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● Ars & Vita ● (MM B: 94346)


Adrian Wild
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Montaraz, elfo doméstico.

—...y no vuelvas hasta repartir todas las invitaciones! —regañó Bínfeyd. El día, agotador para alguien trabajador como ella, se complicaba con la presencia del elfo. Quejoso, malhumorado y siempre huraño. Seguir a Binny cual sombra pondría los pelos de punta a cualquier bruja, era perturbante y a primera vista se notaba que ninguno era feliz. Ella se deshizo de él de la forma más cortés que pudo. Nadie contó con la actitud de ella, ni que en verdad quisiera alejarlo. Una vez aliviado el problema y prácticamente deshacerse de Montaraz, siguió el cometido por el callejón.

 

Montaraz se inclinó hasta que su nariz tocó el suelo, afirmando que cumpliría cada palabra. Estaba en la puerta del Arts & Vita, restaba entrar y dejar la invitación. La orden no era específica, pensó él, pero asumió que debía ser llamativo. Dentro, separó una invitación, la tiró hacia el techo logrando que se suspendiera y chasqueó los dedos. Montaraz, lleno de magia poderosa, al usar su magia multiplicó por mil cada invitación y en ese mismo instante el negocio estaba inundado de pergaminos volando. Se leía claro en cada uno:

 

http://i.imgur.com/oeOF9eq.png

Cargó el Ars & Vita en desconcierto, procurando que las dueñas no le notaran. Abrió la puerta y salió, dejando atrás la responsabilidad de limpiar a alguien más.

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Los ideales son solo palabras hasta que luches por ellos.

 

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  • 1 mes más tarde...

La vampireza hizo hueco con las manos tratando de ver si podía percibir algo a través de las puertas sin embargo, resopló en frustración al no poder espiar a la gente que se movía en el interior de aquel edificio

 

Quería ver si podía pillar tal vez a algun actor famoso para comenzar una nueva colección de autografos o algo así, pero el cansancio que en aquellos momentos amenazaba su cuerpo la dejó finalmente rindiendose ante el hecho de que la única forma de ver nada sería entrando y buscando algun folleto sobre las funciones disponibles

 

Tal vez si conseguia un buen asiento podría arrojarle una cartita con una peticion de autografo a los actores

 

Aunque tal vez la riñieran porque el teatro no era lo mismo que un concierto, por mucho que a veces pensase que el arte de ambas funciones era un arte según la perspectiva con la cuál se viese, pero aquel no era el momento exacto para comenzar con sus debrayes propios y filosoficos

 

asintió un par de veces antes de empujar la puerta de entrada, moviendose lo mas silenciosamente posible para no llamar demasiado la atención al tiempo que buscaba a alguien para pedir un folleto

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Loiuse

 

Le encantaba pasar por el Callejón era algo raro viniendo de aquella familia, pero por alguna razón le encantaba conocer cosas nuevas siempre decía que cada día aprendía a lo nuevo de la gente y aquel día había ido aquel lugar que más llamativo no podía ser, no por los colores sino por los números de gente haciendo teatro o vestidos de maneras singulares o bien los numero instrumentos de los cuales ninguno sabía como funcionaba.

 

Entró al local viendo que no había demasiada gente, pero lo poca que había estaba dando un touri por el lugar. Dudó un poco entre si ir con las personas del tour o ir por su propia cuanta, miró su reloj de pulsera comprobando que le quedaba bastante tiempo entonces decidió seguir a las personas, no sabía al rato se compraría algún instrumento al final; quería probar cosas nuevas, como estaba comenzando una nueva vida tal vez tocar un instrumento lo llevaría a cantar y tocar en los clubes nocturnos. Ya estaba de nuevo concentrados en sueños que probablemente no iban a ocurrir, aunque si sabía que su prima hacía poco había abierto un casino por algo podría comenzar.

