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Prueba Libro de la Fortaleza (#2)


Mael Blackfyre
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Frente a ella, el mago con lo que había tenido interminables charlas en el Ateneo de la Universidad, se erguía con una sonrisa estampada en el rostro. ¿Se estaba riendo de ella o de la situación? De cualquier forma no le gustó y apretó los labios en señal de disgusto al mismo tiempo que la varita. Parecía que le cedía el lugar para atacar. Todo un caballero, eso tenía que concedérselo, si no tuvieran opiniones tan dispares, quizás hasta podrían ser amigos. ¿Amigos? ¿En serio? Definitivamente el aire de la caverna le había afectado el cerebro, no serían amigos jamás, ella no tenía amigos a excepción de Gatiux.

 

- Ishaya -

 

La Malfoy se colocó en posición de duelo. Una mano por detrás de la cintura y la derecha con la varita en ristre, jugando con la situación.

 

- Tal parece que tendremos que lanzarnos unos hechizos ¿Te apetece? -

 

Al final no tenía porqué ser aburrido, podría divertirse un rato y de paso obtener el certificado del Ministerio de Magia. La varita de Mistify rasgó el aire frente a ella, cualquier mago experto se daría cuenta por el movimiento qué ataque vendría a continuación, no le haría falta ver el haz de luz carmesí, ni notarlo impactado para saber que de los labios de la bruja de cabellera rubia, bastante despeinada, había salido una palabra más: - Sectusempra - Y no había sido un grito, tan solo un murmullo apretado dificil de ser escuchado.

 

En torno a ella, el viento se había apaciguado. Se podía ver el cielo tormentoso, los bancos de piedra y las luces de neón iluminando la desierta calle londinense. Desierta de muggles, porque hechiceras y magos sobraban en aquel lugar. El cuerpo de la Malfoy volvió a la normalidad, el efecto del encantamiento conjurado con anterioridad había cesado. Si se hubiera visto en un espejo en ese momento... la túnica ya no era blanca, sino del gris de las prendas sucias, el cabello enmarañado y un rasguño dividía la larga manga en dos trozos que se agitaron con claridad tras la maldición de la bruja.

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- Mistify, que gus... ¡protego!

 

Vaya, la bruja no iba perder tiempo en jugar. Y eso me agradaba. Mi sonrisa se mantuvo en mi rostro debido a la reacción de la Malfoy, por lo que comencé a girar la varita en mi mano, ansioso por ver el resultado de nuestro encuentro ya que, si bien recordaba, hacía años que no me enfrentaba seriamente en un combate con aquella mujer.

 

A pesar de la extraña tormenta que nos azotaba, y de la inundación de mis otros compañeros, el ánimo parecía estar bastante subido de tono en aquel lugar, como si todos ansiaran terminar con aquel curso del Ministerio tan peculiar. Mi situación iba todavía más lejos, me emocionaba de una forma extraña el estar frente a aquella rubia, sin saber exactamente el por qué, solamente sentía correr la adrenalina en mi cuerpo.

 

- Modales, señorita Malfoy, siempre es una buena carta de presentación.

 

Al momento de hablar mi zancadilla surtió efecto en la bruja, por supuesto, para complicarle un poco la situación en aquel extraño campo de batalla y poder conversar con mi contrincante. Era extraño tener tantos recuerdos con Mistify, coincidiendo en tantos lugares, en tantas situaciones, con nuestros linajes tan separados tanto por ideologías como por las costumbres. ¿Acaso podría ser de otra forma?

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Para este entonces, Nathan ya se había acostumbrado a los constantes giros que estaban dándose en la trama que su aventura encomendada por los guerreros Uzza iba dando. No obstante, el desaparecer de aquella cueva helada y reaparecer en un lugar completamente distinto ciertamente afectó un poco su orientación en el espacio-tiempo, y le tomó más de unos segundos darse cuenta de que se encontraban en una calle londinense. Quizá era el momento de la prueba final de la que tanto había escuchado.. le causó un poco de ansiedad el pensar que dentro de poco podía irse a casa.

