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Aritmancia


Aldaron Passim
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Aldaron miró al cielo. Los chicos estaban demasiado entusiasmados con la clase y eso le agradaba. Pero lo que no se hubiera esperado, es que quisieran enfocarse en la parte que él había omitido, justamente para que no se volviera aburrida. Las preguntas iban y venían de un lado hacia el otro, menos para Mery que parecía saber demasiado. Aldaron se tomó todo el tiempo del mundo para contestar, incluso se tomó el atrevimiento de hablarle a Anne.

 

Mire nada más, jovencilla. Y ustedes que necesitaban un profesor de Aritmancia. ¿Por qué no recurrieron a ella?

 

Su voz fue pausada y grave. Cada vez que hablaba, las piedras que Aldaron tenía alrededor de su cabello brillaban como asintiendo sus palabras. El centauro golpeó una o dos veces con sus cascos y el suelo tembló. Las chicas no solo habían logrado llegar a un futuro. Un sitio que no sabían realmente donde estaban, pero tanto Taurogirl como Sagitas, intentaban enfocarse en los números.

 

Yo creo que lo esencial para la Aritmancia, es que despejen sus mentes, señorita Crouch. Las estrellas no se comunican con las personas que tienen sus pensamientos nublados —habló el Passim, mientras miraba el horizonte. La brisa le hablaba. Las hojas que se caían de aquellos árboles también. Esperó a que Mery terminara con su leve explicación y le dirigió una sonrisa—. Como bien explicó su compañera, hay un sistema. Pero déjenme advertirles que no todo es estructurado. Los números son la guía que utilizamos para ver el futuro, para saber qué decisión tomar o qué camino recorrer.

 

Aldaron volvió a sacudir su mano y reapareció su enorme cayado. Empezó a dibujar algunas letras y números que le faltaban a Mery, completando las sospechas que ésta había tenido, ya que eran correctas. ¿Dónde estábamos? Al parecer no importaba, las alumnas preferían primero conocer la teoría, asi que tendríamos que dedicarle algunos segundos de más. Incluso tenía respuestas que regalar. Cuando terminó, enseñó aquellos trazos.

 

 

1 · 2 · 3 · 4 · 5 · 6 · 7 · 8 · 9
A · B · C · D · E · F · G · H · I
J · K · L · M · N · O · P · Q · R
S · T · U · V · W · X · Y · Z

 

Nos detendremos a hablar de éstas letras con sus números correspondientes, mientras averiguamos dónde estamos. ¿Les parece? Veamos. Para darles un ejemplo de cómo funciona, les explico que la Aritmancia no sólo es para ver el futuro, sino para determinar cómo va a ser una persona. O cómo va a ser su personalidad o cómo se va a comportar. Por ejemplo, Sagitas, si utilizamos tu nombre completo, el resultado de la suma de todos los dígitos nos da de 3. Según tu análisis eras alguien inestable y desequilibrado, por la cantidad de energía que posee, pero si aplicamos bien la Aritmancia y nos dejamos llevar por el 3 que nos dió como resultado, podemos ver que representás a la totalidad. Significa alguien con talento, con energía y con humor. Son personas sociales, con buen humor y mucha suerte, aunque su lado opuesto indica que pueden ser dispersos y que se ofenden con facilidad.

 

Comentó Aldaron, despues de tomar una gran bocanada de aire y de mirar a las chicas. Esperaba que de ésa manera entendieran cómo eran los números, aunque eso no dependía totalmente de la clase.

 

— Como habrán visto, gracias a la lectura de números pudimos viajar al futuro. ¿Pero tiene idea cómo lo logramos? ¿Saben en qué nos podemos guiar para saber cual fue nuestro destino? ¿y cómo se relaciona con las personas? Vamos, no sean tímidos...

