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León Crowley

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Todo lo publicado por León Crowley

  1. Buenas noches, pues bueno, aca voy yo. Muy difícil elegir entre algunos de los que quedaron en la nominación. Mi voto se basa en lo que necesita la marca, en lo que viene para nosotros como bando y como familia. Todos tenemos habilidades muy muy importantes y debemos saber como utilizarlas y sacarle el mayor provecho. En cualquiera de las manos que quede, no van a ser "manos equivocadas". Que estemos o no de acuerdo con los puntos de vista de otra persona no las vuelve manos equivocadas, eso es solo solo generar divisiones innecesarias que nisiquiera entre los mismos postulados existe. Dicho lo anterior, mi voto es por Zack Ivashkov. Muchas gracias.
  2. He sido testigo de su empeño y dedicación en lo que al trabajo por y para el foro se refiere. Es una persona aplicada y muy diplomática, por más que las personas que traten de pelear con esta persona sean altaneras y groseras, siempre trata de sacar adelante el problema por los medios correctos. Ha desempeñado cargos importantes tanto para el MM como para los bandos. Le ha dedicado tanto tiempo al foro que ya es un activo fijo más de él. Aunque no estaba al tanto de su postulación cuando realicé el voto en la fase inicial, mi voto en esta oportunidad no va a ser ninguno de los tres que mencioné. Voto por Mía Black Lestrange.
  3. ID: 113891 Nick: León Crowley Link a la Bóveda Trastero: 109058 Link a la Bóveda de la cual se hará el descuento: 94122 Link al Premio obtenido (en caso de gala/concurso): --- Nivel Mágico: 12 Fecha: 2019-08-09 Nombre del producto: Libro de la Sangre Consumible o Libro de Hechizo: Libro de Hechizo Nivel (del libro): 7 Precio: 7000 G Precio total: 7000 G
  4. Las lagrimas que rodaban por la mejilla de Valentine estaba aún frescas cuando la puerta de su habitación se cerró con ella adentro. Le era complicado a León saber si estas eran producto de haber encontrado su habitación tal cual como la había dejado tanto años atrás o por el completamente inesperado recibimiento por parte de su padre. Nunca había sido el más consentidor ni el más tierno ni con ella ni con ningún hijo. Siempre había cuidado de ellos y se había preocupado, pero nunca había dado una muestra de cariño más allá de una sonrisa. Eran tiempos distintos, momentos diferentes. Si pudiera volver unas cuantas décadas atrás.. tal vez tampoco lo hubiera hecho. Eso le había forjado un carácter recio y frío que necesitaban en el salvaje mundo que los rodeaba. León la dejó ahí, luchando con sus propios demonios internos, con sus recuerdos buenos y sus memorias amargas. Si a él le quedaran algunas lágrimas, tal vez las hubiera derramado también. Se disponía a volver a la habitación cuando Cattelyn, la elfina principal de la casa, se apreció frente a él. Sus ojos, grandes como dos platos, estaban abiertos de par en par y su rostro parecía reflejar una mezcla entre sorpresa e indignación. Tenía un ligero problema del habla, por lo que tenía que concentrarse más de lo normal para poder expresar sus ideas. —Am.. Amo, llegó una mujer al castillo que nn..nunca había visto —soltó al fin la menuda criatura—. Tt... Tenía una llave como la que usa la ama Claudia. —¿Rubia? —preguntó el patriarca tratando de disimular la sonrisa —Sss.. si, me mandó a seguir haciendo m... mis deberes —exclamó Cattelyn, notoriamente ofuscada. —¿Ojos verdes? —siguió —Ss... si, creo. ¿Quien se cree? —¿Te refieres a mi futura esposa? Si no fuera por el habitual color grisáceo de la piel de los elfos, las mejillas de Cattelyn se hubieran tornado rojizas, invadida por la pena y la vergüenza de haberse referido así. Hizo una pequeña inclinación y se dispuso a retirarse. —Descuida Cattelyn ¿Viste a donde se fue? —la detuvo León con una sonrisa. La elfina, arrepentida de su atrevimiento, mantuvo la cabeza abajo —Se dirigía a la cc... cocina cuando subí, amo —respondió sin levantar la cabeza—, a donde están el amo Fokker y la señorita Nicole. —Gracias. Arregla mi alcoba, por favor. La criatura desapareció en lo que León se acercaba a las escaleras. El aroma de la masa de pizza y la salsa napolitana llegó hasta su nariz, lo cual le recordó a su cuerpo que no había comido nada en todo el día y su estomagó gruñó al darse cuenta. Le causaba bastante curiosidad la reacción de su sobrina y su hijo al ver una completa desconocida en la casa. Sabía bien que la Black Lestrange sabría manejar la situación, pero no dejaba de intrigarlo. Llegó al fin ala cocina justo en el momento en que la rubia los saludaba y alcanzaba a verla de espaldas, pero no a los otros dos. Se quedó esperando un poco por la reacción de los primos y fue Nicole la primera en responder. O Fokker tenía la boca llena de salami y champiñones o se había quedado analizando detalladamente a la recién llegada. Nicole era casi una copia de Claudia y su saludo no podía ser diferente al de ella: cortés pero seco. Era todo lo que necesitaba escuchar. —Creo ser yo quien la trajo a este castillo acogedor —respondió la pregunta de la