 

Rápidamente nos sortearon en grupos, y Nathan no hizo más que obedecer diligentemente las órdenes de sus profesores para luego buscar refugio de la gran tormenta que comenzaba a azotarlos a todos ellos. No obstante, lo más particular de aquel fenómeno climático era que carecía completamente de agua y, por el contrario, era caracterizado por una sequía extrema de la mano de ráfagas de viento que amenazaban con despegarlo del suelo.

 

-¡Salvaguarda Mágica! - se animó a decir, y a continuación la totalidad de la masa de su cuerpo se volvió etérea e intangible, de forma que el viento era incapaz de afectarlo, ni siquiera cuando iba a acompañado de las hojas, el polvo y la tierra que había levantado a su paso.

 

Cuando el obstáculo cesó y su cuerpo comenzó a ganar nuevamente consistencia, Nathan decidió que era el momento oportuno para iniciar la contienda. Su rival era Evarela, alguien con quien había tenido el placer de trabajar hacía ya mucho atrás, pero con quien había perdido toda relación desde entonces. Le dedicó una vaga sonrisa y rápidamente acertó:

 

- ¡Expelliarmus! - dijo, y de su varita salió un rayo color escarlata que rápidamente comenzó a atravesar la distancia de seis metros que los separaba de los otros.

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- ¡No lo puedo creer!

 

Antes de que me respondiera mi contrincante, una nueva ráfaga de viento comenzó a azotarnos levantando más tierra dificultándonos el estar de pie inclusive. De inmediato me concentré para planear suavemente por el aire gracias al amuleto volador, para no ser arrastrado por aquella fuerza de la naturaleza,o de los magos que la habían convocado, aterrizando con cuidado en el mismo lugar desde donde había "despegado".

 

Estaba atento a mis compañeros, a pesar de que no estuviéramos en una situación de batalla real, cuidaba de ellos y hasta de Mistify Malfoy. A veces no podía entender porque seguía tentándome el corazón de esa forma, pero no podía cambiar mucho mi manera de ser.

 

- Voy a pensar dos veces antes de solicitar otro curso del Ministerio de Magia.

 

Bufé mis palabras hablando conmigo pero con toda la intención de que los profesores me escucharan, no podía creer la suerte que había corrido en el polo norte, enfrentándome a osos polares, plantas mágicas, seres mágicos y andar perdido en la nieve como para que ahora tenga que escupir a cada rato por culpa de la tierra que se lograba meter en mi boca.

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- Ah rayos.- Exclamó Axel una vez que, la luz dejo de brillar con esa intensidad, acaso habían encontrado la aurora, o peor aún se había acabado el tiempo. El hombre solo sonrió al volver a ver a los demás, al parecer todos se encontraban bien y entre ellos Sally, habían dejado esa helada cueva y ahora eran cobijados por un cielo nocturno, ojala hubiera tenido tiempo para dedicarle otro tweet a #DondeEstaSally?, pero Axel reconoció las calles y los edificios, suspirando agradecido, mientras respiraba más tranquilo, el cambio de temperatura le agradaba bastante.

 

Al parecer todo el asunto de la supuesta aurora boreal, eran patrañas, aunque era obvio la luz no podía ser encapsulada en frascos o cofres, pero en ese momento no le importo mucho, mientras se quitaba el pesado y gran abrigo que traía, ya no se encontraban en el Polo Norte y era realmente muy estorboso.

 

Axel movió libremente los brazos de arriba abajo, era mucho más sencillo con una tank top que con un abrigo que le llegaba hasta las rodillas, estaba listo para lo que venía, la siguiente parte sería un duelo, eso hizo sonreír al Rexdemort, estaba dispuesto a ganar, aunque se tratara de un enfrentamiento de diversión, honestamente perder no era divertido y Axel tenía un espíritu competitivo muy fuerte, incluso cuando jugaba piedra, papel o tijera.

 

¿Quién será mi rival? – Pensó mirando los rostros de sus compañeros, prefería no estar emparejado con alguno de los que fueron al polo Norte, sería algo contradictorio, mas sus pensamientos se vieron interrumpidos por un fuerte sonido.

 

El mago levanto la cabeza y no creyó lo que venía, una enorme ola de agua golpearía a todos los que estaban allí, Axel abrió la boca sorprendido. – Fuuuuu. – Alcanzó a decir, para apretar con fuerza la manga de su abrigo, y apuntar con su varita al mismo abrigo.

