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Emmet Haughton Gaunt
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Rol Ministerial

Control de Comercio Universal


Instantes previos a subir a la segunda planta del local de decoraciones; el Gaunt embaló la figura tallada del dragón en una caja de cartón que sacó desde un sitio que el pelirrojo no logró divisar al estar a su espalda, y se la tendió a Thomas en compañía del valor en galeones que ostentaba aquella pieza de madera pulida muy bien labrada desde comienzo a fin. -¿5000? Vaya precio para un objeto, pero obviamente vale la pena- expresó el legilimago, al mismo tiempo que recibía su nueva reliquia y la dejaba a un lado del mostrador de vidrio con tal de continuar con sus labores como fiscal comercial antes de marcharse de ahí con su compra. -Vaya vaya vaya... ¿Artículos de Grecia? Espero no entusiasmarme demasiado con tu mercancía o terminaré gastando gran parte de mi fortuna aquí... Pues entonces condúceme al segundo nivel, Emmet- agregó con expectación el veinteañero; observando el ademán que el Haughton le realizó con su mano para que éste lo siguiera hacia la zona trasera del tablero donde permanecía una puerta que custodiaba las escaleras que, segundos posteriores, ambos hombres subieron sin vacilaciones. -¿Irlanda? Interesante eh, sobretodo por la rapidez del servicio que otorgan tus proveedores. A muchos comerciantes del callejón, como a mí, nos pasa que las cosas tardan bastante en llegar a Gran Bretaña, especialmente por los controles aduaneros que pone el Ministerio y el mismo Concilio de Mercaderes británico... Me imagino que trabajar ahí debe tener sus privilegios ¿No es así?- preguntó con un dejo de curiosidad el adolescente, avanzando lentamente a través de la vasta estancia que albergaba decenas de productos de antaño ligados a la mitología helénica más recordada de la historia. -Todo esto es un conjunto de obras de arte, Emmet. Los cuadros, las esculturas de los dioses, las columnas del Panteón... ¡Y mira! ¿Esto es una copia exacta del tridente de Poseidón?- cuestionó asombrado el futuro animago, pasando sus dedos por el metal de cada una de las puntas del arma; llamándole mucho la atención la pulcritud.



-Siempre me ha gustado la Historia de la Magia... es uno de mis conocimientos favoritos ¿Sabes? Y bueno... yo soy propietario de un taller mecánico que está en la arteria principal. Me dedico a trabajar los metales con el propósito de confeccionar nuevas tecnologías mágicas para las motos y autos voladores. También aprovecho de revisar una que otra escoba, pero los motores y los metales son lo mío. De ahí viene mi fascinación por las armas... y este tridente está perfecto para decorar la entrada de mi vulcanización ¿Cuánto vale?- consultó con un brillo singular en su mirada esmeralda, fijándola directamente en las perlas azuladas del Gaunt a la espera del precio de aquel arpón o cetro de tres dientes del dios de los mares hermano de Zeus y Hades.

Editado por Thomas E. Gryffindor
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Con @@Thomas E. Gryffindor en la Segunda Planta

 

Las palabras del empleado ministerial sobre si tenía o no privilegios para que, los productos que adquirí el Haughton, ingresaran más rápido a Inglaterra. Me acerqué hacia donde estaba el tridente del dios de los mares, Poseidón. El gran objeto brillante se alzaba imponente sobre el pedestal en dónde estaba colocado a la vista de cualquiera que ingresara a la segunda planta.

 

- No poseo ningún tipo de privilegios pero no le voy a mentir que el llenado de formularios es mucho más rápido y por eso se agiliza el trámite pero no es nada fuera de la ley o que la quebrantara.

 

Sentenció con tranquilidad mientras sacaba el tridente del pedestal y se lo extendía al Gryffindor para que lo tomara en sus manos.

 

- Es una pieza única, hecha del mejor acero que se podría encontrar en toda Irlanda. Le digo porque mi familia de origen poseen elementos de este material y jamás se han arruinado con ningún tipo de golpe o se han oxidado.

