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Isabella Hawthorne R.

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Todo lo publicado por Isabella Hawthorne R.

  1. Chasqueó la lengua con satisfacción ante los balbuceos de su hermano en un intento por evitar que una sonrisa surcara sus labios. ¡Qué ingenuo había sido! Queriendo engañar a la persona más allegada a él desde que eran tan solo un par de niños; de donde se encontraba parada podía percibir los músculos del muchacho tensarse debajo de su camisa, delatando aquel estado de nerviosismo ansioso que lo envolvía por completo. Pero aquel no era momento para martirizar al Lovegood con una infinidad de preguntas, eso jamás funcionaba con él, siempre que lo había intentando cuando eran jóvenes terminaba estallando como una bomba de tiempo dificultando aún más el trabajo; después de tantos años sabía como estirarle la lengua, con inocentes y retorcidas insinuaciones que la llevarían, poco a poco, a atar los cabos sueltos. El recorrido hasta las mazmorras le resultó grato, dejando que la suave brisa primaveral terminara de secar y enmarañar su extensa cabellera que, aun estando cubierta de hojas secas seguía manteniendo su encanto y desprendiendo aquel inconfundible aroma a jacinto. Apartó en innumerables ocasiones un mechón rebelde de su rostro agitado por el viento, para posicionarlo detrás de su oreja lanzando incontables bufidos de hastío. Sus pies descalzos palparon la gélida superficie rocosa de la entrada permaneciendo estática allí por una milésima de segundos, intentando recordar si Hugo había logrado limpiar la sangre seca del Mooncalf la ultima vez que había estado ahí. Negó, en un intento de borrar aquellos pensamientos de su cabeza en cuanto su hermano le devolvía el libro de pociones, no podía permitir que su gemelo detectara su ligera preocupación. Avanzó hasta el centro de la habitación en donde estaba situada una mesa de madera repleta con frascos de todo tipo de tamaño, conteniendo una infinidad de ingredientes, desde los mas comunes como ramitas de valeriana, bayas de muérdago y agua del rio lathe hasta los más exóticos como aguijones de billywig, ojos de águila y bozo de murciélago. —Solo mantén tus escurridizos y curiosos dedos lejos de mis ingredientes —. Le advirtió, deslizando su mirada lentamente hasta sus manos solo para asegurarse de que no haya tocado nada, en especial alguna extremidad amputada de algún animal. Realizó una floritura con la muñeca que sostenía su varita de espino, apareciendo el caparazón del Cangrejo de Fuego que le servía como caldero de lujo y masculló: —Agamenti —. De la punta de su arma mágica saló un pequeño chorro de agua, la cantidad necesaria que requería la poción. Levantó la mirada un segundo de los apuntes que ella misma había anotado, para toparse con la de su hermano quien no dudó en desviarla. —Habla —. Sentenció con voz apaciguada al mismo tiempo que vertía un poco de sangre de unicornio en el caldero y encendía el mechero para que empezara a hervir. — Esa mirada esquiva solo puede significar una cosa... —hizo una pausa más larga de lo necesaria para comenzar a machacar los tres dedos de grindylows en el mortero. — Me estas ocultando algo. —Aseguró, deteniendo inmediatamente su labor para mirarlo con firmeza. —No me obligues a darte un poco de Veritaserum en el café mañana, aprovecha la oportunidad que te estoy dando para decirme qué hiciste —. Entornó los ojos, advirtiéndole de lo que era capaz de hacer si procuraba mentirle. El Lovegood había pasado semanas completas evitando su cercanía, la misma que a él tanto le gustaba tener, después de todo ninguno solía respetar la privacidad del otro irrumpiendo en su habitación en el momento mas inoportuno. @
  2. Becan Viatore Aquella regordeta mujer incorporó su cuerpo con pesadez del pequeño banco en donde estaba sentada, resultando ser considerablemente más alta de lo que Becan pudo haber llegado a imaginar. Perecía un oso pardo parado sobre sus patas traseras dispuesto a atacar y abriendo la boca de par en par rugió: —¡Mocosos malcriados! ¡Dejen que yo misma les enseñe a respetar a sus mayores! —. Sus obres azules se abrieron con asombro, al mismo tiempo que tomaba la escoba que había comprado y tomaba a Daniel de la manga de su camiseta para salir corriendo. —¡Corre! —Le advirtió, soltando el agarre, pero la bestial bruja no pretendía correrlos ya que aquello requería más esfuerzo físico del que estaba dispuesta a hacer, se limitó a blandear su varita, estirando uno de sus velludos brazos en dirección a los muchachos y gruñir: —¡Avis! —el encantamiento conjuró una pequeña bandada de pájaros que salieron de la punta de su varita, que revolotearon cerca del mostrador. Viatore jamás había oído aquel encantamiento, giró su cabeza para poder apreciar los pajarillos que volaban inofensivamente entre los estantes, emitiendo un ligero canturreo —¿Pájaros? ¡qué ridículo! ¿así piensas corrernos, anciana gordinflona? —Se mofó, con una sonrisa burlona en sus finos labios. —¡Oppugno! — Otra vez agitó su varita, pero esta vez apuntando directamente a su cabeza, el niño pestañeo, recorriendo su cuerpo con ambas manos para asesorarse de no tener una herida más no se percató que las aves habían dejado de cantar para volear con gran velocidad hasta su cabellera castaña, picoteando y arañando su rostro. Movió sus brazos con frenesí cubriendo su cabeza, haciendo que las heridas quedaran plasmadas sobre el dorso de sus manos. —¡Mi madre se enterará de esto! —Chilló, gritando y corriendo en dirección a la salida. @@Danny Lestrange
