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León Crowley

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Todo lo publicado por León Crowley

  1. Objetos Mágicos Clasificación A: Nombre producto: Puntos obtenidos: Link a la certificación: enlace Clasificación AA: Nombre producto: Varita. Puntos obtenidos: 20. Link a la certificación: enlace. Nombre producto: Reloj Mágico Familiar. Puntos obtenidos: 20. Link a la certificación: enlace. Nombre producto: Cámara de Fotos Mágica. Puntos obtenidos: 20. Link a la certificación: enlace. Nombre producto: Nimbus 3000. Puntos obtenidos: 20. Link a la certificación: enlace. Nombre producto: Puntos obtenidos: Link a la certificación: enlace Clasificación AAA: Nombre producto: Bául de Siete Cerrojos. Puntos obtenidos: 40. Link a la certificación: enlace. Nombre producto: Puntos obtenidos: Link a la certificación: enlace Clasificación AAAA: Nombre producto: Puntos obtenidos: Link a la certificación: enlace Clasificación AAAAA: Nombre producto: Capa de Invisibilidad. Puntos obtenidos: 160. Link a la certificación: enlace. Nombre producto: Armario Evanescente. Puntos obtenidos: 160. Link a la certificación: enlace. Nombre producto: Puntos obtenidos: Link a la certificación: enlace Total de puntos en objetos: 440
  2. Indice de Bienes Objetos Mágicos: Clasificación A: Clasificación AA: Varita Mágica. Reloj Mágico Familiar. Cámara de Fotos Mágica. Nimbus 3000. Clasificación AAA: Baúl de Siete Cerrojos. Clasificación AAAA: Capa de Invisibilidad. Armario Evanescente. Clasificación AAAAA: Pociones Mágicas: Clasificación A: Clasificación AA: Clasificación AAA: Filtro de los Muertos. Clasificación AAAA: Fluido Explosivo. Clasificación AAAAA: Veritaserum. Poción Multijugos. Criaturas Mágicas: Clasificación X: Cuervo. Pantera (2). León (2). Clasificación XX: Clasificación XXX: Hipogrifo (3). Kneazle. Crup. Billywig. Clasificación XXXX: Clasificación XXXXX: Criaturas en la Reserva: Libros de Hechizos: Libro del Aprendiz del Brujo. Libro de la fortaleza. Libro de la Sangre. Poderes de Criaturas: Tipo de Poder: Consumibles en Batallas: Nombre:
  3. —Maldito elfo —bufó bajando la varita—. Se queja de que entran personas indeseadas y permite que entre cualquiera. Estaba ya seguro que quien estaba de pie frente a él, era sin dudo su casi ex-esposa; solo ella podría dar con tal lujo de detalles algunas de las cosas que habían vivido juntos. El vodka, cualquiera sabía que era su gran debilidad, que tenía hijos con muchas en Ottery, tampoco era un secreto guardado, pero el incidente en la mansión Rambaldi y la bodega del Castillo Lestrange, si era algo que solo ella sabría. Recapacitó un poco sus palabras y accedió a tomar asiento. —Perdóname cariño —habló en un tono más bajo tomando su mano y recibiendo el vaso de vodka que dejó deslizar por su garganta sin prisa alguna—. No estoy en mis cabales. Llevo bastante tiempo, digamos, fuera de línea y me esta costando volver en mi. Sabía muy bien que era un gran error recibir licor antes comer algo, la acidez y la sensación de vacío en su interior se incrementarían exponencialmente lo que dispararía la jaqueca al tope. Y en efecto, en cuanto terminó el anhelado trago, su débil sistema digestivo inició una manifestación que se propagó por su interior hasta eclosionar en una nada agradable migraña. —Supongo que subiste por la cocina ¿no? —indagó colocándose de pie frente al armario del cual tomó una remera oscura que utilizó para ocultar su desnutrido cuerpo—. Espero que ese elfo haya terminado de hacer de comer ¿Me acompañarías? Cerró con seguro la puerta de la habitación luego de salir en compañía de Sol. Caminó a paso cadenciado por el hall del ala derecha de la mansión hasta la escalera que comunica con el primer nivel. En su ruta, pudo evidenciar como la impecable alfombra que cubría el suelo del castillo estaba ahora sucia, quemada en tramos, seguramente por las ocasionales fogatas de los vagos. El papel tapiz de las paredes estaba rasgado desde la habitación de Ariane hasta el cuerto de escobas y los vidrios quebrados dejaban entrar la brisa que arrastraba las hojas secas del roble muerto que yacía al lado del Castillo Aún con el rostro demacrado se podía ver la tristeza del holandés al evidenciar el abandono del lugar. Si bien Claudia y Andrés eran patriarcas y estaban desaparecidos, no entendía como sus hijos habían permitido tal nivel de dejación del castillo. Recordó algunos apartes de su sueño. ¿Qué sentido de pertenencia pueden tener mis hijos con la familia si nunca la he tenido con ellos? Se preguntaba si alguno de ellos se enteraría de su estado vegetativo cuando escuchó algunas voces en el salón principal junto con la de Rhyfs. Detuvo a Sol con la mano izquierda y con la derecha la invitó a guardar silencio y escuchar al elfo. * * * * * * Rhyfs, vintiúnico Elfo del Castillo. Salón Principal. —Ay joven León —un suspiró se coló por en las facciones tristes del elfo que se sentó junto al fuego—, el ministerio no protege este castillo desde que su padre desapareció. La ama Claudia viajó al norte y al amo Andrés parece que se lo tragó Mónica la tierra. Su hermano Fokker estuvo por acá un tiempo pero también desapareció hace algunos años. Sin nadie al frente del Castillo, las visitas del ministerio cesaron, la protección se perdió y con ella, los hechizos. Los vagabundos y ladrones empezaron a entrar, a ocupar las habitaciones libres, los pasillos. Por un tiempo tratamos de repelerlos pero... —los ojos del elfo se inundaron en lagrimas y se quedó en silencio—. ¿En serio lo sabían? —indagó incrédulo cambiando el tema ante la expresión de ambos— ¡El patriarca León llevaba 3 años dormido en su habitación y nadie lo extrañó! Vaya que no se hacía querer. Para cuando terminó la frase, se había dado cuenta tarde que había sido, aparte de imprudente, un poco insensible: l rostro de la Black demostraba algo de culpa y el del joven, aunque haciéndose el fuerte, también denotaba algo de intriga rayando en la preocupación. Rhyfs estaba en camino a perder el respeto por el apellido tanto como Catherin había perdido la locura y Bran la vida. Retomó un poco la compostura y reaccionó a la pregunta del joven. — ¿Dalkiel?. Si, creo que algo leí de él en el diario del difunto Arthur —comentó mirando a los ojos de la Black que parecía asombrada con la reciente revelación—. ¿Tampoco sabían de la enfermedad de Arthur? Falleció el año pasado. La luz cegadora de las llamas parecía avivar el brillo de los ojos el elfo que por un segundo se perdió en momentos de vacas gordas, momentos alegres y llenos de vida en las diferentes generaciones de los Crowley andaban de un lado a otro por los pasillos del castillo, en las habitaciones, el jardín o la cocina. Catherine cocinando manjares para los festines que realizaban y Bran arreglando el jardín ante las exigencias de la Matriarca. Eran tiempos que él sabía, no iban a volver. —Dalkiel, heredero de Gomorra Antigua, ciudad de los caídos. Hijo de Balphomet, el engendro que casi mata —Una voz estruendosa, como un rugido, se escuchó desde algún lugar en el hall principal que lo sacó de sus pensamientos y lo aterrizó de plano en la realidad. León padre había bajado la escalera en compañía de la mujer trigueña que le había arrebatado la botella en la cocina— Supongo que ya has terminado la cena, Rhyfs. De un tono marón a un blanco terror, pasando por gris preocupación y ópalo angustia, el rostro de la criatura se transformó al recordar lo que estaba haciendo cuando se disponía a bajar al sótano. La cena del patriarca estaba tan cruda como la carne del elfo que adornaría las paredes del lugar si no desaparecía de allí —Supongo —alcanzó a escuchar al patriarca Crowley desde la cocina—, que tengo mucho que contarles.