 

Explicó haciendo referencia al material de elaboración del tridente del dios griego. Era tanto su fascinación por la cultura griega que estaba encaminado a hacer todas las armas de los dioses que vivían en el Olimpo: el rayo de Zeus, era su principal objetivo y adquisición más próxima.

 

- Debo decir que que el precio es un poco más alto. Ya verá la calidad del material, las incrustaciones de zafiros en el mango - le mostró esa parte volteando el elemento y dejando a la vista los tres zafiros de color azul brillante que adornaban el mago del tridente de Poseidón. Miró al hombre a sus ojos verdes por un segundo y volvió al tridente para dejárselo en sus manos - Si lo desea con el pedestal para tenerlo en cualquier lugar sin que se caiga, le costará 9000 galeones. Ahora si sólo es el tridente, serán 8000 galeones - soltó sin ningún tipo de miramientos. Sí, el valor era demasiado alto pero no podía cobrar menos de eso ya que los costos de la pieza más los materiales y la mano de obra ascendían mucho más.

 

El Mago oscuro se sintió atraído cuando el Gryffindor comenzó a hablar sobre su gusto por la Historia de la Magia, algo que el Haughton compartía con el pero sólo era de su agradado el estudio de las grandes civilizaciones del mundo y su estudio, tanto muggle como mágico.

 

- Entonces me entenderá porqué el precio de la pieza conociendo, usted, un ramo similar al negocio que posee - contestó.

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Crazy Awards 2018:

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Días antes le había enviado un pergamino con una lechuza a un antiguo compañero de Drumstang, quién había informado a la pequeña Maida que su primo residía en Londres, que estaba dispuesto a ayudarle a instalarse y que se encontrarían en aquel lugar. Sólo había omitido unos cuántos detalles, Maida no tenía idea de la persona que debía buscar una vez llegada al negocio del Callejón Diagon y a estás alturas, ni siquiera conocía si estaba a la hora, muy adelantada o retrasada.

 

Se sentía víctima del oscuro sentido del humor de su compañero y hasta lo podía imaginar riéndose de su situación. Aquello la tenía visiblemente nerviosa y si sus ojos azules hubieran tenido ese poder piromaniaco, este negocio ya hubiera estado reducido a cenizas.

 

Revisó una vez más el pergamino que llevaba doblado en un pequeño bolso de tela escocesa roja y verificó que estaba en el lugar y horas indicadas. No tenía más remedio que continuar el plan original y esperar.

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Habían pasado apenas unos cuantos días desde su regreso, el hechicero aún no podía acostumbrarse a todo de nuevo, pero la ciudad seguía igual... Personas más, personas menos, había pensado que un giro y nuevos aires podrían sentirse bien. Una chica de Durmstrang estaba en la ciudad y, aunque el callejón diagón nunca había sido su favorito, pensó que sería mejor que verse primero en un lugar público.

 

De algún modo, sabía perfectamente con quién debía encontrarse, una pequeña chica de ojos azules que seguramente ya estaría esperándo en el local. El joven iba tarde pero sin prisa, para que no se perdiera la costumbre. Cada paso que daba se sentía diferente, como si ahora pudiera sentir más, más de lo que pasaba a su alrededor, como energía. Llevaba jeans negros con unas botas y una camisa delgada, todo del mismo tono; y en lo que caminaba iba fumando un cigarrillo, preguntándose una y otra vez por qué había escogido aquél lugar, por qué no mejor un bar, pero había sido lo primero que se le había ocurrido.

 

Llegó al local y justo antes de entrar tiró lo que restaba del cigarrillo y pasó su bota por encima, apagándolo en ese instante. Al entrar miró a la chica que estaba ahí con un poco de nerviosismo, supo que era ella. Una sonrisa se dibujó en su rostro, le causaba gracia verla así en ese lugar en específico porque, ¿quién va a una tienda de artículos de casa a esperar a otra persona?

 

— Pensé que tal vez querrías comprar algo para tu casa— comentó desde lo lejos, intentando llamar la atención de Maida, se rió en silencio al momento que hacía un movimiento de negación con la cabeza—. La verdad, pensé que en ésta dirección había un bar.

