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Librería "La Hermana Quisquillosa" (MM B: 98425)


Xell Vladimir Potter Black
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Ya se estaba acabando el mes de julio y eso solo podía significar una cosa: Se acercaba mi cumpleaños y el de mis hijas adoptivas. Danna, una compañera de trabajo, me propuso ir a pasear por el callejón Diagon y aprovechar para comprar algunas cosas que nos hacían falta. Además, ya tenía siete meses de embarazo y debíamos buscar ropa y juguetes para bebés. Danna guiaba a mi hija Marianna, mientras que yo iba guiada por mi hija Margaret, quien hizo que nos detuviéramos en seco, argumentando que había visto una librería muy curiosa. Dejé escapar un suspiro y sostuve firmemente mi bastón.

 

Ese día decidí dejar mi cabello suelto. Mi vestimenta consistía en una blusa blanca, una falda de color negro y unos zapatos blancos que me parecían bastante cómodos. Además, llevaba al cuello un colgante con mis iniciales sobre el escudo de la familia Gryffindor. Para terminar, no podían faltar mis aretes de oro y mi reloj negro de pulsera. Mis bebés comenzaron a moverse y sonreí levemente. Ya quería tenerles entre mis brazos y darles todo mi amor. "Esta tarde me parece algo extraña, no sé por qué". Dijo Yanel (Mi otro yo) en lo más profundo de mi cabeza. "Solo espero que no ocurra nada fuera de lo normal". Pensé.

 

-La librería se llama "La Hermana Quisquillosa". Estoy viendo una columna de libros que salen de una ventana y llegan hasta el suelo -Comentó Maggie, con aire divertido.

 

-¿Te apetece que entremos, Luz? -Preguntó mi amiga enfermera.

 

-¡Anda mami, di que si, por favor! Está haciendo mucho calor aquí fuera -Pidió Mariannita con voz suplicante.

 

-Está bien, vamos a entrar. Así aprovechamos para buscar unos libros que necesito que leas, Maggie - Sentencié. Mientras caminábamos, me puse a contar los pasos y segundos más tarde, ya estábamos frente a la puerta. Al abrirla, sonaron unas graciosas campanitas.

 

-Si gustan, vamos al mostrador y preguntamos por esos libros -Propuso Danna. Asentí con la cabeza y nos acercamos.

 

-Buen día. ¿Alguien podría ayudarnos, por favor? Estamos buscando unos cuantos libros -Pedí alzando un poco la voz, sin fijarme si había gente ahí o no.

~ LCG ~
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El tema de la denuncia por el ataque de Heliké me preocupaba mucho. Porque lo que decía mi prima era cierto. Ella era persona de mucho carácter y seguro que nada le daba miedo. Pero a mí sí, ella era... ¡Puffa, era mi prima, no quería que le pasara nada!

 

- Yo tampoco quiero perder el contacto contigo - ¡Me abrazaba! Heliké nunca demostraba sentimientos, que me abrazara era un auténtico milagro. La abracé bien fuerte.

 

Oh, el instante de efusividad duró poco, pues sentimos una voz masculina que nos saludaba.

 

- ¡Jank! - Me levanté y me acerqué a él, dándole un gran abrazo. - ¿Estás bien? Leí en El Profeta que te andan buscando. ¿Qué pasó?

 

Pero entonces me di cuenta que estábamos delante de población civil. Heliké ya no era del bando. Además, enseguida sentimos la voz de la tía Sagitas, quien quería preguntar algo de plagas. Sabía a lo que se refería. Pero después, sus palabras directas fueron tan sorprendentes que abrí la boca, sin entender el morro que tenía.

 

- ¡Tía! ¿Pero qué dices? - Sagitas le decía a Jank que si quería ser mi novio. - ¡Pero si yo tengo novio, aunque no te guste! Y Jank pronto se casará... ¡Tía, eres una caradura!

 

Si no supiera que se burlaba de mí, me habría sentido enfadada. Me puse muy roja, sí, pero sabía que Sagitas era una payasa.

 

- Anda, Jank, Heliké. Venir conmigo a mi despachito. Le haré un muffliato para que no escuches conversaciones ajenas, tía. Y me casaré con John aunque no te gusté - y le saqué la lengua. Después indiqué a mis amigos la puerta de mi pequeña oficina, que se accedía por la biblioteca. Allá nadie nos molestaría.