  4. —Que asco este lugar —bufó pateando un caldero plagado de chirzpufles que se estrelló contra la pared y se hizo pedazos. Si esperaba a que el veintiunico elfo que estaba en el castillo limpiara el lugar, tardaría seguro una o dos semanas dadas las condiciones de la habitación en general y si bien era poco lo que podía hacer están en coma, en gran parte tal desorden era por él. Avanzó hasta el enorme ventanal frontal al paso que sus raquíticas piernas se lo permitían, y abrió la cortina escarlata de par en par, dejando que la cegadora luz del astro rey inundara la habitación dejando ver con mayor claridad lo insalubre de su propia habitación. Maldijo por lo bajo a su elfo Arthur -al cual se negaba a reconocer por muerto- e ingresó al que esperaba, siguiera siendo un inmaculado baño blanco. Para su sorpresa, el baño era lo opuesto a la habitación. Paredes y pisos impecables, cubiertos únicamente por una delgada capa de polvo. León se desprendió de los harapos que tenía por pijama y avanzó hasta la bañera, ignorando la tétrica imagen al otro lado del espejo. Abrió la llave y dejó que el agua fría, que caía en su piel como centenares de agujas de billywigs por todo el tiempo que permaneció sin estímulo alguno, cubierto nada más que por su propio sudor. Su cabello parecía más el lomo de su hermano licantropo: maraña de pelo, sucio y áspero, curtido por polvo y mugre acumulada de tres años que cayó a los pies del Crowley cuando el liquido vital entraba en contacto con él. Cuando salió de la ducha, cerca de 25 minutos después, tuvo la suficiente fuerza para detenerse frente al espejo y contemplar la persona que era ahora: Una estructura osea medianamente cubierta por una capa de piel débil que por el prolongado contacto con el agua se había arrugado, más parecido a un perro Shar Pei anoréxico que a un ser humano. —Mal.dito elfo —la botella aún no llegaba a él. Frente a su enorme closet, duró más buscando algo que le quedara y no se cayera de su cintura, qué lo que duró su baño, dejándolo únicamente con un pantalón corto; toda su demás ropa parecía quedar colgando de sus huesos. El baño le había refrescado y aliviado en parte al punto que se sentía capaz de arreglar el lugar. Tomó la varita y haciendo alarde de lo aprendido en la agencia consultiva de plagas, rápidamente libró el lugar de ashwinder, bundimun y otras plagas que se replicaban por el lugar a su antojo. Fregotego tras fregotego fue limpiando la alfombra y paredes de todo tipo de rastros de lo que parecía había sido una intensa batalla por mantenerlo con vida por bastante tiempo. La cama, que parecía la guarida de algún gnomo salvaje más que un adecuado lugar de reposo, desde el momento en que se levantó de la cama, supo que no tenía salvación alguna. Unos cuantos hechizos reductores y otro incendiario y la cama quedó consumida en cenizas al interior del caldero negro que tampoco tenía salvación. Se disponía a salir a buscar el mismo su botella cuando sintió el cerrojo de la puerta moverse seguido de un siseo anormal. De ser el elfo, no tendría necesidad de hacerlo ya que sencillamente aparecería al interior de la habitación y dadas las noticias de vagabundos al interior del castillo que había comunicado la criatura minutos antes era mejor estar preparado. Era consiente de que no tenía fuerza para resistir un ataque mágico, pero al menos a un muggle o mago débil si podría eliminar o al menos inmovilizar. La limpieza de la habitación había consumido gran parte de sus energías. Cuando identificó a la persona que había atravesado el marco de la puerta, desconfió de la autenticidad de la misma luego del asombro. —No creo poder hacerlo —espetó a la que podría o no ser Sol Lestrange y luego desvió la mirada hacia la botella. Debía aguantar la ansiedad o podría matarlo—. ¿Qué haces acá? Comprenderás que desconfíe. Llevo años sin aparecer y misteriosamente apareces con una botella de vodka. * * * * * Rhyfs - Veintiunico elfo cuerdo del Castillo —Ahora si me va a matar —dijo el elfo al reaccionar luego de que la mujer se llevara el vodka. —No debiste dejarla subir —se respondió él mismo. —Dijo que era amiga —Yo puedo decir que soy Crazy Malfoy y eso no lo va a hacer cierto —Si está en el castillo debe ser de la familia —¿Cómo todos los vagabundo y ladrones? —... Había salido de la cocina hacia la bodega y se disponía a organizar lo que había comprado en el callejón con las monedas entregadas por León cuando escuchó un grito en algún lugar bajo sus pies. No tenía que preguntarse quien era, ya lo sabía. Catherine había perdido algo más que su cordura. Aseguraba buscar un ratón fluorecente llamado Vicente que le había pedido dinero prestado y se había desaparecido. La primera vez que Rhyfs escuchó la historia se retorció de risa y felicitó a la elfina por su sentido del humor en tiempos de crisis. Pero al ver que la historia era real para ella, se preocupó. Se disponía a bajar al sótano por la escalera auxiliar a un costado del vestíbulo principal cuando escuchó algunas voces en la sala principal. Temió. De la misma forma en como había muerto Bran, a manos de un vagabundo que utilizó la sala de estar como motel personal, podía morir él. En principio pensó llamar a León para solicitar ayuda, pero este lo mataría por dejar subir a la mujer. Prefería un 50% de posibilidad de ser asesinado por un vago a un 100% de ser asesinado por León. Se acercó con cautela a la sala de estar y cuando reconoció a los dos visitantes, suspiró. —Señorita @GoshI , joven @León Christopher —exclamó aliviado acercándose a la chimenea—, que alivio que sean ustedes y no unos vagos. ¿Cómo supieron que el amo León había despertado? cosas demoníacas, supongo.
  5. —Le repito, una vez elegido el lugar, no podrá cambiarla —insistió el duende. — ¿Cuantas veces tengo que repetirle que este es el lugar? — Las palabras de León denotaban ya un poco de enojo Justo en la base de la gran caverna subterránea de Gringots, la fortaleza casi impenetrable que alberga el capital del mundo mágico tras una simple fachada en el callejón Diagón, se encontraba el Patriarca de la Familia Crowley con el entonces director de la entidad; una desgarbada y menuda criatura de ojos saltones y manos huesudas que insistía y recomendaba al mago no tomar esa bóveda. Si bien era uno de los lugares de más difícil acceso, no era eso lo que preocupaba al duende que maldecía el haber recibido al holandés esa mañana. Lo que aterraba a la criatura era la cercanía que tenía esa bóveda en particular con el lugar donde reposaba el LongHorn Rumano que custodiaba la caverna. Ya buena fama tenía de haber incinerado a más de un enano y era por esa misma razón que estaba vacía pese al gran espacio adicional que tenía en relación a las demás. —Bueno señor Crowley, si usted insiste —resopló y puso la mano en el cerrojo— ahora por favor, présteme su varita —Nah —respondió el pelinegro—, indíqueme que hacer. La puerta se abrió al instante luego de seguir las instrucciones de la criatura que tan pronto como pudo, ingresó a la bóveda cerrando la puerta tras de si dejando todo en la más completa penumbra. La rápida floritura del mago iluminó el lugar con una luz blanca que reveló el verdadero tamaño del lugar: un lugar tan grande como un auditorio, hecho en piedra caliza negra, de la misma que estaba hecha la guarida del dragón custodio que fue la razón principal para escoger la más cercana posible a la feroz criatura. Pese a tanta seguridad, León no se sentía a gusto del todo. —No te muevas —indicó al elfo y levantó la varita. Su condición demoníaca se hizo evidente y sus ojos se tornaron por completos negros — ¡Hic est leo regis! —espetó y de la punta de la varita surgió una neblina negra que lo envolvió todo, desde las paredes hasta la cúpula de piedra y la puerta. Todo aquel que ingresara en la bóveda sin ser permitido, no vería más que oro leprechaum. Un recuerdo de su viaje a tierras celtas antiguas. —¿Qué ha hecho? —indagó el duende —Conjuré un hechizo que hace que la gente pregunte pend.ejadas. ¿Lo siente ya? —El paso de sus cosas tardará un poco dada la ubicación de la bóveda —continuó la criatura con una mueca de desagrado luego de tomarse un tiempo pensando la respuesta a su pregunta —¿Esperará usted? —El tiempo que sea necesario necesario. Perfil de Comprador del MM: N° 80 Indice de Bienes Objetos Mágicos Pociones Mágicas Criaturas Mágicas Libros de Hechizos Poderes de Criaturas Consumibles en Batalla Fecha de Próxima Actualización:
  6. —Lo curioso de todo mi querida Eli —continuó al escuchar las palabras de la Malfoy—, es que siempre he sido el mismo. Siempre he sido borracho, siempre he sido mujeriego y siempre he sido sarcástico. Pero es el poder lo que hace o no respetable a una persona en la sociedad mágica de hoy en día. Te voy a poner un ejemplo muy cercano a tu familia, sin decir nombre alguno—vació de nuevo el vaso por su garganta ante una súbita ola de calor que la obligó a quitarse el abrigo a lo cual no opuso resistencia. Elizabeth era astuta y él lo sabía—. El señor ministro de magia. Una persona con poder que no se le ha visto en mucho tiempo pero sigue allí, en su gran oficina amarilla. Nadie juzga, nadie critica, nadie dice ni hace nada. Yo sigo siendo exactamente el mismo, pero sin poder nadie se acordará de mi. Cuando tenga poder, muchos asegurarán haberme extrañado. Verdad para unos, conveniencia para otros. Pero como ya te he dicho, no venimos a hablar de males. Lo que la abertura en el abrigo dejaba ver no era absolutamente nada comparado con lo que la panorámica completa permitía contemplar, desde el extremo de su más largo cabello que caía rebelde en su espalda destapada, hasta la punta de sus pies custodiados por sus infinitas piernas morenas y su geométrica cintura. La evidente señal que enviaba al morder su labio inferior, aunque sutil, había sido lo suficientemente clara para notarla. El juegueteo con los rizos de su cabello y que dejara al descubierto su piel, la hacía aún más cierta. Su mente ya estaba coordinando lo que pasaría después de que salieran del lugar. —Oh, viajar. Lo extraño mucho. Creo que debo hacerlo pronto, tal vez visitar a mi familia en Holanda o a Rumania. ¿Y lo hiciste sola? —indagó con una notoria segunda intención ante la evasión de la primera pregunta—. Hacerlo solo muchas veces nos permite re-encontrarnos. Era imposible no dejar que la mirada se le pierda por el recorrido de la piel canela de sus muslos que se perdían bajo la tela blanca, tan imposible como evitar que ella se diera cuenta, aunque para ese momento, no era mucho lo que le preocupaba. De repente toda la coordinación anticipada que pudiera estar haciendo se fue al suelo ante la advertencia de una pregunta que podría ser incomoda. Es como intentar decirle algo a alguien solicitando previamente que no se vaya a enojar. Imposible. En efecto, la pregunta cayó como una ola del mar ártico. La sonrisa del rostro se desdibujó un poco. —Vaya que tienes una forma única de reentablar una conversación —apuntó sirviendo otro vaso y pasándoselo de un golpe. Valor líquido decía un mayordomo—. Dentro de las cosas que no perdí, está mi honestidad. Y si me la pides, te la daré. Si Elizabeth, te amé. Te amé hasta que fuiste solo una aventura más en mi vida. Como todas las aventuras que he tenido en mi vida. Puedo amarte una noche y a la otra no. Me entrego con amor en cada aventura para disfrutar el momento al máximo. Y lo nuestro fue algo más que una noche. Así que si te amé durante el tiempo que estuvimos juntos, si, te amé.