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Antes de que nadie tomase la palabra nuevamente, alguien más llegó a la clase por el mismo medio que los demás. Se presentó como Romina Targaryen, apellido que la Gaunt había escuchado en más ocasiones. Además, hacía tiempo había tenido ciertos lazos con los patriarcas de la misma, aunque todo aquello había quedado atrás. Mery y Sagitas hablaban entre ellas con aquella emoción que todavía parecía desbordarlas, mientras que Aldaron parecía estar observándolas y Tauro, de igual forma, parecía bastante excéptica con todo aquel tema de la aritmancia. Anne se rascó la frente, bastante perdida en el tema de los núeros de la pizarra y en la materia, en general.

 

Con que el abuelo te lo dijo... tu abuelo y yo tendremos unas palabras cuando regresemos a casa —murmuró, molesta. Aun así, se alegraba al ver que Mery prestaba algo de atención al menos a uno de sus mayores—. Y dejaré de regañarte cuando te comportes como un ser humano normal.

 

Sin embargo, aquella conversación quedó a un lado en la mente de la licántropa cuando el centauro tomó la palabra y comenzó a resolver las primeras dudas, provenientes de las letras y números de la pizarra. Escuchó atentamente, y siguió sorprendiéndose ante el hecho de que su hija comprendiera todo el tema, a sabiendas de lo despistada que solía ser. Las luces se apagaron y Aldaron dio las siguientes instrucciones, habló sobre salir del aula y analizar el futuro mientras una extraña simbología había aparecido allá donde él se había dirigido, ahora con un cayado en la mano. Cada vez lamentaba más haberle preguntado sobre aquella materia a su padre antes de salir...

 

Mery tomó la iniciativa. Se dirigió hacia el lugar donde estaban los símbolos, allá donde el centauro les había dicho que podrían adivinar el futuro y salir al exterior. Anne enarcó una ceja, ¿su hija conseguiría ver algo? Y luego estaba lo que había dicho el docente, de que podrían saber cómo era alguien con aquella ciencia. Estaba cada vez más contenta con su elección de cursar el conocimiento de aritmancia, aunque seguía un poco reticente a creer todo lo que les explicaba el experto. Y parecía que Tauro se encontraba en su misma situación. Mery dijo algo de unos árboles. Entonces la voz de la Potter Blue la alertó al dirigirse a ella, pero luego al escucharla hizo un gesto de la mano restándole importancia.

 

Mientras no le pase nada al enanito, ella puede hacer lo que quiera. Ya es mayorcita, querida. Y no soy adivina, por cierto —comentó, sabiendo que Mery no sería capaz de hacerse daño a sí misma bajo ningún concepto. Era demasiado presumida y engreída como para hacerlo. Miró a Sagitas con una sonrisa y se encogió de hombros—. Pero me hace sentir ligeramente orgullosa el saber que la consideras una buena trabajadora.

 

Aldaron la sorprendió entonces con sus palabras. Titubeó a la hora de responder.

 

Yo... um.. bueno, la verdad es que no sabía que mi hija poseía estos conocimientos sobre Aritmancia. Hasta donde sé, no tiene ningún estudio al respecto, solo lo que ella haya leído por su cuenta...

 

Sin embargo, guardó silencio cuando Mery traspasó aquel lugar y desapareció. ¿Adónde había ido? Miró intranquila a Aldaron, que no parecía encontrarse a disgusto con la situación. Tauro la siguió, y también lo hizo Sagitas. Anne tragó saliva, y luego avanzó un paso. Pero una nueva presencia la interrumpió. Al mirarla, vio que se trataba de su hermana Juv.

 

¡Juv! Olvidé que tú también cursarías Aritmancia. Ven conmigo... ¡oye, préstame atención! —dijo, tironeándole del brazo. Al final, la soltó y decidió avanzar por aquellos símbolos ella sola para reunirse con Sagitas, Tauro y Mery. Estaba segura de que Juv la seguiría.

 

Apareció en una especie de bosque, aunque no estaba segura de si lo era como tal, en el que Mery seguía entusiasmada explicando cosas que solo ella parecía entender. Y el profesor Passim, sin duda alguna. Se acercó hasta donde estaban y entornó los ojos, intentando entender lo que decía la pelirrosa. Pero Aldaron tomó la palabra y despejó las dudas al respecto. Escuchó el análisis que había sobre Sagitas, y luego esperó para ver cómo reaccionaba ella con algunas de las cosas que había dicho. Finalmente, habló.

