☀ ｡.:* Castillo Lestrange *.:｡☀ (MM B: 97133)

[Sol Lestrange Black]

El silencio se extendía más allá de mi cuerpo cubierto de una fina y fresca capa de sudor. El sutil ruido de mis pasos era lo único que intentaba combatirlo bajando aquella escalera la cual no parecía tener fin, amortiguado en las paredes de piedra negra. Me detuve un momento para tomar aire, mientras un escalofrió me recorría de pies a cabeza dándome una señal de peligro. Mi subconsciente intentaba alertarme, pero mi curiosidad era mucho más fuerte que cualquier miedo que mi prudencia pudiera asimilar.

 

Tenía un bajo recuerdo de mi infancia, gritos y lamentos que salían de aquel sótano, mientras Haydie intentaba por todos los medios evitar que me acercara apenas a aquella puerta, ni que decir a poner un pie en aquella escalera. Ahora aquello era diferente, era libre de ir y venir por el castillo, lo cual me permitía hacer y deshacer reglas a mi antojo.

 

Mi padre… aun ahora al pasar de los años podía cerrar sus ojos y recordar aquel rostro, sus ajos azul violáceos, su piel blanca, sus cabellos dorados, aquella perfecta nariz, sus cejas pobladas, de no haber sido mi padre podría decir que era un hombre sumamente atractivo, que podía darse el lujo de tener a cuanta mujer se le antojara, y vaya que así había sido.

 

Mujeres iban y venían por el castillo, y por mucho que se empeñara en mantener en secreto sus “aventuras” llego un momento en que eran tan evidentes incluso para una niña de diez años. Cuantas veces había entrado en mitad de la noche a su habitación en medio de una tormenta en busca de mitigar mi miedo y lo único que encontraba era una mujer entre sus brazos, había perdido la cuenta.

 

No podía imaginarle amando a alguien, incluso por mucho que intente convencerme a mí misma que me amaba, muy a “su manera” no podía creer que puedas hacer tanto daño a la persona que dices amar más en el mundo. Estaba agradecida de no haber heredado sus “sentimientos” y tener el lujo de poder amar en todo el sentido de la palabra.

 

Había conocido casi todos los tipos de amor. El amor a la familia, porque aun ahora y conociendo más que nunca la maldad de mi propio padre no lograba odiarlo, por mucho que lo intentara. El amor a mis hijos, incondicional e inquebrantable, definitivamente ellos eran la mejor muestra de que puedes amar sin esperar nada a cambio y dar la vida en el intento. El amor por mis hermanos un tema que aun después de tantos años calaba hondo en mi corazón. El amor en pareja, aun pese a no haber tenido la mejor de las suertes y haber pasado por varios fracasos, agradecía a cada uno en su momento el haberme hecho sentir única y amada.

 

El amor era un sentimiento muy extraño, cada persona tiene su particular forma de entenderlo y asimilarlo, de justificarlo, de expresarlo, pero en resumen amar es querer lo mejor para el ser amado incluso por encima de tu amor propio. Cada tipo de amor puede enseñarte algo diferente. El amor egoísta como el de mi padre, el amor incondicional como el de Sam, el amor obsesivo y compulsivo de Farkas, el amor tranquilo de Akiles, el amor sincero de Fokker, cada uno en su momento y aun ahora han hecho de mi lo que soy.

 

Llegue al final de la escalera sumida en mis pensamientos, me había olvidado un poco del objetivo, deseaba poder liberar aquella mazmorra de su desagradable recuerdo. Dolor y sangre eran ya parte de aquellas paredes. Avancé por el pasillo mirando aquellas rejas, imaginándome cuantos magos y brujas habían pasado por ahí, no dudaba en absoluto de que mi propia madre quizás hubiera acabado ahí sus días después de que Alexandre me hubiera apartado de su lado. Quizás esa era el principal motivo por el cual yo no podía ni acercarme.

