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Libro del Caos


Bakari
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"Ahí van las palabras de cuatro sílabas". Suspiró. No era que tales situaciones no le fueran familiares, se habían replicado una y otra vez en el pasado para ella; las personas tendían a ver bajo una mejor luz a quienes sabían expresarse adecuadamente. Eso, sumado a su llegada reciente a Londres, definitivamente no la ponía en la mejor de las posiciones para contestar preguntas. Intentó dejar que el resto se expresara primero, de manera que pudiese salvarse con un "sí, yo también" o algo parecido pero dado que el silencio pareció prolongarse un buen rato luego de que la pregunta del guerrero quedara colgando, volvió a contestar de primera.

 

―Yo pertenezco al mismo grupo ―alzó la palma junto a su mejilla, como una tímida niña escolar, sólo que con la vista fija en Bakari, lo que señalaba que su expresión no tenía que ver con timidez si no más bien con practicidad― pero me he sumado hace poco a sus filas ―Mel no supo qué más decir, por lo que sólo añadió―. Desventajas... podría decirse que no.

 

No era lo que pensaba en realidad. Sabía, aunque no lo hubiese visto aplicado de manera escandalosa, que en el ministerio solían decir que el ministro era mortífago: no sólo eso, también decían que la reglamentación de prohibición de agrupaciones "ilegales" se había dado para dificultar el trabajo de La Orden del Fénix en primer lugar. Después de todo ¿quién habría simpatizado con la otra causa por su cuenta, si no más que unas cuantas familias que representaban a un grupo minoritario?

 

―Todo lo que sé es que jamás me han reclamado el ser lo que soy ―concluyó. Sus lazos con el bando habían empezado más bien por recomendación de Richard y no se había unido conscientemente a la causa. Ahora, su perspectiva había cambiado un poco― la Orden del Fénix, quiero decir ―volvió a callarse un instante, antes de terminar―. Nuestra especie es vilipendiada o utilizada con facilidad, pero no allí.

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¡Cierto! Era por la clase de habilidades que podía recordar vagamente a Kaori. Rayos, era un problema eso de tener buena memoria porque te veías en situaciones como la de ese momento, de parecer indiferente y altanera con los demás, cuando no eran así las cosas. De cualquier manera, la muchacha fue la última en responder al uzza, manifestando un deseo y un temor bastante del ámbito personal.


Ya no estaba tan segura luego de escucharla, si había dado una respuesta idónea. ¿Pero no buscaba acaso el uzza conocernos un poco más a través de esas preguntas tan...íntimas? Con respuestas que expresaran nuestro ser interior en lugar de la apariencia exterior, tan fácil de manipular a conveniencia de los demás.


Sea como fuere, ya habíamos hablado y era el turno de Bakari de hacerlo. Y lo hizo e increíblemente, su pregunta dirigida a mis compañeras, me descolocó unos instantes. ¿Por qué el hombre mostraba ese interés por la Orden del Fénix? ¿Era porque el tema de la guerra había salido a relucir?


Sí, tenía que ser eso ¿cómo olvidar que los uzzas eran en esencia una cultura guerrera? Con esos hechizos sangrientos, y la violencia fuertemente vinculada en su magia, no había otra explicación para su interés en el tema. O quizá fuera, si intentaba ser menos maliciosa, que él entendía mi razón para estar en la clase, mi intento de dar un uso a su magia que trascendía el plano meramente personal, poniéndola en realidad al servicio de una "causa más elevada".


Creía comprender la lógica de ello, pero eso no significaba que de alguna manera no me produjera temor dicho interés. Sin embargo, ya lo había hecho, había metido ese tema, y cuándo la siguiente pregunta, lejos de dejarlo atrás, volvió a hacer énfasis en el asunto, supe que tenía que hablar. Sin embargo ¿cuánto decir y cuánto callar? Me conocía y entonces me preparé mentalmente para dar una respuesta "a la altura" de la inquietud del mago.


Y en lo que me preparaba Melrose, como la vez anterior, se adelantó a mí y Kaori y señaló lo que creía. Una respuesta completamente sincera, y en cierta medida conmovedora, pero que evidenciaba los pocos meses de residencia en Ottery, y en general de haber formado parte de la comunidad mágica londinense.


