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Nate Weasley

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Todo lo publicado por Nate Weasley

  1. Nate Weasley

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    Y aquí vamos otra vez. Nick: Nathan A. Weasley ID: 106737 Libro de Hechizos: Libro del Equilibrio Justificante de compra del Libro (Link a la bóveda trastero): http://www.harrylatino.org/topic/107596-boveda-trastero-de-nathan-weasley/?p=4956663 Rango Social: Orden de la Cruz Dorada Nivel de Magia: XXI Fecha aproximada de aprobación EXTASIS o de salida de la Academia (versión anterior): Agosto de 2010 Link a la Bóveda: http://www.harrylatino.org/topic/84203-boveda-de-nathan-weasley/ Link a la Ficha: http://www.harrylatino.org/topic/84160-ficha-de-nathan-weasley/
  2. - Ya, ya Croient, prometo que será la última vez. - le dijo Nathan a su elfo doméstico, que lo seguía desde cerca mientras se abría paso en la planta baja del Magic Mall en búsqueda de una preciada criatura para su colección - En el mes. - se apresuró a agregar, a sabiendas de que esa era una promesa que podía cumplir. De todas formas, tenía que cuidarse de gastar tanto hasta percibir los próximos ingresos de sus negocios y de su trabajo. Ni se molestó en observar la muestra de criaturas que había allí, conocía todos y cada uno de los ejemplares de cuando había trabajado detrás de aquellas ventanillas no mucho tiempo atrás. Se salteó la parte del paseo sabiendo que su elfo apreciaría aquello y se dirigió directamente hasta el mostrador principal, donde tras revisar la disponibilidad de las criaturas que quería adquirir, tomó un formulario y lo rellenó diligentemente con sus datos para luego enfilarse detrás de un comprador y esperar su turno. - Buenos días, me gustaría adquirir estas criaturas. - dijo en cuanto fue su turno, deslizando el formulario a través de la ventanilla. * * ID: 106737 Nick: Nathan A. Weasley Nivel Mágico: XXI Link a la Bóveda Trastero: Bóveda Trastero Link a la Bóveda de la cual se hará el descuento: Bóveda Fecha: 2016-06-22 Nombre del producto: Runespoor Objeto, Criatura, Poción, Consumible o Libro de Hechizo: Criatura Mágica Catalogación: XXXX Puntos por unidad: 80 P Precio: 4000 G Nombre del producto: Glumbumble Objeto, Criatura, Poción, Consumible o Libro de Hechizo: Criatura Mágica Catalogación: XXX Puntos por unidad: 40 P Precio: 2000 G Precio total: 6000 G Total de Puntos: 120 P En caso de comprar una criatura, colocar el Rango Social del Comprador: Orden de la Cruz Dorada ID: (no es necesario el link al perfil) Nick: con link a la ficha Nivel Mágico: Link a la Bóveda Trastero: (en caso de poseerla) Link a la Bóveda de la cual se hará el descuento: Fecha: aaaa-mm-dd Nombre del producto: Objeto, Criatura, Poción, Consumible o Libro de Hechizo: Catalogación: (colocar cantidad de A, X o P respectivamente) Puntos por unidad: Precio: Nombre del producto: Objeto, Criatura, Poción, Consumible o Libro de Hechizo: Catalogación: (colocar cantidad de A, X o P respectivamente) Puntos por unidad: Precio: Precio total: Total de Puntos: En caso de comprar una criatura, colocar el Rango Social del Comprador:
  3. @ xDDD Ay es que me encantó esta que tengo, por eso quise otra, pero ya que... no te hagas problema *.* En ese caso, vamos a invertir las cosas aquí y te dejaré que tomes las riendas tú. -Emergencia firmera- Diseño [Firma | Avatar | Banner]: Firma y Avy Texto: NATHAN Especificaciones [Forma | Colores | Fonts |Características del personaje]: lo dejo todo a tu bello criterio *.* La font, si queda bien, en mayus. Espero te sientas mejor, leí por ahí que andabas enferma así que bueno, espero ya haya pasado *-* Saludos!!
  4. Ajustar correctamente su telescopio estaba probando ser una tarea más difícil de lo que hubiese indicado en un principio y el hecho de que se encontrasen en el medio del mar a merced del movimiento del oleaje marítimo no ayudaba demasiado. No parecía recordar mucho la técnica de enfoque que le habían enseñado en sus primeros años de Hogwarts antes de que le diesen la opción de dejar de tomar clases de Astronomía, lo cual había hecho gustoso. Incluso más chistoso le resultaba que en sus posteriores encuentros con la disciplina, donde se la había pasado leyendo sobre estrellas y constelaciones hasta adquirir un sólido nivel de conocimiento, siempre había ignorado la parte donde le enseñaban a calibrar los telescopios. No dejes para mañana lo que puedes hacer hoy, que al final, tarde o temprano tendrás que hacerlo. >> le hubiese dicho su madre, y en ese momento la frase venía como anillo al dedo. Afortunadamente y luego de un par de intentos, pudo enfocar correctamente su telescopio y ahora el cielo nocturno se desplegaba ante aquellos lentes con perfecta nitidez. Ayudaba mucho que el bote hubiese dejado de moverse y que el movimiento de las olas parecía haberse calmado un poco ahora que estaban lejos de la orilla. Escuchó la contestación de su profesor y su explicación respecto de la Omicron Ceti, que al parecer estaba a punto de encontrar su destino final, algo que no ocurría muy a menudo. Frenético, Nathan buscó la constelación con su telescopio, hasta que finalmente encontró el astro rojizo. Y entonces ocurrió, duró tan solo unos segundos y luego desapareció, pero se vio tan claramente que la boca de Nathan se abrió involuntariamente en señal de completa admiración. El astro había emitido un destello rojizo intenso y luego una onda expansiva se materializó en torno a ella para finalmente desaparecer tan rápido como había aparecido, luego de lo cual ya no quedó nada más que el cielo azul oscuro para contemplar. Pasaron unos cuantos segundos hasta que Nathan finalmente retiró la vista de su telescopio, más comenzó a guardarlo cuando el profesor dijo que era la hora de regresar. Si bien había observado algo fascinante, su contenido estomacal aún se revolvía ligeramente por el oleaje marítimo y no podía esperar a estar sobre tierra firme nuevamente. Miró a su compañera, Cissy, quien había sido apuntada capitana del barco para regresar. - ¿Lista? ¿Quieres que analicemos los cielos o simplemente utilicemos un encantamiento brújula? - le inquirió, para luego alzar su mirada al cielo - Estoy seguro de que podemos encontrar las osas.
  5. Por alguna razón que aún no llegaba a dilucidar completamente, la voz de la arcana conseguía calmarlo un poco. Claro, no podía ignorar el hecho de que estaba a punto de iniciarse en lo que probablemente sería la aventura más compleja de su vida, pero si que la presencia de la mujer lo hacía sentir, si no a salvo, como si todo iba a salir bien. En el transcurso de las últimas semanas, durante su primer encuentro con ella y en los días posteriores a él, había meditado mucho sobre lo que él había aprendido y sobre todo lo que ella le había enseñado, sólo para llegar a la conclusión de que aquella mujer le había devuelto una parte de sí mismo, una que había perdido hace mucho tiempo. Observó el Anillo del Aspirante, que la mujer sacó prácticamente de la nada, y lo contempló fervientemente en las manos de la Arcana mientras esta le daba lo que parecían ser las últimas indicaciones y advertencias. A esta altura podía sentir como su corazón latía con mayor inotropismo y como su frecuencia respiratoria aumentaba. Levantó temerosamente la vista para enfocar sus ojos en los de la mujer, sólo para encontrar consuelo y ánimos en los de ella, mientras extendía su mano para tomar el Anillo del Aspirante, una amalgama de varios cristales que resplandecía débilmente contra la luz. Asintió levemente a manera de comprensión ante las palabras de la mujer mientras contemplaba fascinado su enorme vara de cristal, la cual se materializó desde el aire en las manos de la Arcana, y el hechizo que salió expedido de esta. De inmediato, y por acción de aquel encantamiento, el portal mágico se abrió enseñando una vorágine de colores chillones que hipnotizaron por unos segundos al Weasley antes de que este se colocase el anillo y mirase