- Hell MooN - (MM B: 110639)

[Oniria]

Oniria:

 

 

 

 

Sonreí. Sus palabras traspasaron mi corazón como la luz a través de una hoja muerta, incendiándolo.

 

––Está bien que reacciones así... ––comenté–– es mutuo.

 

Me separé unos centímetros para mirarla. Y la besé imprimiendo en aquel impulso toda mi nostalgia, los días perdidos, las noches en vilo lamentándome por mis malas decisiones.

 

––No creo que debas preocuparte. Tengo que ser valiente de una vez y atreverme a conocerlo.

 

Me mordí el labio. Yo llevaba lamentándome de esas migrañas desde hacía meses. Las complicaciones que habían irrumpido en mi vida se manifestaban en forma de estrés, úlceras y dolor de cabeza. Yo tendía a somatizar mis preocupaciones.

 

––Siento que esto te afecte. No deberías prestarle atención, es problema mío.

 

O al menos, eso esperaba. O a lo mejor la relación que Leah había establecido con Sísifo era más estrecha de lo que yo alcanzaba a imaginar. Sacudí la cabeza apartando aquellas dudas, tan ridículas como escalofriantes. Sin embargo, en el fondo sabía que no era tan descabellado.

 

@

[Leah Snegovik]

sSe acomodó para quedar frente a ella, rodeándola con las piernas para que ninguna de las dos perdiera el equilibrio en el borde de la cascada. Cada vez que la besaba sentía el mismo escalofrío de la primera vez, la necesidad de besarla de por vida en todos los rincones del mundo. Sostuvo su cuello, evitando que se fuera. Si lo hacía, ¿quién le confirmaba que iba a volver? Prefería tenerla ahí, entre sus piernas, con las manos listas para acercar su rostro.

-¿Conocerlo? -algo en su estómago se removió, culpabilidad-. Hasta lo que sé, por mi propia prima, los dobles tienen una personalidad distinta al otro. ¿Crees que eso salga bien?

Por suerte, su preocupación era verídica y no se notaba que estaba pensando en otra cosa, también.

-No me afecta es solo que... me preocupa cómo te afecte a ti. La última vez te fuiste y no supe de ti en años, temo que vuelva a pasar, he te espere la misma cantidad de años y que no vuelvas. Eso sería muy difícil.

Cruel, pensó.

@@Oniria

[Oniria]

Oniria:

 

 

 

 

––Tengo que hacerlo... necesito respuestas. ––Respondí, balbuceante. Sabía que era bastante arriesgado conocer a Sísifo, que podía desestabilizarme definitivamente, arrastrarme a la locura. Pero necesitaba tenerlo frente a mí, tocar su rostro con mis manos y comprobar que pertenecía a otra persona que no era yo.

 

––No voy a desaparecer. Esta vez no ––aseguré–– me ha dolido más a mí que a nadie, me atrevería a decir. No soy capaz de albergar tanta nostalgia.

 

Volví a abrazar a Leah, empatizando con su dolor. Porque, de hecho, yo sentía lo mismo. Todos aquellos meses alejada de Ottery, hundida en mi tristeza, descuidándome, destruyéndome poco a poco, absorbida por mi sentimiento de exilio, de falta de consistencia, de identidad. En aquellos momentos había sido más consciente que nunca de que necesitaba a los demás para existir. La resistencia a la independencia era un mecanismo de defensa para ocultar una verdad lacerante: sin el otro, el yo se diluía inevitablemente hasta reducirse a nada.

 

––Quiero estar contigo. Como tantas otras veces... ––susurré a su oído, con un nudo en la garganta–– y tocar tu piel, que me acredite que eres de verdad.

 

@

[Leah Snegovik]

-Solo... promételo -pidió, aferrándose a ella como un niño a un juguete al que considera su mejor amigo.

Solo que Oniria, para ella, significaba mucho más que eso. Pensar en que se fuera una vez más abría un agujero en su interior, un vacío en la boca del estómago que atentaba contra ella y amenazaba con tragarla... otra vez. Lo había vivido y no era algo que quisiera volver a sentir, aquél dolor que la había atravesado hasta hacerla desdichada. No se lo diría, no pretendía dañarla, pero su partida sí la había lastimado y nunca, a decir verdad, lo había olvidado. Sintió su cuerpo acercarse un poco más y la recibió, dejando esa preocupación a un lado.

Tenerla contra ella era mejor que nada, tanto como el roce de sus labios en su oído al hablar. Retiró la mano de su cuello solo para besarlo, buscando sus labios desde el camino más largo y cuando los encontró, se detuvo. Había un brillo característico en sus ojos cuando la miró, algo que ella conocía perfectamente.