En cierta forma con Kaori sería lo mismo, ella también era una recién llegada, entonces, ¿por qué no tomar la oportunidad? Si había intentado docenas de veces conversar del tema con alumnos en Hogwarts, o en el Ministerio, y al final había constatado de como mis palabras caían en saco rato la mayoría de ocasiones ¿Por qué no intentarlo con aquel hombre extranjero, que aun si sus razones no eran claras, mostraba interés por saber de ese tema, del impacto que tenía?


Sonará triste, pero no, no veo un final inmediato a este conflicto- comencé a decir mientras sostenía el collar con el dije de fénix en mi pecho- se supone que la lógica de una sociedad con estado, es que éste sirva a sus ciudadanos y los proteja. El Ministerio de Magia y sus funcionarios, empezando por Crazy Malfoy, ha olvidado esta premisa básica. Ni sirven ni protegen a quienes deberían, sino únicamente velan por sus propios intereses mezquinos. Hasta un estudiante en Hogwarts se da cuenta de esto cuando pierde días enteros haciendo un trámite que debería tomarle unos cuantos minutos.


Apreté el dije con más fuerza. Hablar de esas cosas removía mis sentimientos, pero tenía que mantener el tono firme y sereno ante el uzza, para que no me tomara por una tonta sentimental.


Ambos bandos son declarados ilegales por el Ministerio, y eso da idea de que "sé es imparcial". Pero bajo esa est****a premisa, usted puede ver que se condena a la Orden del Fénix por DEFENDER y estar allí donde se supone el Ministerio debería estar, protegiendo a la comunidad mágica de la violencia, de la discriminación- giré un momento hacia Melrose recordando lo que ella había dicho- porque más allá de la gente no mágica, incluso entre la gente con magia, los ideales mortífagos se esfuerzan por construir barreras est****as como el famoso término de "sangre limpia". Y yo digo ¿no es idi*** y cínico considerarte superior, y sin embargo venir aquí a aprender magia de un grupo que en todos los otros ámbitos te parece "inferior"? ¿cuyas costumbres desprecias? Ahh, pero si tienen hechizos poderosos...


Estaba hablando, hablando demasiado y comencé a ir y venir entre mis compañeras, insegura de como terminar aquello y quizá centrarme en lo último que aquel mago había dicho. Hasta que finalmente detuve mis pasos y observé al uzza directamente a los ojos.


Yo creo que lamentablemente, las ventajas para los mortífagos saltan a la vista, porque sin una moral que los regule, sin ninguna consideración que no sea su propia egoísta visión, no escatiman en usar el recurso que sea para ganar esta guerra. A ellos no les importa que esta guerra se prolongue, o que llegue a un fin que nos deje a todos sumidos en la miseria más absoluta. No escuchan, y no ven más allá de su propio ombligo los traumas y las secuelas que se van dejando. No temen usar hechizos que lo aniquilen TODO- reí un instante, una risa metálica despojada de todo optimismo- A veces me pregunto si son capaces de comprender que ganar con hechizos así de monstruosos en el campo de batalla no te da honor alguno. Claro, si tal cosa como el honor puede ganarse en una guerra.

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Tenía pensado decir que se le había perdido la dirección, pero eso sólo haría que sus relaciones con un nuevo Guerrero Uzza quedase reducida a la nada. Ya había tenido ciertos contratiempos en otros momentos y no le alentaba mucho la idea de tener que empezar con el pie izquierdo. Pero, ¿qué excusa podría dar? Candela tenía la sensación de que, lo que fuere a decir, sería usado en su contra. ¿Que se había olvidado de que debía presentarse allí? Ah, eso sería, de lejos, lo más sincero que habría podido decir, pero quizás no lo más sensato.

 

Con la cabeza llena de excusas, se presentó en campo de entrenamiento una vez más. Con la vana esperanza de que su retraso pasara desapercibido. Ató las greñas castañas que adornaban su cabeza, colocando detrás de la oreja los mechones que, de forma rebelde, se escapaban frente a su cara. Anudó la falda del vestido a su cintura, de modo que quedase a la altura necesaria para poder desplazarse con la agilidad que la clase requeriría, y se acomodó las mangas cortas, raídas y desteñidas, para evitar ese sube y baja que hacían por el desgaste.

