales, pero no es el único uso, hay uno que muy pocos conocen y que desea compartir con nosotros y es el que ayuda a relajar al sistema nervioso, logrando tranquilizar y hacer que las personas que sufren de estrés y cansancio emocional descansen de manera más óptima.

Sorprendida por lo que acaba de hacer, le regaló una sonrisa a Rosalía y acarició a la planta, porque esta le estaba permitiendo conocer sus secretos, aquellos que pocos podían conseguir. La dificultad continuaba, pero las ganas de conseguirlo también y las dos sumadas a su concentración, le estaban dando resultados.
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A Mia le estaba yendo muy bien adivinando las necesidades de las plantas. Mackenzie no creía que fuese a estar a la altura. Identificaba varias de aquellas plantas y sabía algunas de sus aplicaciones, pero evidentemente su conocimiento provenía de las clases de herbología en Hogwarts y no de la legilimancia.

 

- No creo que pueda hacerlo tan bien como mi compañera - comentó Mackenzie cuando Mia terminó de hablar. - En realidad, mis experiencias con la legilimancia son escasas. Reconozco que siempre me preocupó más que alguien pudiera leer mi mente al hecho de leer yo la mente de los demás, por eso me centré más en la Oclumancia que en la Legeremancia.

 

Quizás fuera un efecto de haber estado tantos años metida en política. Los políticos tenían informantes y raras veces obtenían la información de primera mano. No lo necesitaban. Sus fuentes de información eran tantas y tan variadas que contrastar la información que recibían y desentrañar las verdades y secretos que contenía, se acababa por convertir en un juego de niños.

 

- Sin embargo -continuó- siempre me ha sorprendido la conexión que tengo con mis padres. No sé si eso es legilimancia o si obedece tal vez a motivos más biológicos, pero con ellos me resulta fácil adivinar lo que están pensando y conocer sus preocupaciones, aunque no las expresen en voz alta.

 

Rosalía parecía querer algo más y Mackenzie se encogió de hombros. ¿Qué más podía aportar? Sus experiencias anteriores con aquella habilidad habían sido escasas. Se concentró en las plantas, tratando de dejar la mente en blanco y obviar sus conocimientos de herbología.

 

- Esto va a ser difícil -suspiró. - Sé que aquella planta es una anémona, una planta submarina utilizada en la creación de potentes venenos. O que aquella otra -señaló otra junto a la ventana- es acónito, usada en muchas pociones. Pero es evidente que esto lo sé por conocimientos de herbología.

 

La Arcana no iba a estar muy contenta con Mackenzie, si seguía así. Respiró hondo, contó hasta tres y cerró los ojos. Aquello le ayudó a concentrarse mejor y a olvidarse de lo que había aprendido. De hecho, al no ver las plantas, no le era posible reconocerlas por su aspecto y no tenía tantos conocimientos de herbología como para adivinar qué planta en cuestión tocaba, tan sólo por su olor o por su tacto. Recorrió la estancia con los ojos cerrados, imponiéndose a sí misma calma y concentración. Esperaba que su entrenamiento en otras artes mágicas le permitiera orientarse con los ojos cerrados y no chocarse con Mia o con la Arcana.

 

Al principio, no sintió nada. Cada planta tenía un tacto y un olor característicos, pero ni uno ni otro le permitían adivinar mucho sobre sus necesidades. Entonces cayó en la cuenta de que, al concentrarse en esos sentidos, estaba introduciendo estímulos innecesarios en su impuesta concentración. Avanzó con calma, con la mente en blanco, ahora ya sin tratar de detenerse ante ninguna planta en concreto. Su instinto la llevó junto a una maceta que contenía una planta parecida a una enredadera, más bien, a una tentácula venenosa. No la tocó, no la olió, no la percibió en absoluto con los sentidos y, sin embargo, se llevó una mano al cuello, presa de un inminente ahogo. Abrió los ojos y se sorprendió al ver que estaba junto a un Lazo del Diablo.

 

-¡Vaya! Parece que sí he sido capaz de percibir la axfisia que produce esta planta.

 

Antes de que la Arcana dijera nada, volvió a cerrar los ojos y giró sobre sí misma, avanzando hacia donde su instinto la dirigió. Esta vez no abrió los ojos cuando percibió la ansiedad y la histeria que emanaba muy cerca de ella.

 

- Creo que estoy cerca de una Alihotsy -dijo con los ojos todavía cerrados- no tiene sed, al contrario, ha recibido una dosis alta de agua hace muy poco y está a punto de germinar. Muy pronto estará lista para ser cortada y fabricar un filtro que produce histeria. Por su savia corre ya la chispa de la locura.

 

Mackenzie abrió los ojos sorprendida de haber conseguido detectar aquellas propiedades de la planta. De hecho, era algo más que detectar, de alguna manera, había sentido la sed, había experimentado la histeria, había comprendido muy dentro de su mente, la necesidad de aquella planta de brotar, de existir, de ser, de florecer. Era una empatía con la planta tan misteriosa, pero a la vez tan clara, que le sorprendía saber que nunca antes había realizado un ejercicio semejante.

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La ojiazul se encontraba en la oficina del museo night, local que ahora era de su propiedad desde que su sobrina se lo había cedido para que se hiciera cargo. Ese voto de confianza cuando recién había llegado a Londres por parte de la bruja le había hecho sentirse muy bien además de que le había servido para entender un poco el mundo de los negocios ayudada para luego abrir otro local en el callejón Diagon. Mientras revisaba que todo estuviera al día una notificación de la universidad llegó a sus manos.