  7. Sus labios dibujaron una sonrisa. Pequeña, pero contaba como una. —¿Ah si? Espero que hayas tenido una muy buena razón o un buen recuerdo para ello —llevó el vaso cargado de vodka a su boca y dejó que este se deslizase por su garganta tan despacio como pudiera. Sus ojos negros permanecían fijos en los de Elizabeth por un momento, bajaban luego por su abrigo oscuro recorriendo su silueta de su cuerpo hasta las zapatillas y volvía a sus ojos intentando descifrarla—. Vodka, como siempre. Los buenos hábitos nunca cambian aunque todo lo demás lo haga. ¿No crees? Había pasado mucho tiempo cortejando a muchas mujeres como para darse cuenta porque razón cuando una pregunta era evadida. Ninguno de los dos dedos anulares de sus trigueñas manos refleja el brillo de una argolla de matrimonio así que la respuesta debía ser un poco más compleja. ¿Realmente necesitaba saberla? No, en realidad no. Pero el instinto lo obligaba a establecer ese momento en el que se habían visto por última vez, saber si él era el villano, héroe o victima. Aunque a juzgar por la sutil caricia de la Malfoy en la comisura de los labios, debería estar usando una capa roja y el emblema de la esperanza en su pecho. De todas las cosas que podría haber cambiado León tras su regreso, las peores permanecieron. —¿Qué he hecho? Bueno es una pregunta tanto complicada —tomó la botella y sirvió otro poco—. He estado un poco mal de salud como mi demacrado rostro puede revelarlo y estuve, digamos, en un profundo sueño. Cuando desperté había pasado ya algún tiempo y mucho de los que tenía, ya no está conmigo —el licor se desapareció de nuevo por su garganta—. El trabajo en el ministerio, la dirección de la academia, mi familia, mis actividades extra-laborales. Solo me queda el vodka y mi sentido del humor ¿Crees que pueda lograr mucho con eso? Espero que si o estoy ***.ido. Si. Sabía que la respuesta era si aunque de todas maneras debía hacerla o pretender que la hacía. Eso había sido lo único que lo había acompañado por mucho tiempo. Eso y Arthur. Agachó la mirada un momento al suelo, buscando que su rostro no evidenciara el cruce de emociones que la perdida de su fiel elfo representaba para él. Había sido un golpe demasiado fuerte y pese a su dura y áspera coraza exterior, aún le quedaban algo de emociones que se mantenían relegadas la mayoría del tiempo pero que se filtraban por entre las grietas de los recuerdos de una larga amistad. Cuando trató de levantar de nuevo el rostro, sus ojos se percataron de un pequeño espacio entre los pliegues del abrigo de la Malfoy, que revelaron el misterio bajo el mismo: firmes y tonificadas piernas canela que se perdían en un vestido blanco que se había subido ligeramente por la posición de quien lo modelaba. De inmediato recordó, con lujo de detalles, la última vez que la había visto. Olvidó al instante en lo que estaba pensando y una sonrisa apareció. —Pero bueno, dejemos de hablar de mis males. No creo que hayas venido a un bar a escuchar penas ajenas —llamó la atención del mesero y pidió con un gesto, otras dos botellas iguales a las que ya tenían—. ¿Qué ha sido de tu vida desde aquella fiesta de despedida en la fortaleza oscura?
  8. Estimados duendes, muy buenas tardes. Vengo por información de donde y cómo abrir mi bóveda trastero. Veo un topic donde explica como se actualiza, en este topic al inicio no dice nada de bóvedas trastero y veo un subforo con muchas bóvedas trastero pero no sé si debo abrir la mía allí y esperar que alguien la apruebe o abrirla en otro lado y ustedes la mueven. Prefiero pasar por la vergüenza de preguntar y no parece un novato dejando post de bóvedas por todo el foro xDDD De tener que hacerla en el subforo donde están todas, Se deben hacer todos los topics de una sola vez? O esos se hacen después y solo la descripción? Gracias. Pdta: Si hay un topic informativo de la creación esas bóvedas trastero, ¿serían tan amables de indicarme donde está? Si no lo hay, ¿Puedo sugerir que lo creen? xD Gracias.
  9. —Una botella y un vaso —murmuró la camarera al entregar el pedido a León—. Cortesía de la casa. Por favor no le diga nada a su hijo. — ¿A mi hijo?. No me digas que esto es del rey Cisne —exclamó mirando el lugar un poco más detalladamente—. Ya comprendo el gusto por el color rojo. Desafortunada herencia materna. Las mejillas del rostro cargado de vergüenza de la mujer hacían juego perfecto con el color de su cabello y el tapizado del lugar que, para sorpresa del Crowley, había recibido algunas personas mientras esperaba la bebida. Siempre había considerado que tenía buena espalda para ese tipo de negocios hasta que abrió el suyo, a unas cuantas calles del caldero. La puerta de ese local solo abría para que los molestos seres de luz en rostro entraran a inspeccionar, segun eso, por sospechas de actividades ilícitas. Claro, sospechas, como si nadie en el mundo mágico supiera que la traidora tenía nombre y apellido propio. Sería inútil negar que la misma marca habría utilizado esas artimañas y herramientas para conseguir sus propios objetivos, pero que sea alguien tan caradura en la vida para proclamar a los 4 vientos la fidelidad a un bando cuando en realidad se era un despojo de persona, era algo detestable. Pro un momento se llegó a preguntar sis los que en su momento fueron compañeros de bando pensaron eso mismo de él cuando desapareció. Se había perdido tanto en sus propios pensamientos que no se percató en qué momento la barra recibió a otra persona. El sutil aroma a vainilla y el pedido del "caballito de tequila". —Mucho tiempo que no escuchaba esa expresión —Apuntó en voz alta con la mirada fija en la botella de vodka mientras servía un poco en el vaso—. Son pocas las personas que lo piden de esa forma hoy en día. Salud por eso —levantó la copa en dirección a la mujer ahora si fijando la mirada en ella. Tardó un poco más de lo normal en reconocer el nombre detrás de los orbes que se mezclaban entre azul y verde, grandes como esferas. Era normal, llevaba mucho tiempo sin interactuar con alguien y mucho menos con ella, que no la había visto en un par de años. Trató de hacer memoria cuando había sido la última vez los labios carmesí de la demonio le habían sonreído, pero a ciencia cierta, no logró recordarlo. Agachó la mirada dibujando una sonrisa y volvió a los ojos de la Malfoy. —Vaya sorpresa señorita Elizabeth, tiempo sin verla —redujo a uno el número de sillas entre los dos—. ¿Señorita aún, verdad?
  10. Bueeeeeenas tardes. Por solicitud del señor Agosto Bastian, vengo a normalizar mis conocimientos. Enlace a Ficha: León Crowley Conocimientos: - Transformaciones y Leyes Mágicas + - Cuidado de Criaturas Mágicas (Conocimiento Adquirido) - Pociones (Conocimiento Adquirido) - Maestría en escobas (Cambio conocimiento) - Primeros Auxilios (Cambio Conocimiento) - Defensa Contra la Artes Oscuras (Cambio Conocimiento) - Artes Oscuras (Cambio conocimiento) Aclaración: De los 8 conocimientos con los que cuento actualmente, 6 son Cursados y los dos restantes son los gratuitos. De acuerdo a mi nivel, según la reforma, debería tener acceso a 2 gratuitos y 3 adquiridos. Sin embargo, en previa comunicación con moderación, se me informó que: Con eso claro y atendiendo la sugerencia de Bastian en esta conversación, solicito muy amablemente se revise mi ficha de personaje para aclarar el tema de los conocimientos. Muchas gracias mis estimados moderadores.
