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● Ars & Vita ● (MM B: 94346)


Adrian Wild
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Dejé que el director del Departamento de Transportes terminara de hablar, prestando mucha atención a sus palabras. Más burocracia, qué pereza. Aunque quizá sería una buena forma de comenzar la renovación del Ars & Vita. Es verdad que en su momento no quise abrir ninguna Red Flú ni nada parecido, pero ahora puede que me interesara lo que Dave me quería ofrecer. Me resultó realmente agradable y la sensación que su curiosidad despertó en mí fue de lo más placentera: quería ver el resto del local.

 

- Si le parece -empecé a hablar con tono sugerente contemplando su anhelante mirada; quién sabe, quizá tenía delante de mí a un gurú de las artes escénicas camuflado- le puedo ir enseñando el lugar mientras me explica exactamente cuáles son esos servicios que puedo contratar. En su momento no me paré a mirar las posibilidades, pero ahora que vamos a iniciar un pequeño período de reformas, quizá me pueda interesar alguno de esos servicios.

 

Si era un apasionado de aquel mundo, entonces el lugar que más le cautivaría sería el la gran sala cuya puerta quedaba a pocos pasos de donde nos encontrábamos. No sabía todavía cuánto podía atreverme con aquel hombre, pues su semblante no dejaba percibir más de lo que sus palabras indicaban, pero me gustaba investigar hasta inmiscuirme en lo más profundo de las personas. Era un juego que me divertía mucho, aunque siempre empezaba con cautela. Nunca sabías con quién te podías cruzar.

 

- Sígueme, Dave.

 

Iba a emprender el camino hacia la sala, cuando un papelito chocó contra mi cara nada más me hube dado la vuelta. Lo agarré antes de que cayese al suelo y miré al director departamental a modo de disculpa.

 

- ¡Wil, espero que esto no sea ninguna bromita vuestra!

 

En verdad me extrañaba, pues mi elfo no era para nada bromista. Pero no me fiaba tanto de Mark. Y menos si se había juntado con Bolinda. Leí el contenido del papel y mi ánimo volvió a florecer de nuevo, o más, porque ya estaba suficientemente emocionado con la idea de reinaugurar el negocio. Cye estaba cerca, o lo había estado. Tenía muchas ganas de hablarle del nuevo proyecto y deseaba que se uniera, aunque ya no fuera copropietaria del Ars & Vita. Me guardé el papelito en el bolsillo del pantalón y me percaté de que el hombre todavía esperaba.

 

- Por favor, discúlpame, pero debo enviar un mensaje -le comuniqué a Dave-. No tardo nada, ¿quieres tomar algo? Te pueden bajar lo que quieras de la azotea -miré a la recepción-. ¡Saburns! Manda que le traigan lo que quiera tomar el caballero y condúcele a la sala A. Ahora mismo voy.

 

El elfo se puso en marcha enseguida y tomó la mano del director departamental para conducirle a la sala indicada.

 

- Vamos señor, sígame. ¿Sabe que tenemos unos camerinos enormes y que los actores y actrices pueden tener el suyo privado? No creo que le pueda enseñar el del señorito Wild.

 

- ¡Ni se te ocurra! -contesté desde el mostrador de recepción, viendo cómo entraban ya en la sala.

 

Me había hecho ya con un pergamino, una pluma y tinta y redactaba con toda la rapidez que podía el siguiente mensaje:

 

Queridísima Cye,

 

me encuentro ahora mismo en el local y estaré durante unas horas aquí. Ahora mismo estoy atendiendo al director de transportes mágicos que me ofrece no sé qué servicios, pero en un rato estaré libre.

 

Te espero en la azotea para tomar algo y charlar. Dame media hora. ¡Que ni se les ocurra cobrarte! Si está Mark, le dices que vas de mi parte. Ese a no ser que oiga mi nombre la da igual las represalias.

 

Nos vemos en un rato,

Adrián.

 

- ¡Wilmo!

 

El pequeñín apareció de inmediato, esperando la órden.

 

- Mira a ver si Cye está por ahí fuera y dale esto. Si no, llama a Nix y que se lo entregue.

 

No dijo nada. Simplemente tomó el pequeño pergamino, lo enrrolló y en un chasquido de dedos desapareció. Le adoraba. Era tan diligente que a veces me daba hasta apuro pedirle las cosas.