 

Cuando sus pies tocaron la arena, se alegró de que, por lo menos algo, le fuese familiar. No estaba acostumbrada a pisar dos veces un mismo lugar, por lo que ese extraño sentido de pertenencia se le había perdido con los años. Su casa no contaba y sus negocios tampoco, pisar esos suelos para parte de ella misma. Por lo que, estando allí, sintió la necesidad de correr. Se contuvo, claro. Lo único que faltaba era que, además, la echaran por demente.

 

La Triviani se removió en su lugar, inquieta, y a la espera de que el Uzza la recibiese de buen grado. O al menos, que la recibiese. Le bastaba.

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~ Mosquito ~          Ianello 

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Una joven más llegó justo después de realizar las preguntas fundamentales a sus estudiantes, tendría tiempo más adelante para escuchar sus respuestas. En ese momento estaba interesado por la extensa respuesta que estaba dando una de las chicas. Una de ellas simplemente era nueva para tener una opinión más profunda sobre todo eso.

En el fondo, la contestación de la joven era más o menos lo esperado por él. Las guerras no tenían una fecha de vencimiento, ni siquiera una estimación, podían acabar de manera inesperada como comenzaban, algunos movimiento estratégicos para realizar y sorprender al rival para llegar hasta el objetivo. Era probable que todos los habitantes del país estuviesen ya acostumbrados a esa guerra mágica y en el fondo los entretenía.

- Es probable que la culpa sea de ustedes - Empezó, esperando ser corto para seguir con la clase - Fracasaron al infiltrar sus miembros en los distintos departamentos importantes del Ministerio y es probable que la mayoría de ellos sea del bando contrario. No pueden quejarse.

No tuvo tiempo de decir mucho más, pero estaba seguro de que la misma desventaja de la que estaba hablando era culpa de ellos o de sus generaciones pasadas. Llorando por desventajas definitivamente no los iba a llegar a ninguna parte y en ese momento la balanza se inclinaba más a favor de la marca tenebrosa, pero una simple opinión no era suficiente. Debía vivirlo. Agradeció estar retirado y en la comodidad de su cabaña diariamente.

- Incluso en desventajas las guerras pueden ganarse, hay que ser inteligentes - Dijo para finalizar con el tema, era momento de proseguir con la clase.

Juntó sus manos frente a su pecho, cerró los ojos y poco a poco, mientras sus pensamientos se volvían más caoticos y recordaba las atrocidades realizadas en el pasado, una nube oscura de magia logró formarse alrededor de sus extremidades, visible para que las chicas vieran lo que debían realizar. El control de la magia era importante y era probable que ellas pudiesen realizarlo.

- Junten sus manos, piensen en sus peores momentos y... - Tardó varios segundos en continuar - ...podrán lograrlo.

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Mel se queda pensativa, al inicio. No sólo por la larga y enrevesada respuesta de Evans, si no porque algunas de las cosas que ha dicho resuenan en su cabeza con cierto sonido hueco. El hecho de no entender el problema la hace sentir un tanto apartada de la amargura que sabe que en el fondo tienen sus palabras; es una faceta de Evans que no ha visto hasta entonces y le inquieta en cierta medida. A ojos de Mel, aún si el conflicto continúa, deben existir soluciones factibles para poder remediarlo en la medida en que sea posible ¿no es así acaso como funciona el mundo?

 

Por supuesto, esto es bastante obvio teniendo en cuenta que se trata de una persona irremediablemente optimista.

 

Cuando Bakari da por terminado el asunto, ella más bien queda con más dudas que al inicio y quizá, también más inquietudes. Supone que es algo positivo, hacerse preguntas y luego aprender de ello, pero desea que el guerrero Uzza no lo hubiese preguntado en primer lugar si luego iba a encargar una tarea peliaguda. Debido a ello, le cuesta concentrarse en la magia que él está intentando enseñarles. Lo vio un buen rato, mientras la energía parecía concentrarse al final de sus manos, formando hálitos alrededor de las mismas.