 

Yo... no es cuestión de timidez, pero creo que no puedo responder ninguna de sus preguntas, profesor, porque no tengo las respuestas —declaró, a media voz. Tenía la vista clavada en el lugar donde Mery había garabateado números y letras en el suelo, ahora pisoteadas por su exceso de entusiasmo. Luego miró a sus compañeras, para ver si ellas tenían una idea más aproximada del tema.

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Más gente llegaba a la zona. Sonreí porque yo me veía libre de hacer los deberes, siempre que el Centauro no hubiera escuchado mi petición-abuso a la jefa de mi departamento.

 

-- ¿Despejar la mente? -- pregunté, aunque Aldaron Passim se había dirigido a Tauro. -- Eso me suena a Oclumancia -- No era una protesta sino una queja débil por lo que había sufrido en aquellas pruebas para conseguir la Habilidad. Despejar la mente era lo más difícil del mundo.

 

Escuché con atención, puesto que me había mencionado. ¿Tres? ¿Mi número era el Tres? Sonreí, contenta por lo que parecía significar ese número. Claro que tenía talento, energía, con humor, sociable y sí, yo misma pensaba que más de una vez me había perseguido la suerte. Pero eso de que me enfadaba con facilidad...

 

-- ¿Cómo que me enfado con facilidad? -- protesté en voz alta, poniendo los brazos en jarras sobre mis caderas y dando una patada en el suelo. -- Yo no me enfado con facilidad... Eso está equivocado.

 

Me crucé de brazos y fruncí los morros hasta que quedaron cerrados en una mueca de ofendida. Pero no me dio tiempo de seguir mostrando mi enfado porque acababa de decir algo que me sorprendió, así que olvidé la mueca, descrucé los brazos y miré alrededor.

 

-- ¿Futuro? ¿Estamos en el Futuro? ¡¡Demonios desdentados!! ¿Cómo que estamos en el Futuro? ¿Pero dónde narices nos han metido, Mery? A ver si al final va a ser cierta mi Visión de que vas a dar a luz en la clase... ¿Cuánto nos has llevado al futuro? ¿Al día de tu parto?

 

Sí, lo sé, en mi país me llaman "doña erre-que-erre" por lo tozuda y cabezona que soy cuando se me mete una idea en la cabeza.

 

-- Yo no pienso ser tu parturienta. Y ni idea de cómo has usado la magia de los números para trasladarnos al futuro. Ahora creo que es mucho más serio esto de la Aritmancia de lo que me parecía...

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No podía estar más de acuerdo con el comentario de Sagitas, eso de despejar la mente le sonaba a un truco de la Oclumancia. Se quedó callada, meditando acerca de lo que había dicho el Centauro; seguía sin estar de acuerdo con que un par de números, aunque pudiera descifrar parte de tu personalidad (lo cual no era una gran proeza), también definieran el futuro. ¿Entonces todos ellos eran simples marionetas manejadas por eso que llamaban «destino»? El Centauro podía saber mucho sobre su materia, pero no la iba a convencer.

Mientras ellos trataban de averiguar donde se encontraban, Tauro se puso a experimentar con su nombre, estaba intrigada por el resultado que arrojaría.

T A U R O G I R L
2 1 3 9 6 7 9 9 3


Más que para la clase, Tauro empezó a sacar cuentas entre susurros:

— Entonces la suma me da 49, luego si sumo el 9 más el 4 me da 13 y finalmente un 4. Según el significado de todo esto, el número 4 indica firmeza y estabilidad; prácticos, fiables, con los pies en la tierra, lógicos y preferimos el trabajo duro —siguió recitando — Son buenos organizadores y consiguen que las cosas se hagan. Como el ciclo de las estaciones, también resultan predecibles, pueden ser tozudos, recelosos, excesivamente prácticos y con tendencia a tener arrebatos de mal genio —sonrió recordando a su esposa, pensando que ella estaría de acuerdo, sobre todo con la última parte. Al fin y al cabo el libro había resultado de utilidad.

