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Prueba Libro de la Fortaleza (#2)


Mael Blackfyre
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- Orbis Bestiarum - pensó Mistify.

 

A su alrededor sucedía de todo al mismo tiempo, lo que no predijo fue la zancadilla de su compañero de duelo, cayó al piso mientras la avispa marina que había conjurado un miembro del otro equipo se veía rodeada de un anillo dorado cuando sobrevolaba libre del influjo de Thomas.. La Malfoy enarcó una ceja mirando a Ishaya.

 

- Sé que te apetece verme tumbada en el suelo, pero si solo pidieras por favor... -

 

Aquel no era un duelo tradicional, la vida o la muerte no estaban en juego, por lo que la bruja estaba relajada y disfrutaba de todo lo que acontecía en torno a ella. Olas, vientos huracanados, animales de todo tipo, un mago que hacía que otro tragara piedras, todo era posible, incluso que un hipogrifo casualmente pasara por el lugar. Quizás debió encantar al bello ejemplar en lugar de la avispa. Se encogió de hombros al tiempo que se puso de pie. Realmente estaba en un estado deplorable, muy poco propio de la bruja de cabellera rubia, por un segundo se le cruzó por la cabeza desaparecer directamente hacia la Mansión Malfoy y abandonar todo, aunque ya había llegado hasta allí y si no conseguía lo que quería tendría que atravesar por toda la situación una vez más. Ni hablar.

 

- Morphos - murmuró una vez de pie. La varita en dirección a uno de los bancos, que parecía tener el tamaño apropiado para realizar el conjuro. Y fue así. La piedra comenzó a moverse y en segundos tomó la forma del animal que Mistify tenía en mente: un león. La bestia lanzó un rugido hacia Ishaya y comenzó a adelantarse con intensiones agresivas. El lugar en el que estaba el asiento, ahora estaba vacío a excepción de un amasijo de piernas y manos y ¿palomitas de maiz? Seguro era Hades, quién estaba utilizándolo para observar lo que sucedía.

 

Si no fuera porque el viento comenzó a arremolinarse a su alrededor otra vez y la elevó en el aire azotando la túnica blanca y el cabello en torno a su cuerpo, pensó inmediatamente en un Arresto Momentum, pero por algún motivo descendió plácidamente y sin lastimarse antes de realizar el conjuro, aunque completamente llena de tierra. ¿Qué había pasado? Quizás el amuleto con las alas hubiera funcionado a la perfección.

Editado por Mistify Malfoy

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La prueba había empezado. No pude evitar realizar una sonrisa cuando todos los alumnos se fueron separando en aquellas parejas. Dos grandes grupos se empezaron a enfrentar, sin dejar de lados las barreras que les habíamos impuesto. ¿Por qué hacíamos eso? Por qué los Uzza nos habían enseñado que no todo era el saber usar las varitas. Muchas veces nuestras mentes se concentraban tanto en un solo objetivo, en éste caso nuestro rival, que nos olvidábamos de todo lo que sucedía alrededor y no era buena señal.

 

Las olas arrasaban con los chicos. Me agradaba ver que la primera opción de muchos era el Salvaguarda Mágica. Su nombre lo indicaba todo y servía para salir del apuro, como en ése caso. Pero seguramente que tendrían que volver a sortear el mismo obstácul0o y sus opciones se irían acortando. Ése era el momento perfecto para ver qué hacían ellos. ¿O se pensaban que todo era fácil? Algunos habían intentado hacer un hechizo que habría funcionado, pero al parecer los sacerdotes-guerreros, se lo habían dejado pasar. Dos veces la Sombra había aparecido. Una atacó a Madeleine y la otra, a Sally.

 

¡Eso es, usen sus varitas! ¡Usen su cabeza! —les trataba de indicar sin intención de desconcentrarlos. Ishaya soportaba aquella ráfaga con el amuleto volador. ¡Era una táctica excelente! Por más que volara y saliera expulsado, ése amuleto evitaría que caiga en peso muerto. Mi hijo Thomas sobrevolaba la ola enorme con un hipogrifo. Asentí a aquello. Una valiente Madeleine se deslizaba por el agua mientras que Niko aprovechaba el casco-burbuja para no ahogarse. Incluso Sally usaba el entorno a su favor—. ¡Trabajen en equipo!

