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Libro del Caos


Bakari
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El Black Lestrange estuvo atento en todo lo que pasaba a su alrededor, pudo ver el ataque que Jessie le había lanzado a Kaori, mismo que pensó que lo había hecho para defenderlo del ataque que ella había utilizado para arrebatarle la varita a él. Pero ese sentimiento de agradecimiento no había sido tan grande como para que el mago oscuro no dejase de mirar a su tía como si tuviera ganas de vengarse. Pero lo dejó pasar cuando vio que la Triviani atacaba a la Macnair y esta lograba al igual que su novia quitarse de encima los hechizos sin ayuda de la rueda del Caos. Al parecer de las tres personas que habían ocupado esa rueda del tiempo, él había sido el único que se había visto beneficiado.

Estaba por atacar a Candela, para que pudiera hacer uso de las ruedas, pero en su lugar opto por mirar a Bakari que les miraba como si quisiera descifrarlos, Aries era como un libro abierto al mundo, lo que pensaba o sentía lo expresaba con su cuerpo. Así que responder las preguntas del Uzza sin poder mentirle iba a ser sumamente difícil, pero detestaba hablar de sus miedos frente a personas que se podían aprovechar de ellos, pero aún más de sus deseos, porque podrían no cumplirse, por lo que antes de responder a aquellas preguntas miro a la Delacour a los ojos, escuchaba sus respuestas y mientras ella hablaba sobre sus miedos y sus deseos él sonrió.

Ella era la mujer que quería para siempre a su lado, posiblemente era la temporada, pero desde que la había visto por primera vez al chocar con ella en aquella librería, se dio cuenta que la mujer de cabellos negros como el carbón iba a ser su más grande amor y deseo, así que antes de hacer cualquier cosa que pudiese incomodar a la fenixiana, activo uno de sus anillos, el de salvaguarda para oídos indiscretos, aquel que permitía que nadie ajeno a ellos dos, Kaori y él, fueran capaces de escuchar lo que esté le decía.

Nunca he sido una persona normal, —comenzó a hablar juntando sus manos con las de ella. —no me caracterizo por hacer cosas que la gente espera, si no mírame aquí a mitad de una clase haciendo lo que hago. —comenta con una sonrisa mirando a las otras personas que seguían en sus cosas con respecto al libro del caos.

Kaori, ¿Te quieres casar conmigo? —De entre sus ropas sacó un anillo de oro blanco con incrustaciones de esmeralda, le seguía mirando a los ojos con una sonrisa, no se arrodillaba porque no quería llamar la atención de las otras 4 personas que ahí se encontraban y de una quinta que llegaba buscando a Bakari al parecer, los pupilos al guerrero no iban a terminar nunca de llegar.

No tienes que responder hoy, no hay prisa piénsalo. —Dejó caer la protección del anillo, para poder evocar una rueda más, pero antes volvió a apuntar a Candela Triviani, aún no estaba listo para responder las preguntas del Uzza. La Rueda del Caos le favoreció tras el pensamiento con el cual la había evocado, haciendo que el ataque a la matriarca de los Triviani fuera más crítico.

Desmaius. —un rayo azul que tenía el propósito de desmayar a la mortifago, para que pudiera defenderse usando una de las ruedas del libro y mientras no dejaba de apuntar a su compañera de bando y familiar por parte de los Black Lestrange. Se dirigió a Bakari, era mejor responder su pregunta ahora antes de hacer su última invocación a una de las ruedas del libro del Caos.

Mi mayor deseo es ser feliz, podría sonar trillado, que se yo, pero en el mundo en el que vivimos lo que menos somos es ser felices, yo quiero serlo. —comenzó a decir y mirando a las personas que conocían a su madre volvió a dirigirse al guerrero. —Mi mayor temor, es perder a mi madre, sé que las personas terrenales mueren, pero realmente quiero que me dure muchos años o los años suficientes para no necesitarla como lo hago.

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Kaori.

Todos los integrantes de la clase al parecer estaban decididos a aprobar la clase y es que cada uno estaba practicando los hechizos con el fin de familiarizarse con ellos y que todo fuera bien en la prueba, que imaginaba y el guerrero no tardaba en anunciar. Después de todo la clase se estaba desarrollando de la mejor manera. Sin darse cuenta Kaori se había acercado nuevamente a su novio parándose junto a él, era como si el joven Black Lestrange tuviera un imán que la atraía. A pesar de que estaban en una clase deseaba estar a su lado.