  3. Tac…Tac… Tac… Sus ojos color plata se deslizaron con pesadez por el reloj de madera que tenía justo en frente, tan solo transcurrieron ochenta y tres segundos, según tenía contado, desde que había mandado a aquella lechuza tuerta con el pergamino enrollado en una de sus patas, el mensaje era corto y conciso y esperaba que el mago no tardara mucho más en llegar hasta la Mansión. <<Tiempos desesperados requieren medidas desesperadas>> Resonaba su propia voz dentro de su cabeza, con un martilleo continúo tratando de convencerse a sí misma de que haberle mandado una lechuza a Jeremy, quien resultó ser su única opción y una perfecta excusa para encontrarse nuevamente con él; después de todo aquellos hongos tan deseados por Hawthorne en ese momento los cultivaban los Triviani y Matthew no había rastros de su paradero hacía ya una semana. En menos tiempo de lo que pudo predecir se había terminado la provisión que ella misma consiguió esculcando dentro de los cajones de la ropa interior de Matt en el Castillo Ravenclaw, sabía que hurtar no estaba bien, pero no le dejó otra alternativa. Los necesitaba, incluso más que ahora. Después de todo había encontrado consuelo en aquello que estaba a punto de destruir su salud mental y quizás ella estaba dispuesta a correr ese riesgo; el consumo excesivo de aquellos estupefacientes ya había comenzado a surtir efecto dentro de su sistema, dejando a la vista un par de surcos oscuros debajo de sus ojos y una mirada vacía casi psicótica. @
  4. 15 mil mensajes son más que suficientes para mi, qué digo 15mil mejor 10 mil jajaja con eso me conformo la verdad, pero sí, hay que encontrar un trabajo off para poder subir un poco más. Yo ando pasándome a medida que puedo, quiero sacar el titulo de "Mago Incontrable" porque me ha aburrido despues de tantos años
  5. A mi Aaron me hizo tener ganas de releer los libros, asi que me los he descargado! A ver cuando tengo tiempo de ponerme al día y leerlos un poquito, es que entre roles y trabajo muggle la verdad es que no tengo mucho tiempo libre como para encima ponerme a leer, aun sigo siendo un poco lenta para rolear
  6. Fijó su penetrante mirada color plata sobre aquellos cristalizados ojos color pardo, que se mentían estáticos y vacíos, completamente carentes de vida. —Maldito infame, no eres inútil que ni siquiera sirves como rata de laboratorio —. Siseó entre dientes arrugando su respingada nariz de forma despectiva; el suero que le había aplicado doce minutos atrás había acabado con su vida hacía tan solo cincuenta y tres segundos, según había contado. —¡Madame! ¡Madame! — Los chillidos de Hugo resonaban en el estrecho pasillo de aquel escondrijo en donde se encontraba su laboratorio clandestino, seguido del sonido de sus atropellados y huesudos pies sobre la superficie rocosa y húmeda que previno su llegada a la pequeña y desordenada habitación en donde se encontraba la esbelta figura de su ama, erguida junto a una mesa metálica donde reposaba un hombre completamente desnudo. —No estoy con humor, Hugo —. Le advirtió, cerrando los ojos y llenando sus pulmones con aire, al mismo instante que apretaba con fuerza la varita de espino que empuñaba en su mano izquierda. —El Señor Tiviani… —hizo una pausa para estabilizar su dificultosa respiración—El Señor Mathew…—masculló intermitente la criatura, sosteniendo entre sus dedos un trozo de pergamino. —¡¿El Señor Mathew qué? —Indagó con exasperación girando sobre sus talones para entornar los ojos en dirección al elfo. —Quiere… quiere que vaya al Comercio de Muggles, madame —Titubeó, escondiendo medio cuerpo detrás de uno de los estantes que albergaba un centenar de frascos con diferentes ingredientes. — ¡¿Tanto te costaba decirme eso en un principio?! Deshazte de la basura — le ordenó, moviendo sus ojos al cuerpo maltrecho que estaba sobre la placa metálica. — ¡Ahora! Bufó, haciendo que las finas hebras de su cabellera rubia platinada se mecieran por su suspiro, intentando recuperar un poco de la cordura que le quedaba, porque la paciencia ya la había perdido por completo. Avanzó con firmeza desapareciendo por el pasillo dejando atrás aquella calamitosa escena y volviendo a materializar su cuerpo en las orillas del muelle, haciendo que la suave brisa veraniega arremolinara su extensa cabellera, llevando consigo el característico aroma que desprendía la banshee. —Mas te vale que no me hagas esperar —. Analizó a cada uno de los presentes, hasta que lo encontró, una sonrisa torcida se reflejó en sus labios rojos carmín inmediatamente. —Mathew …—Canturreó acercándose por uno de sus costados para depositar un beso en su mejilla, como siempre hacía. Un incesante picor se manifestó en todo rostro seguido por sensación de hinchazón que comenzó en sus labios y terminó entorno a sus ojos. — Finite incantatem—. Musitó, apuntando en dirección a su rostro, dejándolo nuevamente en la normalidad. —¡Con mi vanidad nadie se mete, maldita perra! — Volteó a la bruja que reposaba en una banqueta y, apuntando su ara mágica hasta ella moduló: —Mophos. El zapato de la mujer que la acababa de atacar se transformó en una avispa marina; sus tentáculos envolvieron su pie penetrando su piel, ocasionando que el veneno se colara por su torrente sanguíneo. @ @@Eobard Thawne @@Sherlyn Stark @Oriánthi
  7. Hola!! Buenas a todos! Perdón por las molestias, pero quería pedir de favor si podrian actualizar la bóveda con las compras realizadas el 11-07-2020 http://www.harrylatino.org/topic/114269-boveda-trastero-de-isabella-hawthorne/page-2 Porque necesito que me acrediten los puntos para la compra del libro del nivel 5. Perdón por la molestia nuevamente, muchas gracias <3