 

Mi madre, no tenía ni un solo recuerdo, nada suyo, aunque seguramente mis cabellos oscuros y ondulados, así como el color de sus ojos habían sido su único legado. Durante mucho tiempo el saber de ella se había convertido en una obsesión, que mi padre de buena y mala manera se había encargado de diluir entre regaños y regalos.

 

Exploré un par de celdas con miedo, hasta llegar a una donde más que prisión parecía haber sido una especie de bodega para mi padre. En ella varios baúles estaban apilados contra las paredes. Libreros repletos de libros de dudosa procedencia y seguramente conociendo las “preferencias “ de mi padre no me aportarían nada bueno.

 

Abrí algunos baúles encontrando pergaminos viejos, pequeñas botellitas con líquidos de todos los colores posibles. Objetos extraños y por demás tenebrosos en su mayoría llenaban aquel sitio. Repisas enteras llenas de cajas de todos los tamaños. En un rincón apartado, pequeño baúl llamo mi atención. Atraída como por un imán me acerque y la tome entre mis manos, dentro de él, algunos sobres, pero lo que llamo más mi atención fue la foto de una mujer, su pelo ensortijado y obscuro y aquellos grandes y expresivos ojos de avellana chispeaban mientras sonreía.

No tuve que hacerme muchas preguntas, el parecido no dejaba lugar a dudas, la mujer de la foto era mi madre. Gire la foto y cualquier duda se aclaró en un segundo. Una dedicatoria, con una perfecta y hermosa caligrafía.

 

Para que nunca te olvides de mí y me lleves siempre a tu lado…

Con amor

Nina

[Samy Lestrange]

¡Booooooooom!

 

Una repentina tos atacó a la pelirroja cuando una nube de polvo se elevó desde los restos de lo que antes había sido una pared. Se aclaró la garganta con una sensación rasposa antes de comenzar a mover los escombros con magia, apartándolos de su vista. Se suponía que aquella pared faltante debía verse como una elegante arcada... Bueno, aún no había aprendido del todo a delimitar el daño de las explosiones, pensó observando el irregular resto de muro.

 

Samantha se paró en medio del salón mientras miraba su alrededor, calculando cuánto tardaría en deshacerse de todo aquello que la molestaba. Eliminar las cortinas y el escaso mobiliario fue sencillo, el fuego era la salida más rápida para reducir todo a restos irreconocibles. Todo tenía que ser reemplazado antes de la fiesta, tanto la distribución de la habitación como la decoración. Halloween era la perfecta excusa para darle una lavada de rostro a su hogar y a la vez satisfacer sus necesidades destructivas.

 

- Están tardando demasiado -les dijo a los elfos que cargaban con la nueva decoración y los accesorios. - No acabaremos a tiempo y mi madre se decepcionará.

 

Ella aún tenía que escoger un disfraz para la fiesta, aunque nada la decidía. Seguramente Sol ya tendría escogidos su vestido, maquillaje y hasta sus zapatos, aunque todo era variable hasta último momento. Samy no tenía esa facilidad de elección con los trajes, prefería centrarse en lo que mejor se le daba: destrozar el lienzo que era el castillo hasta dejarlo en blanco y reconstruir cada detalle hasta que estuviera satisfecha con su trabajo.

 

Quizás debería pedir a Haydee que rebuscara algún disfraz para ella, así podría dedicarse por entero a su tarea. Los jardines, el salón, las ventanas, incluso las escaleras debían verse como parte del escenario que se recrearía para la fiesta. Por suerte su madre se ocuparía de las invitaciones, ya que no tenía paciencia para ello. La comida y la bebida estarían a cargo de las capaces manos de Haydee, bajo la supervisión directa de Sol.

 

- Sólo esperemos que no haya "muertos vivos" ni hijos desconocidos en esta celebración, sería una pena tener que incendiar la casa de nuevo para eliminar las pruebas...

[Sol Lestrange Black]

Desde la habitación se escuchaban estruendos y el alboroto en el piso inferior, aquello no era algo que sorprendiera a aquella bruja sentada frente al espejo sonriendo. Estaba acostumbrada tanto al silencio como al alboroto que significaba tener a la familia en casa. A decir verdad, prefería que el castillo se viniera abajo lleno de gente a la tranquilidad del frío silencio.