 

¡Eso era! Hasta el momento nadie se había atrevido a dejar de lado el enfrentamiento que estaban llevando para sobrepasar la barrera que los arrasaba y luego, regresar a su duelo. Recordaba que la anterior vez, había hecho eso mismo con Valkyria. No podía dejarla que el obstácul0 se la llevara, porque eso significaba que me quedaba sin rival y por ende, sin prueba que enfrentarme. Tal vez mis palabras de ánimo, servían para que se dieran cuenta de ése detalle. Tal vez entre dos, sería más fácil separar las aguas para que no los impactara de lleno. O todo un grupo podría atraer un auto de la calle y aferrarse a él. Eran diferentes maneras de atravesar eso.

 

Miré a Hades y Mónica. ¿Recordarían lo que había pasado con los Guerreros? Aunque quisiéramos, no podíamos compartir la información por la que habíamos pasado allí. Claramente que lo que habíamos vivido juntos podíamos comentarlo pero estaba seguro que pensaban como yo, que a veces era mejor dejar muchas cosas detrás. Nada había sido traumante, pero la magia Uzza funcionaba de ésa manera, todo estaba permitido pero nada se podía compartir. Ni siquiera los chicos que estaban adquiriendo ése libro, podrían enseñarle la magia a otro. Debían hacerla ellos si surgía un problema.

Editado por Elvis F. Gryffindor

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GOLDOR ♦ DEMONIUM MERIDIANUM

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Entre cuidarme de la ventizca y de los ataques de mi contrincante, Mistify Malfoy, un rayo me impactó en la espalda, por mi omoplato derecho produciendo al instante unas fuertes heridas en mi cuerpo. ¿Acaso había alguien más atacándome? ¿No se suponía que estabamos divididos en parejas? Inclusive llegué a pensar que alguno de los profesores, guías en ese curso, estaban detrás de ese movimiento, pero descarté la idea al tiempo en que la penssaba. Debia de confiar más en los que me rodeaban.

 

Me oculté detrás de un contenedor de basura que se encontraba a mi derecha, mientras realizaba mi curación. Afortunadamente había usado ya el amuleto de la curación en nuestra excursión en la cueva del polo norte, por lo que ya tenía noción de como usarlo de manera apropiada. Comenzó a brillar el coljije como si reflectara la luz del sol, inexistente en ese momento, brillando en diferentes colores y sintiendo, al instante, alivio en mi espalda gracias a que ya había cursado el conocimiento de primeros auxilios facilitándome el proceso.

 

Episkey, pensé una vez más para completar el proceso y no verme limitado en aquella prueba en la que nos habían metido los cuatro magos en aquel momento. Si algo nunca se había modificado en mi era el orgullo, siempre pendiente de nunca perder por algún error mínimo en un duelo y mucho menos cuando era evaluado, no me lo podía permitir.

 

- ¡Morphos! - Continué con mi manera de defensa creando aquel contenedor en un hermoso lobo adulto plateado ya que la masa daba para eso y más, pero siempre estaba dispuesto a tener como fiel compañero aquel canino. Su orden era defenderme de los siguientes ataques que se dirigieran hacia mi, ya sea de Mistify o de algún otro ente presente en el lugar y que ya había recibido daño de esa forma, y su primer objetivo fue aquel león que me había mandado la Malfoy.

 

- Y así quieren que tengamos buena relación con la universidad.

Editado por Ishaya

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- Hej las flechas no eran para ti amigo. – Exclamó sorprendido Axel al observar como un hipogrifo había aparecido, ni su anillo de amistad con las bestias lo salvaría de la furia de un animal así. Axel solo sonrió nervioso, las flechas habían lastimado el ala del animal, Axel no era precisamente un amante de los animales, pero había sido un error y ver la sangre escurrir bajo las plumas grises del animal, no era buen augurio.