  8. Becan Viatore, con @@Danny Lestrange Sus finos labios se retorcieron en una mueca de desconfianza, al mismo tiempo que intentaba analizar las probabilidades de salir herido ¿Qué tan malo podría llegar a ser Danny sobrevolando una escoba? Quizás no demasiado y aquello estaba bien para él; después de todo, si llegaba a salir herido de gravedad la que cuidaría de ellos sería nada más ni nada menos que su madre, y el hecho de que la Hawthorne olvidara sus responsabilidades y velara día y noche por él, le emocionaba de sobremanera. —No te preocupes ¿qué podría pasarnos? — Una pequeña sonrisa se reflejó en su semblante mientras giraba su cuerpo para observar con detenimiento a la señora de edad avanzaba que estaba detrás del mostrador, con una expresión de desinterés en su rostro. —Llevaremos también una saeta de fuego—. Bajó la mirada, para observar todos los objetos que estaba sosteniendo, tenía los brazos repletos y dudaba poder sostener una cosa más. —Aili… —. Musitó invocando la presencia de la elfina que siempre lo acompañaba a hacer travesuras, la misma apareció emitiendo un sonido apenas audible. La pequeña criatura de grandes ojos celestes hizo una reverencia tomando la punta de su vestido. —Amo Becan… ¿en qué Aili lo puede complacer? — Una tímida sonrisa apareció al ver al mago que lo acompañaba, ella no era como Hugo, era una elfina que rara vez hablaba, al menos que sea de vital importancia. — Lleva todo esto a nuestras habitaciones en el Castillo — le ordenó, colmando la pequeña figura de objetos, dejando un par de grajeas dentro de sus bolsillos para comer más tarde. — Y asegúrate de que mi madre no se entere de mi ausencia —. Le guiño un ojo y, luego de una respuesta afirmativa la elfina se esfumó. Chasqueó la lengua, dicha acción la había heredado de su progenitora, para luego observar a la vendedora. —¿Vas a darnos la escoba de una vez? ¿O piensas que no te vamos a pagar? —Inquirió desafiante, frunciendo el ceño entornando la azulada mirada a aquella mujer de cabellos blanquecinos, quien se había limitado a expresar un gesto y mover su varita de mala gana para acercarle una saeta nueva. — Con esa cara lo único que lograrás es espantar a los clientes —. Farfulló aventándole la suma de galones.
  9. Becan Viatore, con @@Danny Lestrange —¿Dulces muggles? —Inquirió elevando una de sus cejas castañas en una mueca que reflejaba la incertidumbre que tenía. — Mi madre jamás me dejó comer un dulce muggle, tampoco hablar con aquellas escorias —. El niño había crecido con los mismos ideales de su madre, con la supremacía de la sangre pura, mirando constantemente por debajo a los muggles, hijos de muggles o incluso a los mestizos, pero tenía la ligera sospecha de que Daniel encajaba perfecto en alguno de esos estándares. ¿Qué le diría su madre si se juntaba con un mestizo y encima escapaba del Castillo con él? La expresión de horror se reflejó en su semblante, seguido de un espasmo que le atravesó la columna vertebrar y le hizo tirar al suelo la mitad del caldero que estaba comiendo. -Bueno, si Danny estaba en el Castillo quizás no era un mestizo… Ningún Ravenclaw lo es, ni lo será- Intentó brindarse consuelo a sí mismo, rebuscando en su mente mil y una posibilidades de estar equivocado, después de todo él era su único amigo. La emoción de Danny lo trajo nuevamente a la realidad; observó con detenimiento las facciones aniñadas que se habían apoderado del muchacho y llegó a sentirse culpable por pensar que era un impuro, le agradeció al Señor Oscuro en un susurro el hecho de que Daniel no era un Legeremante, sino ya hubiese descubierto sus pensamientos. —¡Sí! Y también quiero uno de esos —. Señaló una de aquellas maquetas que reflejaban el partido —. Me llevaré dos, así uno le podré dar a mi tío y el otro conservarlo como recuerdo. —Sólo me alcanzará para la escoba, ya me he gastado la mayor parte de los Galeones que tría —. Masculló apresurado, pero si ocupaba el dinero de las entradas no podrían disfrutar del partido que habían ido a ver y hubiesen hecho aquel viaje en vano. —¿Me enseñaras a usar la escoba?
  10. @@Tamarindo A mi me gusta muchisimooo Newt, Cedric? ñeee no se me hace relevante, tengo que releer los libros para ver qué pienso de él ahora, porque la queno me caía bien era Cho, pero no estamos hablando de ella ahora(? Nym también me parece super linda, lastima que se murió :C pobrecito Ted
  11. ¿Tenían un tema de conversación y los he interrumpido? xDD Perdón, pero necesito llenar mi contador T_T ¿De que hablan? ¿O hacemos un tema de conversación nuevo? Los dejaré elegir a ustedes porque son los que pertenecen a esta casa tejona xD se me antoja hablar de HP... tengo mi vena Potterica activada, qué me cuentan de su casa? de los Pj que han pasado por ella ya sí
  12. Me estoy dando cuenta, y bueno, intentaré ser lo más activa posible porque me gusta mucho compulsear y llenar el contador, es mucho trabajo perovale la pena(? El otro día me topé con un post en donde decía que a penas quería llegar los 600 post T_T y ahora tengo casi 4000 extra, me siento tan orgullosa de mi
  13. La estruendosa carcajada que salió de la boca de Hawthorne provocó que la pareja de Jobberknoll, que anidaba en uno de los cerezos del patriarca, saliera volando alarmada en dirección al bosque, soltando en el trayecto un par de plumas azules con pequeñas motas blancas sobre el césped. El haber espantado a aquellas aves no detuvo la diversión infantil de ambos; al parecer en el fondo añoraban jugar y divertirse como lo hacían antes y permitir olvidarse, al menos por un momento, del arduo trabajo y las adultas responsabilidades en las que se veían envueltos; después de todo, eso significaba para ella regresar al Castillo Ravenclaw. Anhelaba con lo más profundo de su corazón hacer de lado aquella faceta arrogante y frívola, que había adoptado como propia, por tan solo un par de horas al día, y estar a solas con su hermano le permitía sacarse aquella corza que mostraba ante los demás; después de todo, el único que contaba con la dicha de conocer en profundidad a aquella bruja de mirada penetrante, era su hermano. <<Zancadilla>> Pensó al momento en el que Lovegood estiraba uno de sus brazos para intentar atraparla, pero no había suficiente para detenerlo, sino aquel tropezón impulsó su cuerpo sobre el de ella obligándolos a rodar por la ladera poco empinada del jardín, en dirección al lago. Rieron al unísono al detenerse; su cuerpo estaba extendido sobre el césped, permaneciendo prácticamente inmóvil por el peso de su hermano. —¿Qué pasa, Franck? — Indagó, formando una sonrisa pícara en sus labios al notar como las mejillas blanquecinas de su hermano tomaban un velo de color rosado. Incorporó un poco su cuerpo, apoyándose sobre sus codos y mirándolo de forma desafiante. Aguardó un momento, pero jamás recibió una respuesta, por lo que se puso de pie para acorar la distancia nuevamente. —Te decía… — susurró moviendo apenas los labios cerca de su rostro, — que le arranque el par de dedos que nos faltaba a ese Grindylow, para hacer la poción —. Fijó su mirada sobre sus obres azulados, intentando traspasarlos para discernir sus pensamientos. —¿Me escuchase? @