 

En realidad encontraba interesante el significado de los números, pero no podía imaginar a alguien que viviera a base de ellos y tomara sus decisiones dependiendo de lo que estos le dijeran. Quizás la única persona que conocería así sería el ser que tenía enfrente.

 

— Gracias Mery, creo que ya lo sé manejar.

 

— ¿Uhm? —había estado distraída sacando cuentas de aquí para allá y no se percató de que el profesor les estaba haciendo una pregunta y sólo Sagitas pudo despejar la duda que tenía pintada en el rostro.

 

— ¿Al futuro has dicho? —cuestionó alarmada a la bruja como si todo esto hubiese sido culpa de ella —¡¿Qué tan en el futuro estamos?! No, no, no, no, tenía muchas cosas que hacer antes —explicó preocupada — ¿Podremos volver, cierto? —pero el tema de que Mery podía dar a luz allí la preocupó aun más —¡Juve sabe! Ella tiene experiencia en traer a bebés a la vida.

 

— Sinceramente profesor, no tengo ni la más mínima idea de lo que está hablando.

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Asentí a la afirmación de Tauro. Yo tampoco tenía la menor idea de cómo usando los números se podrían abrir puertas al futuro. Era un hecho que yo, los números, sólo los hacía servir para las sumas y siempre se me olvidaba llevarme y me daban error, así que para mí era increíble que poner los números de una manera que te hicieran llegar al futuro. Fruncí el ceño levemente y después me atreví a comentar...

 

-- Sé que los egipcios usaban la numerología para proteger sus tumbas. Dejaban trampas para proteger el tesoro que guardaban en ellas para evitar que los ladrones accedieran a él, puesto que lo necesitaban para su vida en el Más Allá. Pero siempre pensé que era más algo de leyenda que de verdad. También sé que en el siglo XVII en adelante, se acostumbraba a esconder códices secretos e importantes entre gente poderosa dentro de carcasas de madera que se abrían también con numerología. Creo que encriptaban una palabra que sólo el que mandaba y el que recibía conocían y la trasladaban a números, de manera que sólo ellos dos pudieran abrir el recipiente. Si alguien fallaba, había un dispositivo que destruía el mensaje para que nadie lo conociera. Pero... El futuro... El llegar a otro espacio temporal... se me escapa... En fin... Yo espero que usted nos enseñe muchas cosas de Aritmancia. Ahora mismo estoy muy sorprendida por todo lo que implica. Yo pensaba que era algo más sencillo y sólo para duendes, para Gringotts y poco más. Veo que es una asignatura mucho más intensa de lo que me esperaba.

 

Miré alrededor, intentando cruzar mi mirada con la de Mery o la de Anne.

 

-- ¿Qué tenemos que hacer en este Bosque? ¿Le sucede algo y tenemos que intentar averiguar qué es o hemos llegado de forma arbitraria aquí? -- miré de soslayo la barrigota de mi compañera de departamento. Si en verdad daba a luz allá en medio, que fuera Juve quien le ayudara. Yo soy de las que me desmayo con un poquito de sangre.

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La tabla que debido a los santos de entusiasmo de Mery se había emborronado había sido totalmente completada por el profesor, Aldaron, quien parecía tan relajado y con tanta paz interior que la pelirosa había comenzado a envidiarlo. Aunque también podía ser envidia del puesto aquel. Ella amaba a los animales, incluso a algunas personas, pero no soportaba que medio animal medio humano supiera más que ella en algo, y eso que tenía presente la sabiduría que los centauros tenían.

