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Isabella Hawthorne R.

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Todo lo publicado por Isabella Hawthorne R.

  1. Becan con Anna (@@Emilia Malraux ) Las palabras de su prima habían sido la fuente de vitalidad que necesitaba en ese momento. No sabía cómo, pero siempre que necesitaba un consejo Anna tenía las palabras justas para brindarle aliento. Ella era su confidente, no porque él no confiara en su madre o en algún otro familiar; sino porque sabía que por más decisiones equivocadas que tomara a causa de sus arrebatados impulsos o su desobediencia la única que lo encubría o apoyaba sus locuras era la Myrddin. Por un momento se sintió mal de no ser él el que cuidaba de ella, después de todo en edad el Hawthorne era el mayor de sus primos, sin contar a Demian y Annelisse aunque con ellos no había formado una relación estrecha como con Anna y Emma... Emma no se había olvidado de ella, pero temía de que ella no lo recordaba, después de todo ella era la más pequeña de los tres. La calidez de los labios de su prima sobre su frente lo hizo volver a la realidad; pestañeó un par de veces sorprendido al darse cuenta de que las lágrimas ha no caían por sus mejillas. Le sonrío, mostrando aquel ñar de colmillos perlados mientras+ tomaba su mano y la apretaba con cariño. ―Annabeth...¿Siempre serás mi mejor amiga, verdad? ― Sabía la respuesta a aquella pregunta, pero le hacía falta escuchar la respuesta afirmativa de la boca de la castaña. Se limpió las mejillas húmedas con el dorso de la mano, al mismo tiempo que se ponía de pie para invitarla a ir hasta un lugar mucho más acogedor.― Te he extrañado, Anna banana ― reconoció al mismo tiempo que la tomaba de la mano y la arrastraba velozmente hasta el Castillo su próximo destino: la biblioteca, porque quería pasar tiempo a solas con ella, sin extrañas presentaciones. ―Pero ¿sabes que he extrañado más? ― Inquirió mientras se detenía en medio de los jardines y sentía como las pesadas y frías gotas se lluvia mojaban sus cabellos haciendo que estos se le pegaran al costado de las sienes. ― ¡esto!― y, levantando uno de sus brazos hasta la cabeza de la chica, le revolvió los cabellos haciendo que estos se encresparan por completo bajo la lluvia. Soltó una carcajada, al mismo tiempo que le hacía la misma mueca graciosa de siempre, que consistía en cruzar los ojos y sacarle la lengua. Sí, Becan seguía siendo el mismo fastidioso de siempre. Se echó a correr antes de que ella le lanzara un golpe como siempre, adentrándose en el salón principal dejando sus huellas marcadas por el barro. Alcanzó a escabullirse hasta la biblioteca, dejando además de sus pisadas la estruendosa carcajada que iba soltando mientras huía.
  2. Hogwarts, día de la Ira - Minutos después del ataque. Se mordió el labio inferior en un intento por contener la risa, dejando en su lugar una mueca torcida. Nunca había percibido esa clase de enojo por parte de su hermano, sí sabía que el Lovegood no soportaba al dramático de su padre pero ella no era capaz de imaginar que en una situación como esa lo dejaría ahí, tan débil después de haber conjurado un portal que los llevaría directamente hasta Hogwarts. ¿Sangre? Definitivamente el agotamiento le había nublado la cordura como para imaginar que ella permitiría que bebiera un poco de su dulce y tentadora sangre. La linfa de una Banshee era extremadamente deliciosa y adictiva, bastaba tan solo con una mordida para que el vampiro acabara con su vida. Y si iba a morir ese día, no iba a ser de esa manera. Se descolgó el morral de piel que traía en el hombro y deslizó su brazo en su interior, metiendo la mano hasta el hombro. El suave tintineo de cristal contra cristal se hizo presente al rozar con sus manos los pequeños recipientes de vidrio. Conocía perfectamente cada envase tanto que sabía con solo rozarlo con los dedos el que estaba buscando. Extrajo un pequeño frasco traducido, el líquido espeso color verde oscuro se había derramado apenas por uno de los bordes. Destapó el corcho con los dientes y se acercó hasta su padre que yacía recostado contra la pared. Vertió la poción herbovitalizante entre sus labios del Ravenclaw para que empezara a surtir efecto devolviéndole la vitalidad que había perdido. Volvió a cargar la mochila y, tomando al vampiro del brazo, lo arrastró a través del portal para reencontrarse con su hermano y emprender juntos aquella aventura. La escena con la que se encontraría del otro lado la dejó petrificada, mientras que una gota de sudor frío se deslizaba por su columna vertebral haciéndola estremecer. Su imaginación no le había permitido prever aquel desastre, los muros estaban completamente derrumbados, las lenguas del fuego había consumido todo a su paso dejando el rastro hollín sobre las paredes. Tosió luego de haber inhalado el resto de humo que aún quedaba suspendido en el aire y, esperando que sus compañeros la siguieran, avanzo dando largas zancadas con la varita de ébano en la zurda. @ @@Keaton Ravenclaw
