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Melrose Moody

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Todo lo publicado por Melrose Moody

  1. Mel no acostumbra a dar explicaciones pero sabe que tiene que hacerlo con esa familia porque, por más que la han acogido tantas veces con gran hospitalidad, sigue siendo una familia con quien no tiene lazos de sangre, así que tampoco siente que tenga derechos en esa casa. No es que los Evans se lo hayan dicho, si no algo que su familia siempre le había recalcado; cierto orgullo, por su sangre escocesa pero también el pensamiento de que debe encargarse de sus propios asuntos siempre, ya sea para mantenerse al margen, limpiar sus desastres o correr en auxilio de los suyos. De todas formas, siempre se sobreentendía el "no causes problemas a otros" por encima de cualquier situación. No ha probado ser una formación precisamente agradable para toda ocasión pero la tiene tan interiorizada que no se da cuenta de que está actuando bajo su influencia cuando lo hace. Cyclone Maximus Es apenas un susurro. Mel no está habituada a utilizar sus poderes pero en ese momento se encuentra con todos los sentidos alerta, el cuerpo cargado de adrenalina y esperando para saltar. Los movimientos le salen de forma natural, cuando da un giro con el cuerpo sobre el mismo punto, apuntando con la mano que sostiene a Meows la oleada de viento que apaga las llamas y azota la puerta, incluso haciendo flotar el dobladillo de sus propias ropas. No había esperado que el viento fuese tan poderoso o efectivo por lo que se vuelve hacia los habitantes del castillo con intenciones de disculparse, decidiendo que puede tomarse unos minutos antes de que empiecen a aparecer. Sin embargo, las cosas no se desarrollan así, si no que son otras palabras las que terminan saliendo de su boca: —Déjalos en paz, ellos son mis amigos. Mel se aproxima agitando la varita para curar las pocas heridas que han surgido a causa del fuego enviado por Matt. Solo un antebrazo algo chamuscado, pues sus compañeros son rápidos. De todas formas, eso no evita que éste le muestre los dientes a Matt antes de volverse hacia la espesura cuando los aullidos empiezan a llegar, próximos y amenazantes. Algunos de los que fueron aturdidos por el párroco y Matt empiezan a reaccionar, pues sus cuerpos tienen cierta resistencia a ese tipo de magia. —Esos, no son como nosotros —masculló entonces, dando una cabezada hacia la espesura para referirse a los licántropos que se aproximaban desde allí. Lo sabía porque sus compañeros le habían informado sobre una clase de conexión o dependencia mental, todavía no estaban seguros de cuál, que esos seres compartían y que ellos siendo licántropos jamás habían experimentado. No estaba segura, de si se trataba de especies diferentes o algo que había sido modificado de forma externa. Así que tienen que ser cuidadosos en la forma en cómo los aborden porque podrían golpear más fuerte y con mayor destreza, si algunos llegaran a escapar—. Déjanoslos —los ojos de Mel brillan y suelta una carcajada. Sus caninos resaltan en la sonrisa que corona la expresión salvaje que estira sus rasgos. Sus compañeros parecen contagiados por esa energía electrizante que parece cargar el ambiente y a ellos al unísono— nosotros nos encargamos. Tómalo como una disculpa. Mel vuelve a aullar y esta vez, sus compañeros aúllan con ella. No ha perdido los estribos aún, sabe que tiene que verlo desde una perspectiva humana también; alza la varita y las cabezas de los que la acompañan se cubren con casboburbujas, aunque ninguno de los licántropos salvo ella misma lo lleva. Cuando los licántropos transformados empiezan a correr hacia ellos en manada, sus compañeros se adelantan. Garras y colmillos desgarran la carne, la sangre empieza a manar y Mel sujeta el frasco que cuelga de su cuello. No se habían mantenido ociosos, tan solo ocupando espacio y hablando de cosas ya pasadas en la sala de estar del castillo. Habían trazado un plan. Así que, tal cual fuera entendido en el plan, las disputas se desplazan hacia los flancos mientras Mel empieza a esparcir el contenido del frasco y enciende una hoguera en el extremo más próximo, de la que mana un perfume denso que se va esparciendo por el patio trasero. Las semillas de hielo cubren toda la superficie poco más allá de la hoguera de una gruesa capa de hielo y, con la movilidad mermada, en ocasiones incluso con sus pies atrapados en dicha capa de hielo, Mel solo tiene que esperar antes de que empiecen a caer como moscas a causa de la humareda densa, cargada con el humo de los pétalos de pensamiento. Después, es el proceso de separar a sus compañeros de los cautivos que echa a las mazmorras, para darles los antídotos y ponerlos a descansar. Todavía tiene muchas preguntas y está segura que los Evans de la familia también pero eso tendrán que averiguarlo cuando decidan qué harán con los prisioneros. Sabe que es peligroso hacerles preguntas por varios motivos, por lo que los deja en las celdas sin ninguna luz, al menos de momento. @@Syrius McGonagall @@Rory Despard @@Helen Evans
  2. Beatriz Bouligny Cuando el resto empieza a replegarse, entiende (o al menos eso cree colegir) que a alguien al fin se le ha ocurrido un plan. Así que sigue los movimientos de los demás, se enfoca en no quedar rezagada mientras suben de nuevo las escaleras y el demonio que una de sus colegas controla hace que las criaturas y los objetos otra vez animados queden lejos de ellos. No es una tarea fácil y supone que sus poderes deben estar drenándose pero no se le ocurre una forma en la cual pudiese apoyarla, así que no lo hace. Por el contrario, se adelanta y por poco se da de bruces con otro demonio menor en la planta superior. Por un instante, es como si se hubiese quedado sin aire, a pesar de que lleva una cascoburbuja en la cabeza. Si fuera inmortal, no lo necesitaría pero tiene pulmones débiles, como la mayoría de los humanos y también sentimientos sumamente mortales. Ver el rostro de ese demonio no le recuerda su deber para con su clan si no el sapo distraído que dejara en la sala de estar. Cuando todos se reúnen en torno a la muchacha que ella identificara como la líder con dirección a la librería, ella toma la ruta contraria, con expresión desesperada, esperando contra toda esperanza, que Tobías hubiese encontrado un oscuro rincón en el cual esconderse. Al llegar, lo que ve la deja helada. Uno de los demonios pequeños sostiene a Tobías por las patas. Éste ni siquiera parece tener un rostro definido pero sí una boca grande y ancha, que permanece abierta para recibir al sapo, con dientes blancos y cuadrados, capaces de triturar -a ojos vista- cosas aún más sólidas. Tiene que hacer algo enseguida y lo sabe pero lo único que sale de su boca es un gemido de pánico. El demonio se vuelve un instante hacia ella, antes de que sus antebrazos caigan al suelo y la sangre comience a brotar. Tobías ni siquiera croa, si no que salta alejándose del hecho pero nuevamente, es tomado en brazos por la propia Bea, una de cuyas manos sostiene el puñal ensangrentado que antes cortara al demonio ante ella. Había logrado esos movimientos gracias al Phantom pero Bea se da cuenta que ha llegado el momento de actuar. Así lo que pueda realizar sea muy poco, eso no es lo importante. Sosteniendo fuertemente a Tobías, se aleja con dirección a la biblioteca. Parece ser evidente que alguien ha despejado el camino hacia allí. Escucha un chillido a sus espaldas pero no le presta atención. Invoca el umbra y ve a su sombra adelantarse. De hecho, su sombra llega antes que ella y es por eso que se desliza con suavidad. Tironeando de un cabello, halando una oreja, dando un pequeño pisotón. Así es como llama la atención de los oscuros. Lleva consigo papeles, que sostiene para entregárselos a cada uno, papeles que ella misma escribió de forma apresurada. Después, Bea entra a toda velocidad gracias al phantom y está dibujando un círculo. Después, varias cosas suceden en rápida sucesión. Bea deja a Tobías dentro del círculo que ha dibujado su sombra para rodear a sus compañeros. Su sombra, que también había tomado los restos de sangre del demonio que cortara antes y los restos de ese líquido asqueroso que las otras criaturas desprendieran. Sin embargo, ella no se detiene dentro del mismo, si no que traza uno, alrededor de la figura que esta detenida ante el libro. Éste se encuentra todavía a unos metros del Necronomicrón, pues el altar es amplio y gradual, como un pedestal. El cuerpo de Bea cruza el espacio encerrándola en un amplio círculo antes de que ella le preste importancia pero la daga ya ha hecho su trabajo, trazando ese espacio. Luego, Bea se encoge en el suelo a un lado, a la espera. Todo dura milésimas de segundo, pues el uso del phantom lo hace apenas perceptible para ojos no entrenados... y la espera... Si la cosa ha resultado como ella lo pensara, entonces sus compañeros acudirían en su rescate enseguida. Habiendo detectado su presencia y habiendo leído los pedidos que escribiera en los respectivos papeles, sabrían que ella había pensado en un plan burdo e improvisado, que hacía uso de poderes que ella misma no poseía. Conocía de los hechizos Reotak o Zeul o incluso de los poderes de magias elementales que podrían ayudarla y, si era hecho de manera adecuada por magos de poderes excepcionales para la transformación, también de forma regular y sin la magia del clan para que el suelo dentro de los límites que ella hubiera trazado y bajo los pies de ese ser salido de sus pesadillas, se desvaneciera o desmoronara, de forma que ésta, sumamente poderosa pero desprovista de alas, cayera dentro, en donde podría ser víctima del fuego junto con el resto de sus esbirros. ¿Era una locura? ¿Acababa de cometer una imprudencia, una est****ez? No lo sabía. De hecho, se había entregado enteramente a la esperanza de que su mensaje fuera entendido, de que su plan funcionara o de que, en el peor de los casos estando ella encogida y con los ojos cerrados, la muerte le llegara de forma fulminante y quedaran rastros de su cuerpo para que de alguna forma existiera la esperanza de traerla de vuelta o si no... bueno ¿no podía quejarse de la vida que había llevado? Con los párpados fuertemente cerrados en esa fracción de segundo, se preguntó si sus intenciones estaban explícitas y adecuadamente explicadas en ese papel, si se entendería todo el conjunto, si realmente lograrían prenderles fuego, si esa era realmente la solución y si ese círculo que había trazado alrededor de ellos con la sangre y los elementos en que esa ángel caído en particular tenía predominancia serían suficientes como para salvarlos. Al menos, esperaba que si moría, Tobías tendría esperanzas de escapar con ellos ¿no lo dejarían allí detrás con los demonios, no es así? ¿Y cómo se había dado cuenta a qué se enfrentaban si no había estado presente cuando una de ellos lo había mencionado? Había sido más bien al ver a ese último demonio. Había recordado lo que había leído una vez respecto a los ángeles caídos. Como, si un invocador no se hace presente ante una legión demoníaca, entonces significa tan solo que un ser de mayor rango tendría que hacer acto de presencia tarde o temprano ¿y quién si no un ser como solo podían ser esos seres de leyenda, podría tener un rango mayor a los demonios intermedios cuya presencia ya habían detectado? Además, también está el hecho de cómo irían a deshacerse de ella una vez el fuego se terminara ¿se quemaría? ¿O solo la retrasarían y tendrían que pensar en enviarla a otra parte? ¿Cuál era la solución real? Por lo pronto, la vida de Bea pasaba demasiado lenta, en esa fracción de segundo de solo preguntarse lo que sucedería a continuación.