-Aquí estoy, puedes ver... -la invitó a tocarla, tomando su mano y dejándola libre por su torso-... qué tan real puedo ser.

La besó esta vez sin demasiado reparo, olvidándose de dónde estaban, de quién era, de su incómoda posición. La arrinconó hasta que no pudo más y el salpicar de la cascada se hizo más intenso, llegando a mojarla de verdad. Los golpeteos acelerados de su corazón contra su esternón parecían ir al ritmo de la fuerte música de la que volvía a ser consciente, ella los escucharía.

@@Oniria

[Oniria]

Oniria:

 

 

 

 

––Te lo prometo.

 

Toqué su cuerpo con la mano muy abierta, buscando abarcar el máximo espacio de su piel posible. Me dejé guiar por ella, que conducía mis movimientos con dulzura.

 

––Pareces bastante real... ––musité.

 

Leah se abalanzó, me arrastró hasta la cascada. Sentí cómo nos salpicaba. Si hubiese abierto los ojos, habría visto cómo diminutas esferas de cristal se estrellaban contra nosotras, dividiéndose en cientos de destellos. Los latidos de su corazón envolvieron los demás sonidos, como si no existiese nada más en aquel lugar, como si el resto se silenciara a conciencia. Pareció que el tiempo se detenía.

 

Terminé de empujar a Leah, metiéndonos dentro de aquella fuente a modo de oasis. Me gustaban las locuras, y llevaba demasiado tiempo encerrada con mis demonios. El agua se derramó sobre nuestras cabezas violentamente. Sus labios se enfriaron ligeramente, mezclados con los riachuelos que descendían de su frente. En apenas unos segundos estábamos empapadas, pero yo no tenía intención de moverme. Llevaba años sin sentirme tan plena como en ese instante subacuático, besando a Leah, intercambiando saliva diluida en agua. La estreché contra mí, y el relieve de su anatomía me prendió como un ascua en un campo de trigo seco.

 

@

 

[Leah Snegovik]

Sus manos buscaron equilibrio en la fría pared falsa de la cascada cuando Oniria las sumirgió bajo esta y tuvo que hacer una breve pausa para respirar debido a la gran cantidad de agua que las bañó por completo. Pero solo fue un instante, antes de que su boca encontrara de nuevo su vocación. En su momento, había disfrutado de sus caricias y sus abrazos en momentos más adecuados que en medio de un antro del Diagón; sin embargo, no habría cambiado esa cascada por ningún otro lugar para besarla con la intensidad de todos los años que le había arrebatado.

Reconoció todos los rincones de su ser mediante el tacto y obligó a su mente a grabar en su memoria cada centímetro. La sensación de su piel fría por el torrente de agua que las cubría y la textura de la ropa que luchaba por apartar. La había extrañado tanto que dolía y podía jurar que entre tantas gotas, una era una lágrima que se le había escapado. Pero se le olvidó por completo cuando logró ubicarse con ella fuera de la cascada, protegidas por su caída de agua lejos de los ojos curiosos de quien no estuviera en sus propios asuntos.

-Siempre nos metes en un lío -rió sobre sus labios, su cuerpo seguía siendo cálido pese al baño involuntario y la pequeña voluta de vaho que salió de su boca fue la confirmación.

Entrelazó los dedos en el blanco cabello de Oniria, la miró fijamente a los ojos. Los suyos, como la esmeralda, destelleaban como una joya preciosa. Siempre había sido hábil y esa no sería la excepción. Se las arregló para que la roca artificial fuese menos incómoda, para ser ella quien se sentara con sutileza sobre su cuerpo delicado, para sostenerle una mirada que ella conocía bastante bien.

@@Oniria

[Oniria]

Oniria:

 

 

 

 

Leah nos condujo detrás de la gran cortina del agua, a un espacio oscuro, azulado, de tonos neón. De esa forma tan hábil, habíamos conseguido escondernos de los curiosos.

 

––Creo que esta vez, eres tú la que nos ha metido en un lío. ––Me atreví a decir, echando un vistazo a su anillo. Pero el tono de mi voz no daba lugar a réplica. La besé con suavidad pero apasionadamente cuando me aupó sobre la roca, sentándose sobre mí. Aquella postura me instaló un agradable cosquilleo en el vientre. Rodeé su cintura con los brazos, acercándome a sus labios.