 

Un enorme par de alas marrones, se extendieron rápidamente y con ímpetu se elevaron, mientras que Axel sujetó fuertemente una garra grisácea, había alcanzado a usar un Morphos con su abrigo y se había elevado una vez que las olas impactaron en el campo.

 

- Bwaaa. – Abriendo los ojos como platos, al observar a sus compañeros, y la fuerza del agua sobre el terreno de duelo, y girando la cabeza al ver como Sally también se encontraba en el cielo. – ¡Hej loser, yo me bañe temprano! – Gritó a lo lejos, mientras se agarraba fuertemente aun de la gran águila que había invocado y ella seguía subiendo.

 

Unos segundos después las calles volvían a estar como si nada, el agua había desaparecido tan rápido como había llegado. – Gracias. – Exclamó el hombre, hacia el animal que aleteaba sin duda, para sonreírle y soltarse una vez que el agua hubiera evaporado.

 

El aire contra su cabello, la brisa y sobretodo la adrenalina de una caída libre, era algo que Axel había aprendido en la misión en aquella tierra blanca a la cual Jank y Hades, los habían conducido a él y al equipo.

 

Tal como lo había hecho antes, usando el amuleto volador, la caída fue bastante buena, quizá un poco estrepitosa, pero al menos un 7/10 si hubiera sacado, si se tratara de calificar, lo más importante estaba a salvo con ese artilugio del libro de la fortaleza.

 

Axel solo sacudió su cabello, y dirigió la mirada al hombre que tenía enfrente. – ¿De dónde te conozco?- Se preguntó el mago, pero antes de intentar buscar en los archivos de su cabeza, por aquel rostro masculino este levantó la varita directamente y lo sorprendió con un rayo ¿El duelo ya había empezado?

 

-Hej – Alcanzo a decir una vez que Niko, lo saludaba con un rayo al enfrente. Y levantaba la mano derecha para saludar, Axel movió los hombros y se quitó la mochila de la espalda lentamente, el ataque del mago solamente pasaba de largo, el Salvaguarda Mágica, era un hechizo increíble, con solo pensarlo por un segundo le sirvió para defenderse. Mientras Axel, dejaba su mochila en el piso se levantó para hacer una reverencia, estaba listo para el siguiente movimiento de su compañero de clase.

 

Colocándose en posición después de una reverencia, observó como su abrigo caía desde el cielo su morphos habia terminado, y antes de que el tocara el suelo apuntó a Niko y después de una sencilla floritura y pensar en un hechizo, doce flechas volaron en dirección hacia el hombre a buena velocidad, unos siete metros separaban a ambos hombres y si alguna de las flechas impactaba sería un buen inicio.

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- Por los calzones de Stephanus, ¿qué demonios está sucediendo?


El rostro perplejo de Browsler lo decía todo, no entendía nada de lo que estaba pasando. Recordaba que en la cueva del polo norte sus poderes habían sido mermados por los Guerreros Uzza, pero no sabía que para aquella ocasión fuese lo mismo. Ciertamente Hades lo había mencionado pero en ese momento él no había estado prestando atención a ninguna de sus palabras. Grave error. El escudo mágico de agua se había deshecho por completo empapando sus ropas ocasionando que sintiera frío. Había errado nuevamente el quitarse el abrigo.


Reflexionó que por lo menos se había librado de aquella insólita ola que había surgido de la nada, pero ahora se encontraba indefenso nuevamente.


A su alrededor se estaban llevando a cabo varios duelos a la vez. Mistify Malfoy se enfrentaba a Ishaya, Madeleine se enfrentaba al ministro y Axel contra Niko. Un poco más lejos pudo divisar a su primo Stephanus realizar un interesante movimiento contra Jank.


- Pero que bien mueves esa varita, vaquero –comentó con aquel tono entre sarcasmo y lascivia que utilizaba a veces con él. Se imaginaba que su primo lo ignoraría o le lanzaría una mirada asesina como hacía siempre.


