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Libro del Caos


Bakari
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Presentarse frente al Guerrero Bakari representaba todo un reto para alguien como él. Aries desde muy pequeño tenía hambre de poder, un poder que sólo los libros que aquellos guerreros impartían podían satisfacer en ese momento. El curso para adquirir los poderes que contiene el libro del caos era lo que él llamaba un pequeño gran escalón a su ascenso por volverse más fuerte.

La noche anterior envió un mensaje a su novia, con la cual quedó de verse en los jardines de su mansión familiar, así que esa mañana, el metamorfomago se encontraba de pie frente a la puerta de la mansión Delacour, había llamado a la puerta minutos antes y el elfo domestico del lugar se había encargado de llamar a la mujer que buscaba.

Espero no tarde demasiado, Bakari nos espera. —siseo más para él que para la persona que se encontraba en la puerta con una gran sonrisa. El castaño se quedó sin palabras al verla, cada día que pasaba con ella era cada vez más hermosa de lo que le pareció la primera vez que se fijó en ella.

Hola amor, ¿estás lista para ir a enfrentarnos a una gran clase? —pregunto tomando la mano de ella con su mano izquierda, mientras pensaba en los jardines del Ateneo de poderes. —Vamos a ver que sorpresa nos tiene Bakari. —dijo unos segundos antes de desaparecer y reaparecer en los jardines cerca de donde se encontraba la casa de campaña donde habitaba Bakari.

Al llegar al lugar se dio cuenta de las personas que ahí se encontraban, eran tres mujeres, las conocía bien. Dos de ellas eran familiares, y la tercera había tenido historia con ella, así que no creía que fuera bueno acercarse a ellas para saludarlas, por el contrario, le hablo al Uzza.

Bakari, estamos aquí para aprender de ti. ¿Qué necesitamos para recibir tus enseñanzas?

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Kaori.

Aun no sabía en que había estado pensando para aceptar tomar la clase del libro del caos, la ultima vez no le fue tan bien y es que el guerrero que daba la clase hacía que se le erizará la piel, además de que era enorme y musculoso, la intimidaba un poco.

Suspiró mientras guardaba el pesado libro en un bolso con un hechizo de expansión indetectable, metió un par de cosas más que le podrían ser útiles incluidos los demás amuletos que ya había obtenido en clases pasadas, un par de bebidas y algo de comer, sabia que esas clases podían ser muy largas y agotadoras así que mejor estar preparada.

—Señorita Kaori, el joven Black Lestrange ha llegado y la está esperando— el elfo había ingresado a la habitación no sin antes tocar a la puerta y le entregaba el mensaje.

Al escuchar el apellido de su novio recordó que él era la razón por la que había aceptado anotarse a la clase y es que, podía ser tan convincente. Terminó de agarrarse su negra cabellera en una coleta y bajó prácticamente corriendo para reunirse con el mago. Su ropa era cómoda, unos shorts de mezclilla, zapatos bajos a juego con una camiseta blanca con cuello en V y una chaqueta rosa pálido.

—Hola cariño… — saludo la joven con una sonrisa en el rostro — La verdad no me siento lista… —admitió dándole un espontaneo beso en los labios y luego cerraba la puerta tras de sí. —no sé cómo me convenciste —añadió tomando la mano del apuesto mago, luego sin más desaparecieron rumbo al Ateneo de poderes.

En el lugar en donde se dictaría la clase ya se encontraban tres alumnas recibiendo los conocimientos por parte del Uzza. Estaban concentradas en la tarea impuesta, que si mal no recordaba, consistía en reunir la suficiente energía caótica para hacer aparecer un Señor del Caos. Recordó lo mucho que le había costado esa parte la ultima vez y espera que en esa ocasión fuera diferente. Apretó la mano de Aries, quien de inmediato se acercó al Uzza.

—Maestro Bakari… — saludó haciendo una leve reverencia con la cabeza. Su novio ya había dicho lo necesario para llamar la atención del guerrero, ahora solo quedaba esperar a que él estuviera de humor como para enseñar a un par de alumnos más.

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Candela se mordió el labio inferior con fuerza, de la concentración en la que se había internado. Bakari podría haberlo hecho parecer muy fácil pero, para ella, era una verdadera lucha interna entre sus propias capacidades y su habilidad para hacer magia. Se frustró un poco, y estaba a punto de lanzarle una maldición al Uzza por su enojo; mas se contuvo y continuó intentando, una y otra vez.

 

La energía que logró reunir en sus manos era débil aún, no bastaba para invocar cualquier cosa que deseara invocar. Lo sabía porque había idealizado en su mente a un posible Señor del Caos, pero no se presentaba absolutamente nada ni nadie a su llamado. Por supuesto, puso cara de 'no lo estoy intentando, señor', pero el pequeño corte en su labio decía todo lo contrario.