  3. Castillo de la Familia Ravenclaw. Ottery St. Catchpole. Apretó los párpados con fuerza, sintiendo como las lágrimas golpeaban sus pestañas intentando ser liberadas pero las contuvo, provocando que sus ojos se inyectaran en sagre y le produciera un ligero ardor. Se limitó a asentir ante el interrogatorio de su padre; sí, Becan se había ido y aunque sintiera que el mundo se le derrumbaba al tenerlo lejos no iba a correr el riesgo de perderlo para siempre. No se perdonaría jamás el hecho de volver a perder un hijo. Una sonrisa torcida se le formó en el rostro, mientras se posicionaba entre las firguras masculinas y apretaba sus hombros, en un sutil gesto de afecto. Por que aunque ninguno lo admitiera con frecuencia se querían más de la cuenta; sobretodo ella que funcionaba como mediadora cuando la relación padre-hijo se tornaba tormentosa; para nadie era un segreto que ese par no se toleraba. ¿Ocultarnos? ¡Por favor, Keaton! No pienso quedarme de brazos cruzados habiendo tanta gente que necesita de nuestra ayuda. Sobretodo los niños en Hogwats. Y tampoco había dejado ir a su hijo en vano, pero lo que primero debían hacer era asegurar el Castillo. Además, estaba a punto de desencadenarse una guerra entre magos y muggles y ella ¿no iba a formar parte de eso? Pfff aquella pregunta significaba que el patriarca no conocía a su hija realmente. Volvió sus ojos hasta la de su hermano, quién no apartaba la vista del ventanal que tenía en frente. La rabia que sentía el Lovegood era casi tangible, conocía aquella mirada cargada de cólera con un deje de amargura en su interior. Acarició su brazo hasta llegar a su mano y poder tomarla dándole un ligero apretón. ¿Vendrás también? Le dedicó una sonrisa, esperando que la respuesta fuese afirmativa. La sangre se le había helado cuando una nueva lechuza había hecho su aparición posándose sobre la mesa con una carta atada a la pata. No, se negaba rotundamente a abrirla y enterarse de más desgracias. Movió sus obres color plata hasta los de Keaton, esperando que él accionara. Antes de ir a dónde sea que vayamos, debemos asegurar y ocultar el Castillo. @@Keaton Ravenclaw @
  4. Nick: Isabella Hawthorne ID:115027 Conocimiento: Primeros Auxilios Link a la Ficha: http://www.harrylatino.org/topic/96210-ficha-de-isabella-xtrong/ Link a la Bóveda: http://www.harrylatino.org/topic/96242-boveda-de-isabella-hawthorne/
  5. Castillo Ravenclaw. Ottery St. Catchpole. Se deslizaba dando grandes zancadas hasta el tercer piso del ala oeste del castillo, sentía el corazón desbocado dentro de su pecho; aún no podía creer que había decidido regresar a Londres en medio de una guerra que prometía no tener final, pero tampoco en Glorenza estarían seguros rodeados de todos esos muggles. Un suspiro se deslizó por la ranura de sus labios mientras apoyaba su afilada mano en el picaporte de la puerta, el frio del metal la hizo estremecer ¿Cómo le diría a su niño que no lo vería por un tiempo? Tragó en seco, en un intento fallido por desvanecer el nudo que se le había formado en la garganta y abrió la puerta sin rodeos. La silueta de se un niño de cabellos castaños se ocultaba debajo de las mantas en su cama, durmiendo aún plácidamente. Por un momento la Hawthorne añoro su propia infancia, deseando ser ella la que tenía como única preocupación ignorar a los monstruos que asechaban debajo de su cama. Se acercó con sigilo, esperando no despertarlo abruptamente; el peso de su cuerpo provocó que el colchón se hundiera y que el pequeño vampiro se agitara debajo de las mantas. — Shhh.. — Acaricio su mejilla para que recuperara la tranquilidad, aunque no lo conseguiría con lo que estaba a punto de decir. — Beck... — su voz salió como un susurro, apenas audible mientras buscaba con su mirada los ojos azules de su pequeño — Deberás quedarte con Hugo un tiempo, lejos...