 

Ay, Cye... Qué ganas tenía de verla y poder hablar con ella. Me había enterado no hacía mucho de su marcha de la copropiedad. Lo entendía perfectamente aunque me encantaba compartirlo con ella, pero demasiado que me había apoyado a pesar de tener mil negocios por su cuenta.

 

- Ostras, el director.

 

En pocos segundos estaba de vuelta con Dave, dispuesto a escucharle y ver su reacción al contemplar aquel mágico espacio.

 

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Todavía seguía apostada en las afueras del negocio, mirando como perdida en los recuerdos la fachada del local, hacia tanto tiempo que había conocido al Will, que se había convertido en su cuñado, amigo y socio, ahora solo cuñado y amigo, pero a la par de cada etapa estaban las vivencias acompañadas de las personas que rodeaban a ambos.

 

Cye seguía donde mismo, ahora con un bebe a bordo a unos cuantos meses de su nacimiento, fruto del matrimonio con Ishaya, quien seguía con sus idas y venidas de Londres, con sus compromisos en el Ministerio Francés. Ahora poco frecuentaba a Sagitas, por no decir que nada, otro suspiro escapo.

 

Bueno algo si había cambiado, se había aislado un poco, y aparte de su trabajo en el Ministerio las pocas horas que le quedaban las dedicaba a dormir porque así se lo exigía su cuerpo. A veces se sentía un poco sola, pero no podía culpar a nadie más que a ella misma. Por eso cuando las personas que de algún modo habían estado ligadas a ella y que representaban genuinos afectos reaparecían en el teatro de su vida, se emocionaba y trataba de vivir cada momento al máximo.

 

Frunció el ceño, ya habían pasado un par de minutos y nadie salía, tampoco tenía respuesta a la misiva que había mandado, ¿habría llegado al destinatario? o ¿habría terminado estampada en alguna parte donde nadie pudiera dar cuenta de ella? Se encogió de hombros dejando que el aire que había contenido escapara, tal vez sería mejor marcharse. Fue en ese momento que un elfo apareció para entregarle una nota.

 

Cye tomo el pergamino y lo leyó, de a poco con cada frase se le fue formando una sonrisa en el rostro, Adrian la recibiría, eso era más que suficiente. --Muchas gracias, dice que me recibirá y que le espere en la Azotea, ¿me acompañas? Hace tanto que no vengo que seguro me pierdo-- dijo un tanto horrorizada recordando los múltiples espacio con que contaba el local.

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Me encontraba atendiendo cada una de las palabras de el señor Wild, que se veía muy emocionado por lo que estaba por hacer pronto, ahora más que nada no podía dejar pasar la oportunidad de aprovechar y en el momento oportuno ofrecerle los servicios para que no se negara.

 

Sin embargo parecía que ya era la emoción y seguridad del chico que incluso no le dejaba ni siquiera hablar para comentarlo lo que tenía para ofrecerle, sin embargo hubo un momento en el que me dejo a solas con un elfo para que él fuera a responder un asunto personal.

 

- Oh pequeño, me podrías traer una copa de vino tinto?? - Le sonreí a la criatura esperando que pudiera complacer con mi pedido, en el momento que no se opuso supe que tal vez lo conseguiría aunque de eso se tratara su vida. - Bueno veamos que tenemos por aquí - Me había dejado en un espacio donde se localizaban algunos camerinos, abrí la puerta de uno viendo lo extenso que era y en el instante me dieron ganas de entrar y probarme la ropa que estaba en ese camerino.

 

Pero no me deje llevar por mis instintos, por lo que cerré la puerta y seguí andando hasta donde me encontré parado frente a uno que decía Adrian Wild, me daba mucho interés ver su interior, sin embargo no pensaba que fuera lo correcto además no sabía que podría ocultar Wild, que le había indicado a su elfo que no me lo mostrara.

 

Según recordaba tenía que llegar a la Sala A, sin embargo no sabía donde me había dejado el elfo, por lo que mejor me quede parado ahí esperando a que alguien apareciera a ayudarme o terminaría perdiéndose en el inmenso local, finalmente Adrián apareció y le sonreí al ver que volvía a encontrarse conmigo.

