- Hell MooN - (MM B: 110639)

[Matthew Black Triviani]

Lo que sea, por mi esta bien. Soltó y dio un pequeño salto para evitar caer en aquel agujero.

 

Al parecer las bromas pesadas d Dánae no habían perdido la costumbre, era algo que prometía un buen comienzo de una larga y casi interminable noche. Los negocios estaban por ante todo, pero siempre ponía diversión y trabas a todo los asuntos que se proponía hablar, era algo que parecía gustarle demasiado a la demonio.

 

Obscuro una cinta negra salio disparada y tapo los ojos de la Black Lestrange.

 

También tomo una de su bolsillo y la coloco, un poco desviada para darle ventaja de no perder en el juego. Después de todo sabia que Dánae no haría las cosas fáciles ni mucho menos dejaría de hacer trampa, suficiente con que la mesa de billar estaba encantada para su propio beneficio, como era de esperar.

 

Matthew siseo un segundo para hacer aparecer a Lucifer, una de sus mascotas se presento después de salir de la ataviada capa del joven gitano. Paso por bajo de su palma, como si buscara que él la acaricie; y se perdió entre los sillones de pana rojo. Luego podría ser de mucha utilidad, quizás también para no sentirse tan desanimado, lo cual no dejaba ver.

 

Movió levemente la varita y el taco cobro vida, para moverse a su preferencia Ahora es mi turno. Un golpe seco se escucho.

[Mentita]

Entrecerró los ojos, convirtiendo su mirada en una de sospecha, cuando escuchó una terrible voz familiar y, sin chance a reaccionar a su comentario, se vio sorprendida por un beso. Puso los ojos en blanco en un intento por no mostrarse confundida, y rogaba tener éxito, mientras estiraba también el brazo para que la muchacha detrás de la barra le llenara la copa una vez más. Casi, casi, que la desafiaba por ver a quién servía primero.

 

― Primero, no creo que mis hábitos diarios sean de tu incumbencia. A menos, claro, que te influyan de algún modo. ―le dedicó una mirada que rayaba en la soberbia, aunque la suavizó de inmediato.― Segundo, te aseguro que mis capacidades están siempre al máximo... ―hizo una pausa, como dudando, y agregó― Eso... Dependiendo de para qué las utilice, claro. ―le guiñó un ojo y le dio sorbo a su copa vacía.

 

Arrugó la frente al darse cuenta de que fue Black el primero en beber y miró con un poco de rabia a la chica que tenía delante de sí. Ésta, con los brazos casi pegados al cuerpo y con expresión de tortura, estiró la botella de ginebra para servir a la Triviani.

 

― Además, ―dijo una vez que sintió el líquido alcohólico bajar por su garganta― me gustaría saber qué trato hemos cerrado ahora. ―señaló sus labios y volvió a la mirada de sospecha. A pesar de que, quizás, estuviese conteniendo una sonrisa. Entonces descubrió, sin querer queriendo, que no le había disgustado del todo.

 

@@Martin N Roses

[Martin N Roses]

Black se mantuvo pensativo, no queriendo responder de forma rápida y dejar en evidencia lo que pensaba respecto a ella.

 

—Influyen… claro que influyen. —El acento galés en su hablar se hizo más notorio que nunca.

 

La mirada perla del mago vislumbró a su alrededor el lugar que ansiaba visitar. No tenía pensado, previo a su visita, hacerlo con compañía, pero jamás se rehusaría a ir a algún sitio con Candela. Desde que había vuelto a conectar con ella, primero en el bando, y luego por las callejuelas del mundo mágico, sentía agradable su presencia. Pensó en la sociedad mutua y reciente en los negocios de la italiana, y sonrió por dentro.

 

—Ahora, ahora no hemos cerrado ningún trato. Aunque podría decirse que cerramos uno. —Clavó sus ojos en los labios de la bruja, aquellos labios que a pesar de los años, jamás había olvidado, ni siquiera la suavidad del roce ni el sabor de los que eran propietarios—. Sin embargo, pensaba hacer uno y me gustaría contar con tu presencia. ¿Te animas?

 

Con el brazo que no sujetaba la copa de vino, hizo un ademán para que lo siguiera. Contuvo el impulso de sujetarla del brazo, y caminó hasta la otra barra, la que al lado contaba con una trampilla para visitar el subsuelo.