Al ser la primera en responder las preguntas del maestro la joven guardó silenció con el fin de no interrumpir a sus demás compañeras cuando respondieran, aunque su mente estaba en otro lado. De pie junto a Aries, lo miró mientras él estaba concentrado observando el accionar de las demás alumnas, tan serio y apuesto.

Sonrió al darse cuenta que lo que sentía por él poco a poco había ido creciendo, cuando no estaba junto a él siempre se preguntaba que estaría haciendo, si se encontraría bien, lo extrañaba y tan solo teniéndolo cerca esa sensación se calmaba. Estaba enamorada de él y adoraba la sensación de mariposas en su estomago cada que lo besaba y el palpitar de su corazón cuando lo veía, amaba verlo sonreír y el brillo de sus ojos cuando lo hacía, amaba cada detalle que tenía con ella y la forma en que la cuidaba. Lo amaba, esa era la verdad.

Cuando él regresó a verla la pelinegra sonrió pues la había pillado mirándolo. —No eres raro, eres muy raro… — dijo riendo ante la afirmación del mago. Se percató de que el anillo contra oídos indiscretos estaba activado y que nadie los escucharía, de igual forma el resto de la clase estaba concentrada en sus propios asuntos. —¿hacer que?... — empezó a preguntar sin entender nada de lo que estaba diciendo.

Llevó sus manos a su boca conteniendo un pequeño grito de sorpresa al ver como Aries sacaba un hermoso anillo de oro blanco con incrustaciones en color esmeralda y le preguntaba si quería casarse con él. Siempre tan impredecible e impulsivo, dejó caer la protección del anillo luego de decirle que no tenía que responder ese momento, que lo pensara. Sin darle tiempo a nada.

Kaori en ese momento no sabía si tan solo imaginó ese momento pues el Black Lestrange continuó con la clase como si nada hubiera pasado. Confundida y con sus sentimientos hechos un completo caos, invocó sin querer un Señor del Caos, no le sorprendió que fuera un Pevees el que apareciera.

La molesta criatura de inmediato empezó a molestarla haciendo bromas acerca de que se quedaría sola y de que era muy torpe como para aprobar el libró, pero la Delacour apenas y lo escuchaba. Su atención estaba puesta en su novio y en las respuestas que le estaba dando al guerrero, pero sobre todo deseaba hablar con él y darle una respuesta, aunque sabía que ese no era el mejor lugar y menos con Pevees siendo tan impertinente.

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Rueda de poder

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Aquella clase parecía un completo caos, tal como el nombre del libro que estaban estudiando, entre que veía señores del caos ser invocados y ruedas que aumentaban o disminuían tu poder de acuerdo a como la suerte te sonriera...

 

Camino aferrando su varita en su mano izquierda mientras invocaba a la rueda del caos esperando que la suerte estuviera de su lado pero al parecer está la había abandonado.

 

Se sintió de un momento a otro más débil, cómo si su poder mágico lenguajes y aquello no era algo bueno. En batalla eso supondría verse en desventaja aunque de momento no podría quejarse solo era una simple práctica.

 

Si mal no recordaba solo le restaba experimentar el poder de una rueda más, pero ¿Y si practicaba de nuevo a invocar a un eñor del caos para tomarle bien el truco?

 

Se sereno lo más que pudo, volviendo a canalizar sus pensamientos y emociones negativas en medio de sus manos, esperando el momento preciso para invocar a un nuevo señor del caos.

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Se encogió de hombros y sonrió de lado cuando escuchó a la Macnair excusarse. Candela no estaba acostumbrada a escuchar tales palabras y le hizo gracia que vinieran de Arya, a quien tenía de nombre por parte del bando que integraba. Quiso hacerle un comentario ingenioso, algo que tuviese que ver con la situación que ella misma había creado, una manera de retribuirle ese momento de retraimiento; mas el tiempo no pudo actuar a su favor al verse foco de atención de una persona más en la clase.