 

Era buen momento para bajar y ver cómo iba la decoración, tras haber decidido hacer aquella fiesta, el castillo se había vuelto en un pequeño tornado lleno de vida impulsado por aquella pequeña brujita de pelo rojo.

 

Con elegante andar salió de la habitación lista para encontrar cualquier sorpresa que un poco de magia y muchos de los galeones podrían resolver, sabía perfectamente que podía confiar plenamente en su hija, si alguien en el mundo conocía a la perfección sus gustos era justo ella. Al llegar al final de la escalera encontró justo lo que imagino, un amplio espacio dispuesto para recibir a los invitados.

 

- Es perfecto…- dijo llamando la atención de Samy que nerviosa volvió la mirada hacia su madre- Nadie puede negar que tienes el toque Lestrange para el buen gusto, aunque sigo preguntándome de donde viene tu gen piromaniaco- bromeó la bruja acercándose a abrazar a su pequeña.

[Polyta Lupin]

La pelinegra se encontraba terminando de acomodar su cabello en una complicada trenza cuando el ruido de explosiones la hizo dar un brinco en el asiento. Sabía que se trataba de su prima haciendo de las suyas pero eso no evitaba que se sobresaltara con los ruidos, además no hacía mucho que Urian dormía y, con lo que le costaba conseguir que el niño conciliara el sueño, estaba rogando que no se despertara para tener un poco de tiempo para sí misma.

Miró hacia la cuna pero él seguía durmiendo tranquilamente, agradeció a Merlin que así fuese y se dirigió hasta el armario. Pronto celebrarían una fiesta y ella no estaba muy segura sobre qué usar en el evento; aún quedaba algo de tiempo para aquello, de momento tendría que pensar en hacer compras urgentes, su guardarropas era muy limitado y la mayoría de la ropa era de temporadas pasadas, lo que sin duda disgustaría a la siempre elegante matriarca. A fin de cuentas no podían culparla, el último año con suerte había podido dedicarse tiempo a sí misma porque era muy aprensiva respecto a con quién dejaba a Urian e ir de compras o a un spa con el niño resultaba casi imposible e incómodo.

Miró un vestido azul que se ajustada a la parte superior del cuerpo y caía hasta las rodillas, decidió que ese era lo bastante adecuado como para pasear en el castillo y lo suficientemente cómodo para no temer que un descuido revelara algo inadecuado, así que se lo puso con calma revisando su imagen en el enorme espejo de la habitación. Lucía bien, lo que era una mejora significativa con los últimos tiempos, el hecho de tener el cabello peinado como antaño le parecía especialmente reconfortante.

Su reflexión se vio interrumpida cuando sintió el llanto de su hijo, por lo que se apresuró a sacarlo de la cuna. Urian estaba precioso con su camisa verde a juego con sus ojos y el pantaloncito que lo hacía lucir tan elegante como un bebé podía. Ella tenía la manía de vestirlo como un pequeño caballero porque era su principito y debía lucir como uno. Con cuidado le acomodó el poco cabello que lucía y le dio un beso en la mejilla que tuvo por respuesta unas risitas y movimientos de bracitos que la hicieron sonreír, su hijo era sin duda adorable.

Lo miró, pensando en si sería adecuado bajar. Después de todo, no quería que viese a la pelirroja en plena acción. Su mente era aún impresionable y, después de las cosas que había dicho la Lestrange la última vez, no estaba segura de que fuese conveniente exponerlo a la genética familiar tan pronto.

Decidió que tarde o temprano veria el desastre, además con algo de suerte se le quedarían también los buenos modales de su tía abuela Sol,

a la que ella no veía hacía ya bastante tiempo. Tomándolo en sus brazos y cogiendo un pequeño bolsito con jueguetes se dispuso a bajar. Si necesitaba algo más, su elfo se haría cargo.