 

Esperaba que la chica no se lo tomara a mal, si no, debía acostumbrarse a su manera de ser y de molestar a las personas. Quien sabe, tal vez podría llegar a ser diferente con ella. Se acercó más hasta quedar frente a ella y con las manos en la cadera se quedó mirandola, con la misma sonrisa burlona en su rostro, esperando respuesta de la Ivashkov.

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Estaba contando los microbios en la luna de una de las paredes de la pirámide cuando escuchó por fin una frase que parecía especialmente dirigida a ella. Giró sobre sus talones para observar a un mago vestido de muggle con porte bastante decidido y criticando el lugar del encuentro. Ella le sonrió amablemente e ignoró mentalmente su mordaz comentario.

 

- La verdad es que no bebo demasiado -confesó antes de acomodarse una boina de pana roja-, hay cosas más interesantes en la vida con las que marear el cerebro. Un buen filtro de la muerte, por ejemplo.

 

El chico guardaba cierto parecido con su ex compañero de clase, quizá en el sentido del humor, quizá en la forma de sostener sus caderas, logrando lucir bastante masculino. ¿Qué estaría haciendo él en Londres? Ya se lo preguntaría con el paso de los minutos.

 

-No está mal la idea de comprar algo para mí misma, aunque jamás he tenido la necesidad, si deseas, tú puedes hacerme un regalo -bromeó dejando las palabras en el aire unos segundos-, a recibir regalos si estoy acostumbrada.

 

Extendió la mano derecha a hizo una ligera reverencia con la cabeza.

 

- Maida Ivashkov, mucho gusto -saludó por fin y mientras esperaba, agregó-, creo que hay una cafetería en los jardines, por si aún tienes sed.

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Aquella chica que recién conocía le causaba gracia al mago, no sabía por qué, tal vez su forma de ser y esperar que todo se hiciera para ella, acostumbrada tal vez a tener a la gente como ella quisiera, debería irse acostumbrando a lo contrario... No pudo evitar soltar una pequeña risa ante su comentario.

 

— Y yo no acostumbro darlos— contestó fríamente pero con cierto tono de broma—. Además,— añadió mirando algunas de las decoraciones que había a su alrededor— no soy fanático de las cosas griegas... Sus dioses y todo eso— finalizó con un gesto como repulsivo y le sonrió nuevamente a la joven, quizás para ese momento y estaría pensando que el mago estaba loco—.

 

Al ver su mano extendida decidió tomar un paso hacia adelante, dejando a Maida atrás.

 

— Si, solo dime Aziid— le contestó al acercarse a una pequeña mesa tallada con bastante detalle, la observó de cerca y pasó un dedo por la madera, vio que tenía un poco de polvo y giró sobre sus talones para quedar nuevamente viendo a la chica—. ¿Sed? No— rió—. ¿Entonces no comprarás nada?

 

— Y, ¿qué te trae por aquí?— agregó por pura curiosidad.

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Los ojos de la bruja se movían cautelosos buscando aquella cafetería que estaba segura se encontraba dentro de aquella tienda y claro, luego de unos segundos notó que su mano se había quedado en el aire, justo como las palabras del mago que, ahora sabía, se llamaba Aziid. Se quedó pensando un poco en sus palabras, no entendía quién podía estar en contra del manifiesto religioso que significaban los dioses en alguna cultura, es decir, no es que ella hubiera escogido ser una virgen de Apolo de haber vivido en la antigua Grecia, pero todos necesitaban algo en que creer. O bueno, era una convención universal en la que poco o nada podíamos hacer. De todas formas no dejó ver su enojo por el desplante de la mano y simplemente resopló muy quedamente.

 

- No fue idea mía venir aquí, creo que conociendo tus gustos y disgustos —explicó llevando sus manos a sus cabellos por unos segundos—, ha sido tu primo el que ha querido jugarte una ligera broma. No lo culpo, pareces el blanco perfecto para bromas de este tipo —lo estudió un poco de pies a cabeza—. además, tú encajarías perfectamente como un dios griego de los páramos, guapo, atlético, de buen porte, seguramente las historias te pintarían rodeado de muchas ninfas del bosque.

 

Le sonrió,

 

- Y no conozco ningún hombre que deteste la idea de verse rodeado de niñitas tontas bailándoles alrededor.