 

— ¿Really? —siseó, no sin antes recurrir a la Rueda del Tiempo, con la que esperaba frenar un poco el ataque. Por supuesto, no funcionó. Y maldijo con palabras poco agradables, el que existiera una invocación tal, que no le sirviera para nada. Es que, hasta se cuestionaba si era propicio aprender a manejar un libro cuyos poderes ya le resultaban inútiles. O quizás sólo era ella que estaba plagada de mala suerte cuando se trataba de azares. No podía dejar nada al azar.

 

La Triviani tuvo que recurrir a un Salvaguarda Mágica, que hizo que aquel rayo pasara a través de ella. Le sacó la lengua al muy querido Aries y le hizo una seña poco educada; luego de eso, volvió su atención hacia la muchacha que había atacado anteriormente. Apuntó con su varita y ésta despidió un rayo de un color extraño, el Embrujo Punzante iría directo a la cara de la Macnair.

 

Mis deseos... —murmuró, como concentrada por fin en la pregunta que había hecho, anteriormente, Bakari— El control de mi magia. —dio una respuesta escueta, no tenía ganas de explayarse demasiado. Y es que explayarse podría significar tener que dar más respuestas a preguntas que no le interesaban. ¿Por qué quería control sobre su magia?¿Acaso no le pertenecía? Pues no. Llevaba muchos años sin ser dueña de su magia o de sus acciones con ella.— Mi mayor miedo es la vida. La vida misma, en todas sus formas, me resulta horrorosa. —>

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~ Mosquito ~          Ianello 

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  • 3 semanas más tarde...

Mientras acelera sobre la saeta, Mel es consciente de que quizá no es el momento, que no debería lanzarse a ello de nuevo tan rápido. Siente vergüenza. No quiere pensar cuántas veces ha visitado a Bakari ya pero no son pocas. De hecho, se ha inscrito a espaldas de Richard y es por eso que le había sorprendido ver los preparativos de Ellie. Si por ella hubiese sido, en una situación normal, se habría acercado a preguntarle sobre a dónde va pero no lo hace. En su lugar se viste con el conjunto que ha estado usando en los últimos días, polo azul marino que deja al descubierto su cintura, tela suave, pantalones color caqui de tirantes hasta poco más abajo de medio tobillo, zapatos de cuero negros, de rostro alto, abrigo color petróleo en una tela fluida y tornasolada, con capucha. Muchos la mirarían extraño pero ella no se detiene a pensarlo. De último toma los googles y se los pone para ir a buena velocidad.

 

Había esperado un buen rato a que Ellie partiera, dando vueltas y disimulando su apuro, por lo que va con retraso. La zona a la que se dirige la conoce bien, de las veces que ha tomado clases en el Ateneo pero al final vira hacia el norte y termina, sin saberlo, muchísimos metros atrás que otra saeta. Lleva un morral con encantamientos de extensión indetectable y también otro tanto para que no pese toda la parafernalia que lleva encima. Objetos y libros Uzza, por supuesto. Es gracias a Richard que puede darle ese lujo -el bolso- pues a ella no se le dan muy bien esas cosas y menos a Meows. Cuál no es, por lo mismo, su sorpresa, cuando nota que la persona que vuela ante ella no es ni más ni menos que su prima, llevando prácticamente lo mismo que ella en cuanto a asuntos prácticos se refiere.

 

―Pero qué...

 

Está a punto de decir algo pero debido a el viento se nota que su prima no la oye. En su lugar, inicia el descenso y Mel hace lo mismo casi por inercia. Cuando ella se desliza al suelo, Mel lo hace casi segundos después y quizá por ello Ellie no nota el ruido que realiza o su presencia. Mel se queda congelada un instante, deja caer los googles sobre su cuello, trastabilla, se come medio bocadillo para quitarse los nervios y avanza hacia Bakari exactamente para oír la frase con que Ellie se presenta. Sólo, se le ocurre añadir:

 

―Vengo por lo mismo, maestro Bakari.

 

Mira de lado a su prima y hace un levísimo movimiento: encogerse de hombros, antes de volverse hacia el frente como niña buena. No se atreve a actuar con su prima como usualmente lo haría porque no está segura de que a Bakari vaya a hacerle gracia pero la presencia de Ellie le causa dos sentimientos contradictorios: alivio y pánico. El primero, porque su prima es una persona de fiar y una alumna adelantada, el segundo también porque sabe que Ellie sin duda captará rápido los conceptos y teme quedarse atrás pero también porque sin duda para Bakari su cara ya debe resultar algo conocida, lo que no sería una vergüenza de no ser porque tales recuerdos podrían estar asociados no sólo a sus intentos fallidos si no también a su torpeza en tales procesos.