por última vez a la arcana. - Sea cual sea el resultado, muchas gracias. - dijo Nathan, sonriéndole, para luego darse vuelta y a paso decidido, sin dudar un solo segundo, atravesar el portal. Duró tan solo unas milésimas de segundo, un universo de color lo rodeó mientras todo su cuerpo se sentía electrizado por la cantidad de energía mágica que estaba contenida en aquel recoveco del espacio. No llegó a disfrutar de aquella espectacular sensación que, así como había comenzado, terminó y todo a su alrededor se volvió negro por otra milésima de segundo, para finalmente tomar la morfología y las características de un lugar que conocía perfectamente, un lugar en el cual había estado mucho tiempo atrás. Lo primero que le llamó la atención, sin embargo, fue su Anillo del Aspirante que comenzó a emitir un resplandor anaranjado y una fuerte vibración que se expandió por todo su miembro superior. Nathan alzó su mano derecha, en cuyo dedo anular descansaba el anillo, para contemplar con mayor nitidez el efecto. La vibración se hizo progresivamente menos intensa y el resplandor se apagó un poco, para finalmente quedar en un estado de tranquilidad en el cual el anillo todavía brillaba. Le tomó unos cuantos segundos más deducir que el anillo finalmente había sido activado, y que ahora verdaderamente estaba en conexión con la Arcana, quien lo esperaba al otro lado del portal. Miró a sus alrededores, a su derecha se encontraba la vera de un río en el cual circulaba un cauce azulado y sin turbulencia, lo cual le permitía reflejar el intenso celeste del cielo que se desplegaba encima de ellos. A su izquierda y por delante y detrás de él, se abrían las inmediaciones de un enorme bosque con una vegetación poco desarrollada y abrumada por el frío invernal, que había acabado con las hojas de gran parte de los árboles y había hecho que la mayor parte de la fauna que allí vivía se retrajera a sus refugios. Lo más destacable, sin embargo, no era la naturaleza sino una pequeña cabaña que yacía a tan sólo cincuenta metros de él, entre los árboles. Era una cabaña de un solo piso, con unas cuantas ventanas iluminadas y una chimenea humeante. Pero no era cualquier cabaña, era aquella en la cual pasaba sus vacaciones junto a su padre y madre cuando el era pequeño, antes de que su padre los abandonara, antes de que su madre lo abandonara a él. Antes, cuando el mundo era un lugar mejor para él y no había tenido que ser víctima de la desidia de las relaciones humanas. Temeroso, caminó a pasos largos en dirección a la cabaña, olvidando por completo que estaba dentro de una prueba y de que se suponía que debía actuar con mayor cautela. Solo quería ver a su padre y a su madre una vez más. Solo quería, por una vez más en su vida, sentir la felicidad que le producía verlos. Finalmente subió los escalones y posó su mano en el picaporte de la puerta principal; creía poder oír un par de voces dentro, era la voz de un hombre... ¡esa debía ser la voz de su padre!. Acto seguido escuchó un gritó ahogado, pero no era un grito de felicidad, fue un grito tan agudo y tan desgarrador en su corta duración que los vellos de la nuca se le erizaron, y supo que no estaba a punto de ver una escena feliz.
  6. Observó primero como ambos alumnos ejecutaban el encantamiento correspondiente antes de adentrarse cada vez más en las oscuras aguas del lago negro, haciéndolo él mismo unos segundos después de que ellos se hubiesen sumergido completamente. El frío lo rodeó completamente, de manera tan abrumadora que por unos segundos todos los músculos de su cuerpo ardieron a forma de queja, más en cuanto los mecanismos termorreguladores de su organismo tomaron el papel principal, comenzó a doler cada vez menos hasta que se convirtió simplemente en una sensación. Respiró a través de la masa de aire contenida dentro de la burbuja que había convocado, observando todo a su alrededor y siguiendo a sus alumnos quienes afortunadamente habían aceptado el reto de tomar el protagonismo en esta clase. Para su sorpresa, el Gryffindor tomó la mayor iniciativa convocando una especie de masa gaseosa que siguieron por unos cuantos minutos, hasta que finalmente llegaron a donde el Merabet había querido llevarlos en un principio. Se trataba de dos formaciones rocosas que se fundían en una especie de cueva. El francés decidió liderar la marcha esta vez, y tras conjurar una luz en la punta de su varita, se adentró en las penumbras de la cueva en búsqueda del famoso interruptor. Tanteó las paredes hasta que finalmente lo encontró, se trataba de una especie de perilla circular parecida a la de los hornos muggles, la cual giró inmediatamente para escuchar un click que anunció la puesta en marcha del mecanismo. La entrada de la caverna se selló por una roca que ascendió desde el suelo y que se unió a los extremos de ambas vertientes en perfecta sincronía, y desde entonces el agua que quedaba en la cueva fue drenada lentamente hasta que simplemente quedó un medio ambiente aeróbico en el medio de un enorme lago. - Bienvenidos, queridos alumnos, a la cueva de las mil gotas. - les dijo a sus alumnos, una vez se hubo quitado el casco - Lo felicito señor Gryffindor por esa impecable herramienta que conjuró, este es un lugar sagrado de cuya existencia muy pocos saben, pero que fue diseñado y ocultado por magos hace ya varios siglos. - agregó el francés, dándose la vuelta y mirando hacia lo más llamativo de la caverna - Eso, alumnos, es una Acquitas Maraguinis. - se trataba de una única planta con un bulbo único que salía de la tierra y del cual partían cuatro tallos, cada uno de los cuales era coronado por una inmensa flor con forma de cúpula de color violáceo. - Existen muy pocos ejemplares de esta planta en el mundo, algunos piensan que menos de veinte, pero lo importante es que fue nombrado por el hechicero del agua, quien era un tanto egocéntrico dado que puso parte de su nombre en ella. Maraguin Kayser fue un renombrado herbólogo del cual muy pocos saben, así que confío que esta es la planta que buscamos. - dijo el francés - Debemos llevar esta planta hacia la superficie, ¿alguno hace los honores de tomar una masa de tierra, sin cortar sus raíces?
  7. El momento había llegado mucho más rápidamente de lo que el Weasley había pensado originalmente, dado que tan solo días atrás había abandonado aquel pueblo ruso al cual la Arcana lo había llevado con la consigna de aguardar pacientemente hasta que el momento de iniciar la prueba llegase. Sin embargo, a pesar de que había tenido en mente esperar semanas, se sorprendió gratamente cuando la invitación se apareció frente a él una mañana de Junio. Ni siquiera se preocupó por no estar preparado, sabía que de todas las cosas que podía hacer, ninguna lo ayudaría a sentirse mejor respecto de la prueba. - Allá vamos - dijo, en cuanto se apareció en los ateneos correspondientes de la Universidad Mágica, a donde había sido citado. A pesar de concurrir frecuentemente a la Universidad en su labor como docente de conocimientos, nunca antes había visitado aquella parte de los terrenos de la vieja institución mágica. Se trataba de una especie de isla rodeada por una sustanciosa masa de agua que escondía en su núcleo una alta pirámide que podía ver a lo lejos acompañada de una espesa vegetación que la rodeaba en sus trescientos sesenta grados y que complicaría la llegada del Weasley a la misma. Suspiró por lo bajo mientras se acercaba a la isla, a sabiendas de que esta aventura no sería tarea fácil. Pasaron unos cuantos minutos hasta que finalmente llegó al borde de la isla para encontrarse con que el lecho de agua que lo separaba de la orilla opuesta y de la isla propiamente dicha tenía unos dos metros de ancho. Hizo unos pasos hacia atrás, decidido a pegar un buen salto para lograr llegar al otro lado sin mayor problema, cuando notó la presencia de una oscura criatura mágica en la superficie del agua, cuyos tentáculos emergían y desaparecían violentamente en la superficie del agua. Nathan los había visto en su clase de