 

Caminó unos pasos hacia uno de los ventanales de la pirámide, disfrutando de la vista que Aziid tanto parecía detestar y sopesó su pregunta. Como siempre, estaba la alternativa de ser directa y contestar lo que ella creía era la cuestión indicada, o estaba la opción más entretenida, aunque más cliché de jugar su mismo juego y hacerse la interesante. Entretanto lo consideraba abiertamente, se dedicó unos segundos a quitarse el abrigo, no estaba haciendo tanto frío como había pensado al inicio del día.

 

- Si te refieres a qué hago aquí en el Atelier, ya que dije que fue idea de tu primo, y si te refieres a qué hago aquí en Londres, pues su´pongo que tentar a la suerte, intentar perderme entre tanta bruja y así, mil cosas indefinidas realmente —informó decantándose por no verse tan pagada de sí misma—, vamos a otro lado si así lo prefieres, no tengo inconveniente, pero si no te importa, quedémonos aquí y echemos un vistazo a los jardines, puede que a ti no te interese complacerme pero en mi caso particular, no sabría como hacerlo, apenas te conozco.

 

Colocó su saco en uno de los percheros cerca de la puerta dándole poco menos de dos minutos para tener alguna respuesta y se posicionó frente a él, intentando con el mayor de sus esfuerzos posibles, comenzar de cero, sin que ambos terminaran cayéndose mal. Aunque hizo una nota mental para enviarle un vociferador a su ex compñaero de Drumstang.

 

- ¿Y entonces? ¿Te vas, te quedas, nos quedamos o nos vamos?

 

 

 

 

@Röv

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-Aziid Targaryen

 

La situación le resultaba bastante extraña a Targaryen, no comprendía bien de lo que hablaba aquélla chica y en su mirada se podía notar lo desconcertado que se encontraba. Nunca había sido conocido por tener una gran paciencia, ni en su anterior vida, y no creía que eso fuera a cambiar ahora. Miró detenidamente a la chica mientras hablaba y cada vez se preguntaba más qué le ocurría.

 

— Mira, no...— intentó interrumpir, pero Maida seguía hablando. Se quedó con la mirada hacia abajo y suspiró, estaba a punto de darse por vencido— No sé de qué hablas, no quiero niñitas tontas bailandome al rededor y no creo que seas un espejo para decirme cómo soy— rió sarcásticamente, si tan solo la chica supiera por lo que había pasado, que en vez de esas niñitas tontas a su alrededor habían sido decenas, tal vez centenas de demonios que debía controlar siendo prisionero—. Pero me agradas...

 

Era demasiado para él, no estaría en aquélla tienda un minuto más, aparte de que al parecer no había ningún encargado. Miró hacia todos lados y una sonrisa de lado se dibujó en su rostro al imaginarse las posibilidades de lo que podría hacer en una tienda sin seguridad, negó con la cabeza levemente y se dio media vuelta, para dirigirse a la salida.

 

— Tal vez,— agregó, volteando solamente su torso y cabeza hacia Maida— no tengas que preocuparte por no estar acostumbrada a comprar— bromeó y miró nuevamente hacia los lados, indicándole a la chica que no había nadie, al parecer—. Por mi parte es todo, no estoy para fingir disfrutar este tipo de cosas— le guiñó el ojo y sacó de su bolsillo una especie de carta mágica en la que de pronto comenzaron a aparecer unas letras, la dirección de su castillo, para ser específicos—. Aunque podrías pasarte tal vez algún día a visitarme y hablar en un lugar... Mejor.

 

Lanzó la tarjeta velozmente, pero ésta iría disminuyendo su velocidad hasta quedar flotando frente a la chica. Se volvió hacia la puerta y se dirigió al exterior del local, sin siquiera tomarse la molestia de esperar respuesta de la joven.

 

— Por cierto, no tengo idea de qué "primo" hablas. Tal vez la broma fue para otra.

 

Sacó un nuevo cigarrillo y puso pie fuera de la tienda, miró hacia ambos lados y al instante siguiente se esfumó del lugar, dejando solamente una especie de ruptura entre las ondas de luz, como una especie de difuminación oscura que desaparecería en segundos. Le esperaban aún muchas más cosas que hacer y lugares por visitar aquél día.