 

—Me han contado que por aquí hacen negocios bastante comprometidos. Espero que una vez que estemos abajo, no tengas el mismo deseo que en Honeydukes… aunque de seguro no habrá chocolates. —Un leve guiño fue suficiente y la trampilla se abrió. Black descendió por ella, paso a paso, en una escalera un tanto estrecha. El sonido del ambiente fue evaporándose, como si en las profundidades la discreción fuera lo esencial. De hecho. Lo era.

 

Una vez alcanzado el subsuelo, Black quedó al lado de Candela. Nadie los observaba en aquel momento, puesto que todos los presentes estaban enfrascados en sus respectivas negociaciones.

 

—¿Qué te trajo por aquí esta noche, Candela? —Sin esperar una respuesta, el pálido rostro con alguna cicatriz se aproximó al de la bruja, alcanzando por segunda vez aquellos labios. Pero en aquel beso no hubo ligereza ni un leve contacto, sino que Black decidió recorrerlos, como si de caricias se trataran. El objeto que tenía guardado debajo de su capa de viaje pareció sentir el contacto de sus cuerpos y empezó a vibrar—. Por un instante olvidé que esto era sensible. —Sonrió levemente y dejó visible, con su mano izquierda, el objeto no identificado de capacidades sospechosas a la vista de Candela.

[Malum Luxure]

Me había perdido...si lo había echo como siempre, sólo que esta vez me había llevado un buen tiempo volver ya que Alex requería más tiempo de su madre a mediada que el tiempo iba pasando, aún así ya era hora de volver al negocio, a al trabajo y a todo lo que tamag necesitaba mi atención. Suspire leve pues Hell Moon siempre era un buen lugar para estar, la música te invitaba a perderte en los pequeños sonidos de cada nota, pediría un trago y observaria con detenimiento el lugar para ver si podía reconocer alguna cara que allí se encontrase.

 

-Mi segundo hogar.- Dije en un susurro divertido atravesado finalmente las puertas luego de aparecer en el callejón.-Todo se ve bien por ahora.- Camine a la barra con calma.

 

A mi mente vino la idea de hacer una fiesta y tirar el local por la ventana, podría llamar a la gente de la marca proponerles llenarnos de alcohol y luego hacer visitas sociales a otros locales para conseguir más del vital etílico...a decir verdad no era tan mala idea y mientas más vueltas le daba más me agradaba el asunto, hacia tiempo que no tenía algo de esa clase de diversión, también sería bueno traer un par de seres para torturar...definitivamente mi cerebro estaba pensando como antes, con la crueldad como estandarte antes que me convirtiera en esta niña que no soy yo en nada.

 

-Behemot servime un whisky de fuego.- Órdene al elfo tras la barra para luego sentarme en una de las sillas altas.-Sin hielo y apurate.- Le miraba fijo mientas la criatura se movía con mayor rapidez.

 

Escuche unas voces entonces supe que mi hermana/prima @ estaba aquí y no precisamente sola también había pedido notar la voz de @@Matthew B. Triviani . Estaba a punto de reunirme con ellos y comentarles la idea que había tenido recientemente.

 

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[Mentita]

Exhaló de manera profunda cuando Black alejó su boca de la de ella, y se dio cuenta de que había contenido la respiración todo lo que duró el beso. Sintió alivio al llenar sus pulmones de aire nuevamente, pero también necesidad; una necesidad que le costó identificar la fuente, hasta que se distrajo con lo que el galés sostenía en la mano. Ya... que a veces podía sufrir de atención dispersa.

 

― Sólo vine a beber y a colarme en la sala VIP de unos pisos más arriba. Pero ya ves, últimamente mis planes se ven afectados por los deseos de terceros. ―hizo rodar los ojos.

 

Quiso preguntar qué clase de objeto era el que le mostró, no había visto nada similar en todos sus años de vida. Pero quería preguntar muchas cosas al mismo tiempo, por ejemplo: ¿Qué clase de negocio haría y cuál sería la participación de la Triviani en él? ¿Acaso pretendía usarla como cebo para alejar las sospechas de sí mismo? Todos sabían que la reputación de la gitana no era muy buena y, ¿qué le hace otra mancha más al tigre? A Candela no le molestaba, claro, siempre y cuando obtuviese alguna ganancia monetaria, además de aumentar su fama.

