Kiosko: Una mordida rapidita (MM B: 95066)

[Only Marauder]

* Flashback, unos minutos luego del incidente.

 

Sonó como un latigazo cortando el viento la aparición del mago adulto, a quien no se podría reconocer ya que su rostro era cubierto por una máscara de luz que arrojaba destellos sobre la ropa que vestía e incluso teñía de un tono platinado su cabello. Se había acercado sin mayor tardanza al interior del local donde se agachó a la altura de el cuerpo de una chica caído; de la varita que sujetaba el mago salió una sombra plateada sin una forma definible, que se perdió al instante. Él mago sujetó las muñecas [Gabixclusivy Rambaldy Tao] y acompañados de un sonido semejante al que había ocasionado la aparición, ambos dejaron de estar allí al desaparecer.

 

** Elfos del local; Horas más tarde.

 

-Si, ahora tiene el mismo color que tenía antes....

 

Era el comentario del elfo junto a la entrada del local, quien observaba como el letrero de la ya reconstruida fachada, volvía a lucir el nombre del local y del lado izquierdo el dibujo de un cono de helado. La elfina, que en esos momentos se acercaba hasta s u compañero, giró en redondo al escuchar el sonido de una tetera en la cocina, acudiendo enseguida a la estancia tras la barra. Unos pocos segundos después dejó de sonar la tetera, casi al tiempo en que el elfo dedicaba una reverencia a tres turistas extranjeros que tenían a bien entrar en el local, muy seguramente para tomar algo antes de continuar scon sus compras, dos de los tres eran brujas de mediana edad que cargaban una bolsa en cada mano.

[Valent]

Estaba un poco confundida, que había un ataque... no, que eran unos odefos tontos, ains T.T ese era mi opinión, no la situación de este momento o quizá la mera realidad (¿?). Un zape era lo que me faltaba, esta ocasión era de suma importancia y yo ahí buscando bajo la mesa algún resto de pizza aún comestible, ¿Soa? Ni idea de donde estaba, pero ojalá que no le pase nada malo, mientras no coma el queso que tenía ahí la seguiría amando.

 

Traté de levantarme del lugar donde estaba arrodillada y me golpeé con la parte inferior de la mesa. Con los ojos dando vueltas y viendo dementores arremolinándose alrededor de mi cabeza salí a duras penas de mi lugar de encuentración-de-comidas escondite. Bah, yo no soy de esconderme pero en este momento tomaré eso de excusa, que luego no vengan a decirme que soy una comilona. En eso acaricié mi estómago mirándolo dulcemente tal cual madre orgullosa.

 

—Ohh, ¡meseroo! ¡mesero, tengo más hambre! Una pizza por favor —pedí en voz alta acomodándome nuevamente en mi lugar—. Ains este lugar es peor que un lugar recién atacado —murmuré con ironía, aunque la verdad no estaba tan mal.

 

Verdaderamente en lo único que me fijaba era en la comida, si esta estaba rica todo el resto también esta rico(¿?). Miré a mis alrededores por si no encontraba alguno que otro chico sexy.

 

<Mikael, ya debo ir a visitarlo a la Westrong. Luego lo hago>

[Gabyxlllsiby Rambaldi Tao]

Caminé lo más rápido que podía sin intentar aparecer raro en el Callejon Diagón. Aunque faltaban unos metros todavía ya podía ver el vistoso letrero del local: kiosko. El ataque de días anteriores no solamente había causado daño, sino que el local había sido destruido de gran manera. Esperaba que los elfos no hayan resultado lastimado y que hayan intentado arreglar el local.

 

Finalmente estuve ya en la puerta de entrada del lugar, estaba intacto y no tenía apariencia que había sido alterado el local. Esperaba que la noticia no haya sido esparcida y que aquello provoque una baja de los clientes. Me adentré en el local y sonreí o salude a algunos clientes frecuentes, además miré de un lado a otro esperando ver los demás dueños.

 

-Señorita Gabyxlllsiby ha regresado –expresó Queaton mientras con gran velocidad se dirigía donde permanecía

 

-Sí, ya extrañaba el lugar –expresé mientras sonreía –me alegro que el local este intacto

 

-Sí, los clientes han llegado normalmente

 

-Me alegro...

No pasó muchos segundos que una joven bruja levantaba su brazo para llamar la atención. Escuché la petición que era una pizza e hice un ademán con la mano indicando al elfo que le entregue su pedido. Un par de minutos caminé hacia donde estaba para entregarle la pizza.