 

- Oh disculpa, es que tu elfo me dejo por aquí y no supe a donde tenía que ir, espero no te moleste - Le volví a sonreír mientras me sonrojaba al pensar que podría estar en un sitio donde no deberia - Pero bueno, sigamos nuestra platica, pues bien puedo ofrecerte el Hechizo Antiaparición este cuesta 800 Galeones, y no permite que nadie que no sea propietario o que tu lo permitas ingrese al local por medio de la Aparición, así que si desearan entrar deberán llegar hasta los límites de tu negocio, por otro lado contamos con una Red Flu, en esta te podrías comunicar con otros sitios por la red y los polvos flu, solo recuerda que para que esto suceda el sitio donde quieres tener comunicación también debe aprobar que estén unidos por este red y obviamente que cuenten con la Red -

 

Después de la gran explicación, quede con la garganta seca y el elfo seguía sin llegar con el vino que le había solicitado, por lo pronto me quede a la espera de que el chico pensara lo que acababa de decirle, y si así lo deseaba él que pudiéramos continuar con el tour que habíamos comenzado.

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  • 2 semanas más tarde...

Wilmo, elfo personal de Adrian Wild

 

A correr. La chica se alejaba lentamente, pero mis cortas piernas no cubrían tan rápido aquel paso. Cuando llegué a su lado, tiré de la blusa quee llevaba y le entregué la carta que quedó a la altura de su pecho. Ella, sorprendida, tomó el pergamino y su rostro se fue tranformando paulatinamente hasta mostrar una amplia sonrisa. Y entonces me pidió que la acompañase a la azotea.

 

- Claro que sí, señorita Cye. Será un placer.

 

La tomé de la mano y dirigimos nuestros pasos hacia la entrada del local de nuevo. Había sido una suerte haberla encontrado todavía en los límites del recinto.

 

- Adrian estará encantado de verla, está muy emocionado con las reformas y la reapertura.

 

Me tapé la boca con ambas manos, pues no sabía si en el contenido del mensaje iba ya la noticia o si Adrian había preferido esperar a estar cara a cara para contárselo a su antigua socia. Intenté evitar el tema y casi empujé despacito a la mujer hacia los ascensores. No le iba a hacer subir casi cuatro plantas. Una vez dentro del armatoste, pulsé el botón que nos conducía hacia la azotea.

 

- ¿Qué va a querer tomar, señorita Cye? Yo se lo digo a Mark. Siéntese en uno de los sillones de la zona VIP. -le indiqué, mientras esperaba su comando para ir a atenderlo a la barra.

 

Adrian Wild, con Dave en los cameerinos

 

Saburns apareció justo después de la explicación de Dave, que me ofrecía dos tipos de servicio. El elfo le entregó una copa de vino al hombre y antes de que desapareciera le paré apoyando mi mano sobre su hombro, lo que provocó que se girara hacia mí.

 

- Por favor, Saburns, dile a Wilmo que la reinauguración deberá llevarse a cabo la semana que viene, y que la fiesta comenzará el día quince por la tarde-noche. Luego cambio los carteles.

 

Me quedé durante unos minutos callado, frente al director de transportes y tras meditar la respuesta conseguí decirle:

 

- Está bien, solicitaré el servicio de Antiaparición, pero no necesito por el momento una Red Flú. ¿Debo acercarme al Departamento o podríamos tramitarlo desde aquí? Si quiere continuamos con el recorrido y en la azotea tramitamos todo acompañados de algo más que la copa de vino.

 

Entonces miré el espacio donde nos encontrábamos, justo en la sala entre los camerino generales y los privados. Definitivamente aquello había que cambiarlo, pues los camerinos privados debían tener su espacio más personal.

 

- Esto va a cambiar mucho... Y tiene que hacerlo en una semana -murmuré en voz baja, perdido en mis pensamientos a la espera de la respuesta de Dave.

 

Qué ganas tenía de ver a Cye y hablarle de todo aquello, y pedirle consejo.

 

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El elfo me había asustado un poco con la copa de vina, sin embargo disfrutaba la compañía de aquel muchacho a mi lado, era como si lo conociera desde hace mucho tiempo, en él había un gran carisma que además sumado a su entusiasmo por la reinauguración me hacía sentirme de sobre manera muy contento por haber visitado este sitio.

