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El color de la magia


Dana Gryffindor
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La rubia notó el destello en lo alto del edificio, mientras se ponía a cubierto, estaba segura que aquella era un arma muggle, lo dudo un par de segundos, pero luego sin despegarse de la pared un crack sonó en el momento que materializaba su varita en la diestra y desaparecía del lugar hacia donde estaba el francotirador, solo.

 

...acabo de ver un vampiro, acababa de decir cuando ella apareció con un nuevo crack a su lado.

 

--Debiste decir dos --dijo la rubia en el momento que él se volvía y con una sonrisa le acertó una patada en la mandíbula para luego apuntarle --desmaius --el. rayo impactó en el pecho del hombre semi inconsciente --incarcerus --las cuerdas ataron los tobillos, los brazos al torso y y las muñecas en las caderas, arrancó luego un pedazo del uniforme del mago para amordazarlo bien y dejarlo en las sombras de la azotea en que estaba.

 

Kimberly se acercó al arma que había caído junto a la radio, dudo entre destrozarla o utilizarla para seguir los pasos de los hombres, pero no convenía, podían rastrearla quizás. No dudó más y aplastó con el pie la radio y luego estudió el arma del francotirador. Su función en el clan Akane había sido estudiar todo tipo de armas mágicas y muggles y aquella no le resultaba tan desconocida, se acuclillo y con habilidad desarmó quitando las municiones, para su sorpresa eran dardos. Los tomó con cuidado y se dirigió donde estaba el francotirador, encontró una cajita entre sus ropas donde guardaba más, guardó todas en el estuche de metal y luego lo puso en su propio bolso de piel de moke. Era mejor que se fuera de allí. Un nuevo crack sonó minutos antes que el francotirador despertara.

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El figura nox de @ había abierto un portal suficientemente grande para que el grupo ingresara. La bruja observó a @@Rory Despard con recelo y devolvió la mirada a la vampiresa.

 

-Descuida- dijo con una cínica sonrisa en sus labios -Tenemos quien perdone nuestros pecados.

 

Con estruendosa risa atravesó el portal cargando en sus manos el frágil cuerpo de la bruja. Sin embargo Zahil no lo atravesó y Shelle lamentó no haberse quedado allí en la masacre.

 

El imponente hospital San Mungo se levantaba ante los expectantes ojos de aquellos magos. Las gotas de lluvia empezaban a tomar fuerza, el cabello de la Gryffindor había perdido sus rulos encontrándose aplastado por completo. El frío empezaba a tomar protagonismo cuando observó que la dama en sus brazos temblaba pese a su inconsciencia, quizás también tenía un poco de fiebre.

Observó que aún no habían logrado reconstruir parte del acceso al hospital pese a que ya habían hecho varios avances en la reconstrucción del mismo. Se encaminó hacia la entrada y buscó a una enfermera que socorriera a la mujer.

 

¿Se atreverían a buscarnos allí aquellos miserables muggles? ¿Cómo detectaban la magia? ¿Acaso habían logrado generar un dispositivo o había algún mago oculto entre ellos?

 

@@Kraven Von Alexandros

@@Hades Ragnarok

 

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HADES RAGNAROK

OFICINA DEL DIRECTOR

CON LUNA.

 

El vampiro rio ante el comentario de Lunita. El también solía gastar mucho cuando se trataba de pociones, objetos y conocimientos, sin embargo, había estado ahorrando para algunas cosas, además, debía dejarle algo de dinero a su pequeña hija Kore para cuando el no estuviera allí. La verdad, en eso se parecían un poco.

 

-No te juzgare, yo también gaste mucho en una epoca, pero al menos espero te estés controlando un poco mas –dijo divertido el vampiro observando a la chica a los ojos- sobre tus finanzas, ya veremos que puedes hacer, pero como te dije te ayudare en todo lo que pueda, y sobre ir a tu casa, no te da miedo que un vampiro sediento de diversión vaya a fastidiarte? –rio ante el comentario.

 

El hijo de la noche se mantuvo tranquilo hablando con Luna, la verdad la chica inyectaba un aire divertido y tranquilo cuando estaba cerca. Le gustaba la locura de la chica y como parecía que le iba a faltar el aire cuando hablaba, pero así quería a su amiga. Tomo otra taza de te y algunos bocadillos mas mientras estudiaba a Luna la cual, no había cambiado en nada, claro estaba, era una vampiresa, pero seguía siendo la pequeña chica divertida de cuando la conoció.