 

- Mi número es el 5 -dijo después de unos minutos sumando los números con los dedos. A lo mejor la Aritmancia se le daba bien, pero las cuentas estaba más que claro que no eran lo suyo-. ¿Qué significa el número cinco? -comenzó a formar el nombre de su hijo, Eduard Thomas Gaunt. El número era el 3, y coincidía con el de Sagitas. Todo el bello de su cuerpo se erizó y sintió un leve mareo. Ojalá y su pequeño no saliera parecido en carácter a su jefa, o seguramente lo mataría.

 

Anne llegó con cara de no entender absolutamente nada, pero sin duda el profesor las había hecho desaparecer. Era muy bueno explicando aquellas cosas, ojalá y algún día pudiera enseñarle a su hijo todo lo que estaba aprendiendo allí ya que era algo muy interesante, tanto que los ojos de la mortífaga iban a salirse de sus órbitas mirando al centauro con concentración.

 

Por una vez en todo el día había algo que no entendía de la clase, y eso solo conseguía que la chica se mosqueara más de lo que ya solía estar. Se rascaba el cuero cabelludo hasta hacerse algunas heridas y aun así no sabía contestar a la pregunta que el profesor había realizado, pero al parecer no era la única, aunque no era ninguna sorpresa.

 

- ¡Ven! -gritó dirigiéndose a Sagitas y Tauro-. No soy tan buena en esto... Ya no se responder a lo que el centauro preguntó -las miraba casi con alegría por decir aquello, había llegado un momento en que creía que no aprendería nada en la clase, pero gracias al señor tenebroso que Aldaron hizo aquella pregunta-. Esto... Profesor, creo que se dio cuenta hace mucho rato que no tengo nada de timidez... Pero ese no es el caso, no se responder a sus preguntas... Así que podría explicarlo -se encogió de hombros.

 

Sagitas parecía haberse vuelto totalmente loca hablando ahora sobre el parto de la pelirosa. ¿Tantas ganas tenía Sagitas de aquello? Vamos, seguramente habría mucha sangre, y el dolor que debería sentir Mery mientras su hijo salí de un hueco ta pequeño sería inhumano. Al pensar todo aquello se puso blanca y apretó su barriga.

 

- ¿Visión?, ¿qué visión Sagitas? -preguntó con el entrecejo fruncido. Después miró a Aldaron-. Ya que usted sabe usar tan bien los números y debe explicarnos como ver el futuro con ellos, ¿por qué no me dice si voy a ponerme a parir aquí, en medio de un bosque desconocido lleno de insectos y dios sabe qué más? -dijo con desesperación. Había comenzado a respirar tan profundo y rápido que su pecho subía y bajaba demasiado, haciendo que su espalda le doliese.

 

Se sentó en el suelo como un indio y se cruzó de brazos encima del pecho. No quería tener a su hijo allí, no podía tenerlo allí. No había médicos, ni nadie que supiera de cómo dar a luz a una criatura, y aunque estuvieran diciendo que Juv sabía de aquello, ¿dónde estaba ésta? No la había visto en ningún momento.

 

- Ojalá y estés equivocada Sagitas, porque me niego a traer a mi hijo al mundo en un lugar así -su voz era firme y seria, tenía claro aquello, pero, si estaban en el futuro había posibilidades de que así fuera, y no podría parar aquello. Agachó la cabeza y lanzó un puchero, odiaba no poder manejar aquella situación. Cuando la alzó sus ojos estaban un poco cristalizados, quizás y estaba dramatizando un poco, pero le daba igual, se sentía demasiado mal-. Profesor Aldaron, ¿qué estamos haciendo en éste bosque? -hizo aquella pregunta como si fuera un ruego, algo que necesitara saber con toda su fuerza. Se quedó allí, tirada en el suelo y abrazada a sí misma.

 

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Aldaron no lo demostró en su cara. Era totalmente como si hubiera sido forjada de piedra, pero se enfadó porque sus alumnos no estaban teniendo incentivo propio. Levantó su bastón unos centímetros y le dio un golpe en seco al suelo, produciendo que sobre el impacto saltaran algunas chispas doradas y temblara el suelo.