Evans ingresando a la cocina y pasando una mano por la espalda de Mía—. Hola amor, bienvenida al castillo—soltó dejando un pequeño beso en sus labios. Frente a él, los dos primos, con sus enormes ojos cargados de intriga, parecían aún con más preguntas que con respuestas. Para ninguno de los dos, o al menos no para Fokker, era una sorpresa que el patriarca llegara al castillo con una acompañante en horas del día. Podría hacerlo a altas horas de la noche o a la madrugada y solían irse antes de que los rayos del sol impactaran en la ventana. Nunca una presentación formal y mucho menos un desayuno en familia. La novedad se notaba en sus ojos y León disfrutaba verlos tan sorprendidos. Se acercó hasta la enorme nevera donde sacó una botella de vino y cuatro copas que puso frente a la pizza recién horneada. —Pato, Nicole, que gusto verlos en el castillo —dijo al fin, luego de sacar una de las sillas para que Mía lo acompañara y se sentó a su lado—. Les presentó a Mía Black Lestrange... Mi prometida. El tiempo que pasó entre el ser novio y el estar comprometidos había sido muy corto como para que los allegados procesaran la información. Si, habían salido por años, pero nunca habían visto la necesidad de presentarse en sociedad como pareja. Eran felices con la relación tal cual como la tenían y esa relación había mutado a algo mucho más fuerte, mucho más solido. León aún no se acostumbraba a presentarla como tal y de seguro Mía tampoco. Aún no había llegado el momento de que los Black Lestrange supieran de la decisión que ambos habían tomado, pero de seguro serían de tanta sorpresa como lo estaba siendo en ese momento. —Y bueno —cortó el silencio— ¿Nos van a convidar pizza o no? @@Nicole Evans Crowley @Mia.@Fokker
  5. —Y yo pensaba que era el único con sorpresas —soltó al ver como ella se alejaba. Mía sabía bien cuantas ganas tenía de ella, de sus labios, de su cuerpo, de su piel, y aún así se hacía desear, se hacía suplicar. Recordó por un breve instante aquella noche en la oficina de la dirección de la academia, aquel juego de poderes que había derivado de una u otra manera en la noche que estaban experimentando. Permitió que se alejara de él, no porque ella no fuera completamente capaz hacerlo, sino porque así lo quería. Recibió la caja y se quedó mirándola un momento, apreciando el dibujo en la parte superior. Abrió el pequeño cofre y en su interior pudo ver la brillante cubierta de metal dorado, acompañado de la impecable filigrana en relieve que dibujaba el zorro, emblema de la familia que a partir de ahora empezaba a ser suya también. Había escuchado sus palabras pero no la había mirado aún a los ojos. Sin saber cuales eran los planes del pelinegro Mía había tomado la misma iniciativa de él, había dado un primer paso para afianzar aún más la relación, para hacerla oficial. Se preguntó por un momento que hubiera pasado si ella el hubiera entregado el reloj y él no hubiera hecho nada de lo que había hecho esa noche. Hubiera sido una muy alta presión. Por fortuna para ambos tenían lo mismo en la cabeza. Abrió el reloj y contempló al detalle su nombre en la cara interna del mismo, así como los finos detalles que lo acompañaban. La cadena parecía tener la misma longitud del que el pelinegro usaba con frecuencia lo cual le venía muy bien. ¿Cuanto tiempo habría llevado Mía el reloj en su bolso? Era muy baja la probabilidad que ella pensara entregarle el reloj justo el día que él le proponía matrimonio. ¿Lo habría traicionado Juve, su cuñada? Ya tendría tiempo para averiguarlo. Levantó la cabeza, al fin, para sorprenderse con el tonificado cuerpo de su prometida, cubierto únicamente por un par de prendas que poco dejaban a la imaginación. Antes de que se sentara en la cama la atrajo tomándola de la muñeca, obligándola a sentarse en sus piernas. —¿Sabes que hora es? —indagó abriendo el reloj, pero sin colocar atención a las manecillas, completamente desconcentrado por el recorrido de los labios de Mía—. Es hora de... —la frase quedó interrumpida. Sus labios se habían cansado de hablar y solo querían besarla, devorarla. Giró su cuerpo y lo dejo recostado nuevamente sobre la cama, tal cual como estaba justo antes de ella se escapara. Las manos de León se habían lanzado ya sobre la piel tibia de la rubia y la recorrían en cuanto espacio le permitía su descaradamente provocadora lencería. Se acercó a sus labios y se quedó unos breves segundos mirándola, perdiéndose en la inmensidad de sus ojos esmeralda. Fue consiente entonces de que sería los únicos que vería de cerca durante el resto de su vida. No le disgustó la idea en absoluto. Sonrió y siguió hasta encontrar el suave néctar de su boca. Afuera de la cabaña, el crepitar de la leña y el dulce canto de las olas al llegar a la playa era la único que adornaba el silencio de la noche. Los cuerpos se consumieron en la oscuridad como lo hizo la fogata que se extinguió mucho antes que el deseo de ambos amantes. La madrugada los alcanzó exhaustos, rendidos al placer que los había unido tantas noches atrás. Y esa noche, al menos confirmada a viva voz por ambos, se entregaban por primera vez al amor.