—Becan se restregó la cara con sus manos para despejar su mente y escuchar atentamente a su madre. Pero cuando su cerebro terminó de procesar todas y cada una de esas palabras, sus ojos se cristalizaron. —¿Por qué? Y antes de que la rubia pudiera formular una respuesta, él se abrazó al cuerpo de la mujer aferrándos a sus ropas. Las lágrimas del habían comenzado a humedecer la blusa de la joven, mientras lo apretaba ente sus brazos para consolarlo. — No será por mucho tiempo, solo hasta que todo vuelva a la normalidad. Cerró los ojos con fuerza, sintiendo como el alma se le desprendía del cuerpo y se esforzaba por mantener la entereza que la caracterizaba. — Hugo, prepara mi maletín con el kit que utilizaba en el L.A.I.C — ¿Cuántos años pasaron desde que no utilizaba aquellos ungüentos? No era capaz de recordarlo, pero era el momento justo para desempolvar sus habilidades de sanación como solía hacerlo para la Marca Tenebrosa. Con un <<crack>> el elfo se había materializado nuevamente con un morral de piel de moke, el cuál contenía todo lo que la Hawthorne podía necesitar. — Ciudalo bien, y llévalo a un lugar seguro —. En ese momento se le quebró la voz, no nisiquiera ella debía saber la ubicación del escondite de su pequeño. Se levantó de la cama y esculco dentro de uno de los bolsillos de su pantalón, alcanzó a tomar un espejo comunicador y se lo tendió a su hijo. — Así podrás hablar conmigo todas las noches —. Sonrío sacándole las lagrimas con sus pulgares, evitando cruzar su mirada, la cual estaba cargada de color. Volvió a estrujarlo contra su pecho y besar sus mejillas como su fuera la ultima vez. Cuando sus cuerpos se separaron, el elfo apretó la mano de Becan, dejando el sonido de su desaparición tendido en el aire. La Banshee recogió su extensa cabellera rubia platinada en una coleta alta. Cargó el morral sobre uno de sus hombros y segundos más tarde su cuerpo se volvió a materializar en la sala, donde se encontraría con su padre y, para su sorpresa, su hermano.— Al parecer tenían que atacarnos los muggles para que volviéramos a estar los tres juntos. @ @@Keaton Ravenclaw
  6. @ Cissy hermosa!! Me ha encantado!!! Realmente me veras con ella por mucho mucho tiempo es que realmente necesutaba un cambio, aunque amaba demasiado la fima anterior !!! Gracias y espero no molestarte tan seguido xD
  7. Castillo Ravenclaw. Ottery St. Catchpole. No era momento de cuestionar el accionar del Ministro ¿había tomado una mala decisión al exponer la magia ante los muggles? Quizás, pero se trataba de Aaron Black Yaxley y ella lo conocía lo suficiente como para saber que consigo no traería la paz y la salvación de toda la comunidad. Pero de lo que estaba cada vez más segura era de que los verdaderos parasites eran los muggles, eran ellos quienes habían vivido rodeados de magia ignorando por completo que podrían existir personas con un poder sobrenatural, capaz de matar y destruir todo con tan solo una floritura de la varita; pero cuando el Secreto de la Magia fue levantado, no tardaron en querer reprimir a todo ser capaz de poseerla pero eso no había sido la gota que derramó el vaso, sino el hecho de que alguien con aires de superioridad se atrevió a querer exterminar la magia de raíz creando una píldora que neutralizaba la magia por completo y atacando a los más jóvenes. Tragó en seco al recordar a su hijo, quien gracias al Señor Oscuro, aún no había comenzado a cursar en Hogwarts, porque de caso contrario ella no estaría en presencia de su padre ni siquiera hubiese guardado la compostura como lo había hecho hasta ese momento; aún así no podía dejar de pensar en los jóvenes que estaban en el Colegio con graves heridas o quizás muertos bajo los escombros. — ¡Espabila! — Había alzado la voz al mismo tiempo que le aplicaba un golpe en la mejilla derecha con la mano abierta, en un intento de traer al Ravenclaw a la realidad otra vez. —No es momento para que tengas un ataque de pánico, lo único que vas a conseguir es equivocarte y cometer errores y ¿qué crees? Es justamente lo que ellos quieren lograr —. Querían sembrar el terror en la comunidad mágica, que los magos volvieran a revelarse contra ellos, que atacaran rompiendo aquel est****o decreto para así poder detenerlos y arrebatarles la magia que corría por sus venas. Lo contemplaba con severidad, no podía permitir que Keaton perdiera la poca cordura que le quedaba y tampoco dejaría que el mago acabara con su paciencia comportándose como un niño. Cerró los ojos un momento, tan solo le había llevado un segundo acomodar todas las ideas dentro de su cabeza, ideando una estrategia para comenzar a actuar. —Tengo que sacar a Becan del Castillo — No sabían a qué clase de tecnología se estaban enfrentando, si habían encontrado la manera de hallar la academia de Magia y Hechicería eran capaces de esculcar hasta debajo de las piedras para encontrar el hogar de las familias. —Busca todo lo que creas necesario, no podemos darnos el lujo de llegar aún más tarde —. Chasqueó la lengua, haciendo que el sonido cortara el silencio mientras giraba sobre su propio eje para encaminarse hacia las escaleras que la levarían hasta la habitación de su hijo. — Nos vemos en cinco minutos. @@Keaton Ravenclaw