  3. Mel no prestó demasiada atención hasta que la voz de Jeremy hizo que tuviera que hacerlo a la fuerza. No entendía de donde provenía ese impulso por incluirla en la charla, por lo que se quedó en silencio, mirándolo por un momento, intentando adivinarlo. De todas formas, tal intento llegó a ser innecesario. Rosália intervino casi enseguida puesto que, al parecer, encontraba que era una señal acerca de algo que afectaba personalmente al mago, una barrera. Mel no entendía del todo el desarrollo de los acontecimientos debido a que no había estado trabajando con él, por lo que solo hizo una breve señal de despedida y una media sonrisa antes de seguir a la arcana con la intención de continuar profundizando su aprendizaje. Tenía la sensación de que al fin estaban logrando algo. Tal vez tan solo era engañarse a sí misma respecto a sus capacidades actuales pero se sentía imbuida de esperanza. A medida que se acercan al pensadero, Mel intenta concentrarse cada vez más en lo que tiene delante. Supone que Rosália está a punto de realizar una demostración y es por ello que las ha llevado hasta allí y no se equivoca, pero es algo más que eso: ella habla sobre el resultado del último ejercicio y les muestra uno nuevo. Uno que, por lo que Mel entiende, les ayudará agrupar todo lo aprendido, al aprender a expresar la visión de sus propios pensamientos e intentar combinarlo con una situación real e inmediata. Además, como es obvio, tiene que ver también con su propia capacidad de evocación, de resonancia... y todo eso. A pesar de que hasta ese momento ha sido casi siempre Bel quien ha tomado la iniciativa, es Mel quien se adelanta primero y toma el frasco que Rosália les ofrece. Lo guarda consigo y vuelve la vista hacia los frascos vacíos antes de tomar su propia varita. Se posiciona frente al pensadero sin una idea clara en mente, respecto a qué memoria tomar pero una vez está frente a éste no le es difícil hallar una. De hecho, se trata de la misma memoria que había mostrado a Candela pero Mel se concentra en el momento mismo en que el agua se eleva alrededor de ella, como olas de un tamaño insólito; sus manos intentan atrapar las cortinas de color pálido al igual que el rocío que alcanza a mojar su rostro pero no lo logra, pues es un deseo ilógic. Rompe el fluir agradable del agua y ríe cuando ésta se reparte alrededor. No es un recuerdo que esté basado en un paraje exótico o en un hermoso espacio hecho propio. Es tan solo algo que es bello por estar plagado de sentimientos exultantes. Por eso, después de pronunciar el hechizo y echar la memoria al pensadero con éxito, remueve el contenido para que repose con los demás que ya flotan allí. Aquello que deja con Rosália sobre ella misma no es necesariamente sobresaliente pero sí bastante personal. De hecho, se sorprende a sí misma de haber realizado bien, de una sola vez, el hechizo, estando segura de los pasos sin errores. Cuando le toca observar a Bel hacerlo sigue ensimismada. En realidad, está tan avocada a esos pensamientos, que por poco se le pasa la pregunta subsiguiente que realiza la arcana. Mel sabe que es una cuestión que debió ver venir, pero en realidad no lo hizo. Así que se queda un rato en silencio todavía, antes de ser capaz de reponer en voz alta: ―Desde luego, estaría más que dispuesta a hacerlo. Tiene todavía ápices de inseguridad pero logra contenerlos para pensar en cosas más positivas. Después de todo, ha sido un camino largo hasta ese momento y sabe que tiene ahora muchas herramientas que podrán llegar a su rescate cuando lo necesite ¿no es eso emocionante?
  4. Bosteza. Los pasillos del laberinto son todos muy parecidos entre ellos. Catherine está segura de por dónde va, a pesar de que todo alrededor luzca similar. Sus pensamientos están en segundo plano cuando sus sentidos se agudizan. Recorre un espacio tras otro y nada cambia pero es una sensación distinta a la bruma, ahora lo sabe bien. Los giros son apenas pequeños compases que sobrepasa apenas utilizando el hechizo para hallar el norte. Sabe lo que hace, de una forma en que no lo supo antes. Lo primero que la detiene es una figura no muy alta, que se encuentra frente a ella. Su rostro no está embozado así que es capaz de distinguir de quien se trata incluso antes de alcanzarla. Cabello gris, de un tono claro, un mechón azul cerca de la frente. Sabe que no puede ser real y pensó que había abandonado su recuerdo para siempre al entregarle lo que era suyo en el inframundo... y aún la persigue. La mujer se vuelve y sus ojos claros con motas de un color distinto y brillante se posan en ella con celeridad. Sus manos, pálidas y con la textura e impresión de la cera sostienen las suyas antes de que pueda marcar su distancia. Su voz habla de viejos recuerdos. "Me lo prometiste". Catherine la observa sin decir nada. A eso se vio reducida Pandora, perseguida por sus ataduras de una vida inmortal en un mundo plagado de mortales. Había sido una humana que había amado su vida, siempre buscando ser justa, por eso había padecido en la eternidad del vampirismo. El deseo de ser amada, de formar parte del mundo, había sido tan irremediable como destructivo; La Orden del Fénix apenas un intento vano por compensar esa separación del mundo mortal y su deseo de trascender, todo insostenido. Abandonada por Armand, había buscado el refugio en amantes mortales sin hallarlo, hasta caer en la maldición de un demonio que prometió mantenerse a su lado siempre, llevándola a la muerte. Era un destino irónico y triste. Sobre todo porque en última instancia había sido egoísta. Pandora había tenido personas que se preocupaban por ella, a las que ignoró en su búsqueda incesante del amor romántico y el compromiso con su ideología y su deseo de rescatar a su país y a ese mundo de las sombras de lo injusto. Al inicio, no fue capaz de moverse o articular palabra pero entonces el rostro de Madeleine llegó a ella. Como una antorcha, consumida de ira y dolor: rogándole que viviese, que no la abandonase. Porque ya la habían abandonado una vez y no había sido ella. Madeleine. Quebrada, estricta, seria, hermosa Madeleine. Tan adulta, siendo tan niña. Catherine se soltó del agarre con fuerza y miró a las pupilas de Pandora. Era muy bonitas, pupilas que ninguno de sus numerosos hijos llegó a heredar. ―No eres más que un recuerdo ―masculló no sin cierta melancolía. Así la dejó ir. Cuando la mujer se desvaneció fue que Catherine corroboró que estaba yendo por el sendero correcto. Las distinciones eran sutiles pero se sentía guiada por aquello que había visto entre las brumas, a pesar de que tal "inconveniente" la había retrasado. Una vez alcanzó otro cuadrilátero amplio en medio del camino, por alguna razón un miedo irracional empezó a trepar por su garganta. Se oyó una risa antes de que terminara de doblar el último recodo y allí estaba el niño Malfoy con el que había soñado tantas veces. Catherine lo vio sin parpadear, esperando que la figura la notara. Conversaba con Andry Cat, la mujer que había ido por él y que le había traído ese niño Malfoy "puro": cabello negro como ala de cuervo, piel tan blanca que resultaba enfermiza, ojos también oscuros. Era apenas un chiquillo que abandonaba la adolescencia pero Catherine sabía que en su interior moraba el espíritu de Kaiser. Había sido él, quien con ese cuerpo, una vez expulsada el alma original, la había arrojado de la torre de la nigromancia. Se había salvado tan solo por un dragón blanco ancestral, que se encontraba en la raíz misma de la ideología que había tomado debido a su promesa con Pandora; de alguna forma, tanto Káiser, como la Orden del Fénix y La Marca Tenebrosa, todo eso estaba conectado con el hecho de que ella hubiese decidido honrar esa promesa a la vampiro ya muerta. Si no hubiera sabido de la Orden del Fénix, si no hubiese tratado con Richard, el hermano de Pandora, como si fuese su propio hermano... tal vez nunca hubiera tenido que conocer a Káiser o tener que lidiar con él y sus historias sobre el traidor de los Malfoy y el odio irreversible que cargaba. "Robamos el trono de los Malfoy, el trono de nuestros ancestros" no estaba segura de si eso eran sus recuerdos o era él, ese recuerdo -el niño ante ella- volviendo a vocear todas esas cosas "no podíamos permitir que ese asqueroso usurpador lo siguiera teniendo como si le perteneciera". Catherine intenta bloquear su mente tal cual había aprendido a hacer pero por alguna razón esa no parece ser la respuesta. El niño se acerca y Andry Cat detrás de él solo sonríe sin emitir palabra, siguiéndolo. Ambos habían tenido éxito: habían robado hacía mucho tiempo el trono de sus padres y, aunque habían intentado ser detenidos por el usurpador, habían peleado por éste. Todo eso, no tenía nada que ver con Richard, quien había conseguido el cuadro de Káiser por quién supiera qué medios y tampoco con el hecho de que la propia Catherine se hubiera convertido en el depositario temporal de su alma. Intentó no pensar, no pensar en que... >>No es malo perder el control a veces y buscar visiones que nos ayuden a encontrar el "control" de nuevo, quizá es una forma de abarcar la falta de resolución de problemas que tenemos todos. Pero ya has notado que no es necesario para nada<< Las palabras no son una guía real si no un recuerdo. Sin embargo, sabe que el arcano se encuentra en alguna parte y que todo eso está conectado el miedo que siente ante la presencia de Káiser. A veces siente miedo de Káiser y a veces por Káiser. Dicha conexión es inevitable, porque nunca había tenido semejante proximidad con otro espíritu, aunque es uno inquieto, corrupto y destructivo. Káiser disfruta atormentando a sus seres amados, de la misma forma en que disfruta atormentando a sus enemigos. Catherine ni siquiera está segura de en qué lado del espectro se encuentra ella pero eso ya no importa. Piensa en el cascarón vacío que vio en su visión en San Petesburgo y por qué había olvidado el recuerdo de su primer viaje allí: ella misma había terminado enloquecida bajo su influencia. Sajag tiene razón. No importa si perdió el control o si lo vuelve a perder una vez más. Cada vez... cada vez, hay personas allí. No importa si no tiene con ellas el vínculo perfecto o si es o no capaz de librarse del todo de esa conexión. La videncia no es una forma de componer esas cosas, tan solo, que sus visiones requieren que se libre de ese miedo para poder explotar su poder. Lo que allí importa es que tiene problemas como los que tiene todo el mundo y que, por mucho que su alma se encuentre deteriorada y sus poderes envenenados, ella puede emerger de ese desarreglo. Piensa en Andry Cat, que se encuentra atada a Káiser para siempre y piensa una vez más en Madeleine, siempre Madeleine, esa muchacha a quien no puede evitar amar como si fuese su propia hija, porque tiene esa fuerza que ella necesita para... <<Tu también, no eres más que un recuerdo. Déjame ir>> El niño Malfoy la alcanza. Sonríe, con una expresión desprovista de calor. Alza la mano y por un instante, Catherine siente como si estuviera en lo alto de la torre de nigromancia y él está diciéndole una vez más que no la necesita. Empujándola, haciendo una breve presión en su pecho, y luego el aire silbando en sus oídos, la caída ¡Ah, ese corte gélido en el corazón...! Pero el chiquillo solo roza su mejilla. En el dedo anular lleva el anillo de bodas que el niño Káiser nunca llegó a llevar; fue el adulto quien volvió por ella, buscándola para