 

El animal se abalanzó hacia Axel, parecía furioso y listo para atacar, cuando el sonido del agua volvió a interrumpirlos. – Me lleva… - Alcanzo a decir Axel para agacharse y tomar su mochila, con la mano izquierda, y bajar la varita en el momento en el que el agua golpeo de nuevo el campo.

 

- Engorgio – Grito rápidamente el danés, bajando la varita hacia su mochila, la cual comenzó a crecer en cuestión de segundos, Axel no espero y metió el brazo debajo de un agarre de la misma, y se sujetó con todas sus fuerzas, observando como el agua arrastraba al hipogrifo herido.

 

El azote del agua había sido duro, Niko se encontraría bien allí abajo, tras un fuerte golpe, la improvisada balsa del Rexdemort había servido para surfear aquella estrepitosa masa de agua.

 

Fue cuando el agua desapareció y Axel, levanto la cabeza ¿Dónde estaba Niko? ¿Dónde estaba el hipogrifo? Bajó de su mochila, la cual no tardaría en regresar a su tamaño regular.

 

¿La ola se había llevado al animal?, Genial otro animal enfurecido con Axel, quizá cuando acabara la clase, Axel buscaría a la bestia, con un ala tan lastimada, y la fuerza de esas olas, no debería ser tan peligroso, ojala no lo multaran en el ministerio por andar lastimando animales mágicos. Pero por ahora estaba más preocupado por su problema llamado Niko, cuando volvió a verlo, el también había sobrevivido al agua.

 

Axel levantó la varita, estaba listo para volver a atacar, pero algo lo interrumpió. – ¿Ahora qué? – Dijo el hombre al ver como su única prenda se transformaba en una araña, la cual no dudo en morderlo. – Hija de… las tinieblas. – Dijo Axel inmediatamente dando un fuerte manotazo sobre su pecho.

 

Axel había aplastado a la araña, tenía sus restos pegados a la mano. No le molestaba estar sin ropa, al menos así podría presumir su cuerpo, no se ejercitaba tanto solo por el hecho de la salud, si fuera eso, no fumaria como chimenea.

 

- Mmm……bwaaa….. le faltó el aire al joven que ahora sin ropa, podia verse que tenía la mayor parte de su cuerpo tatuada. – Por que les gusta usar animales así… - Dijo con dificultad, mientras buscaba algo en su pantalón. - Morphos – Susurró y apunto, sobre su mano al paquete de cigarrillos, cuando estaba en el Polo Norte fumo tanto, que se sorprendió que Ishaya no se los hubiera acabado junto con el.

 

La cajetilla, adquirió una rocosa, era un bezoar pequeño. Axel respiró y tomo aire, para tragarse la pequeña piedra. Sabía que el cálculo le ayudaría, esa falta de aire era causa del veneno de esa pequeña araña, que lo había dejado sin ropa.

 

Axel tragó saliva, y llevo su mano sobre su desnudo pecho, para después, levantar su varita hacia Niko. – Vamos, pues, antes de que vuelva a caer agua. -

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- Jum solo por el agua te has salvado, pero solo por esta vez - Pensó al ver que Axel había logrado evitar los ataques del hipogrifo, pero había tenido que usar sus dos acciones para liberarse del veneno provocado por la creación de Niko, todo parecía ir bastante bien para el Knight pero sabía que los Uzza no lo dejarían tranquilo.

 

- Estos me deben odiar, ¿qué les he hecho? - Pensó al escuchar que una nueva ola se acercaba a ellos, ya había usado dos estrategias bastante buenas, pero ahora tendría que usar una nueva - ¿Por qué mi forma animaga no es un animal que pueda volar? - Se recriminó, en este tipo de situaciones sería muy bueno poder recurrir a dicha habilidad pero no podía hacerlo.