 

Puso los ojos en blanco tras aquellos comentarios de >Luna, si, la conocía perfectamente, era hiperquinetica, le gustaba andar ayudando a las personas, saltando de un lugar a otro, no se quedaba quieta en un sitio a menos que en realidad fuera necesario ya que no debía abandonar su puesto, sino, esa chica sería capaz de colgarse del techo o correr por las paredes si lo quisiera.

 

-Le temes a las agujas? –el Ragnarok le miro sorprendido- eso si que es interesantemente extraño para una vampiresa –dijo el cainita- sin embargo, supongo que pueden haber casos, en este momento ya nada me sorprende –comento divertido.

 

Miro a los ojos de la Gryffindor Delacour. Dibujo una mueca.

 

-Sí, mucha nostalgia, aunque te soy sincero, no extraño los trámites burocráticos engorrosos que había que hacer para cualquier cosa –dijo el cainita- lamento lo que voy a decir, pero sospecho que hasta para ir al baño había que llenar un formulario –bromeo- además, mírate, has estado aquí sentada una buena cantidad de minutos y aun no sales corriendo o alguna cosa, al parecer, venir a visitarme te tranquiliza mas de la cuenta –le guiño el ojo- vas a tener que venir más seguido cuando quieras relajarte.

 

Le ofreció un poco mas de chucherías y te a su amiga. El tiempo pasaba y al vampiro no le importaba mucho, las cosas en las afueras eran un caos, el mundo mágico se caía gracias al inquisidor, al santo y a muchos otros, a los muggles, a los radicales, pero al menos por aquel rato no importaba nada, solo su Cissy y Kore lograban que el cainita tuviera paz, pero al menos, Lunita le estaba dando un poco de diversión.

 

-Insisto que nos parecemos mucho en algunas cosas –dijo el Ragnarok- definitivamente ambos trabajamos para ayudar a la comunidad mágica a que no termine de caerse a pedazos –suspiro para luego reír ante lo que había dicho Lunita- así que no sabes si eres cosquillosa o no? –le pregunto a Luna viéndola a los ojos- pues definitivamente tendremos que averiguar eso, no te parece? –comentó divertido- creo que podremos buscar una habitación especial para ti, para hacer esa prueba, aunque si, creo que podría sacarte unas muy buenas risas –le guiño el ojo- además, eres vampiro, por lo que no corres el riesgo de cansarte mucho o morir –bromeo aun mas- que te parece, quieres intentarlo?, quieres descubrirlo? –el Ragnarok la miro divertido- a menos que tengas miedo –bromeo solo para molestarla.

 

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**************

 

ASDALA

ENFERMERA PRINCIPAL Y MANO DERECHA DEL DIRECTOR.

 

La joven rubia de ojos claros caminaba por los pasillos de San Mungo, revisaba que todo estuviera en orden en los diferentes departamentos mientras su jefe el sanador Ragnarok atendía a la chica que había solicitado una reunión con él.

 

A pesar de todo lo que había sucedido, los ataques y lo que estaban pasando a las afueras todo parecía estar andando de la manera normal o de la que le gustaba al Ragnarok, por lo q1ue se disponía a volver a su puesto de trabajo cuando observo llegar a un grupo de magos y brujas con una persona en brazos.

 

-Por Morgana, que ha pasado? –pregunto preocupada moviendo la varita para que una camilla llegara inmediatamente hasta donde ellos se encontraban.

 

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Lunita Gryffindor Delacour- Empleada del Departamento Auror.

 

Rio divertida cuando dijo que si temía que un vampiro me vaya a fastidiar, lo cierto era que nada me gustaba más que estar en su compañia y le tenía un aprecio especial, siempre había sido de los primeros en ayudarme por eso había ido con él, además sabía que Hades jamás me juzgaria por eso estaba segura que recibiría su ayuda, además de pasar un hermoso rato charlando que era lo que la vampireza más quería en esos momentos, asentí cuando dijo lo de las agujas, muy pocas personas sabian que la vampireza le temía a eso, era algo totalmente ironico si se lo pensaba bien, puesto que adoraba la sangre, asi que ¿como podia temerle a algo tan muggle y simple como las agujas? lo cierto es que le tenía un terror supremo, ese era uno de sus secretos mejor guardados y era algo que no la enorgullecía mucho.