 

— Fácil, ¿eh? —maldijo por lo bajo hasta que notó un cambio en el aire y la energía de sus manos. Brillaba, eso sí, pero había algo extraño en todo aquello.

 

— ¡No me habían dicho que era día de muertos! —exclamó una voz cantarina, muy molesta por cierto, frente a ella.

 

Peeves había aparecido, resultado de la invocación que hizo la Triviani y, aunque no era una de sus mejores opciones, al menos algo le había salido. La bruja puso los ojos en blanco al escuchar la referencia a su aspecto y no hizo comentario alguno. Además, esperaba que fuese verdad el efecto que causaba el poltergeist en los otros Señores del Caos.

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~ Mosquito ~          Ianello 

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Señor del Caos

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Observaba a Bakari.

Recordar su pasado oscuro y el presente tenebroso que llevaba gracais a la marca tenebrosa le facilitaba aquella tarea. Observo sorprendida que ya no eran nada mas las tres chicas que habían iniciado la clase, sino que ahora se unian su sobrino y al parecer una amiga de este. Se encogió de hombros y rememoro los sentimientos y emociones que la embargaban cada vez que torturaba o mataba a alguien.

 

Repitiendo el mismo patrón, unió sus manos y luego las separo con desenvoltura colocandolas hacia el frente pensando en uno de los señores del Coas que había leído en su libro previo a la clase. Podría parecer complicado pero solo debía centrarse. Oculto sus grises ojos bajo sus parpados matizados en negro y al abrirlos pudo ver un enorme trol frente a ella.

 

Una ligera carcajada se escapó de sus labios color carmín, pero se desvaneció en el momento al recordar lo que esa criatura hacía. Sus grises ojos se abrieron desmezuradamente al percatarse de lo que venía en su contra. Se supone que esas cosas estaban para ayudarles pero habia varios que más que ayudar obstaculizaban al quien lo invocaba.

 

Un rayo esmeralda viajaba en dirección de Jessie y sí mal no recordaba ese hechizo se trataba de un mobilicorpus. Debía de actuar pronto o se vería afectada por ese hechizo hasta que ese inutil desapareciera.

 

-Protego[bi]- invocó frente a ella un escudo protector que absorvió el rayo que lanzaba en su contrar el inutil Trol, que no tenía nada de luces contra quien debía de ir.

 

Negó, pues sabía que esto solo era el comienzo de un largo periodo de defensa hasta que este se fuera de su vista, pero al menos ya le había tomado un poco el truco, lo bueno es que esta vez no había quedado como si hubiera recorrido un maraton como le había pasado en el curso pasado.

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Estaba allí por segunda vez, pero las circunstancias no podían haber sido diferentes. Poco después de recibir la aceptación por parte del Ateneo (que el guerrero uzza fuera a aceptarme era ya otro asunto) había tenido un pequeño incidente en los terrenos de la Heredad Ollivander, nada grave, pero sí que había mermado lo suficiente mi capacidad de movilidad, haciendo imposible asistir a la clase en tales condiciones.


En cuanto había conseguido recuperarme, me había alistado y tomando la alfombra voladora había hecho todo el recorrido para llegar hasta allí, el espacio cerca del lago y de su tienda, que Bakari tenía de lugar predilecto para llevar a cabo sus clases.


No esperaba encontrar tanta gente ya allí, llevando a cabo su entrenamiento, y la sorpresa fue mayor, cuando entre todos reconocí a la muchacha que la vez pasada también había llevado la clase con nosotros.


- Kaori, un gusto volver a verte.


Ella permanecía cerca de un joven que no conocía, y acababa de presentarse ante el uzza con una venia de la cabeza a modo de saludo. De repente, la perspectiva de que la clase no sería tan pesada me alegró tan solo un poco más.


El calor allí era insoportable, incluso pese a estar en shorts y polo y con el cabello recogido. Así que adelantándome también hacia Bakari le hice una reverencia para finalmente dirigirme a él.


- He vuelto una vez más a su clase, con toda la intención de aprender. Haré todo lo que sea necesario.


En el morral podía escuchar el tintineo de las pulseras y anillos, todos necesarios para poder llevar a cabo los hechizos de ese tipo de magia. Y sobretodo, podía oír el latido de mi propio corazón acelerándose, a la espera de la respuesta de Bakari.

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Nuevas personas llegaron a su clase esperando obtener el conocimiento y la fuera del libro del Caos, pero estaba en medio de una clase con tres chicas más y no iba a comenzar de nuevo solo por esos recién llegados. Ellos deberían tratar de imitar un poco lo que estaba realizando, tratando de ponerse al día con la forma en cómo se invocaban los señores del caos, señores del caos que fueron convocados con éxito por dos de las chicas. Una de ellas fue otorgada con Peeves y la otra con un Trol.