 

-Sírvase... buen provecho, ¿necesita algo más? -finalicé

[Binny Evans]

Habían pasado pocas horas desde que estaba fuera del castillo Evans McGonagall y aún tenía el resto del día para disfrutar de las delicias que se ofrecían en el callejón Diagon. Miró el reloj de bolsillo que llevaba y aún faltaban dos horas y quince minutos para el mediodía, suspiró y se encogió de hombros al ver la hora, aquel día escapaba del regaño de sus hermanas y aún no podía volver al castillo por temor a ellas.

 

Deseaba con muchas ansias una taza de café muy caliente y una rebanada de pizza. Veces anteriores había devorado una pizza entera pero ahora solo quería moderarse y sobretodo hacer tiempo en cualquier local hasta la noche. Sacudió un par de veces los lados de su capa para quitar cualquier tipo de pelusa o migaja que hubiese arruinado su elegante conjunto y que la hacía lucir muy hermosa.

 

Aquel negocio los recordaba muy bien, pues fue el primero que pisó luego de una larga temporada fuera del mundo mágico. Aun podía escuchar la voz y las risas de sus amigos en aquella primera conversación mientras disfrutaban de panecillos y bebidas dulces. Sin más se introdujo en el negocio y se acomodó en una mesa. Miró el local y todo parecía estar igual de hermoso que la última vez.

 

—Buenos días, quisiera una taza de café y una pizza— dijo al elfo que se había acercado para atenderla —Lo más caliente que se pueda, por favor— finalizó al tiempo que el elfo había dado la vuelta para traerle su pedido.

 

Miró al lado de la barra y sonrió levemente al divisar las bancas en que alguna vez Andro y ella se habían sentado en su primer encuentro en el callejón Diagon, aquellos recuerdos la conmovian bastante y casi siempre que estaba en el local recordaba aquel día. Giró la cabeza a los pocos segundo y posó su mirada en los vidrio que dejaban ver el exterior. Si tenía fortuna aquel día podía ser que algún conocido suyo pasare por el local y aunque no fuese correcto hubiese insistido para que la acompañaran al menos un rato.

[Only Marauder]

-Buen día señorita.... – dijo conjuntamente al hacer la reverencia, antes de apartarse un poco.

 

Era importante fijarse en si algún transeúnte deseaba acercarse al kiosko, nunca se sabía si estos necesitaban de ayuda, sobre todo por el desconsiderado volumen de compras en ese mes; siempre era necesario estar atento a si un mago o bruja llegaba levitando bolsas o peor, cargándolas.

 

-Enseguida está su pedido mi señorita – aseguró, cuando los pasos de la elfina seguían su rumgo y el cedía el el puesto en algún modo, ya que quien llegaba con el pedido era Betty. Depositó entonces la caja con la pizza y acomodó desde una bandeja y con impecable orden la taza de porcelana con el café negro, así como lo que hiciera falta, servilletas, el recipiente que contenía los terrones de azúcar. Acomodó todo de forma que resultase de agrado de la señorita servirse, aún teniendo ambas cosas frente a ella, pizza y café, es que era una pizza lo bastante grande como para dos o tres personas.

 

-Que la disfrute señorita – deseó la elfina, haciendo una reverencia; Queathon se había retirado ya hacia la otra clienta, atnento en caso de ser llamado por una u otra persona.

[Akiza Ravenclaw H.]

Miré a mi alrededor, y bostecé. Estaba viendo desde una mesa el lugar, viendo si había clientes por atender. Además le pedí a ese elfo que me desobedeció la otra vez una jarra con jugo, para disfrutar la velada y esperar que clientes vengan para poder atenderlos. Tomaba lentamente el jugo mientras miraba las estrellas que aparecían en el firmamento. Sonreí era bonito ver aquél espectáculo, luego vi aparecer a ese elfo y mi humor cambió un poco pero le dejé que siga con su trabajo, a la final para eso servían, para servirnos a los magos y brujas del Mundo Mágico. Coloqué mis pies en una de las sillas y seguí bebiendo tranquilamente.

 

Esperé que mi hija haga su aparición y me moleste un poco, ya estaba acostumbrada, lo pasaba super bien con mi hija, aunque claro teníamos pequeñas peleas en especial sobre el trato de los empleados. Recordé que quería que firmara un trato con ellos, pero bueno esa era otra historia. De pronto me dio ganas de tomar un poco de bebida alcohólica, pero sabía que no le iba a encontrar aquí, así que mi idea se fue tal como apareció de mi mente. Así que seguí disfrutando un poco del jugo que podía tomar.