  6. Bueno pues acá estamos. No llevo mucho tiempo de regreso en el foro, así que me permito postular en base a lo que he podido leer. Aaron Black Lestrange Su perfil es muy marca, tiene un buen rol y lo he visto activo en lo que al ministerio se refiere, que a decir verdad, es un área que requiere mucha motivación y compromiso para seguir atado a él. Junto al siguiente nominado, hicieron uno de los mejores que yo, el muggle detrás de León Crowley, haya leído en un buen tiempo el ministerio y que por primera vez en bastante tiempo, me motivo a unirme. Jank Dayne El artífice de la idea y gestor de la misma. No solo de ese rol sino de algunos otros que han marcado la diferencia. Si bien ha tenido sus ausencias, es una persona dedicada. Muy buen elemento Sagitas E. Potter Blue Es un poco complicado no hablar del ministerio de magia y no relacionar este al departamento de accidentes mágicos y catástrofes A.K.A. Los accidentosos, los cuales han sido guiados por Sagitas en la mayoría de sus locuras. Creo que sería muy bueno impregnar algo de esa locura e innovación al resto del ministerio.
  7. Muy buenas noches. Aunque tengo en la mente muchos más candidatos, Vengo a dejar mis tres postulados. >Leah Snegovik >Zack Ivashkov >Anne Gaunt Muchas gracias.
  8. La avispa había cumplido su objetivo y el veneno ya estaba haciendo estragos en la piel de Dennis. Lamentaba tener que hacerlo, en serio lo hacía. Pero solo parecía una forma de salir del lugar, sin importar lo que sucediera. Cómo lo había supuesto, la rubia utilizó el bien conocido Morphos para transformar un bezoar. Lo que le daba un buen margen para atacar —Desmaius —espetó con fuerza, apuntando al pecho de Dennis De la punta de su varita salió un rayo con la firme intención de aturdir a la rubia que no tardó en lanzar su respuesta. En menos de lo que pudo darse cuenta el fuego estaba consumiendo todo su alrededor. Duró unos cuantos segundos mientras se consumía el fuego que parecía acompañar a la sangre, pero fue lo suficiente para generar una quemadura significante en su pierna derecha. Recordando nuevamente los poderes del libro asignado, pensó en la Curación, que hizo el efecto inmediato en su pierna quemada, quitando todo rastro de dolor. Se dio cuenta que Dennis hubiera podido acabar con él si lo hubiera querido, pero había optado por un incendio. Estaba probando sus conocimientos, lo estaba probando a él. En ese orden de ideas, todo lo que veía era fruto de su poder. Todo estaba bajo su control. Eso le daba un poco más de tranquilidad —Sectusempra —lanzó con firmeza, casi seguro de que no podría hacerle daño alguno. Esperaba no haberse equivocado o no tendría momento en que no se maldijera a si mismo por matar a una pariente Rambaldi viva.
  9. Ella también lo sabía, y si bien eso pudiera ser parte de la prueba, era algo que estaba fuera del alcance de sus manos. El pelinegro había iniciado el ataque y desconocía por completo si era o no una falta de respeto hacerlo. Pero ya era demasiado tarde para arrepentirse. Escuchó la réplica de la mujer y entendió que ella pensaba exactamente lo mismo. Tal vez solo uno de los dos iba a salir en píe esa noche, pero no había forma de saberlo hasta que el duelo terminara. —Morphos —espetó apuntando a la prenda de la parte superior de Dennis que de inmediato se transformó en una avispa marina e inyectó su veneno en la piel desprotegida de la Delacour para luego caer muerta y volver a su inerte estado original. Era una jugada arriesgada, pero estaba consiente del alcance de sus poderes y de los de su rival de turno. Las sombras se movían inquietas, expectantes, pero en un silencio sepulcral que era solo cortado por el sonido de los rayos al salir disparados de las varitas. En el aire viajaban ya las flechas de Dennis y parecía no haber nada que el pelinegro pudiera hacer. Recordó entonces los poderes del libro, la razón por la cual estaba ahí. Sonrió y pensó en la "Salvaguarda Magica". Al instante el cuerpo de León cuerpo adoptó una forma intangible y las flechas siguieron derecho, atravesando su torso sin hacer ningún daño alguno y estallando contra un muro lejano tras él.