  8. @ Cissy hermosaaaa!! Después de años volviii y necesito un cabio de look como solo tú sabes y bueno, por lo que veo edtas con mucho trabajo, por eso te traje una imagen fácil, podes hacerla cuando puedas, no es urgente, pero encontré la imagen y se me antojó Diseño: Firma ¿Avatar?: Si Render o Imagen [High Quality]:https://imgur.com/Q5Ku4Tp Tamaño:a tu elección Texto: Isabella Hawthorne || She can't learn to control the blood lust Otras especificaciones [Forma | Colores | Fonts]:Me gustaría que pusieras un par de mariposas como en esta edición pusiste unas hojas https://i.imgur.com/v8uH82C.png y la front me gustaría el nombre en "cursiva" y la frase en "imprenta" Eso es todo hermosa!! gracias de antemano
  9. Castillo Ravenclaw. Ottery St. Catchpole. Las páginas del profeta se habían arrugado entre sus puños, mientras su boca se abría dejando escapar un profundo grito de frustración, provocando que los cristales de los embudos se rompieran esparciendo la sustancia verdosa sobre el mesón. Alargó uno de sus brazos arrastrando consigo todo lo que tenía encima, hasta aquel pesado caldero de hierro que al estrellarse contra el suelo provocó un fuerte estruendo. Nada, absolutamente nada de lo que había intentado hacer para erradicar aquella escoria había funcionado. Había sido tan despiadada y cruel como sólo ella podía serlo, pero en vez de inculcarles pavor lo único que les provocó, ella como otros magos con sus mismos ideales, fue el desasosiego de comprobar que la magia existía y era letalmente peligrosa para la gente no la poseía. Una gota de sudor frío se recurrió por su columna vertebral dejándola paralizada en medio de las Mazmorras del Castillo Ravenclaw. Aún no podía entender como tan pronto aquellos miserables seres sin magia habían tenido la inteligencia suficiente como para intentar destruir por completo el mundo mágico ¡Hasta habían osado con querer arrebatarles la magia! Insólito sin duda alguna. Su pecho aun subía y bajaba de forma acelerada al mismo tiempo en el que pensaba en cómo se encontraría el Laboratorio del cual estaba a cargo, en sus compañeros muertos pero lo que más le dolía era saber que todos aquellos archivos secretos pudieron ser destruidos, desperdiciando años de arduo trabajo y noches en vela. Por el momento el único consuelo que tenía era que Becan aún no asistía a Hogwarts y que podía estar a salvo junto a los elfos y las salvaguardas mágicas que abarcaban todos los terrenos ocultando el Castillo de su vista. Avanzó dando grandes zancadas hasta llegar a las escaleras, necesitaba encontrar al patriarca de la familia lo antes posible. — ¡Apártate de mi camino, criatura inútil! — Bramó contra un elfo, haciendo un movimiento con la mano en la que empuñaba su varita de ébano, provocando que la esquelética figura se estrellara contra la pared. Su figura volvió a materializarse justo en frente de su padre, el cual con una sola mirada le reveló la angustia que sentía por los recientes acontecimientos, en cambio ella mantenía aquel semblante inexpresivo y la mandíbula tensa, como el resto de los músculos de su cuerpo. — No voy a descansar hasta todos y cada uno de ellos paguen por cada gota de sangre derramada —. Masculló por la bajo, en un tenue susurro apretando con más fuerza la varita que tenía en la zurda. @@Keaton Ravenclaw @
  10. Espero poder cumplir con los requisitos ;_; apenas voy volviendo (hace un mes creo) y mi actividad en el MM fue hasta el 2015..*cruza los dedos para que le aprueben antes la bóveda trastero antes de esto* Nick: Isabella Hawthorne ID: 115027 Criatura que deseas: Ashwinder Conocimiento que deseas: Artes Oscuras y Conocimiento de maldiciones *Edito porque me comí una letra en mi nick
  11. Provocativa… aquella palabra, como un par más; podía definir a la perfección a Isabella Hawthorne y, algo en los ojos de Emiliano, le indicaba que lo había logrado. Una sonrisa arrogante se reflejo en su rostro, al mismo tiempo que la estruendosa risa del vampiro hizo eco entre los pasillos del oscuros. —El peligro es emocionante ¿no es así, mi estimado Emiliano? — Chasqueó la lengua mientras contemplaba su perfilada figura —Después de todo es lo que nos une. Se deslizaba entre las sombras escabulléndose en las profundidades del Callejón con un ligero y sutil vaivén de caderas acompañado por el suave taconeo de sus botas contra los adoquines húmedos. La calle comenzaba a estrecharse y los locales comenzaban a estar cada vez más distanciados unos de otros, sin dudas aquel lugar asechaba un riesgo al que muy pocos brujos se aventuran a traspasar; pero para ella era como ir por un dulce. —Quizás pueda concederte el privilegio de morderme —. Le guiñó el ojo de forma seductora deteniéndose justo en frente de él para observar como relamía sus labios, limpiando el poco residuo escarlata que le quedaba. Extendió una de sus manos para que el castaño la tomara, no iba a llevarlo hasta su escondite a pie, no confiaba lo suficiente en mago como para revelarle el camino exacto. — ¿Vendrás? O ¿desconfías