  11. Ahhhhh okeyyy Ya se me estaba encrespando la melena ññ Muchas gracias casi-cuñado xD :CasiPorQueAunNoArreglamosCuantoVasAOfrecerPorClaudia:
  12. Disculpa las molestias, sigo sin entender un asunto vital. Si estoy entendiendo bien, me quieres decir que de todas formas voy a perder los conocimientos QUE YA CURSÉ??? Quedo atento. Un abrazo. Dejo post de moderación. Pdta: Deja mi tilde en paz ññ
  13. Me pasé dos meses para poder hacer chistes con tu nombre @ Los problemas del tercer mundo xDDD JULIOOOO, veo que eres el hombre de las respuestas por acá. En especifico, vengo por esto. Dejaste ese lindo mensaje en mi ficha y pues, vengo a regularizar mi situación. Tengo entendido que dado que dejé pasar más de seis meses desde la habilitación de las habilidades especiales, perdí mi animagia y por eso me dieron a cambio una medalla de algo. Hay algo más que se tenga que regularizar? Que pasa con mis conocimientos? Hay algo malo? La última vez que hablé con moderación al respecto, para cambiar los conocimientos que tenía de más por medallas, me contestaron que no podía hacerlo puesto que todos mis conocimientos eran cursados. Quedo atento.
  14. —Solo una cerveza y seguimos —se dijo más para si mismo que para alguien. Y es que así no lo quisiera, no tenía nadie a quien decirle algo. llevaba cerca de dos semanas -desde que había despertado- que no tenía contacto alguno con absolutamente nadie que no fuer Rhyfs o Catherine, los fieles elfos del castillo Crowley, que por cierto parecían más las ruinas. No porque la edificación estuviera afectada o averiada, sino porque estaba más habitada por vagos y marginados que por los mismos miembros de la familia. Tenía mucho por delante si quería recuperar el nivel del castillo y por eso había pasado bastante tiempo de la tarde en el callejón comprando víveres y demás artículos que requería el castillo. Ingresó al local atravesando la puerta de caoba carmesí oscuro que separaba la melancólica y triste tarde londinense, del cálido y acogedor interior del lugar, que recibía a los recién llegados con un suave aroma a canela en el ambiente que hacia par perfecto con las tonalidades rojas de la decoración. Destellos perdidos de luz blanca cegaban al holandés mientras avanzaba en busca de una refrescante bebida mientras el silencio reinante a su alrededor y el polvo en alguna de las mesas le indicaba que no había mucha actividad en el local en un buen tiempo. Llegó a la barra justo en el momento en que la asustada mesera se terminaba de apuntar la camisa y lo que parecía ser el bartender desaparecía por la puerta de la bodega del bar. —Pensé que se se comía era en la planta alta pilluelos —bromeó dirigiendo la mirada al botón del pecho de la pelirroja con una sonrisa pícara en su rostro—. Dame una botella de vodka y un vaso, traviesa.
  15. La noticia, de la cual no estaba totalmente convencido, le cayó como un balde de agua fría que los dejó pasmado de primer golpe. No estaba seguro si por el hecho que había pasado tres años en el sueño de Odin, o porque Arthur había fallecido, probablemente esperando a que él despertara. Sin importar que era o no cierto, debía concentrarse en lo importante en ese momento: Recuperarse. —Debes estar equivocado Rhyfs, no es la primera vez que me pasa y tampoco sería la primera vez que Arthur se marcha un buen tiempo. No me hagas perder el tiempo y tráeme algo de comer y una botella de Vodka. —Ehmmm —balbuceó el elfo desviando la mirada de León—, verá señor, el joven Andrés no ha vuelto desde antes que usted hibernara y en su ausencia la señorita Claudia desapareció. Ocasionalmente viene algún familiar lejano y pasa unos días y se va. Acá en la mansión solo quedamos Cattelyn y yo. — ¿Y que tiene eso que ver con mi vodka? —Espetó indiferente buscando algo en la mesa, o intento de mesa que tenía al lado de la cama— ¿y qué ha pasado con Bran? ¿Se lo llevó Claudia? —No amo... Bran fue asesinado —las curtidas facciones de Rhyfs no impidieron que una lagrima solitaria se escurriera por su mejilla. León lo notó. — ¿Asesinado? ¿Quién querría asesinar a un elfo domestico? Andaba en malos pasos seguro. —No, amo —replicó la criatura controlando su disgusto—, con los rumores de la desaparición de los patriarcas Crowley de boca en boca, los ladrones y vagabundos empezaron a ser cada vez más frecuentes y más violentos. Una noche Bran encontró a uno husmeando en el salón principal, trató de echarlo pero... —Ya veo. Es una triste noticia pero sigo sin entender que tiene que ver con mi vodka. —Señor —replicó el elfo ya más enfadado ante la indiferencia del patriarca—, no hay quien cuide la casa, no hay quien de los galeones para comprar víveres, la huerta está muerta, Bran está muerto, Arthur está muerto, ¡¡¡¡TODO EL MALD¡TO CASTILLO ESTÁ MUERTO Y USTED PREOCUPADO POR EL VODKA!!!! En otro momento y quizá en otro lugar, León habría levantado la varita y de un solo movimiento la cabeza del elfo estaría girando por el suelo de madera combinando a la perfección con la putrefacción de los cuencos de barro y cristales plagados de chizpurfles. Pero tenía que admitir que esa criatura, que había reprimido por meses su enojo y frustración y había encontrado un ápice de valentía para liberarla ante el Patriarca Crowley y que ahora respiraba agitado temiendo la reprimenda, tenía algo de razón. Perdonarle la vida sería su forma de agradecerle por abrirle los ojos. —¿Terminaste de quejarte? —indagó con una sonrisa irónica a medio dibujar en los labios. Tomó la varita de debajo de la almohada y la apuntó hacia el elfo que retrocedía aterrado—. Tal vez sea momento de liberarte de tanta presión. —No... Señor.. Yo... disculpe es que.... La mano del mago se elevó un poco y un rayo rojo salió disparado rozando por milímetros la cabeza de Rhyfs que suplicaba perdón. La pared detrás de la estalló y dejó caer un pesado baúl de roble que se deslizó casi hasta los pies de la cama. Con una floritura de la misma mano la tapa de madera se levantó dejando que el brillo del contenido del cofre cegara al elfo. —Espero que haya suficiente ahí para una botella de Vodka y para comprar víveres —indicó apoyándose en la cabecera de la cama para colocarse de pie—. Ahora vete y no vuelvas sin mi botella.