¿Por qué los humanos buscaban tantas respuestas? ¿Por qué siempre estaban esperando a las explicaciones y teorias absurdas? Aldaron negó con la cabeza cuando Mery le preguntó sobre su hijo. Todo aritmántico sabía muy bien que las demás personas no podían saber el futuro. Los humanos solían obsesionarse tanto con eso que hasta habían causado desastres por intentar que eso no sucediera. Sagitas y Tau aprovecharon a explicar el significado de sus nombres, como si el Centauro no lo supiera.

Asi que intentó enfocarse en la pregunta de Anne, aquella bruja que habia cruzado el portal con Juve. Aunque todas habían sido incapaces de responder a la pregunta del profesor. El centauro miró unos segundos al cielo despejado. ¿De verdad no conocían aquellos poderes Uzza? Aldaron había robado un poder y nadie lo sabia. Pero todos en la Universidad estaban hablando sobre las clases con aquellos extranjeros y de los geniales que eran los poderes. Los portales servían para eso, para trasladarse.

No no no no, no entienden nada. No estamos aquí para ver el futuro o para intentar solucionar un problema. Estamos aquí porque necesitábamos alejarnos de la actualidad para que pudieran despejar su mente y aprender éste arte —comentó Passim mientras se volvía a apoyar sobre su largo cayado, que al pararlo sobre el suelo llegaba justo a la altura de su axila—. Claro que eso no significa que no pueden saber cosas. La aritmancia solo los va a ayudar en ésas respuestas que necesitan saber de inmediato.

No pensaba hacer aquello tan pronto. De hecho suponía que iba a hacerlo más tarde, pero ya que parecían haberse quedado petrificadas en el medio del bosque, Aldaron lo creía necesario. Murmuró algunas palabras extrañas. Movió las manos en dirección a los árboles y éstos parecía que le contestaban. La tierra tembló de nuevo, mientras el césped se alteraba un poco, permitiendo ver seis caminos, uno para cada una. Solo se separarían un poco pero se encontrarían al cabo de unos segundos.

¿Qué camino debo tomar? ¿Hay algún peligro en él? ¿Que tipo de personalidad me sirve para para lograr atravesarlo? —preguntó Aldaron pero al aire, eran preguntas que no estaba dirigiendo a nadie, sino más bien, empezando la explicación que le estaban pidiendo. Ahora si las miró a las jóvenes, esperando que las que tenían que hacer algo al respecto eran ellas—. ¿Entienden a lo que voy? Deben usar la aritmancia para solucionar esas preguntas que pueden surgir ante un problema. Fijarse en la cantidad de estrellas de una constelación, en las flores que crecen en un arbusto o en los bigotes o plumas de los animales. El nombre de las cosas, nos ayuda a responder las cuestiones.

Explicó Aldaron Passim, recuperando la compostura que había perdido. No les dijo a los chicos pero darles más teoría no iba a servirles de nada. Necesitaban practicar, recorrer, mirar, escuchar. De esa manera se daarían cuenta de las cosas.

De hecho, esperaba que alguna empezara, si se encontraban algo al final del camino, ya eso iba a hacer cuestión de ellas.

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Me sentí un poco avergonzada por atemorizar así a una pobre chica embarazada. Quise decirle que no me hiciera caso, que ella me conocía, que yo era muy charlatana pero que no confiara en mis palabras. Al fin y al cabo, acababa de sacarme el "carnet" de Vidente, supongo que podía decir que todavía era una novata en las interpretaciones de las Visiones.

 

Intenté calmarla pero era peor que yo cuando se embala. Levanté las dos manos para tranquilizarla. La entendía perfectamente, tener un hijo allá, en medio del bosque y entre insectos...

 

-- No, mujer, ya verás como no es para tanto... ¿Sientes contracciones?

 

Hale, yo haciendo más grave lo que pasaba. Menos mal que el Centauro puso orden en la clase y nos dio, por fin, la finalidad de aquel viajecito al bosque.