  10. La plataforma no tenía más por donde continuar, todo parecía estar fríamente calculado y ya en verdad dudaba de que Dennis fuera la artífice de todo. De ser así, habría anticipado el ataque que recibió. Para su fortuna, diestra en las habilidades curativas que seguro le habían dado sus demás libros. Al final de la rampa no los esperaba más que arena, pero esta se sentía diferente, más espesa, más pegajoza. La poca iluminación del lugar le impidió al holandés establecer si era sangre o brea. O las dos, Poco o nada importaba ahora. Ambos estaban en el centro del coliseo, figuras y entes oscuros se reunían a su alrededor, ansiosos, deseosos del espectáculo para el cual había sido hecho el lugar. —Creo que no hay otra salida, Dennis —comentó desenfundando la varita—. Lo había pensado, pero me costaba un poco admitirlo En el lugar no había CarloMagno, Alexander o ningún cesar que les diera el visto bueno o malo de arranque. Devolvió la reverencia y se puso en posición. ¿Cuanto llevaba sin disfrutar un duelo? Años, tal vez, estaba oxidado y temía que eso le costara volver o no a su presente. Por el momento su presente era ese, la pariente lejana, frente a él, parecía tener la misma determinación. Verificó que no hubiera ningún objeto en el rango de los 8 metros a su alrededor y apuntó su arma en dirección a la rubia —Sectusempra —espetó y de su varita salió disparado un solo objetivo en la mira. Sabía bien de las habilidades de Dennis para curarse, pero ¿cuantas veces podría hacerlo? Ya lo averiguaría.
  11. —Te queda perfecta —susurró al ver la pequeña llave colgando sobre el profundo valle que se hacían en su pecho. Una vez su prometida se sentó en sus piernas se lanzó a sus labios, hambriento de ellos y del sabor que emanaban. Sus brazos rodearon la cintura de Mía y subieron por su cuerpo hasta que la rodeo por completo. La vista anterior de los atributos de la rubia había aumentado un poco la temperatura de su cuerpo independiente de la cercanía la fogata, la cual era la única fuente de luz del lugar. Se sentía bien, se sentía completo y no deseaba por nada del mundo que ese momento terminara. Una simple salida de la cotidianidad se había convertido en uno de lo días más importantes de su vida. La mano derecha del pelinegro acariciaba suave el cabello rubio de su prometida cuando ella se recostó en el regazo. El silencio que siguieron a la confesión de León fue un tanto incomodo, al punto que dudó si debió haberlo dicho si ella lo había alcanzado a escuchar. Hacerlo de nuevo podría resultar un tanto incomodo y podría verse como un intento de forzar alguna respuesta de su parte. Pro fortuna la reacción de Mía fue lo suficientemente evidente para que León lo entendiera como un respuesta natural a las dos palabras mencionadas. La abrazó aún más fuerte al escuchar que la sensación de felicidad que lo embriagaba en ese momento, era completamente recíproca. —Mentiría si te dijera que no me imaginé una y otra vez en mi cabeza como iba a terminar este experimento —confesó con la vista puesta en el basto horizonte del Atlántico reflejando la luna—. Ninguno de esos finales posible me hubiera podido anticipar lo feliz que me siento en este momento y lo perfecta que sería esta noche. Se recogió logrando dejar las rodillas en el suelo y separó las piernas de Mía a cada lado de su cadera para ponerse pie levantándola en el acto. El beso que siguieron sus palabras fue lo suficientemente claro para declarar las intenciones a la rubia que cruzó las piernas al rededor de la cintura del holandés y cerró el broche enlazando sus pies. Ingresó a la cabaña y dejó caer el cuerpo de la Black Lestrange sobre la cama a la cual trepó de inmediato, separando sus labios única y exclusivamente para admirar el intenso esmeralda de sus ojos mirándolo fijamente. Ese misma miraba que según todo lo que había pasado esa noche, la iba a poder seguir contemplando durante el resto de su vida. Sonrió ante la idea y se acercó al costado derecho de su rostro, muy cerca de su oído. —Aunque coincidirás conmigo que aún puede mejorar —susurró justo antes de recorrer la tibia piel de su cuellos con los labios.