  16. Vacío Onírico, la nada absoluta. —¿A donde vas? —La voz seca que surgía tras él, rasgaba el silencio y halaba de nuevo su cuerpo hacía el profundo abismo. —A mi hogar —Respondió León o lo que quedaba de él, pataleando y lanzando brazada tras brazada, intentando librarse. El Estigia se había consumido ya en la sombra que lo envolvía y los gritos desesperados se habían fundido en un leve zumbido constante, como el de una plaga de ashwinders, que rayaba en el silencio; pero el sabor a sangre aún permanecía en su boca, como una especie de recordatorio de todo lo que había sentido si de alguna forma forma podía decirse. El único sentido que el vórtice dantesco le había permitido conservar era el gusto, no por que fuera benevolente, sino por el espeso sabor a hierro que permanecía intacto. —¿Hogar? —respondió el abismo— ¿Crees que tienes uno? —Claro que si —Respondió el holandés con un dejo de enojo en sus palabras—, el Castillo Crowley es mi casa. —Tener un hogar no es lo mismo que tener una casa. El incomodo silencio se prolongo por más de lo que León le hubiera gustado, no porque algo le impidiera hablar sino porque en su interior, sabía que el abismo, que bien podría ser el demonio de muchas cabezas, tenía algo de razón. Llevaba más de 15 años de re-fundado el castillo Crowley y no había alcanzado a pasar más de tres meses en ese lugar. Bien fuera por sus búsquedas de la verdad absoluta o por sus ocasionales fugas con amantes ocasionales -unas mas largas que otras-, iba a su castillo a recoger ropa o algunos objetos personales. Cuando pasaba más tiempo, era en sus profundos sueños durante los cuales no podía compartir con nadie. —Hogar no lo hace una persona, lo hace una familia, y si bien no he pasado mucho tiempo allí, hay quienes si. Mis hermanos y mis hijos hacen del castillo un hogar habitable y agradable, tienen que hacerlo por... —¿Tienen? —interrumpió la voz rasgada con tono de burla—, ¿tienen algún tipo de obligación contigo? ¿Has tenido algún tipo de responsabilidad con ellos? De nuevo el golpe justo en la razón. Si, era verdad, no tenían porque hacerlo. Claudia tal, por ser matriarca, incluso Andres si algún día volvía en sus cabales, pero no sus hijos. Podría enumerar cuales de ellos vivían en la mansión de piedra caliza de la familia, pero no podría decir a cuales de ellos había recibido personalmente, a cuales les habría abierto la puerta e invitado a que establecieran su familia y sus raíces allí. Siempre lo hacía Arthur, o Rhyfs en su defecto, pero no él. Siempre muy ocupado, siempre muy distante. —No —respondió el Crowley rindiéndose a la fuerza que lo halaba hacia el profundo abismos, hacia la oscuridad. Pronto no fue más que eso, una risa siniestra que se fue fundiendo en el silencio que lo abrigaba todo, pronto no quedaba nada, nadie. Ni él mismo. -.-.-.-.-.-.-.-.-.-.-.-.-.-.-.-.-.-.-.- Castillo Crowley, Alcoba de León - Una tarde de Junio Un brillo irritante, entre ocre y naranja se colaba por las pestañas lisas del pelinegro que yacía sobre la cama de roble, en la pared oriental de la habitación que parecía no haber sido arreglada en mucho tiempo. Bandejas con comida en un avanzado estado de descomposición abundaban en el costado derecho de la cama donde un cajón de madera hacía de mesa improvisaba, cuencos de jarro con vestigios de pócimas y brebajes repletos de chizpurfles, cristales de pipetas y espejos rotos con plumas de billywing, rotos en el suelo y alguna que otra hoja de luparia o belladona por aquí y allá por no decir más, demostraban que hace mucho no se ingresaba a dicha habitación o de hacerse, no se ponía empeño en arreglarla. Las enorme y pesadas cortinas escarlata dejaban entre si un pequeño espacio, pero suficiente para que un rebelde rayo de luz del astro rey, se abriera paso entre ellas y se posara en el rostro demacrado y cansado del hombre que yacía sobre las sucias sabanas y cuyos parpados empezaron a moverse lenta y pesadamente, como si lo hicieran por primera vez; trató de llevar los brazos al rostro ocultándose del sol, solo para darse cuenta que la fuerza lo había abandonado de su cuerpo hacía mucho y la masa muscular estaba reducida a cero. —¡Art... —interrumpió el llamado al elfo al sentir de golpe la bocanada de aire fétido y pútrido que inundaba la habitación. La experiencia que la agencia consultiva de plagas le dio en algún momento de su vida y los conocimientos que como profesor de criaturas mágicas debía tener, le permitían determinar que una fuerte plaga de bundimun se había apoderado de su propia alcoba. Entendía perfectamente la forma de obrar de la madre naturaleza, lo que no entendía era como su elfo personal había permitido eso. —¡ARTHUR! —logró espetar al fin con voz débil, pero firme mientras lograba incorporar su cuerpo y sentarse—, ¿qué es este desastre que tengo por habitación?. Normalmente, luego de uno de esos gritos y tras algún periodo de tiempo en el sueño de Odin, el elfo aparecía con una botella de poción revitalizante y vodka, como desde hacía muchos años venía haciéndolo. Sin embargo, para sorpresa del holandés, tuvo que esperar algunos minutos para que alguien apareciera en su presencia y no era precisamente su elfo personal: Rhyfs, elfo mayordomo del castillo hizo su aparición frente al patriarca. El rostro del elfo mezclaba confusión con temor, como una película de James Wan. —Rhyfs, ¿Qué haces acá? Llamé a Arthur, no a ti, dile que venga. ¡Ahora! —Ahmm Amo Crowley... No sabíamos que... —esbozó el elfo con la voz débil y temblorosa—. Arthur... hace un año.... —Habla claro elfo idi*** —interrumpió León enojado. —Ya hace tres años que no sabíamos nada de usted y....—respondió Rhyfs mientras una lagrima se le escapaba por la mejilla— ...Arthur falleció hace un año.
  17. —Si señor —respondió al Potter Black—, de esta forma te aseguras que la cola tenga un diseño aerodinámico, permitiendo que el aire que fluye al rededor de tu cuerpo y del mango, recupere su flujo normal y no frente tu trayectoria. León prestó atención al ejercicio de Deivid y sonrió un poco al notar como los nervios lo traicionaban. Le recordaba la primera vez que había visto la asignatura, aunque en esa oportunidad, estaba nervioso por la vaporosa blusa de Animaga, su profesora de Maestría en escobas. Sonrió un poco más al recordar en que y en donde había terminado esa clase. Sin duda tenía que llamarla y proponerle un repaso intenso. Volvió en si al ver como la improvisaba escoba del alumno se alejaba sin prisa. —No te preocupes si la escoba parece alejarse de ti como si le hubieras maltratado. La escoba aunque ya casi está apta para el vuelo, aún no responde a tus ordenes o no lo hará hasta que apliquemos el conjuro de Kawi. —Hizo una pausa y desenvainó la varita acercándose a la escoba del joven, tocándola apenas con la punta de la varita—. ¡Kawilarse Met! —espetó y la artesanal escoba se detuvo al instante, dócil y tranquila—. El Conjuro Kawi crea una conexión intrínseca, elaborda y compleja entre la Escoba y el Mago; hace que ante el primer y más sencillo pensamiento o deseo del mago, esta se someta a él. De esta forma, se obtienen mejores resultados que sin este. Para demostrar la aplicación del ejemplo, León aplicó el conjuro de Kawi a la escoba que él mismo estaba fabricando y puso cada una a un lado suyo. Con el solo contacto de las manos sobre el mango de cada una avanzó hasta un abedul cercano, haciendo énfasis en como los dos objetos flotaban tranquilos a su lado. Las pasó por encima de su cabeza y bajo sus pies sin ningún problema. —Se inventó en el siglo XV por Dereck Vladimir Kawilar quien, cansado de tener accidentes en una escoba que hacia todo menos lo que él quería, descubrió este conjuro de sumisión. Pero no basta con hacer que la escoba nos obedezca. Si tratáramos de subirnos ahora a ella, nos caeriamos al suelo ya que nuestros cuerpos es más pesado que la escoba. Bueno.. ehmmm —soltó un suspiro y tomo su propia escoba artesanal—, esto va a doler —de un saltó trató de sentarse sobre el mango de la escoba, lo cual hizo que tanto él como el madero chocaran fuertemente contra el césped. Soltó una carcajada y se sentó en el suelo mientras tomaba un libro—. Anda, relajate un poco. Tal vez el Profesor Crouchs te tensionó un poco. Pero acá, al aire libre, las cosas son de otra manera —abrió el libro y tras buscar alguna información en el indice, lo cerró de nuevo entregó al estudiante. —Lo que permite que nuestro peso y el de la escoba burle la gravedad es la conocida Ley de Ekel. Esta ley, resumiendo, afirma que cuando a un objeto corriente, se le aplican diversos conjuros, hechizos o maldiciones que permitan alterar sus leyes físicas, todos aquellos otros objetos que estén con él, conllevaran el mismo efecto. El libro que acabo de entregarte se llama "Física Mágica: un Encuentro con lo Desconocido" Es de un buen amigo, Yusuf Hassmir de la India, director de la Academia Mágica de Nueva Dehli. Por favor, abre la pagina 240. http://i.imgur.com/KPHNU12.png —Ahora, para regir la ley de Ekel sobre un objeto, sencillamente repetimos "Ekilius" colocando la varita sobre el objeto. Si el conjuro sale bien, podrás subirte en la escoba y desplazarte hacia aquel abedul de allá y volver. Siéntate de lado para no lastimarte, aún no tenemos el hechizo de almohadón. Mientras lo haces, piensa en que otro caso u objeto, podemos ver la aplicación de la ley de Ekel.
  18. http://i.imgur.com/w9EH1VO.gif —Si señor, estás en lo correcto —apuntó sonriente levantando la escoba —la segunda parte es el asiento. El "hechizo de almohadón" es el que evita que volar sea un experiencia desagradable desagradable. Pero lo veremos más adelante —hizo una pausa y se levantó del baúl tomando un mango de fresno y otro de abedul que entregó a Deivid junto con algunas hebras de arce de similares tamaños—. Vamos a ver como se relacionan cada una de las partes y qué se necesita para convertir un palo y unas ramas en una escoba voladora. >>Lo primero que necesitamos es unificar el mango con la cola de la escoba. Se le aplica un encantamiento a cada ramita de la cola de la escoba para que estas no solo queden conectadas con el cuerpo de la escoba sino para que creen una mejor aerodinámica. Aunque la mayor parte de este aspecto debe ser determinada por la mano del tallador/talador de las ramitas, tiene suma importancia la adhesión de las mismas hacia la escoba en si. Presta atención. León organizó las hebras y ramitas de arce en el suelo junto al alumno de tal forma que quedaran de la más grande a la más pequeña y desde la más gruesa a la más delgada. Tomó las hebras más largas y gruesas y ubicó una a una a cada lado del extremo inferior del mástil. Sacó la varita del cinto y tocando una de las ramas espetó —Filliaris Postem Un brillo sutil emanó de la ramita quedando fija al mástil en donde este lo tocaba. Repitió el hechizo con cada ramita, soltándolas para evidenciar que quedaban fijas —El Ajuste de Hebras o Filliaris Postem debe hacerse por cada rama. Anteriormente, se realizaba a un conjunto de ramas ya unidas lo cual, si bien era efectivo, no brindaba aerodinámica a la escoba y perdía estabilidad en vuelo a más de 65 km/h. Inténtalo con tus herramientas y veamos que tal te queda. Una a una las rama de lo que a futuro sería una escoba voladora con todas las de la ley, fueron ubicadas en su lugar hasta formar una cola lo suficientemente aerodinámica para el vuelo. Cuando ambos hubieron terminado de fijarlas, el Crowley prosiguió. —Teniendo el cuerpo de la escoba, prosigue una serie de hechizos y leyes que aplicadas entre si, nos permiten relaizar vuelo. Primero que todo, veremos el hechizo que permite que nuestra escoba de mantenga en el aire cuando lo deseemos. Con tu varita en mano repite lo siguiente y toca la escoba.—elevó la varita y escribió en el aire en bruma verde. http://i.imgur.com/yKwDyLc.png —Si lo haces bien, la escoba flotara y estará a la espera de que la toques. Cuando lo hagas, esta se desplazará lentamente hacia adelante. Y no virará a menos que la vuelvas a tocar. Para detenerlo utiliza Bruma Finite.