 

- ¿un vampiro? aparte de vos, no conozco a otro corazón, si me controlo un poco aunque sea, pero los libros y las pociones me pueden así que te digo que no tanto como debería, me compre una lechuza y un puffkings, así que como podrás ver no cuido tanto las finanzas como debería pero deje de comprar a lo loco como hacía antes, es tanto la burocracía que me mareá así que eso ayudo a que ya me controlé algo al menos - Le dije entusiasmada y feliz de poder charlar amenamente con él -

 

- Es cierto es la primera vez en ¿cuantos años ya? ¿7 u 8? o quizas más desde que nos conocemos que no salgo corriendo a hacer alguna cosa, es cierto creo que hasta para ir a comprar te hacían llenar formularios, lo del baño fue gracioso pero enserio eran muchos papeles y como supongo que sabrás yo suelo perderme mucho y ¿adivina que? hasta para comprar me perdía, pobres vendedores y vendedoras que tenian que tener tanta paciencia conmigo, pero en fin.... creo que es la primera vez que estoy tranquila y sin correr, así que no haya trabajo fue algo bueno para mí, aunque se extraña no los tramites, sin no el trajin de todos los días, el parloteo constante de los empleados y los memos volando por todos lados, realmente soy un bifcho de oficina, como quien dice, aunque aprecio mucho poder estar aquí charlando sin salir corriendo, en eso tienes razón, es lindo hablar contigo - Le digo feliz y alegré, pensando que realmente estamos teniendo una linda charla y además puedo distenderme un poco, sin preocuparme por ningun otra cosa, lo cual es algo raro para la hiperquinetica que siempre suelo ser -

 

Tomé más te y chucherías, por ser inglesa adoraba el té a todas horas, no importaba que fuera italiana en el dni, para mí ya me consideraba inglesa despues de tantos años que vivía en la comunidad magica, estaba feliz de darle distendimiento y diversion a mi amigo, nada me gustaba más que visitarlo y me di cuenta que realmente debería de venir más seguido, al menos, si quería distenderme tenía que hacerlo, claro siempre que él no estuviera muy ocupado por supuesto.

 

- Es cierto ambos ayudamos a la comunidad magica a que no se desintegré, somos los que quedamos en realidad, ¿cosquillas? por mí encantada de hacer la prueba en algun cuarto de por aquí, así que me harás muchas cosquillas y reiré demasiado, ¿miedo? por merlin santo, nada me da miedo a mí, así que si quiero cosquillas, además asi puedo relajarme mejor - Le dije divertida y feliz, realmente visitarlo fue la mejor idea que tuve en todo el día -

 

@@Hades Ragnarok

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Su cuerpo... Pesado por el correr de los años, cargando miles de cicatrices escondidas bajo abundantes tatuajes, aquellos que para muchos carecían de significados, para él, para Matthew, eran una vida cargada de sufrimiento y dolor, equivocaciones y aciertos... Vidas quitadas y batallas ganadas.
En el abismo se podía vislumbrar el anaranjado ocaso. Sus oídos se inundaron por la extraña melodía que provenía de una mujer sentada en la acera. Movía cada parte de su cuerpo casi involuntariamente, como si fuera manejado por pequeños y finos hilos, tan delgados que podrían ser cortados con solo una débil briza. Sus ojos entrecerrados, mientras daba cortos y lentos pasos hacia donde las melodías lo guiaban, su pesada capa arrastraba por el suelo cuan cadenas de hierro, dejando en la fina capa de polvo marcada su pisada. Los orificios nasales del gitano se vieron envueltos en un nauseabundo y característico olor, muggles.
La bruja teñía aquel rincón con su melódica voz:

~ Los gritos avivaron la hoguera nupcial ~

Pudo visualizar la imagen de una horda de muggles siendo quemados vivos dentro de un corral, mientras varios de sus colegas danzaban ritos para favorecer a las entidades que cuidaban y rondaban fuera la esplendorosa Fortaleza Oscura. Los vagabundos infantes emocionados, como si fueran sometidos a su canción, prestaban atención.