 

- Pues para que se hagan válidos los servicios, es necesario que te presentes en la Ventanilla Ministerial con el formulario lleno - Le sonreí mientras veía como el joven contemplaba mis palabras - Pero dime te puedo ayudar en algo para la reestructuración, me gustaría que esta visita no acabara tan pronto y si puedo apoyarte sería mejor - Observe que los camerinos no estaban en la mejor forma, o más bien en la mejor ubicación.

 

- Claro, continuemos con el recorrido - Le mostré una gran sonrisa, indicando que me encontraba totalmente a gusto con el recorrido que me estaba dando - Oye y podré conocer tu camerino? Andale sii? - Mis súplicas parecían de un niño pequeño, para conseguir su cometido - Sabes me gustaría conocer el camerino de un gran actor que de seguro lo eres - Avance por donde él me llevara, para continuar disfrutando de cada uno de los espacios.

 

- Y dime, tienes algunos socios? Espero que no sea muy entrometido de mi parte, es solo que tienes un gran espacio, eres un hombre muy lindo y ... - Me sonroje con ese último comentario que mencionaba - Me refiero a que... este... bueno, no sé si sería posible que mejor vayamos a esa azotea para ponernos de acuerdo - En ese momento lo único que quería era desaparecer, me sentía muy avergonzado, realmente era un chico muy guapo, pero el que se escaparan las palabras me hacía sentir mal, no sabría cómo lo tomaría el chico.

 

Capaz que después de eso me despidiera y no volviera a cruzar palabra con él, pero no podría volver el tiempo atrás y ahora lo único que podía realizar era atenerme a las consecuencias de lo que mis comentarios provocarán.

 

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Realmente era una suerte que el elfo la hubiera alcanzado antes de marcharse de las cercanías del establecimiento que ahora pertenecía totalmente a su cuñado y amigo Adrian Will. Aquellas criaturas siempre despertaban la simpatía en la rubia porque hacían de las peticiones y necesidades de sus amos su prioridad y se esforzaban al máximo por cubrir todos los aspectos, pero además eran tiernos en la mayoría de las ocasiones. El hecho de que ahora le hubiera tomado de la mano para guiarla al interior del local lo demostraba, así como también el hecho de no hacerla subir todas las escalera que sabia existían.

 

Al elfo se le había escapado algo de los futuros planes del mago y lo supo porque inmediatamente tapo su boca con las pequeñas manos, Cye en vez de aprovecharse de la situación, simplemente no hizo comentario alguno, no fuera a ser Wilmo uno de esos elfos que se azotaba cuando cometía errores, aunque era poco probable estando al servicio del Will.

 

--¿Esta cosa si está en buenas condiciones?-- pregunto pegándose a la pared metálica del monstro metálico --Soy claustrofóbica, si nos quedamos encerrados tendrás que usar tu magia para sacarme de aquí o mi bebe se va a enfadar con ambos-- aseguro acariciando con la mano libre su pequeña pancita.

 

Una vez en la terraza, el aire corría de forma confortante después de los segundos de encierro en el ascensor, ella asintió ante el hecho de que el tomaría la orden y se la haría llegar al tal Mark que asumía era el encargado de aquella parte del establecimiento. --Algo con mucho hielo y alcohol-- dijo bromeando para un segundo después corregir con un puchero en los labios. --Ok no, que sea un zumo de cítricos con mucho hielo picado, por favor-- no sería ella una buena madre si cediera a los deseos de tomarse una copita.

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Ah, claro, aquella maldita Ventanilla Ministerial. En realidad era mucho mejor que el sistema de antes donde tenías que recorrerte medio Ministerio hasta llegar a las oficinas correspondientes para hacer cualquier solicitud o papeleo. Sin embargo, tampoco había sido mucho el ahorro de tiempo, porque todo aquel recorrido en el que al menos conocías distintos Departamentos, ahora era suplantado por una larga espera en una larguísima cola en mitad del Atrio.

 

Fruncí los labios mostrando mi desacuerdo y mi pereza, y luego suspiré rendido. Habría que hacerlo, todo por un nuevo y próspero Ars & Vita.