 

También quería preguntarle el por qué de esa sensación de escozor en las manos, justo en el momento en el que notó que sus palmas tocaban la cintura y el brazo de Martin. Las quitó de inmediato. Otra de sus cuestiones tenía que ver con el remolino en sus pensamientos. ¿Lo recordaba o no lo recordaba? Había querido olvidarlo, eso sí. Mas tragó en seco al dar con la sospecha de que Black no podría responderle. Eso era algo que sólo podría hacerlo ella misma. Sin embargo...

 

― ¿Cómo haces eso? ―frunció el ceño y fijó los ojos grises en la sonrisa que el mago le ofrecía. De alguna forma le enojaba y creía que con una respuesta por parte de Black, podría apaciguar la ira que iba in crescendo.― Esa tranquilidad... Me molesta, más aún cuando tengo un lío en la cabeza. Y no es precisamente por mi pelo. ―acomodó su cabello detrás de la oreja― Tu total naturalidad en esta situación me exaspera. Quiero saber cómo lo haces. ―demandó. Tal vez así, ella lo practicara. Aparentemente, era común desequilibrarse, más aún, cuando él estaba cerca.

 

La Triviani dio un par de pasos hacia atrás, poniendo así algo de distancia.

 

@@Martin N Roses

Editado 25 de Agosto del 2018 por Candela Triviani

[Oriánthi]

Dánae apreciaba demasiado las mascotas de Matthew, pasaba mucho tiempo con ellas por los viajes incomprendidos y casi sin fin del joven gitano. Pero estaba segura de que Lucifer la atacará si tuviera oportunidad. No debía bajar la guardia solo por acariciarla unas cuantas veces... De todas formas, él corazón de su hermano era tan frío como la piel de ella.

 

- ¡Que demonios! - Exclamó tocando su rostro, una cinta de color negra le impedía la visión.

 

Decidió confiar en su instinto e intentar atacar sin visión, la demonio sabía que no tenía oportunidad, recordaba la última vez que lo intento termino casi muerta frente a un novato. No eran cosas de la que estuviera orgullosa, pero si le daban igual. Muy pocas veces eran las que para ella significaban algo y bueno, -Seccionatus!- pronunció la bruja y de la varita salieron doce medialunas con un resplandor sin igual.

 

Levantó la venda que tenía en los ojos y por desgracia estaban dirigidas a su hermana que iba bajando por las escaleras del local.

 

- Ups... (?) - Se tapó la boca y río.

 

@ @@Matthew B. Triviani

 

off: Lady cara de pan, estamos intentando hacer un "duelo" trucho, respetando los tiempos xD no tenemos que matarnos, por ahora solo lastimarnos. Vale hasta tirar con una sartén :v y sando hechizos que no importa si están o no en el foro, pero que pertenezcan a la saga.

Editado 26 de Agosto del 2018 por Cissy Black Lestrange

[Oniria]

Oniria:

 

 

 

El cartel de neón pronosticaba levemente cómo sería el interior del local. Nunca, nunca había estado tan nerviosa como en ese momento. Llevaba años fuera de Londres. Había desaparecido repentinamente, sin avisar a nadie, después de averiguar ciertas cosas sobre mi pasado que me habían asustado hasta el punto de sacarme de quicio. Cómo había llegado a aquella situación, cómo había conseguido desestabilizarme tanto, cómo había hallado aquella información... me era imposible darle respuesta. Había decidido volver, enfrentándome a todas las consecuencias, porque sabía que él estaba aquí. Era el momento de vencer mis miedos, llegar al fondo de la cuestión, entender qué significaba todo aquello.

 

Mientras tanto, también tenía que encargarme de que darle una explicación a mis viejos amigos. ¿Qué reacciones encontraría? Probablemente enfado, incomprensión. También alegría, esperaba. Atravesé la puerta de vidrio del Hell Moon con el corazón en un puño. ¿Me esperaría Leah tras aquel muro de cristal? ¿Habría cambiado con el paso del tiempo? Los colores vivos, nocturnos, me aturdieron. Pedí un Tequila Sunrise en la barra, antes de dirigirme al patio exterior y situarme junto a la cascada. El murmullo del agua me tranquilizaba, ahogaba mi ansiedad. Di un largo sorbo a mi bebida.

 

Estiré mi chaqueta negra. Mi estética no había cambiado. Conjuntos sobrios negros y blancos, por entre los que asomaban mis tatuajes, y mi cabello blanco como la nieve depositándose sobre mis ojos violetas.