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Era imposible no reírse con la cara que había puesto Xell ante mis comentarios a su amigo Jank. Aunque después pensé que el muchacho, que no me conocía, podría pensar que era un poco fresca. Menos mal que Heliké y quienes me conocían sabían que yo era una indiscreta y graciosa tía que se preocupaba por todos y usaba las risas de forma continuada.

 

-- Bueno, bueno, os dejo solos -- les dije a los tres.

 

Acababa de sentir las campanillas de la entrada. Aquel sonido siempre me había parecido música celestial. Sentí el sonido de varias pisadas que se acercaban al mostrador y un tap-tap que me desconcertó. Aquel ruidillo... ¿dónde lo había sentido antes? Dejé a aquellos tres muchachos allá, ¿Xell me había sacado la lengua?, con una gran sonrisa aún por como me había presentado ante el muchacho, y salí a recibir a los clientes.

 

Fue una gran sorpresa reconocer a Luz. Era una amiga a quien había visto en una ocasión en la Floristería y en otra en el Estadio. Lo curioso es que no venía sola; la acompañaba una mujer que creo que era enfermera de San Mungo y sus dos preciosas hijas. Esto... sus dos hijas iguales. Pero una de ellas, como ella, también llevaba un bastón. Ese era el ruido que me había desconcertado, madre e hija usaban bastones guías.

 

-- Recóncholis, Luz... Bienvenidas a la librería de la Hermana Quisquillosa. Es una sorpresa veros por aquí. ¿Qué tal te va... la barriga? Aún me siento abochornada por no haberme dado cuenta el otro día cuando te vi. Mira que pensar que estabas gordita...

 

Y sonreí, aunque recordé que ella no me veía.

 

-- Estoy sonriendo, aquello fue un error garrafal por mi parte. ¿Venís de visita o queréis comprar algún libro? ¿Tal vez para tus lindas hijas? Perdona que no recuerde los nombres, ¿Marianela o Lucinda? De verdad, tengo una memoria de pez.

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No pasaron más de dos minutos cuando escuché que alguien se acercaba al mostrador. Ese aroma a canela me resultaba bastante familiar. -¿Sagitas, eres tú? -Pregunté un tanto incrédula. Cuando la escuché hablar, confirmé lo que estaba pensando. -Vaya, si no fuera por la voz y tu perfume... no te hubiera reconocido -Comenté, sonriendo ampliamente.

 

-¡Hola, señorita de pelo violeta -Dijeron mis niñas al mismo tiempo.

 

-Un gusto verla de nuevo, señorita Sagitas -Saludó la enfermera con voz amable.

 

-Bueno, como verás... voy bien, afortunadamente. Ya tengo siete meses de embarazo -Respondí a la pregunta de mi amiga. -No necesitas decírmelo, puedo notar que estás contenta con solo escucharte -Añadí, parpadeando un poco.

 

-Mami tiene razón, yo también supe que está contenta cuando la oí -Aclaró Marianna.

 

-Si, venimos a comprar algunos libros que mami quiere que lea -Informó Maggie.

 

-Estoy viendo algunos libros interesantes de comprensión lectora -Anunció Danna, caminando de un lado a otro.

 

-Hmmm... perfectos para que las niñas se entretengan. El problema va a ser para Marianna, no quiere que nadie le esté leyendo siempre las cosas -Puntualicé con voz seria.

 

-¿Qué opina de todo esto, señorita Sagitas? -Quiso saber la enfermera.

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Me reí, no a carcajadas, pero sí que solté una risa divertida al sentir como me llamaban las hijas de Luz.

 

-- Esta señorita de pelo violeta se llama Sagitas Ericen. Es un placer veros de nuevo, niñas.

 

Me gustaban mucho las hijas de Luz porque eran muy calmadas y educadas. Muy diferente de mi hijo Ithilion, que era un torbellino, lo tocaba todo y no podía tenerlo quieto en ningún lugar.

 

-- También me alegro de verla, señorita Danna -- le dije a la enfermera. -- Así que vuestra visita es meramente comercial. Y yo que pensé que veníais a ver a una amiga...