  19. http://i.imgur.com/z4WcV4z.png —¡Inaceptable! El libro que el profesor León tenía en la manó surcó el espacio comprendido entre él el elfo que, si bien no tenía la culpa, hubiera pagado lo platos rotos de no ser por el oportuno pliegue de sus lánguidas y huesudas rodillas que evito que el ejemplar de Quidditch a Través de los Tiempos impactara en su amplia frente. La criatura sabía de antemano lo que pasaría; había perdido el sorteo entre los elfos de la universidad para dar la noticia al ex-director de la academia que su aula de clase había sido programada a otro profesor por error y que no se habían percatado del incidente sino hasta el día de la clase. —Supongo que ya me fue reasignada otra aula, ¿verdad? —indagó el Crowley guardando la varita en el cinto del pantalón —Mmmm n.. no señor —balbuceó temeroso el elfo —, no hay aulas disponibles por las festividades navideñas. El elfo desapareció a su riesgo antes de que algún maldición imperdonable impactara su pecho, como muchos de los elfos habían apostado minutos antes en las cocinas. León salió de la oficina asignada a la asignatura de Maestría en escobas, ubicada en ala norte del edificio de la universidad y se avanzó a paso veloz hasta el aula. Pese a que en diciembre y enero casi ningún estudiante pasaba por el lugar, la concurrencia de los corredores de la universidad era la suficiente como para fastidiar al mortífago. Cuando al fin llegó al salón interrumpió abriendo la puerta en el preciso momento en que el alumno de su asignatura preguntaba algo. —Pueden ser muy oscuras señor Potter Black. Si no es realizado como es debido el Hechizo de Almohadón, su vuelo puede ser una experiencia muy tenebrosa y macabra para sus posaderas —respondió a Deivid con una sonrisa que hizo extensiva a Caroline y Ariadna, su hija. Ingresó al aula ondeando la capa ante la mirada inquisidora de los presentes en dirección al reciente profesor de DCAO y estrechó su mano—. Profesor Crouchs, pláceme saludarlo. Lamento la interrupción pero al parecer han asignado dos veces la misma aula. Ya sabe, Whisky, hidromiel y algunas cervezas de mantequilla y los directores ya no coordinan caminar y masticar sin caerse. León apuntó la varita hacia un extremo del salón e hizo levitar un viejo baúl de madera oscura y envejecida, con un dibujo en relieve de una escoba Oakshaft 79 hacia él. El día anterior se había percatado de dejar el baúl en el aula de clase para llevar allí la parte teórica de la clase, pero dada la confusión, no podía dejar el baúl allí. —Dado que ha llegado primero por algunos minutos y que es su primer clase, le dejaré el aula a su entera disposición. No tengo ningún problema en realizar la clase en el bosque. Disculpe la molestia y que tenga buena clase profesor Crouchs —dio la mano de nuevo al profesor de cabellos Lila y se acercó hacia el alumno de Maestría en Escobas—, por favor acompáñame. El cálido y luminoso manto de astro rey cubría todo cuanto estaba a su alcance, imprimiendo vida y alegría a la mañana que apenas daba inicio sin pausa ni prisa. La fresca brisa del norte parecía dar ritmo a las copas de los abedules y cipreses que rodean patio posterior de la academia, justo al lado del bosque que a diferencia de su homologa en Escocia, no era prohibido. León se detuvo al borde del mismo e invitó al estudiante a tomar asiento en un tronco viejo junto a un viejo cereco. Se acercó al joven y estrechó su mano energicamente. —Mucho gusto, soy León Crowley y el día de hoy, seré tu profesor de Maestría en escobas. Te pido disculpas por el inconveniente con el aula y consecuente retraso pero lo tomaremos como una oportunidad para avanzar —hizo una pausa contemplando el cielo despejado y dejó la capa en una de las ramas del árbol que les cobijaba sombra para sentarse sobre el baúl que levitó con ellos hasta el lugar y volver la atención sobre Deivid y sus escoba—. Veo que has traído tu escoba y que está en muy buen estado lo cual me dice que le dedicas un buen tiempo al vuelo. Por esta clase, no la vas a usar. Vas a conocer otros modelos, otros diseños y más que todo, vas a conocer de qué y cómo está compuesta tu escoba. Se puso de pié y abrió la tapa del baúl que era tan pesada como el mismo tronco en el que estaba sentado Deivid. El interior del baúl emanaba una sutil fragancia de pino y cera mezclada con papel viejo y tinta. León sacó algunas partes de escoba y algunos modelos que acomodó entre los dos. —La Maestría en Escobas estudia desde los componentes de una escoba, pasando por los elementos que interfieren entre una y otra, hasta la mejor manera de utilizar una en pleno vuelo y sacar ventajas hasta el máximo. Contrario a lo que muchos creen el arte del vuelo en escoba no es solo aplicada al Quidditch aunque las recientes generaciones la relacionen solo a ese deporte —León tomó un palo de fresno largo que había frente a él y un puñado de cerdas de madera. >>Las escobas voladoras que en realidad fueron funcionales para el vuelo, se componen de tres partes fundamentales aunque solo podamos ver dos de ellas. La primera es la cola. Una selección de cerdas de madera o pajilla, ubicadas manualmente y de forma específica que en conjunto con el encantamiento de ajuste de hebras, brinda la aerodinámica necesaria para el viraje de la escoba. La tercera parte es el mango. Actualmente la madera por excelencia para la elaboración de escobas es el Fresno aunque algunos siguen utilizando la madera de roble pese a que ha sido demostrada una diferencia en la adhesión —se acercó al ojiverde y puso el palo de fresno y las hebras frente a él. —Supongo que te diste cuenta que me salté la segunda parte. ¿Cual crees que es y por qué es tan importante?
  20. Silencio. Penumbra. Todo a su alrededor se desdibujaba en tonos grises, oscuros y profundos que amenazaban en la nada, lejos de la idea de una luz, de una silueta que pudiera definir. Por instantes parecía que colores rojizos, escarlatas, se dejaban ver entre las curvas de la noche eterna, del vacío onírico que lo envolvía, que lo devoraba y lo consumía. Sus ojos estaban cerrados como lo habían estado por mucho tiempo, contemplando las sombras que se colaban por los parpados pero carentes de vista, de percepción. Su mente divagaba estupefacta en el limbo, en el pliegue de la vida y la muerte, ese corredor que Dante describía como el vació entre el mundo terrenal y el infierno, mucho antes de encontrar los siete niveles, mucho antes de encontrar a Beatris. De aceptar en algún momento, al final del recorrido vital en el cual se encamina el hombre al abandonar el vientre cálido y seguro de su madre, hay un bien y un mal, y por ende un castigo por lo que se hizo (y dejo de hacer) ¿En que nivel caería él? De seguro no en el primero ya que el primer beso de la muerte, la posesión de Balphomet en su ser le aseguraba el bautismo, si bien no en el seno del designado creador, si lo era en el regazo de los malditos. Pasaría frente a Minos y lo saludaría como igual. Los profanos íncubos. Y para que el equilibrio, aún en la más absorta maldad del averno, se respete, debe tener un súcubo. Una demonio, enceguecida de belleza, de galantería. Las sombras griseas y oscuras comenzaron a mutar, a transformarse en un carmesí intenso que emanaba un sutil aroma a azufre, sexo y jazmín. -Maríe. La voz nítida surgió de la nada y retumbó en su cabeza el tiempo suficiente para darse cuenta que era su propia voz, que era la voz que había repetido el nombre de ella una y otra vez, en diferentes posiciones y formas. La demonio que más lo había arrastrado a ese, al primer circulo del infierno de Dante. ¿Estaba descendiendo? de ser así, ¿Quien sería su Virgilio? ¿Tendría alguien que bajara hasta el hielo del noveno circulo y enfrentaría las cabezas de satanás por él? Muchas veces se cuestión y fue cuestionado sin en realidad tenía amigos, si en realidad era querido por alguien que no fueran sus hijos que hasta alguno de ellos preferían negarlo. Mujeres que pasaban por sus brazos y no se volvían a ver. Herencia genética en todo el mundo como ashwinders en tienda de calderos. El viento del segundo circulo nunca llegó, y el humo etéreo que lo envolvía retomo su oscuridad. Era complicado saber si en realidad estaba bajando o si solo era su consciencia, oscura y corrupta la que lo obligaba a cuestionar lo que había hecho en vida si es es que en realidad era esa la muerte. No era la primera vez que Thanathos lo recibía con las puertas abiertas pero si la primera en la que cuestionaba si volvía y si lo hacía entero. De ser así, no tardaría en escuchar los ladridos de cerbero en el tercer circulo seguido de los lamentos de aquellos que sufrían del castigo de la gula: Las uñas y dientes del perro de tres cabezas. Irónica coincidencia con el Garm de su mitología nórdica, innecesario para él. ¿En donde estaba? No se había tomado el tiempo de cuestionarse. No era el normal sueño de Odin en el que recaía cuando su naturaleza humana era vencida por la de Balphomet. No. Era un lugar diferente, unas sensaciones diferentes. Flotaba. No veía su cuerpo, pero sentía como se movía de un lado a otro, como se mecía lenta y tranquilamente, como una balsa, como una hoja en una laguna. Pero no era una laguna normal. La corriente empezaba a agitarse violentamente, sacudiéndolo. La sensación de estar tomando un sorbo de algún líquido espeso lo golpeó de repente. Conocía el sabor, lo había experimentado antes aunque no sabía bien en que circunstancias. Saboreó, o creyó que lo hacía. La sensación del hierro concentrado en su boca lo sacudió. Sangre. -Estigia Pronto se dio cuenta que no era sus sentidos los que lo sacudían o golpeaban, que no estaba en aguas tranquilas y mucho menos seguras. Estaba en la laguna de Estigia. Eran cientos y cientos de cuerpos condenados, golpeando, despedazando unos a otros, sumidos en un frenesí iracundo. La balsa de Flegias reventaba cabezas con la proa en su andar de la orilla al Dite y regreso.