  14. Becan Viatore. —¡Me encantan los dulces! — Exclamó mientras corría para llegar al carrito andante que vendí todo tipo de dulces, desde los más sabrosos y apetitosos como las empanadas de calabazas hasta los más raros y exóticos como la sopa de sangre de murciélago. —¿Alguna ve probaste de esas? — Inquirió, señalando con el dedo índice un caramelo redondo mitad naranja y mitad morada. —Son pastillas vomitivas, niño, ideales para saltarte las clases—. Le informó el regordete vendedor, haciendo que partículas de su saliva salieran disparadas de su boca y aterrizaran directamente en su cara. —No creo que sea bueno probarlas ahora —. Masculló en un murmullo apenas audible, limpiando la baba de su rostro con el dorso de su camisa azul oscuro. —Voy a querer unas meigas fritas, dos empanadas de calabaza, tres pasteles de caldero y…un par de grajeas de todos los sabores —se mordió la comisura de sus finos labios mientras sus ojos recorrían la variedad de chocolates que lo estaban seduciendo. — y cinco calaveras de chocolates —. Sonrió, contemplando la mirada sorpresiva del hombre. —Por favor —. Agregó a regañadientes, repiqueteando con impaciencia el suelo haciendo que la tierra debajo de sus pies se levantase. Tomó la bolsa de papel plagada de dulces que le había encargado y, a cambio le pagó con una bolsa de galeones como forma de pago. El carrito se alejó, sonando una melodiosa canción que permitía a los demás magos saber su ubicación. —Ojalá que sí, a mi mamá le encantan las bolas de chocolate, le llevaré algunas para que no se moleste con nosotros —. Isabella amaba tanto los dulces como él, sobre todo los que estaban recuerdos por crema de frutilla y nata. Había tomado uno de los calderos que acaba de comprar para comenzar a comerlos. —¡Hacía demasiado tiempo no comía de estos! —Masculló, luego de haberle dado un gran mordisco al pastel. Habían continuado su recorrido hasta llegar al descampado, a lo lejos podía verse una pequeña tienda con los colores de ambos equipos, además de pequeñas maquetas del partido que recrearían el partido una vez finalizado. —¡Quiero una de esas para mi tío Franck! — Arrastró a Danny desde la manga de su remera para obligarlo a andar más rápido. —Espero puedan vendernos también una escoba… @@Danny Lestrange
  15. Su semblante volvió a tornarse inexpresivo por consecuencia de la actitud que había tomado el muchacho. Podía llegar a entender su molestia, pero no comprendía aquella indiferencia que le dedicaba por primera vez en su vida, después de todo ella estaba parada ahí frene a él, despojada del temor que la invadía incesante cada vez que se acercaba a una persona tan significativa. Recordaba la primera vez que había visto a Anthony, tan solo e indefenso por las calles del Diagon intentando comprar un par de peras en una de las verdulerías más famosas de la zona; la pequeña criatura apenas era capaz de asomarse por encima del mostrador y había sido ella quien fingió estar a cargo de él ante aquel mercader, quien se negaba a venderle aquella deseada fruta. A partir de ese momento supo que nadie lo cuidaría mejor que ella, le había tomado tanto cariño que en innumerables ocasiones había tenido el impulso arrebatado de querer adoptarlo, pero sabía que no era lo correcto. Movió su cuerpo, intentando despegar la suela de sus zapatos que se habían clavado al suelo de la cabaña y, justo en el mismo instante en que estaba por atravesar el umbral de la puerta por el que había ingresado para regresar a su hogar, la voz apaciguada y grave de su ahijado la detuvo. A simple vista, nada del pequeño de mirada dulce quedaba en él, había crecido tanto que era como si se hubiese topado con una persona completamente diferente; o quizás a la única a la que el tiempo le había trascurrido de forma diferente había sido a ella. Cinco calamitosos años desde su partida, los cuales habían transitado en un abrir y cerrar de ojos, los desafortunados acontecimientos pasaron como una película de terror frente a sus ojos y, cuando el aterrador espectáculo finalizó, llegó a pensar que el tiempo se habría detenido también en la comunidad mágica; más no fue así… La realidad la había golpeado tan duro que quería salir corriendo nuevamente ya nada era como lo recordaba, las familias que ella había conocido se habían destruido y esas personas habían forjado otros vínculos completamente ajenos a la realidad que antes vivían. En innumerables ocasiones estuvo a punto de tomar su varita y borrarle el recuerdo a todos los que la habían visto, se negaba a creer que las personas habían cambiado, o que aquel amor que los mantenía unidos simplemente se esfumó, sin dudas se había perdido de todo lo relevante dentro de su entorno cercano, pero siempre había estado al pendiente de Anthony; al fin y al cabo, él era la principal razón de su regreso. Pestañeó varias veces dispersando la bruma de recuerdos que había invadido su mente, volviendo su atención a la criatura de grandes ojos oliva que la miraba con desconfianza, al parecer Ryvak no acostumbraba a recibir visitas a altas horas de la noche. —Té está bien —. Se limitó a contestar manteniendo rígida postura que había adoptado sintiendo cada uno de sus músculos tensos. Transcurrieron un par de minutos antes del esperado retorno del elfo, quien había posicionado una tetera de porcelana con sus perspectivas tazas en una mesa muy cerca de la chimenea rodeada por un par de sillones. Cerró los ojos por un momento, al escuchar el <<paff>> que emitía la criatura al marcharse, y suspiró expulsando la tensión que se había quedado guardada dentro de su pecho. — Lo sé porque, cariño… —. Hizo una breve pausa para desenvainar la varita de espino que estaba sujeta a su muslo y, con una pequeña floritura las cortinas entreabiertas se cerraron. Acortó la distancia que los separaba y enmarcó su rostro con ambas manos, acariciando la tersa piel de sus mejillas con la punta de sus finos y largos dedos. — Porque jamás me he alejado de ti —. Masculló, en un susurro a penas audible al mismo tiempo que sus ojos color plata comenzaban a llenarse de lágrimas. @@Anthony Ryvak Dracony