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La pelirroja movió la mano un poco tratando de espantar un poco de las pequeñas particulas de polvo que flotaban en el interior, preguntandose porque un sitio tan bonito estaría tan silencioso

 

Imaginaba que escucharía voces en la distancia o alguna pista que le indicase que alguien vivía ahi o en verdad permanecía estudiando como había creído leer, en los pisos superiores pero el ambiente era tan callado y tranquilo que comenzó a pensar que tal vez, estaba mas sola de lo que pensaba

 

Tragó pesado conforme se adentraba a las sombras y trataba de hacer todo lo posible para que sus zapatos no hicieran ruido

 

-I...I...Ishaya?- llamó con un susurro acobardado

 

Obviamente no la escucharía si hablaba asi de baito conforme continuaba caminando. Pero de repente sentía miedo de ver alguna cosa apareciendo de las sombras y hacinedole "Bu" si acaso

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  • 2 meses más tarde...
No comparaba con nada al ambiente matutino en verano. Era una situación que no tenía precio alguno, más por la tranquilidad que se podía sentir, por no percatarse de la presencia de alguna persona alrededor. Mientras su varita estuviera en su poder, podría decirse que se encontraba protegida. Aquello le preocuparía más si su elfina, Blondie, estuviese cerca de ella.


Ese día libre lo utilizaría con el propósito de puntualizar algunos negocios del Callejón Diagón, y así otro día podría pasear en paz junto a su Micropuff, luego de lo sucedido con su gusamoco y el local de su amiga, había decidido conocer el negocio antes de llevarlos. Se le dificultaba la decisión de escoger los negocios, porque para ella todos merecían la visita de clientes. Se detuvo al ver un negocio que le llamó la atención. Podía verse muy destacado con sus tres pisos, a comparación con los que estaban a su lado.


Por lo que decía el anuncio, el local se trababa de un teatro, y prometía otras actividades del ámbito artístico. Su aspecto era agradable, lo cual sumó puntos en el momento en que eligió adentrarse a su interior. Tenía un hermoso Hall. Su decoración era magnifica e indiscutible al estar bajo la propiedad, como pudo leer, de Cye. Ya había visto otros trabajos de ella, como la adornación de la mansión Lockhart, o de otros negocios que le pertenecían. Era un sitio como pocos, ya que en él podía sentir el aire mágico que corría a su alrededor.


Se encaminó a la recepción en busca de más información de las actividades que brindaban. Los teatros le daban un bonito recuerdo, ya que sobre aquello se trataba el primer negocio que visitó en el Callejón Diagón. Podía pensar que también era una escuela, pero en ella podían admirarse funciones. Desconocía si en "Ars & Vita" daban funciones. Era algo que preguntaría al llegar al mostrador, donde quizás algunos elfos que eran parte del personal, contestarían sus dudas. Viendo el cartel de información, tenía la oportunidad de tomar alguna clase con algún instrumento. Desde siempre le habían gustado los instrumentos, pero pocas veces fue al foco del tema.


Buenos días —saludó la castaña al personal que creía que estaría detrás del mostrador. Reconocía que era falta de educación hablar sin mirar al receptor, pero el juicio era diferente si en ese instante, ella se entretuvo leyendo el cartel sobre la necesidad de personal.

Editado por Kirara Ruak

 

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  • 2 semanas más tarde...

- ¡Wilmo, Wilmo! Lo tengo.

 

Los ojos del elfo sobresaltado se abrieron de par en par, expectantes. No sabía cómo reaccionar ante mi amplia sonrisa emocionada. Me quité la túnica y la puse sobre el perchero del despacho, mientras mi compañero dejaba el trapo con el que estaba limpiando sobre el escritorio. Metí la mano en uno de los bolsillos interiores de la túnica y saqué un pergamino enrollado.

 

- Te presento la invitación a la mascarada de inauguración del Ars & Vita -le anuncié desenrollando el pergamino.

 

No hicieron falta palabras. Sus ojos brillaron y me miraron llorosos. Sabía lo mucho que le emocionaba verme tan ilusionado con algo, igual que había pasado cuando abrimos el local. Y por fin, después de tanto tiempo, tendríamos la deseada fiesta de inauguración.

