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Librería "La Hermana Quisquillosa" (MM B: 98425)


Xell Vladimir Potter Black
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Escuchaba atentamente las palabras de mi prima, ¿bichos comiéndose los libros? Tendrían que ser mágicos porque si no, no me lo explicaba, en absoluto. Aunque la verdad desconocía completamente lo qué hacer con esos casos, ya que no había dado el conocimiento de Cuidado de Criaturas Mágicas.

 

Pero si estábamos en una librería seguramente debía de tener un libro sobre esas especies, se lo hice saber:

 

-prima, ¿pero no tienes una sección sobre criaturas mágicas? Seguramente en tus fabulosos libros debes de tener algo para saber qué hacer. Aunque a mí me recuerdan a esos bichos muggles que comen la madera y los libros, creo que lo llaman carcoma. Deberías de usar un insecticida potente para acabar con ellos, o con la agencia consultiva de plagas del ministerio ahí te lo harán saber –dije con un tono de duda, pero además de venir de visita de cortesía, tenía otro asunto que tratar con ella:

 

-además vengo por otro asunto, que te resultará bastante interesante y a mí me será de gran ayuda, pero tendría que ser en privado, aunque creo que querrás resolver esto antes ¿no? –le dije apuntando mi dedo hacia dónde parecía tener los problemas con esos bichejos.

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¡Pero si Heliké era sabia! Mi prima me estaba ofreciendo algo que tenía delante de mis narices y no había pensado en ella. Pero qué boba era, no pensando en eso. ¡Estaba en una librería especializada!

 

- ¡Claro que tengo una sección de libros sobre criaturas mágicas! ¡Un pasillo entero sobre ello!

 

¿Cómo es que no había pensado en ello?

 

- Vamos, vamos, prima, acompáñame - le dije, prácticamente tirando de ella hacia el pasillo de la derecha de la librería, lejos de la entrada. - Ayúdame a buscar.

 

Moví a Heliké hacia allá, a empujones de su brazo, pobre prima, en lo que se había metido... La solté en cuanto empecé a ver libros. ¿Cómo buscar esos gusanitos que teníamos? Contesté a mi prima sin dejar de buscar.

 

- ¿Karcome? ¿Qué come? - no entendía de lo que hablaba, de esos bichitos muggles. - Un insecticida estaría bien, pero tendré que ir a comprarlo, creo que en la tienda no tenemos. Y sí, ya le dije a la tía Sagis y a mami que estaría bien buscar a la prima Sunar, que es quien lleva esa parte de Criaturas en el Ministerio.

 

Encontré un libro y lo saqué para leer el índice. Pero la quedé mirando al ver que me decía que habláramos en privado.

 

- ¿Privado? ¿Por qué? Habla. Mami y tía están arriba, tardarán en bajar, creo que estamos en un lugar que nadie nos oirá.

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Mi prima enseguida se dio cuenta, a veces esa chiquilla parecía que se olvidaba en dónde estaba no pude evitar sonreír un poco, pero no lo hacía con maldad, en absoluto. Enseguida me arrastró del brazo a mirar la estantería en dónde tendrían libros especializados sobre el tema, pero al no saber la especie, poco podía ayudarle:

 

-pues la verdad es que sin ver a los bichos esos no sabría ni por dónde empezar, además que no tengo conocimiento alguno sobre el tema –respondí un tanto confundida. Seguíamos mirando los libros que tenía, la verdad eran bastantes para lo pequeña que parecía el negocio, aunque visto lo visto, con un toque de varita se podía ampliar muchísimo más.

 

Solté una pequeña carcajada, no pude evitarlo:

 

-no prima, carcoma, es lo que come la madera y los libros. Son unos bichos pequeños que si no se detiene a tiempo pueden producir muchos problemas –escuché atenta a lo que me decía y asentí con la cabeza:

 

-¡bien hecho! Además Sunar sabrá qué hacer con esos endemoniados, supongo que con un día de limpieza será bastante y no perderás a los clientes -le dije con una sonrisa.

 

Habíamos llegado al punto culminante al que había ido allí:

 

-está bien –empecé a hablar –hace horas fui atacada por unos mortífagos en la mansión Rambaldi, y resulta que uno de ellos es compañero mío en el ministerio, en el cuartel auror. Puedo decir perfectamente que eran mortífagos por los hechizos usados, como tantas otras los hemos visto, venía acompañado de una mujer que por la máscara plateada que llevaba no la reconocí, pero a él sí, se llama Andy Greyback. Si podrías me harías el favor de investigarlo. Bien puedo hacerlo en el ministerio, pero quizá correría bastante riesgo por ser atacada dentro de esa institución o incluso tener futuras visitas de estos “señores”. –Dije con un poco de preocupación –además creo que me he delatado un poco y espero que con eso no pueda poneros en peligro ni a ti ni nadie –le dije con una cara seria. Lo más seguro es que se asustaría y no era para menos.