 

Por suerte el Tonks siempre llevaba su maleta con muchas cosas así que tendría que usar una de ellas - Accio escoba - Una de sus escobas voladoras salió del interior de su maleta, esperaba que al salir no hubiese hecho caer alguna de las pociones o de los libros, pero luego tendría tiempo para arreglar esa situación. El joven mago subió en su escoba y comenzó a volar por todo el lugar, esperando que terminara de pasar y viendo con una sonrisa en su cara a Axel.

 

- Esta gente nos pide tener un duelo pero nos interrumpen mucho - Gruñó, mientras observaba a su rival, tenía que ponerle un poco más de emoción al duelo para que no fuera tan aburrido, necesitaba más acción y no precisamente de los guerreros que ya habían metido mucho sus narices en el duelo.

 

- Sectusempra - Gritó, inmediatamente un rayo salió de su varita en busca del torso desnudo de su rival, la escena en caso de impactarle no sería nada agradable. El Tonks odiaba ver sangre, pero necesitaban mucha más emoción en el duelo.

 

- ¿Será que eso es todo? - Se preguntó, mientras movía su cabeza en señal de negación, esa no podía ser su única acción, debía aprovechar que Axel había tenido que usar sus dos acciones para defenderse.

 

- Disparo de Flechas - Pensó, 12 flechas salieron su varita igualmente en busca del pecho de Axel, el joven tendría unas heridas muy serias en caso de no hacer algo para curarse y sobrevivir. Las heridas provocadas por las flechas y por su rayo le causarían una gran pérdida de sangre.

 

- Esto ya está mucho más emocionante - El duelo acababa de cambiar por completo y ahora tendría que usar otro tipo de hechizos, aunque al final quién tendría que utilizar una Curación sería Axel y no él, pero esperaba tener que hacerlo al menos una vez.

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Antes de cualquiera de los dos pudiese responder, una nueva ráfaga de viento comenzó a soplar en aquella desolada calle. Esta, tan intensa como la anterior, llevaba arena, tierra e incluso piedras a su paso, y parecía no tener ningún tipo de reticencia respecto de llevarse una serie de magos consigo. Debía defenderse de aquella ráfaga de la mejor manera posible, y la idea de cómo hacerlo se formó en su mente incluso antes de que pudiese concentrarse en el espectro mágico que había salido del cuerpo de su contrincante.

 

Asió fuertemente su varita y la apuntó a un árbol aledaño; si bien carecía de hojas por la época del año, portaba una masa bastante considerable dado que su tronco principal y raíces tenían un grosor significante (más de dos metros de diámetro), y las continuas e incesantes ramificaciones a partir de este le aportaban aún más masa, a pesar de que progresivamente se iban haciendo menos y menos gruesas. Pensó claramente en lo que quería que pasase, y tras susurrar un rápido Morphos, observó como el hechizo transformativo llevaba a cabo excelsamente su propósito.

 

Cabía destacar que este árbol había sido arrancado de sus raíces por la anterior ráfaga, y por tanto yacía tumbado a un lado, a apenas un metro del Weasley, con la mitad de sus raíces junto a él y la otra mitad en el lugar de la acera donde originalmente había estado. El árbol, ya inerte, se transformó en una roca de dos metros de largo y un metro cincuenta de alto, con unos setenta centímetros de grosor.

 

Nathan aprovechó y se colocó detrás de la roca, encorvando su cuerpo de forma que la totalidad de este estuviese cubierto por la roca. Sonrió al ver como la roca cumplió su propósito dado que cuando el viento, que venía del norte, impactaba con la roca, este salía desviado hacia un lado y dejaba ileso al Weasley, quien pudo reincorporarse una vez que la ráfaga hubiese cesado. Se levantó y acomodó justo a tiempo para ver como el espíritu de su contrincante se defendía de su hechizo.

 

- Protego - había dicho ella, de forma que un escudo traslúcido se había expandido desde su varita en trescientos sesenta grados y había absorbido la totalidad del hechizo, dejándola armada.

 

Nathan observó que ella estaba a punto de atacar nuevamente, por lo cual se le adelanto.