  16. Becan Viatore Salem- Usa (Antes del partido Gales contra Grecia) No sabía a ciencia cierta si aquel muchacho sabía hacer trasladores, según lo que había entendido aquello se trataba de una magia muy avanzada, ya que, si el hechizo estaba pronunciado mal, era posible que alguna de sus extremidades quedase varada en el punto de partida, o lo que era aún más aterrador para Becan, quedar inmersos en la nada misma. Torció un gesto con nerviosismo, mientras se rascaba la nuca y aguardaba que el mago terminara de pronunciar aquel conjuro en voz baja y cuando finalizó, la piedra sobre la que estaban parados comenzó a dar vueltas, tan rápidamente que atinó a cerrar los ojos con fuerza y poder liberar el grito que estaba conteniendo dentro de su pecho. Su cuerpo aterrizó sobre el pasto, sintiendo como se le metía dentro de los dedos provocándole cosquillas. Pestañeó varias veces, intentando contener las náuseas que sentía en aquel momento hasta que logró ponerse de pie y sacudir su vestimenta, la cual estaba cubierta por la tierra floja. Su azulada mirada viajó por la infinidad de coloridas carpas unas más grandes o más altas que otras, aquel campamento estaba lleno de magos y brujas que, al igual que él, disfrutaban demasiado aquel deporte. A lo lejos alcanzó a divisar un par de jóvenes sobrevolando el cielo en sus escobas mágicas. Aún era de día, y, según le indicaba la posición del sol, todavía no era hora del almuerzo. —¿Entrar? Pero si no son siquiera las doce, es mejor explorar y ver si podemos divertirnos antes —Se negaba a permanecer sentado en el estadio hasta el comienzo del partido. @@Danny Lestrange
  17. Bueno, éste es mi ultim aporte complusivo del día, la verdad es que estoy tan oxidada que me duelen los dedos, hace frio y ya no tengo ganas de pensar que bobadas decir, espero que me hagan puente (? y que saquen algún tema de conversación importante para porder continuar. No olviden etiquetarme par que pueda ver cada vez que me contestan (? Bai
  18. Hola Leoncitos! Si es que hay alguno por acá, que por lo que veo son solo el mismo par de Huffly que mantiene esto activo xD ¿Como andan? Tamarindo! Yo te recuerdo! siempre compulseabamos juntas allá por el 2014 o 2015 qué tiempos aquellos, en donde hasta Hades nos acompañaba con el compulseo xD ¿Que tal todo por estos lares del off?
  19. —¡¿Podrías cerrar la boca por un momento, maldito fisgón?! —Vociferó contra aquel sujeto que no paraba de gritar como si quedar colgado de cabeza fuese equivalente a la maldición cruciatus. —¿No te das cuenta de que estamos intentando mantener una conversación? — No quería perderse ningún detalle de las palabras amenazantes que le dedicaba su hermano a aquel sujeto que decía ser su padre; después de todo la encarada de hacer cumplir dichas amenazas iba a ser ella misma. —Silencius — Blandeó su varita una vez más, enmudeciendo a Daniel por completo. La sonrisa que se dibujaba en su semblante fue desapareciendo poco a poco y sus labios terminaron por torcer un gesto a modo de disgusto tras escuchar a su querido gemelo — Arruinas mi diversión, Franck —. Fijó su penetrante mirada en la del muchacho, el cual se veía más abrumado e irritado que de costumbre producto al ajetreo interminable de aquel día, que terminó por ser una montaña rusa de emociones. — Bien… — Bufó bajando su varita, haciendo que los hechizos que acababa de aplicarle perdieran efecto provocando que el cuerpo de <<Longbottom>> cayera como un gran costal de papas. Avanzó hasta el castaño, acortando la distancia que los separaba para posicionar ambas manos a la altura de sus hombros. —Lo intenté, te juro que por un momento lo intenté — Sus dedos jugueteaban con las solapas de su camisa al mismo tiempo que le dedicaba esa típica mirada que pedía tan sólo un poco de compasión, intentando convencerlo de que ella era incapaz de hacer semejante maldad. — Pero la paz en este Castillo me hace querer vomitar. <<0>> Sus pies descalzos se afirmaron sobre la superficie resbaladiza de aquella roca lisa en la que estaba parada, sintiendo la fría humedad que la misma desprendía a causa del fuerte oleaje que se montaba sobre ella cada vez que la brisa del viento dirigía la caudalosa agua del lago hasta ella. El verano jamás había sido una de sus estaciones favoritas, sin embargo, para nadie debía ser un secreto que disfrutaba más permanecer dentro del mundo acuático que sobre la superficie terrestre. Sujetó su varita de espino con más fuerza provocando que los nudillos de su mano izquierda se tornaran blanquecinos, tomó distancia antes de comenzar su corta carrera a toda velocidad sobre aquel montículo y disponerse a saltar; dejando que su cuerpo ingresara en aquellas profundas aguas, primero sus brazos seguidos por su cabeza y al final sus pies. El empujón que había tomado la ayudó a que su cuerpo se impulsara hasta lo más hondo, quedando sumergida por completo dentro del lago. Apuntó su arma mágica directamente hacia su rostro conjurando <<Casco Burbuja>>, generando una burbuja protectora alrededor de su boca y su nariz que le permitiría respirar aire fresco debajo del agua. Movió su cuerpo como el de una sirena para poder desplazarse con mayor