 

- No tranquilo, seguro que tienes mucho trabajo, continuemos con el recorrido... Eh, no mi camerino no está muy presentable, está siempre todo manga por hombro y...

 

El muchacho insistió y no pude hacer caso omiso al halago que me había lanzado en referencia a mi vocación actoril, así que me resigné y le dije:

 

- Bueno, pero un vistazo rápido.

 

Abrí la puerta y, efectivamente, estaba todo revuelto y justo al abrirla unos bóxers aparecieron en el suelo. Lo metí todo a presión de nuevo dentro y cerré la puerta. Vaya bochorno.

 

- Hale, ya está. También se suele decir que las grandes estrellas son las más desordenadas, ¿no?

 

No sabía cómo salvar la situación, así que me atusé el pelo y le indiqué que me siguiera hacia arriba, al escenario. Subimos por unas escaleras muy estrechas que conducían a los bastidores y allí, salimos por el telón de fondo para llegar hasta el escenario, negro por completo y con un gran patio de butacas frente a él. Los focos estaban apagados y la luz de sala encendida.

 

Él comenzó a preguntarme si tenía socios y entonces, la atmósfera se condensó y sentí una presión enorme en el cuerpo. No sabría describir si era algo agradable o no, pero era una sensación que no recordaba haber tenido antes. ¿Aquel hombre, el director del Departamento de Transportes Mágicos, me acababa de tirar los tejos? Me giré y me encontré con sus ojos. Los miré con mirada atenta y los ojosbien abiertos y balbuceé algo ininteligible. Algo ocurrió en mi interior. Algo que jamás me había planteado.

 

Habían sido muchos los viajes, y pocos los romances. Tan pocos, que casi ni me había parado en aquella última temporada en conocer a chicas hasta ese punto, hasta la intimidad. Y aquí venía el quid de la cuestión. Siempre me había fijado en chicas, aunque conectaba con un montón de personas diferentes, fueran hombres o mujeres. Pero aquel coqueteo, aquella frase bonita y aquel sonrojo de Dave, encendió algo en mi interior que no sabría definir, que en aquel momento no pude identificar.

 

- N...no -tragué saliva intentando centrar mis palabras-, no tengo socios.

 

Como si no lo supiera, me sorprendí al encontrarme todavía mirándole fijamente a los ojos, y aquella toma de conciencia me hizo darme la vuelta repentinamente y comenzar a andar. Mi cabeza se aturulló. Había visto muchas relaciones, no era algo que me horrorizase; había aprendido muchas cosas de aquí y de allá, pero nunca había sentido algo así. Nunca me había desvanecido ante la mirada de un hombre.

 

Subí por las escaleras que llevaban a la primera planta, asegurándome de que el director ministerial me seguía y comencé a relatar casi como un autómata:

 

- En esta planta están las salas de ensayo y creación. Quizá se renueve. Los colores de las puertas corresponden a las áreas de trabajo: azul con baile, verde con canto, naranja es la sala de música y la roja con la interpretación.

 

Subí el resto de escaleras hasta la última planta y volví a relatar:

 

- Esta planta esta habilitada para la academia, todavía sin funcionar. Las puertas y salas son idénticas aunque se incluyen salas dde estudios teóricos, el despacho y la sala de profesores.

 

Fui hacia las escaleras que conducían a la azotea y las subí, intentando controlar mis pulsaciones que se aceleraban por segundos.

 

- Y esto, es la azotea -miré la copa de vino que todavía tenía Dave en la mano-, ¿quieres algo más para tomar? -y casi sin dejar que me respondiera dije acelerado-: Yo voy a pillar algo, estoy seco.

 

Entonces, al darme la vuelta de golpe, me topé con Cye que parecía que acababa de llegar también. No me había percatado antes de su presencia, pues no había apartado la vista del suelo y los sentidos del director que me seguía.

 

- ¡¡Cye!! -me acerqué a abrazarla y en medio del abrazo le dije-: Cuántas ganas tenía de verte, no sabes cuántas.

 

La solté y fue entonces cuando me fijé en su barriga.

 

- Pero, ¿cómo? ¡No me fijé en las clases! -mis ojos se iluminaron y mi cuerpo casi reventó por el cúmulo de sentimientos-. ¡Cye cariño, enhorabuena!