 

- Crece-Uñas - dijo Nathan, con su mano con la varita apuntada hacia Evarela. De su varita surgió un rayo violáceo que rápidamente atravesó el espacio tiempo que los separaba. Todo esto mientras aquella invocación que salía del cuerpo de Evarela decía - ¡Sectusempra!

 

Ambos rayos, por la mera lógica de un intercambio de daños, impactaron. Mientras que en el cuerpo de Nathan se abrió una hemorragia a la altura del ombligo que causaría una hemorragia inmediata, en las manos de Evarela se vio que sus uñas comenzaron a crecer desmedidamente, lo cual causaría serias y evidentes fallas en la puntería de la joven.

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Lo último que sus ojos captaron antes de perder la consciencia habían sido las luces de la aurora. Jank, durante el trance, supuso que aquellas visiones que lograba formular su mente se trataban de simples alucinaciones impulsadas por el deseo de alcanzar el objetivo que se había propuesto en un principio: encapsularlas, averiguar qué tan especial podían ser y hacerse con su posible energía. Quizás sí lo había hecho, a su manera..


Pero no le dio tiempo de sumergirse en el mar de pensamientos fantasiosos que él mismo se había dispuesto a crear cuando encontró el real ocasionante de aquellas luces. La trompeta del auto dio el primer el aviso; los cauchos rozando imprevistamente contra el pavimento, el segundo. Y el grito de la mujer que conducía, fue lo que hizo que los ojos del hombre se adaptaran lo suficiente y conectaran con sus reflejos. Jank reaccionó a tiempo para apartarse del camino del Audi RS6 y abalanzarse sobre la acera antes de llevarse el impacto obvio, amortiguando la caída con los brazos. La mujer, ante los nervios y el temor de conocer la cárcel, siguió su camino, para suerte de él; poco material tendría para explicar una aparición que ni él comprendía del todo..


Poco tardó para unirse al resto al grupo, cuyas voces cargadas de interrogantes fatuas envolvieron rápidamente el ambiente. La calle donde se encontraban le sonaba demasiado familiar, a pesar de que perteneciera al gentilicio muggle. Notó que las paredes y sus límites se encontraban protegidos por encamientos lo suficientemente eficaces para alejar a los no-maj más intrépidos. Al menos, sea lo que fuese que significara la nueva ubicación que disponían los Uzza, sería en privado.


Localizó a varios alumnos con su mirada antes de enforcarse en el nuevo peligro que lo asechachaba. Su cabello se empezó a revolver con el viento que, de repente, soplaba desde todas las direcciones. Jank absistó una gran cantidad de arena aproximarse segundos después, al tiempo que notaba cómo los demás alzaban sus varitas dispuestos a tomar acciones. Él, sin embargo, llevó la diestra a su cuello y apretó con fuerzas su amuleto volador, el cual brilló y movilizó sus alas de piedra entre sus dedos al solo tocarlo. Se dejó llevar por la ventisca, cuya fuerza consiguió elevarlo por los aires entre arena y rocas pequeñas. Cuando alcanzó cierta altura y así, comenzaba a descender bruscamente, activó el anillo volador.


Jank simplemente planeó. Sintió el aire transitar por sus brazos y piernas, agitar su ropa y enfriar su rostro. La sensación no se comparaba a ningun a otra experiencia, pese a que utilizaba su poder con regularidad. Tuvo la agilidad suficiente para esquivar cuanto objeto o roca se le atravesó, quedando ileso al aterrizar en una zona segura. Sus mejillas terminaron repletas de arena, pero comprendió que había sido el menor precio que podía pagar.


Stephannus fue el primero en incoporarse y acercarse a él. El porte que lucía no era similar al que habia percibido en el polo norte; cansado y herido, prácticamente moribundo. Desgraciadamente.


- Hey, sobreviviste. ¿Cómo está tu cabeza?