de mí? — Levantó las comisuras de sus labios en forma de corazón, torciendo un gesto similar a una sonrisa. No, ni siquiera ella confiaba en sí misma porque sabía lo que era capaz de hacer, pero con aquella cara de niña buena que siempre ponía nadie podía imaginarse que mataría a una mosca. Cerró sus ojos en el mismo instante en el que el Black rozó la punta de sus dedos contra la palma de su mano y sus cuerpos se materializaron en frente una pequeña y oxidada puerta de metal. A su alrededor no había más que una extensa pared de ladrillos indicando el final de un pasillo sin salida. Entreabrió los labios para dejar salir una pequeña mariposa de su boca, la morpho sulkowskyi batió sus alas hasta la cerradura de la puerta, aquella era la única llave de su escondrijo; después de todo solamente ella tenía el control sobre esa clase de lepidópteros. El rechinido pesado y agudo de la puerta rompió el silencio dejando entrever una pequeña habitación desolada cubierta de telarañas y manchas de humedad. El olor al metal oxidado de le quemó las narices mientras que a lo lejos se podía escuchar un leve gimoteo incomprensible, difícil de entender si se trataba de un hombre o un animal. Un foco colgaba desde el techo aportándole al lugar una tenue iluminación dándole un aspecto aun más tétrico. Los trozos de pergamino estaban dispersos por todo el suelo, la mesa que se encontraba en el centro estaba repleta de tarros y frascos de vidrio, conteniendo una infinita variedad de ingredientes para pociones. El caldero burbujeante quedaba justo al lado de un libro abierto mientras que una mancha de sangre seca cubría gran parte de la alfombra que guiaba hacia otra de las habitaciones. —Acogedor… ¿no te parece? @
  12. Hello!!! Añares de no pasarme por acá Lo sé, lo sé, yo soy tu favorita ¿ama de llaves? O Querrás decir la manipuladora de los patrircas? JAJAJA porque sí hermanito (@ ) yo hablé con el padroso para que te diera el pariarcado de regreso, obviamente él tiene sus excepciónes y yo no puedo hacer nada... Así que creeme que te cobrare caro por ese favorcito @ ¡¿CÓMO QUE NO ESTAMOS EN TU FICHA? MALDITA DESGRACIADA(?
  13. Buenas tardes a todos! Me paso por acá para avisar que acabo de publicar el topic con la bóveda trastero! por lo que agradecería si alguien podría visualizarla para asi poder terminarla de una maldita vez e.e me he demorado como 85 años en hacerla ¿tengo que llenar las lineas obligatorias? ¿ o no es necesario? en fin... vamos a ver si alcanzo a rellenar un poco más por las dudas
  14. El oscuro pasadizo subterráneo situado debajo del Banco Mágico Gringotts conducía directamente hasta las Bóvedas de alta seguridad, destinadas a ser utilizadas como depósito de las pertenencias y criaturas más valiosas que los distintos magos y brujas podían adquirir. La bóveda de Isabella Hawthorne se encontraba en el centro de todas, donde las vías se alzaban en una curvatura a una altura de 80 metros, justo antes de volver a descender; el carrito conducido por el mismo duende que siempre la acompañaba se detenía justo enfrente de un pasillo tan estrecho que sólo podía entrar un cuerpo de perfil. Una sustancia aceitosa se escurría por la superficie rocosa, que al contacto produciría la pérdida de las funciones musculares en diversas partes de cuerpo. A quienes contaban con la astucia suficiente para burlar la primera prueba, le esperaban altas y gruesas paredes que se ensanchaban hacia los laterales, de izquierda a derecha, en forma de laberinto cuya altura superaba los diez metros. Allí adentro, la temperatura subía, haciendo que la humedad se suspendiera sobre el aire en forma de vapor caliente. El mago o bruja contaba tan solo con treinta segundos para decidir qué camino debía tomar antes de que las paredes cambiaran de posición y dejaran al intruso a merced de una espesa bruma que le produciría terribles quemaduras, provocando que la piel se le cayera a pedazos en cuestión de minutos. El centro del laberinto se conformaba por un pequeño cuadrado, tan pequeño que apenas cabía un cuerpo y, justo encima de su cabeza, a cinco metros de altura, estaba la entrada a la bóveda. Una entrada de metal oscuro se escondía detrás de unas mariposas negras, de tamaño desmesurado, que se camuflaban en la penumbra del lugar. Aquellos lepidópteros, sus más fieles aliados, se encargaban de custodiar la entrada principal, confundiendo a cualquiera que osara ingresar, alterando la mentalidad de sus víctimas y produciéndoles alucinaciones. Detrás de aquella pesada puerta de acero se encontraba una habitación amplia con forma hexagonal; las paredes, al igual que el piso, estaban recubiertas por mármol negro. Las repisas flotantes del mismo material contenían una gran variedad de pociones ordenadas alfabéticamente. En el centro de la habitación estaba situado un escritorio antiguo, y sobre este se encontraban varios cofres de oro con los objetos más valiosos que pudiera poseer y detrás de la amplia biblioteca se encontraba la sección de criaturas; las cuales raramente estaban encerradas en sus jaulas ya que procuraba tenerlas en el castillo. Perfil de Comprador del MM: 235 Indice de Bienes Objetos Mágicos Pociones Mágicas Criaturas Mágicas Libros de Hechizos Poderes de Criaturas Consumibles en Batalla Fecha de Próxima Actualización:
  15. La frente del Balck se pegó a la suya haciendo que los húmedos mechones de su cabello descubierto quedaran adheridos a las sienes de la Hawthorne sus respiraciones se mezclaron condensandose en el aire; pero aquella cercanía no duró demasiado tiempo, solo el suficiente como para que su corazón latiera con más fuerza. Fijó aquella penetrante mirada sobre la gélida del mago, aquella inconfundible expresión que hacía ya mucho tiempo no apreciaba. Recordaba a la perfección aquel último encuentro en el cementerio Mortífago, el mismo en donde ella se hallaba profanando una tumba y él le rendía cuentas a aquel hombre que cavaba su propia sepultura. No podían negar ambos habían sido forjados bajo el mismo fuego, buscando placer y diversión de manera insólita... y ahí donde menos esperaban encontrarse el uno con el otro, lo hacían. ―¿Muerta? Mi querido Emiliano... Jamás pensé que tú también caerías bajo esa mentira, al parecer engañarte será un poco mas sencillo de lo que imaginaba ―. La comisura de sus labios se habían elevado formando en su semblante aquella sonrisa tan característica, enmarcada a la perfección por aquel labial rojo carmín. Separó su cuerpo de la pared lo sufieciente como para volver a acortar la distacia que los separaba; al mismo tiempo que su mano izquierda se disponía a enfundar la varita de ébano en la liga que estaba ajustada a su muslo por debajo de la falda encampanada. Después de todo, no la necesitaría, no con él. ―¿Dulce y placenteramente? No sabía que eras tan... pasional ―. Sus finos y largos dedos juguetearon con las solapas de la chaqueta que el vampiro traía puesta. Mientras que las mariposas negras envolvían su figura esbelta y algunas se adherían a sus jeans, emitiendo sutiles destellos en la oscuridad. Aquella sonrisa torcida se acentuó aún más cuando percibió el sutil roce de los dientes del mago sobre el lóbulo de su oreja. Levantó el mentón con un deje de satisfacción escuchando con atención sus palabras.― ¿Y a ti, jamás te advirtieron lo peligrosas que pueden ser las Banshee?― Volvía a tenerlo de frente, pero esta vez era ella quien tenía la osadía de rozar sus narices. Clavó aquel par de pupilas cristalizadas sobre los incisivos de su acompañante. Su mirada destilaba aquel brillo lascivo que indicaba que ella también estaba en busca de alguna presa. Mordió la comisura de su labio inferior con fuerza, provocando que una gota de ese espeso líquido escarlata se escurrira lentamente hacia su barbilla. Con la punta de sus dedos limpio apenas el rastro de sangre y rozando los finos labios del vampiro con ellos, los manchó de rojo. Ensanchó su sonrisa rozando lentamente con su lengua la herida que se había provocado saboreando el metálico dulzor de su propia sustancia y, antes de que el muchacho atinara a algo, despegó su cuerpo y avanzó un par de metros adentrándose en aquel callejón. ― Si me matas, no volverias a probar una sangre como la mía ― Lo miraba por encima de su hombro, moviéndose lentamente hacia adelante ― y dudo que quieras perder la oportunidad de volver a saborearla. Su voz, ahora más suave y tentadora, hacía eco entre los altos muros mientras su figura se perdia en la oscuridad del Callejón Knockturn. @
  16. Becan con Anna @@Emilia Malraux Los azules ojos de Becan contemplaron como la luz del sol se fue apagando a causa de aquellos nubarrones que se empezaron a apoderar del cielo, la niebla empezaba a desplazarse desde aquel bosque cercano y se acercaba cada vez hasta donde se encontraban ellos, dandole una apariencia tetrica a aquel bello jardín. La ventisca helada arremolinó sus finos cabellos castaños, haciendo que una mata de pelo cayera sobre su rostro, pero a él no le importó. Había contenido el llanto de tal forma que el simple hecho de tragar saliva le dolía. ―Oh... Anna ―. Masculló con dificultad mientras se volvía hacia ella e intentaba mantener la compostura ante su prima. Titubeó, por un momento deseando retroceder el tiempo y evitar tocar el tema desde un principio. No sabía si lo que estaba a punto de decir ella era capaz de soportarlo. ―He hecho algo terrible... ― sintió como las pesadas lágrimas empezaron a nublar su mirada y solamente una de ella se atrevió a romper la barrera y atravezar sus pestañas deslizándose por su mejilla, pero se limpió el rostro con el dorso de su mano, dejando una marca rosada a causa de la fricción. Volvió a sentir aquella presión en el pecho seguido de unas gélidas manos que oprimian su gartanta para evitar que mas palabras salieran de su boca. Tragó en seco, girando su cabeza de forma articulada hasta la bruja. ―Mi papá...