Cuidado de Criaturas Mágicas: un Kappa. El initié recordó todo lo que sabía sobre aquellas demoníacas criaturas: se alimentaban de la sangre humana, la cual gustaban de extraer por medio de estrangulamiento de las víctimas que caían sobre las aguas que habitaban. Oriundas originalmente de Japón y Mongolia, aquellas criaturas no se encontraban en su hábitat natural, pero estaba seguro de que la magia de la arcana que lo había convocado hasta allí sería lo suficientemente poderosa como para hacer que ello fuese insignificante para la criatura: su poder se vería intacto y no daría margen de error. Después de todo, él estaba allí para demostrar su valía. - ¡Reducio! - dijo sin más Nathan tras pensarlo durante unos momentos, apuntando con su varita hacia la criatura, que se encogió tres veces hasta tener el tamaño de apenas un frasco. Con aquella amenaza fuera de su camino, Nathan saltó el lecho de agua y llegó hasta el otro lado de la isla aterrizando en cuclillas para aminorar el impacto del golpe sobre sus rodillas. Miró hacia atrás, observando como el Kappa emitía un ruido desagradable a modo de queja por haber perdido una potencial víctima, más siguió caminando en dirección al bosque, acercándose cada vez más hasta la pirámide que sabía era su objetivo final... allí debía llegar si quería comenzar la prueba; allí debía llegar si quería convertirse en un verdadero animago. El tiempo se volvió como arena líquida, dado que quince minutos pasaron rápidamente hasta que el Weasley llegó a un claro en el medio de aquel enorme bosque cuya vegetación crecía de manera atemorizante en densidad con cada paso que daba. Allí, su camino se vio obstaculizado por una gran barrera cuadrilátera de hielo que se extendía perpendicularmente al suelo desde este hasta el cielo, haciendo que fuese imposible para Nathan pasar hasta el otro lado. Un obstáculo más... Piensa, ¿qué puedes hacer aquí? Debe de haber una salida >> se dijo. En aquel momento lamentó no transformarse en un halcón, dado que eso lo llevaría fácilmente hacia el otro lado. No obstante, estaba seguro de que si originariamente su forma animaga fuese un halcón, Sulukk hubiese encontrado la forma de ponerlo a prueba al igual que ahora. Pensó también en la posibilidad de cavar un hoyo hasta el otro lado y saltear la barrera de ese modo, pero los coyotes no eran animales que se distinguiesen por su habilidad de cavar, y estaba seguro de que no sería tan fácil. Una vez más, tendría que recurrir a la magia pero.. ¿cómo destruír aquella barrera de hielo? - ¡Incendio! - soltó, con la varita apuntada hacia la barrera. Una bola de fuego salió expulsada de su varita e impactó contra la barrera, más cuando el efecto del hechizo desapareció, ésta no había cedido ni un centímetro - ¡Confringo! ¡Bombarda! ¡Diffindo! - uno tras otro fue soltando hechizos, solo para encontrarse con que aquel tipo de magia era inútil... necesitaba algo más poderoso, pero la animagia en este caso sería inútil, ¿qué podía utilizar? La respuesta llegó a su mente antes de que el segundo pasase... magia Uzza. - ¡Salvaguarda Mágica! - gritó, y su cuerpo se volvió etéreo y carente de sustancialidad. Nathan cerró los ojos y, rezando para que aquella barrera no rechazase sus poderes, caminó hacia adelante y cruzó el umbral tratando de invocar cuanta confianza fuese posible, como si esa fuese la clave para que su estrategia funcionase. Fue extraño, dado que a pesar de que su cuerpo carecía completamente de morfología o masa alguna, sintió la sensación de frío cuando éste atravesó la gruesa barrera de hielo... fue tan impactante como tomar una ducha de agua fría en medio de un día de verano. Abrió los ojos segundos después, solo para encontrarse con que había cruzado la barrera exitosamente y que, al mirar hacia atrás, esta había desaparecido como si nunca hubiese existido. El Weasley suspiró y dio respiraciones profundas mientras el efecto del hechizo se dilucidaba y el frío abandonaba su cuerpo, hasta finalmente recobrar completamente la sensibilidad y el control y su temperatura corporal se estabilizó a sus valores normales. Finalmente se enfocó en lo que tenía frente de sí, la entrada a un laberinto, uno tan alto que nuevamente le hizo desear poder transformarse en un halcón. Recordaba haber leído alguna vez que si alguien entraba a un laberinto y mantenía su mano derecha pegada siempre a la pared finalmente terminaría encontrando la salida; y dado que nunca antes había estado en un laberinto, decidió que esa era su mejor opción... después de todo, ¿qué otra cosa podía hacer? Por alguna razón, convertirse en un coyote no parecía ser una muy buena alternativa en ese momento... quizá la Arcana estaba buscando enseñarle que tenía que aprender a distinguir las fortalezas de sus dos formas: la humana y la animaga. Comenzó a transitar por el laberinto, primero a paso lento, luego a un trote y por último casi a velocidad máxima, desesperado por finalmente llegar hasta el centro del laberinto. Sentía que estaba cerca de él, principalmente porque los setos se volvían cada vez más altos, como si estuviesen bloqueándole la vista de la pirámide, la cual se encontraba actualmente fuera de su rango de visión. Corrió, corrió y corrió, sin despegar la mano derecha de la pared, y justo cuando estaba a punto de darse por vencido y sentarse a descansar, giró en una esquina y vio un largo pasillo que lo llevaba directamente hasta la entrada a la Gran Pirámide. Presa de la emoción, aceleró a máxima velocidad, tan rápido como sus piernas lo permitían, y atravesó la distancia que lo separaba de la pirámide en cuestión de segundos solo para encontrarse con que Sulukk, la Arcana, se encontraba allí esperándolo, justo antes de la entrada. La mujer lucía exactamente igual que unos días atrás. El Weasley se frenó sobre sus pasos y recobró el aire mientras escuchaba las palabras de la mujer, a pesar de que sabía perfectamente lo que tenía para decir. - Sí, quiero hacer la prueba. - contestó, aún jadeando, pero tan seguro como nunca.
  8. Le costó un tiempo despegar su vida del pálido cielo que cada vez oscurecía más bajo la pérdida de la proyección lumínica del sol que se alejaba cada vez más del eje en el cual se encontraban actualmente. Tanto que hasta casi pasa por alto la primera pregunta del profesor, quien les inquirió acerca de las principales estrellas y astros que podían utilizarse para orientarse en el mapa astral. El Weasley, quien tenía poca y prácticamente nula experiencia en la Astronomía, trató de recabar en su mente en busca de sus conocimientos de Astronomía cuando había asistido a Hogwarts, pero ya hacía mucho tiempo desde ello. En cuanto Cissy respondió la pregunta, no obstante, sus ojos se giraron hacia ambas constelaciones que se hallaban bastante separadas la una de la otra, y fue cuando David explicó más ampliamente la significancia de cada una y el como calcular y delimitar su proyección espacial que el Weasley recordó un poco más de sus noches en la torre de Astronomía dibujando mapas astrales. Una pregunta chispoteó rápidamente en su mente mientras el profesor los invitaba a una travesía en barco, a lo cual el estómago del mago opuso violenta resistencia. - Ay, profesor... que no se me da nada bien los viajes en barco. - dijo, colocando su mano sobre su abdomen para aminorar los retorcijones - Pero vaya, que si hay que hacerlo, lo haré. - agregó seguidamente, subiéndose al bote obedientemente con todas sus pertenencias colgando de la mochila. Afortunadamente su vestimenta para la ocasión ra lo suficientemente cómoda y no necesitó cambiarse, por lo cual pudo concentrarse en ajustar su telescopio una vez que se hubo sentado y el bote hubiese comenzado a marchar - ¿Profesor, es cierto que algunas constelaciones solo pueden ser vistas en determinadas épocas del año, mientras que otras son eternamente visibles? Recuerdo haber leido eso en algún lado... pero no estoy seguro de que tan verídico sea. Oh, y, disculpe la ansiedad pero ¿a dónde es que vamos?
  9. Nate Weasley