No dio paso a respuesta. Pequeñas piedras empezaron a flotar rápidamente en dirección a sus orificios nasales, otras hacia sus orejas y a su boca. Jank solo tuvo que cubrirse con los brazos la nariz y las orejas con ambos brazos, mientras que apretaba la boca con fuerza, aunque ésta también la cubría con la mano izquierda, la cual cubría la nariz. El brazo derecho cubrió sus orejas; la derecha con el hombro, la izquierda con la mano. Cuando hubo pasado el efecto, Jank elevó su varita en dirección a su contrincante. No desperdiciaría un hechizo como lo había hecho él.. Por eso, bramó sin titubear:


- ¡Sectusempra!


Un rayo ámbar salió desprendido de su curva varita hasta el pecho de Stephannus, quien se encontraba a unos seis metros de distancia. El hechizo se direccionó hasta su pecho, donde impactaría y causaría graves heridas sangrantes que, en pocos segundos, podían determinar el destino del combate si no hacía algo al respecto con el derramamiento de sangre del que sería víctima su cuerpo..


- ¡Morphos!


El sonido del conjuro fue acompañado del efecto que causó en la ropa superior de Stephanus, transformándola al instante en un animal. Conservaba la suficiente masa para convertir la prenda en un escorpión dorado israelí, el cual, apenas sintió el calor que emanaba del mago, inyectó su mortal veneno por instinto (cosa que hacía su especie por naturaleza y que ordenaba su creador) en el cuerpo del mago, expandiendo una sustancia mortal por el organismo de su rival que no tardaría en hacer estragos por dentro, hasta ocasionarle la muerte misma.

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Como supo desde un principio, Jank iba a defenderse astutamente de su ingenuoso ataque, cubrió sus orificios con los brazos para evitar que ingresarán las piedras que volcaban hacia el. Al parecer tenía la intención de matar a Stephanus ya convoco un rayo sumamente peligroso. Estaba agresivo.

 

A sus alrededores, todos estaban disputando una batalla campal, tratando de terminar con sus contrincantes y defendiendose de algunas locuras como aguas y tormentas de arena que podían asesinarlos.

 

Levantó la varita viendo que el sectusempra se acercaba peligrosamente.

 

- ¡Avis! - Dijo.

 

Una bandada de doce aves apareció frente a el, con plumas y picos negros, revoloteando rápidamente a encontrarse con el encantamiento para defenderlo de este. Cuando ambos se encontraron, desaparecieron. Como el rayo y las aves, ya que al impactar en una, morían todas porque eran muy unidas y se querían mucho.

 

No paso mucho tiempo cuando una de sus prenda, el suéter, transmuto en un escorpión dorado israelí seguramente muy venenoso que lograría aniquilarlo en pocos minutos. Stephanus, despreocupado y nervioso, sacudió con la mano al escorpión evitando que su aguijón lo picara tanto en su mano como en su cuerpo, rápido. El animal cayo al suelo aturdido y molesto, picando el piso a cada segundo. Levanto su pie y lo aplastó con la suela del zapato fuertemente transformadose nuevamente en el suéter el cual arrojó lejos.

 

- ¡Confringo! - Sentenció firmemente.

 

De la punta de la varita se desprendió un chorro de luz amarillesca, el cual viajo rápidamente a la cercanía de donde se encontraba Jank. Impactaría en el suelo un metro antes de llegar a el chico, haciendo que todo el asfalto explotara y pequeños pedazos se incrustarán en su cuerpo causando un sangrado que lo haría morir lentamente. Un Protego no podría ayudarlo, debía ingeniarselas.

 

La tormenta de arena volvía otra vez para tratar de cobrar su vida, no tenía intención de usar el anterior hechizo otra vez aunque resultaría más sencillo de lo que tenía en mente.

 

Realizó una elegante y complicada floritura con su varita, aquello hizo que una pared de rocas y piedras se levantará frente a el y formó un círculo perfecto que lo cubrió por completo, allí impactaban las rocas y demás cosas que traía consigo aquel obstáculo, espero allí parado que terminara. Un par de segundos tal vez y la pared que lo protegía se desvaneció junto con la tormenta que acababa de pasar, todo aquello le había costado mucha energía y empezaba a agotarse.