 

De pronto vi a unos clientes, que se sentaban en una de las mesas, así que me levanté y me dirigí hacia ellos, con una sonrisa. Cogí la nota para apuntar su pedido. Querían una pizza familiar, me dirigí a las cocinas y les ordené a los elfos que comiencen a trabajar rápido para esa orden y que lo hagan bien o sino podrían conocer mi ira. Al fin después de 5 minutos lograron obtener la pizza que necesitaba, y caminé lentamente con la orden, mientras que otro elfo traía los platos, cubiertos y salsas para la pizza.

 

-Aquí tienen, espero que lo disfrute.- dije con una sonrisa, y me dirigí nuevamente a descansar en mi mesa tomando jugo.

[Binny Evans]

La atención del local era como de costumbre pues la elfina Betty, que recordaba desde la primera vez que estuve allí y muy probablemente ella ya me hubiese olvidado, aparecía rápidamente a mi encuentro atendiéndome y recibiendo el pedido que había hecho para que luego de unos cortos minutos, talves dos o dos y medio, estuviese de nuevo con toda la orden lista y tan impecable como siempre.

—Muchas gracias, Betty— dije guiñándole un ojo.

 

Y luego de verla retirarse, levantar el primer trozo de pizza humeante y desprendiendo un aroma exquisito. Una primera mordida bastaba para alegrarme el día, aunque de todas maneras aun tuviese un poco de nervios de ser encontrada por alguna de mis hermanas y que me dieran algún tipo de sermón por andar provocando lio a causa de mis travesuras en el castillo Evans McGonagall. Por ahora seguía pendiente de la parte exterior mirando de rato en rato a través de las ventanas de vidrio.

[Patrick Colt]

- Hola Bínfeyd, ¿me recuerdas? - Sonrió el Ángel Caído que apuntaba a la Evans McGonagall que miraba a través de una ventana. Una sotana larga de color negro sería lo que la mujer, Aurora de la Orden del Fénix, apreciara justo cuando decidiera voltear a ver que Patrick Colt estaba allí, aguardando por algún paso en falso para descargarle encima las Artes de su Magia Oscura.

 

La mirada Marrón de Patrick Colt refulgió con potencia fijando que diez metros eran lo que separaba a víctima de victimario, una sonrisa condecoraba al final de su rostro, el gesto de villanía que refugiaba todo su semblante.

 

En su antebrazo izquierdo aguardaba la Marca Tenebrosa, lista para recibir la orden y realizar el llamado, mientras la varita de Alerce Gris se encargaba de apuntar a Bínfeyd para darle muerte en el momento justo y preciso.

 

- Vienes conmigo, ¿cierto? ¿o tendré que hacerlo a la fuerza? - la interrogó, siendo que éste había llegado hasta ahí cuando su caminata, desde el lugar donde había aparecido, el Callejón Diagon, lo desembocara en ese preciso punto de encuentro con la Evans.

 

El Ángel Caído y Comandante Mortífago aguardó la respuesta, estaba listo para darle muerte si era necesario.

[Lyra Katara Selwyn]

Tenía sueño, todavía era muy temprano o eso sentía yo para atacar un asalto, pero realmente tenía ganas de matar a alguien. Había recibido el llamado para entrar a un local, esta vez el Kiosko: Una mordida rapida.

 

Iba vestida como acostumbrada, antifaz, pantalón y playera de mangas cortas mezclilla negros y tennis. En mi mano derecha llevaba mi varita, al parecer Patrick ya tenía elegida a su victima: Bínfeyd Y. Evans Sóldez .

 

- ¿Podemos empezar a matarlo? - Pregunté.

 

Esperaba que salieramos de ahi con una presa al menos. Jugue con mi varita mientras miraba fijamente al fenixiano. ¿Irian a salvarlo? O harían como suelen hacerlo, dejarlo a su suerte.

[Patrick Colt]

Patrick Colt observó como sus camaradas aparecían en escena, sabía que el ardor de su marca tenebrosa se replicaría en los tatuajes de sus compañeros. Por ende, su mirada, de haber podido, se cristalizaría de emoción por el deceso que estaba a punto de ocurrir. Por lo que, bramando a sus mortífagas que acabaran con la Auror, decidió protegerlas a toda costa.

 

- Fuego Negro -

 

Era el inicio de su terrible magia en mortandad. Sus palabras parecían arrastrarse. Su mano zurda, cómplice de aquella invocación, fue la base para que las llamaradas de color negro se entrelazaran para crear la esfera de poder mágico. Aquel poder que de crecer lo suficiente, sería poderosa e indetenible.

 

Fuego Negro

 

Repitió fascinado por el poder y la seguridad de aquel hechizo, la misma sistemática se repitió. Una segunda esfera de llamas oscuras creció al lado de la primera para adquirir poder e inmunidad. Su katana de plata vibraba de emoción, se acercaba la hora cero para ser utilizada.