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Thesaurum Venari


Mael Blackfyre
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El sol se había escondido por el horizonte. Las primeras estrellas ya se encontraban titilando de hacía algunas horas, la brisa primaveral se había empezado a enfriar a pesar de que el calor se hacía más presente en el pueblo. Las personas de a poco iban volviendo a sus casas, después de una larga jornada en el Ministerio o de un día agotador en sus mansiones. Pero yo no, estaba en medio de aquella calle muggle, terminando de enarbolar mi varita.

 

»Alumnos. La clase no va a ser dentro de la Universidad, como de costumbre. Necesito de su ayuda, por favor. Podemos tomarlo como trabajo de campo. Los espero en las calles de Ottery, donde se encuentra la verja de los Gryffindor. Elvis~«

 

La media docena de pergaminos desaparecieron en un santiamén. Fueron encaminados a cada persona para que a éstos le llegaran y supieran que la clase no empezaría al otro día a la mañana, como el resto, sino que tendríamos que hacer algunas cosas antes, ésa misma noche. Me había llegado una caja cubierta por una felpa tan negra como la noche misma. No tenía cerraduras ni bisagras. Tampoco ninguna linea que me indicara por donde se habría. Solamente sabía que la carta me indicaba donde tenía que dejarlo.

 

Al lado mío había varias escobas. Las habías sacado de la misma Universidad, el sitio al que viajaríamos no se podía llegar más que en escoba. Así que estaba parado, cerca de una de las farolas que se encontraban iluminando toda la zona de un color amarillo. Mi túnica me rozaba mis talones y mi cabello se revolvía con cada corriente. ¿Hacía falta que le avisara a los chicos de todo en detalle? Estaba seguro que no había problema. Cuando empezaron a llegar, les di la bienvenida.

 

Gracias por venir. Claramente que no podría sólo. Y pensaba que sería una buena idea que me acompañaran, ya que los conocimientos que teníamos que aprender vamos a verlos a simple vista —deje apoyada aquella cajita a un lado y revolví mi bolsillo interior. Además de mi varita, había una bolsa de cuero color marrón y tintineó algo dentro cuando la saqué y le mostré a los chicos—. No se muy bien de quien proviene. Pero además de llevar ésta caja, la persona, nos dejó una bolsa llena de galleones para quien realice el trabajo. ¿Me ayudan?

 

Esperaba que aceptaran, porque cuantas más varitas fuéramos, sería más sencillo. Teníamos que viajar solamente un poco al sur, a los pueblos donde no había tantas casas sino más árboles, montañas más bajas pero sitios más oscuros y tenebrosos. Sospechaba incluso que era un sitio mas visitado por los muggles pero eso lo veríamos luego. Moví la bolsita para que escucharan como se movían las monedas y miré el reloj. Faltaban unas horas antes de la medianoche. Solamente esperaba partir cuanto antes.

_____________________

ALUMNOS


Idiomas
Ishaya

Defensa Contra las Artes Oscuras
Leah A. Ivashkov
Mery Gaunt Karkarov
Hades Ragnarok
Jank Dayne

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GOLDOR ♦ DEMONIUM MERIDIANUM

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Había llegando hasta la vivienda de los Gryffindor sin ningún problema debido a la enorme tradición de ambos linajes, la amistad se había forjado desde hace ya demasiado años atrás; por ello es que no me sorprendí ser uno de los primeros en llegar, además de que el trabajo en el periódico mágico de El Profeta había sido relativamente tranquilo, me encontraba con mi amada esposa, Cye Lockhart, disfrutando de aquel atardecer en nuestro hogar.

 

- Buenas noches Elvis.

 

Saludé como de costumbre, a pesar de que fuese el profesor en aquella ocasión, repitiendo la hazaña como cuando cursé hace dos meses el conocimiento de maldiciones y, además, ahora que era el director de la Universidad, para mis ojos todavía lo veían como el aspirante de la Orden del Fénix, iniciado paladín.

 

Esperé tranquilamente a que el resto de mis compañeros llegaran mientras verificaba el listado, teniendo solo una compañía conocida y cómoda, Jank, mientras que tenía que soportar a uno de los Ivashkov en esta ocasión. Leah era una mujer de respeto ante la comunidad, pero no ante mis ojos, ya eran innumerables las ocasiones que nos habíamos enfrentado de forma verbal y siempre terminábamos alejándonos el uno del otro.