 

La clase estaba resultando entretenida.

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Y de nueva cuenta llegaba una ráfaga de viento para golpearnos por nuestro costado, mi derecho y el izquierdo de MIstify. ¿Qué necesidad de andar bailando en el aire? De inmediato active el anillo de amistad con las bestias para poder controlar el león de la Malfoy y que entre ambos, junto con mi león, se pudieran poner frente a mi para que no me afectara el equilibrio aquel elemento de la naturaleza... provocado por los Uzza, seguramente.

 

Sabía que con el conocimiento ya aprendido del Cuidado de las Criaturas Mágicas me podría ayudar a potencializar el poder de aquel artefacto, pero con criaturas no mágicas resultaba lo mismo, ya de por si era bastante el poder mágico asumido en estas como para presionarlas aún más.

 

Por un momento me distraje de mi enfrentamiento, aprovechando la seguridad detrás de ambas bestias, para ver a mis compañeros cercanos a mi, sobre todo a Jank y a Stephanus e incluso a Nathan, aunque escuchaba de vez en cuando las voces de Sally, Edmund, Niko, Madeleine y Alex, preguntándome entre quienes estaban intercambiando conjuros. Lo único que deseaba era que este entrenamiento terminara.

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¿En serio? ¿Otra vez? Cuando el viento comenzó a tomar fuerza nuevamente, Mistify frunció el ceño. Comenzaba a enfadarla aquella situación. Creía que ya habían probado con creces que sabían utilizar los nuevos poderes ¿Qué necesidad de montar la misma prueba de viento una y otra vez? Tal parecía que su compañero estaba utilizando los animales que se habían conjurado, en cambio ella alzó la varita y tras su conjuro, unas cuerdas surgieron de la punta de la misma. Dos cayeron al piso, pero la tercera arrojó hacia atrás a la Malfoy y la ató con firmeza a uno de los postes de luz, bastante alejada ahora de donde estaba Ishaya, Eso tendría que servir, aunque el viento hacía de las suyas, y el polvo se le metía en los ojos. A esta altura no creía que hubiera parte de su cuerpo que no lo tuviera.

 

- ¡Ishaya! - el mago estaba escondido, aferrado fuertemente al Lobo, pero el león reaccionó ante la voz de Mistify, estaba bajo su control - Me parece que tienes un lindo gatito a tu lado - el animal abrió la boca dispuesto a darle una buena mordida. De la avispa, ni señales, seguramente había sido arrojada hacia cualquier lado producto de la acción del viento huracanado.

 

Miró a su alrededor. Escuchaba voces a lo lejos, pero no lograba comprenderlas del todo.

 

- ¿Hasta cuándo vamos a tener que lanzarnos hechizos? - levantó la voz, pero aún así esperaba que sus profesores en esta etapa estuvieran utilzando sus respectivos anillos de escucha. Ella no lo hacía, puesto que al hacerlo le llegaba tanta información que comenzaba a dolerle la cabeza, seguramente habría un modo para concentrar su uso en una sola conversación, pero aún no había aprendido a hacerlo.

 

Se observó a si misma. Si no fuera porque todo aquello le servía para obtener mayor poder, seguramente comenzaría a gritar histérica, odiaba la suciedad, la odiaba sobre todo en sí misma, y su túnica era gris ahora en lugar de blanca, el cabello estaba enmarañado y pegoteado de tierra y la piel... Cerró los ojos y contó hasta tres. Cuando los volvió a abrir realizó un movimiento con la varita para soltarse de la soga que la aprisionaba y puso los brazos en jarra.

 

- Me niego a seguir lanzando hechizos - la varita desapareció de entre sus dedos - hasta que me digan con exactitud qué demonios se espera de toda esta situación - los ojos esmeraldas de la mortífaga se dirigieron a Hades aún en el piso, luego a Elvis que parecía muy feliz desde su lugar lanzando instrucciones y a Mónica..

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