  12. Las piedras volaron por todo lado luego del hechizo de la rubia que salió afectada por una de las rocas. Su herida se cerró casi al instante que se produjo, dejando el hilo de sangre seco en la frente. ¿Era ese el verdadero poder de los libros? no había escuchado ningún episkey o que hubiera tomado alguna pócima o algo. Ya no estaba tan seguro de si todo lo estaba causando ella, de ser así no se habría dejado impactar por la roca o tendría que ser un poco despistada para permitirlo. Se decantó por la primera opción. La sombras seguían apareciendo de todas partes, menos de una, de la zona de acceso a las mazmorras. Era el último lugar en el cual los recién conocidos querrían estar si las sombras seguían proyectándose. —No creo que tengamos más opción que bajar No habría forma de saber lo que les esperaba, si era bueno o malo. Estaba muy lejos de tener el nivel de magia que tenía Dennis, por lo que alegar a la caballerosidad y dejarla bajar primero era contraproducente con la lógica de la supervivencia. Si a él le pasaba algo, ella estaría en condiciones de socorrerlo, pero si a ella le pasaba algo al bajar ¿Podría el pelinegro ayudarla? Lo dudaba demasiado. Bajó entonces de primero por la plataforma que estaba compuesta por una rampa en un angulo de casi 25° y un par de escalinatas en madera. Paso a paso, el holandés avanzó en la completa oscuridad la cual desterró al invocar un lumus con su varita. A lo lejos, se veían sombras, moviéndose de un lado para otro, susurros que viajaban con el aire tibio. Recordó entonces los poderes recien adquiridos. Apretó su mano derecha y el anillo de Escucha le permitió al pelinegro escuchar con más claridad los susurros. Voces claras y definidas, pero roncas, repetían una y otra vez "Sono qui, vengono per salvarci" No tenía muy fuerte su italiano, pero alguien necesitaba ser salvado. En el momento en que se giró para verificar que Dennis viniera tras él, el anillo detector de enemigos. —¿Todo bien all ¡¡¡AGH!!! —las palabras de León fueron interrumpidas por un alarido secó que salió de sus labios antes de caer y rodar precipitoso por las escaleras de madera. Algo había atravesado el espacio en completo silencio y había hecho un corte significativo en la base de su talón, rasgando el talón de Aquiles. La sangre era escasa pero el daño no. Al intentar ponerse de pie fue imposible hacerlo sin volver a aterrizar sobre la arena. Recordó la curación de Dennis momentos antes y apretó el amuleto de Curación que traía consigo en el cuello. No sabía si debía hacerlo o no pero el efecto fue el requerido: la herida cerró y sanó el tendón casi de inmediato. Se alegró, pero solo por un momento, ya que aún con la protección de ambos anillos, el ataque le había llegado sin poder hacer nada al respecto. Lo que lo hubiera atacado era increíblemente rápido.
  13. Buenas las tengan. Vine esta mañana a revisar mi bóveda trastero porque tenía unas cuantas dudas y salí con más, xD Al revisar detalladamente los manuales de rol y otras cosillas me di cuenta de algunos detalles que no sé si los dejé yo desde el principio o en posteriores modificaciones moderativas, pero igual necesitan corregirse. A saber: 1. En el post de "Índice de bienes" me aparece que no tengo criaturas en la reserva, pero en el post de "Criaturas Mágicas" me aparecen los hipogrifos pese a que (creo) que ya puedo tenerlas en propiedad. 2. El post de "Objetos Mágicos" está totalizado con "Total de puntos en Criaturas" y debería ser de objetos, esto para evitar confusiones futuras. También falta registrar una compra adicional que no sé si de pronto se traspapeló en algún trámite, ya se descontó el valor de ambas compras de la bóveda, se notificaron ambas compras pero solo aparece editada una de las dos. De antemano agradezco la colaboración.
  14. Una sonrisa se dibujó en los labios del pelinegro cuando Valent extendió la mano y esperó a que terminara de impulsarse para lanzar a él. La fundió en un abrazo, firme y solido que se prolongó unos cuantos minutos más de lo que dura cualquier abrazo. Un abrazo se brinda con un saludo, con una felicitación o un adiós. Pero los abrazos que se dan en un reencuentro no tienen un standar de duración, no tienen un origen y se desconoce el fin. Se toma el tiempo necesario en el que un cuerpo se embriaga de la presencia del otro, el tiempo en que reconoce su aroma, su esencia, su ser. Cuando terminó el abrazo, los ojos Valent seguían siendo los mismos que vio partir cuando ella manifestó su deseo de conocer el mundo. Un deseo tan arraigado a la sangre de los Crowley que siempre eran más los que estaban fuera que los que visitaban el castillo. Su cuerpo, su rostro, su semblante. Muchas cosas habían cambiado en Valent y muy seguramente lo iban a hacer por mucho tiempo más, pero sus ojos seguían teniendo el mismo, el mismo ímpetu. —También tengo mucho que contarte. He estado por muchos lados hija —respondió siguiéndola al interior del castillo—, igual que tú, los Crowleys vamos y venimos, como los vientos de agosto. Pero siempre volvemos acá, tarde o temprano. Tu habitación sigue tal cual como la dejaste, y siempre va a estar así el tiempo que lo necesites —la mirada inquisidora de León recorrió de arriba a abajo a su hija y soltó una sonrisa—, aunque no creo que la ropa que tengas allí te quede buena aún. Tal vez podríamos asaltar el vestidor de tu tía Claudia mientras vas al Callejón Diagón, si te parece bien. —Bienvenida, señorita Valent —saludó Rhyfs, el elfo principal del castillo que se apresuró a recibir las maletas —Rhyfs, que por favor nos sirvan algo de comer mientras llevo a Valent a su habitación —En seguida, señor —respondió el elfo y se disponía a desaparecer cuando hizo una pausa—. Señor, debe saber que el joven Fokker y la señorita Nicole están en la cocina. Tal vez deseen comer con ellos. Podría decirse que Rhyfs estaba particularmente feliz de servir al castillo Crowley cuando había alguien allí a quien servir. Eran aburridos los meses en que simplemente iban los esbirros del profeta a buscar algún chisme o los pregoneadores anunciando las nuevas del ministerio. Que hubieran más de dos miembros de la familia al mismo tiempo, ya era muchos. —Vaya, parece que todos se han puesto de acuerdo para venir —Volvió sonriente a los ojos celestes de Valent mientras el elfo desaparecía—. Ven, te acompaño a tu habitación. A menos claro, que desees comer primero. @@Nicole Evans Crowley @@Valent @Fokker
  15. Nick: León Crowley Bóveda: Bóveda Rol de Personaje: Cazarrecompensas / Líder del C.A.O.S (Colectivo Alterador del Orden Social) Información Adicional: Ex-empleado Del Ministerio de Magia y hechicería, destituido por críticas fuertes a la burocracia del ministro y sus departamentos. C.A.O.S. Se dedica a realizar ataques coordinados contra el ministerio y la comunidad en general. Su fachada es la de un cazarrecompensas rebelde que va tras quienes trafican criaturas mágicas, pero en realidad es para recorrer los pasillos del ministerio, en busca de información para próximos ataques.