 

Volví a reír un poco y les hice ademán de que me siguieran, sabiendo que ellas guiarían a la madre y a la hermana que se guiaban por el bastón.

 

-- Cuidado con este pasillo que es algo estrecho. Las pilas de libros llegan realmente hasta el techo y parecen muy inestables. Pero no os preocupéis, pues están "colocados mágicamente" para que no caigan al suelo por mucho que les empuje alguien.

 

Llegamos hacia la zona de literatura infantil y me volví hacia el grupo. Señalé a la chiquilla que tan amablemente me había informado que los libros eran para que leyera ella.

 

-- Así que necesitas leer. ¿Algo concreto? ¿Qué edad tenéis, ocho, nueve años? -- y sin esperar a que me contestara, le señalé una hilera de libros en rojo y en azul. -- No sé qué temática os gusta, pero esta colección de libros es magnífica para mi gusto. Como profesional de la venta de literatura suelo recomendarla porque es de lectura fácil y amena y, a la vez, ayuda a los niños a recapacitar sobre lo leído. Se llaman "Vive tu propia aventura" y al final de cada página, hay una pregunta sobre lo que quiere hacer según la narración. Según la respuesta, le lleva a una página o a otra para seguir la aventura según la elección de cada uno. Así, las aventuras siguen el gusto personal del niño y si en algún momento el desenlace no le gusta, le da opciones a volver al momento en que la decisión fue la errónea.

 

Hablaba mucho, pero es que aquellos libros me encantaban y yo los usaba mucho en la Guardería por su alto nivel pedagógico, aunque los que yo llevaba para allá eran para el curso de los mayores, de 6 años.

 

-- Es una manera mágica de ser princesas, luchar contra dragones o ser la hechicera más grande del mundo sin moverse del salón de casa. También hay libros didácticos para aprender leyendo, como jugar al parchís, o aprender nociones básicas de magia o incluso para saber tejer vuestros propias chaquetas a vuestro gusto o como domesticar a lo micropuffs. Así que tendrás que decirme, Luz, qué es exactamente lo que buscas.

 

Y esperé su respuesta, para poder aconsejarle mejor.

 

-- Ay, ya decía yo que se me olvidaba algo -- dije, de repente. -- La colección roja y la azul tienen el mismo contenido; sólo se diferencian en el soporte de lectura. La roja es para leer sobre papel; la azul es audiolibro. No os creáis, hay muchos gandules en el mundo mágico y prefieren escuchar antes de leer un libro.

Editado por Sagitas E. Potter Blue

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sagitas rió cuando las niñas la llamaron "Señorita de pelo violeta". -Lo sabemos, pero nos gusta decirle así. Se oye divertido -Confesó Marianna, intentando contener la risa.

 

-Esperamos que no le moleste que la llamemos así, señorita Sagitas -Añadió Margaret, intentando no reír. Cuando una de las gemelas sentía algo, la otra también.

 

-En primer lugar, mi querida amiga... No sabíamos que trabajabas aquí, ni nada por el estilo. Yo sabía que tenías una florería, pero nada más -Comenté entre risas, volteando a donde pensaba que estaba la joven pelivioleta.

 

-Si, recuerdo que me lo dijiste una vez, Luz. ¿Es la de las tres hermanas, no? -Quiso saber la enfermera.

 

-Exacto, Dannita -Respondí a mi compañera. -Si gustas, Sagitas, podemos quedarnos a charlar contigo, al fin que ya casi acabamos de realizar los pendientes que nos hicieron pasear por el callejón -Agregué y sonreí.

 

-Ven, mami. Quiere que la sigamos -Anunció Maggie y caminé con ella. Danna le dio la misma información a Marianna y caminamos detrás de la chica, escuchando todas sus explicaciones. De repente, nos detuvimos.

 

-Zona de literatura infantil... Interesante -Murmuró la enfermera. -Hay libros rojos y azules. Me pregunto qué diferencia tendrán -Comentó.

 

-Las niñas tienen siete años, están a punto de cumplir los ocho -Indiqué a sagitas, que comenzó a hablar sobre unos libros que nos parecieron increíblemente geniales.

 

-¡Vive tu propia aventura! -Exclamaron mis hijas, asombradas.