    Animagia

    La pregunta de la Arcana lo tomó por sorpresa. Desde un principio había sabido que la clase iniciar era una mera introducción a las artes de la Animagia, que se vería concluída con una prueba final que marcaría la diferencia entre obtener la matrícula oficial emitida por la Universidad que avalaba que sus habilidades como animago estaban a la altura de las expectativas. No obstante, la prueba siempre había parecido como algo lejano, como una posibilidad que solo se daría luego de arduos días de aprendizaje. A pesar de ello, allí estaba la mujer, invitándolo a tomar la prueba final. El Weasley conocía la respuesta, pero dudó unos segundos en responder pensando en si verdaderamente estaba listo: había aprendido muchísimo sobre sus habilidades y sobre sí mismo, pero sentía que algo más quedaba aún por descubrir. Sin embargo, si la arcana lo consideraba listo, debía ser el momento oportuno... y quizás dentro de la prueba encontrase el pedazo de conocimiento faltante. - Sí, quiero hacer la prueba. - dijo el Weasley, contemplando la forma humana de la mujer, deteniéndose particularmente en sus orbes. Pasaron unos cuantos segundos más en silencio donde ambos magos observaron el paisaje que se desplegaba en el horizonte. No tenía forma de saberlo, pero estaba a punto de embarcarse en una de las aventuras más desafiantes de su vida.
  10. -En efecto, señor Gryffindor, las plantas aún persisten a pesar de que los reinos cayeron varios cientos de años atrás. Es más, algunas de ellas supieron convertirse en especies herbológicas de sumo interés para la comunidad mágica, a pesar de que varios magos han fracasado en encontrar una respuesta a este acertijo. Es más, su Departamento de Cooperación Mágica Internacional ha registrado en la lista de Bienes No Comerciables de Clase A a muchas de las especies que se creen originarias de estas sociedades, justamente por el poder mágico intrínseco que poseen. Escuchó la propuesta de ambos alumnos, elevando levemente la comisura de sus labios al ver como la Black Lestrange tartamudeaba levemente para referirse a quien ahora era su compañero, pero la más de las veces era su jefe. - Permítame, señor Gryffindor, disentir con usted e inclinarme hacia la propuesta de la señorita Black Lestrange. - dijo el francés, tomando la piedra y guardándola nuevamente en la mochila, la cual se colgó en sus hombros mientras comenzó a desfilar fuera del invernadero, junto a sus alumnos, en dirección a los terrenos - Es más, ayer por la tarde puse en práctica mi sirenio y concordé con las sirenas del lago un pequeño permiso para que nademos por las aguas del Lago Negro.. debe haber algo que podamos encontrar allí, ¿no les parece? Pasaron unos cuantos minutos durante los cuales los tres magos avanzaron por los inmensos terrenos de Hogwarts que separaban los invernaderos de Herbología del muelle del Lago Negro, hasta que finalmente llegaron a sus pies y el francés comenzó a quitarse las zapatillas. - No quiero que me malentiendan, allí abajo encontraremos millones de especies botánicas acuáticas, pero sólo una es lo suficientemente interesante o notoria como para ser la que buscamos. - comentó - Asumo que todos ustedes están familiarizados con el encantamiento Casco-Burbuja, dado que nos será esencial para poder respirar allí abajo. Habiendo dicho esto, Quentin comenzó a caminar descalzo hacia el lago, no sin antes dejar su mochila escondida detrás de un tronco. Sus pies tocaron la superficie del agua cuando miró por encima de su hombro y vio a sus alumnos atónitos al ver lo que el profesor esperaba que hiciesen... - ¿Y bien? Vamos... les toca a ustedes liderar la marcha.
  11. Nate Weasley

    Animagia

    La animagia era un complemento. Eso había dicho ella. Y cuan cierto resultaba ser: a medida que se dirigía devuelta al lugar donde la anciana esperaba, disfrutando de la renovada frescura con la que transitaba su forma animal, varios recuerdos le vinieron a la cabeza en relación a momentos de su vida en los cuales se había transformado casi involuntariamente dado que la situación lo demandaba. Nathan podía distinguir ahora una conexión mucho más intrincada entre quien era él como humano y quien era él como animal. No era un coyote por mera suerte, ni tampoco lo era por mera elección. Su forma de ser, su carácter, sus rasgos físicos y sus atribuciones psicológicas, todas ellas habían estado interrelacionándose en el pasado y confluyendo en la figura que tomaría una vez que se volviese un animago. Eso explicaba aquellos extraños rumores que había escuchado sobre personas cuya forma animaga cambiaba incluso una vez que ya había estado definida en el pasado y también llegaba a explicar la razón por la cual la Arcana era capaz de adquirir múltiples formas: había una relación directamente proporcional entre la versatilidad de la personalidad y el poder animágico. Dobló en una esquina y se encontró con que la Arcana no se había movido de su lugar, caminó lentamente los pasos que la separaban de ella y a medida que se acercaba sintió la necesidad de hacer algo, adquiriendo cada vez más convicción para hacerlo a medida que se acercaba. En cuestión de segundos retomó su forma humana y para cuando hubo llegado junto a la arcana, la miró unos segundos a los ojos, admirando tanta fragilidad y tanta sabiduría y poder en un solo cuerpo, para luego darle un corto abrazo de agradecimiento. - Gracias, en verdad. Si bien su experiencia junto a ella no había terminado aún, en verdad sentía que tenía una deuda enorme hacia la mujer.
  12. - Disculpe, disculpe. Señorita Black, me encargaré de enmendar ese error cuando le entregue el certificado de final de clase, por el momento Jessie bastará. - se disculpó el francés, tachando de la lista con ambos nombres los apellidos de la joven y corrigiéndolos para que quedasen correctamente asentados - Espero entonces que se lleve de aquí buenos conocimientos, he escuchado algunas cosas de usted en el Claustro, espero no me defraude. Giró la mirada hacia el director, Elvis Gryffindor, cuya broma inicial ignoró por el simple hecho de que no sabía que contestarle. Quentin siempre había tenido grandes dificultades para relacionarse con la gente, ni hablar de sus alumnos, por lo que prefirió dejarla pasar y quedarse callado antes de quedar como un est****o. En ese momento, agitó su varita y en el pizarrón detrás de el aparecieron escritas cuatro palabras en caligrafía imprenta. Agua Aire Fuego Tierra - Respondiendo a su pregunta, señor Gryffindor, la relación entre la herbología y la magia es aún un tema de discusión para aquellos que nos especializamos en la herbología como rama de conocimiento. Están algunos extremistas que opinan que la magia hace uso de la herbología y que ésta última es una rama independiente, pero hay ejemplos claros como las mandrágoras y el lazo del diablo que hacen cosas imposibles sin magia. Otros prefieren opinar que la herbología surgió a partir de jugar con magia y plantas, cruzando ambas cosas en un principio independientes para dar lo que hoy conocemos como las plantas mágicas.- contestó el francés, haciendo como si no se hubiese escrito nada en el pizarrón - En cuanto a mí, prefiero opinar que es una relación versátil y, cuanto menos, muy difusa. Hay puntos donde la botánica y la magia se han dado la mano en el pasado, resultando en lo que son hoy, pero hay otras plantas simplemente muggles que tienen usos mágicos y por eso son de relevancia herbológica, ¿contesta eso su pregunta? No perdió más tiempo y se acercó hasta su mochila, sacando de ella una piedra con forma de plato bastante alto. En su borde lateral, el cual era tan grueso que adquiría una cara vertical, se observaban en los puntos cardinales cuatro símbolos distintos, uno en cada punto cardinal. El símbolo del fuego al norte, el agua al sur, el viento al oeste, y la tierra en el este. Se trataba de una reliquia preciosa que había conseguido en un viaje por Lituania y que tenía una leyenda muy interesante asociada. - Mis queridos alumnos, hay una razón por la cual los cité aquí y no en la Universidad, y esa es que Hogwarts es uno de los lugares de Europa con mayor diversidad de especies herbológicas y por lo tanto constituye la oportunidad perfecta para que me ayuden con esto. - dijo señalando a la piedra - No perderemos tiempo hablando sobre fertilizantes y demás, voy a enseñarles cosas que vale la pena recordar. Cuenta la leyenda que muchos años atrás, cuatro magos muy poderosos representantes de cuatro reinos mágicos hoy inexistentes, se juntaron para confeccionar esta piedra. Llegaría un día en el cual aquellos que fuesen suficientemente sabios sabrían identificar cuatro plantas que se correspondiesen, una cada una, con los cuatro elementos básicos. Esto quiere decir que, su tarea para hoy y su condición para aprobar esta clase, será encontrar una planta que represente el fuego, otra que represente la tierra, otra que representa el agua y una última que represente el aire... ¿alguna idea? >>
  13. Nate Weasley