  16. Había sabiduría en las palabras de la rubia que impartía la clase, a lo cual el holandés solo atinaba a mover la cabeza arriba y abajo aprobando cada una de las afirmaciones de Dennis. Era una mujer joven, o al menos eso era lo que parecía, pero demostraba estar dotada de un gran conocimiento en la materia. La mención a los libros que tenía por delante generaron una extraña mezcla se sentimientos. Adquirir conocimientos era algo siempre apasionante y nunca iba a dejar de hacer lo posible por aprender más, pero, por otro lado, lo que implicaba los libros era algo un poco tedioso. Solo esperaba que todas las clases fueran tan amenas como la que llevaban en el momento. La mención de los anillos y amuletos llamó mucho la atención del ojinegro. Eso podría significar porque nadie en la BL escuchaba absolutamente nada de lo que pasaba en los aposentos de la matriarca. Sin duda alguna necesitaría su anillo en la Crowley. —¿Algo así? —preguntó levantando el anillo que llevaba en la mano derecha y que brillaba como una gema del infinito. El piso temblaba de forma incremental, León bajó la miraba y podía ver como los granos de arena comenzaban a danzar y saltar como si fuera un Rave de Ibiza. El anillo cumplía la función de alertar, y lo hacía bien, pero no indicaba de donde. Por un momento el pelinegro recordó la recordadora: Te dice que olvidaste algo, pero no te dice que olvidaste. El temblor se hacía cada vez más intenso y la oscuridad del lugar no hacía nada fácil la tarea. Recordó entonces la información del libro. Haciendo uso del poder especial de Salvaguarda Mágica su entero ser se volvió intangible en el momento exacto en que tres descomunales criaturas se lanzaban hambrientas contra su ya de por si demacrado cuerpo. Volvió la mirada a Dennis temiendo que le hubiera pasado algo pero estaba intacta y su expresión parecía tener cierto grado de complicidad con el repentino ataque. Si él fuera profesor también podría pruebas. Era mejor estar atento. Cambió de mano a marié y quedó atento a cualquier otra criatura que pudiera sorprenderlo.
  17. Well.... Nick: León Crowley Número de ID: 113891 Link a la Ficha: León Crowley
  18. Dennis, hola, paso en una carrera a pedirte disculpas por no poder pasar aún por el topic del libro. ha sido una semana un tanto complicada. Esta noche o mañana en la mañana sin falta respondo. Gracias. Edit: Holanda estimada Dennis Acabo de dejar el rol en la clase, un poco tosco y corto pero es lo que el tiempo me permite. Tengo una duda, pero es relacionada al anterior libro. En el caso de los tocayos negros que me intentaron atacar, esos podrían ser controlados con el "Orbis Bestiarium" del libro de aprendiz de brujo? o es solo para criatures reales y morphoseadas? Gracie-la @@Dennis Delacour
  19. ID: 113891 Nick: León Crowley Link a la Bóveda Trastero: 109058 Link a la Bóveda de la cual se hará el descuento: 94122 Link al Premio obtenido (en caso de gala/concurso): --- Fecha: 2019-07-09 Pocion: Veritaserum Puntos: 160 P Precio: 8000 G Pocion: Pocion Multijugos Puntos: 160 P Precio: 8000 G Total de puntos: 320 P Total de Galeones: 16000 G
  20. ID: 113891 Nick: León Crowley Link a la Bóveda Trastero: 109058 Link a la Bóveda de la cual se hará el descuento: 94122 Link al Premio obtenido (en caso de gala/concurso): --- Nivel Mágico: 10 Fecha: 2019-07-09 Criatura: Kneazle Puntos: 40 Precio: 2000 Criatura: Crup Puntos: 40 Precio: 2000 Total de puntos: 80 Total de Galeones: 4000
  21. ID: 113891 Nick: León Crowley Link a la Bóveda Trastero: 109058 Link a la Bóveda de la cual se hará el descuento: 94122 Link al Premio obtenido (en caso de gala/concurso): --- Fecha: 2019-07-09 Objeto: Capa de Invisibilidad Puntos: 160 P Precio: 8000 G Objeto: Armario Evanescente Puntos: 160 P Precio: 8000 G Total de puntos: 320 P Total de Galeones: 16000 G
  22. —Acosas a la persona equivocada cariño —soltó dando un sorbo a la botella—, eres libre de ir tras de él si te sientes muy aburrida Era bastante el orgullo de ambos y ninguno se iba a dejar ver menos que el otro. León podría mandar a Liam a la casa y dejar a la Lestrange con los crespos alborotados pero eso solo lograría enfadarla aún más y no era ese precisamente el objetivo. Sentía en el fondo que le debía una explicación, más allá de cualquier tipo de compromiso social, se lo debía por agradecimiento por no dejar solo el castillo ni a ninguno de sus hijos cuando estos la necesitaron. Cuando ni él ni Claudia ni su propio hijo Fokker pasaron por el castillo Crowley, ella si lo hizo. Así fuera para llevar una que otra alma perdida y aprovecharse, pero al menos no la había abandonado del todo. —En una versión resumida —empezó—, descubrí que el propósito del demonio en mi era invadir la