 

- Todavía quedan algunos preparativos, que tengo la confianza de que me ayudarás, pero lo principal está.

 

Me abrazó sin aviso. Aquello significaba que podía contar con él para todo. Ya lo sabía, pero me encantaba que me lo demostrase de aquella forma.

 

Todavía tenía pendiente que mi hermana Sagitas diese un espectáculo en el teatro, aunque quizá podría ser la guinda final de la fiesta. Sería gracioso habilitar en el ático una mini-carpa con interior aumentado para una función suya.

 

Bolinda, elfina recepcionista

 

- No Saburns, vete a revisar los focos. Tiene que estar todo a punto, ya has oído a Adrián. Él iba a darle la sorpresa a Wilmo y ya venía a ayudarnos.

 

Tenía casi toda mi atención puesta en el papeleo que me había puesto el señorito en la mesa de la recepción, juntando aquellos que tenían relación y archivándolos en la cabina de detrás. Pero la otra parte de mi atención iba hacia mi compañero Saburns, que intentaba ayudarme con los documentos, pero prefería hacerlo sola y que él se encargase de los asuntos técnicos que yo tanto odiaba.

 

Se fue casi refunfuñando, queriendo ayudar. ¡Pero si estaba prestándome más ayuda revisando los focos! Como le tuviese por allí pululando me pondría de los nervios, no nos aclararíamos y al final reñiríamos, como nos pasaba cada vez que estábamos juntos en la recepción.

 

Estaba muy atareada cuando escuché la voz de una muchacha al otro lado del mostrador. En ese momento me había agachado a por tres papeles que se habían escapado de la grapadora y me incorporé con ellos al escuchar a la nueva visitante.

 

- ¡Buenos días, bienvenida al Ars & Vita! ¿En qué puedo ayudarla? -y mostré mi mejor sonrisa, terminando de grapar aquellos papeles.

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✤ Viajero de la noche ✤

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— Muchas gracias, preciosa —dijo, al escuchar la melodiosa voz de la elfina que estaba detrás del mostrador condujo, inmediatamente, su atención hacia ella. Al parecer, poseía el oficio de recepcionista y se encargaba de recibir a los clientes. La observó unos instantes quedándose muda por no saber qué responder, ya que aún no se había decidido en qué era lo que quería realizar, tal vez la pequeña tenía algún folleto que pudiese ser de buena ayuda para orientarle—. Disculpe las molestias —se disculpó, luego de dejar pasar un minuto.


— Veras, me agrada la idea de ver alguna obra de teatro —respondió, poniéndole más importancia a ese tema, ya que era más interesante que ver una película en el cine, en opinión propia—, pero no sé qué días las exhiben —agregó, esperando que la pequeña le respondiera aquella duda. Por otra parte, tenía intriga de saber qué otras actividades se ejercían, porque aprender a tocar un instrumento también sonaba excelente; pero aquello se lo preguntaría después, cuando estuviese más segura.


— ¿Tiene algún folleto del negocio? —preguntó. Creía que sería de muy buena ayuda, de esa manera ahorraría hacerle interrogatorio a la hermosa criatura. Creía que el folleto combinaría con la estética del lugar, por lo que era imposible olvidar de leerlo mientras estuviera fuera del establecimiento y pasaran días de haberlo visitado—. Sería encantador tener un folleto del negocio —mencionó, desviando su vista para admirar el resto de su alrededor.


— ¿Se puede asistir de expectante a alguna clase? —volvió a cuestionar. Ya eran bastantes preguntas, tal vez la elfina se estaba agobiando de ella—. Siento mucho preguntar tanto —lamentó, volviendo a mirar a la recepcionista.

 

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  • 2 semanas más tarde...

Bolinda, elfina recepcionista

 

Tenía que reconocerlo: me saturé un poco ante tantas preguntas. A pesar de mi experiencia como recepcionista para resolver rápidamente y de forma ordenada las peticiones de los clientes, llevaba mucho tiempo sin recibir a nadie y había perdido práctica. Miré a la muchacha, intentando ocultar mi apabullamiento. La sonreí mientras ordenaba las respuestas en mi cabeza.