 

-Los libros sobre nociones básicas de magia suenan bien -Dije con sumo interés.

 

-¡Audiolibros! ¡Siiiii! -Marianna estaba tan emocionada que comenzó a dar gritos de alegría, cuando la chica pelivioleta informó que había más de un soporte de lectura por libro.

 

-Así las dos podremos leer lo mismo y tú no tendrás qué depender de los demás -Dijo Margaret, igual de emocionada que su hermana.

 

-¿Estos audiolibros también son mágicos? -Preguntó Mariannita, a punto de llorar.

 

-No sabes qué buena noticia nos acabas de dar, linda. ¡Francamente no nos la esperábamos! -Exclamé con la voz un poco quebrada por la emoción.

 

-Qué agradable sorpresa, yo también estoy emocionada -Expresó Danna, contenta.

~ LCG ~
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La risa de las niñas era contagiosa. Así que respondí con la misma risa que ellas me contagiaban.

 

-- Prefiero ese nombre, chiquillas, antes que Sagis como me llama mucha gentes. Sagis es o-diooooooo-so. Me gusta que me llaméis señorita de pelo violeta. Pero soy casada.

 

Eso me sorprendió hasta a mí misma. Pocas veces decía que hacía casi un año que me había casado y seguía siendo la señorita Sagitas para muchos. También me sorprendió que Luz no supiera de mis ambiciones comerciales.

 

-- ¿De verdad no lo sabías? Vaya... Pues... Soy dueña de 19 negocios y mi sobrina me prepara el número 20. Tengo un imperio económico en Diagon. Casi puedo decirte que no hay un rama de negocios que no haya tocado.

 

Bueno, sí, había una pero no era adecuada para hablarla delante de niñas tan jovencitas.

 

-- La Floristería de las Tres Hermanas es mi segundo negocio en el pueblo. El primero fue el Circo. Y el tercero un restaurante que tuve que cerrar porque las otras dos socias desaparecieron del pueblo. Y ahora ya tengo 19, como os dije antes. Éste era de mi sobrina Xell Vladimir. ¿La conocéis? Tenía una socia pero también desapareció, con lo que su madre Reena y yo le ayudaos en el negocio.

 

Vale, ¿estaba sonando algo presuntuosa? Es que estaba orgullosa de mi trabajo en el pueblo a nivel comercial. Interrumpí mis autohalagos cuando noté que las niñas estaban contentos con los libros que les ofrecía. Y el sistema audio libro le encantaba a una de ellas. ¿Sería Marianita? Siempre las confundía.

 

-- ¿Mágicos? ¡Claro! -- contesté a su pregunta, entusiasmada. -- Podéis comprar el mismo libro en los dos sistemas y así aprender juntas y compartir juntas la misma aventura, sin retrasos.

 

Hasta yo estaba feliz por poder ayudarlas a compartir la magia.

 

-- Veamos, nociones básicas de magia... Creo que...

 

Saqué un libro rojo y azul con el mismo título: "Fernando, el aprendiz de Mago. Magia elemental para niños de 8 a 10 años". Creo que este ejemplar os encantará. A ver como empieza...

 

Pasé mi varita por el libro azul y de repente, una voz dulce empezó a sonar en el aire de la librería:

 

"Fernando se consideraba un chico normal a quien le pasaban cosas curiosas. Que las plantas crecieran cuando él ponía la mano, o que lo perdido apareciera ante su mano cuando los llamaba era insólito, pero no pensaba que fuera porque él era diferente. Hasta que un hombre con barba le saludó un día, quitándose el sombrero en señal de respeto y le dijo: "Buenos días, Mago Fernando".

 

¿Mago? Aquel hombre se equivocaba. Él era Fernando, un chico normal a quien le sucedían cosas curiosas, pero no mago.

 

"Eres Mago. Un gran mago. Sólo necesitas practicar. Si quieres probar tus poderes conmigo... sólo tienes que pasar la página."

 

Apagué el libro. Mejor no continuar o desvelaríamos muchos secretos.