 

Cuando llegaron todos los citados, escuchamos juntos las indicaciones de nuestro guía y tomé, en seguida, una de las escobas para montarme ne ella y partir cuanto antes.

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El cainita estaba en la mansión Gaunt visitando a su pequeña hermana cuando ambos recibieron aquella notificación. El Ragnarok se sorprendió al ver que también la pelirrosa vería aquella clase. Ella se había guardado aquel secreto, quizás para sorprenderlo o atraparlo de sorpresa cuando ambos estuvieran allí. Dibujo una mueca divertido, él era el de las bromas y seria quien atrapara a Mery con al guardia baja, no al revés.

 

-Así que… ¿Cuándo pensabas decírmelo? –le pregunto divertido- nah olvídalo, ya me vengare después, mejor vámonos o llegaremos tarde, ah si prepárate voy a ir a velocidad supersónica –bromeo atrapándola y colocándola en su espalda para llevarla en caballito.

 

Sin más ambos desaparecieron.

 

 

**************

 

Habían aparecido en las calles de Ottery, una vez allí comenzó a correr hasta llegar al punto asignado. A lo lejos podía ver al mansión Gryffindor así que no tardaron mucho en juntarse con Elvis. Observo que había alguien más allí junto a ellos. No el conocía y sinceramente aquella otra persona no le importaba en lo más mínimo, estaba allí por él y por su hermana, por nadie más. Hizo una ligera reverencia al director después de que Mery se bajara de su espalda.

 

Escucho lo que el hombre tenía para decirles. Aquello era extraño, generalmente el Gryffindor solía dar muchas más pistas pero aquella misión solo tenía una caja y galeones, ¿Qué podría salir mal?, como era sabido eso lo descubrirían pronto. Observo a su hermanita advirtiéndole que debía comportarse.

 

-Bueno necesito galeones, aun no me pagan y mi hermanita desea muchas cosas que no puedo comprarle –dijo de mala gana observando al director quien era su jefe y quien debía realizar aquel trámite con los duendes de Gringotts- así que creo que no hay más remedio –le informo al hombre- ¿Qué más podrías decirnos que nos sirviera de ayuda para estar preparados? –le pegunto- ambos sabemos que cualquier cosa podría pasar

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La pelirrosa estaba encima de las piernas de Hades quejándose, como era de costumbre, de que su hermanito la había despeinado. Al parecer el chico se entretenía chinchando y haciendo rabiar a Mery, la cual siempre solía caer en sus bromas y trampas. Unos pergaminos llegaron hasta las manos de Hades y ella, uno diferente para cada uno. Sonrió enseñando sus dientes al ver que las clases comenzaban y, había planeado todo para que asistieran juntos.

 

- Pues... ¿hoy? -soltó una carcajada y se levantó del sofá para salir corriendo a coger todo lo necesario para ir a la clase, aunque en realidad no sabía que iban ha hacer exactamente, sin duda su varita y su capa negra no podían faltar-. ¡aahh! -gritó cuando su hermano la atrapó y subió a su espalda. Ahí comenzó a reír sin parar notando como alguna lágrima salía de sus ojos y pasaba de su mejilla.

 

Desaparecieron entre risas del castillo Gaunt.

***

Iba bastante cómoda encima de Hades, seguramente le pediría más de una vez que fuera su medio de transporte personal. Observó con un poco de desprecio la mansión Gryffindor, si había sitios que le gustaban poco, aquella mansión entraba en esos. Suspiró resignada y siguió mirando hacia aquel lugar hasta que la figura de dos personas llamaron su atención. Conocía tan solo a una de ellas de vista, Ishaya; a Elvis tan solo había escuchado hablar de el, y tampoco es prestara demasiada atención en conversaciones ajenas.

 

- Esto... -murmuró bajando de la espalda de Hades. Éste le lanzó una mirada de advertencia, a lo que Mery respondió sacando su lengua en dirección del mortifago.

 

Escuchó las palabras que Elvis decía, observó la bolsa de galeones y, sin duda alguna Mery sabía que debía participar en aquella misión, fuera cual fuese e incluso si había peligro en ella, total, estaba Hades para ayudarla y protegerla. Sonrió y comenzó a afirmar con la cabeza hasta que su vista se clavó en unas cuantas escobas en el suelo al lado del profesor. Abrió sus ojos y comenzó a negar casi entrando en pánico.