atormentarla y atarla a él, una vez más a su servicio ¿o había sido un vínculo, una relación real? Nunca había huido de eso del todo, había cambiado media vida -literalmente- por la capacidad de destruir ese anillo y era por eso que ahora, en lugar de la alianza de su boda, se encontraba allí, destellando, el anillo de nigromancia otorgado por Báleyr. A pesar de todo eso, Catherine alza la mano hacia su rostro y se da cuenta de que su mirada se ha vuelto borrosa a causa de las lágrimas. Por un instante, cree sentir el contacto frío de la mano que roza su mejilla pero cuando cree tomarla entre sus dedos es tan solo aire y su propia piel. El último y verdadero adiós. Se limpia la cara con rapidez y sigue avanzando. No entiende o, al menos, había creído asumir que Káiser sería lo último que tendría que encarar en ese laberinto, de acuerdo a lo que Sajag le había dado a entender al inicio (o quizá más bien su propia supoción porque había sido el tema que más había surgido durante las clases). Como fuere, sigue avanzando, hasta que se encuentra con el final y... es est****o que no se diera cuenta de lo que se avecinaba. La expresión es decidida, el rostro un tanto congestionado. En su expresión, están todos los meses de espera, las dudas, las mentiras, las cosas que jamás se atrevió a decirle y que ella tuvo que adivinar por su cuenta. El pasado, atisbando, mientras Catherine intenta pensar sin éxito en una excusa para intentar rebasar aquello que antes le había dado fortaleza y ahora solo le produce vergüenza. El rostro de Madeleine habla de traición y pérdida, ambas sensaciones causadas por culpa de Catherine, de no haber sido lo suficientemente fuerte o tal vez sabia o un poco de ambas cosas. >>No<<. ¿Por qué mentir? Siempre sintió desprecio por los sabios, esas caracterizaciones poco humanas de vidas de hace muchos siglos. Siempre despreció el desapego de todos esos individuos que se asumían superiores (o la sociedad los asumía superiores) solo porque eran capaces de dejar atrás todo vínculo humano. En su cabeza, sabía que eso era sumamente ridículo, que tal precepto no podía ser la solución que ella buscaba... y tampoco podía serlo para Madeleine ¿Por qué no ser honesta aunque solo fuera una vez? ¿Aunque solo fuera para con ese recuerdo? >>Debí preguntar, debí entender que habrías preferido venir conmigo, aún si eso significaba padecer juntas. Quiero encontrar la forma de volver a ti, aunque no parezca justo. Perdóname, Madeleine. Te buscaré, en el futuro. Espera por mí<<. El recuerdo se estremeció cuando aproximó la mano pero, una vez más, se desvaneció. Quizá fue tan solo fueran sus ojos jugándole trucos pero le pareció ver que el recuerdo asentía, antes de partir. Detrás de éste, podía ver claramente el crepúsculo y la figura del arcano recortándose contra la forma de la gran pirámide. Catherine estaba tan drenada y el último recuerdo y el temor del rechazo de parte de alguien que tenía todo el derecho de no querer volver a verla más había sido tan vívido, que por un instante había olvidado donde se encontraba. Sin embargo, estaba segura de que ese asentimiento no había sido casual, no había sido parte del recuerdo. Ella había visto algo más, ella había visto por un instante un recuerdo futuro. Si eso significaba o no el perdón, si eso significaba o no una visión, eso todavía estaba lejos de saberlo pero no dijo nada de eso a Sajag. En lugar de ello, se aproximó y pronto se dispuso para entrar, pues sabía que todavía le esperaba la parte más complicada de todo el proceso.
  5. Mel no está segura de si debería estar escuchando algo o si, en realidad, la bruja no tiene intenciones de transmitirle nada. Aparta la mirada por un instante para intentar poner la mente en blanco y luego vuelve a observarla pero nada cambia. Quizá, es simplemente que ella desea que esa información le sea "arrancada" y no tener ella que transmitirla. Mel no está segura pero supone que ha de ser algo como eso, así que lo intenta, aunque es solo un deslizamiento sutil, sin mayor esfuerzo. No es como si Rosália se lo hubiera dicho específicamente pero tampoco es como si debiera solo quedarse en silencio por lo que resta del ejercicio. Lo primero que vislumbra es una casa cómoda. La mujer parece estar siempre con alguien con quien entabla alguna clase de conversación "animada" y guardan cierta similitud entre ellos. Mel no puede evitar preguntarse si no serán su familia, aunque no se sienta como tal "estrictamente". Reconoce a una muchacha sin cabello que vio una vez a lo lejos y al propio Jeremy, aunque el resto le resulten desconocidos. De todos modos, tales memorias no poseen ningún brillo si no que tienen el sello de la cotidianidad. Mel también vislumbra parajes disociados de nombre o ubicación en la mente de Candela. Son sitios fríos en su mayoría. En realidad, de cara a lo que vislumbra, Mel se da cuenta de que está incurriendo en lo que Rosália señalara una y otra vez. Solo arañando la superficie; recuerda la advertencia que les hiciera respecto a no experimentar por su cuenta y se mantiene entonces en ese mismo ámbito. No tiene muchas ganas de recibir otro regaño de la arcana y de todas formas, aunque ya pueda deslizarse por una mente ajena no está segura del grado de "invasión" que la otra persona pueda detectar ni tampoco en las características de su propio poder. De hecho, ni siquiera son conceptos a los que les hubiese dedicado un solo pensamiento en su vida antes de terminar en esa clase. Sin embargo, a medida que sigue arañando la superficie, se da cuenta de que la mente de Candela es un poco como Rosália describiera ciertos fenómenos antes y, también, como algunas cosas que aprendiera de Sauda. Al cerrar su mente y deslizarse en silencio, Mel termina inmiscuyéndose en espacios en donde no había tenido intenciones de penetrar en primer lugar. Candela, desgastada y con expresión enloquecida, mirando fijamente a un espejo, con una mano apoyada sobre la superficie y reflejando... El recuerdo que acaba de vislumbrar hace que se retire enseguida. De alguna forma, se ha sentido como cruzar una línea, aunque no está segura de por qué. Así que solo observa con curiosidad la expresión de Candela, antes de alejarse a tomar un poco de agua de la manguera. Tiene expectativas por las nuevas instrucciones que habrá de darles la arcana ahora.
  6. Beatriz Bouligny No es que Bea no quiera intervenir, si no más bien el hecho de que parece ser más bien poco útil lo que la detiene de sumarse a los esfuerzos colectivos. Luego de dar el último trozo de información útil que había podido obtener por simple observación, se repliega y observa a sus colegas actuar. En el fondo, sabe que también debería ponerse manos a la obra pero siente que es distinto para ella de lo que es para ellos. Ella sabe perfectamente los límites de su poder y una voz en su cabeza parece detenerla con un pequeño "aún no". Es casi como si esa voz supiera que sería de mayor utilidad si espera, si se atiene al grand finale para que su apoyo tenga alguna significancia. Cuando las sombras se retuercen, avanzan, estallan y hasta empiezan a diversificarse, al igual que los ataques de sus compañeros, ella se queda detrás, con esa incomodidad creciente, que le dice que algo se le escapa, que algo no anda bien. Primero, intenta pensar en ello de forma racional pero después se da cuenta de que tiene que abordarlo de otra forma. No consigue dar con ello, así que quizá sea mejor simplemente seguir observando. Apenas han pasado los primeros cinco minutos de la contienda y ya todos están más drenados de lo habitual... Sí, eso es. Lo que estaba olvidando. Instantáneamente, toma su varita y empieza a invocar cascoburbujas para el resto de sus compañeros, finalizando con ella misma. Había recordado por qué era difícil enfrentarse a demonios (que es la conclusión lógica a la que sus colegas habían llegado) en principio: porque su elemento debilita a los humanos. El olor a azufre y los compuestos derivados del mismo que han surgido de su "legión" los debilita a cada segundo que pasa y eso también les quita su capacidad de deducción. Supone que debería haber echado un último vistazo con su vieja magia antes de ponerse el cascoburbuja porque con él en acción no tiene forma de ver qué sucede al fondo -en las sombras- pero es un precio razonable por mantenerse estables y con vida. Con un exceso de esos derivados de azufre, está segura que podría incluso haber incurrido en daños irreparables a sus pulmones. A pesar de haber realizado esa mediana invasión al espacio personal de todos, no da explicaciones ni tampoco le llega el aviso de "intervenir" por parte de la voz en su cabeza. "Todavía no es el momento" es lo que continúa pensando. Sus únicas cartas disponibles son el control corporal y el umbra, magias que a veces le han traído dificultades, sobre todo la última, así que no quiere usarla así porque sí, cuando ya todos andan haciéndose cargo estupendamente y encima cuando ni siquiera tienen mucha idea de lo que viene a continuación. Todavía no.
  7. La bruja se mantiene muy quieta hasta que algo se agita. No es un movimiento cercano pero es suficiente para remover el estado pacífico de su mente y hacerle darse cuenta de que algo no anda bien. Abre los ojos de golpe y se da cuenta de que su mundo actual no es más que brumas. Está todavía sobre la superficie áspera de la barca y ha tenido... ¿qué exactamente? ¿Una visión o tan solo un engaño? Sus ojos se ajustan con rapidez a su entorno pero no es suficiente como para sacarla de dudas. Tiene que quedarse un buen rato paralizada, pensando e incluso enjuagar su rostro con el agua de su varita para estar segura de que no sigue metida en ensoñaciones. Luego, actúa de acuerdo a lo que "viera" antes por instinto, aunque eso solo acrecenta la sensación de estar en un sueño dentro de un sueño. Como si después de creer que había reaccionado (una vez más) terminara despertando ¿en qué momento se volverá real? El tramo que la barca describe es más largo del esperado. Prefiere no acelerar el proceso con magia, así que se tiende todavía ensimismada, intentando que las figuras de su pasado no se cuelen a su mente. No es porque la atormenten si no más bien por un sentido práctico que hasta ese momento no había utilizado. El que ahora lo haya hecho suyo tiene sus ventajas. No es solo que se siente lista para la prueba, si no que además está invadida de una tranquilidad y un placebo calmos, como no había experimentado hasta ese momento. Así, cuando las brumas empiezan a volverse más finas, no duda antes de dirigir el bote hacia tierra firme. Espera a que encalle bien en la orilla antes de arrartrarse al borde y poner un pie sobre la tierra cubierta de pasto. El espacio es idéntico al que ella había visto, como si la isla hubiese mostrado su rostro a ella antes de tiempo. De una forma est****a, se siente halagada. Da un par de pasos antes de distinguir las paredes del laberinto; están cubiertas de hiedra y todo el espacio huele a la humedad proyectada desde el lago, aunque a ella se le hace como si la niebla se estuviera despejando. De todas formas, no tiene nada que ver con lo que a ella le concierne, así que vuelve la vista. Primero, vuelve a asegurarse que no está soñando y luego hace recuento de sus cosas y su varita, antes de entrar. Cometer el mismo error dos veces en su prueba no es una opción. Así que tiene que poner todo su esmero y sus sentidos en no caer en ello de nuevo.