 

Al leerla no pudo evitar sonreír al cerciorarse de que la solicitud que había pasado a la universidad para inscribirse a una nueva habilidad había sido aceptada, ya podía iniciar con el estudio de ese nuevo interés que venía rondando su cabeza hace varios meses ya, al pareces su intuición había tenido algunas mejoras y la curiosidad de saber si de pronto podría ser un atisbo de aquella habilidad la había hecho tomar la decisión de intentar inscribirse y ahora al menos sabía que eso se había dado bien, por supuesto faltaba lo más importante que era el ver si tenía lo necesario para tenerla y desarrollarla.

 

Por lo que vio en el mensaje ahora debía desplazarse a la escuela de magia de Uagadou en África, pero al parecer desde los eventos de los últimos meses los Arcanos así como los guerreros Uzza habían regresado a su tierra de origen, aunque lo importante era que habían decidió continuar impartiendo sus conocimientos.

 

Bueno siempre había pensado que las cosas importantes requerían de un esfuerzo mayor y si debía empezar por ir a África así lo haría. Terminó de acomodar los documentos del museo y se dispuso a ir a la mansión para preparar sus cosas.

 

Después de una ducha se vistió con un pantalón gris, botines altos a juego y una blusa blanca de manga larga y cuello en v. Dejó su cabello suelto y luego guardo en un pequeño bolso que colgaba de cintura todos los amuletos y objetos de libros que ha cursado. En su mano estaba el anillo de metamorfomagia por si lo iba a necesitar.

 

Dio un último vistazo a su hogar e invocando un fulgura nox abrió aquel portal destino a la escuela de magia africana. Cuando piso el exterior de los terrenos de aquel lugar se detuvo a observar alrededor. Era un sitio bastante interesante a la vista, pero no tenía tiempo para mirar ya que ahora debía buscar a la Arcana que se suponía debía instruirla en la habilidad.

 

Se cruzó con un par de estudiantes y estuvo a punto de preguntarles por lo que le interesaba pero por alguna razón en su cabeza sintió que ya tenía aquella respuesta. Se encaminó hacia dónde se encontraba ahora el hogar de aquella mujer, al parecer el lugar era igual a cuando estaba en la universidad inglesa ya que alguna vez pasó cerca a un sitio igual a ese en sus correrías dentro del ateneo estudiando otras habilidades.

 

Se acercó la entrada del lugar para tocar la puerta de la vivienda que por ahora era lo que la separaba de la presencia de la arcana, esa distancia podría seguir así de estrecha o podría ampliarse dependiendo de si la mujer consideraba o no que tenía lo que se necesitaba para desarrollar el conocimiento que impartia. Era hora de averiguar si podría con ello.

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- El famoso sexto sentido - Rosália siempre escuchaba eso pero seguía sin entender por qué la gente todavía podía seguir creyendo en la existencia del mismo y más en el Mundo Mágico. Sin embargo, no dijo nada y solo pensó en las palabaras que acababa de decir la mujer - Claro que tiene razón, el uso de la Legilimancia se ha concentrado solo en leer mentes pero eso es solo para aquellos menos capaces y que no logran desarrollar completamente sus habilidades - La gente no terminaba de comprender el gran alcance de la Legilimancia y siempre intentaba darlo a conocer.

 

- Seguro no es tan complejo como crees, a veces no tener tanta experiencia es mejor para aprender - Mackenzie no necesitaba demasiado de la arcana porque su conocimiento hablaba por si mismo y sabía que solo necesitaba un par de empujones para poder lograr dominar bien la habilidad y ser una de las nuevas portadoras del anillo de la Legilimancia.

 

- Entonces me puedes ayudar a ponerles agua y con el abono - Mía había logrado encontrar algunas necesidades de las plantas que la arcana no lograría completar a tiempo así que le pondría a ayudarla - Toma, esto será suficiente para que me ayudes a terminar - Primero debía garantizar que todas las plantas tenían agua suficiente antes de empezar a buscar lo necesario para la poción que tenía en mente o eran varias pociones.

 

- Reducir el estrés y el cansacio emocional - Rosália conocía bastante bien esa planta pero no pensó que una de sus alumnas lograría avanzar tan rápido en las primeras veces. La arcana le sonrió en señal de aprobación y asintió con la cabeza para hacerle saber que estaba en lo correcto pero que tendría que terminar con lo del agua y el abono antes de continuar con los aprendizajes. La arcana deseaba una poción para lograr relajar los músculos y tenía los ingredientes en mente pero sus alumnas tendrían que encontrarlos sin su ayuda.

 

- ¿Locura? Eso está interesante - Las palabras de Mackenzie hicieron eco en los oídos de la arcana - ¿Creen que esto nos servirá para un filtro que ayude a relajar los músculos? - Había llegado la hora de asignarles su siguiente tarea y esta vez sería una en conjunto - Espero que sí. Ahora quiero que vayan por todo este lugar y me traigan las plantas que creen que pueden servir para un filtro de relajación - Muchas de las plantas eran conocidas pero era una poción que no existía así que tendrían que tener un diálogo abierto y continuo con las plantas para entender la mejor manera de combinarlas e incluso para conocer los usos de aquellas menos conocidas por ellas.

 

- Adelante - Una nueva alumna había llegado hasta su vivienda y tendría que encontrar el camino hasta el lugar en el que se encontraba junto con Mia y Mackenzie. Eso sí, esperaba que con ella tuviera todo lo necesario para irse de viaje, tal vez la enviaría de expedición al Callejón Diagon para leer un par de mentes por ella o tal vez era algo demasiado peligroso para una aspirante.

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