Editado por Sagitas E. Potter Blue

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Después de mi falta de tacto apuntando a un ex compañero de bando, enseguida vino mi tía Sagitas, no pude evitar echarme a reír por el comentario que hizo. Tenía muchas ocurrencias desde luego, pero dudaba que mi prima Xell le hiciese caso en algunas de ellas como le comentó mi familiar.

 

Al parecer las noticias volaban que Jank estaba siendo buscado ¿por quién? Solamente en ese momento tenía un nombre en la cabeza. De eso estaba segura.

 

-Jank si realmente pusieran alguna denuncia, yo me enteraría, soy la jefa de ese departamento no pueden buscarte sin una denuncia expresa, y en el Profeta no vi quién daba el aviso o ningún departamento para que se pusieran en tu búsqueda. Aunque haya dejado el bando cuentas con mi apoyo –le dije sonriendo.

 

En ese instante vinieron una madre con unas chiquillas, nosotros mientras nos dirigimos al reservado, al final de la biblioteca y me giré al observar que era atendida por tía Sagitas. Y aún así llevaba firmemente agarrada la varita dentro del bolsillo, estaba nerviosa y no sabía el motivo.

Editado por Heliké Rambaldi Vladimir
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Sagitas nos comentó que era casada y se puso a hablar sobre los negocios que tenía. Todo era bastante interesante, sin lugar a dudas. -Bueno, a ver qué día visitamos el circo. Quizá cuando mis bebés estén un poco más grandes -Reí con diversión.

 

-Sería divertido ir al circo -Añadió Marianna.

 

Después de habernos emocionado con la noticia de los audiolibros, Sagitas sacó un ejemplar (O eso creía yo) sobre nociones básicas de magia. -Son dos, uno rojo y otro azul -Explicó Margaret.

 

-Fernando, el aprendiz de Mago. Magia elemental para niños de 8 a 10 años. Me gusta el título -Comentó Danna en un susurro.

 

Una voz dulce se dejó escuchar en la librería, contando el principio de la historia de aquel aprendiz de mago. Por un instante, me perdí en mis pensamientos y vino a mi mente el recuerdo de mamá Laura, momentos antes de morir. Ella empezó a explicar que yo era realmente una bruja y platicó parte de mi historia. Cómo me encontró cuando yo tenía dos años, cómo conoció a papá Arturo y cómo hacía para guardar el secreto de que las dos teníamos magia, etc. De pronto, un par de vocecitas y un beso en la mejilla me hicieron volver a la realidad. Respiré profundamente y volteé a todos lados, recordando inmediatamente que no me iba a servir de nada.

 

-Aaaah, Fernando -Dijeron las niñas al unísono y dejaron escapar un suspiro.

 

-Al rato no van a parar de nombrarlo. Fernando para acá, Fernando para allá... -Comenté entre risas.

 

-Me gusta ese libro -Expresó Mariannita con voz soñadora.

 

-Debe ser más que interesante -Agregó Maggie, en el mismo tono de voz que su hermana.

 

-Creo que si tomamos la decisión de comprarlo, tendremos qué vigilar a las niñas para que no lo lean mucho -Opinó la enfermera, intentando contener la risa.

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Otra vez la risa fluyó de mis labios, al sentir a la niñas suspirando por el nombre de Fernando. Era emocionante ver sus caras juveniles ilusionadas por la lectura.

 

-- No, mujer. Lo contrario... Que lean mucho y que aprendan los principios de la magia con Fernando. Todas hemos sido jovenzuelas y hemos sentido la magia de la lectura -- protesté entre risas.

 

Tomé otro libro, esta vez en material escrito, para leer los títulos de la colección.

 

-- Pero si no quieres correr riesgo, también hay otros títulos como "Catalina, la elfina que no sabía freír un huevo. Manual de magia para quehaceres domésticos", que enseña a los pequeños a usar la magia para hacer las camas o sacar el polvo y ayudar en casa.

 

Estaba segura que este libro no les parecería tan interesantes a las niñas.

 

-- O este otro, "La princesa Rebeca no quiere crecer", donde enseña la magia de los primeros cambios en las niñas para pasar a ser señoritas. O "Las mascotas del Reino", donde dos ranas se convierten en humanos por un uso indebido de la Magia y han de vivir una aventura con sus dueños para volver a su estado normal...

 

Pero algo me decía que las niñas iban a escoger a Fernando.

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