  8. Dolor. Mel está acostumbrada al dolor. Al fin y al cabo, es un licántropo que se transforma cada luna llena. Por eso, es aún más humillante darse cuenta de que se está sintiendo ablandada, débil, derrotada. Los magos que la rodean son magos cualquiera, ni siquiera son una eminencia física y mental pero rodearla en grupo y usar una estrategia que ella desconoce ha sido suficiente para que se derrumbara. Se siente defraudada consigo misma. Intenta poner la mente en blanco, seguir las instrucciones de Sauda que recuerda pero no solo es difícil, si no que hasta parece imposible. El hombre hace preguntas sobre Richard sin cesar: quién es, para quién trabaja, qué es lo que sabe sobre él. No lo pregunta esperando una respuesta si no para estimular la mente de forma que pueda bucear en ella en busca de respuestas. Mel se siente débil pero el laberinto blanco que refleja aguanta las embestidas. Es agotador y poco práctico. Hace rato ya que suda y éste sudor en su rostro parece estar mezclado con algo que nunca derrama: lágrimas. Es eso lo que hace que reaccione de forma repentina. Ella nunca llora, nunca lo hace. No importa la situación, ni la circunstancia. Ella nunca llora. Así que, a pesar de que tiene un brazo roto y podría jurar que varias costillas dañadas y montón de cabello se encuentra esparcido por el suelo, Mel cierra los ojos con fuerza, negándose a abrirlos a pesar de las diatribas. Ella nunca llora. Siente un golpe en la mejilla y también piensa en el cuerpo de Richard, en cómo se encuentra tendido e inconsciente apenas a unos metros. Si tan solo pudiera alcanzarlo y... ¿Pero en qué está pensando? ¿Alcanzarlo? ¡Puede ella sola! Su energía es como un golpe seco. Su brazo roto se abre camino, porque al caer como un peso muerto le permite movilizarse a pesar del agarre que tienen sobre ella. Se lanza hacia adelante y su fuerza netamente física le ayuda a librarse del círculo que la encierra. Una vez eso está hecho, lo demás es fácil. Tomar su varita con la mano que no está herida, empezar a lanzar los hechizos prudentes. Los magos que la enfrentan forman una vez más un círculo pero esta vez en torno al legilimante que sigue intentando colarse en sus pensamientos. La gran puerta de su mente no tiene todos los pestillos aseguraos pero el laberinto que se encuentra detrás lo pierde y las pequeñas puertas no ceden. Una y otra vez, el mago cae en las trampas de puertas entreabiertas que Mel le tiende, mientras los recuerdos modificados que se encuentran dentro lo guían hacia un sentido equivocado de la realidad. Es un punto muerto. Sin embargo, hay algo que cosquillea en el fondo de su mente. Esa fiesta, el viento frío que ingresa por los ventanales rotos, los invitados que han huido... nada de eso tiene sentido. Ella estaba allí sin duda por otro motivo, algo que nada tenía que ver con Richard o con grandes reuniones arruinadas por magos malvados. Mel se detiene un instante, intentando pensar mientras resiste las embestidas de esa mente poderosa y sin escrúpulos: se da cuenta de que todo eso no es más que algo que ha sido montado a la perfección y ella se ha dejado llevar sin remedio. Su mayor miedo, en realidad, no era el muro que su familia pudiera trazar para con ella; tampoco dudaba de su capacidad para la lealtad, puesto que la había puesto a prueba un sinnúmero de veces con éxito. No, su verdadero temor, radicaba en el miedo a no ser lo suficientemente buena como para protegerlos... en que siendo una ignorante con buenas intenciones, pudiera hacer prácticamente el mismo daño que una persona capaz y malvada, puesto que ambos dañaban a los individuos a su alrededor por igual, uno sin intención y otro con la saña de hacerlo. Ese pequeño instante en que el mundo a su alrededor parece congelarse le es suficiente. No es más que una señal fina que su propia mente crea, de milésimas de segundo, para darse cuenta de que tiene que salir del engaño en que Sauda la mantiene. Eventualmente, es cierto que tendrá que enfrentarse a individuos hostiles, quizá en grupo como la arcana los representa, pero eso no es lo más importante. Ahora, lo que tiene que hacer es cerrar su mente de manera adecuada y, qué decir, no solo adecuada si no sobresaliente, de cara a Sauda. Tiene que romper esa ilusión que le ha recreado, dentro de la cual se defiende, pero que es al fin y al cabo un engaño que es capaz de reproducir en su cabeza porque ha ingresado a cierto nivel en ella. "Cierra tu mente". Sabe que sería más fácil pensar en la palabra "oclumens" para concentrarse pero no la utiliza. En una situación como la que la arcana le ha planteado, no tendría el tiempo ni la oportunidad para hacerlo y tiene justamente que prepararse para esas situaciones que podrían llegar a pasarle, más allá de si Sauda estará satisfecha con lo que haga en esa sala o no. Mel no cierra los ojos esta vez si no que los fija en los individuos que la rodean y en su cabeza, es casi como un si un rompecabezas encajara de pronto: no sabe si es la adrenalina o solo el fruto de los pasos que ha seguido hasta ese momento, el esfuerzo realizado que ahora da eso como resultado. Sea como sea, Mel se encuentra a sí misma, cerrando ese enorme portón que hasta ese momento se había negado a cerrar del todo, con cerrojos de un metal impoluto, que no se dobla ni se mancilla, cuya puerta encaja a la perfección, para no dejar dentro ni siquiera una brizna de aire o niebla. Apenas ha terminado de hacerlo, la ilusión a su alrededor se rompe. No más Richard en el suelo, ni hombres astutos y violentos. No más brazo roto ni costillas dañadas. El anillo que la conecta con Sauda brilla, haciendo que el símbolo que posee se destaque más que nunca. Mel sonríe, incrédula, porque a pesar de que todo lo que pasa a su alrededor sucede en rápida sucesión, ella ni siquiera pestañea y puede mantener las defensas de su mente como una tarea en segundo plano, sin siquiera un momento de debilidad o error. Es casi como si... como si fuera otra persona la que lo estuviera haciendo por ella. Mel sabe que esto es especialmente complicado debido a la bestia pero es casi como si la bestia estuviera de acuerdo y la apoyara. No se lo impide, permite que eso suceda en su mente para protegerlos a ambos. No importa ya: su mente, sus pensamientos, están a salvo, dentro de su propia cabeza y para nadie más. La luz le llega de pronto de unas puertas que se abren y Mel suspira. Todo ha terminado.
  9. Mel tiene un fuerte dolor de cabeza. La escena de alguien llevándola lejos, hacia una habitación tibia, cubriéndola de algodones, también se siente poco real. Cuando reacciona, la cabeza todavía le duele pero basta tomar el vaso con una poción ya fría que descansa en su mesa de noche para reponerse. Por una razón que desconoce, la han llevado a la habitación de Richard, con esa absurda cama estilo princesa, con doseles blancos y sábanas de incontables hilos. Todo es demasiado suave y blando. Mel se incorpora de un salto y empieza a estirar sus miembros. A pesar de que quiere decir que todo esta bien, no lo está. La reacción de su casero no fue solo sorpresiva, fue un shock en toda regla. Mel no esperaba ser golpeada y mucho menos con semejante cantidad de fuerza y magia. Ni siquiera sabía que Richard podía hacer algo como eso, aunque estaba bastante al tanto de que sus poderes no eran habituales. Cuando baja hacia el primer piso, se da cuenta de que tiene una pequeña herida en la frente, por lo que busca su varita para curársela pero no la encuentra. En el piso de abajo parece haber algo de ajetreo, así que desciende esperando hallar allí algunas respuestas pero no hay rastro de Richard. Solo Ellie y Madeleine que no entablan ningún tipo de conversación. Mel quiere averiguar más pero la poción no parece ser suficiente o es que la magia de Richard era algo más allá de lo que parecía en la superficie porque luego del pequeño placebo que le dejara la poción fría, la cabeza vuelve a dolerle. Se dirige hacia la cocina en silencio y se hace un sándwich con jamón, queso y un poco de lechuga fresca. Alguien debía de haber devuelto la mesa y las cosas del desayuno al aire libre aunque de momento no se le ocurre quien podría haberse tomado la molestia luego de ese incidente. No hay señales de la invitada y tampoco de Richard. Mel mastica con la mirada perdida por un rato antes de preguntar por su varita, al aire. No está esperando por una respuesta de parte de Madeleine o Ellie precisamente pero la frente le escoce y quiere curarse cuanto antes. Además, también quiere saber un poco más del asunto que se perdió. Piensa en que es curioso que antes estaba tan preocupada de que las cosas con su prima no estuvieran bien por haber pasado tanto tiempo distantes y ahora... nada de eso importa. Al fin y al cabo, no se arrepentía de haber intentado hacer que Richard se detuviera, aunque hubiese fallado miserablemente. Terminado el sándwich cuela un poco de café y empieza a freír huevos, trozos de panceta, pimientos y a sazonar el pan de días anteriores con mantequilla y orégano para meter al horno y así reciclarlo. No se detiene para nada, mientras canturrea en voz baja, todavía pensando en los eventos pasados. Le preocupa esa muchacha, le pareció ver algo similar a una sombra aunque no está segura de que podía ser, ya que en ese momento su mente estaba nublada ¿se encontrará bien? ¿Le dolerá algo? Mel está acostumbrada al dolor; después de todo, había decidido, por iniciativa propia, seguir convirtiéndose cada luna llena en un licántropo, para así poder mantener un mejor humor y salud por el resto de los ciclos. No negar a la bestia le traía ventajas: el uso más libre de sus poderes, el hecho de que no enfermaba ni antes ni después de luna llena. A pesar de que la mayoría de magos afirmaba que la pócima mejoraba su salud, a Mel le sucedía lo contrario. Cuando no soltaba a la bestia, era como si esta se resistiera a su voluntad, la hacía sentirse débil constantemente y de mal humor. Sin embargo, eso significaba niveles absurdos de dolor que estaba acostumbrada a tomar y, a pesar de estar acostumbrada, no le gustaba. No sabía por qué se comparaba con esa muchacha si ella no era medio humana pero ¿acaso le pasaba algo que también le dolía? Por alguna razón no podía dejar de preguntárselo aún cuando parecía ser una idea inconexa. Cuando terminó de cocinar, sirvió la mezcla en un bowl y colocó los panes recién sacados del horno en un plato. Luego, puso ambas cosas sobre la mesa pequeña, colocó tres tazas de café y se sentó a la mesa. Luego de echar bastante azúcar a su propia taza y mover varias veces, alzó la vista hacia Madeleine y Ellie antes de invitarlas a la mesa y le dio el primer mordisco a su pan que tenía ahora la consistencia de una tostada, con la mezcla encima, que le daba un regusto jugoso y agradable. @@Ellie Moody