Nuevamente aquel extraño sonido se acercaba amenazadoramente, ¿se trataba de agua? Edmund abrió los ojos de par en par al ver como una nueva ola daba la vuelta uno de los edificios dirigiéndose hacia él, había estado tan ocupado bromeando con Stephanus que no se había percatado que su anillo detector de enemigos brillaba notablemente. Levantó la varita con valentía decidido a enfrentarse a aquel fenómeno natural cuando escuchó el hechizo que Thomas/Enrick le había lanzado. Se había escuchado fuerte y claramente su grito, se trataba de un sectusempra. Así que al tiempo que la ola se le venía encima, un rayo de luz verde también lo hacía con la intención de asesinarlo.


«Recuerda el hechizo que utilizaste para atravesar el derrumbe» Le recordó la voz de Aldair. « ¿Cómo era que se llamaba? ¡Vamos, Edmund! Recuerda…»


- ¡Salvaguarda Mágica!


No había necesitado pronunciar aquel hechizo, tan sólo con recordar su nombre y enarbolar su varita, su cuerpo se tornó intangible como los fantasmas que habitaban en Hogwarts. Tanto el sectusempra que su rival le había lanzado como aquella ola le habían traspasado como él muchas veces había traspasado a los fantasmas. Se sentía sumamente extraño observar cómo le atravesaba un rayo que en condiciones normales le había tirado al suelo del dolor o una poderosa ola que seguramente le hubiese arrastrado por toda la calzada de aquella vía.


- Morphos –dijo Browsler. Su hechizo transformó la playera de Thomas/Enrick en una avispa marina que le inyectó su veneno al instante. El animal estaba ubicado peligrosamente en la espalda del joven mago.


Hasta ese momento no se había fijado en la ropa tan ligera que el chico vestía, ¿es que no sentía frío?


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<<¿Qué está pensando este chico?>> se dijo Thomas a sí mismo tratando de analizar la rara conducta que su adversario estaba teniendo en medio del duelo que libraba contra él por el mandato de los Uzza; pareciéndole un completo despreocupado al estar pendiente del resto de sus compañeros en vez de concentrarse en lo que debía de ser más trascendental para él, que era la demostración de sus habilidades obtenidas con los conocimientos que tendría que haber asimilado con la clase o aventura previa que tuvo en el otro grupo de estudiantes que habían estado en un sitio diferente a la cueva de la Polinesia. <<Otra vez no>> fue la frase que a continuación floreció en su mente tras notar que una nueva ola venía en su dirección luego de dar la vuelta a uno de los altos edificios que estaban en la transitada calle inglesa que los albergaba en plena batalla. -¡Bingo!- exclamó con alegría mientras el brillo azulado de su Anillo Detector de Enemigos iluminaba su pálido rostro; ya que muy cerca logró ver a una manada de tres hipogrifos que sobrevolaban la zona, lo que despabiló su inteligencia.

 

<<Orbis Bestiarum>> pensó rápidamente, provocando un anillo dorado que envolvió en un abrir y cerrar de ojos a una de las criaturas aladas que en un santiamén aterrizó a su lado con el propósito de ayudarle a sortear la masa de agua. -¡Muchas gracias!- manifestó el Gryffindor luego de hacer una reverencia para acercarse hasta el animal fantástico, el cual se lanzó a volar por los cielos nubosos, logrando capear la ola sin problemas. -¡Cuídate! Ve con tus amigos- expresó finalmente el mago inefable, dejando libre al hipogrifo para que éste retornase con su manada y se perdiera de vista entre las nubes del firmamento. Fue en eso que, una vez más, recordó a Edmund; pero a favor de su integridad personal, el chico había conseguido escapar del agua y neutralizar su hechizo hemorrágico con un único y genial movimiento con su varita; a ciencia cierta utilizando el Salvaguarda Mágica.