 

-- ¡Ohhh! -- exclamé, algo defraudada, ya que no era una aventura. Sólo era una forma de aligerar nuestra mente. Me di un bofetón en el antebrazo. -- Pues con estos mosquitos pululando a nuestro alrededor, poco voy a poder aligerar mi mente -- me quejé.

 

Para colmo, el terreno tembló, ¡dos veces!

 

-- ¡Terremotooooo! -- grité, tirándome al suelo y cubriéndome la cabeza con las manos. A pesar de mis locuras, es lo que más tengo que cuidar, porque en ella guardo muchas historias y recuerdos que no se deben perder nunca. -- ¡Cuidado todas!

 

Me sentí un poco ridícula al ver que sólo había sido magia del Centauro, como cuando había golpeado el bastón en el suelo. En aquel momento me di cuenta que las criaturas tienen prohibido hacer magia. Pero los Centauros eran nominadas criaturas, y no seres, por propia decisión, así que tal vez esto no contara...

 

-- ¿Qué demonios...? -- no seguí la clase porque, de repente, entendí lo que quería. Sonreí. No entendía bien lo que pretendía encontrar al final del camino, pero ya que mi número era el tres... -- Yo tomo el tercer camino, algo me dice que me dará suerte.

 

No creía en la suerte, pero tampoco en la Aritmancia hasta hace unos minutos así que... ¿Qué más daba si escogía ese camino sólo porque era el número de mi nombre. Oré brevemente a mis dioses y caminé con paso decidido hacia aquel sendero. Me adentré en el bosque y, sin darme cuenta, ya no sentía la voz de mis compañeras. Sólo el trino de ciertos pájaros. Sonreí porque, de repente, me di cuenta que acababa de ver un nido con tres pájaros recién salidos de huevos y a una pájara (madre, quiero decir) que cantaba tres veces antes de proseguir alimentando a sus polluelos.

 

Tal vez el tres era realmente mi número de la suerte... Si es eso lo que me indicaba el tres que se repetía de forma continuada durante el trayecto...

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Mery estaba al borde del ataque de nervios. No sentía nada, era más que obvio, pero Sagitas no ayudaba lo más mínimo para relajarla. Inspiraba y espiraba fuertemente aún abrazada a su misma y sentada en el suelo. Hasta ella se había dado cuenta de que estaba exagerando bastante, así que simplemente relajó todos los músculos y cerró sus ojos para que la brisa la calmara del todo.

 

- Sagitas -nombró a la bruja con tal paciencia y tranquilidad que hasta ella misma se había quedado alucinando-. no estás siendo de ayuda, así que te pediría que no dijeras nada más del embarazo -la miró fijamente y le regaló una sonrisa de agradecimiento, al menos lo había intentado.

 

El centauro habló y la mortífaga lo observó atentamente, escuchando sus palabras. Si de verdad la intención de ir al bosque era despejar las mentes, ella no lo había conseguido ya que ahora se encontraba con miles de problemas bailando en su cabeza. Se mordió el labio y no reaccionó cuando el suelo tembló, se había dado cuenta que esto era por el golpe del bastón del centauro, pero, su jefa no se había percatado de ello y se lanzó al suelo cubriéndose la cabeza. La miró y aguantó la risa de la forma más decente posible. ¿Cómo una directora de departamento podía ser así?

 

- En verdad mi jefa me da vergüenza... -admitió la pelirrosa con un suspiro. Hacía tiempo, cuando Mery estaba atendiendo a un inmigrante y observando el registro, la mismísima Sagitas comenzó a despedirse a voces en el departamento. Algún día regañaría esa actitud y conseguiría un despido inmediato.

 

Si desde que el centauro había comenzado a hablar Mery había entendido poco, aquella vez había entendido menos, absolutamente nada. Por el contrario, la pelivioleta sí que parecía haber entendido que quería decir Aldaron con aquellas preguntas y aquellos caminos. Frunció el ceño y se mordió de nuevo el labio inferior intentando entenderlo todo.

 

- Yo iré por el quinto... -dijo cuando de repente todo le cuadró. Sonrió levemente y se levantó del suelo con dificultad, la barriga era un impedimento demasiado enorme-. y eso que no me gusta ése número -y se caminó decidido hacía aquel lugar.