 

Los finos dedos de la bruja acariciaban las cuerdas de aquel laúd, llenando de vida el pestilente callejón, luego de la caída del estatuto, todo había cambiado, ahora los humanos vivían con ellos, se mezclaban entre todos y los culpaban de sus males. Matthew estaba lejos de comprender por qué los muggles culpaban o temían, a lo desconocido... La magia siendo tan poderosa, tan magnifica, repleta de conocimiento para aquellos que se animasen a navegar en lo más profundo y profano de ella.. Se acercó hacia ella, observando el tambor de metal que colectaba hojas, maderas y todo lo que sirviese para generar fuego, sacó su varita de uno de los bolsillos ataviados de su capa y apuntándola, genero un pequeño Fénix.

 

Asombrados, los infantes, aplaudieron; y uno de ellos desapareció entre las llamaradas del Fénix.

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Los niños que habían huido del ataque de los muggles, nuevamente se escondieron en un callejón en busca del calor de una fogata, faltaba uno de ellos que había sido llevado por la ambulancia. La bruja de cabello escarlata había desaparecido pero aún así había dejado un fragmento de su alma como guía, dominada por el recuerdo de los niños que pudieron continuar escuchando su música y encontrando calma en el cantar de la hechicera, o la menos del fragmento de su espíritu (flashando ando).

 

Eros

 

El mago oscuro caminaba por las calles con un cigarrillo en sus labios y una pequeña boina negra en su cabeza. Iba distraído pensando en el caos que había causado el levantamiento del estatuto y creyendo que la única solución era incinerar a cuanto muggle se le apareciese por adelante.

 

Lanzó una leve carcajada por sus propios pensamientos mientras daba la pitada fatal al cigarrillo y arrojaba la colilla a la acera. Con las manos en los bolsillos continuó caminando bajo el ébano de la noche y la calma de las calles. Sin embargo la calma se transformó en caos cuando cruzó la gran avenida y vio cómo un grupo de muggles armados hasta los dientes huía por las calles y desaparecía tras una intersección. Sorprendido, el brujo escuchó la suave melodía de un laúd que se hacía más fuerte conforme se acercaba a un pequeño callejón rodeado por negocios cerrados.

 

Al asomarse, el laúd se había silenciado y gritos de caos llenaron las paredes del callejón cuando vio a un mago incinerar a uno de ellos con un fénix de fuego.

 

El mago rompió en risas y avanzó hacia ellos aplaudiendo, apuntó con su varita a uno de los niños que atinó a salir corriendo.

-No tan rápido- dijo con su voz rasposa -Esto recién empieza. Sectusempra.

El cuerpo del niño empezó a cubrirse de cortes y a derramar sangre a borbotones. Levantó la mirada y observó cómo la figura de la pelirroja con su laúd se difuminaba hasta desaparecer.

 

-¿Puedo sumarme a la diversión?- le preguntó al desconocido enseñándole una mueca en sus labios.

 

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Londres relucía con un encanto particular para sus habitantes. Una extraña mezcla entre realeza, palacios, distinguidas cabinas telefónicas y un peculiares transportes eran una de las tantas cosas que la ciudad de la reina ofrecía; las personas vivían de su propio entorno, felices e ingenuos ante la existencia de un grupo de selectos que fueron desarrollándose con habilidades innatas. Seres que vivieron obligados bajo el yugo de ésa sociedad frágil e incomprendida, los muggles.

Afortunados eran aquellos quienes podían divisar el morado autobús de tres pisos, con doradas letras en su parabrisas que decía "Noctambulo" el preciado hedor a carne quemada perfumo el alrededor del Black, haciendo que recordase las aparatosas maniobras de Ernie, el conductor del autobús. La sensibilidad auditiva era de gran ayuda algunas veces...

Unos pasos se escucharon por detrás, la melodía se había detenido y la diversión había comenzado.

Los dolorosos gritos de los infantes, intentando correr despavoridos por el reciente episodio eran una cándida melodía para el refinado oído del Black, su faceta mas sádica florecía ante los gritos de auxilio, ante la aclamada clemencia. La distinguida carcajada y los aplausos fueron uno de los motivos por el cual se giro sobre sus pies y observo con su profunda y vacía mirada azabache al caballero.