 

-Eres un buen contrin… ¡Silencius!- vociferó el alquimista del futuro apuntando a su rival, no alcanzando a terminar su elogio, debido a que el Browsler se había atrevido a levantar su varita en su contra para atacarlo inmediatamente, no dando un margen lógico de minutos para respirar luego de la ajetreada huida ante la maniobra ofensiva del agua. -Vaya, vaya, vaya… sí que aprendes rápido eh. Pensé que jamás te enfocarías en lo que nos corresponde en este lugar. Hagamos de esto… una buena experiencia- comentó el Poulain, esperando que el ojiazul no se frustrase por no haber logrado concretar su embate. -Expelliarmus- agregó tajantemente, invocando un rayo de color escarlata que salió de Lion directamente hacia su contendiente con el afán de desarmarlo de su varita; la cual volaría hacia su flanco derecho a unos tres metros de distancia del punto fijo en donde estaba su cuerpo mortal.

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De alguna forma, Madeleine siente el inminente peligro; el anillo detector de enemigos hace que su dedo anular palpite, enviando la alerta por todo su brazo y logrando que se espabile. Rápidamente alza la varita y busca señales de mortífagos. Aunque sus ojos rápidamente encuentran la amenaza, no se trata de ningún grupo de magos oscuros.

 

¿Otra vez?, piensa mientras retrocede un par de pasos, como si aquello le hiciera ganar tiempo. La ola avanza rápidamente desde el horizonte; la bruja puede oír cómo el agua vuelve a romper, puede oler el agua salada. Cree sentir cómo fluye a su alrededor, cómo la abraza y la arrastra... ¡No!, se dice entonces abriendo los ojos como platos y sacudiendo la cabeza. Quizás es el anillo, pero no le importa. ¡Vamos! ¡Muévete! Cada vez parece avanzar más rápido, y sus compañeros comienzan a actuar. ¿Qué esperas?

 

¡Diffindo! —brama, agitando la varita hacia uno de los árboles sin hojas que están junto a la acera. Con un poco de fuerza bruta, Madeleine logra arrancar un grueso tajo de madera. También lo encanta con un Wingardum Leviosa, justo antes de que la ola los alcance.

 

Debido al peso de la joven, la "tabla" improvisada no puede flotar como si fuera una alfombra voladora, pero por lo menos evita que se hunda y además le permite "surfear" la ola. Bueno, si es que estar aferrada a un trozo de madera (ignorando las astillas y las hormigas) y pedir clemencia al Dios Ahogado cuenta como surfear. Por fortuna, el agua se agota rápidamente y antes de que se de cuenta Madeleine alcanza tierra firme. El "inminente peligro" hace que se ponga de pie rápidamente, pero no sabe qué pasa.

 

—Ya se acabó la ola, bobo —murmura, observando el anillo mágico. Ya lo dañé, se lamenta.

 

¡Sectusempra!

 

¡Protego! —espeta Madeleine, por instinto, y el escudo mágico que aparece frente a ella absorbe el hechizo y agota su luz hasta que, nuevamente, se encuentra a oscuras. Aún así, cuando ve la dirección de dónde vino el hechizo, puede ver una sombra... ¿es la sombra del Ministro de Magia? ¿O algo más? ¿Quizás una habilidad oscura? Bien, tampoco es que importe mucho. Lo único que puede pensar es que la atacó, y aunque en un principio no lo entiende, los gritos de sus compañeros, enfrascados en combates, le dan la respuesta.

 

No es una batalla, se dice, porque si lo fuera lo sabría. Es una maldita prueba. Nos engañaron con la tontería de la aurora boreal, para traernos acá.

 

—Se supone que es un libro sagrado —murmura—. Se supone que hay que usarlo para proteger a los demás. No para... ésto.

 

Nuevamente, trata de buscar a su hermano. Aunque no lo amenazaría con Melle, sí que le golpearía la cabeza con su empuñadura. Sin embargo, el anillo la alerta. Y aunque no puede hacer nada para evitar el ataque, cuando cae al suelo debido a un lazo mágico que une sus tobillos, no se sorprende. Malditas zancadillas, piensa, pero aún desde el suelo, alza la varita hacia el Ministro de Magia. Odia ese tipo de espectáculos, pero también odia que la ataquen sin motivos aparentes.

 

¡Desmaius! —exclama, y de inmediato el hechizo se dirige hacia el pecho del mago. Aún así, no importa en qué lugar de su cuerpo impacte; el hechizo aturdidor hará que pierda la consciencia inmediatamente.