 

Entonces reparé en que Dave seguía detrás de nosotros y me giré hacia el, sosegando mi entusiasmo.

 

- Dave, director del Departamento de Transportes -aclaré mi garganta para intentar neutralizar mi tono-, esta es Cye, mi cuñada.

 

Vaya situación. Al menos tenía tiempo para pensar en lo que había pasado mientras Cye estaba ahí, y salía un poco del apuro de no saber qué responder ante el lanzamiento de Dave. De hecho, quizá fuera una buena forma de conocernos todos, sentados en los sofás y tomando unas copitas.

 

- ¡Mark, tres copas de hidromiel a la mesa tres VIP! -grité hacia la barra, donde atendía el elfo; entonces reparé de nuevo en el embarazo de mi cuñada-, ¡una sin alcohol, ya sabes!

 

Wilmo, que estaba junto a él, me preguntó con una seña si le necesitaba por allí y le indiqué con otro gesto que no, que fuera a prepararlo todo para las reformas. Con un asentimiento de cabeza que casi fue una reverencia (y menos mal que "casi", porque si la hubiera hecho lo mataba), desapareció.

 

- Vamos a sentarnos -indiqué yendo hacia los sofás rodeados de finas cortinas de gasa blanca.

 

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Se detuvo por unos instantes para apreciar la arquitectura de uno de los negocios del Callejón Diagón. Los paseos de fin de semana eran sus favoritos y los de su elfa que la acompañaba. En los cristales de la parte frontal del lugar podía verse una cálida escena que había dejado de ser familiar para ella debido a su ausencia por esos terrenos. Aun así, debía aprender a valorar cada momento y no lamentarse, no sabía cuándo podía ser el último día. Volvió a fijar su mirada hacia adelante con la intención de seguir caminando.


Realizaban sus pasos sin rumbo, ya que sólo era un paseo. No sabía cuál eran los intereses de la criatura ya que hacía semanas que no iban de compras; era una elfa que cambiaba de gustos rápidamente pero Sherlyn no la culpaba. Inclinó su cabeza para tener una visión más clara de su figura y para soltar unas palabras, pero quedaron en el aire al tiempo que ella la interrumpió para comentarle acerca de un local que estaba en la parte contraria a la que observaba.


« Debía estar bromeando» No hacían veinte minutos de la llegada de ellas a ese sitio que Blondie le pedía permiso para visitar un punto de encuentro donde había muchos elfos domésticos. Dejó que su ceño se frunciera levemente dejando que éste delatara su estado de ánimo. Debía comprenderla. Hacía tiempo que la pobre no salía a la luz del sol y no deseaba privarla de nada, ni aunque aquel día fuera diferente a la de su expectativa. Había creído que caminarían hasta que el sol descendiera.


— Puedes ir —cedió rápida y suavemente para impedir que su molestia se notara—. Pero no tardes.


Sus sentimientos disminuirían al transcurrir el tiempo pero su elfa no le perdonaría nunca si le prohibía algo tan simple como una reunión. Cuando la elfa se perdió de vista y no quedó rastro alguno de ella, se dedicó a volverse hacía una posición donde podía seguir observando las edificaciones. Aún no podía evitar que sus gestos demostraran su descontento y quizás había sido una de las razones por la cual sintió que su rostro se enfrió antes de que su cabeza pudiera codificar la imagen que debía haber visto.


Había sucedido todo en centésimas de segundos pero en su mente había sido interminable. Sentía sus ojos tapados por una capa viscosa y suave, mientras que su nariz sólo distinguía un agradable sabor a azúcar. Cuando la sustancia llegó a sus labios pudo comprobar que se trataba de crema, sólo era eso. Quizás, no era sólo eso, ya que podía oír una enorme risotada –casi llegaba al límite de parecer terrorífica-, perteneciente del causante de la situación.


— ¡Estás advertida! —Alertó el payaso, manteniendo un timbre de voz alegre—, debes tener tu sonrisa siempre dibujada en tu rostro.


Al tiempo que fue descubriendo la crema de sus ojos fue distinguiendo lo que le rodeaba. Tenía en frente una especie de comediante, debía ser un actor o algo similar, que había llevado su papel demasiado lejos. Ya no creía que los payasos nacían con esas características. En su infancia solía pensar que había un país donde nacían y se criaban, pero luego comprendió que sólo era una profesión.