agilidad, moviéndose en busca de su objetivo principal: Los Grindylows. Aquellos demonios de color verde pálido serían fáciles de atrapar, o al menos eso era lo que pensaba ella, después de todo aquellas criaturas hostiles no tardarían en percatarse de su presencia y tratar de defender su territorio de aquella intrusa. Nadó hasta las algas que estaban suspendidas en las profundidades, meciéndose suavemente con el vaivén de la corriente; Hawthorne detuvo sus brazadas para permanecer inmóvil y perder agudizar sus sentidos, aunque los mismos se habían visto afectados por la presión, causando que su flujo sanguíneo se concentrara en su cabeza. Un gruñido apenas audible la obligó a girar en un ángulo de 180°; sus obres plateados recorrieron todo el perímetro, pero la aguardaba aquella espeluznante tranquilidad, la misma que le aceleraba el pulso desbocando su corazón. Afirmó aún más su agarre a su varita mágica antes de volver a girar su cabeza y disponerse a seguir el recorrido cuando un par de tentáculos se enrollaron en su tobillo, hundiéndola. Pataleó con fuerza, intentando soltar el agarre, pero no lo logró, la fuerza y destreza de aquella criatura eran mayores a lo que Isabella pudo llegar a prever. Su cuerpo se movió con frenesí al sentir como aquellas alimañas se le enredaban entre las piernas, impidiendo que la bruja escapara fácilmente. —¡Suficiente! ¡Relashio! —Chilló, apuntando directamente hacia ellos, haciendo que el hechizo impactara sobre el cuerpo de aquellos demonios y salieran expulsados; no sin antes tomar uno por sus extremidades y quebrarle sus largos y afilados dedos, después de todo eso era lo que estaba buscando. El ascenso fue mucho más rápido de lo que esperaba; tan solo un par de minutos después y, luego de haber recolectado un par de sanguijuelas que habían quedado adheridas a sus brazos, sus pues tocaron se desplazaban hacia la orilla tocando al cabo de una hora tierra firme. Llenó sus pulmones de aire fresco, dejando que la suave brisa veraniega se estrellara contra su cuerpo, mientras que el exceso de agua helada se escurría por sus piernas. Caminó entre la gramilla, sintiendo como el césped se le mentía entre los dedos provocándole un cosquilleo molesto, hasta llegar al lugar en donde su hermano yacía recostado, con el libro de pociones que ella misma le había dado sobre el rostro, ocultándolo de los molestos rayos del sol. Retiró el libro con cuidado para dejarlo a un lado y poder observar los ojos del Lovegood cerrados, su pecho subía y bajaba con un ritmo sereno producto del sueño en el que estaba sumido. Negó incrédula, con una sonrisa traviesa adornando su semblante mientras ladeaba su cabeza para tomar su cabellera platinada y escurrirlo en la cara de su gemelo. Las gotas de agua no tardaron en aterrizar sobre su rosto, al principio fueron solamente dos la que tocaron su frente y su barbilla, provocando que el rostro de Franck gesticulara de forma graciosa, tanto que Hawthorne se obligó a morderse el labio para evitar soltar una carcajada. —¡Deja de holgazanear! — Masculló con su típico acento francés en cuanto aquel par de obres azules se fijaron en ella. —¡Los tengo! — Abrió la palma de su mano en frente de sus ojos, enseñándole aquel ingrediente que les faltaba para lograr preparar la poción que volvería aquel cabello castaño en rubio platinado nuevamente. — Soy increíble, lo sé, no hace falta que lo digas — Aquellas arrogantes palabras salieron de su boca en el mismo instante en que su varita apuntaba hacia su próxima víctima. —Aguamenti—. El chorro de agua salió disparado directamente hacia el mago, empapándolo por completo desde la cabeza hasta la cintura. —¡A que no me atrapas! — Lo retó. Una risa burlona se le escapó de entre los labios mientras salía corriendo, como cuando eran niños, por los amplios jardines que rodeaban el lago limitando con aquel bosque que se extendía hacia el oeste. @@Danny Lestrange @
  20. Planilla de Compra​s Normales para Personajes: ID:115027 Nick: Isabella Hawthorne Link a la Bóveda Trastero: N°114269 Link a la Bóveda de la cual se hará el descuento: N°96242 Link al Premio obtenido (en caso de gala/concurso): --- Fecha: 2020-07-11 Poción: Poción Incorporea Puntos: 80 Precio: 4000 Poción: Filtro de Bestialidad Puntos: 80 Precio: 4000 Total de puntos:160 Total de Galeones: 8000
  21. Planilla de Compra​s Normales para Personajes: ID:115027 Nick: Isabella Hawthorne Link a la Bóveda Trastero: N°114269 Link a la Bóveda de la cual se hará el descuento: N°96242 Link al Premio obtenido (en caso de gala/concurso): --- Fecha: 2020-07-11 Objeto: Armario Evanescente Puntos: 160 Precio:8000 Objeto: Capa de Invisibilidad Puntos:160 Precio:8000 Total de puntos:320 Total de Galeones:16000
  22. Enarcó una de sus cejas, la cual era un par de tonalidades más oscuras que su cabello rubio claro, casi platinado que la caracterizaba. No esperaba aquella reacción por parte del joven, quizás estaba tan perturbado y confundido que no había podido modular ninguna palabra; sí, eso debía ser, después de todo ¿por qué estaría tan molesta con ella? Fijó su mirada en la de él cuando se movió a un costado para que pudiera acceder a la cabaña, tratando de penetrar sus pensamientos, pero no lo logró, después de todo no era una legemerante. Quizás aquella no era la mejor forma de presentarse y comunicarle la noticia de que estaba viva, quizás lo mejor que podía haber hecho era mandar a Hugo, aquel elfo domestico que a la única persona que le rendía obediencia era a ella y que el joven Ryvak conocía a la perfección, o tal vez una simple lechuza. Pero no, se trataba de Isabella Hawthorne y nada relacionado con aquella bruja de labios rojos y mirada cristalina terminaba siendo predecible. Se mantuvo de pie en frente de la puerta por unos insufribles minutos, con el único objetivo de obligar al peliverde a hablar, pero no lo había conseguido; después de todo conocía a su ahijado, y el silencio terminaba