 

- Oh no... -dijo notando como perdía el poco color que tenía su cara y quedaba totalmente blanca-. Me niego a subirme a eso -dijo señalando las escobas-. ¡Ustedes quieren que muera antes de comenzar la clase y la misión esa que nombra Elvis! -vociferó con su voz aguda y tomó el brazo de su hermano Hades-. No pienso subirme ahí, no duraré viva ni diez segundo -se cruzó de brazos y frunció su ceño. Después volvió su mirada ha Elvis y lanzó un largo suspiro-. ayudaré, que remedio... Pero nada de escobas -advirtió con una sonrisa.

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Tan sólo había leído la mitad de la carta y el remitente cuando el pergamino ardió en su mano, consumiéndose sin llegar a quemar su piel en cuestión de segundos. Había tenido la corazonada de que su profesor sería alguien desagradable pero no esperaba que fuera precisamente él, quien había decidido demandar a los Ivashkov ante el Wizengammot como Mortífagos. Claro que no estaba errado, sólo que ella era la única que podía jugar con su vida y ahora existía una gran rivalidad entre ambas familias que, hasta la intromisión de Elvis en cosas que no le incumbían, no se había visto nunca. Además de su inteligente decisión de revelar su identidad como Alto Rango de la Orden del Fénix... Y ahora era su profesor.

 

Consideró un minuto el ir o no a la clase. Había estado detrás de Defensa Contra las Artes Oscuras por más de medio año y por una u otra cosa había terminado retrasando su aprendizaje. Que en sí no sería nada que no supiera, serviría únicamente como una certificación. Pero por otro lado, ¿cómo iba a hacer exactamente para mantener a raya sus instintos asesinos? Cruzarse con Elvis en Hogwarts era casi imposible debido a la magnificencia de la escuela pero hablar con él directamente o, recibir indicaciones, no era algo que quisiera pasar. Nailah, una mamba negra, bajó su largo cuerpo azabache por la barandilla del balcón y se hizo un ovillo a sus pies, como una mascota cualquiera.

 

Ve.

 

El siseo alargado que profirió de su garganta podría haber sido una amenaza de muerte o el último sonido que la rubia escuchara al morir, sólo que esta no parecía asustada. Bajó la mirada hacia su compañera y una sonrisa divertida cruzó sus labios, revelando que había entendido sus palabras.

 

¿Ahora me das órdenes? —respondió con tranquilidad en la lengua de las serpientes y casi pudo ver a Nailah dejar los ojos en blanco.

 

Sólo ve, será útil.

 

Touché.

 

Contra todo pronóstico, la bruja se inclinó para rozar con cariño la cabeza de uno de los reptiles más peligrosos del mundo y acto seguido, desapareció envuelta en una voluta de humo.

 

~o~

 

El remolino de aire no produjo ningún tipo de ruido. Bajó del cielo como una estela oscura y la bruma empezó a disiparse cuando la figura de la Nigromante empezó a salir de ella, corriendo por sus extremidades como la seda hasta desaparecer por completo. Incluso en la oscuridad nocturna de Londres el cabello dorado de la mujer resaltaba sobre su piel nívea, realzada por la tela roja de su túnica de gala. Siempre elegante, siempre altanera con la barbilla alzada con orgullo. Las calles de Ottery eran apenas visibles por las farolas cercanas y pese a que era una mujer andando sola en la noche, su única preocupación era lo que estaba junto a un grupo ya bastante considerable de magos.

 

Su profesor, uno de los directores de la Universidad Mágica, estaba ahí de pie y le dedicó una fría mirada cargada de todas las ganas de quitarle la cabeza. Por supuesto, su sonrisa seguía intacta, torcida y burlona, como si pudiera hacer un ácido comentario en cualquier momento. Por otro lado, Ishaya Tonks estaba presente con su conflictiva existencia encendiendo todas las alarmas silenciosas que había en el cerebro de la Atkins.Y finalmente, dos compañeros de bando a quiénes sí saludó con amabilidad, inclinando la cabeza ligeramente a modo de respeto.

 

Fue entonces cuando se permitió ver más de cerca su más grande temor: las escobas voladoras. Acrofóbica y sin licencia por el mismo motivo.