- Hola familia, ¿cómo están? - habló con voz calmada, saludando a las brujas y viendo cómo el pequeño se agitaba en dirección a su prima, gesto que la hizo sonreír al darse cuenta de que el pequeño era capaz de reconocerla.

[Sol Lestrange Black]

El pequeño coas causado por la pelirroja llenaba de alegría a Sol, acostumbrada a aquel ajetreo cuando la pequeña luz de sus ojos se encontraba en el castillo. Ambas tenían una gran adicción por cambiar el aspecto del castillo aunque Sam siempre usaba medidas mas extremas en cuanto a lo que ello implicaba.

 

Tras un fuerte y revitalizador abrazo ambas brujas contemplaron la obra. El lugar se veía mas amplio, unas cuantas luces por aquí, algunos lienzos de tela por allá, mesas y manteles elegantes darían al castillo aquel consabido aspecto de elegancia y refinamiento. Sol acomodo uno de sus rizos tras la oreja izquierda gesto muy característico en ella antes de puntualizar.

 

- Deberías dedicarte a la remodelación cariño, aunque quizás no para cualquier mago tus métodos sean los mas adecuados...- la mujer soltó una suave y cantarina risa que inundo el salón. Sus largas y espigadas piernas enfundadas en aquel atractivo y elegante pantalón haciéndole parecer una modelo recién sacada de la mejor revista muggle, acompañado del repiqueteo de sus tacones en la fría piedra la llevaron a un extremo para poder apreciar la obra de su pequeña revoltosa. En ese momento una nueva presencia apareció en el improvisado caos, su sobrina acompañada del pequeño Urian se hacían presentes en el castillo.

 

- Poly cariño...- se apresuró la bruja a saludar acercándose a ambos. Beso la mejilla de su sobrina y extendió los brazos hacia el pequeño muñeco que tras unos segundos de indecisión acepto la oferta de la bruja.- Eres un encanto de chico, creo que tienes el aire de tu abuelo...- comentó la morena con un dejo de melancolía acariciando las sonrosadas mejillas del bebe que sonrió como si comprendiera el cumplido- ¿Que les parece? Sam es toda una decoradora y destructora, lo cual me parece una extraña mezcla ...-

Editado 4 de Octubre del 2016 por Sol Lestrange Black R

[Samy Lestrange]

La pelirroja sonrió con alegría cuando su madre aprobó los nuevos cambios en la estructura del castillo. Definitivamente no tenía tiempo ya para más remodelaciones y era importante que la bruja diera el visto bueno para que la fiesta siguiera en pie. Esquivando como pudo a elfos y escombros, atrapó a su madre en un abrazo y se puso de puntillas para poder darle un beso en la mejilla como bienvenida. Por lo general no era tan difícil alcanzar a su madre, pero una bruja descalza no era competencia para los taconazos que la Lestrange lucía ese día.

 

- Con tantos seres extraños en nuestro árbol genealógico, creo que no es muy buena idea sacar a la luz el armario de los genes, mamy. Quién sabe qué podríamos encontrar. Creo que ya estoy curada de espantos.

 

Después de todo, nunca era bueno pensar que nada podía ser peor. Ya.tenían a Alexander y a Fokker en la familia, pretendía dejar su esquema genético en paz antes de descubrir que estaba emparentada con alguien aún peor. Se distrajo de sus pensamientos cuando Poly llegó con el futuro rebelde en brazos, haciéndola sonreír cuando vio los pequeños bracitos agitándose.

 

- ¡Bien! Ahora que todos estamos aquí, podemos decidir qué más necesitamos antes de la fiesta... - sacando de su bolsillo disimuladamente una barrita de chocolate y dándosela al niño luego de abrirla, se agachó para coger una ajada revista abandonada en el suelo. - Necesitaremos más decoración, aparte de lo normal. No lo sé, es Halloween, se supone que debe haber arañas y murciélagos, calabazas... y helado y manzanas envenenadas...

 

Ojeando la revista sin terminar de decidirse, pensó en la temática que habían escogido mientras seguía dándole vueltas a todo. Ya había cambiado los cuadros y retratos sesenta veces, hasta que había encontrado los que quería. Luego los tapices...

