Prueba - Libro del Equilibrio

[Anne Gaunt M.]

Tras unos instantes pensativa, Anne vislumbró el camino que probablemente habían seguido sus compañeros. De hecho, su olfato lobuno alcanzaba a reconocer el aroma de algunos de ellos, sobre todo de sus seres queridos. Por eso siguió aquel rastro, suponiendo que no tardaría mucho en encontrarles. «Tampoco he tardado tanto en seguirles, ¿no?», pensó, sin tener muy clara la respuesta. Los inferis y el río de lava habían quedado atrás, así que lo que había a su espalda no le preocupaba lo más mínimo. Lo que apareciera por delante... eso ya era otro cantar.

 

Suponía que los guerreros uzzas cada vez pondrían las cosas más difíciles, pues aquel libro de hechizos era de un nivel superior a los que habían visto con anterioridad y, por tanto, los poderes que se aprendían con él eran bastante más fuertes que los que ya conocía, así que las pruebas también serían mucho más exigentes, sin lugar a dudas. Mientras pensaba en aquello, se detuvo en seco al percibir un olor que no le resultaba conocido, ni tampoco confiable. Frente a ella había un pasadizo con antorchas de las que emanaba aquel olor extraño que la había mareado ligeramente. Dio un paso atrás. ¿Qué sería aquello?

 

Buscó en su memoria y encontró la información del libro del equilibrio que hablaba de los pétalos de pensamiento, cuyo perfume podía resultar fatal si se propagaba a través del fuego de una vela o similar. «Era de esperar», pensó la mujer. «Casco burbuja», añadió mentalmente, con la varita apuntando a su propia cabeza. Una burbuja mágica apareció en su cabeza, proporcionándole el oxígeno que necesitaba y alejándola así del perjudicial efecto de aquellos pétalos. Pasó el pasadizo con paso rápido, sin detenerse a observar las antorchas ni cualquier otro detalle que pudiera resultar fatal para su vida.

 

En cuanto terminó de cruzarlo, deshizo aquel casco protector mágico y empezó a escuchar voces que le sonaban dentro de aquel lugar. Se dirigió directamente hacia la de Valkyria, que acababa de atacar a alguien... o algo. Entonces vio un inferi pasar saltando. Parpadeó varias veces y esperó a que éste se alejara para luego asomarse al lugar del que había salido y sonreir al ver el rostro de su cuñada.

 

— Vaya, nunca había visto a nadie que domesticara inferis. ¿Sabe mi hermano algo de ese peculiar hobbie? —le dijo con tono burlón, a modo de saludo. Existía una distancia de alrededor de diez metros entre ambas y, tras comprobar que no había nadie más con ella, comprendió que volverían a ser pareja en la prueba—. Lamento la tardanza, pero... me he entretenido un poco. ¿Han dado alguna indicación especial? ¿O simplemente practicamos los hechizos, como las otras veces?

[Lisa Weasley Delacour]

- ¿Como osas decir semejante blasfemia? Solo deseo incapacitarte un poco, ademas tu mismo sentirías si esta herida, antes te he visto realizare el conjuro de protección – Argumente, al tiempo que le regalaba una sincera sonrisa. El Ragnarok estaba poniendo a prueba mi estrategia de unir los libros con los ya conocidos conjuros de siempre. Aquello y por dicho, era un entrenamiento en toda regla. Moví mi torso, para volver a adelantarme a su segunda acción, en este caso un episkey.

Mi – Cinaede – Hizo efecto al segundo. Aquel gas incoloro y venenoso rompió de una sus vías respiratorias, volviendo a poner al vampiro al borde de la muerte. Era una ponzoña letal extraída de los pétalos de pensamiento. Luego de eso y por lógica después de que Hades usase el hechizo de curación conocido por todos llamado episkey, volví a enarbolar la varita y conjurar algo que llevaba tiempo pensando, a fin de cuentas tenia que probarlo todo y que mejor que hacerlo contra mi camarada profesor.