 

- Bueno, folletos como tal, todavía no tenemos, al menos no que hagan de guía sobre el local, pero yo te puedo resolver todas las dudas que tengas -comencé a decir, buscando algún papel con el que explicarle todo-. Mira, no hemos empezado todavía ningún curso debido a la falta de personal, porque no hay profesores, de ahí el cartel que todavía tenemos puesto -le señalé el cartel de recepción donde se solicitaba profesorado y personal para el Ars & Vita-, pero podrías visitar libremente las instalaciones y, si quieres apuntarte a algún curso, sería tratado con los dueños para darle solución al problema. Seguro que Adrian estaría encantado de impartir las clases.

 

Tragué saliva y me predispuse a explicarle aún más:

 

- Hay tres clases diferentes: interpretación, música y baile. Son clases dinámicas en las que se aprende a base de la práctica. Al terminal el cursillo, se entrega un diploma que te acredita como bailarina, música, actriz o todo lo que hayas elegido para poder trabajar en el mundo mágico en principio, porque, quién sabe, quizá en un futuro se puedan establecer conexiones laborales con el mundo muggle.

 

Sí, estaba intentando captar su atención. Si no lo había logrado con la solicitudd de personal, intentando que se ofreciese a impartir clases, lo haría consiguiéndola como alumna. ¡El Ars & Vita tenía que ir floreciendo!

 

- Y sobre los espectáculos, todavía no hay ninguno programado, pero... -le hice un gesto para que se acercase- Adrian está preparando la fiesta de inuguración, podrías venir -lo dije en un susurro, pues era una sorpresa para toda la comunidad mágica-, o incluso ayudarnos -me aventuré a decir, presa de la emoción-. Pero es secreto hasta que se repartan las invitaciones.

 

Un carraspeo detrás de mí me sobresaltó. Era Adrian, que me miraba con cara de circunstancias. Puse una sonrisa inocente y busqué la manera de escabullirme.

 

- Creo que... Hay que ordenar papeles aquí dentro -musité metiéndome en la cabina de ficheros.

 

Adrian Wild

 

- Bueno, voy a ver si Bolinda me puede ayudar a juntar las invitaciones para repartirlas.

 

Abandoné el despacho, dejando a Wilmo encargado de contratar al servicio de catering. Bajé por las escaleras casi a saltitos, pero al llegar al vestíbulo reduje la marcha y me acerqué con cautela al mostrador. Bolinda estaba atendiendo a una clienta y esa clienta era... Kirara. Contuve el aliento y me acerqué por las espaldas de la elfina, escuchando sus últimas palabras.

 

Carraspeé.

 

La atolondrada elfina se excusó con una sonrisa tímida e inocente y se metió en la cabina, antes de que cerrase la puerta le di el montón de invitaciones que llevaba en las manos.

 

- Júntalas, que al tocar la portada se transforme a la invitación, por favor.

 

Asintió y cerró la puerta.

 

Yo me dispuse a bordear el mostrador y a colocarme al lado de la muchacha del departamento que tanto me odiaba. O al menos eso pensaba yo. Aclaré mi garganta, sin saber cómo empezar.

 

- Qué -otro carraspeo-, qué sorpresa. ¿Te puedo ayudar en algo? -y entonces me asaltó mi vena espontánea-, ¿quieres ver el local, o el escenario? La azotea es muy bonita.

 

La verdad era que no sabía si me había acelerado por los nervios o por el temor a perder a la única persona que visitaba el local desde hacía tiempo. Aunque no sabía si había sido buena idea, después de las asperezas que teníamos entre nosotros.