— Oh, no había por qué —comentó limpiando su rostro con el pañuelo rojo que llevaba en su muñeca, para su suerte medía varios centímetros.


Una vez que detectó el lugar de donde salió aquel personaje su atención se centró en ese local. Tal como había imaginado, se trataba de un centro donde se realizaban artes teatrales y recordaba haberlo visitado en el pasado. Siguió escudriñándolo hasta ver el nombre de «Wild». Imaginaba que personas así siempre estaban detrás de todas las circunstancias extrañas. Tomó el folleto que el sujeto le entregó y se dedicó a invadir el terreno del enemigo –aunque no lo consideraba precisamente así-.


Antes de llegar a la entrada recordó el folleto. ¿Una Gran Mascarada? Aquello le llamaba su atención y parecía divertido.

 

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Apenas el elfo tomaba el pedido que debía llevar al encargado de la barra en la azotea cuando la presencia de Adrian la alcanzo, esta vez no estaba como en las clases, sino parecía nervioso, un poco introvertido, o quizás enfocado en lo que le estaba diciendo a la persona que le acompañaba, pues no iba solo. Eso fue lo que percibió mientras el dueño del establecimiento la descubría y se acercaba hasta donde ella estaba sentada, Cye por supuesto se puso de pie y recibió el abrazo, estampándole un beso en la mejilla, era su cuñado, su amigo, compañero de algunas aventuras, en fin una persona que gozaba de su cariño y confianza, cosa rara en esta última época de su vida.

 

--A mi también me encanta verte, fuera de clase, una que tendremos que cursar de nuevo, ojala juntos-- dijo la rubia, ahora cuando el Will se dio cuenta de su estado de gestación y la felicito la sonrisa de Cye fue total, su rostro se ilumino de una manera que toda ella irradiaba felicidad. --Muchas gracias, serás tío y espero que no muy ausente en unos cuantos meses-- agrego en tono de broma ante la ultima parte de su comentario, pues sabía que el mago había estado fuera de Londres por mucho tiempo.

 

En ese momento fue presentada con el mago que le acompañaba, la Lockhart extendió la mano en señal de presentación a la par que sus palabras informaron --Hola, Cye Lockhart-- y por supuesto no pudo callarlo porque se sentía orgullosa de esa parte de su vida. --Yo también fui parte de ese departamento durante mucho tiempo, incluso llegue a convertirme en la funcionaria más antigua del ministerio en conservar el puesto-- la verdad es que haber sido la jefa del área que tenía que ver con los encantamientos para alejar a los muggles, la planeación de competiciones en ese aspecto y parte del último torneo nacional organizado por ese departamento fue genial, sin mencionar que después se convirtió en directora del mismo. Iba a decir más pero el hecho de que Adrian cambiara la copa de hidromiel por una sin alcohol le pudo y se dedico a sacarle la lengua. Las tres personas que se dirigían a ocupar los sofás circulares, estaban ajenas a que en las afueras del local una bruja llamada Sherlyn estaba por entrar al maravilloso local.

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Las obras habían empezado. Todo estaba en marcha. ¿Que cómo lo sabía? Un gran martillazo resonó por todos lados y un fuerte golpe hizo que los cimientos del local temblaran. Miré a mis dos invitados y sonreí.

 

- Tranquilos, está todo bajo control -centré la vista en mi cuñada, a pesar de que había alguna fuerza que me obligaba a mirar a Dave-. De esto quería hablarte Cye: el Ars & Vita se está reformando y la reinauguración será el viernes, día 19 -mostré mi más amplia sonrisa, satisfecho con el anuncio, mientras tomaba mi hidromiel que llegaba justo en aquel instante junto a las otras dos copas que Mark entregó a Cye y a Dave-. Por supuesto, estáis ambos invitados y...

 

Wilmo apareció a mi lado haciendo que pegase un brinco con el que casi tiro toda la copa. Me informó que una joven estaba en la puerta del recinto y que no sabía si hacerla pasar o cerrar la puerta para todos debido a las obras inminentes. Añadió que ya había enviado una tropa de payasos y numerosos personajes circenses y teatrales a repartir los folletos ya modificados.