- Semillas de hielo – Lo pensé, no lo dije, pues valía igual. Hades quedaría cubierto de una capa de hielo. Era un rayo, necesitaba puntería y vaya que la tenia, pues yo seguía ilesa y tan fuerte como antes. Después de eso y a la espera que el cainita se defendiese de mis acciones, me puse a observar el panorama que me rodeaba. Comprobé con alivio como tanto Mei como Elvis seguían vivos y combatiendo. Me sentía orgullosa de pertenecer al mismo bando que ellos, eran grandes magos de los cuales aprendía a diario.

[Anne Gaunt M.]

Valkyria seguía en silencio, y Anne no podía reprochárselo. Había aparecido de la nada después de un rato de ausencia y, aunque a ella le habían parecido un par de minutos al parecer habían transcurrido algunos más. Probablemente la Karkarov habría estado matando el tiempo en su ausencia, y Anne se sintió mal por no haber estado allí con ella, permitiéndole realizar su prueba con la misma regularidad que los demás. Frunció el ceño e hizo una reverencia en su dirección.

 

— Sé que he tardado un siglo en venir, espero que puedas disculparme —le dijo, esta vez con tono más serio que en sus anteriores palabras. Sonrió de verdad a la mujer y luego se preparó para el duelo, sin perder ni un segundo más. Alzó la varita hacia su cuñada—. Bueno, parece que tenemos que empezar a practicar los hechizos del libro... aunque de verdad empieza a preocuparme ya esto de que siempre nos toque juntas. Alguien podría pensar que los guerreros uzzas tienen algo en contra de nuestra familia, ¿no? —soltó, esta vez regresando al tono burlón.

 

Ya estaba preparada para atacar, pero quería que su cuñada lo viera para no pillarla desprevenida. Prefería mantener con ella un buen duelo, tranquilo y sin intención de hacerle verdadero daño, para probar los poderes que quería adquirir y conseguir así salir de aquella clase con el conocimiento que habían ido a buscar. «Flechas de fuego», pensó entonces, con la varita firmemente alzada en dirección a Valkyria. Varios filamentos de fuego aparecieron y volaron uno tras otro en dirección a la Karkarov. Si la alcanzaban, le incendiarían la piel y le provocarían unas dolorosas heridas que necesitarían varias curaciones especiales para sanarse correctamente. Pero sabía que su cuñada se curaría sin problemas y, si no era así, ella misma le aplicaría aquellos cuidados. Por mucho que exigieran los uzzas, ella era parte de su familia y no permitiría que sufriera ningún daño si podía evitarlo.

[Mael Blackfyre]

Di pequeños saltitos en mi lugar. Necesitaba entrar en calor y que aquel duelo que habíamos creado con Mei, fuera más interesante que el resto. Era una compañera, pocas veces eran las que habíamos estado enfrentados, siempre hombro a hombro y la adrenalina no paraba de recorrer todo mi cuerpo. Por eso cuando apuntó con la varita, pude ver que me estaba por lanzar un rayo. Le dirigí una sonrisa de costado, mientras todo a nuestro alrededor eran rayos, gritos y golpes.

 

Casi sin necesidad de la varita, pensé en un Salvaguarda Mágica. Aquel efecto era tan rápido que para cuando el Expelliarmus recorrió los diez metros y me quiso impactar, siguió de largo. Me había vuelto intangible, por lo que el encantamiento siguió de largo como si no estuviera presente. Era un fantasma en el medio del día. No me veía ni siquiera yo mismo. Estaba seguro que los rayos del sol lo único que hacían era rebotar en mi silueta para que tuvieran idea de donde estaba parado. Pero la duración no era muy larga asi que volví a mi estado normal.