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sins don't end with tears, you have to carry the pain forever

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Axel había logrado defenderse muy bien del hechizo enviado por el Tonks, pero Niko sabía que algo haría. Justo en ese momento observó una manada de tres hipogrifos, de los cuales uno estaba ayudando a Thomas, tendría que aprovecharlo antes del siguiente ataque de su oponente.

 

- Orbis Bestiarum - Pensó, el efecto fue inmediato y un anillo dorado apareció alrededor de uno de los hipogrifos, ahora estaba bajo el control del Dumbledore y tendría que defenderlo de cualquier ataque. Axel no se había quedado quieto y 12 flechas salieron de su varita, el hipogrifo se ubicó en medio de las fechas y el Tonks y con sus alas las detuvo, la criatura no estaba muy feliz por lo ocurrido y no fue necesario que Niko le pidiera atacar a Axel.

 

- Y ahora viene de nuevo el agua, no lo puedo creer. Juro que los Uzza me quieren matar de alguna forma - El Knight no quería conocer a dichos guerreros, no le agradaban ni un poco y prefería no tener que verlos. De nuevo tendría que ocuparse de la ola antes de seguir con el duelo con Axel - Casco-Burbuja - Pensó, haciendo que una burbuja apareciera alrededor de su cabeza, la cual le permitiría respirar y hablar debajo del agua, así que no moriría ahogado, pero sí quedaría muy mojado, tan mojado que no podría utilizar un Tergeo en su ropa.

 

- Ahora sí podemos continuar - Sonrío al ver que Axel también había tenido que ocuparse de las olas, ambos se encontraban nuevamente listos para seguir con el duelo que tenían, pero Axel tendría que evitar al hipogrifo que quería matarlo.

 

- Morphos - Dijo, rápidamente el tank top de Axel comenzó a cambiar de forma, su masa era más que suficiente para crear una viuda negra hembra, la cual tenía la orden de inyectar su veneno sobre el pecho del joven mago. En menos de un segundo, la araña había logrado su objetivo y el veneno comenzó a recorrer el torrente sanguíneo del joven mago.

 

- Ups, creo que alguien va a necesitar ayuda - Pensó Niko, no le gustaban tener que pelear con alguien pero era muy competitivo y con los guerreros tendrían que demostrar todo lo posible para aprobar el curso y obtener acceso a más poderes - Espero que la ola no vuelva pronto o me voy a molestar mucho - Pensó nuevamente, aunque sabía que pronto volvería.

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Maniobró la escoba volando hacia una de las edificaciones cercanas, aterrizando sobre la azotea. Desde allí podía observar a los magos desparramados por todo el escenario, cada uno sumido en su propio duelo con el rival asignado. Ashley se había perdido de vista, ¿dónde estaba? ¿Se la habría llevado la ola?

 

Como si la hubiera llamado con el pensamiento vio que nuevas olas, está vez más altas que las anteriores se acercaban hasta donde de encontraba. Estando sólo en el segundo piso nada le aseguraba que no fuera alcanzada por ellas así que sólo atinó a correr hacia la puerta que daba al interior.

 

- ¡Alohomora! - gritó apuntando hacia la cerradura de la puerta con su varita y ésta se abrió de par en par. Entró, se giró y gritó otro hechizo - ¡Fermaportus!

 

La gran masa de agua golpeó con fuerza pero apenas la puerta se movió dejando entrar sólo unos chorros de agua por el borde. Bajó las escaleras y cuando llegó al primer piso del local logró ver la inundación... Mesas y sillas de madera, así como vajilla fina flotaba en el agua. Al parecer aquello era un restaurante.

 

- ¡Protego! - alcanzó a pronunciar cuando vio que un rayo amarillo se dirigía velozmente hacia ella - Pero qué demonios...

 

El escudo absorbió el hechizo sin problemas, no había escuchado nada, probablemente fuera un hechizo no verbal... Un Babosas quizá. Pero, ¿quien la estaba atacando? Busco alrededor y no veía a nadie. Dio media vuelta y volvió a subir a la azotea.

 

Cuando intentó abrir la puerta se dio cuenta que había perdido la voz, un Silencius pensó y tuvo que volver a intentarlo. Buscó la escoba pero se dio cuenta de que la corriente de agua se la había llevado.

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