tierra con sus vástagos. Par ti ni para nadie es un secreto que ayude mucho en esa labor. Mis hijos eran receptáculos se su propio poder, se magnificaba cada que yo dejaba uno más en la lista de la herencia. Cuando lo descubrí, emprendí dos viajes. Uno para intentar expulsarlo de mi cuerpo, lo cual casi me mata. Podrá imaginar que quedá de mi cuerpo cuando se vean reflejados los 346 años que llevo encima. >>Una vez me di cuenta que no podría sacarlo de mi cuerpo sin morir en el intento, emprendí otro viaje, buscando la forma de encerrarlo o restringirlo. Y pues lo logré, aunque no fue fácil. Mi cuerpo fue el campo de batalla de esa lucha y como puedes apreciar, salió muy maltrecho. Si, era una versión muy resumida, pero tal vez era la versión que ella necesitaba oír.
  23. —¿¡Rambaldi!? —los ojos del pelinegro se abrieron de par en par y su cabeza giró enérgica mirando el rostro de la docente. Una oleada de recuerdos se apoderó de León y lo dejó frío, inmóvil por un momento. Un desfile de nombre e imágenes se atravesó por su campo visual, que ya no eran las ruinas del coliseo. Chomsky, Milo, Prosperina. Deiwan. Su hermano. Le era imposible no maldecir los tiempos que lo obligaron a partir sin avisar, sin advertir. La extinta academia de magia y hechicería no había conocido nunca un director fenixiano más dedicado que él, el único con el que pudo decir que trabajó a gusto. Quien le inculcó el amor por la enseñanza pese a las horrorosas decisiones que estaban por encima del entendimiento de ambos. León sonrió con todo el gusto del mundo a la gigantesca ironía del destino que ponía a una pariente de su hermano a darle una clase de duelo. Abandonó sus memorias y volvió de lleno a la realidad que lo reclamaba. La noche se había puesto ya y las luces de la arena se habían apagado finalmente. El brillo de la reluciente luna de Julio era lo único que les permitía a ambos distinguirse en la penumbra. La brisa apenas se sentía en la piel, el calor inclemente de la tarde se había penetrado tan profundo en la arena que de no ser por el invaluable sentido de la vista, sería muy difícil atinar a la hora del día. La pregunta de Dennis cayó como una gran roca sobre una mesa de vidrio. Estaba preparado para sacar la varita y practicar algo del viejo noble arte de la tortura, pero no lo estaba para esa pregunta. No tenía muy claro porqué había decidido adquirir el libro, o tal vez si lo sabía, pero era demasiado testarudo para reconocerlo. —La curiosidad de aprender de lo desconocido podría ser la razón —respondió a la mujer con una sonrisa—. Lamentablemente no estuve acá cuando la Universidad Mágica empezó a impartir este tipo de conocimientos. Y bueno, nunca es tarde para aprender. Tarde era poco para los 15 años que habían pasado desde que la mutación de la academia había dado paso a dos entidades independientes. Guerreros Uzza, libros de hechizos, consumibles. Todo era una completa novedad para él y no había cosas que le disgustara más que ignorar un tema que parecía ser de dominio público. ¿Cómo poder establecer una conversación con su prometida sobre los nuevos alcances de la posible amnistía a los llamados bandos mágicos si no tenía ni la más #$#%#& idea de lo que estaba hablando? Lo había estado pensando por algunos meses, pero no fue sino hasta el almuerzo con Arya, que se sintió como un quintaped en un consejo de veelas, cuando ambas empezaron a debatir el tema. Obviamente era una explicación una tanto mundana y banal para usarla de justificación, así que optó por una versión un poco más maquillada. —Dudas si, tengo algunas —comentó avanzando hacia el portal—. ¿Qué son exactamente los libros? Es decir, ¿Por qué ahora y no antes? ¿De donde vienen los Uzza? El destino elegido por la profesora no era precisamente un donde, sino un cuando. El portal al cual le invitó a seguir lo llevó a un momento que en principio no supo identificar. La arena seguía caliente, la luna seguía brillando pero algo había cambiado. El ambiente. Un sutil olor se movía entre la brisa que acariciaba su cara. Un aroma que conocía pero no lograba identificar del todo. A lo lejos no se escuchaba el barullo de los claxon de los Fiat 500 o de los Kia Ceratto que volvían a los hoteles o a la Vía del Quirinale a los bares y discotecas de la ciudad. No. A lo lejos se escuchaba la algarabía, la fiesta burda y artesanal del pueblo, los gritos, las cuerdas. El aroma en el ambiente al fin lo reconoció. Sangre. La sensación ferrosa podía sentirla en la boca, en los pulmones. La arena esta caliente y roja. Escudos agrietados, espadas enterradas en torsos y yelmos aún con su contenido, desplegados a diestra y siniestra. La muerte bailaba a su al rededor. —Interesante elección, señorita Delacour.