Editado por Heliké Rambaldi Vladimir
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Por poco se me cayó el libro en las manos cuando me dijo que la habían atacado. Solté un respingo y después la miré de arriba a abajo.

 

- ¿Pero estás bien? Malditos...

 

Sabía que la prima Heliké se había salido del bando pero que la persiguieran precisamente ahora que ella había abandonado todo contacto con la Orden del Fénix...

 

- ¿Eran mortífagos? - qué pregunta más tonta, ella sabía distinguir a los mortífagos, por supuesto, siendo una ex-del fénix y trabajando en el Departamento de Aurores. - ¿Cómo reconociste a ese tal Andy Greyback? ¿No llevaba máscara?

 

¿De qué me sonaba ese nombre? Ahora mismo no recordaba.

 

- Díselo a los líderes, por fin tenemos una información que...

 

¿Pero qué decía? Heliké ya no le debía información a los líderes, ya no era del bando. Me mordí los labios e intenté pensar. Lo que tenía que hacer era...

 

- Denúncialo en tu oficina. Oh, mejor, ven a Accidentes. En la tercera planta pide hablar con Eledhwen, que te extraiga copia de ese recuerdo y preséntalo como prueba del ataque. Pide que haya presente un miembro de tu oficina, un cargo directivo. No sé si serviría la tia Sagitas, para que certifique que la extracción se hizo de forma correcta y que no presenta ninguna alteración.

 

Si funcionaba, tendrían una prueba veraz y comprobable contra aquel mortífago. Ahora respingué de nuevo.

 

- ¿Te delataste? Oh, vamos, primis. Lo que me preocupa es tu vida, no la nuestra. Ya sabes que los que somos miembros de la Orden no vivimos para siempre - y le sonreí. Era algo exagerado. ¿O no?

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Tal y cómo había temido ella se asustó bastante y le quité importancia al asunto con un movimiento de la mano…

 

-Estoy bien, pero no gracias a ellos, eso seguro.

 

Afirmé a su pregunta:

 

-Sí, lo eran, como siempre capas negras y máscaras plateadas, aunque este caso sólo una de ellas, una bruja –respondí –reconocí a Andy porque trabaja conmigo en el Ministerio prima, en el cuartel auror…

 

Hablaba de los líderes, ahora no tenía ninguna deuda con ella y menos mal, pero tenía que dar parte sobre lo ocurrido…

 

-No, prefiero mejor no denunciar no confío en la directora, se la ha detenido muchas veces acusada de mortífaga y creo que haré mejor lo que dices, visitaré ese departamento, creo que es lo mejor y así sabrán que no miento ni que ese recuerdo ha sido alterado –la miré dudosa, hablaba sobre un cargo directivo –por mí estaría bien, pero el único problema es que no confío en nadie, el único en Sebas, a veces pienso que estoy rodeada de mortífagos…

 

Parecía que estaba preocupada por lo que había dicho y no era para menos:

 

-Sí, me adelanté diciendo que Nurmengard era su prisión mortífaga y en teoría no debía de saber que era una cárcel, pero no me dio tiempo a más, porque enseguida dejaron de molestarme –respondí omitiendo el detalle de que me habían matado- y no exageres prima, tú tienes aún mucho que ofrecer, eres una Vladimir y perteneces a una de las familias más duras de Ottery –le dije con una sonrisa quitando hierro al asunto.

Editado por Heliké Rambaldi Vladimir
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- ¡Primis! Pero has de tener mucho más cuidado...

 

El nombre de la cárcel de los mortífagos no es que fuera un secreto. Mucha gente en el pueblo seguro que conocía que se llamaba Nurmengard, pero aún así, implicaba cierto conocimiento de alguna manera relacionado con los dos bandos. Normalmente, era un dato que sólo lo conocíamos los fenixianos o los que habían sido del bando. O los familiares, porque sabían que alguien de ellos había caído allá preso. Pero era algo que debía cuidar, ahora que no era de la Orden.

 

Me acerqué a ella, dejando el libro encima de una de las mesas de la biblioteca.