Editado por Adrian Wild

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Parecía estar agobiando a la elfina con tantas preguntas, pero no era su intención; sólo había veces en las que necesitaba sacarse la cantidad posible de dudas. Escuchó con mucha atención sus respuestas, pudiendo escuchar que aún no tenían folletos de guía y, por supuesto que no importaba ya que confiaba que la pequeña lo haría personalmente y de forma estupenda, como una buena recepcionista.
Volvió a leer el cartel que estaba sobre la ventanilla, el que indicaba sobre la falta de personal del establecimiento y, por esa razón Bolinda le comentaba que no había clases comenzadas. Era interesante saber cómo era el funcionamiento de las clases y demás, aunque todavía no estaba segura de inscribirse a alguna. Aun así, no dejaba de ser una excelente oportunidad para quién le gustaría profesionalizarse en aquel ámbito, además que era genial que el diploma fuese valido en ambos mundos.
Era una lástima que aún no hubiera espectáculos para ver. Dirigió su vista nuevamente a la elfina y se acercó un poquito más a la ventanilla para poder escuchar el supuesto “secreto” que le diría. No se le había ocurrido en ningún momento que fuese una fiesta de inauguración, pero sonaba estupendo, y haría lo posible para ayudar a la amable elfina. Aunque, «Adrián», había escuchado ese nombre en más de una oportunidad ese día. Era inimaginable y patético creer que todos los que tenían ese nombre eran asesinos de seres inocentes.
No deseaba que la recepcionista se fuese, ya que desde que ingresó le pareció era una presencia agradable dentro del negocio. Resultaría inoportuno decirle que no se fuera, porque lo más probable era que tuviese cosas para hacer. Se separó unos centímetros de la ventanilla y se dio la vuelta mirando la parte central de la encantadora entrada que estaría abierta para salvar su vida, o al menos eso pensó al escuchar la voz del propietario. ¿Cuánto minutos le quedaban? Tenía su varita ante cualquier percance. Estaba siendo paranoica, y sobre todo estaba juzgando mal, pero no dejaba de tener buenas razones.
No le importó no mirarlo y negó con la cabeza, ya que no necesitaba su ayuda, sí ya había tenido la de Bolinda anteriormente. Por otra parte, no quería que él pensara que le temía., además que conocer la azotea sería una excelente idea. — ¿De verdad? —preguntó con cierto tono irónico en su voz—, sería fantástico conocer la azotea —comentó, esta vez resignándose a observar a su compañero de departamento.

~ OFF: ¿Cuándo va admitir tu personaje que muere por mi Kirara?(?)

 

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- Sí, podremos estar allí tranquilamente tomando algo mientras charlamos -dije confirmando mi propuesta.

 

La verdad era que no sabía qué tema de conversación entablar con aquella chica que todavía se mostraba recelosa conmigo, evitándome la mirada. ¡Pero si yo no había hecho nada! Sólo que Krumito era mucho Krumito y a veces sacada de sus casillas hasta a Zankas.

 

Dirigí mis pasos hacia las escaleras, indicádole a Kirara que me siguiera. Así le podría enseñar por encima cada planta, aunque cansara más.

 

- Espero que no te importe subir andando, así puedo explicarte lo que hay en cada planta -le comenté.

 

Subí algo inseguro, rasgo no muy frecuente en mí, pero que con Kirara me afloraba al no saber cómo tratar con ella para que dejara de pensar que era una mala persona. Además, me rabiaba mucho, porque en parte sí había matado animales, pero yo no había elegido mi condición. La culpa era de mi padre y odiaba sentirme como si fuera él.

 

- En esta planta cada puerta conduce a una sala de ensayo diferente: la azul a la de baile, la verde a la de grabación, la roja a la de interpretación y la naranja a la de música. Intentamos tener el equipo básico e irlo ampliando según las necesidades de los artistas que vengan.

 

Proseguí con el ascenso.

 

- En esta planta está la academia. Tiene, como puedes ver, las cuatro puertas de antes, y se alarga en dos pasillos, uno para el equipo docente y otro para el alumnado.

 

Seguí subiendo hasta llegar a la última planta, donde unas puertas de cristal se abrieron dándonos paso a la amplia azotea. A pesar de haber subido escaleras, no estaba cansado. Las habían hecho bastantes cómodas de subir.

 

- Y ésta, es la azotea. ¿Te apetece tomar algo? -la pregunté, conduciéndola hacia la barra, donde Mark esperaba.

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