― fue lo único que alcanzó a moludar, justo antes de quebrarse por comoleto. Las lágrimas se desbordaron por sus mejillas, mientras lo único que atinaba a hacer era abrazar a su compañera de aventuras. Ocultó su rostro en el cuello de Anna, llorando como jamás lo había echo, permitiendo que saliera todo aquel dolor que tenía guardado en su interior hacía ya mucho tiempo. ― Está muerto y... y es mi culpa ―. Logró formular aquella frase entre gemidos y alaridos de dolor. Todo había sido por su culpa, si tan solo les hubiese echo cuando cuando le decían que no debía meter extraños a su casa. Él era el causante de todo aquel suplicio que le había producido a su madre, a aquella mujer que él amaba con todo su corazón y esa era la razón por la que sentía tanto remordimiento y temor. Sabía que la sonrisa de su madre no había vuelto a ser la misma y que aquel brillo en los ojos de la Hawthorne se había apagado para siempre a causa de aquel terrible error. Isabella Hawthorne Un suspiro se escapó por la ranura de sus labios al mismo tiempo que se permitía abandonar aquella postura rígida que había adoptado, para empezar a relajar los músculos de sus hombros otra vez. Cerró los ojos por un instante mientras que los recuerdos comenzaban a apoderarse de su mente, creando pequeños fragmentos de recuerdos del pasado que se reproducían otra vez dentro de su psiquis. Aquel patrón se repetía de manera incesante dentro de aquella habitación, las cuales habían mantenido encerrados a aquel par de fantasmas traviesos y enojones que habían tenido la osadía de volver a tomar el control de sus cuerpos, obligandolos a repetir otra vez la misma escena. Jamás hubiese imaginado que, después de casi diez años, se volverían a pelear en que era su habitación. Otra vez aquella arrebatada bomba cargada del mimsmo enojo momentaneo de siempre había estallado entre ellos, dejando como resultado las mismas heridas de siempre. Se atacaban siempre de la misma forma, él lograba terminar con su paciencia metiéndose con lo que no debía y la Hawthorne, por su parte, lo bombardeaba con aquellas palabras ponzoñozas. El Lovegood estaba en lo cierto, él seguía siendo el mismo idi*** que terminaba sacando a la niña de dieciséis años que estaba oculta debajo de las mil capas de arrogancia y frialdad que llevaba encima. Pero, por más que lo intentaba, no podía ser aquella mujer fría cuando estaba con él; solamente ese muchacho de mirada dulce tenía la capacidad de ablandar aquel corazón de piedra y esa era la razón por la cual no podía estar mucho tiempo enojada con él... Después de todo seguían siendo Isy y Franky. Las ultimas palabras del mago quedaron flotando en el aire, mientras que en su cabeza se reproducían una y otra vez. ¿Feliz? ¿Acaso ella podía ser feliz después de todo lo que había pasado? No lo sabía, pero estaba segura de que él haría su mejor intento para lograrlo. Avanzó lentamente, acortando la distancia que los separaba. Posó una de sus manos sobre su mejilla y, moviendo sus finos dedos sobre su piel, lo acarició. Lo miró a los ojos fijando quel par de luceros brillantes sobre los azulados del joven. Aquella cercanía la obligó a rozar su nariz con la del Ravenclaw con lentitud. ― Déjà Vu ―. Sus labios en forma de corazón se movieron sin prisa, modulando cada palabra casi sobre su boca haciendo que se tocaran inevitablemente. Se dejó llevar por la cercanía de sua cuerpos, permitiendo que sus labios se volvieran a encontrar como la primer vez. Al principio una suave y sutil caricia para luego incrementar el deseo de tenerse. Sus lenguas se rozaban incontables veces, alargando aún más aquel apasionado beso que prometía no dejarlos desacansar hasta quedar sin aliento. Su pecho subía y bajaba al compás de sus jadeos, mientras que sus dedos delineaban su mandíbula y se deslizaban juguetones hasta su pecho. La falta de oxígeno la obligó a separar sus labios de los de mago, tan sutilmente que aún podía percibir su calidez ― Ya que me desalojaste de mi habitación, tomaré prestada la tuya ―. Su voz, suave y angelical, rompió el silencio al mismo tiempo que una sonrisa pícara se reflejaba en el rostro. @