    Animagia

    La superficie del agua reflejaba su forma animaga de manera perfecta a pesar de la luz nocturna que cada vez acentuaba más su oscuridad. Era verdaderamente la primera vez que lograba contemplar su figura animaga frente a un espejo y, a decir verdad, se encontraba impresionado por la belleza del animal en el que lograba transformarse gracias a la magia. No obstante, había un único detalle que le resaltaba especialmente a la vista y que coincidía precisamente con la consigna que la Arcana le había asignado apenas había llegado a la ciudad. - Mis ojos, siguen siendo del mismo color. - y en efecto, en vez del característico iris grisáceo que aquellos animales solían poseer, éste enseñaba unos orbes verdosos que se denotaban claramente contra sus negras pupilas - Y... ¿es ese mi tatuaje? - pensó, mientras flexionaba su cuarto trasero anterior derecho para contemplar mejor lo que sería el equivalente a su hombro humano, donde una pequeña marca de color gris con forma de fénix, homóloga a la que poseía en su forma humana, descansaba sobre su piel y pelaje. Escuchó las palabras de la Arcana en su mente una vez más... ¿podría hablar con ella a través de ese medio? Tenía tantas preguntas que le surgían a cada segundo además del presentimiento de que solo un ser con supremo poder como ella sería capaz de solventar. Razonó las preguntas de la mujer en su mente antes de emitir una respuesta en forma de pensamiento, esperaba que ella pudiese leer sus pensamientos dado que en su forma animaga no podía emitir palabra alguna. - Creo que me transformé oportunamente porque me sentía cómodo, pero también porque sentía la necesidad. Los coyotes tienen una gran variedad de hábitats, pero sus predilectos son los bosques secos sumidos en un otoño eterno, como los de América del Norte. Además, son animales que constantemente se encuentran expuestos al peligro de ser cazados, ya sea por humanos o por especies mamíferas superiores... creo que... creo... ¿Podía ser eso? ¿Podía ser que estaba encontrando tantas respuestas en base a conocerse a sí mismo? - Creo que me transformé porque sentí peligro, y porque sabía que mi forma animaga era más rápida y sería la forma de salvarme. Pero pocas veces me he sentido tan a gusto transformándome, pocas veces ha sido tan fluido y tan sencillo, creo que ha sido porque esta plaza replica en cierta forma el ambiente en el cual los coyotes se sienten más a gusto. ¿Será posible, Suluk? - comenzó a caminar lentamente en dirección a donde esperaba la Arcana, fuese lo que fuese, necesitaba charlar estas cosas cara a cara.
  14. La hora para su clase de Astronomía se acercaba peligrosamente, y lo adjetivaba de peligroso porque aún tenía que vencer montañas de papeleo antes de poder siquiera permitirse levantarse de su escritorio. Le había pedido a Elvis que le permitiera que un amigo suyo, Quentin Merabet, diese la clase de herbología en el mes de Junio y aquello, si bien le significaba una gran disponibilidad de tiempo, también implicaba una gran cantidad de formularios del Departamento de Cooperación Mágica Internacional, sin mencionar de la Universidad y del Departamento de Transportes Mágicos, todos organismos que habían contribuido para que el francés pudiese asistir a Londres por unos días. Finalmente, y a pesar de que aún quedaban un par de formularios que barajar, la hora pactada llegó y con ella el momento de finalmente dirigirse hasta el salón correspondiente. Se colgó la mochila con sus elementos al hombro y tras ponerse de pie se marchó de su oficina en el aula de Herbología del Ateneo de Conocimientos de la Universidad para dirigirse hasta el aula de Astronomía, que según le habían dicho, estaba en la otra punta y varios pisos más arriba de su aula. Apesadumbrado por el largo camino que le esperaba, emprendió la marcha con la mirada fijada en el suelo. Un ruido lejano llamó su atención y levantó la vista para comprobar que el pasillo por el cual caminaba estaba vacío, aún tenía diez minutos para llegar así que iba a paso lento. Justo antes de volver a mirar al suelo, ojeó el tablón de anuncios por la comisura de sus ojos y vio un cartel llamativo con el nombre de "Astronomía" como título y una plácida caligrafía rodeada de estrellas. Menos mal que lo leyó, porque el cartel decía que la clase tomaría lugar en una playa muy, muy lejos de allí. - ¿Una playa? - inquirió para sí, observando su vestimenta. Llevaba unos pantalones de campo con zapatillas y una remera bordó debajo de un sweater negro que lo protegía del frío que hacía en aquella edificación a pesar del clima ya primaveral de la Universidad. - Pues allá vamos - dijo, encogiéndose de hombros. Dio media vuelta y desapareció de allí, materializándose nuevamente en una playa que le robó el aliento. Bournemouth era en verdad un ejemplo de las maravillas de la naturaleza, y pasaron varios segundos durante los cuales el Weasley disfrutó plácidamente la inmesidad del mar, lo blanco de la arena y lo fresco de la brisa oceánica que golpeaba contra su rostro, alborotándole el cabello. Sin dejar de mirar la mezcla de aguas verdes y azules de las cuales el mar estaba teñido, camino hasta quienes asumió eran el profesor y... ¡Cissy! - Buenas tardes. -saludó Nathan, una vez más cerca de ellos - ¡Cissy! ¿Cómo estás?
  15. Nate Weasley