siendo su mejor aliado. Bufó con desgano, avanzando por uno de sus costados para ingresar en aquella morada. La calidez que emanaba el fuego de la chimenea impacto contra su cuerpo, haciendo que sus nievas mejillas se cubrieran por un velo rosáceo producto del calor; el aroma a canela impregnaba sus fosas nasales, seguido de aquel característico olor a pan recién horneado ¡cómo se le antojaba una taza de café en esos instantes! Sus ojos recorrieron cada rincón de la sala, admirando desde los muebles que cubrían la amplia habitación hasta llegar a perderse en las lenguas de fuego que estaban contenidas dentro de la estufa de piedra. Chasqueó la lengua, en un intento por romper el silencio incomodo que se había formado, al parecer el anfitrión no estaba de humor para visitas ese día. —Sí, soy yo, Anthony… Soy Isabella Hawthorne —. Pronunciar su nombre jamás le había costado tanto como aquel día, como si cada letra le costara salir por su garganta, para que al final, su boca se invadiera de un amago sabor. —No es un engaño, realmente soy yo—. Se volteó para mirarlo, intentando nuevamente descifrar aquella mirada ambarina; en su ausencia había permanecido más cerca de él de lo que jamás había estado, cuidando cada uno de sus pasos entre las sombras, percatándose de que nadie nunca se tomara el atrevimiento de dañar un solo cabello de su cabeza. —Quería ser yo personalmente quien te de la noticia de mi regreso, pero… si no estás de humor para compartir la cena, será mejor que me retire. @@Anthony Ryvak Dracony
  23. Becan Viatore Castillo Ravenclaw – Junto a @@Danny Lestrange (Antes del partido Gales contra Grecia) ¿Realmente no podía oír? La boca del pequeño Hawthorne se mantuvo entreabierta, nunca había estado en presencia de alguien que no contase con todos los sentidos, y más siendo un licántropo, porque podía percatarse del peculiar aroma que emanaba su cuerpo. — Vaya… lo siento —. Torció un gesto, sintiéndose un idi*** por no haberse percatado de ellos antes de susurrarle al oído. Se encogió de hombros luego de un momento, al final de cuentas la comunicación entre ellos fluía con normalidad, aunque aquel par de colmillos le impedían la correcta pronunciación de las palabras. Hacía tan solo un par de semanas que sus incisivos comenzaron a crecer de forma descomunal, debido a la naturaleza heredada de su progenitor, pero a partir de ese momento intentaría modular correctamente, abriendo un poco más los labios y pronunciado cada vocablo con lentitud. — Te decía, que ya me he subido a una escoba una vez… Logré hacerla despegar del suelo apenas diez centímetros, antes de que apareciera Hugo y me amenazara con contarle a mi madre lo que sus ojos saltones acababan de ver —. Aquella criatura no hacía más que arruinar su diversión, parecía tener ojos y oídos en todos lados, entrometiéndose en donde no le incumbía, hasta él mismo había intentado liberarlo, pero quizás su madre jamás le perdonaría aquello, después de todo él era su fisgón por excelencia. —Ahora que estamos de regreso en el castillo, quería que mi tío Franck me enseñara a volar, pero tengo que idear un plan para que mi mamá no se entere de ello, o sino… —permaneció en silencio mientras sus ojos se abrían—¡no debe enterarse de eso jamás! —. Sabía de lo que su madre era capaz de hacerle a su hermano si por accidente se él caía de la escoba ¡no iba a perdonárselo jamás! Y posiblemente tendría que ir a darle a su tío una visita a San Mungo; pero de todas formas él tomaría ese riesgo. —¿Hasta Salem en escoba? Creo, que esa es la idea más descabellada que he oído —. Al principio le sonó tentadora aquella propuesta, pero recorrer tantos miles de kilómetros sobrevolando solos le pareció arriesgado, además de que se podrían tardar días en llega y él realmente quería ver aquel partido. —Mejor fabriquemos un traslador, bueno, deberás hacerlo tú, yo aún no tengo una varita mágica, tengo apenas diez años. Y, justo después de oír la presentación de Daniel, salió corriendo en dirección al bosque adentrándose en él para llegar hasta una de las rocas planas, lo suficientemente grande como para que la totalidad de tres cuerpos adultos se pararan sobre ella. La superficie era resbaladiza y estaba cubierta por una espesa capa de moho verde que crecía en su plenitud. —¡Creo que esta podrá funcionar! — Comentó, al mismo tiempo que se paraba sobre ella dejando la huella de sus botas sobre aquella materia orgánica. Isabella Hawthorne Mazmorras del Castillo Ravenclaw - Junto a @ Aún no confiaba lo suficiente en el gitano como para llevarlo hasta aquel escondrijo que funcionaba como laboratorio en las profundidades del Callejón Knockturn, hasta el momento el único que había sido capaz de pisarlo fue nada más ni nada menos que Emiliano Black; después de todo, aquel vampiro tenía la mente tan retorcida como ella, pero aún contaba con la cordura suficiente como para prever el riesgo al que debía afrontar si llegara a divulgar dónde estaba oculto. En cambio, sabía que el Triviani estaba completamente desquiciado por dinero y, no dudaría ni un segundo en traicionarla; después de todo las malas lenguas decían que solamente se había casado con el descendente de Rowena Ravenclaw solamente por la fortuna que había heredado, e Isabella era lo suficientemente astuta como para intuir que algo se traía entre manos. Chasqueó la lengua, mientras se cruzaba de brazos y repiqueteaba la punta de sus zapatos contra el piso de piedra, con impaciencia. Mientras que, a lo lejos, podía escuchar las firmes zancadas masculinas descender por las escaleras. —Llegas tarde—. Le recordó, dándole la espalda a aquel sujeto manteniendo su rostro inexpresivo. —No me gusta la impuntualidad cuando se trata de negocios, esto demuestra tu falta de interés —. Giró su cabeza a penas, mirándolo por encima del hombro con el rabillo del ojo. — Esto va a costarte un par de miles de Galeones, cariño —. Arrugó la nariz, mostrando su descontento.