 

@

[Leah Snegovik]

Tan solo entrar al local, supo que no formaba parte del entorno. La música la recibió con un fuerte golpe, acompañado del fuerte olor a sudor y alcohol derramado. Atravesó el lugar en dos ágiles zancadas, buscando aire fresco y respiró con alivio cuando lo consiguió. Con los años se había vuelto aburrida o, tal vez, no tenía nada que festejar. Una camarera pasó a su lado y ella tomó una copa de un líquido dudoso, el que se limitó a beber sin darle demasiada importancia.

La acidez en su lengua, seguido de un automático adormecimiento, logró que pusiera atención. La bebida no estaba limpia y ella tampoco. Maldijo por lo bajo, arrojando la copa de plástico a un lado y la vio, a unos cuantos metros. En principio creyó que no era más que una visión, producto cruel del brebaje que acababa de meterse al organismo. Pero incluso una visión era incapaz de mirarla como lo hizo ella. Oníria.

Se quedó completamente inmóvil, sintiendo cómo el sonido empezaba a ser absorbido por una fuerza mayor que ella, que Oniria, que cualquier cosa en el mundo. Vio la excesiva lentitud del andar de los jóvenes alocados, como si ella se moviera a un ritmo distinto. Y creyó ver, aunque eso sí había sido imaginación suya, una sonrisa. Cuando se movió, su ropa destelló ligeramente ante las luces de colores. Seguía siendo elegante pero al menos no parecía muy fuera de lugar, por muy poco que le importara.

Pero... ¿Y si no era ella?

-Creo... creo que estoy drogada -confesó apenas llegar, queriendo sentirse una tonta, pero en su lugar soltó una risita que delataba que, en efecto, lo estaba-. No estás aquí, ¿o sí?

Intentó tocarla pero estiró la mano un poco más a la izquierda de lo debido. Rió.

-Claro que no. Te esperé mucho tiempo y no volviste, claro que no estás aquí.

@@Oniria

[Oniria]

Oniria:

 

 

 

––S-sí... sí que estoy aquí ––musité, tartamudeando––. Lo siento.

 

Aquello fue todo lo que pude decir durante un largo tiempo. Y lo más sincero que salió de mí. Porque realmente lo sentía. Sentía haber desaparecido sin explicación, abandonando a mis amigos, a mis viejos amores. Todo porque mi cabeza era incapaz de gestionar ciertas cosas. Maldita inestabilidad. De repente, algo me sacó de mis pensamientos. Aquello que Leah portaba en su mano era... ¿una alianza?

 

––¿Te has casado? ––Pregunté en un susurro, entre intrigada y triste. Cuántas cosas habrían sucedido en mi ausencia. Leah casada. ¿Arya? ¿Qué sería de Arya y Allen? Y de Juv, de Tau... todos ellos, disolviéndose en mis recuerdos como puñados de ceniza. Sentía el fuerte impulso de abalanzarme sobre aquella chica rumana y abrazarla como si fuésemos a dejar de existir.

 

––Creo que soy yo quien está soñando. ––Sentencié. Mi nombre volvía a cobrar sentido.

 

@

[Leah Snegovik]

-¿Cómo? -volvió a reírse sin sentido, alzando la mano donde portaba el anillo-. No... Sí, me casé.

Con aquellas palabras su mente dio una pequeña sacudida, logrando que pudiera ver la alianza y, por ende, enfocar mejor a Oniria. Ese cabello blanco, esos tatuajes. Sintió el impulso de recorrerlos uno a uno con la yema de sus dedos, como había hecho infinidad de veces bajo la silenciosa protección de las paredes en la Atkins. Y tal vez porque estaba bajo los efectos de alguna sustancia, lo hizo. La alianza se deslizó lentamente por uno de sus tatuajes mientras sus dedos, flexionados, iban ejerciendo cierta presión en su piel.

-Eres una obra de arte. Creo que te lo dije alguna vez. Una obra de arte ambulante, cambiante, preciosa -sonrió, primero con cierta tristeza y luego con una calidez extraña, conocida-. Voy a besarte. Solo te aviso.

O tal vez era una petición, porque seguía sin ver bien. Se inclinó sobre ella y sus labios encontraron los de ella sin ayuda, conocían el camino. Un escalofrío le recorrió la espalda. Había extrañado con creces aquella sensación, producida cada vez que sus labios habían tocado los de ella. Incluso la mordió ligeramente. No estaba segura de si el mareo era por la droga o solo por haberla echado de menos. Se abrazó a ella.

-Te odio -mintió.

@@Oniria