 

Ese, como tantos otros momentos, quedaría tatuado en mi memoria, grabado como con un fierro al rojo vivo. Sentí unas extrañas ganas de fotografiarnos, y no pude entenderlo demasiado bien, porque yo no era precisamente aficionada a la fotografía. Despacio, con suma tranquilidad, introduje las manos debajo de la tela de su ropa. Necesitaba sentir su piel caliente bajo la mía, acariciarla. Relacionarse a la manera de la hiedra, ser-como-propagación.

 

––Te he echado tanto de menos.

 

@

[Leah Snegovik]

Admitió su culpabilidad rodando los ojos, dándole a entender que tenía razón. Y era un lío de los grandes. Pero ya tendrían tiempo para hablarlo, para hablar de cualquier cosa, confiaba en que lo que Oniria había prometido se cumpliría y que se quedaría. Para besarla y estrecharla como lo estaba haciendo ahora, para poder enredar los dedos en su blanco cabello. Iba a decirle algo pero no pronunció palabra alguna, dejó la boca entreabierta solo para emitir un sonido que podía asemejarse al ronroneo de un gato. Y algo lo había provocado.

-Y yo a ti... como no tienes una... idea.

De una larga lista de cosas que eran difíciles de conseguir con la matriarca Ivashkov, una de ellas era lograr que balbuceara. O que perdiera la voz. Pero Oniria lo estaba consiguiendo todo a la vez, sin problemas, con el esfuerzo más mínimo. La conocía de pies a cabeza, sabía qué hacer, cómo hacerlo y aunque la rubia solía actuar distinto, ¿qué tanto podía importarle cambiar las costumbres? Apoyó la frente en la suya, ajena por completo a la temperatura del agua y amenazó con quedarse un par de cabellos de recuerdo entre sus dedos.

-No hay forma de que te deje ir ahora -murmuró.

Estaba perdiendo la cabeza y lo sabía, pero le daba igual. Su mundo estaba reducido ahí donde ella y Oniria volvían a conectar, como lo habían hecho en otra vida.

@@Oniria

[Oniria]

Oniria:

 

 

 

Suspiré, sonriendo.

 

––Sabes... yo lloro sangre. ––Susurré. Y me refería a varias cosas. La primera, a que era un espectáculo desagradable, como si estuviera muriendo de una hemorragia interna. Y la segunda, a que para mí llorar era sumamente trascendental, una experiencia radical, ligada a mis emociones más profundas e intensas. Existía a través de la sangre.

 

––Tengo unas ganas inmensas de llorar.

 

Y justo al terminar de formular aquella frase, una lágrima de color bermejo emergió de mis ojos, derramándose lentamente por mi mejilla. Me dolía el corazón. Dolor de amor entre aquella atmósfera de pura excitación. Pegó su frente a la mía. Aproveché para besarla, mordiéndole el labio. La atraje hacia mí, adhiriéndome a su cuerpo como si lo necesitara para respirar. Sentí su corazón palpitando bajo su pecho, empujando la piel con violencia. Me apetecía perder la cordura, olvidar que estábamos en un establecimiento público, pero no quería poner en riesgo el estatus social de Leah, así que de momento, me contuve, dejándole a ella las riendas.

 

@

[Leah Snegovik]

Abrió los ojos ante esa afirmación y miró con curiosidad la gota que caía despacio por su mejilla. Sintió una necesidad enorme de consolarla, se olvidó por completo de sí misma y limpió la lágrima con el pulgar, húmedo por el agua de la cascada. Ella estaba ahí, no había dejado de estar ahí incluso cuando había desaparecido y seguiría estando para ella siempre que lo quisiera. Sus lágrimas las comprendía, por difícil que pareciera, quería llenar su alma. Se dejó atraer, hasta que no hubo un centímetro entre las dos. Era la sensación más maravillosa del mundo.

-Nada ha cambiado -aclaró, adivinando el porqué de su repentino cambio de ritmo-. Tú, yo, esto. No ha cambiado. Mi Oniria.

La besó con una dulzura extraordinaria, moviéndose con lentitud para que retomara la energía que había tenido hasta entonces. Sus prioridades habían cambiado al verla llorar, ahora estaba centrada en ella por completo, tratando de llenar todos sus vacíos con todo el cariño que le tenía. Un cariño que, si bien se podía, había crecido. Inhaló su aliento cuando volvieron a ser una sola después de... ¿cuánto tiempo? ¿Una vida entera? Se atrevió a mirarla. Sí, la había echado de menos, solo que no había pensado en cuánto.

-Cuánto te quiero, realmente -murmuró.

@@Oniria