  10. Mel no está segura de por qué seguía topándose con él pero el asunto es que lo hace. Apenas ha tenido tiempo de tomar un respiro cuando nota la presencia de Benjamin cerca. De todas formas, se supone que recorreran cierto tramo todavía así que no es mala idea permanecer juntos para encarar imprevistos. Mel sigue el trecho que él empieza a recorrer sintiéndose incómoda enseguida. Hay un olor que impregna el aire de forma consistente y frunce la nariz, cubriéndosela con el reverso de la manga. El olor, dulcemente engañoso en principio, parece encerrar algo más, que no le gusta. Se había hecho un cascoburbuja antes pero eso parece una solución poco práctica ahora que no esta sola. Bejamin, además, parece tener otras preocupaciones en la cabeza. Mel tan solo se atrevió a intervenir cuando se dio cuenta de que se había desviado ligeramente del camino para detenerse junto a la fuente de ese incómodo olor y no fue capaz de decir nada más porque estaba casi segura de que se burlaría de ella si intentaba decirle que esa flor "le daba mala espina" por el olor que desprendía. Después de todo, había demostrado que sentía orgullo obsesivo en su propio "razonamiento" despreciando la información que provenía del lado más instintivo. Por eso, fue una sorpresa para Mel ver que se daba cuenta de que la planta paralizaba cosas cercanas. También lo fue entender, por lo que dijo, que la niebla parecía haber tenido en él efectos similares a los que ella había atravesado, si bien había retrasado -y quizá afectado- mucho más a Mel. Al llegar ante la pirámide (y más importante, ante Sauda y entrar al salón con el portal de las siete puertas) Mel tampoco comprendió por qué su rostro denotaba fastidio. Todo lo que sabía era que eso no podía ser buena señal. Después de todo, Mel no se había detenido a pensar en "el momento de la verdad" antes de eso. Había seguido las instrucciones que le habían sido dadas lo mejor que había podido pero eso era todo. Así que cuando la arcana empieza a hablar, Mel tiene que hacer su mejor esfuerzo para absorver todo lo posible. En realidad, lo que Sauda hace es más bien señalarles las cosas que ya han podido apreciar gracias a las previas instruciones, así que Mel lo siente más como un repaso -y quizá incluso advertencia- más que como un verdadero aliciente. Se siente intrigada por el hecho de que diga que tienen que probar su "valor" y no su "capacidad" o su "habilidad". Después de todo ¿se trataba de valor, el cerrar las puertas de su mente? Pero no lo cuestiona. En lugar de eso asiente, toma el anillo y se adelanta. El anillo es frío al tacto y de un tono marrón-grisáceo. Mel lo observa detenidamente y no está segura de en qué dedo se supone que debe llevarlo, así que se lo coloca en el anular derecho; parece tener una cualidad ligera y apenas lo ha insertado, se ajusta por si solo. Mel también se da cuenta de que tiene el mismo símbolo que la puerta que se supone que tienen que atravesar, lo que la pone un poco más nerviosa de lo normal aunque es tan solo un detalle ínfimo y no tiene ningún sentido que le causa tamaña impresión. Echa un último vistazo y, a pesar de que ha sido Ragnarok el primero en llegar, es ella la que atraviesa la puerta primero. Una vez adentro, se da cuenta de que está en una animada reunión, donde todos visten elegantes trajes de noche. El cambio es tan repentino que se queda paralizada un instante, mirando alrededor con ojos muy abiertos y expresión pasmada. Tiene una copa en la mano, champaña y, solo para asegurarse, tiene que ver dos veces el anillo que tiene en el dedo, para estar segura de que está donde se supone que debe estar y no es cosa de que la arcana la ha echado de clase y le ha borrado la memoria o algo parecido. Es justamente a través del anillo que Mel cree percibir un impulso a moverse entre la gente, a buscar algo que se supone que está allí para probarla. De pronto, alguien llama la atención de todos y al volverse, se da cuenta de que es Richard, el anfitrión. Mel se da cuenta también de que a diferencia de los otros, ella viste ropas regulares y no el traje de noche, por lo que los invitados la observan con miradas que van desde la simple pena hasta un rango más complejo que fluctúa entre el desprecio y el asco. Richard está agradeciendo a los asistentes por haber asistido esa noche a su reunión cuando Mel siente un cosquilleo en la nuca. Al volverse, se da cuenta de que hay alguien observándola. Es un mago de mediana estatura, rostro cuadrado y expresión fría. También sostiene una copa pero al igual que Mel, no bebe de ella. Parece querer captar su mirada y es en ese momento en que Mel se da cuenta de lo que está sucediendo. Le toma un rato identificar a todos los que parecen encontrarse en la misma posición que ese otro mago, sin beber. Son unos cinco y... Richard está diciendo algo sobre futuros "proyectos" y un auto de carreras cuando los vidrios tras él estallan. Desde afuera, entra el aire frío del jardín y la gente grita y, sin embargo, esos cinco magos siguen sin moverse, porque ya esperaban eso y estan allí por eso. Uno de ellos la toma de los brazos y, a pesar de que consigue enviarlo lejos, la reducen en cuestión de segundos. Richard yace desmayado varios metros más allá pero ellos no parecen prestarle atención. Por alguna razón, su objetivo es Mel. —Entonces... ¿sabes? Necesitamos saber algunas cosas —masculló el individuo más cercano, al que no podía verle el rostro.
  11. Normalmente, o al menos en las anteriores ocasiones en las que había atravesado algo así, se suponía que les daban tiempo para procesar todo lo aprendido, un respiro, antes de meterse de lleno en la prueba pero ese no parece ser el caso con Sajag. Catherine abre los ojos en repentina sorpresa pero se cuida de vocear algo de ello, pues la realidad es que si le había dicho que estaba lista, lo menos que podía hacer era estar a la altura de las circunstancias. Recibe la oleada del viento tan solo cubriendo sus ojos con el reverso de una mano y atraviesa el portal creado por él sin dudar ni siquiera un instante. El viento que le pega en la cara del otro lado del portal es completamente distinto. Está cargado, casi electrizante, con una esencia mágica que se percibe a pesar de que Catherine no esté del todo repuesta. Solo le echa un vistazo rápido al arcano, antes de asentir. Luego, se dirige hacia la barca y se sienta en ella antes de hacerla partir. En medio de la niebla, se queda pensando, con cierta duda, acerca de los efectos que ésta pueda tener (y contra los cuales Sajag la había alertado) pero solo siente un sopor ligero, muy similar al que le había dado el té que le sirviera el arcano (aunque esa niebla no es aromática). Gracias a hechizos diversos, termina encaminándose buena parte del trecho, antes de ver aquello que todavía no había vivido: ella, perdiéndose en sombras en medio de la niebla, guiada por su varita y así enceguecida a los peligros que se avecinaban apenas a unos metros, pues el sopor había constreñido sus pensamientos y magia. Reaccionó de la visión con una especie de sudor frío, pegajoso e incómodo, dirigiendo la barca hacia donde creía haber visto que era el camino opuesto a ese infortunio que había apreciado antes. Fue así como llegó a la otra orilla sin atravesar mayores dificultades. Una vez allí, Catherine caminó apenas sobre el pasto, antes de ver (y casi darse de bruces) contra las paredes del laberinto. Desde allí, no podía ver nada todavía, así que buscó rápidamente la entrada al mismo y empezó a caminar. Primero, el asunto no era más que simple correrío, pues no tenía mucha idea de lo que estaba haciendo y quería apresurarse. Tuvo suerte de no caer en ninguna trampa mortal hasta esa instancia, sin embargo, lo que vino después fue totalmente distinto. El entrenamiento del ojo interior y lo vivido en el lago habían agudizado sus sentidos. Podía percibir la energía flotando alrededor y también vislumbrar por donde tenía que ir -como si se tratara de un instinto de sobrevivencia- solo que éste en lugar de mantenerla con vida, le hacía ver aquello que estaba a punto de pasar, de forma que lograba evitar decisiones con consecuancias fatales. Al final, después de muchas vueltas, pudo ver por encima de los setos el extremo de la pirámide. La adrenalina inicial, se vio manchada por el error cuando apresurada como se encontraba y creyendo que la razón por la cual podía ver ya la pirámide era porque se encontraba ya al alcance, aceleró el paso sin prestar tanta atención a esos pequeños vistazos del futuro. Eso le costó tres horas enteras, perdiéndose y dando vueltas en el mismo trecho, antes de recurrir a aquello que ya le había funcionado con anterioridad: revisar en su mente, la información sobre lo que sucedería a continuación. Era casi como si todo el ambiente que la rodeaba la instara a hacerlo. Fue así como llegó ante la pirámide. Había tenido que rebasar a un par de criaturas con hechizos y engaños y había rehuido a otras tantas a través de su capacidad de vislumbrar el futuro en pequeños pedazos, apenas suficientes como para llenar el vacío con alguna clase de "instinto", basado en la deducción que hacía de esos trozos que lograba arrancar del futuro. Así, se adentró en la pirámide, lista para afrontar probablemente la más dura de las pruebas, antes de proclamarse victoriosa, pues no había llegado tan lejos solo para echarse atrás.