  24. Becan Viatore Castillo Ravenclaw - Inglaterra (Antes del partido Gales contra Grecia) —Qué ¿Quién soy? — Elevó ambas cejas, era prácticamente imposible que algún familiar no lo conociera, después de todo era el primogénito de Isabella, la única hija de Keaton que se encontraba en el Castillo, después de todo él había nacido ahí, aunque ese no resultó ser el hogar en donde había crecido. — Soy Becan — Sus finos labios se curvaron dejando a la vista aquel par de hoyuelos que reflejaban una sonrisa genuina, mientras que estiraba su mano para que el joven la estrechara. —Sí ¿acaso no lo escuchas? Están transmitiendo el partido de Quiddich en estos momentos, juegan Gales contra Grecia — Comentó con entusiasmo, fijando la mirada azulada en aquel aparatejo que, a decir verdad, la voz del comentarista sonaba tan cortada que ni siquiera él que contaba con cualidades vampíricas era capaz de comprender. —¡Me encanta el Quiddich! —Se había arrodillado justo en frente del mago, inclinando ligeramente la cabeza para intentar observar la radio y tomarse el atrevimiento de mover las perillas que tenía a un costado para que la frecuencia se estabilizara. —Estamos escuchando el mundial ahora mismo, mi papá prometió llevarme este año…—Un suspiro escapó por la abertura de sus labios con melancolía, extrañaba demasiado a Drake y, la pena y el dolor que le causaba recordar al Viatore, era como un puñal enterrado en su pecho. — Pero ya no se pudo… Tenía demasiadas ganas de ir, pero a mi mamá no le agrada ese deporte — Se le cayeron los hombros mientras que con sus dedos rebuscaba entre la gramilla para cortar algunos pastitos y juguetear con ellos. —Dice que las escobas son peligrosas y, que espera que yo jamás me monte en una, aunque… — se acercó lo suficientemente cerca de él, para susurrarle al oído — ya he subido en una —. Una pequeña risita se le escapó de entre los dientes al mismo tiempo en el que posicionaba su dedo índice sobre su sonrisa traviesa para indicarle que guardara aquel secreto. —¿Crees que podríamos ir juntos a ver el partido? — El niño había enloquecido, pero así era Becan, tan impulsivo y caprichoso como la mismísima Isabella Hawthorne; después de todo quizás ella no se percataría de su ausencia por un par de horas. @@Danny Lestrange
  25. Becan Viatore Castillo Ravenclaw - Inglaterra (Antes del partido Gales contra Grecia) Londres se caracterizaba por tener los cambios climáticos más ambiguos del planeta y aquello, al pequeño vampiro que yacía trepado sobre las ramas del cerezo de su abuelo Keaton, comenzaba a desagradarle; después de todo había pasado la mayor parte de su corta vida en una pequeña comarca italiana. No extrañaba aquella vida pacifica en lo absoluto, lo único que le generaba añoranza era la presencia de su padre ¡Cuánto deseaba tenerlo allí junto a él! Un suspiro escapó por la ranura de sus labios, volvía a invadirlo aquella soledad que tanto detestaba. Su prima Anna ya no era la niña que él recordaba, había crecido tanto que le había costado reconocerla cuando llegó al Castillo y ahora, lo abandonaba para hacer cosas de adultos. Quizás su madre tenía razón, y ellos no debían haber regresado a Inglaterra; después de todo ya nada era como antes, ya no tenía su cómoda y amplia habitación, tampoco estaba rodeado de sus primas y tampoco tenía a Emma… Emma, el nombre de aquella niña resonó dentro de su cabeza por más tiempo del necesario, dejando consigo fragmentos de recuerdo que pasaron delante de su mente como si se tratara de una película. Aun recordaba su tan característico perfume a canela y la fragancia a lirios que impregnaba su sedosa cabellera rubia, aquellos aromas habían permanecido en su memoria de forma íntegra atesorándolas allí para que se le olvidaran jamás. ¿Ella también estaría tan cambiada como Anna? Aquella incógnita le aterraba tanto, que un escalofrío le recorrió la columna vertebrar obligándolo a dar un sacudón frenético que casi lo hizo caer del árbol; pero no fue así, todo gracias a su naturaleza inhumana que le permitió aferrarse de una de las ramas justo a tiempo, al igual que percibir un par de murmullos robóticos que se acercaban hasta su posición. Inclinó su cuerpo, intentando divisar aquella figura masculina que se encontraba sentado con la espalda pegada al tronco, no lo conocía, pero aquello no le impedía socializar con él, después de todo Becan había heredado la simpatía de Isabella, al igual que la habilidad de meterse en problemas. Se dejó caer desde lo alto, aterrizando agazapado como un felino justo en frente del muchacho. —¿Qué estás haciendo? — Indagó al mismo tiempo que enderezaba su postura y prestaba mayor atención a aquel aparatejo que sostenía entre sus piernas. —¿Estás escuchando el partido de Quiddich? @@Danny Lestrange

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