 

En ése entonces, Mei no bajaba la guardia y aquello me gustaba. Aunque mas que nada aquel encuentro era para que tanto Lisa como Hades, vieran el desempeño de los alumnos, que se habían animado a sumergirse en las aguas misteriosas de las Magias Guerreras. Casi todos estaban recurriendo a los poderes y eso me gustaba. Como mi rival, que con tan solo una palabra, supe de que poder se trataba aunque ya era tarde. Una niebla empezó a rodearme y aunque me tapara la boca, ya estaba haciendo su trabajo.

 

— Ésto... ésto... duele —aquellas palabras salieron apenas en un murmullo que había escuchado yo solo. Ya había pasado por esos efectos pero casi los había olvidado. Podía sentir como mi garganta se cerraba pero el efecto no era ese, sino que el veneno se abría paso por las venas y pasaba a la sangre, para empezar a matarme de a poco. Mei no era lo suficientemente poderosa para que el veneno fuera mucho peor, asi que si actuaba en ése momento, lo podría realizar rápidamente. No necesitaba hablar para curarme. Además tenía gusto a sangre en la boca. Pensé en un Anapneo. Aquel efecto también fue inmediato y pude sentir que el veneno ya no hacía daño en mí, se disipaba.

 

De momento no solo estaba curado, sino que Mei hasta incluso había llegado a enfrentarse a un muerto caminante. ¿De dónde demonios había salido?

[Anne Gaunt M.]

Valkyria seguía sin reaccionar, tanto que Anne comenzaba a pensar que le había pasado algo. Con ese pensamiento rondándole en la cabeza, dio un par de pasos en su dirección, acortando así ligeramente la distancia que las separaba, y bajando la varita lo suficiente como para no quedar desprotegida pero tampoco mostrarse amenazadora.

 

— Valky, querid...

 

Pero no alcanzó a escuchar nada más porque, de repente, un ruido atrajo su atención y la hizo quedarse quieta en el sitio, con la espalda muy recta y los ojos abiertos como platos. Un inferi, de asco de lo más malogrado y con evidente sed de sangre, se dirigía hacia ella produciendo un extraño sonido de lo más desagradable. Instintivamente, la licántropa retrocedió la distancia que había caminado hacia su cuñada y recompuso rápidamente la postura de batalla, preparándose para enfrentarse a aquel muerto viviente que muy probablemente habían sido colocados por los guerreros uzzas para complicarles la existencia.

 

Tras recuperarse del sobresalto inicial, Anne no pudo hacer otra cosa más que poner los ojos en blanco. Luego, comprobó que nadie la observaba... no, tan solo estaban Valkyria y ella en aquel lugar, los demás

 

— De verdad, qué incordio de seres... —soltó en dirección al cadáver andante, a la vez que lo apuntaba con su varita. Varios filamentos de fuego aparecieron, idénticos a los que había lanzado un instante antes hacia Valkyria, y alcanzaron de lleno al inferi haciendo que éste ardiera y, rápidamente, terminara desintegrándose ante ambas. Anne sonrió y, sin más, hizo una reverencia en dirección a Valkyria, como indicándole que podían continuar con su prueba sin preocuparse por aquella molestia. Seguramente ella se pronunciaría enseguida al respecto.

[Mael Blackfyre]

Ya me estaba sintiendo mejor. El veneno que me había envuelto, por un segundo casi me había matado. Pero ahora esta atento a todo lo que pudiera hacer mi rival. Era la Lider de la Orden del Fénix, no era una bruja cualquiera y era el menos indicado para subestimarla. El que lo hiciera realmente era un tarado. Los hechizos iban de un lado a otro. Algunos rincones estaban prendido fuego. Otros totalmente congelado y al principio no sabía porqué, pero luego entendí porqué había cadáveres esparcidos. No eran tantos pero no sabía de dónde habían salido.

 

Miré hacia un costado. Por un segundo pensé que algo se había movido por debajo de la tierra. Miré a Mei y esperé a que ésta me dijera algo pero no tuve demasiado tiempo. una mano totalmente putrefacta salió en la tierra como si fuera un árbol que estaba creciendo a una velocidad alarmante. Sus uñas estaban casi verdes, igual que su piel, pero de a poco se iba aclarando, hasta casi convertirse en una figura blanca. Sus ojos estaban vacíos. Casi no tenía cabello y el Inferi se estaba haciendo espacio para salir de la tierra.