    Animagia

    No tuvo tiempo alguno de conversar con la Arcana sobre las cosas que había visto en aquella especie de limbo mental en el que ella lo había sumido, dado que rápidamente lo invitó a él y otros miembros del grupo a un pequeño viaje donde proseguirían su aprendizaje. Se colocó rápidamente su túnica tras ponerse de pie, tratando de que no se notase demasiado la ansiedad que le daba estar un paso más cerca de convertirse en un animago certificado. Contrario de lo que había esperado, esta clase no sólo le daría un diploma y un lugar en el registro correspondiente, sino que también se llevaría mayor autoconocimiento y un par de respuestas a aquellas preguntas que le habían surgido desde la primera vez que había dominado la animagia. Se preguntó cuantas cosas le quedaban por aprender mientras tomaba aire y avanzaba confianzudamente a través del portal mágico, que lo llevó a una extraña ciudad en Noruega. Frío. Eso fue lo primero que pudo sentir apenas su cuerpo se materializó al otro lado del portal, lejos de los terrenos de la Universidad. Una urbe descomunal se había aparecido alrededor suyo, y se hubiera quedado contemplando las inmensas edificaciones que había en torno a él sino fuese por la Arcana, quien comenzó a dar las instrucciones de la segunda parte de la clase. Nathan asintió en comprensión y se marchó por su cuenta, varita en mano y capucha sobre su cabeza, a recorrer las calles de la ciudad. La noche ya había caído sobre aquella ciudad para cuando el Weasley llegó a la parte central de la metrópolis y, a pesar de que se encontraba maravillado con la cultura del lugar, no podía dejar de esperar que el peligro le arremetiese por la espalda. Su varita yacía escondida dentro de las mangas de su túnica, pero sería capaz de empuñarla rápidamente si algo llegase a suceder. Se detuvo unos segundos frente a la vidriera de un local cuando lo vio. Le pareció que lo gracioso de la vida era que, a pesar de que uno tomase todos los cuidados para evitar el peligro, cuando las cosas malas ocurren, ocurren de la nada y sólo aquellos que son capaces de reaccionar lo suficientemente rápido pueden resistir la adversidad. - Demonios - soltó el Weasley, al ver como cuatro leones se aparecieron a unos cincuenta metros de él. Nadie más parecía verlos, dado que los animales rugían estruendosamente pero ninguno de los transeúntes muggles parecían advertir su presencia. Nathan sabía perfectamente que ellos eran su primer obstáculo, y que escaparse de ellos resultaría extremadamente difícil, sin mencionar que no podía lanzar hechizos a diestra y siniestra en una cuadra llena de civiles. Los leones comenzaron a avanzar hacia él, primero dando pasos lentos pero luego ganando cada vez más velocidad. El Weasley sabía lo que tenía que hacer... era demasiado obvio. Miró hacia un costado y vió que había un callejón oscuro y desierto. - Perfecto - dijo, mientras echaba a correr por él. Corrió tan rápido como sus piernas se lo permitían, sintiendo a los pocos segundos como el aire le empezaba a faltar y sus piernas comenzaban a arder. Llegó hasta el final del callejón y se fue metiendo progresivamente en calles menos transitadas hasta que finalmente se adentró en una frondosa plaza, donde al voltear la vista por encima de su hombro notó que los leones estaban apenas a veinte metros de distancia. Tenía que hacerlo, y tenía que hacerlo ya. Llegó hasta una zona de la plaza donde no había nadie y donde la vegetación alrededor lo cubría todo. Dio un salto en el aire y en ese momento su figura humana se transformó inmediatamente en la de un coyote albino que ágilmente aterrizó sobre el suelo y comenzó a escapar de sus depredadores. Nathan era rápido, pero la aerodinámica del coyote le permitía obtener mayor velocidad. Quizá esa era una de las razones por las cuales se había convertido en un coyote y no en otro animal.. su agilidad. Pero de ser así, ¿por qué no se había convertido en un tigre? No. Quizá su agilidad era un factor contribuyente, pero tenía que haber algo más. Con el correr de los minutos, el coyote perdió de vista a los leones. Por ahora el peligro había amedrentado, pero estaba seguro de que pronto volvería. Se tomó unos segundos para pensar una vez más en las instrucciones que la Arcana le había dado... ¿que rasgos físicos compartían su forma humana y su forma animaga? Caminó unos segundos más, recuperando el aire, hasta que llegó a una fuente prácticamente seca. No obstante, había una fina película de agua sobre el piletón de base y fue allí que pudo contemplar por primera vez su rostro animago... y la respuesta llegó al instante.
  16. http://i.imgur.com/9h8SEz7.png Jessie Stabolito Elvis F. Gryffindor La luz solar matutina se colaba por las cortinas fenestradas que cubrían los grandes ventanales de la Biblioteca de Hogwarts pero no fue hasta varios minutos después del amanecer que los rayos adquirieron la intensidad suficiente como para que, al incidir sobre los párpados del francés, este se despertase exaltado y con el lomo del libro sobre el cual había estado dormitando marcado en la frente. Le tomó algo así como dos milésimas de segundos darse cuenta de la gravedad de la situación y, víctima del pánico, se levantó rápidamente y comenzó a guardar sus cosas de forma apresurada en su mochila mientras con un movimiento súbito de su varita hacía desaparecer la taza de café que horas atrás había expedido un suave vapor. Sin siquiera animarse a echar un vistazo a su reloj pero a sabiendas de que estaba llegando tarde, se dirigió a paso rápido hacia la salida, sin animarse a correr debido a los rumores que oscilaban en torno a la intolerancia de la bibliotecaria del Colegio Hogwarts de Magia y Hechicería. Y hablando de roma... - ¡Señor Merabet! ¿¡Pero qué se cree que está haciendo!? - chilló la bruja, apareciéndose detrás de un escritorio y acercándose furibunda hacia el francés - ¿Cómo se atreve a tomar un ejemplar de la biblioteca sin permiso? El señor Gryffindor y la señorita Gaunt me pidieron permiso para dejarle pasar la noche aquí, pero allá ellos si piensan que lo dejaré llevarse mis libros. - Quentin no tuvo tiempo de reaccionar dado que en se momento la bruja lo alcanzó y le quitó el libro de las manos, asestándole un golpe con este wen el hombro y marchándose por donde había venido. Incrédulo, alzó las cejas y giró sobre sí para marcharse de la biblioteca suspirando. En ese momento le envió una plegaria de agradecimiento a sus padres, quienes lo miraban desde el cielo, dado que ellos habían insistido en mandarlo a Hogwarts de pequeño al desconfiar sobre la educación impartida en la Escuela de Magia Francesa 'Beauxbatons'. Gracias a ello y a su espíritu aventurero durante su adolescencia, conocía una serie de atajos que lo llevarían hacia los invernaderos de herbología en cuestión de segundos. Dicho y hecho, a las ocho y cinco de la mañana entró en el segundo invernadero de herbología, a donde había citado a ambos alumnos para el comienzo de la clase. Se sintió horrorizado al ver que ambos se encontraban allí, esperándolo, ¿que pensarían de él?. Quentin odiaba la impuntualidad, aún más cuando era él quien la cometía, pero se alivianó un poco la carga pensando en que la mayor parte de la gente era un poco más tolerante con los horarios. - Buenos días, alumnos. - dijo el francés, acercándose hasta su pupitre que encabezaba y miraba al de sus dos alumnos - Espero sepan disculpar la demora, en verdad no sé que me pasó. Señor Gryffindor, el Director, ¡ay, mi dios, qué vergüenza! Entre esto y la clase de Cuidado de Criaturas Mágicas que le di meses atrás, debe tener una mala impresión de mí. Disculpe, disculpe... generalmente no soy así. No sé que me pasa últimamente, todo está muy loco. - agregó, nervioso, mientras dejaba las cosas en su escritorio y se dirigía hacia su alumno, para luego mirar a su alumna - Señorita Potter Blue, es un placer tenerla por aquí. Tengo grandes cosas preparadas para ustedes, cosas sorprendentes, quizá no tanto como La Orden del Fénix mostrándose al mundo, o como una renuncia masiva de los miembros de la Logia Eligentium del Concilio de Mercaderes o que algunos de sus miembros sean mortífagos, pero creo que aún así se divertirán. Que sociedad más loca, ingleses... que se le va a hacer. El francés miró a sus alumnos, sorprendiéndose ante su propio descaro. - En fin, no importa. Mi nombre es Quentin. Con ello bastará. Ya los conozco a ustedes. Cuéntenme por qué tomaron esta clase, y que sea rápido, que hay mucho por hacer. - agregó, mientras comenzaba a retirar los contenidos de su mochila sobre el escritorio.
  17. Pues nada, que mi propósito aquí es bastante claro, pedirle una firma a la número númerísimo uno (? Aquí dejo la ficha: Lo que quiero- Diseño [Firma | Avatar | Banner]: Firma y Avy Render o Imagen [High Quality]: http://img.codelyoko.fr/galeries/evo_ulrich_virtuel/evo_ulrich_virtuel_0221.jpg Tamaño: Mediano, a criterio tuyo según la imagen y lo que hagas. Texto: Nathan A. Weasley | Unbreakable Otras especificaciones [Forma | Colores | Fonts]: A tu gusto. En fin, creo que eso sería todo! No hay apuro alguno, tu hazla cuando puedas!
  18. Para variar un poco del otro lado de la muralla no les esperaba nada más y nada menos que peligro. Nathan se estaba sintiendo cada vez más fatigado a causa de los constantes desafíos que este libro le estaba imponiendo y se dijo a sí mismo que sin importar el resultado que obtuviese en la prueba del libro, si es que lograba acceder a ella, no tomaría otra de estas clases por un buen tiempo. Tenía otros ámbitos de su vida en los cuales enfocarse y, aún cuando decidiera hacerlo en su educación, las habilidades y conocimientos mágicos eran un escape perfecto a tanta magia Uzza. El Weasley levantó su varita para cargarse al oso que había aparecido delante de ellos más Stephanus fue más rápido y sólo le quedó contemplar como el animal sufría las consecuencias del nocivo veneno mientras él mismo sentía el efecto de su Salvaguarda Mágica desaparecer poco a poco. Luego de eso, no les quedó más que avanzar hasta el centro de la isla donde ya podía divisar, si agudizaba su vista lo suficiente, algunas personas esperándolo. Así que, imitando a su compañero, marchó con rapidez en dirección a ellas tratando de no ir demasiado rápido para mantener la guardia alta. Y lo bien que hizo. De la nada aparecieron una serie de halcones que descendieron lo suficiente como para picotear sus ojos, más los reflejos del Weasley actuaron en consecuencia y lo salvaron sin que este tuviese la necesidad de reducir la velocidad. Su varita se agitó violentamente en el aire mientras el pensaba en unas FLECHAS DE FUEGO que salieron expulsadas, una tras otra, de su varita y que perforaron a los cuatro halcones que habían aparecido para atacarlos. Nathan aceleró la marcha, corriendo ahora a toda velocidad hasta que finalmente llegó a la cueva junto a sus profesores quienes aguardaban la llegada de sus compañeros. Aprovechó para colocar sus manos sobre sus rodillas y tomar aire, tenía el presentimiento de que sus aventuras no habían hecho más que comenzar.
  19. Nate Weasley