  12. Mel se sorprende al encontrarse junto al lago. Apenas un segundo antes, había aceptado tomar ese gran reto y ahora estaba ya allí, sin señal alguna de que eso fuera solo una ilusión. Se limita a escuchar y su cuerpo esta tenso. A pesar de eso, no se echa atrás, si no que mantiene una expresión decidida y sale detrás, una vez ellos han alcanzado sus barcas. Sube de última, entendiendo que sus acciones son la respuesta más elocuente que puede dar a las instrucciones de Aailyah. Enseguida, apenas ha avanzado un poco en esa niebla densa, se da cuenta de que algo va mal. Su nariz no deja de fastidiarle, así que convoca un cascoburbuja. Se pregunta qué es lo que puede tener esa niebla, quizá es alguna clase de truco. Aún cuando lo hace bastante rápido, los primeros momentos son suficientes para desorientarla, así que tiene que conjurar varias veces hechizos para saber dónde está el norte y también hacer un terrible esfuerzo por concentrarse. Supone que esa cosa divertida que había en la niebla debe haberse pegado antes de que invocara el cascoburbuja pero también que no se trata solo de eso. A diferencia de en la clase, no puede relajar ni un solo instante esa imagen mental del laberinto y las pequeñas puertas cerradas, detrás de la gran puerta blanca acerrojada. De hecho, tiene que echar mano de ella tantas veces, que la imagen termina quedando fija en su mente, como una tarea en segundo plano en un ordenador (un concepto que, con mucho esfuerzo, Richard le había explicado). La razón por la cual demora tanto en cruzar el lago es justamente esa: ajustar eso en su cabeza no es tarea sencilla y decide detener el bote en los momentos en que requiere mayor concentración, por lo que termina tomando más tiempo del necesario. Por eso, cuando atraca del otro lado del lago, Mel retoma el paso a gran velocidad, haciendo uso de sus habilidades como licántropo, ya que no tiene otras a nivel mágico que le sean igual de útiles o fáciles de utilizar. Su nariz y la capacidad de guiarse en los bosques a fuerza de hábito son también bastante útiles, si bien ese no es un bosque normal. Por eso, cuando llega a la encrucijada, queda atorada de nuevo. Un camino se ve sombrió y el otro lleno de luz y ambos despiden un aroma normal, así que Mel siente que bien podría ser cualquiera. Luego, recuerda la advertencia de Sauda sobre los caminos de la mente y la forma en que pueden engañar o ser engañados e intenta dotarle dichas complicaciones a la elección pero no lo logra. Al final, decide tomar el camino iluminado. Al fin y al cabo, si hay amenazas, al menos de esa forma podrá verlas aproximarse. Ninguna surge, sin embargo. Son tan solo cosas pequeñas, como voces que se cuelan a su cabeza subrepticiamente por momentos pero nada mortal. Hasta que se da cuenta de que se encuentra frente a una enorme pared. Es alta, de sólida estructura y no entiende qué diablos puede hacer allí. Intenta ver si hay forma de pasarla por un lado pero eso no parece ser posible y ya está pensando en rehacer todo el camino cuando vuelve a oír las voces. <<...monstruosa ¿no oíste? Mordida siendo ya adolescente, sabiendo que podía ser peligroso>>. Sus elucubraciones se detienen en seco. Las voces se tornan más claras. <<...completamente mediocre. No es como si hubiesen perdido una gran cosa, aunque ni siquiera fue capaz de mantener el legado de su familia, por poco que fuese...>>. Se vuelve para ver a quienes conversan pero sus rostros no parecen del todo definidos a la distancia y con el sopor que parece sentir de pronto. La energía, abandonándola. Las voces que siempre estuvieron allí. Piensa en su familia: no los Moody, si no su padre y su madre, que quedaron descorazonados cuando ella partió, cargada de frustración con su futuro, odio hacia los demás y desprecio hacia sí misma ¿era esa clase de conversaciones las que sus padres tenían que oír todo el tiempo? Trabajar con Mel es divertido. Ellie ¿no podrías aprender un poco de eso? No es como si ella hubiera pretendido ir a vivir con los Moody ni tampoco quedarse a vivir con ellos. Se suponía que eran sus ancestros y que daban asilo a todo el que lo pidiera. No era nada más que eso. Sin embargo, ahora eran su familia y sus padres ya no tenían que sentirse tristes sobre su futuro, si bien les había dejado en claro que ya no estaba triste respecto a ser un licántropo. Además, estaba Richard. Le intrigaba y también, quería sacarlo de ese mundo en sombras ¿y qué si parecía imposible trepar esa pared? ¡Tanto mejor! Retrocedió un enorme trecho y entonces corrió a toda velocidad antes de dar el salto: uno increíble, impresionante e innecesario. Apenas notó que estaba al nivel del mismo, empezó a desmoronarse y ella se encontró del otro lado, aliviada. ¿Y qué si no estaba a la altura? ¿Si era distinta a ellos, siendo humanos y ella un licántropo? ¿Y qué si ellos no pensaban en ella de la misma forma en que ella pensaba de ellos? Nadie se esforzaría más que ella y así... encontraría la forma de mantenerse a su lado.
  13. Mel no puede evitar tener un momento de duda: mucha conexión y al momento siguiente, realización; de que ese espacio está en el pasado y le pertenece a alguien más. Así de intensa había sido la observación y, al tomarla desprevenida, la había cazado con la guardia baja. En lugar de observar y ser ese mero visitante que ella había logrado ser en la anterior ocasión, creyendo haber entendido los principios que Rosália había señalado hasta entonces, Mel se da cuenta de que ha sido arrastrada sin ceremonias. Se siente un poco avergonzada pero no se detiene a evaluar el retroceso que ha hecho, por el contrario, su semblante se relaja y se encoge de hombros, antes de sonreír todavía con los ojos cerrados, sus manos apretando las de Bel. Todavía le queda mucho por aprender. La familiaridad es algo que siempre consigue alcanzarla pero ¿no es esa acaso la razón por la cual está allí? Para ser capaz de entender, para permitirse el sentirse capaz de defender a los suyos. Sí, quizá ese camino tenga muchas vueltas, quizá no sea capaz de hacerlo directamente como pueden hacerlo otros mucho más talentosos que ella pero eso no le molesta. Está feliz de tener la oportunidad de practicar al lado de esa mujer que afronta dichos sentimientos de manera tan directa y honesta. Así que cuando abre los ojos, después de abandonar esa pequeña sala en Heredad Ollivander y retener cada detalle de esa varita fabricada con esmero, se da cuenta de que quizá, ha encontrado en ese desbarajuste algo mucho más valioso que si no lo hubiera hecho. El pensamiento la hace sentirse un poco boba pero intenta que eso no afecte su performance. Cuando Rosália se acerca, Mel alza la cabeza todavía un tanto distraída pero sus palabras tienen la fuerza para devolverla a la realidad. Son simples, y prácticas. Piensa en Bertha Jorkins de nuevo antes de serenarse del todo, pues si bien esas cosas existen, no es lo que ella pretende. Mel asiente sin decir nada, tal cual suele ser su estilo y se incorpora para acercarse a su nueva compañera. Ya había practicado sobre el engaño aunque ¿dónde? Eso no era algo que importara en ese momento. Sin embargo, era bastante obvio que las situaciones distaban bastante de ser similares. Candela parecía una persona que no se dejaba engañar fácilmente o, incluso, alguien que odiaba ser engañada. Mel no entendía del todo de dónde provenían tales impresiones, si era la primera vez que la veía. De hecho, enseguida se puso a pensar que podría ser todo lo contrario y tan solo estaba imaginando cosas. Sea como fuere, se puso frente a ella y oyó el último trozo de instrucciones. No se le ocurría una mentira enseguida, así que solo se presentó y dijo con claridad que estaba alegre de poder trabajar con ella en el ejercicio. Después, intentó pensar en ese recuerdo que amañaría, apartando la vista para que la cosa no fuera tan obvia. De pasada, su mirada recayó en Bel y Jeremy, que parecían estar tomando asiento uno frente a otro. Ella ni siquiera se había puesto a pensar en cual sería la mejor postura para ello o si debería tomarse las manos como había hecho con Bel. Supuso que era mejor que no, ya que no era conocida suya y en lugar de eso, prefería estar de pie, ya que estaban, porque de todas formas así sería como enfrentaría las situaciones en donde haría uso de esa habilidad... al menos en teoría. Le dolía la cabeza de tanto pensar. Mel era más de actuar, y le gustaban también las actividades que se aprendían haciendo. Así que dirigió la vista hacia Candela, fijando los ojos en los de ella. Era de un tono gris bonito, que parecía captar la luz alrededor y encerrarla, no reflejarla. Con las manos firmemente en los bolsillos, sugirió comenzar con un simple "comencemos". Ya le había dado vueltas en la cabeza al recuerdo que podría mostrar, así que no apartó los ojos de los de la mujer. Solo se permitió parpadear un poco y siguió pensando en lo mismo todo el rato. Ella, en la casa de los Moody. Luss, su hogar. Su familia, con Richard cantando J'ai perdu mon Eurydice en la ducha, con esa absurda habilidad que tenía para viajar desde pasajes de la traviata en su tenor original hasta canciones a contralto como esa, en donde parecía impostar a cierto nivel. El sonido, llenando toda la casa. Ellie, entre admirada y exasperada, Mel, fingiendo que sus sentidos de licántropo eran insensibles a la composición y cómo eso se había convertido en algo cotidiano dentro de la esfera de esa cabaña de tejas rojas y dos pisos justos. El solo hecho de que ella recordara un título tan largo en un idioma que desconocía. La sala de música, aunque no tuvieran biblioteca. El gramófono, porque allí no funcionaban los estéreos. La atmósfera es plácida ¿y dónde está la mentira? En eso que ella tiene que proteger. El significado de esa canción para el que la cantaba a viva voz, hundiendo esos sentimientos contrastados en la nada. Una canción de pérdida, de alguien envuelto en sombras que canta una proclama vehemente y llena de energía y sin embargo... tan desesperada, llena de dolor. Era fácil adivinar el humor de Richard de acuerdo a las canciones que cantaba en la ducha. Mel se muestra a sí misma. Camina por la casa, conversa con Ellie, come un poco, sale al exterior. El sonido es tan solo una pieza del fondo, somera, antes de que ella se aleje hacia la construcción pequeña, anexa, donde guardan las pociones y las investigaciones. Varios años de la vida de las tías Moody. Los objetos que Ellie repara incansablemente en Tesoros Olvidados. Los proyectos ¿esas cosas tan importantes? Por supuesto. Entonces ¿ha podido ella captar cuál de los dos es el engaño?
  14. Beatriz Bouligny —No, no son criaturas precisamente... La respuesta sale automática de su boca. Ya no está en el techo pero tampoco parece que volver allí vaya a hacer un gran cambio, al menos de momento, mientras esas cosas pensantes se nieguen a moverse o darle mayores pistas de sus haberes. Escucha también la llegada de una primera persona pero no vuelve la cabeza para mirar, concentrada como está, viendo hacia el frente. La chatarra metálica sigue moviéndose pero ella deja que los demás se ocupen de ella, casi como si se distrajeran, mientras aguza la vista; nada se remueve en las sombras, aunque por el rabillo del ojo capta a las criaturas de sombras de sus compañeros conteniendo a la máquina. Una muchacha (además de la mujer pelirroja que se había sumado poco antes) también empezó a hacer preguntas. Beatriz apenas va conociendo a los que conforman ese grupo y la mujer parecía analizar el espacio y la situación bastante bien. Cobrar vida... ¿se refería acaso a un reanimador? Eso era una idea bastante tétrica, así que esperaba que no fuera eso. Tal vez alguna clase de magia que se hubiese salido de control o un objeto oscuro cuya energía no del todo agotada hubiese ido a parar a un rincón en sombras, recuperando parte de su viejo poder. Por un instante, Beatriz se queda muy quieta, escuchando, y mirando alrededor como si fuese un animal acorralado. Hay una tensión en el ambiente que no consigue definir ni tampoco adivinar de donde proviene. Entonces, se empiezan a oír chillidos en toda la sala: Beatriz, replicando el viejo juego que practicara arriba, ajusta ambas manos ante su rostro, a la manera en que haría alguien que simula enfocar con una cámara y el espacio entre sus dedos realiza un acercamiento al espacio del fondo. Ve a las criaturas pequeñas explotar y ve que expulsan grandes cantidades de líquido... que imagina debe ser sangre, o algo similar. No puede evitar retroceder unos pasos, asqueada y un tanto asustada. Todas las criaturas parecen estallar a su alrededor y eso es lo que informa a Madeleine y los demás. Luego se repliega, pensando en lo que hará a continuación.