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Demisit lacrimas dulcique adfatus amore est 

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Una sola cosa me había convencido de llevar esa clase, que había pensado ya en postergar de forma indefinida. En breve, emprendería un viaje, y para él necesitaba la mayor cantidad de poderes posible, pues sería de mucho riesgo. Vestida con un sencillo pantalón de algodón suelto, permitiendo así la libertad de movimiento, y una remera que me abrigara sin que me llegara a sofocar (algo vital teniendo en cuenta la temperatura de la zona donde se realizaban las clases), boca arriba sobre la alfombra, cerré los ojos y dormité por lo que quedaba de trayecto.

 

Cuando desperté, y me asomé a observar la tierra bajo mis pies, reconocí aquel condenado lugar de enseñanza. Inquieta, comencé el descenso, pero entonces, grande fue mi sorpresa al encontrarme con Melrose Moody de una parte, y a su prima, Eileen.

 

- Vaya, esto si que lo no esperaba.

 

Mel había reprobado vergonzosamente conmigo la vez anterior, y su sola presencia de pronto me hizo sentir menos peso sobre los hombros. Si ella lo estaba intentando y Bakari le daba la oportunidad ¿por qué no me la daría a mí? De otra parte, el caso con Eileen era totalmente distinto. Sabía de lo aplicada que era ella, así que tenía la expectativa de que a través de ella, pudiese yo aprender sobre esos puntos del libro del Caos que pese a haber llevado ya dos veces la clase, seguía sin entender del todo.

 

Ambas mujeres ya se habían presentado con Bakari, y era mi turno ahora. Tomando aire, para mostrarme lo más serena posible, avancé hacia él para hacerle una reverencia también. No podía culparlo si dibujaba alguna mueca de desprecio o algo peor, puesto que le había dado todos los motivos para hacerlo con mi pobre rendimiento.

 

- Una vez más, vengo a pedirle que pueda compartir sus enseñanzas maestro Bakari. Esta vez probaré que tengo todo lo que se necesita para conseguirlo.

 

Levanté los ojos, mucho más nerviosa, casi que con el corazón en un puño. Todos mis planes para esa clase reposaban en la decisión del uzza.

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¿Qué? ¿Cómo? ¿Cuándo? El Ravenclaw no entendía nada, ¿cómo era que de repente se encontraba ya a punto de empezar con el Libro del Caos? Cierto era que él precisamente había dicho con anterioridad que en cuanto lograra hacerse con el Libro del Druida ya no seguiría, pero es que el Caos siempre es tentador, poner un poco de él en el día a día siempre ponía a cualquiera a buscarlo, pero para él, justo para él que siempre había buscado cierto equilibrio en su vida, estar allí era algo completamente raro, pero ahora que, temporalmente, la Luz y la Oscuridad habían desaparecido, seguramente el Caos era lo único que lo haría no perder la cabeza.

 

Aquella tarde, porque sí, era tarde, el ojiverde estaba un poco apesadumbrado por las noticias que llegaban de todo el país anglosajón, sin embargo, y como ya lo había aprendido en otros cursos con los Uzza y los Arcanos, debía dejar todo aquello que era mundano, de lado, para así poder aprender mejor los secretos de aquel condenado Libro que le había salido en un ojo de la cara. Suspiró al llegar ante el lugar donde Bakari, el Uzza del Caos, seguramente ya lo estaba esperando. Lo conocía, desde luego que si, él, precisamente, conocía de antemano a todos los Uzza cuando fue elegido para impartir el de la Fortaleza, y estaba seguro de que aquello no sería fácil, ni mucho menos sencillo, pero quería probar.

 

―Si, emm, ¿hola? Acá Keaton Ravenclaw, su nuevo estudiante, Guerrero Bakari ―Se presentó sin demasiada formalidad... ¿Tomaría el Libro con más gente? Por Voldy esperaba que si, no quería volver a luchar solo con el Uzza como lo había hecho en el del Druida.

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