  24. Hola Dennis! No malgastes tu tiempo intentando mencionarme Son los sacrificios de tener acento en el Nick u.u SoyElInombrable Ya le di seguimiento al topic para que me avise cada que responde alguien acá para no perderme de nada. Acabo de rolear en la clase, espero me sepas disculpar si se me va un poco la cuerda con la historia. Si te soy honesto, no tenía ni la más mínima idea que los "libros" tenían que ver con duelo. Nunca he sido fan de los mismos aunque no por ello no quiere decir que desconozca del tema. De antemano, te pido disculpas por cualquier barbaridad que pueda salir de la varita de León XD También espero que la clase sea entretenida y divertida, creo si lo va a ser. De antemano quiero contarte que, desde que se iniciaron las reformas, hace casi 4 años, este humilde servidor ha estado completamente desconectado del foro, y por derecha de todo lo que tiene ver con los llamados Libros. Hasta hace unos cuantos meses me decidí por avanzar en esto de los niveles y demás, por lo cual tal vez tenga más dudas de las que tendrían tus habituales pupilos. Empecemos con una duda: ¿A qué te refieres con "los poderes del libro" ?
  25. La tarde terminaba de caer en el despejado cielo de Ottery y los rayos naranja del sol se desvanecían de a poco en los ventanales de la habitación del patriarca Crowley. La oscuridad de la naciente noche empezaba a envolverlo todo a su paso y las antorchas se encendían brindando su luz danzante y cretina a los pasillos del solitario castillo. León estaba listo desde casi 30 minutos antes de la hora requerida. Metió la mano al bolsillo del gabán negro que cubría su camisa vinotinto y pantalón negro y sacó el pergamino que comunicaba su clase. Sonrió. Debía reconocer que de una u otra forma le alegraba que la lección que debía aprender esa noche, no se llevara a cabo en el claustro académico. No era fácil para el ex-director de la academia de magia y hechicería volver a los corredores y pasillos a los cuales le dedicó mucho tiempo, muchas canas. Así se llamara de forma diferente, y a las clases les hubieran cambiado el nombre, era el mismo objetivo, la misma esencia. Verificó una vez más el lugar donde la docente se presentaba. Conocía muchas más Delacour's de las que le gustaría aceptar, pero a la que se hacía llamar Dennis no la conocía. Si hacía un examen a conciencia, conocía a muy pocas personas que tuvieran un puesto en cualquier institución mágica actual. Nuevas generaciones, nuevas directivas. Ella tampoco lo conocería a él, sin duda, pero no iba ese a ser un obstáculo para aprender lo que ella deseara enseñarle. Cerró el frente del gabán y al verificar que la fiel Marié seguía en el bolsillo izquierdo de su pantalón, desapareció del lugar. Su completo ser se materializó en el centro de Roma, cerca de la Piazza Martín Lutero donde la tarde aún estaba un poco más demorada en terminar. Muchas veces había visitado Italia, y en ninguna de ellas se había perdido de pasar por el parco del Colle Oppio. Invisible entre los muggles que caminaban de un lado a otro destellando fotos con sus cámaras de vídeo o celulares, León atravesó el parque y tomó la Vía Labicana hasta la ruinas del Colisseo. Si, podría aparecerse al interior de la estructura en ruinas, donde seguramente Dennis lo estaba esperando, pero le gustaba darse el pequeño placer de contemplar el Anfiteatro Flavio y a los Muggles que ignoraban el origen y posterior caída de lo que ellos conocían como Coliseo Romano. La historia que les habían contado no estaba cerca de ser la realidad. Faltaba solo una hora para el cierre del lugar y las entradas estaban atiborradas de personas ansiosas por entrar y dejarse maravillar por las ruinas de lo que alguna vez fue el centro de duelos más grande de toda Europa. Los primeros registros de duelos mágicos conjuntos datan de las reuniones clandestinas de Tito Flavio Sabino, un mago que se aprovechó de la ignorancia de los muggles y se proclamó Segundo Emperador de la dinastía Flavia, tras un robo de identidad -y posterior obliviate- al verdadero desencinte de Vespasiano. León cruzó sin mucho problema una de las puertas laterales que comunicaba el exterior con la cávea y de allí un pequeño salto a la arena. Allí, de espaldas al sitio por el cual había ingresado el pelinegro, la figura esbelta y definida de una mujer se giraba al escuchar el sonido de los zapatos de León golpeando la arena. —Tú debes ser Dennis —saludó al reconocer el emblema de la familia Delacour—, un placer conocerte. Soy León Crowley.

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