    Animagia

    No hubiera sabido decir cuanto tiempo había pasado, por un momento pensó que tan solo fueron unos segundos, más el estado de rigidez muscular que experimentaba y que ahora le pasaba factura le indicaba que, como mínimo, habían sido unos cuantos minutos. No podía quitar la vista de los ojos de aquel animal, cuyas pupilas se dilataban y contraían ritmicamente como si estuviesen impulsados por el corazón. Sus iris, de color grisáceo, constituían una superficie de reflexión en las cuales Nathan se veía a sí mismo, hubiese podido pasar horas así. La voz de la Arcana interrumpió su hilo de pensamiento, apareciéndose dentro de su mente e indicándole que había cumplido la primera parte y que podía volver cuando lo desease. No obstante, Nathan deseó que la mujer le diese unos cuantos minutos más de paz y silencio, dado que durante el tiempo que había pasado había hecho reflexiones muy importantes en base a las cuales ahora tenía una mejor idea sobre si mismo, una idea más completa. El era un Animago por elección, pero su forma animaga no lo era, el se había convertido en un coyote no por que había nacido así, sino por las circunstancias de la vida. Arya, la temprana partida de su padre, el abandono de su madre, su enfermedad neurológica terminal, su secuestro, su historia como miembro de la Orden del Fénix, sus tantos triunfos y fracasos; todo ello lo había modelado lo suficiente como para ser sensible, empático y nunca bajar la guardia. Todas aquellas cosas lo habían afectado profundamente, algunos para bien (como Arya y la Orden del Fénix) y otros para mal (sus padres, su secuestro, su enfermedad) más, al final de la ecuación, ambos factores se conjugaban para determinar quien Nathan era, y quien Nathan era determinaba a su vez en qué se convertía. Retiró la mano del pelaje del coyote tras una última caricia y finalmente cerró los ojos para relajarse. No tenía ni idea de como salir de aquel trance y volver a la casa de la arcana, pero sentía que cerrar los ojos era un buen comienzo. Comenzó una cuenta regresiva desde diez, y antes de llegar al cero abrió sus ojos súbitamente para encontrarse en la choza de la Arcana, con varios nuevos presentes cerca de él, la Arcana y un plato de comida frente suyo sin terminar.
  20. Antes de que el Weasley pudiese levantar la vista de la gran masa de agua en estado congelado que ahora encerraba a la guerrera Uzza, cuyo torso se insinuaba apenas por encima de la masa gélida, dos figuras aparecieron de entre los arbustos. Le alegró un poco ver que eran compañeros suyos, Goderic y Emily, y no otro peligro que venía a complicarles un poco más la existencia. Stephanus se mantuvo impasivo mientras los recién llegados trataban inútilmente de convocar magia: el hechizo invocado por la Guerrera Uzza aún hacía mella sobre ellos. De pronto, y antes de que pudiese hacer algo para evitarlo, varias cosas pasaron a la misma vez. Un ave pareció caer en picada desde el cielo y comenzar a distraer a la segunda Guerrera Uzza, quien rápidamente había notado la situación de peligro y estaba a punto de atacar cuando Emily expandió su perfume con los pétalos de pensamiento, el cual resultó nocivo para el sistema nervioso del Weasley que comenzó a tener alucinaciones mientras se alejaba a toda prisa del lugar del incidente. Cuando los efectos del poderoso veneno hubieron acabado, los cuatro jóvenes magos reemprendieron la marcha en dirección al centro de la isla, donde sus profesores los estarían esperando y donde además se encontraba el supuesto portal que los llevaría en búsqueda de aquel misterioso objeto mágico. No obstante, y casi como si el destino quisiese complicarles la existencia, de la nada apareció una gran muralla sólida que se interpuso en el medio de su camino. Dar la vuelta alrededor de la misma tomaría demasiado tiempo y cavar un pozo debajo de ella tampoco resultaba una opción muy viable. Para su suerte, la respuesta llego unos segundos después sin que tuviera que pensarlo demasiado, más cerró los ojos y cruzó los dedos de ambas manos esperando que la suerte lo acompañase una vez más y que el encantamiento de la guerrera Uzza ya hubiese amainado. - Salvaguarda Mágica - dijo, y soltó un suspiro de alivio al sentir como su cuerpo se volvía etéreo e intangible, eso constituiría la solución perfecta. Cerró los ojos y atravesó la muralla sólida... ya estaban cerca.
  21. Nate Weasley

    Animagia

    Había más, claro que había más. La voz de la Arcana dentro de su mente lo invitaba a agudizar aún más sus sentidos y a analizar cada cosa que sus ojos le mostraban y que sus manos sentían. La respuesta estaba allí, en su cabeza, nada más debía encontrar el mecanismo para sacarla a la luz. ¿Qué tenían en común él y aquel coyote? ¿Qué de sí mismo lo hacía tomar aquella forma? De pronto una voz habló en su mente, pero no era la de la arcana, era una voz que no escuchaba hacía tiempo pero que había escuchado, en su momento, durante toda su vida. La voz era clara, era un producto de su imaginación, pero era una parte de así que buscaba que perseverase. Vamos, Nathan. La respuesta está aquí mismo, esfuérzate. >> la voz de su madre le hablaba con ese tono dulzón que la caracterizaba Yo sé que puedes. Sé que puedes >> Inconscientemente, una lágrima resbaló por sus mejillas producto de la emoción que le causó aquellas palabras que el mismo se estaba diciendo. No era más que una formación de su propio complejo psíquico, pero aún así le hacían tener intensas emociones. De manera sorprendente, el coyote alzó su pata frente al rostro de Nathan y en vez de arañarlo o clavarle aquellas garras en los ojos, como Nathan pensó que haría, el animal colocó su pata sobre el hombro del Weasley a modo de gesto. Empatía. Eso era algo que tenían en común. Nathan siempre había sido una persona muy comprensiva con los sentimientos de los demás hasta el punto de casi poder experimentarlas el mismo, eso lo habilitaba a dar buenos consejos y constituir una buena compañía para aquel que los necesitase. En ese momento, cuando el coyote realizó aquel mínimo gesto, Nathan sintió que una parte de sí hacía como un click que se vio acentuado cuando el animal maulló levemente. No era sólo empatía, también el coyote experimentaba sensibilidad. ¿En verdad podía ser que él se convertía en un coyote únicamente por ser sensible y empático? No estaba dispuesto a conformarse con eso, debía de haber aún más. El fenixiano corrió su mano de detrás de la oreja del animal y la deslizó por su torso a modo de simple caricia, y fue en ese momento que notó que los músculos del animal, ubicados por debajo del pelaje, estaban en un estado de intensa contracción. Sin embargo, a medida que las caricias prosiguieron, los mismos supieron relajarse y el animal se recostó sobre la nieve en decúbito dorsal y alzó sus cuartos traseros. Otro click. La desconfianza hasta el último momento. Sus experiencias como miembro de la Orden del Fénix y su mala suerte en las relaciones familiares y de amistad le habían enseñado, lastimosamente, a desconfiar de la gente. Toda persona era una amenaza hasta que se demostrase lo contrario y, hasta entonces, él mantendría una postura defensiva. Algunos lo llamaban la reacción de lucha o huida, pero para él era más que eso, era un mecanismo de defensa. Lentamente comenzó a concebir al animal como un ser bastante semejante a él, no sólo físicamente sino también, y sobretodo, mentalmente. Era como un vínculo que siempre había existido, pero que sólo recién había sido capaz de descubrir.
  22. Seguidas las palabras de la niña, un gas invisible inundó el aire que el Weasley respiraba y por simple difusión terminó inhalando sus componentes los cuales había visto actuar minutos antes, junto a los pilares de tierra que Elvis había convocado. De inmediato sintió como el nocivo componente comenzó a hacer estragos a medida que se disolvía en su torrente sanguíneo y circulaba por su corriente sistémica. Debía hacer algo para detener el avance de aquel veneno, más ya se le había nublado la mente por los efectos del veneno. No ayudaba demasiado que el veneno parecía haberle quitado la capacidad de respirar. - ¡Anapneo! - sintió una voz conocida y de inmediato sus vías respiratorias volvieron a la vida y el Weasley tragó varias bocanadas de aire antes de poder si quiera quitar la vista del suelo. Sentía náuseas y un fuerte dolor de cabeza, pero eso tendría que esperar. Levantó la vista para encontrarse con Stephanus a quien asintió agradecidamente, para luego notar que ahora la niña estaba acompañada por una mujer mayor quien, a modo de presentación, sentenció un hechizo que constituyó una fatalidad para cualquiera de los presentes en la isla. Aquel encantamiento los dejaría sin podres mágicos por un buen lapso de tiempo, durante el cual podrían sufrir significantes ataques y no había nada que ambos pudiesen hacer para defenderse: la fuerza física nos les serviría de nada. Nathan miró con pánico su varita, a sabiendas de que necesitaría curarse tarde o temprano para contrarrestar los efectos del veneno que había logrado instaurarse en su sistema circulatorio. Miró a Stephanus, quien al parecer se encontraba tan estupefacto como él. Lo único que tenían para defenderse era un frasco con semillas de hielo que poco les servirían para defenderse de los ataques de aquellas mujeres. ¿Cuál era su mejor opción? ¿Correr? ¿Intentar esconderse? Algo dentro de sí le decía que ninguna de ellas surtiría verdadero efecto y que eso terminaría haciendo enojar a las mujeres más de lo que lo podía llegar a ayudar. - En verdad son dependientes de la magia. - dijo la niña, sin quitar la vista de Nathan y Stephanus - Debéis aprender a defenderos sin ella, debéis encontrar el equilibrio entre sus propias habilidades y la magia misma. El Weasley analizó su situación una vez más y una idea descabellada surgió en su mente. Dudó por un segundo, más su cuerpo fue más rápido y actuó en consecuencia de sus improvisados pensamientos. Saltó en el aire en dirección a la mujer de mayor edad para taclearla por la cintura y obligarla a caer a la laguna de agua que estaba a la izquierda del camino en el cual se encontraban. Dado que la había tomado desprevenida, la mujer no se lo esperó y tan solo gritó cuando cayó al agua. Necesitaban tiempo, y si eso era lo que se los daría, pues bienvenido fuese Le hizo una seña a Stephanus para que tomase la iniciativa mientras el Weasley tomaba su frasco de semillas de hielo y vertía su contenido sobre la superficie de agua en la cual la mujer aún nadaba, la cual comenzó a congelarse. Debía apurarse, o sería demasiado tarde.
  23. Nate Weasley