  15. Richard se vuelve con expresión un tanto incrédula. Su comentario es simplemente... perfecto. Luego de mirarla fijo por un segundo explota en una carcajada. —Por supuesto, tienes razón —la forma en que asume los hechos, le recuerda un poco a Mel pero a diferencia de ella, parece llegar a una comprensión más profunda de la situación, a pesar de no conocerlo demasiado—. Intentaré hacerlo... en la siguiente oportunidad. Aunque, eso podría haberle dado una pista al espía ¿no? —repone, pateando el libro desgajado en el suelo antes de completar— Y no podíamos darnos ese lujo. Se sobreentiende que "el lujo" hacía referencia a "el lujo de que escapara"; el incluirla en la acción no es casualidad y, de seguro, tampoco es algo que ella pase desapercibido. >>Está todo bien, es solo que creí entender que se trataba de un espía de algún tipo y necesitaba deshacerme de él<<. Ya en otro momento tendría oportunidad de averiguar un poco más, acerca de cuál había sido el interés que tenían en sus asuntos para dejarle un espía de esa forma. Mientras tanto, no quería seguir en ese espacio. Levantó los trozos destrozados del libro y los metió a un cubo de metal. Después, se dio a la tarea de limpiar el suelo con algo de soluciones de limpieza y un trapo desgastado. Cuando hubo terminado y el olor antiséptico había invadido ya la estancia, tiró el trapo al cubo junto con los despojos e invitó a Scavenger a subir al segundo piso. —Quizá no lo parezca pero me hace falta un trago —replicó. Richard no era un ser de emociones aplastantes. La mayor parte del tiempo se dividía entre el tedio y la sorpresa, ambas leves y tan solo vestigios de lo que habían sido sus emociones humanas hacía muchos años. Sin embargo, poseía un cuerpo cien por ciento humano, por lo que no podía evitar percibir la adrenalina que el momento le había dejado. Quería apaciguarse pero también, relajarse. Disfrutaba de las emociones cuando tenía la oportunidad, si eran lo suficientemente intensas como para estimularlo de verdad, pero se había formado el hábito de hacerlo a solas, si eso era posible. De todas formas, salió de la trastienda hasta ponerse detrás del mostrador y subió por las escaleras metálicas en espiral para señalarle el camino. Ya arriba, había una mesa y un par de sillas, por lo que sentó en una de ellas, echando un poco de oporto en un par de copas pequeñas. @@Scavenger Weatherwax
  16. Vacaciones. Cuando piensa en felicidad, no puede disociar esa palabra de la perspectiva de una playa soleada o unas montañas misteriosas, esperando ser escaladas. Una larga y trabajosa jornada que termina satisfactoriamente. La verdad fuera dicha, los últimos tiempos habían sido todos como unas vacaciones para Mel. Tiene que hacer un esfuerzo enorme por concentrarse y recavar en su memoria para tener presente las indicaciones previas de la arcana. El tener cuidado con esas ilusiones, con las cosas que podemos creer, que en realidad no son. Mel sacude la cabeza, un poco a la manera de un perro, antes de ponerse frente a Bel y dejar de ver las manos de Jeremy, pensando en la mandrágora inexistente. Bel parece estar desconcentrada y luego de un rato de aguardar y mantenerse quieta, se da cuenta de que quizá debería empezar ella; Bel se lo sugiere también, así que se pierde nuevamente en pensamientos acerca de días felices. Para Mel, la mayor parte de sus días son buenos y satisfactorios pero hay días en donde las cosas son más bien excelsior. Así que, al pensar en esas hebras finas de pensamiento para poder transmitir aquello que visualiza, intenta hacerlas lo más finas posibles, para que el conjunto sea también superior en intensidad y claridad... aunque no está segura que funcione del todo. No puede evitar delatar su presencia, supone, por las emociones que esos recuerdos le generan, a pesar de que sí es capaz de contenerlos en cierta medida. En las imágenes, Mel está en una playa italiana. No hay nadie más allí, que Richard y Ellie. El resort estará cerrado, por tormentas que llegarán en breve, pero ellos se van a quedar a verlas en cuando cierren a causa de las lluvias, por lo que disfrutan de los últimos momentos de sol y calma. Mel juega en el agua y Ellie lee un libro sobre la arena, bajo una sombrilla. Richard observa entre asqueado y divertido, mientras mueve las manos para conformar espirales de agua que se elevan desde las olas alrededor y que ella intenta destruir, inútilmente cada vez, como si fuera un sabueso bien entrenado que hay que mantener contento; cuando lo ve en retrospectiva, se da cuenta de que es un poco así como se ve pero eso no la hace sentirse triste. Está exultante, pletórica de vigor. Su ánimo no decae ni tampoco subvierte, como el de una niña. Después, los recuerdos cesan y Mel abre los ojos, pues ahora que han pasado a esa etapa algo más compleja en donde no explora las pupilas de Bel, se da cuenta que puede hacerlo cada vez con mayor facilidad. Se pregunta qué irá a mostrarle ella ¿tal vez algo que tenga que ver con el huerto en el castillo Evans McGonagall? ¿O algo completamente distinto?
  17. Los ojos de Richard, normalmente burlones o brillantes o incluso aburridos, están como muertos. Son hoyos oscuros a pesar de que el tono de sus pupilas es claro. Eileen no tiene tiempo de notarlo, porque se ha llevado a Rhiannon y a Melrose consigo. Se queda sentando, jugueteando con el cuchillo de la mantequilla, haciéndolo girar en círculos en el aire tan solo moviendo sus manos. Casi puede oír lo que se desarrolla adentro, no porque tenga poderes sobrenaturales si no porque eso ha pasado antes, ya, y tiene que tomar una decisión. Se levanta luego de notar que ya no se siente observado; es en realidad un instinto más que verdadera habilidad para ver a través de la ventana o vigilar a los demás. Se ha visto amenazado por personas tantas veces, que ha aprendido a percibir la tensión de alguien que lo vigila o, a veces, la sed de sangre que los acompaña en el momento justo antes de atacar. Sus pasos son quietos, sinuosos. Está acostumbrado, después de todo, se ganó la vida como ladrón, al inicio. Sus recuerdos vagos sobre la corte de Matías Corvino y sus arrogantes miembros, acude a su cabeza. Sus rostros escandalizados, las risas hipócritas y veleidosas. Que individuos tan aburridos y despreciables habían sido, todos. Ahogados en su propia comodidad. Casi había olvidado que la mayoría de las personas en sociedad estaban hechos de la misma fibra: seres patéticos y derrotistas. Cuando abre la puerta, se da cuenta de que alguien llegó a esa pequeña reunión primero: Rhiannon, que los observa desde la base de las escaleras. Ella no se había molestado, al parecer, en ocultar sus pasos, a diferencia de él. La mira a los ojos antes de dirigirse a Eileen. Ella había estado increpando a Melrose antes de que él abriese la puerta, había alcanzado a escuchar perfectamente el último trozo de su diatriba antes de encararla. La expresión muerta de Richard no cambia. No siente remordimiento o temor, ni siquiera ira; está demasiado ocupado con el mismo tedio que le inspiran todos los seres humanos que pisan el mismo suelo que él. A pesar de creer, de olvidar por un instante que las cosas no eran así, perdido en fantasías sobre una familia, ahora se daba cuenta. Ninguno es distinto del otro, todos están de alguna manera amarrados en ese mismo círculo de barro común: rostros, pensamientos, temperamento. Nada nuevo surgiendo de la tierra, por siglos... —Yo también quiero oír mi propio plan —dice con voz tenue. A pesar de ello, no es difícil percibir una amenaza latente. Está cansado. Ni siquiera tiene ganas de lidiar con la sensibilidad de una bruja que no alcanza a entender que ese molde al que quieren contreñirla no es necesario ni va a gustarle. Que debería estar orgullosa de no ser de la misma pasta corriente que aquellos que intentan asesinar su poder—. Ah no, espera, no tengo uno. Kincade, tu sabes qué eres ¿no es así? —no se molesta en suavizar sus palabras, porque adivina de todas formas que la muchacha huirá, así que no hay vuelta atrás— Pero ¿tu sabes quién soy yo? ¿Qué, soy yo? No espera una respuesta antes de continuar: >>A ti, Ellie —replica con tono condescendiente— no necesito preguntártelo. No sabes quién soy y no sabes qué hacer con Kincade y aún así, te niegas a admitir tu ignorancia. Sería triste, si no fuera porque en realidad apenas llega a lamentable<<. Lo siguiente que pensaba, no lo voceó "y yo estoy cansado de intentarlo". Encontrar a alguien, lo suficientemente fuerte como para sobrevivir, como él, como los gemelos y sin embargo, no con la naturaleza cruel de los gemelos: sus gemelos de los que ahora no sabe nada. Athena nunca heredó sus poderes, era tan solo un milagro de interés en ese desierto de imbecilidad. El propio Richard no es algo que sea tema de discusión en ese momento. Aquella muchacha, aquella frágil, pequeña chica ¿por qué había creído que podría significar una posibilidad? ¿Por qué había intentado convencerse de que podría ser aquella que al fin consiguiera mantener con vida y a quien pudiera utilizar (sí, utilizar) pero también enseñar su propio conocimiento sobre siglos acerca de sus poderes? "Quizá algún día llegue, pero no es ella" se dijo a sí mismo. Como se había dicho tantas veces en el pasado, cuando luego de una charla parecidaa la de ahora, se perdían y luego algún ladrillo, como los muchos que existían en el engranaje de la sociedad, los encontraba y entonces, eran empujados a la oscuridad, de la que no salían más que como un producto, un objeto intercambiable en el mercado negro, que otros tipos parecidos a Richard (aunque no Richard) terminaban subastando y vendiendo y nadie jamás sabía la identidad o el origen de esa oscuridad, si no tan solo la finalidad última que cumpliría. No se dio cuenta de que Melrose se había lanzado hacia él si no hasta que la tuvo encima. Fue cosa de segundos: la muchacha estaba sobre ella y al momento siguiente, la había estrellado contra la pared y estaba luego, irremediablemente, deslizándose al suelo. Solo cuando vio su cuerpo quieto, sintió que había ido demasiado lejos. Salió de allí sin mediar palabra y, tomando la moto voladora de los establos y calándose los googles, partió. @@Ellie Moody
  18. Mel le estaba dando un buen mordisco a su segunda salchicha cuando escuchó la voz. Se había aburrido un poco porque Ragnarok tenía la mirada perdida y en blanco, como si Mel no estuviera frente a él para nada y no había señales de Benjamin. Supuso que, de todos modos, las palabras de Sauda los alcanzarían a todos por igual, sin importar donde se encontraran. Después de todo, aunque basto era un terreno de su dominio. Así que solo le quedaba prepararse para lo que se avecinaba, que no era poco. Era la primera prueba que Mel tomaría con arcano alguno. Quizá para otras personas eso no era la gran cosa, tal vez incluso lo considerarían como una situación de rutina pero no era así para Mel. Ella había tenido cierto "recorrido" para llegar allí. Incluso lidiar con alguien como Benjamin había sido parte de todo eso y estaba nerviosa y también algo feliz. Después de todo, los pensamientos que se entremezclaban y su forma de expresarlo habían sido nuevas, había aprendido formas no solo de proteger su mente o de fabricar texturas falsas para engañar a intrusos si no también formas distintas de ordenar, conformar o expresar sus propios pensamientos y eso era algo invaluable para ella. No era como si eso pudiera compararse con las defensas que conocía que poseían otras personas, individuos como Richard, pero había encontrado que disfrutaba del camino que estaba recorriendo y que sentía deseos de seguir explorándolo y desarrollándolo. Luego de acabarse la segunda salchicha se incorporó y, así como no prestó atención a lo que Ragnarok hacía, decidió que era hora de comunicar a la arcana su decisión con propiedad. Sabía que era bastante obvio que a esas alturas Aailyah ya lo sabía pero de todas formas quería hacerlo; para Mel, era una cuestión de significancia. Así que se alejó de la fogata y caminó hacia las montañas, lanzándose al vacío. Lo siguiente que supo era que estaba de vuelta en esa habitación blanca, la de los inicios y luego, abría los ojos. Cuando lo hizo, teniendo a la arcana frente a sí, lo comunicó con voz tenue, aunque firme: —Estoy lista para la prueba —sus ademanes estaban un poco aletargados a causa del tiempo que había transcurrido en la sala blanca y también por el demandante esfuerzo que había tenido que hacer en ese espacio entre mentes pero no dejó que eso la detuviera, se repondría enseguida, apenas estirar un poco los miembros—. Justo ahora, si ha de ser necesario.