 

—Gryffindor —en sus labios, el apellido de Elvis sonaba como un insulto cualquiera, pero sus ojos y su ceño fruncido estaban dirigidos a los objetos mágicos—. Evidentemente, no podemos negarnos a acompañarte si pretendes darnos una clase, así que eso no entra en discusión; no obstante, te aviso que no pienso subirme a esa cosa.

Editado por Leah A. Ivashkov

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— El primer día en cinco años que decido acostarme temprano.. ¡Elvis, por favor!

 

Jank arrojó la carta a la chimenea y abrió el ventanal de su habitación. Había cerrado el ojo cuando el sol aún estaba vivo, pero aún se notaban sus últimos destellos. El desfile de personas derrumbadas de vuelta a sus guaridas inundaba las calles de Ottery, y la idea de ir contracorriente ya no le llamaba la atención; sus años de juventud se estaban alejando cada día más y el repentino cambio de planes de su compañero se lo demostraba de una manera aplastante.

 

Tomó la ducha más larga que alguien podía tomar en el hogar Evans. Recostó su cabeza contra la pared con los cerrados mientras el agua helada corría por su cuerpo, asimilando en lo que se había metido gracias al repentino impulso de guiarse por el instinto que, por alguna razón, lo había invadido a medida que firmaba los requisitos para inscribirse a otro conocimiento. ¿En qué estaba pensando? Era, probablemente, la persona menos apta en todo el pueblo para involucrarse en una actividad que exigía tanto exhibicionismo, ¡y el loco de Gryffindor los quería en la calle! Para él, los tiempos de exponerse estaban atrás. Para esas épocas sus objetivos se estaban reformulando, y limpiar su imagen constaba como uno de los pilares principales para lograrlo. Quizás si mantenía la cabeza baja..

 

Jank se puso encima la chaqueta menos rasgada que encontró bajo la cama y se calzó unos zapatos deportivos con alas plegadas en la punta, las cuales solo podían elevarlo unos pocos centímetros para llamar la atención, crear un tema de conversación o salvarse de lava asesina. Podía jurar que la tercera sería la más factible. Guardó a Libra dentro del zapato izquierdo y descendió de la ventana creando una rampa de hielo que, al él tocar tierra, se desvaneció. Los jóvenes que aún charlaban en los jardines se le quedaron observando, como si estuviesen admirando las hazañas de ese desconocido del que todos hablan de vez en cuando. Él solo les brindaba un ademán de indiferencia poco planeado.

 

En el camino, encendió el último cigarrillo que quedaba escondido dentro de los bolsillos de la chaqueta. La mayoría los había perdido durante una batalla, donde una Esfinge le había zarpado garras por todas partes. Pero se las había ingeniado para salvar el único que podía calmar sus deseos de escapar de la nueva y nada deseada aventura de la que estaría apunto de ser partícipe. Aparte, sabía lo se necesitaba y cien docenas más de lo que se necesitaba acerca de las artes oscuras y cómo conbatirlas. Después de todo, de ello dependía su vida y la de sus compañeros en múltiples ocasiones. Sin embargo, si Elvis los necesitaba no podía negarse. Era el tipo de persona que nunca tenía ases aburridos tras la manga de seda cara.

 

Llegó hasta el grupo al final, justo cuando Elvis terminaba de dictar las pautas del plan a seguir y agitaba la bolsa con galeones, en un intento vano de comprar el interés. Jank soltó una sutil risa y dirigió la vista hacia las escobas. Se acercó a éstas y observó con detenimiento cada detalle, por si encontraba algún punto distintivo que las hiciera diferentes o peligrosas. Nada. Estaban elaboradas de la madera más común y la magia menos impredecible o arriesgada. Aún así, no dejó que las prematuras expectativas nublaran su creciente curiosidad. Respiró profundo y se enderezó, echándole una mirada optimista al profesor. Los cinco rostros los conocía, unos más que otros, pero algo le decía que solo él e Ishaya harían las cosas menos complicadas.

 

— Pues yo me animo. Hace años no vuelo, al menos de esta manera..

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No era ninguna sorpresa que Leah Ivashkov comenzara a retar la situación así que, sin prestarle mucha atención a sus palabras debido a que yo no podía arreglar nada, me acerqué a Jank ya estando arriba de mi respectiva escoba y lo animé a que diéramos un par de vueltas alrededor de nuestros compañeros de viaje mientras resolvían sus diferencias, sobre todo para irnos acostumbrando al transporte mágico para no tener ningún tipo de sorpresas en el aire.