 

No había dado más de diez pasos en aquel camino cuando encontró un pequeño charco de sangre. Sus pupilas se dilataron al instante, y sus colmillos crecieron de manera notable. Aquel instinto de sangre era superior a sus fuerzas y sin darse cuenta estaba mojando su dedo en el charco. No reconoció que podía ser la sangre, pero se adentraba entre los árboles y sin pensarlo dos veces lo siguió.

 

- Maldición -gruñó cuando perdió aquel rastro. Se había perdido en aquel lugar, y ella creía que había avanzado muy poco. Miró los árboles que tenía a su alrededor, pero no reconoció por donde había venido-. soy una inútil -se dijo a sí misma, enfadada-. es separarme del grupo y perderme, no aprobaré este conocimiento ni de chiripa -suspiró y miró a las estrellas.

 

Si había entendido bien, quizás y ellas, junto con los números, la ayudaran a salir de aquel aprieto en el que se había metido sola.

 

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Con lo que había dicho sobre el futuro, pareció cundir el pánico entre sus compañeras. Anne escuchó lo que decía cada una, e incluso sintió ganas de reír en algunos momentos. ¿Cómo podían ser Sagitas y Mery tan nerviosas? Por su parte, ni se había parado a pensar en lo que podría significar lo que había dicho el centauro, simplemente quería aprender más y le daba igual estar en el pasado, presente o futuro. Sin embargo, el profesor Passim pronto les indicó que estaban equivocadas y no estaban allí para cumplir ninguna misión o tarea especial, sino para buscar despejar sus mentes y comprender mejor sus enseñanzas. Aquello divirtió a la Gaunt: parecía haber conseguido todo lo contrario con aquel alocado grupo que habían coincidido ese mes en clase.

 

Entonces Aldaron pronunció algunas palabras y el suelo tembló como si se tratara de un terremoto. De hecho, Sagitas así lo pensó y lo manifestó públicamente haciendo que Anne pusiera los ojos en blanco. No podía imaginarse cómo sería un día en el departamento de Cooperación Mágica Internacional cuando Mery y la pelimalva se cruzasen por allí y tuvieran que ponerse de acuerdo para hacer algo. Examinó con la mirada los caminos que Aldaron había hecho aparecer, uno por cada una de las alumnas que había en la clase. Frunció el ceño, ¿qué deberían hacer al recorrerlo? Sagitas se adelantó, y tomó el tercero. Mery, por su parte, tomó el quinto. Anne volvió a poner los ojos en blanco.

 

Bueno, pues yo me meteré entre ambas y tomaré el cuarto —dijo, con despreocupación. Siguió los pasos de ambas, aunque cada una tomó un sendero y pronto perdió de vista a sus compañeras, aunque sabía que no se había alejado demasiado. Se detuvo en el sitio y esperó. ¿Qué debía hacer a continuación? Se agachó junto a un árbol para tocar con la punta de los dedos su tronco, que le raspó ligeramente la piel al tacto. Estaba inusualmente frío, aunque la temperatura era bastante buena. ¿Sería alguna señal? No entendía si podría tener algo que ver o era pura casualidad.

 

Un movimiento a su izquierda la hizo girarse velozmente, varita en mano. Pero la bajó rápidamente cuando comprobó que no eran más que un grupo de conejos. Dos adultos y dos gazapos saltaban cruzando el camino. Anne parpadeó varias veces. ¿Era casualidad que fueran cuatro? Algo le decía que no.

 

Se incorporó y caminó un poco más, observando su entorno pensando en las palabras de Aldaron. No podía ver el cielo desde allí, así que las estrellas no supondrían mucha ayuda. Se detuvo junto a un arbusto y lo observó. ¿Por qué todas las flores tenían cuatro pétalos? Se rascó la frente y arrugó el ceño. Cada vez tenía más claro que la aritmancia y ella no eran especialmente compatibles... no por el momento, al menos.

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