  21. —Descuiden —exclamó el profesor al ver que todas sus alumnas habían logrado emprender vuelo—, no nos podrán hacer nada estando en el aire. Alerté a las estatuas intencionalmente para ver su capacidad de reacción. No solo en el quidditch, si no en cualquier actividad que vayan a realizar con las escobas, requieren una profunda concentración y unos ágiles movimientos —mintió descaradamente buscando que el impasse ocurrido no significara más que eso. Si abrían la clase de maestría en engaños, tal vez también sería docente. Había notado una significativa diferencia en el vuelo desde que montó la escoba. Probablemente la adrenalina del momento no le había hecho caer en cuenta que era, pero ahora que ya estaban lejos del peligro, podía notar que era: sus posaderas no estaban del todo cómodas. Llevó la mano a la parte baja de la escoba y trató de corroborar su temor. La explosión causada al intentar abrir el armario, no solo había afectado la puerta sino a las escobas también. Giró la mirada a las generosas posaderas de sus alumnas (con la inocente intención de verificar que sufrieran la misma molestia, claro está), pero al parecer solo la escoba de él había sido afectada. Se acomodó como pudo en la molesta madera de fresno y acercó el vuelo hacia ellas. —Como les decía en tierra, las escobas cuentan con hechizos y conjuros, que a través de los años, nos han facilitado el uso de las mismas. Elliot Smethwyk, al rededor de hace unos tres siglos, inventó el Conjuro de Almohadón, que crea un espacio entre la escoba y quien la monta. Así mismo, otros grandes magos han mejorado las diversas escobas con el paso del tiempo —se acomodó lo mejor que pudo, sintiendo que la escoba empezaba a pasarle factura. Se habían alejado lo suficiente como para perder de vista los terrenos de la universidad y bajo sus pies solo se divisaban las altas copas de los árboles que abarcaban el majestuoso oasis árabe. El sol de repente se oculto entre espesas nubes que se agolparon por acción del viento que soplaba sin clemencia alguna. Empezó a notar como Agatha empezaba a perder estabilidad en su vuelo, solo esperaba que fuera por ella misma y no por la escoba. —Cada fabricante ha añadido nuevas funciones a cada nueva versión que sacan—prosiguió para el grupo sin perder de vista a la rubia— Obediencia a comandos de voz, cerdas de abedul mejoradas para aerodinámica e incluso, la nimbus después del 95 añadió un sortilegio anti-maleficios. Sin olvidar uno de los más importantes, es que radica en la base del mango que permite que.. ¡Hey! —exclamó a Sofia al ver que perdía altura dramáticamente, seguida de Lyra—, ¿A donde van? No tardó mucho al darse cuenta que no era la voluntad de las brujas la que ordenaba la escoba. Las nubes se habían condensado lo suficiente como para que la precipitada lluvia los lavara por completo. Las fisuras en el madero y el agua en las cerdas desprotegidas habían permitido que el agua las empapara y quitara toda posible estabilidad aerodinámica que pudieran tener hasta el momento. Diez segundos después, tanto él como sus cinco alumnas caían vertiginosamente en dirección a los secoyas y abedules. Solo esperaba que no hubieran sauces boxeadores.
  22. —Por supuesto que no hay problema, señorita Haughton —saludó con un ademán a la rubia recién llegada ¿Que no había problemas? seguramente el holandés pretendía ocultar el hecho de que no tenía escobas para su clase. Entre Elodia y Mistify lo dejarían reducido a alimento para quintapeds si se enteraban que su clase había sido en un salón, mirando imágenes de escobas. Caminó junto a ellas hasta el jardín donde las reunió al rededor de la roca en la cual Sofia se había acomodado. —Por supuesto que iremos allí volando —respondió ante las inquietudes de las presentes—, iremos a la clase en escoba. El ministerio se encarga de certificar que ustedes sepan volar, acá en la universidad, hacemos la especialización así que doy por hecho que todas tienen su licencia y que saben montar una escoba. ¿Había perdido la cabeza acaso? las mismas estudiantes le daban la oportunidad de librar la ausencia de escobas y él mismo se encargaba de cerrar las puertas. Podría llamar a Arthur y pedir que comprara algunas Nimbus en el callejón, pero eso tardaría lo suficiente como para que alguna de ellas se durmiera. El silencio preocupante le hizo dudar si a fin de cuentas si sería buena idea ir volando —Antes de desplazarnos a nuestro destino —prosiguió en un absurdo intento de ganar tiempo—, permítanme traer algo. Se alejó del lugar a un paso más de prisa que de costumbre en dirección al armario de escobas, un poco alejado del jardín, o lo suficiente como para no ser visto por ellas. Miró a un lado, miró al otro y desenfundó la varita que apuntó contra la cerradura de la puerta que estalló en pedazos luego de que un rasho(?) la alcanzara. Trozos de madera, que esperaba fueran de la puerta, quedarOn regados por todo lado. Sería cuestión de tiempo antes de que algÚn elfo se diera cuenta. Tomó unas cuantas escobas antiguas y otras tantas recientes y salió disparado del lugar. Sudoroso y nervioso, llegó de nuevo a la presencia de sus alumnas, dejando a un lado las Saetas de fuego 2K-XV, la más moderna linea, con apenas tres meses, obtenidas de forma sospechosa luego de una cita de la directora Mistify con un Alto Ejecutivo de la prestigiosa compañÍa de escobas voladoras. Un ejemplo de como las directoras "Lo Entregan Todo" por la universidad —Contrario a lo que podrían pensar—continuó al recordar el comentario, un poco ofensivo a su parecer, de el estado de las escobas—, la universidad cuenta con un renovado lote de Saetas de Fuego 2K-XV y Nimbus FireStorm que tendrán el placer de estrenar. Pero antes, charlemos un poco —Invitó a cada una de las presentes a tomar una de las escobas antiguas y prosiguió—. Al principio, las escobas eran rústicas y simples. De movimiento únicamente hacia adelante y hacia atras, y desprovistas de los hechizos entre los cuales está el que permite que ni sus tonificados glúteos ni sus níveas manos se vean llenadas. de astillas. Con la varita apuntando hacia la Nimbus 2000 que tenía en la mano, espetó un "finite Incantatem" que reveló como una casi invisible capa se materializaba cristalina y desaparecía de inmediato. —Además de eso, el mango de cada una de las escobas cuenta con... Sus palabras se vieron interrumpidas por la alarma de la universidad. Una bocina de esas que se usaban en los campos militares que alertaban un ataque a la base y que hacía que las unidades se armaran para repeler el ataque. Así mismo se armaba la universidad, de la cual salían estatuas en dirección al grupo; estatuas furiosas, veloces y agresivas. —¡Merde!— exclamó el profesor al ver la pared móvil acercándose— tendremos el resto de la teoría en el aire—, rápidamente tomó las cinco Saetas 2K-XV y entregó una a cada una—. ¡Vuelen por sus vidas! ¡Rápido, rápido! Montando la escoba que le sobraba, tomó impulso e hincando el mango de la escoba hacia adelante, emprendió vuelo lo suficientemente rápido como para alejarse del lugar, justo después de que lo hicieran sus alumnas que por fortuna para León, habían volado antes, aunque no lo hicieran por mucho tiempo.