 

- Siempre me alegro de tener en estos curso a un compañero que conozca, - le comentaba mientras veía el drama que le hacían las dos brujas - aunque en esta clase estemos por diferentes motivos y no sé cómo lo vamos a solucionar en el problema que nos comentó Elvis... ¿acaso un niño ha sido secuestrado por gente del agua?

 

Hice la broma mientras me acercaba nuevamente con nuestro amigo y compañero de bando, esperando que la situación no se saliera de control y no solo por estar en la universidad, sino porque Leah ya era oficialmente una mortífaga ante los ojos de toda la Orden del Fénix y, por consecuente, todos su allegados eran sospechosos de serlo.

 

- ¿Le tiene miedo a una simple escoba la srita. Ivashkov? - Pregunté tranquilamente mientras veía a la otra bruja negándose, también, a subirse a una escoba y Hades... siendo Hades: tan ajeno a la situación como solo él podía. - No se preocupe, si algo sale mal siempre me tendrá a mi para salir en su ayuda.

 

Lo único que tenía que hacer era tratarla con educación y caballerosidad para sacarla de sus casillas ya que, encerrada en su propio ego, no se permitía la ayuda de nadie más, mucho menos de alguien "inferior" ante sus ojos. Le carcomía.

 

- También estamos Elvis, Hades y Jank para rescatarlas.

 

Sonreí y no esperé una respuesta, como nos tardaríamos en comenzar con la clase, decidí dar otra vuelta por las cercanías hasta que el asunto se resolviera. Invité a Jank para que me acompañara porque, siendo honestos, me desesperaba demasiado las actitudes de los Ivashkov, de los dos primos, y no quería desperdiciar mi tiempo escuchándolos una y otra vez de lo refinados que eran cuando escupían a un lado o faltaban al respeto a los demás.

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De a poco las personas fueron llegando. Ya sabía que entre los alumnos podría haber tensión alguna, incluso con Leah, había una especie de problema dentro de la comunidad mágica que quisiéramos o no, teníamos que dejar de lado. Era alguien profesional. Y en ésas clases, no importaba cuales eran los ideales. Ya que si fuera por eso, tendría que en ése momento embestir a la bruja contra un árbol, aprisionarla y llevarla al mismísimo Ministerio, pero no era mi objetivo. Saludé a todos con una reverencia con la cabeza y una sonrisa.

Es un gran problema, señoritas. Mi intención no era incomodarlas, solamente quería intentar llegar todos al mismo tiempo. Pero hay otros métodos —comenté, traté de cortar inmediatamente a Isjaya que había empezado a comentar algunas cosas de más. No quería que nadie reaccionaba como esperaba y allí no teníamos que involucrar tantas cosas, solamente enfocarnos en lo que nos interesaba, los idiomas y las defensas contra las artes oscuras. Saqué mi varita, mientras intentaba regresar al tema: — Si, Hades. Solamente quería que aceptaran ésto para saber con quien podía contar.

Hice unos pasos al costado, al punto donde tanto Mery como Leah, miraban desagradablemente. No entendía como dos brujas tenían miedo a las escobas, era una herramienta que utilizaban todos, pero ya que dos de éstas no querían, entonces teníamos que tomar el camino más largo. ¿Valía la pena comentárselos? Estaba seguro que no, no al menos que quisiera iniciar un debate. Con las escobas podríamos ir más directo, en cambio con los trasladores, teníamos que caminar más, pero aprovechábamos que recién empezaba la noche.

Nuestro destino es Liverpool, al norte de Inglaterra —les comenté guardando aquella bolsa de galleones. Esperaba que con ésa información entendieran el motivo de las escobas. Mientras comentaba aquello había sacado mi varita. La sacudí seis veces, una por cada escoba que teníamos que utilizar. Al principio brillaron de un color plateado. Pero luego, se apagaron y volvían a brillar, cada vez más, pero de un color azulado—. Un mago pidió un favor a la universidad, de devolver ésta caja a su sitio. Es en las afueras, una zona donde solamente hay fábricas.

Comenté apuntando a la caja, que la tomé entre mis dedos. Al parecer no había nada más extraño. »Pero hay rumores de que en una de esas, un par de magos por pura diversión, encantaron el sitio con magia tenebrosa y no puede pasar los obs´tacul0s. Ahí es donde entramos nosotros, debemos lograr analizar el sitio y ver cuáles son las causas. Pero hay un dato muy curioso, no sé porqué, pero éstos culpables se atrevieron a complicar la magia y lo hicieron en idiomas pocos conocidos« ésa vez miré a Ishaya. No caminaba nadie por las calles de Ottery, solamente estábamos nosotros.