 

- Tal ver deberíamos buscar una de éstas - dijo mientras observaba una lámpara de araña gigante, con la forma de una delicada telaraña de cristal. - A propósito... ¿alguien sabe de qué se disfrazará? ¿Ideas? No se me ocurre nada...

[Sol Lestrange Black]

Lo mejor de las fiestas siempre era eso, estar rodeada de gente. Sol siempre gustaba de una buena compañía, era algo que nunca dejaría de gustarle. Si bien disfrutaba mucho de su soldad, la compañía especialmente de su familia siempre le llenaba el corazón. Sonrió al escuchar la pregunta de Sam, siempre iba un paso adelante, había pensado en cada detalle de aquella fiesta, obviamente conociendo a su pequeña luz poco aficionada a la moda, había pensado en algo perfecto para ella y quizás para Poly, aunque también conocía a su sobrina y era algo difícil de complacer.

 

- Tengo varias opciones...- afirmó la Lestrange mientras sonreía de manera picara- Vayamos a mi habitación y les mostrare algunos modelitos que logre conseguir...- sin dar tiempo prácticamente corrió hacia las escaleras y subió dispuesta a mostrar sus disfraces- Vamos niñas ¿Que esperan? - insistió al ver que el par de brujas la miraban algo extrañadas por su actitud.- No me miren así- dijo poniéndose las manos en la cintura- no tenemos mucho tiempo, una gran fiesta nos espera...

 

 

Minutos mas tarde la bruja estaba aun en su habitación, estaba casi lista, el tiempo corría y los invitados estaban por llegar. Se miro en el espejo, su disfraz iba muy bien con su personalidad, el maquillaje realzaba sus finas facciones, el cuero negro ajustado a su cuerpo le daba un toque mas sexy. Había sido una perfecta elección.

 

Todo estaba listo...la fiesta debía comenzar...

Editado 22 de Octubre del 2016 por Sol Lestrange Black R

[Mentita]

Candela Triviani

Servicios Administrativos del Wizengamot

Empleada

 

Ya caída la fría noche, Candela se dispuso continuar con su misiva. Estaba cansada, en su vida había visitado o pisado tantas mansiones, castillos, torres, jardines, terrenos, baldíos, etc. juntos. Esta vez su elfo la acompañaba, con una capa con capucha que lo tapaba de pies a cabeza.

 

— ¿Acá también ama? ¿Acá también hay que entregar esas cositas?

 

Chuck la observó ansioso, la bruja lo ignoró y continuó su camino hacia la entrada del castillo. De alguna vida pasada recordaba el apellido Lestrange Lupin, a su mente vino una mujer que supuso guardaba relación con aquella familia; pero nunca se había preocupado en averiguarlo, no le interesaba.

 

El elfo la seguía casi corriendo y recibió de mano de su ama una invitación sacada de su bolso.

 

 

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A los pocos minutos, Chuck ya había deslizado el memo debajo de la puerta de entrada principal y regresó junto a la Triviani. No preguntó ni comentó nada, sabía que la bruja lo ignoraría nuevamente.

[Sol Lestrange Black]

Una suave y cálida brisa se sintió en el ambiente, todo estaba sumido en oscuridad, una enorme cama cubierta por rojas sabanas de seda albergaba a aquella bruja de cabellos negros y rizados. Sol dormía plácidamente en la protección de su espacio. Aquel sueño no era recurrente, parecía más bien lejano, y más que un sueño era un recuerdo. En él un hombre alto de cabellos dorados le abrazaba sonriendo, mientras acariciaba su mejilla haciendo que su respiración se entrecortara.

 

De pronto algo la saco bruscamente de su placentero sueño, sus ojos se abrieron de golpe, sin que tuvieran una razón, la habitación estaba en silencio y en la oscuridad, todo parecía normal, solo su respiración y corazón agitado distaban de parecer “normales”.

 

- Solo un sueño, un sueño más…- dijo la bruja mientras se dejaba caer de nuevo entre las almohadas.