 

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Rol Ministerial

Control de Comercio Universal


-Entiendo a la perfección, Emmet. A veces el rellenado de papeles es tedioso cuando hay que firmar demasiados documentos para una simple transacción. El Concilio pone reglas, también el Ministerio... súmele a eso, todo el trabajo de Gringotts y del Control de Comercio Universal para visar y legalizar el trámite- comentó el mago de cabellos rojizos, justo cuando el vampiro le extendió el mítico tridente del Señor de los Mares. -Y vaya que se nota, señor Haughton. Es bastante pesado, que digamos. No cualquiera podría tomarlo con sus manos; en especial niños y gente de la tercera edad. Me alegra saber que el acero de Irlanda sea tan buen material para objetos así... Lo tendré en consideración si deseo forjar alguna pieza para los pedidos que tengo a diario en mi vulcanización. Cuando gustes puedes pasar por allí, eh- agregó sonriendo el fenixiano, percibiendo el grado de fascinación que el propietario del Atelier tenía por la cultura griega en sí. -Que sean los 9000 galeones. Prefiero llevarme también el pedestal. Uno nunca sabe las complicaciones que pueden aflorar de la nada, así que hay que ser precavidos... eso es lo que mis padres me inculcaron desde pequeño- platicó, no dejando de apreciar los tres zafiros brillantes que adornaban el mango del arpón del hijo de Cronos y Rea. -Claro que entiendo, joven Gaunt... Y créame que estoy muy satisfecho con mi visita a su negocio. Le pediré, por favor, que envíe el cetro junto al dragón a mi taller mecánico... Si no estoy yo, mi secretaria... Misty Day le hará el favor de recibir las piezas ¿Vale? No me las llevo yo, porque debo fiscalizar otras tiendas- explicó el extrovertido adolescente, sacando la cuenta mental de 14000 galeones por los dos preciados bienes adquiridos sin querer queriendo. <<Comprador compulsivo>> reflexionó.



-Entonces, Sr. Haughton... Le hago entrega del certificado que acredita, por un año, que su local está bajo el amparo de la ley mágica y del Control de Comercio Universal. También le dejo el vale vista por los 14000 G del total de mis compras. Usted podrá hacerlo efectivo en la ventanilla de atención al cliente del banco. Bueno, con esos dos papeles... creo que estoy listo para marcharme a mi siguiente destino. Si gusta, me puede dejar en la salida, por favor- indicó el patriarca de los Granger, segundos antes de dar la media vuelta y empezar a descender por las escaleras rumbo al primer piso de la estancia de decoraciones. -Muchas gracias por la ayuda y la colaboración, Emmet. Espero recibir noticias pronto sobre mis objetos... Que tenga un buen día- dijo el fiscal mercantil con amabilidad; cruzando el umbral con tal de orientar sus pasos hacia su nueva aventura en las tierras londinenses.

Editado por Thomas E. Gryffindor
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  • 3 semanas más tarde...

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Anuciando Campaña


Caminaba por las calles del Callejon Diagon con los brazos llenos de carteles por la campaña de registro de criaturas y no parábamos un día , este mes hemos estado mas afuera anunciando la campaña que en las oficinas del departamento.


Me había pedido un compañero que fuera a conocer su conocer su negocio y como sabia que aun no había ido a visitar el local para entregar este carteles , me pasaría y de paso conocería el negocio.


Al llegar al lugar reviso bien que sea el nombre del negocio que me mencionaron y puedo ver que tenia nombre de una diosa griega , la diosa del hogar , como me gustaba todo lo que tuviera que ver con la mitología griega y al entrar al local puedo ver que vendía artículos para el hogar que podrá comprar tal vez algo para mi negocio y que también vendía artículos de decoración griega.


- Hola Emmet aquí lo prometido vine a conocer tu negocio y de paso te informo sobre una campaña que estamos llevando a cabo en el departamento de criaturas para el registro de criaturas y prevención de plagas , el registro de criaturas se hace en la ventanilla y luego le entrego el cartel con toda la información sobre la campaña





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Animarium-hotel para mascotas

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