  19. Melrose Moody

    Videncia

    Catherine no esperaba una respuesta tan directa para su pregunta pero no le extraña que Sajag sea capaz de inmiscuirse en sus pensamientos y, de hecho, tampoco le molesta. En lugar de eso se encuentra a sí misma, pensando en todo el tiempo que ha pasado desde que llegara a su residencia y qué es lo que ha aprendido en realidad. Está nerviosa, no recuerda mucho de la última vez que un arcano le dijo algo como eso. Con Báleyr las cosas habían sido distintas porque no era ella misma y su visita a Nguyen era un recuerdo remoto, cargado de cosas que la actual versión de sí misma ya no percibe como ciertas. Eso es porque los recuerdos que ha tratado con Sajag son de índole mucho más presente y personal. De cualquier forma, Catherine está segura de que las cosas no volverán a ser las mismas. Es así que, como hiciera con sus propias visiones, se sacude el nerviosismo y la inseguridad y da un corto asentimiento. Se acerca hacia Sajag para darle un último saludo y afirmar que está lista para la prueba, poniéndolo en palabras claras y no tan solo un gesto vago. No sabe qué es lo que se supone que enfrentará a continuación, en qué consistirá esa gran prueba pero quiere creer que todo lo que ha acaecido desde que empezara hasta ese momento va a ayudarle a pasarla. De hecho, no puede evitar tampoco pensar en Armand y en qué situación podrá encontrarse el vampiro ahora. Él no había querido que fuera a encontrarse con el arcano pero Catherine está segura de que es porque Armand desconfía de todo aquello que pueda cambiar su sentido más intrínseco como ser viviente. Es una postura que Catherine no puede permitirse y, de hecho, la prueba más fehaciente de eso es que ahora se encuentra ante la posibilidad de vincularse con el anillo de videncia. Sabe que Sajag habrá de llevarla hasta allí, así que toma su morral y su varita. Sea lo que sea que la espere, será algo que tenga que resolver sola, así que es mejor llevar esas cosas consigo, así sean más para hacerla sentir en calma, que las verdaderas herramientas con que podrá pasar la prueba.
  20. Richard Moody Su rostro se ilumina al escuchar las palabras de Rhiannon. No es algo planeado, es un Richard original. Sus palabras van acompañadas de ademanes que usa para hacerse con un poco del pan recién hecho, al que corta con prolijidad y empieza a untarle un poco de mantequilla sin apartar la vista ni siquiera un segundo de su invitada. —Yo visité una vez Tintern pero fue hace mucho tiempo —le dice, sin especificar que había sido para la época de la disolución de los monasterios, en 1536. Había sido un tiempo incierto y caótico y aparta la mirada al decirlo, concentrándose en su pan y el vaso de jugo—. Recuerdo que la abadía era muy hermosa, aunque yo prefería las proximidades del río Wye. Un viejo monje le había dicho una vez que eso era todo lo que una persona de Tintern querría oír si alguna vez se mencionaba su ciudad pero no estaba segura de si Kincade lo estaría. Personalmente, Richard prefería no pensar en su pueblo natal, incluso a pesar de su buena memoria el nombre estaba borrado de su mente desde hacía mucho. Se preguntaba si Rhiannon habría tenido el mismo tipo de dificultades con los habitantes de Tintern, el tipo de dificultad que él habría podido tener cuando empezaba a descubrir sus poderes, la decepción que resultó para sus padres aunque no hubieran magos en las proximidades... Lo sabría apenas viese la expresión en su rostro. Así que alzó la vista y fijó los ojos en ella. Mientras tanto, Mel seguía teniendo dificultades para comunicarse con Ellie, a quien Richard casi que había ignorado luego de que lo cuestionara. Intentaba captar su mirada pero la muchacha parecía perdida en sus pensamientos. Quizá Mel había tenido razón al inicio y era mejor no intentar... de por si era raro que ella se preocupara por cosas como esa o asuntos en general de cualquier índole. Le estaba dando demasiadas vueltas. @@Ellie Moody
  21. Mel se sentía un poco culpable. No era solo que había tomado el bollo de manos de Lils sin remordimiento, sintiéndose conmovida en lo más profundo, pero comiéndoselo de todas formas, si no también que las cosas parecían estar tomando un rumbo en el que no podía ayudar o aportar mucho. A cambio, decidió permanecer en silencio, incluso ignorando un poco a Jonathan pues se daba cuenta ahora de que quizá su actitud no había hecho más que incomodar a los presentes. Así que se incorporó de donde se encontraba, se limpió un poco con un hechizo y cuando la sugerencia llegó, asintió e ignorando a Jonathan y Fucsia, se plegó al grupo que se dirigió en masa hacia la biblioteca. Los fantasmas lucieron un poco resentidos con ella pero no los siguieron al interior. No podía dejar de pensar en P-ko, en lo conmovida que había estado, cuan triste y feliz a la vez parecía haberse sentido. Decidió que quizá podría ayudar de otra forma, tal vez traerle algo rico preparado de fuera o comprarle alguna ropa elegante o tal vez simplemente intentar no socializar más con los fantasmas aunque Jonathan le caía bien... no estaba segura de cuál era la mejor opción pero intentaría averiguarlo. Mientras tanto, no dejaba de admirarse del tamaño del castillo y de lo poco que había conocido de él en realidad. Siempre estaba transitando por los mismos siete pasillos de siempre: entrada, recibidor, sala de estar principal, comedor, pasillo para salir hacia el jardín, escaleras y pasillo del segundo piso que contenía las habitaciones. Pasillo hacia el baño... eso era todo. En cambio lo que veía ahora, era completamente nuevo. Amplío y exótico. Mel estaba un poco pasmada. Siguió de largo y se quedó pegada viendo los cuadros, las miradas curiosas o enojadas o incluso algunas dormidas. Los ventanales estaban limpios y desde allí podía verse al exterior. Mel se preguntaba de pronto ¿cuán grande era ese lugar en realidad? Y fue así que no se plegó al grupo cuando éste se quedó junto a las puertas, si no un poco a la zaga. @@Syrius McGonagall @@Lillian Potter Evans @@Scavenger Weatherwax @@Helen Evans @@Rory Despard @@Jank Dayne
  22. http://i.imgur.com/n1t3R3w.png Estimado Rory Despard: Se le informa que las compras realizadas en el Evento Sortilegios Weasley el 03.05.2020 han sido debidamente certificadas, por lo que ya puede gozar de los bienes adquiridos. La certificación corresponde a: 1 - Plumas de Azúcar | A | 10 P | 500 G 1 - Dulces de Fiebre | A | 10 P | 500 G Puntos en criaturas: -- Puntos en objetos: 20 P Se solicita a moderación que se actualice la ficha y el perfil con las modificaciones. Atentamente, Melrose Moody Logia Eligentium Concilio de Mercaderes
  23. http://i.imgur.com/n1t3R3w.png Estimado Rory Despard: Se le informa que las compras realizadas en el Evento Sortilegios Weasley el 02.05.2020 han sido debidamente certificadas, por lo que ya puede gozar de los bienes adquiridos. La certificación corresponde a: 1 - Varitas Mágicas de Broma | A | 10 P | 500 G 1 - Droobles | A | 10 P | 500 G 1 - Surtido Saltaclases | AAAAA | 160 P | 8000 G 1 - Salvajes Magifuegos Weasley | AAAAA | 160 P | 8000 G 1 - Bombones de Desmayo | AAA | 40 P | 2000 G 1 - Fantasías Patentadas | AAAA | 80 P | 4000 G 1 - Turrón Sangranarices | AAA | 40 P | 2000 G 1 - Detonadores Trampa | AA | 20 P | 1000 G 1 - Pastillas Vomitivas | AA | 20 P | 1000 G 1 - Plumas de Azúcar de Lujo | AA | 20 P | 1000 G Puntos en criaturas: -- Puntos en objetos: 560 P Se solicita a moderación que se actualice la ficha y el perfil con las modificaciones. Atentamente, Melrose Moody Logia Eligentium Concilio de Mercaderes
  24. http://i.imgur.com/n1t3R3w.png Estimada Zoella Triviani: Se le informa que la compra realizada en el Evento Sortilegios Weasley el 04.05.2020 ha sido debidamente certificada, por lo que ya puede gozar de los bienes adquiridos. La certificación corresponde a: 1 - Bombones de Desmayo | AAA | 40 P | 2000 G 1 - Fantasías Patentadas | AAAA | 80 P | 4000 G 1 - Surtido Saltaclases | AAAAA | 160 P | 8000 G 1 - Salvajes Magifuegos Weasley | AAAAA | 160 P | 8000 G Puntos en criaturas: -- Puntos en objetos: 440 P Se solicita a moderación que se actualice la ficha y el perfil con las modificaciones. Atentamente, Melrose Moody Logia Eligentium Concilio de Mercaderes
  25. http://i.imgur.com/n1t3R3w.png Estimada Zoella Triviani: Se le informa que la compra realizada en el Evento Sortilegios Weasley el 03.05.2020 ha sido debidamente certificada, por lo que ya puede gozar de los bienes adquiridos. La certificación corresponde a: 1 - Pastillas Vomitivas | AA | 20 P | 1000 G 1 - Plumas de Azúcar de Lujo | AA | 20 P | 1000 G 1 - Detonadores Trampa | AA | 20 P | 1000 G 1 - Turrón Sangranarices | AAA | 40 P | 2000 G Puntos en criaturas: -- Puntos en objetos: 100 P Se solicita a moderación que se actualice la ficha y el perfil con las modificaciones. Atentamente, Melrose Moody Logia Eligentium Concilio de Mercaderes

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