Asi que podemos realizar todo a la vez. Debemos ver de que manera dos grandes campos como los idiomas y las artes oscuras, pueden trabajar juntas. Nuestro objetivo es reconocer los idiomas, ver qué magia nos rodea para saber defendernos y lograr neutralizarla. ¿Quieren aferrarse a las escobas? Están a punto de desaparecer —les comenté, alertándolos. Había logrado agacharme y tomar una. Aunque no las usáramos, podríamos reutilizarlas como traslador. Tal vez a la vuelta, si todo salía bien, podíamos realizar una especie de carrera con los jóvenes entusiastas de Ishaya y Jank.

 

* *

* * *

En cuanto desaparecimos de Ottery, cada traslador fue succionándonos dentro de la oscuridad, como si un gancho nos hubiera tomado por el ombligo. Viajamos automáticamente muchos kilómetros al norte de donde nos encontrábamos, casi al límite con Escocia. Aunque fuera el director de la Universidad, no podía desafiar tanto al ministerio sin el permiso. La cuestión no se encontraba en no poder usar los trasladores, es que desde el cielo era más fácil deshacerse de los encantamientos que protegían ése sitio. Era un punto alejado de la civilización. Estaba pegado a la costa. Era un pueblo totalmente repleto de fábricas, casi todas muggles. Pero la magia se había extendido, y había encantamientos de más.

 

Incluso ni bien tocamos tierra firme, a casi un kilómetro de donde teníamos que estar, dos esferas de chispas rojizas ascendieron al cielo y explotaron cada una en veinte chispas más chiquitas. No hicieron ruido al explotar pero si empezó a resonar una especie de gato enojado, como alertando que algo había llegado. Dejé caer al suelo la escoba y guardé aquella cajita negra entre mis ropas. Tomé mi varita y miré a los alumnos que llegaban uno a uno. ¿Alguien podía ver algo? No sabía...

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El Ragnarok se mantenía observando a su pequeña hermana. Sabía perfectamente que la chica odiaba volar, al menos en escoba, aunque quizás debía intentar que ella viajara en el lomo del hipogrifo familiar, pero jamás se le había pasado por la cabeza aquello. Recordo a otra persona que también odiaba aquello, aunque más que nada era volar sobre el lomo de dragones. Rio divertido, se preguntó que estaría haciendo su tía. La extrañaba a ella, a su madre y a aquel mundo que había dejado atrás en Grecia. Suspiro, estaba haciéndose más fuerte y teniendo muchos más conocimientos por si era necesario volver. Se mantenía tan pendiente de Mery que no escuchó ninguna otra palabra hasta que Elvis hablo para explicarles la misión.

 

-No me molesta caminar –se encogió de hombros- aun que creo que deberé llevar a alguien de caballito todo el trayecto –bromeo divertido despeinando a su hermana- pero ya estoy acostumbrado, lo mejor será darnos prisa y espero que el pago sea realmente bueno, si esa persona quería que hiciéramos su trabajo… <<sucio>> -pensó- debe ser por algo

 

El cainita después de escuchar la explicación de Elvis asintió, aquello no sería nada fácil, quizás podría usar la daga el sacrificio para proteger a Mery, pero conociendo a la chica seguro se molestaría mucho más de lo que generalmente la veía hacerlo, ella tenía mucho peor carácter que su otra hermana. Suspiro y tomó la mano de la chica, no iba a perderla de vista. Le señalo una de las escobas, una vez que ella tomo al que el correspondía él hizo lo mismo con al de al lado. Unos segundos después aquella extraña sensación se había incrementado, algo los halaba.

 

**************

Piso tierra firme sin ningún problema, mantenía la mano de su hermana tomada por lo que la atrapo antes de que fuera a caerse. Sin embargo, sabía que habían alertado a quienes estuvieran por allí de su llegada, aquella extraña alarma mágica era realmente efectiva y quizás pronto encontrarían un escuadrón de bienvenida. Observo a Mery y le hizo una seña para que sacara la varita. Habían practicado aquello antes de que Mery desapareciera por tanto tiempo, la Gaunt sabia lo que debía hacer en un momento así. Se coloco al lado de la Karkarov y recorrió el sitio en un radio de 360 grados, había oscuridad por lo que aprovecho de despeinar a su hermana, rio por lo bajo y beso su frente.