  23. El sol apenas había terminado de alzar su majestuoso vuelo desde las rocosas montañas del oriente de la antigua academia. La luz del astro rey bañaba perezoso el frondoso terreno que parecía salido de los más maravillosos cuentos árabes; paraísos verdes de espesa naturaleza que contrastaban con el ocre quemado de las arenas del mediterráneo. Las pálidas piedras de la nueva estructura, brillaban incandescentes al reflejo de las primeras luces de la mañana. —¿Y las llaves? —el volumen de las palabras aumentaba a medida que iban saliendo de los labios del holandés—. ¿Donde están las llaves, Rolnyr? —¡No lo sé! —inundados de lágrimas y de terror, los orbes grises del elfo parecían temblar con el cuerpo, de pie, encorvado y temeroso, frente al armario de escobas de la renovada universidad—, con el cambio de sede pudieron haberse refundido — ¿Pudieron? ¿Te atreves a improvisar? —No no no Señor Crowley, tal vez las tenga la directora Elodia. Debería preguntarle a ella. —¡¿DEBERÍA?! —indagó exasperado León con la mirada clavada en Rolnyr, uno de los elfos encargados de la seguridad de la institución mágica educativa el cual desapareció en el acto producto de la creciente ira del ex-director. El armario, invaluable como era, había sido reforzado luego del robo masivo del 2011, y solo podía abrirse con la llave adecuada. León llevó su mano derecha al interior del bolsillo del pantalón oscuro que había elegido para ese día y en su interior, un brillante reloj de plata reveló la inclemencia del tiempo. Tal vez si hubiera despertado un poco más temprano, se hubiera percatado del ligero percance que implicaría dar una clase de Maestría de Escobas... sin escobas. La impecable camisa blanca que cubría el tonificado pero curtido pecho del Crowley, se ondeaba rebelde con el paso de la brisa que se deslizaba con la misma velocidad que el Crowley cruzaba el patio central de la universidad hacia el ala oeste, donde se suponía que se llevaría a cabo parte de la clase. Una clase teórica y sin escobas. No duraría más de treinta minutos antes de que Mistify y Elodia bajaran a sacarlo a patadas de la clase. La idea de dejar una nota en el tablero del aula 133 anunciando a las estudiantes -sabía que eran "las estudiante" por una agresiva lechuza que había llegado al castillo Crowley dos día atrás-, se vio frustrada y cancelada al ver a las susodichas a la entrada del salón destinado. Maldijo en su idioma natal por no haber llegado antes que ellas y se acercó con una sonrisa dibujada en su rostro. —Muy buenos días señoritas —saludó ofreciendo la mano a cada una de ellas en una falsa señal de galantería—, mi nombre es León Crowley y seré su profesor el día de hoy. Por incompeten.. perdón, por inconvenientes de logística, no realizaremos la clase en la universidad como estaba previsto. Si son tan gentiles de acompañarme al jardín, nos desplazaremos al nuevo destino de la clase.
  24. El silencio se había prolongado ya por algunas horas y la tranquilidad que siempre había caracterizado a la universidad, reinaba de nuevo en los patios, en los pasillos, en las aulas atiborradas de chiquillos, algunos aún deprimidos y melancólicos por el canto de algunos Augurey, otros aún más desafortunados, sufriendo las confusiones mentales que las arpías les habían concebido. El caos había terminado y había dado paso a las consecuencias, a las repercusiones. El departamento de regulación y control de criaturas mágicas, que alguna vez presidió, tendría mucho que explicar luego de este nuevo ataque, que deja en evidencia, la ineficacia del departamento de seguridad mágica. Profesores, tutores, e incluso las mismas directoras, habían dado ya fin a la intromisión de las criaturas en los terrenos de la universidad, en compañía de algunos estudiantes que habían tenido la valentía de apoyar a los docentes y ayudar a aquellos que lo necesitaban. León había llegado hasta allí, luego de escuchar la catastrófica noticia en la radio local. Había sido por mucho tiempo director de la academia y profesor de criaturas mágicas, de seguro podría ayudar en algo. Las criaturas que restaban en el campus, algunos gnomos y escorbutos, estaban siendo rápidamente devueltos a la Reserva Mágica cuando este llegó al lugar. —¡Nooo! Estos pertenecen a mi amo—alegaba eufórico y preocupado un elfo, aferrándose a la pata frontal derecha de un hipogrifo que parecía perder el control cada que alguien trataba de acercarse—, no dejaré que se lo lleven, no es de ustedes. —¿Qué sucede allí? —indagó León bajándose de la escoba. —Tratamos de devolver esta bestia...—respondió un funcionario del ministerio tratando de capotear el peligroso hipogrifo. La insignia en su hombro derecho revelaba que, pese a tener la insignia del departamento de criaturas mágicas, sabía más de cultivo de mandrágoras. — ¿Y trata de hacerlo con una soga sin tranquilizarlo primero? Apártese aprendiz —duró mucho tiempo en la reserva como para diferenciar a un empleado. Con destreza y respeto, logró controlar al hipogrifo que cedió ante el arrullo tranquilizante del holandés, las alas de nuevo plegadas contra su cuerpo y las garras frontales, firmes en tierra. Cuando terminó de sacudirse el elfo, aún aferrado a su pata derecha, abrió los ojos lentamente. No cualquier elfo, por más servicial y fiel que fuera, mantendría la postura que aguantó aquel escuálido ser. León tendió la mano al alfo y lo ayudo a ponerse de pie, estabilizando el mundo que de seguro aún le daba vueltas. —Dices que le pertenece a tu amo —indagó León pasando el amarre por el cuello del hipogrifo y atando la otra punta al roble más cercano—. ¿Y quien es tu amo? —Ishaya M. Tonks —respondió el elfo tomando aire— es profesor de historia de la magia. Si puede localizarlo,podrá confirmar lo que digo. Tenía una que otra referencia de dicho mago, por algún tiempo fue profesor de conocimientos mientras León dirigía la academia y sabía que, de presentarse una emergencia en la universidad, sería uno de los primeros en apoyar. No por que los conocimientos en historia de la magia fueran útiles en un ataque, sino porque era un diestro en algunas otras habilidades mágicas. Sin dejar siquiera terminar de hablar al elfo, desapareció del lugar, en dirección a los salones, más específicamente, al viejo salón donde quedaba el despacho servicial. Una improvisada oficina de elfos, encargados de absolutamente toda la logística de la institución, algo que, por fortuna, aún conservaba de la academia original. —Salón 302, profesor Crowley— respondió uno de los elfos más ancianos del despacho. Una criatura delgada y casi ciega que mandaba la parada en el lugar—. Tercer piso, segunda puerta a la derecha. Agradeció enormemente que le hubiera indicado en donde quedaba. La verdad, pese a haber sido director y profesor, no tenía mucha idea de en donde quedaban los salones. Sus clases no estaban diseñadas para impartirlas en un salón, a menos que se quisiera tener una extensa teoría de hechizos sobre como se hace una escoba o sobre como encantar un bundimun. Llegó al fin al aula en cuestión y golpeó dos veces, a lo cual la puerta se abrió de golpe. — ¿Profesor Ishaya? —indagó en cuanto vio luz al otro lado del portal—, disculpe la interrupción, ¿Es suyo un hipogrifo asustado y un elfo... más asustado aún?
  25. —Es una excelente decisión —manifestó al escuchar su pedido. Apoyó las manos en los brazos de la mesa y se inclinó deteniéndose a la mitad del camino— ¿Eliah? —indagó al escuchar su nombre—, creo que ya sé de donde te conozco. Hicimos una guardia algún tiempo. Un buen tiempo a decir verdad. Su memoria no estaba tan perdida después de todo y si bien no había recordado al momento en que lugar había hecho la guardía, recordaba haberla visto en un muy ajustado vestido de baño. Obviamente, no era el precisamente el recuerdo que debía manifestar; sería algo muy poco adecuado que el único recuerdo que tuviera de aquella guardia fuera ese así que prefirió callarlo. Tomó la carta tras escuchar su pedido y notó el tono rojizo leve en las mejillas de la mujer a lo cual respondió con una sonrisa, pasando la mano por su hombro en señal de confianza. —Ya estaba acá cuando llegaste, solo que estaba descansando un poco tras el mostrador. El lugar llevaba algunos meses algo abandonado y hoy he venido a arreglarlo —comentó limpiando algo de polvo que reposaba sobre la cabecera de la silla en la que estaba la mortífaga. Por más que se empeñó en limpiarlo todo, algunas partes se escaparon a su ojo crítico—. Te pido disculpas de antemano si encuentras algo sucio el local. Tras la disculpa, se escapó presuroso a la barra para preparar el chocolate de la cliente. Algo de leche caliente, chocolate directamente de brasil, algo de cocoa, crema de chantilly para adornar la superficie. No tardó mucho a decir verdad; el café era una obsesión para él y en mucho países había realizado cursos y demás, que lo habían convertido en un barista de alta exigencia y calidad. Junto al chocolate colocó un par de galletas de centeno y avena; una compañía inmejorable para un café brasilero. Colocó la taza sobre un plato de base y se acercó. —Acá tienes señorita —se anunció colocando la bebida sobre la silla—, las galletas una cortesía de la casa por ser nuestra primera cliente y por saber disculpar el desorden. ¿Te importa si te acompaño? el lugar seguirá desértico hasta que no sepan que ha vuelto a abrir. Espero tener algunos ayudantes para entonces.

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