Sus ojos se volvieron blancos por la deslumbrante luz plateada proveniente de su varita, cuando estaba a punto de conjurar un hechizo que lo protegería, se percató de como uno de los niños que pretendía huir, fue asesinado a sangre fría.

Por supuesto que puede unirse a la diversión. respondió con altruismo.

Fuego púrpura

Había pensado mientras que de su varita, había surgido una llamarada, la cual no quemaría a los tres infantes que aún quedaban de píe a su lado, simplemente haría que sus cuerpos se desplomasen en el suelo tras desmayarse... Necesitaba de ellos para un sacrificio a Pucullén, se decía que su llanto anunciaba la muerte de alguna persona.

Las paredes de piedra se iluminaban esplendorosamente por la noche, con ondas lilas y doradas que danzaban a la merced de los magos, quienes se encontraban lanzando encantamientos diestramente hacia los muggles... A lo lejos, perdidos entre los pasadillos, se podía oír las débiles voces preparadas para atacarlos. ¿Que los hacia creer que podían ganar aquella batalla? la guerra entre ambos mundos apenas comenzaba.

Toujour Pour... murmuró y una maquiavélica sonrisa se figuro en sus delgados labios carmín.

¿Quien era aquel misterioso mago, y por qué rondaba por aquellas calles? justo en la intersección del callejón Knockturn.

¿Cual es su nombre, caballero? inquirió mientras conjuraba un portal para transportar los cuerpos desvanecidos a su Pandemónium.


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Eros

 

 

La oscura mirada del italiano brilló de placer al ver tanta agonía en los infantes, pero brillaron aún más cuando encontró un aparente compañero para tal masacre. Tal parece que en aquella ciudad inglesa, la sangre corría con facilidad, mientras que él había sido exiliado de la isla siciliana por un pequeño acto de diversión.

 

Se quedó de brazos cruzados observando, cuan espectador emocionado, cómo el joven de atractivos tatuajes (amé la foto de tu pj :bb:) hacía malabares con su varita y se apoderaba de las almas de aquellos desgraciados. Encantado con la sed de destrucción del muchacho, sacó de su bolsillo una pequeña cajita de plata con cigarrillos, tomó uno y le ofreció la caja a su compañero.

 

-¿Gusta uno? Mi nombre es Eros- dijo con una leve reverencia de cabeza -¿Y usted es...?

 

observó como uno de los niños, aún con vida, se arrastraba por el suelo en busca de una pizca de piedad. El mago se puso de cuclillas frente al jovencito de ojos marrones y acarició su castaño y suave cabello con total delicadeza.

 

-¿Por qué debería perdonarte la vida?- preguntó casi en un susurro al jovencito.

 

El niño tembloroso llevó su pequeña mano hacia la gruesa y pesada mano del mago y con un hilo de voz alcanzó a decir:

-Porque creo en la magia- su voz temblaba.

 

El tano acarició la barbilla del niño y sacó sigilosamente una daga de la vaina de su cinturón para después clavarla lentamente en la garganta del infante.

-Supongo que no era suficiente- dijo al tiempo que se ponía de pié y limpiaba su daga con un pañuelo de seda.

 

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Editado por Shelle Dumbledore B.L

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La oscuridad de las calles no era suficiente para apagar el dolor y menos el asombro de la Black, sus ojos se llenaron de espanto cuando vio a los niños, tres habían perecido, no lo entendía. Ella tenía sobrinos y no podía evitar sentir lo que antes nunca había sentido hasta que la habían contactado para que supiera que la magia había saltado generaciones y ahora volvía a florecer en la rama de su hermana. Kimberly sintió que aquello era demasiado, no le gustaba en realidad y no era tonta, dos contra uno no era algo imposible pero sabía bien que no tenía idea del nivel de la magia de los dos hombres.

 

Con cuidado tanteó la caja de metal que llevaba guardada en la bolsa de piel de moke y desistió de la idea, ni ella era capaz de quitar la magia con tanta facilidad como ellos dos quitaban la vida. Era extraño, a lo largo de los años había matado sin pudor y sin embargo ahora no quería acabar con la vida de aquellos dos, solo pensaba cómo llegar hasta los jóvenes desmayados para poder sacarlos de allí. Se movió despacio entre las sombras, teniendo cautela, el aroma de la sangre llegaba hasta ella y mordió su labio, era joven, llena de vida que escapaba, recordó sus cacerías de años atrás.