 

- Primis, mira... Has de vigilar el doble ahora. Antes te podían atrapar, pero tenías compañeros que te podían ayudar. Ahora estás sola. El bando tendrá más dificultad de entrar a ayudarte porque no tienes patronus para llamarnos. Por favor, cuídate, primis, has de tener mucho más cuidado.

 

Le tomé una de las manos. No sabía como decirle que me preocupaba, mucho, y que no entendía por qué nos había dejado.

 

- Te prometo que yo intentaré ayudarte siempre. Siempre, te lo prometo. Eres mi prima y no quiero que perdamos el contacto por ... eso...

 

Suspiré y le solté la mano.

 

- Y volviendo a lo de la denuncia... ¿Y si se lo preguntas a la tía Sagitas? Está arriba.

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Como siempre preocupándose por los demás más que por ella misma, nunca cambiaría ese aspecto, yo negaba sonriente con la cabeza…

 

-¿Tener cuidado dices? Los que deberían de tener cuidado son ellos, tengo mucho carácter ya lo sabes, y a la mínima exploto y no se lo voy a dar en bandeja, eso tenlo por seguro –comenté sonriente-.

 

Hablaba temerosa y no era para menos, esos mortífagos hacían de las suyas a la mínima y aunque tenía razón debía de tener mucho cuidado, pero seguro que ahora me dejarían en paz, aunque me vigilasen no tenía nada que ocultar, por lo menos no ahora.

 

Parecía que estaba a punto de echarse a llorar como una niña pequeña, con una mano levanté su barbilla y le dije:

 

-mírame -le dije mirándola a los ojos – sabes quién soy, he pasado por muchas cosas y esto no es nada, créeme, soy más dura de derrotar de lo que parece. ¿Qué no tengo llamado dices? Y quién te dice a ti que no ¿eh? –le dije con una sonrisa – además tengo recuerdos maravillosos que harían un gran patronus muy brillante. Y cuidado lo tengo siempre, recuerda que soy un ser de la noche, a mí me es difícil que me pillen –le dije guiñándole un ojo- aunque creo que más bien soy yo la que te tengo que cuidar yo a ti…

 

Parecía que las dos estábamos melancólicas, ni que nos fuésemos a morir… así que con un sonoro:

 

-¡basta Xell! No vamos a perder el contacto por nada, eso te lo aseguro. Además qué haré sin mi prima favorita ¿eh? –al final no pude más y tuve que abrazarla, la emoción pudo conmigo en esos momentos, y rara vez era la que mostraba más sentimiento que una sonrisa calida, no pasaba más allá de eso…

 

-nos cuidaremos ambas, pero no tengas miedo somos brujas, y gracias a la magia podemos hacer grandes cosas ya lo verás –dije después del abrazo y sonriendo…

 

-Lo de la denuncia, creo que es mejor tratarlo en el despacho de tía Sagitas me parece, en dónde nadie nos moleste, no lo digo por tu madre, pero es que no quiero que me acuse de que intento haceros daño ni a ti ni a la familia por viejas rencillas…

 

Parecía que todo volvía a su cauce después de ese momento de efusividad volvía a ser la persona que no tenía carácter o simplemente empatía. Solamente de una manera muy íntima y con mucha confianza podía demostrar lo cariñosa que podía ser, la última vez, había perdido bastante y no quería que pasase lo mismo estando en Londres.

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Con la frente en alto, caminaba resguardando sus manos en la innecesaria chaqueta de cuero que llegaba un poco más allá de las rodillas, como si estuviese protegiéndolo de un clima intenso. Y es que lo que restaba de la tarde, no planeaba desperdiciarla. Tenía la mente notablemente abstraída durante los últimos meses, y un buen libro resolvería aquellos males. Por ese motivo, me había frenado en La Hermana Quisquillosa, aguantando la risa por el nombre.

 

Me fijé que las luces estuviesen encendidas en el interior. No era oportuno visitar un local en el que sería de mala gana una visita, pues podría sospecharse un encuentro mortifago futuro. Pero escuché voces, y eso que estaba tras la puerta. Ese don, quizá, era el único que se había quedado en mi cuerpo luego de que la raza vampírica había tomado vuelo lejos. No tenía la certeza de hasta cuándo me funcionara, así que me dediqué a aprovecharlo en momentos así, inesperados.