 

-No puedo ver nada, el problema aquí es que quizás alertamos a alguien, también es que obviamente encontraremos muchas trampas y habrán barreras que no nos permitirán pasar de una manera fácil –dijo a Elvis- en si podríamos usar el lumus para alumbrarnos, pero ¿crees que sea seguro o valga la pena el riesgo? –miró a los ojos a Mery y se acerco un segundo después a su oído- Prepárate y no te separes de mi y no me vengas con eso de que et sabes cuidar sola y bla bla bla –dijo en tono serio- debes obedecer a tus mayores y lo sabes –le saco al lengua antes de que ella pudiera decir alguna cosa para defenderse o quejarse.

 

Sonrió, esperaba que la chica en verdad le hiciera caso, sino, pues nada se las tendría que jugar ante cualquier cosa que se les topara, al menos iban a ir en aquella aventura juntos, los demás se defenderían a ellos mismos o entre ellos, a él solo kle importaba sacar con vida a Mery aunque muriera en el intento.

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Observó como llegaban otros dos compañeros, tampoco le interesaba demasiado tener una actitud social y simpática con estos, tenía más que suficiente con Hades, el cual la observaba detenidamente. Mery clavó su mirada en su hermano, si el la miraba ella haría lo mismo, así al menos no tendría que ver esas escobas voladoras que solo conseguirían que sus nervios se dispararan, y al parecer su compañera Leah tampoco aceptaba ir en ellas. Aquello parecía un duelo de miradas el cual hizo que Mery olvidara todo lo que estaba pasando a su alrededor hasta que Elvis comenzó a explicar de que iba todo aquello.

 

- Yo me niego a andar, pero Hades me lleva -comentó parpadeando continuamente mirando al mortifago. Se podría decir que Mery se aprovechada del cariño que le tenía Hades a ella, pero le importaba más bien poco, así al menos estaba bien consentida.

 

Suspiró y asintió con su cabeza siguiendo los gestos de su hermano mayor. Aquello no tenía demasiada buena pinta, pero no le importaba, las aventuras le gustaban más que cualquier otra cosa, a demás, ¿qué malo le podía pasar? Estando con Hades su vida no corría casi nada de peligro.

 

Agarró la mano del pelinegro y caminó detrás de el hacía las escobas. Abrió sus ojos aún sabiendo que no iban a montar en ellas, odiaba aquellas cosas, sin duda alguna estaría en aquel mismo instante partiendo una tras otra. Cogió la sucesiva a la que había agarrado su hermano y, unos segundos más tarde estaban desapareciendo del lugar.

 

***

Cayó agarrada de la mano de Hades, el cual consiguió que no se golpeara contra el suelo, se podía decir que había tenido un aterrizaje forzoso. Le sonrió en agradecimiento y no soltó su mano, sabía que, por aquellas chispas rojas que se vieron ya sabrían de la llegada de los magos y, seguro que no eran bienvenidos por aquellos lugares.

 

- Oye, aquí no se ve absolutamente nada -gruñó la pelirrosa forzando su vista para intentar ver más allá de su nariz-. Elvis Gryffindor -dijo aquel apellido con asco-. más vale que la recompensa por esto valga la pena -comentó frunciendo su ceño. La cercanía de Hades erizó el bello de la chica, no se esperaba aquello y, como no veía nada incluso se asustó levemente. Golpeó el hombro de su hermano-. me has asustado -le dijo con voz elevada. Justo cuando iba a empezar a quejarse de sus palabras, el ya se encontraba defendiéndose. Negó con la cabeza, o tenía remedio aquel chico-. ¡No me despeines! -le gritó, frunciendo sus labios después.

 

Sacó su varita y dio unos pasos al frente, aún agarrada de la mano de Hades. Si el quería estar cerca de ella para cuidarla y protegerla ella no se iba a negar, pero necesitaba observar cosas por ella misma para aprender y sentirse lo suficiente feliz.

 

- Elvis, ¿para donde vamos? -preguntó apoyando todo el peso de su cuerpo en su pierna izquierda. Estaría loca si comenzara a caminar sin dirección alguna y se perdiera en dios sabe donde.

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