 

Ambos entes realizaron un par de cosas en ese momento, pero luego se voltearon para mirar a sus respectivas invocadoras para mirarlas con desprecio y luego desaparecer en una nube de polvo sin nisiquiera dar ningún tipo de explicaciones. Por supuesto, Bakari siempre olvidaba un paso importante en ese momento y lo recordaba cuando los entes golpeaban a sus invocadores o desaparecían antes del tiempo estimado.

 

El guerrero hizo aparecer con un movimiento de su mano diestra un enorme pergamino el cual dejó ver su contenido, al guerrero no le interesó mucho explicarlo en ese momento porque sus alumnos ahora estaban llegando con más frecuencia de lo que esperaba, como si fuera el libro más importante de todos.

 

- Todos deben firmar esto - Comentó, ordenando - Háganse alguna herida en uno de sus dedos y con la sangre plasman su firma.

 

Confió en que las personas que se estaban recién involucrandose en la clase eran capaces de controlar su magia para llevarla a sus manos y luego poder convocar a los señores del caos sin ningún problema. Si estaban en ese libro era porque al menos conocían lo más fundamental de la magia y eran capaces de controlarla

 

- Piensen de nuevo en un horrible recuerdo y vuelvan a invocar - Comentó mientras se sentaba en el piso esperando que todos fueran capaces de realizarlo sin ningún contratiempo est****o que los retrasara aún más.

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Llevó el dorso de la mano de su amada a sus labios y la beso, esperaba que esa muestra de cariño le indicara a la joven Delacour que no tenía que preocuparse. Estaban en esa clase porque ambos eran capaces de lograr todo lo que el Uzza Bakari les impusiera. No iba a mentir, la figura del guerrero era imponente, un poco más de lo que había sido Badru, pero eso no lo haría desistir de lo que quería. En lo que acariciaba la palma de la mano de Kaori, su mirada no dejaba de ver los señores del Caos que habían sido invocados por sus familiares, sonrió e instintivamente giró la cabeza para ver a la tercera mujer, la cual parecía se había quedado ida ya que no imitaba lo que las otras mujeres estaban haciendo.

Aries no podía evitar sentir preocupación por la Macnair, era cierto que las cosas no habían salido bien, pero en algún momento de su vida él había sentido algo lindo por ella, y mientras su mente decidía si acercarse a la pelirroja, una cuarta mujer se acercó a saludar a su novia, lo que le hizo girar a verla y dedicarle una sonrisa sincera. No tenía idea de quién era, así que le pregunto a la Delacour si aquella mujer era familiar de ella.

¿Quién es ella? —preguntó.

Estaba a nada de hacer una nueva pregunta sobre la relación que compartía con aquella mujer, cuando los señores del Caos invocados se habían esfumado, se giró a ver al uzza esperando una explicación de lo ocurrido, pero en su lugar sólo le vio apareciendo un pergamino mientras recibía instrucciones precisas de firmarlo.

¿Esto es un tipo de pacto de Sangre? —preguntó al Guerrero directamente. Esperaba una respuesta ya sea positiva o negativa, pero Bakari estaba negado a responder cualquier cuestión, en su lugar parecía que llevaba algo de prisa para hacer que él y las dos mujeres que acababan de llegar, alcanzaran a las tres primeras. En su mano derecha apareció la daga del sacrificio perteneciente al libro de la sangre después de invocarla mentalmente.

Con la daga de plata se pinchó el dedo índice izquierdo, con la sangre que salía de este accedió a firmar para poder seguir con la preparación y adquisición de nuevos poderes, su corazón latía acelerado, se encontraba emocionado por el hecho de querer invocar a su primer señor del Caos, pero aún no sabía si podía hacerlo o debía esperar hasta que escucho que antes de invocar al señor del caos debía tener un recuerdo horrible, cosa que le frustro. Un ser tan perfeccionista como lo era él, le era difícil tener recuerdos horribles, siempre lograba obtener lo que quería así que invocar al señor del caos le iba a costar bastante.

Estaba resignado a fallar en aquella primera encomienda, pero no se iba a rendir, en algún momento de su vida debía tener un recuerdo horrible, un recuerdo que pesará lo suficiente para hacer aparecer a los señores del caos, en eso en su cabeza apareció aquel recuerdo de cuando estaba haciendo videncia en un mundo alternativo en el que su madre se encontraba muerta. Para él, Taurogirl era la persona más importante en su vida, así que el sólo hecho de recordar que en algún momento pudiera morir por culpa de sus compañeros de bando le causaba un gran dolor a pesar de haberlo hablado con ella. Quizás ese recuerdo no servía, pero esperaba que si, por que en su mundo perfecto aquello era lo único que parecía no poder controlar.

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