 

La forma en que describió lo que debían ejecutar, con palabras, hizo que Mel pensara automáticamente en un patronus. Sin embargo, no fue así de sencillo. Al inicio, al intentarlo parecía no conseguir la concentración suficiente. Luego, cuando por fin empezó a dejar de lado la conversación del inicio de la clase, notó que la energía no se manifestaba todavía. Estuvo un buen rato dándole vueltas a esos pensamientos alegres, antes de notar que eran aquellos relacionados a la naturaleza, a expediciones, carreras e incluso recuerdos del desenfreno de la bestia, aquellos que parecían ser más efectivos al momento de intentar concentrar la magia.

 

Tan sólo, que el color estaba errado. Su nube de magia no era de un color oscuro, si no de un suave tono verdoso ¿estaba acaso cometiendo alguna clase de error?

 

Luego de mantener la energía así concentrada por un corto período, se obligó a dejar de hacerlo y relajarse un rato. Bakari no lo hacía parecer así pero en realidad era bastante cansado y no había dicho que tenían que mantener dichas concentraciones de energía todo el tiempo, sólo que le dieran un intento ¿no...?

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La respuesta del uzza, escueta y seca, fue también un baldazo de agua fría, lo mismo que su cortante conclusión: que no podíamos quejarnos. Por un momento evalué la posibilidad de responder a tan atrevida afirmación ¿pero realmente valía la pena hacerlo?


Sí, él era un guerrero, y su análisis únicamente tenía en consideración el aspecto de la estrategia en una guerra. Así que ¿cómo había podido ser tan ilusa de pensar, siquiera por un instante, que él podría entender el trasfondo del que le hablaba? No lo conocía a él, pero si que conocía a muchos como él, que se conducían mejor por la vida en tiempos de guerra, que en los de paz.


Al menos de sus últimas palabras, podía rescatar que mi explicación le había dejado claro el desbalance que sufríamos. " Incluso en desventajas las guerras pueden ganarse, hay que ser inteligentes" había dicho. Esperaba entonces, que durante esa clase, quizá pudiera aprender de él algo más, en la medida que resultaba un uzza de lo más tratable (y sinceramente había pensado que no existían).


Había estado tan concentrada en el asunto que apenas reparé en que una mujer (que no conocía), se había sumado a la clase. íbamos a empezar la primera lección, tras aquella extensa charla, por lo que intenté concentrarme lo más posible en los movimientos del mago frente a mí. Juntando sus manos, y cerrando los ojos, el hombre había conseguido con cierta facilidad darle una forma física a su magia, como una suerte de nube oscura envolviendo sus extremidades.


Colocando las manos en la misma posición que él lo había hecho, cerré los ojos, lista para concentrarme y entonces ¿había dicho él que pensáramos las peores cosas? ¿Qué clase de indicación era esa? En principio, la confusión que se había generado dentro de mí ante semejante indicación hizo que nada cambiara, y ninguna nube de magia ni nada parecido apareciese.


Abrí los ojos entonces, y llevándome las manos a las caderas inspiré y exhalé una, dos, tres veces, como para prepararme para lo que el maestro estaba pidiendo.


El problema con traer mis malos momentos era que a veces, algunos de ellos no eran tan solo recuerdos, no era tan solo evocarlos y ya, sino que tenían tal poder que conseguían desequilibrarme mentalmente. Y pese a que, precisamente en la clase pasada, el costo de abrir el portal había sido entregar el más importante y doloroso de ellos, todavía estaban otros allí, que recordaban a personas que no tenía más a mi lado, justo porque la guerra se los había llevado, o los había alejado para siempre de Ottery.


Pero tenía que tener la fortaleza ¿no era un convencimiento firme de aprender todo cuanto me fuera posible lo que me tenía allí? Sí, así era, y si eso implicaba tener que revivir todo eso, por el bando... valía el sacrificio.


Cerré los ojos entonces, y una vez más junté las manos frente a mi pecho. El recuerdo de mi prometido de la juventud agonizando frente a mis ojos, sin que pudiese hacer nada para ayudarle se materializó con tal fuerza, que casi podía escuchar allí mismo las palabras que gentilmente me había dedicado. Un salto más allá, el recuerdo se mezclaba con la primera vez que, consumida de venganza había atacado por primera vez a alguien lejos de por un noble fin, para satisfacer el rencor acumulado en mi corazón por causa de esa pérdida.