 

- Wil, te adoro. Gracias. En cuanto a la muchacha, iré a ver quién es... Quizá ella también pueda ayudar -dije levantándome y lanzandoles una misteriosa mirada a los atónitos presentes-. Ahora mismo vuelvo, dejo que se conozcan y hablen del trabajo compartido.

 

Emprendí mi camino con el dato de que Cye había trabajado en el Departamento de Transportes en la cabeza. Era algo que ignoraba hasta la fecha, pero me había venido de perlas descubrirlo para saber que al menos tendrían algo de qué hablar. De pronto se me cruzó en la mente la imagen del coqueteo de Dave de hacía apenas unos minutos, y algo volvió a removerse en mi interior.

 

- Adrian, basta. Ahora no es momento.

 

Llegué enseguida al hall y miré hacia la puerta. La figura que vi me hizo pararme en seco.

 

- Wil, ahora sí que me estoy replanteando que la dejes fuera...

 

Era Sherlyn. ¿Pero es que aquella chica no tenía otra cosa que hacer más que seguirme a todos lados? Siempre me la encontraba en mi camino, fuera donde fuese. Ni si quiera en las clases me había librado. Menos mal que tenía la seguridad de que ella había aprobado y no me la encontraría de nuevo en la repetición de la clase.

 

Sin embargo, me fijé en que entre sus manos tenía uno de los carteles que anunciaban la mascarada. Quizá había venido para informarse sobre aquello. Era una invitada del Ars & Vita, no podía dejarla fuera. Y quizá lo de la ayuda...

 

- Hola, Sherlyn. Pasa, estamos de reformas, pero creo que serás la última que entre hasta la reinauguración.

 

Le indiqué que entrase y antes de que pudiera articular ninguna palabra, le pedí que me siguiera. Ante su clara tirantez dulcifiqué mi actitud.

 

- No temas, vamos a la azotea. Están allí Cye y el director del Departamento de Transportes, les he dejado esperando para recibirte. Sólo quiero que te unas a nosotros.

 

Emprendí el camino de vuelta y una vez en la azotea le indiqué que se sentara en el sofá junto a Cye. Yo me senté en un sillón al lado de Dave y tomé de nuevo mi copa.

 

- ¿Te pido otra? Es hidromiel -le pregunté a la nueva invitada suavizando al máximo mi tono.

 

Llamé a Wil, que rondaba todavía por allí y le pedí que me subiera uno de los carteles para enseñárselos a los presentes y terminar la frase que había dejado a medias cuando mi elfo apareció para informarme de la presencia de Sherlyn. En escasos segundos, y tras mi primer sorbo a la copa de hidromiel, apareció con un rollo entre las manos. Lo cogí dándole las gracias y lo extendí ante la mirada de Cye, Dave y Sherlyn (la cual ya tenía el suyo).

 

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(Pincha en la imagen para más información)

- Como ya sabéis, en unos días el Ars & Vita reabrirá completamente renovado. Ya hay un equipo de... -pensé en todos los personajes que me había dicho Wilmo- seres repartiendo estos carteles por Ottery y el Callejón, pero toda ayuda es poca, así que... -aquí venía lo indecoroso-: os agradecería que ayudarais en el reparto si vuestro tiempo os lo permite.

 

Silencio.

 

Un sorbo de hidromiel. Otro. Otro.

 

- Ejem... Sin compromiso ni presión, ¿eh?

 

Estábamos a nada de la reinauguración y ya tenía la sensación de que íbamos retrasados.

 

OFF

 

@ @ @@Sherlyn Stark

 

Obviamente es una majaradería que se me ha ocurrido por si tuvieseis un hueco para ayudarme a pasar por todos los tópics posibles del Callejón y de Ottery. Querría empezar el lunes la fiesta y todavía no hay nada entregado (soy un desastre, lo siento).

 

Lo dicho, sin compromiso, sólo si podéis y queréis. Si es así, avisadme para repartir trabajo y no postear dos en el mismo sitio ;) Si no podéis, nada, de verdad, sin problema :3 Demasiado berenjenal jajajaja

Editado por Adrian Wild

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✤ Viajero de la noche ✤

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