 

"Toc, toc" y seguido de una campanilla mental -no estaba seguro de que existiera una-, pasé. Me guíe por las voces conocidas, esperando que no fuese una videograbadora muglle. Últimamente estaban muy de moda y temía que me cacharan en una de esas bromas que para mi gusto, más que divertidas, decepcionantes. No presté mucha atención a los libros; ya tendría tiempo y por lo pronto deseaba encontrarme con las chicas. Y cuando lo hice..

 

— Toc, toc — simulé el ruido, esperando no espantarlas. Con Heliké no habría problema, claro, porque era uno de esos eres que se asustaban cuando había que hacerlo. Sonreí a Xell, que me había quedado a unos cuantos metros. Había sido una sorpresa de mi parte presentarme, sin duda.

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La conversación seguía después de comentarle lo ocurrido en la mansión Rambaldi, tendría que pensar bastante bien en cómo dar los pasos correctos para no caer en mi propia trampa o delatarme por ser una ex fenixiana. Estaba tan distraída que alguien más entró al negocio de mi prima, ni siquiera había percibido su aura y menos escuchado sus pasos. Pero en esos instantes me puse en guardia, saqué la varita rápidamente del bolsillo y si no fuese que enseguida reconocí al mago le lanzaría un desmaius para dejarlo inconsciente.

 

¡Era Jank! Hacía mucho que no lo veía, después de mi salida de la Orden. Tenía que saberlo si fuese un mago oscuro el medallón brillaría y me indicaría que era un mago tenebroso, pero como pensé en esos instantes las viejas costumbres nunca se olvidaban y la rapidez a la hora de la defensa era fundamental.

 

-Oh, mis disculpas Jank –le dije un poco apenada por amenazarlo con mi arma mágica –ya sabes que las viejas costumbres nunca se olvidan. Lamento amenazarte con la varita pero bueno ya que estás aquí, quizás seas de gran ayuda, o los dos. –les sonreí a ambos, sabía que la información que le acababa de pasar a Xell ayudaría a la Orden a capturar a ese mortífago que me había atacado a cara descubierta, yo por mi parte lo haría en el cuartel auror del Ministerio de Magia con el proceso burocrático de hacer una denuncia.

 

-Bueno, ya que estás aquí, es mejor ir a un reservado, te parece bien ¿Xell? –le pregunté curiosa a mi prima, esperaba que tuviese una especie de despacho para hablar así más tranquilamente y en la intimidad.

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Sólo faltaba que tuviéramos una plaga en la librería. Yo no podía asegurar eso pero Xell se había puesto algo histérica. Mi cabeza, a la vez, le daba vueltas a todo lo que había hablado con Reena, sobre lo sucedido que había originado un falso recuerdo sobre lo sucedido en los Mundiales.

 

Aún le daba vueltas a su pregunta, a la que no había contestado. "-¿Estarías dispuesta a hacer el experimento conmigo?"

 

Era de respuesta difícil. Cualquier otra persona me la hace y le digo un "sí" categórico. Sin embargo, ahora trataba con mi sobrina y, además, con alguien de la familia que me era muy directa y muy querida. ¿Y si fallaba algo? ¿Y si Eledhwen tenía un día feo por lo que fuera y no lo hacía bien? ¿Y si Krumito le molestaba y le hacía perder la concentración?

 

Suspiré mientras sacudía el polvo que se acumulaba encima del estante a medida que los libros cedían a la voracidad de aquellos animalillos.

 

-- Sí, tienes razón, Reena, hay que avisar a Plagas o nos quedaremos sin libros para vender.

 

Y expresamente no le contesté a lo otro; tenía que pensármelo un poco, para saber si tenía la suficiente confianza en mí misma para no poner lela a mi sobrina. Pero como no era la única dueña del lugar, quería consultar a Xell si ella autorizaba también el llamar a plagas.

 

-- Hola, Heliké. Perdona la intromisión, quería preguntarle una cosa a Xell. ¿Te parece bien que llamemos a Sunar, de plagas, para que mire la planta de arriba?

 

Y fue entonces cuando me di cuenta que había un chico que no conocía. Arrugué el ceño. ¿Le conocía o no? Hum...

 

-- Guau, Xell. Este me gusta más como tu novio que no el John que tienes. Se le ve buena persona. ¿Me lo presentas? Bah, no importa, me presento yo sola. Soy Sagitas, tía de Xell. ¿Y tú eres...? Pero lo más importante, ¿tratas bien a las mujeres? Estamos buscando novio para Xell.

 

 

 

OFF:

 

XD, contesto yo porque me temo que Xell está de vacaciones hasta mediados de agosto.

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