Habían pasado meses desde su última aparición, mínimas noticias y nada de su paradero, pero aquel día parecía sentirse más cerca, su recuerdo vivido estaba presente en cada una de las células del cuerpo de la Lestrange.

 

De la nada algo volvió a alterar sus sentidos, la puerta del balcón se abrió de golpe. De forma instintiva la mujer se puso de pie mientras tomaba su varita de la mesa de noche. El frío aire de invierno entro de golpe habiéndola estremecer, sus pies descalzos rozaron la suave alfombra mientras se ponía alerta lista para atacar.

 

Sol parpadeo un par de veces intentando enfocar, pero no hacía falta su cuerpo y todo su ser reconoció al recién llegado. Se arrojó a sus brazos sin pensar en nada mas, en ellos fue bien recibida, su sola presencia era suficiente para hacerla feliz.

 

- Me pareció mucho más lindo darte una sorpresa- alego el mago guardando aun la distancia, haciendo que aquellas simples palabras calmaran el primer impulso de ataque al reconocer su voz.– Y mira como me recibes…- continuo para entrar en la habitación con los brazo en alto.

 

- Eres un tonto…- musito la mujer antes de lanzarse en sus brazos siendo cálidamente recibida.

[Farkas]

Estaba de nuevo ahí en aquel castillo, pero esta vez era diferente, su mirada violácea fija en aquella puerta, que era lo único que le separaba de ella. Suspiro imaginándole. Su imagen lo lleno de una energía que parecía proceder solo de ella. Farkas había pasado gran parte de la noche despierto intentando encontrar la mejor manera de volver a aparecer en la vida de Sol.

Aquella “relación” distaba mucho de ser normal. Pero aun así era de las pocas cosas que lo hacían sentirse un poco humano. Dibujo una sonrisa en sus labios recordando el sabor de los labios de aquella bruja.

Una chillona voz lo abstrajo de sus pensamientos haciéndolo perder la concentración.

- El ama Sol estará feliz de verle.- Siempre le había parecido que la elfa de Sol era extraña, lo miraba de una manera que parecía ver más allá de su propio cuerpo.

- Eso espero …- susurro frotándose las manos con nerviosismo. Era tan extraño, aquella bruja lo hacía sentirse como un adolescente preocupado por el miedo a su rechazo.

 

- Adelante ¿Que espera? - la elfa señalo el balcón que daba a la habitación de su ama, Farkas sonrió agradecido, gesto que apenas duro un segundo.

 

Cerro los ojos y apareció en aquella terraza, definitivamente era la de la habitación de Sol, flores de mil colores se esparcían pese al invierno. El aroma de su perfume parecía estar impregnado incluso en las mismas flores. Se tomó su tiempo antes de tomar el valor para acercarse y abrir la puerta, quizás de forma más brusca de lo que habría deseado.

La puerta se abrió de par en par mientras en el interior una silueta femenina totalmente familiar se mostraba ante el, aunque como era de esperarse la mujer parecía confundida y dispuesta atacar.

 

- Me pareció mucho más lindo darte una sorpresa- expreso sin acercarse demasiado, conociendo el temperamento de aquella mujer primero debía cerciorarse de que lo reconociera.– Y mira como me recibes…- camino con paso decidido con las manos en alto en señal de paz, mientras el rostro de la bruja cambiaba del recelo a una flamante sonrisa.

- Eres un tonto…- balbuceo antes de correr a sus brazos. El demonio la atrapo guardando apenas el equilibrio, agradeciendo el entusiasmo de aquel recibimiento, con Sol jamás podía adivinarse su reacción. Sus delgados brazos enrollados en el cuello de Farkas y sus piernas alrededor de su cintura.

El estrecho contra su pecho sintiendo su calor, su perfume. La tomo de los hombros y la separo para poder mirarla más detenidamente. Beso su frente con un dejo de ternura que extrañamente conservaba a pesar de todo, era extraño sentir esa especia de tibieza en su interior cuando estaba con ella, era como un suspiro del pasado, algo extrañamente agradable.