 

— ¿Qué demonios hace eso aquí? —pregunté pero tanto mi rival, como compañeros y profesores, estaban ocupados. El Inferi hacía ruidos guturales. Había levantado sus brazos en mi dirección y por momentos abría y cerraba su mandíbula, como esperando encontrar algo dentro. Sus pasos eran torpes pero avanzaban de a poco. Asi que no tuve mucho tiempo de esperar a ver que sucedía. Levanté mi varita en dirección a la criatura.

 

Un par de sogas salieron despedidas contra sus manos, sus brazos y piernas. Intentó zafarse pero lo único que logró fue caer al suelo, moviéndose como un gusano. Un segundo movimiento de mi varita, hizo que una esfera azulada apareciera alrededor, un Incendia Din. El Inferi se retorcía cada vez más, abriendo sus cuencas vacías demasiado para ver que no había nada dentro. El fuego y la luz era el peor enemigo de ésas criaturas. Y por último, para no correr riesgo, con un movimiento nuevo de mi varita, el Inferi quedó colgado de un talón. El Levicorpus funciono de inmediato y aunque estaba un poco más lejos del fuego, éste no dejaba de verlo.

[Mei Black Delacour]

Elvis no tardó en defenderse del rayo que le había enviado, justo a tiempo, a su vez que luego se encargaba de destapar sus vías respiratorias debido al veneno que había penetrado en su sistema y que le había impedido respirar por un momento. Era un veneno poderoso, y sabía que a medida que fuese adquiriendo experiencia con el mismo, se volvería cada vez más potente y peligroso.

 

Era su turno, por lo que rápidamente pensó en otra táctica a realizar, sabiendo que con el Gryffindor debía andarse con cuidado.

 

Maldición pensó rápidamente, haciendo que el hechizo afectara inevitablemente a Elvis, logrando que el próximo hechizo que se decidiera a pronunciar no saliera correctamente debido a que gesticularía algo totalmente distinto, evitando que el conjuro se realizara correctamente y por ende, saliera.

 

–Morphos – dijo a continuación y sin pausa, haciendo entonces que una de las estatuas que se hallaba a la izquierda de Elvis, la de alguna deidad desconocida para los presentes allí, mutó y se transformó en un lobo gris macho adulto ya que la estatua poseía las medidas necesarias para crearlo, y mediante una orden mental de Mei, el animal se lanzó a correr a toda velocidad hasta el Gryffindor, decidido a morder con fuerza la mano donde el mago tenía sujeta la varita.

 

Para cuando terminó de realizar sus hechizos, notó que el hombre acababa de deshacerse de un inferi, que había aparecido de la nada, justo como a ella le había sucedido, al parecer aquel lugar estaba infestado de aquellas cosas anómalas.

[Ky.]

Estaba a sólo 13 metros de Tauro, ya la podía ver, era inconfundible por su color de cabello, parecía distraída quizás ansiosa por lo que en el rostro de la demonio de piel canela una sonrisa se formó en sus labios, haría esperar a su rival un poco más.

 

Pero al parecer había sido sorprendida por una bruma verde que le quitaba la Facultad de poder respirar, debía hacer algo rápido. --Anapneo. --siseo justo antes de que sus vías respiratorias se taparan, y enseguida se abrieron permitiéndole respirar. Pero aún necesitaba de un episkey para terminar de curarse.

 

Aunque quizás pronto debería atacar a su rival, levantó la varita y pensó «Flechas de fuego» varios filamentos de fuego salieron de su varita, iban directo hacia Taurogirl pero chocaron con los inferís que iban por ella, un poco frustrada por aquello se apuntó a las vías respiratorias y pensó Curación sanando completamente.