Envuelta en esos pensamientos, lacerantes y atormentadores, no tardé en sentir como la energía comenzaba a fluir. Era sin embargo inestable, en movimiento constante, y todavía no parecía tener la forma que había visto yo en Bakari, aunque el color oscuro era idéntico. Intentando controlarla, de repente se esfumó.


A pesar de haber sido apenas segundos, mi cuerpo se sentía extremadamente cansado por la tarea. Aproveché entonces para echarle un ojo al ensayo de quien tenía más cerca, Melrose. Ella había podido mantener más tiempo aquella magia, pero el color de su "nube" no era el adecuado.


― Creo...que necesitamos...un segundo intento...¿no?- alcancé a decirle de forma entrecortada.

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―Ay.

 

Le costó todavía un rato reponerse al sobresalto de haber cometido un error tan idi***. Por supuesto, dilucidar qué era lo que había hecho mal significó una demora todavía más grande pero cuando finalmente lo hizo, no le quedó de otra más que intentar disimular que todo sólo había sido un "ensayo". Al menos, así parecía haber entendido Evans el asunto, así que prefirió que siguiera creyéndolo.

 

―¡Sí!

 

Luego de haber recibido ese pequeño aliciente, su cuerpo parece aligerarse. Cuando piensa en malas experiencias, no hay mucho que venga a su cabeza en realidad. Había nacido y crecido en el seno de una familia que la había cuidado y atesorado siendo niña. Había sido una alumna regular en Hogwarts y no había pasado mayores contratiempos más que el estrés necesario para aprobar los TIMOS y los EXTASIS (que tampoco había aprobado tantos). No había sido alguien brillante pero tampoco había recibido maltrato de ningún tipo. La única etapa oscura que es capaz de recordar es la época posterior a ser mordida.

 

Había sido una etapa en dónde había buscado alejarse de todos y cada uno de sus conocidos, resentida con la sociedad y consigo misma, por su entusiasmo excesivo, por su falta de criterio y temeridad. Ella misma había tenido parte de la culpa del hecho de ser mordida y por tanto, no había buscado el consuelo de aquellos que por entonces habían deseado ayudarla, especialmente sus padres. A pesar de mostrarse tan comprensivos por el hecho, nada había sido capaz de alcanzarla.

 

Una etapa de negación y por supuesto, un período donde había conocido también la otra cara: la de las personas que le habían dado la espalda, la del grupo que había creído que su mordedura significaba un descenso no sólo en el escalafón social, si no un traspaso de la barrera de lo humano, hasta llevarla a un punto en donde no podía ser considerada como tal y por tanto, le eran arrebatos el reconocimiento y los derechos que un ser humano corriente poseía. Había sido duro.

 

Al final, y pese a todos sus esfuerzos por aislarse, no había estado sola. Otros licántropos la habían ayudado a aprender a aceptar ese lado de sí misma que de otro modo jamás habría llegado a comprender. Gracias a ellos poseía ahora un entendimiento sobre su propia naturaleza más grande que el que muchos magos y brujas tendrían jamás, ni siquiera en la crema y nata del mundo mágico. Era más bien, llegados a ese punto, reconfortante que triste.

 

Sin embargo, era una orden del Guerrero, así que decidió recordar esa etapa depresiva y plagada de ira. Su mente empezó a elucubrar respecto al resentimiento que había acumulado, respecto a cómo había sentido que nadie en ese maldito lugar había sabido cómo se sentía el caer presa de una maldición de semejante calibre, algo que acarrearía toda su vida. El recordar la mordida y al perpetrador, sabiendo de antemano que ni siquiera podía culparle del todo y descargar su rencor contra él debido a que también había tenido un papel importante en la responsabilidad del incidente...

 

Entonces, cuando vuelve a intentarlo, en aquella oportunidad la energía oscura sí parece acumularse en sus palmas extendidas, con los brazos ligeramente separados y a los lados de su cuerpo. Es sólo que, aún con todo su esfuerzo, no es una nube del todo negra. Es más bien un color entre verde oscuro y marrón, como un musgo o un líquen o quizá una seta, creciendo a la sombra.

 

Intentando no distraerse por tales pensamientos más bien amenos, sigue concentrándose en lo otro, intentando mantener dicha energía lo más posible...