 

La varita quedó a la altura de sus caderas mientras calculaba si podría utilizar un fulgura nox, podía apuntar hacia los niños desmayados, era descabellado, pero era lo único que se le ocurría hacer para no ir directo contra los dos magos. El portal podría llevarlos a lugar seguro, pensó cuando un sonido la hizo frenarse y observar con más atención desapareciéndose dos segundos después.

Editado por Darla Potter Black
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Lo observó.

 

Aquel lazarillo podría ayudarlo en lo que estaba buscando. ¿Italiano quizás? su acento tan marcado y particular, muy predominante dentro de una de sus familias, dejaba en claro que los escrúpulos del hombre antes desconocido no existían. La piel del gitano se erizó al reconocer el placer que sus glaciales ojos emanaban por los movimientos anteriores realizados por Black. Una mezcla entre perversión y depravación que particularmente lo emocionaban, eso, había despertado aún más su curiosidad.

 

Tomó de su caja plateada uno de los pitillos.

 

Observó la yema de sus dedos luego de tomar uno de los pitillos, la caja parecía ser de plata, y eso había generado que la piel de Matthew se quemase levemente. Su semblante permaneció inmóvil, como un buen mago que no dejaría relucir sus debilidades, lo llevo a sus finos labios y lo encendió con la punta de su varita.

 

Eros... repitió en sus adentros, dando una calada de su cigarrillo, como si aquel sentimiento fuera una sobredosis de éxtasis, mezclada con el exquisito ruido de las duras capaz de piel rasgarse por la daga entrando en el cuello del infante implorando piedad.

 

Así como ellos, habrían otros que formaban parte de aquella vida, que hoy día distaba de lo que habrían sido los tiempos de la magia profana, épocas opacadas por el muggle y sus históricas cruzadas, religiones absurdas que solo se dedicaron a predicar y segregar el mundo humano en prejuicios basados en temor y mentiras, tal vez burdamente justas, para exterminar y perseguir a los seres mágicos.

 

Black aguzo su oído dotado y desapareció tan rápido que el volado de su capa negra se enredó en sus piernas. Tambaleante divisó en su mente la silueta de un hombre escondido entre los carruajes, en la tenue luz de la veladora. Lo tomo por detrás sin darle tiempo a respirar, hincó su varita en su cuello:

 

¿Un motivo por el cual debas vivir? intentó copiar el, seguramente buen gesto de su acompañante, pero no lo logró.

 

Incendio

 

Pronuncio sobre su oído, con una cándida voz, como si aquello le provocase placer, haciendo que el nomaj se consumiera por dentro en un abrazador fuego. Usando nuevamente su aparición, se fijó a un lado de Eros, dejando salir el humo contenido en sus pulmones, enarcando una ceja mientras lo hacía.

 

Los muggles aún no son capaces de entender que somos diferentes El miedo solo se extenderá a tal punto de que no querrán reconocer que el poderío y control mágico podría dominar el mundo. se pausó y de una ultima pitada, lanzo el pitillo al suelo, aplastandolo como a una mosca en el suelo, girando la suela de su zapato hasta destrozarlo ¿No crees que se podríamos lograr grandes cosas?

 

Admiraba lo impío que era el hombre, pero Black prefería hacer sus cosas con más pulcritud. El matar a un ser humano y ser consciente de ello, disfrutarlo, y hacerle saber que eran sus últimos segundos de vida en manos de un desalmado licántropo, eran inexplicablemente satisfactorio.

 

 

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PD. DOS HORAS PARA QUE ME CARGUE EL CUADRO DE TEXTO :v odio este wifi. LO ODIO.

PD2. SE MANDÓ Y SE MANDÓ MAL XD laputmdre

PD3. SE MANDÓ MAL DE NUEVO (?) aguante las mayúsculas c:

PD4. Perdón, lo leí y me di cuenta que se cruzó el borrador con el rol original. Pq lo hago en un bloc por partes xd

Editado por Matthew Triviani

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