    Animagia

    Escuchó atentamente las palabras de la Arcana con la firme convicción de que cada una de sus instrucciones le sería de utilidad para superar la serie de retos que ella le impondría. En ningún momento desde que se anotó para cursar la habilidad, ni siquiera antes, se atrevió a asumir que sería una tarea fácil obtener el buen visto de la Arcana, más recién ahora con las instrucciones pertinentes a su primer desafío comprendía de que quizá se había enlistado para algo que estaba fuera de sus capacidades. Asintió a las instrucciones de la mujer, mientras su mente batallaba a mil por hora intentado traslucir que aspectos de sí mismo lo hacían tomar la forma de un coyote. Nunca antes se lo había planteado de esa forma, ni siquiera en sus comienzos con la Animagia, simplemente había agregado al porqué de su existencia como coyote a una lista de preguntas existenciales que producto de la naturaleza misma de la magia, muchas veces carecían de explicación. Quizá ahora finalmente encontraría la respuesta a esa pregunta, y de hacerlo, tendría hacia Suluk una deuda imposible de pagar. Una perla cayó del collar de la anciana y sintió como sus párpados se precipitaban y su consciencia se sumía en una oscuridad impenetrable que duró unos cuantos segundos hasta que imágenes que no pertenecían a su registro psíquico se materializaron en su mente. Se encontraba en un bosque nevado donde la nieve caía copiosamente desde el cielo, más no lo suficientemente intensa como para impedirle una visibilidad clara. A pesar de ello, le tomó unos segundos notar que alrededor suyo había una gran manada de coyotes albinos cuyo pelaje difícilmente se contrastaba con la nieve. Dio unos pasos hacia el más cercano de ellos, que se lamía las patas mientras jugueteaba con la nieve. No tenía forma de saber si los animales lo percibían como una amenaza o no, y estaba seguro de que intentar transformarse a su forma Animaga no sería la mejor respuesta en aquel momento, debía intentar comprender a aquellos animales desde una perspectiva humana para poder comprenderse a sí mismo desde una perspectiva lobuna. Se acercó lentamente, paso a paso, sin arriesgarse a ser percibido como un enemigo. Finalmente, cuando estuvo a medio metro del animal, se colocó de rodillas en el suelo e ignoró la violenta percepción del frío a partir de sus rodillas. Hacía mucho tiempo que había aprendido a ignorar el frío, era cómo si su piel aceptara el violento contraste de temperatura sin emitir queja alguna, el frío era, de cierta forma, parte de sí... sobre todo desde que se había ido a vivir a Islandia junto a Arya. El coyote, quien hacía varios segundos había notado su aparición, jamás le quitó la vista de encima con aquellos orbes grisáceos penetrantes y, en cambio, enderezó su cuello en cuanto Nathan se posó frente a él. El Weasley extendió timidamente su mano derecha, primero presentándosela al animal, para luego colocarla lentamente detrás de su oreja y encontrarse con que aquellas caricias le causaban placer al animal quien, en vista a la actitud pacífica de Nathan, se recostó en el suelo y dejó que un humano le hiciese cosquillas en el cuello y en la cara posterior de su cabeza. No le tomó demasiado tiempo percatarse de que era en aquel mismo lugar donde al Weasley le gustaba que le hiciesen masajes.
  24. Las cosas pasaron demasiado rápido como para que el Weasley pudiese pensar en siquiera reaccionar a las acciones de ambos profesores y sus compañeros, quienes, a diferencia de el, no parecían estar consternados por los fenómenos que se desplegaban ante sus ojos. Atónito, arqueó las cejas acentuando su convexidad superior al ver como mediante dos simples encantamientos, uno de los profesores creaba una sábana de hielo que posteriormente era atacada por una bandada de flechas de fuego que apenas hicieron mella en su superficie. Nathan esperaba que por simple conducción del calor a través del aire, el hielo poco a poco se derritiese y empapara la arena sobre la cual se apoyaba, pero fue entonces que comprendió el verdadero significado de aquella magia tan particular: la magia del equilibrio. Si dos fuerzas que se oponen tienen exactamente la misma fuerza, ninguna de las dos ganará, puesto que ambas poseen suficiente poder para enfrentarse a su oponente más carecen del poder necesario para derrotarlo. Ninguna de las dos fuerzas ganará mientras la otra sobreviva, pero al mismo tiempo ninguna es capaz de vencer a la otra. Fueron Elvis y Bodrik quienes le dieron un segundo ejemplo que una vez más acentuó sus recientes descubrimientos, y antes de fascinarse por lo maravilloso de la magia que era capaz de oponerse a los más primordiales fenómenos de la física y química convencional, observó como ambos pilares de piedra (los cuales se habían alzado en dirección al cielo, enseñando sus inscripciones rúnicas), al lograr el equilibrio, activaron lo que ambos profesores parecían haber estado buscando. Desde algún lugar más recóndito de la isla, una gran esfera de luz se elevó a la visión de todos. Creyó escuchar a Elvis decir que era algo así como una entrada y estaba a punto de cuestionarlo cuando varias esferas de luz pequeñas se materializaron aparentemente de la nada para posicionarse frente a cada uno de los pupilos. La esfera vibró frente al Weasley y comenzó a moverse en dirección al bosque, invitándolo a seguirla. Nathan, sin pensarlo un segundo, se aferró a las correas de su mochila en la cual cargaba los amuletos y se encaminó hacia dentro del bosque, observando como sus compañeros lo imitaban unos metros lejos, a ambos lados de él. - ¿A dónde me llevas, pequeñita? - inquirió Nathan en voz baja, mirando a la esfera de luz, que en respuesta vibró levemente y siguió avanzando. Cinco minutos luego de que se hubiese internado en el bosque, llegó a una especie de pequeño claro entre medio de la frondosa vegetación que abría un pasillo de dos metros de ancho y unos cuatro metros de longitud. A ambos lados del camino por el cual había estado caminando había una pequeña laguna de un agua tan clara que reflejaba el cielo con algunas hojas de los árboles que las cubrían por encima. Observó por unos segundos el agua, para levantar la mirada y encontrarse con una niña de unos doce o trece años que se interponía en el medio de su camino. - ¿Quién eres? - soltó Nathan, sin pensarlo. - Runihura. - dijo la niña, con una voz que aparentaba mayor edad. - ¡Cinaede! - dijo a continuación, tomándolo completamente por sorpresa.
  25. Nate Weasley

    Encantamientos.

    Unas horas después de que el Weasley se encontrase junto a su compañero en medio de la jungla, Nathan se encontraba sentado en una piedra junto al fuego, contemplando como sus llamas danzaban contra el viento y como los troncos de madera crepitaban cuando el fuego los hacía arder. Una pequeña cortina de humo se elevaba sin interrupción en dirección al cielo más la oscuridad de una noche que se avecinaba hacía que fuese difícil seguirle el rastro por mucho tiempo. - Espero les haya gustado la sopa. - dijo el Weasley, mirando a sus compañeros, levantando la vista del fuego por unos segundos. Su estómago lleno despertó una sensación de sopor y cansancio dentro de sí, y se preguntó cuando la profesora tomaría la iniciativa final de volver hacia Londres, dado que lo que más se le antojaba en aquel momento era dormir en su cama y volver junto a Arya, quien seguramente lo estaría esperando hasta que volviese. Nathan se puso de pie de un momento a otro y decidió dar un paseo por los alrededores para estirar las piernas y apreciar el paisaje silencioso que se desplegaba alrededor de él, escuchó la conversación entre su maestra y sus compañeros, más la ignoró en favor de su paseo que tanto necesitaba para lograr un poco de paz. No había caminado más de unos veinte metros cuando algo le llamó la atención. Al principio pensó que era una roca, dado que su forma contrastaba contra la tierra al igual que una piedra lo hacía, más al acercarse a ella y conjurar un rápido Lumos notó que se encontraba frente a un cofre de madera con bordes e ilustraciones de oro sobre toda su superficie. Lo contemplo admirándolo, hasta que finalmente se arrodilló junto a él y apunto con su varita hacia el cerrojo: - ¡Alohomora! - el candado que cerraba el cofre se abrió, y tras ello la tapa se levantó mostrando el contenido del cofre al Weasley, quien inspiró cortadamente y dió varios pasos hacia atrás en horror. - ¡OIGAN!

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