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Kaori.

 

Era imposible no conocer a los grupos de los que estaban hablando, la fama de los dos bandos se había extendido a lo largo de los años, sin embargo, Kaori no se había sentido tentada a unirse a ninguno de los dos bandos, al vivir en otro continente no le afectaba, ahora que estaba más cerca de todo el meollo de esa guerra, sabía que quizá pronto le tocaría tomar partido y teniendo en cuenta las atrocidades que se les atribuía a los mortifagos, estaba segura cual lado escogería llegado el momento.

Escuchó con atención lo que las dos mujeres estaban respondiendo y sin duda Bel era la más apasionada a la hora de responder, no entendía del todo la larga respuesta que estaba dando, por lo que prefirió guardar silencio, estaba segura que con el pasar de los días podría entender un poco mejor el conflicto que los dos grupos tenían.

Su atención se distrajo únicamente cuando una mujer más se unía a la clase. Esperaba que el guerrero diera pie a un debate, pero al parecer no estaba interesado debido a las secas respuestas que había dado, seguramente se sentía más a gusto estando retirado, alejado de las batallas. Lo observó y no lo culpaba, a simple vista parecía tener muchas en su haber.

—Es fácil decir eso estando retirado y muy cómodo en su cabaña — dijo sin poder evitarlo. No supo si llegó a escucharla pues tan solo un momento después empezó con la clase.

Hizo lo mismo que él juntando las manos frente a su pecho, cerró los ojos evocando a su memoria algunos de sus recuerdos, pero no creía que lo estaba haciendo bien. Abrió un poco sus ojos y miró por entre sus pestañas, nada, alrededor de sus manos no había niebla ni da de nada, suspiró algo frustrada y volvió a cerrar con fuerza sus ojos, concentrándose.

Varios intentos más tarde, al fin había una niebla gris rodeando sus manos, no era negra como la de su maestro, pero al menos ya había niebla. Quizá un par de intentos más y recordar cosas que no quería, la pudieran ayudar a lograrlo > pensó, tenía que traer el caos a su mente para lograrlo, pero no quería, se sentía muy bien dejar el pasado atrás.

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Al término de sus indicaciones las chicas comenzaron a concentrarse e intentar realizarlas esperando triunfar al primer intento. No les fue tan fácil, incluso varias de ellas fallaban en concentrar y mantener su energía alrededor de sus manos, incluso el color que lograban era incorrecto, aunque eso no era algo para preocuparse, tuvo una alumna la cual su cúmulo de magia era diferente al resto y logró convocar las invocaciones del caos. Era posible, pero sumamente extraordinario que llegara a ocurrir con ellas por lo visto.

Era posible que los pensamientos llegados en su cabeza no eran lo suficiente caoticos para hacer surgir la ira, odio y caos necesario para realizar el primer paso concentrar la magia en las manos. Era posible que ni siquiera tuviese ese tipo de recuerdos y hubiesen tenido una vida llena de felicidad, difícil de creer. Era posible que alguna de sus capturas como miembros de una organización secreta no fuera normal. Era posible que hubiesen cometido un asesinato. Era posible.

Una de ellas fue la primera en lograrlo después de varios intentos, sin embargo no tenía la fuerza necesaria para invocar algo al ser de un color grisáceo que sin duda mostraba debilidad.

- Seguirán intentado - Sentenció, sentando desde el suelo, esperando no tardarán mucho.

Bakari no quiso esperar mucho. Volvió a hacer los pasos anteriores y esta vez convocó sin mucho esfuerzo uno de los señores del caos. Algo grande, con al menos tres metros de largo y lanzando gruñidos inentendibles como si se esforzara por hablar, cargando un mazo gigantesco capaz de aplastar cualquier ser humano. Un trol hizo su acto de aparición.

Esta vez, el trol no atacó a su invocador con mobilicorpus o mobilicorpus, por alguna magia especial Bakari logró congelarlo antes de hacer algo. Estaba allí solo como muestra de lo que las chicas debían hacer justo después de concentrar la magia necesaria en sus manos y sus caoticos recuerdas fueran suficientemente fuerte. Colocó sus manos en contacto con el suelo.

- Deberán convocar uno de los señores del caos.

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