  17. Becan con @@Emilia Malraux Aquel abrazo fue tan reconfortante para él que deseó que jamás se terminara. Apretó el cuerpo de Anna contra el suyo con tanta fuerza, escondiendo su rostro en el cuello de ella mientras en su pecho se arremolinaban tantas emociones que estuvo a punto de derramar un par de lágrimas, pero no lo hizo. Esbozó una sonrisa, mientas tomaba a su prima de la mano para dirigirse a los jardines de aquel Castillo, los cuales eran un misterio hasta para él. Se paró un momento en la puerta, giró su cuerpo hasta su madre y, con aquella sonrisa encantadora le comunicó: --Mami, al tío Franck lo atacaron los fantasmas, pero nos hemos encargado de ellos --.Le brillaron los ojos al recordar los minutos compartidos con su tío, sin lugar a dudas se sentía el niño más afortunado del mundo por estar nuevamente con su familia. ¿Por qué su madre no habría fundado el Castillo con él? Franck era increible, muchísimo más que el amargado y gruñón de su tío Liam que pasaba de él como si nunca hubiese existido. Había querido regresar a Londres desde el momento en el que sus padres habían decidido mudarse a Glorenza, una pequeña ciudad situada en Italia, con una belleza antigua pero demasiado aburrida y solitaria para un niño de su edad. Pasaron en ese lugar unos tortuosos cinco años, viviendo como si fuesen muggles, apartados de cualquiera que quisiera tener una relación cordial con ellos, cosa que para el pequeño vampiro había sido un completo tormento. No lo habían dejado estar cerca de nadie, ni siquiera de Marco, aquel regordete y amigable niño que vivía en la casa de al lado que siempre intentaba llamar su atención picando la pelota contra el muro de ladrillos que dividía su pequeño patio trasero. Ignoraba la razón por la cual sus padres se habían marchado tan lejos de la comunidad mágica para empezar una "nueva vida"; obligándolo a cambiar su apellido por "Viteri" en vez de Viatore cuando se presentaba con alguien. Desconocía la razón por la cual sus progenitores lo estaban protegiendo, hasta ese día en particular... Si tan sólo hubiese obedecido las tan estrictas reglas que le imponían. Había permanecido en silencio todo el trayecto, ignorando por comoleto las flores que adornaban el jardín. Apretó con fuerza la mano de su acompañante mientras apretaba los dientes conteniendo las ganas de llorar. Se le escapó un sollozo al recordar cuánto lamentaba lo que había hecho, pero el miedo que sentía impedía que le contara su versión de los hechos a la Hawthorne, temiendo que la verdad fuese tan dura para ella que el amor que le tenía finalizara por completo, y lo abandonara. --Anna... -- Moduló luego de un rato, tomando asiento bajo un fondoso fresno. -- ¿No dejarás de quererme nunca, verdad? ¿Ni por más que haya hecho algo horrible? --. Se le quebró la voz, mientras fijaba sus ojos llorosos en el lago que estaba cerca. No se atrevía a mirarla a la cara, no después de lo que estaba a punto de decir. Isabella Hawthorne con @ @ -- Ya habrá tiempo para ocuparnos de eso, mi querida Malraux -- Apretó el hombro de su amiga, intentando brindarle palabras de apoyo, después de todo no era momento de arruinar la mitad del día con aquello que escapaba de sus manos y lo único que conseguía con darle vueltas al asunto era provocarse un profundo dolor de cabeza. La única solución que había logrado considerar era suministrarle un poco de Amortentia a su propio hijo, en una forma desesperada de aliviar aquel dolor que seguro ambos sentirían cuando se enterasen del enlace que los uniría para siempre. Sus labios en forma de corazón se entreabireron, en un impulso por articular algo más, pero se vio interrumpida por la sorpresiva aparición de una mujer con rasgos asiáticos. La mirada de la Hawthorne la recorrió de pies a cabeza mientras le daba otro sorbo a la copa de ron que sostenía en la mano. -- ¿Visita? Querida, yo no soy una simple visita.. -- Relamió sus labios, limpiando el reciduio dulzón que le había dejado aquella sustancia dorada y luego sonrío -- Isabella, Isabella Hawthorne Ravenclaw -- se presentó mientras extendía la mano izquierda para estrechar la de la joven bruja. -- La hija favorita de Keaton, aunque una de las más ausentes, quizás por eso no me conoces, él no suele hablar de sus hijos perdidos -- Volteó lo ojos al recordar aquella actitud ridícula de parte de su padre. A veces simplemente no entendía lo infantil que podía llegar a ser ese hombre, pero lo quería tal cual era, y mucho más de lo que era capaz de a admitir. --Mami, al tío Franck lo atacaron los fantasmas, pero nos hemos encargado de ellos --. Los luceros del niño brillaron, captando toda la atención de la Banshee, haciendo que se perdiera en ellos por un instante ¿Cuánto tiempo hacía que no veía a Beck tan feliz? Ni siquiera era capaz de recordarlo. Pestañeó varias veces mientras intentaba recordar lo que el niño había dicho --¿Fantasmas? --. Enarcó una cejas procurando hilar sus pensamientos, hasta que lo logró. La sonrisa que mantenía en su semblante se le apagó, mientras buscaba con la mirada aquel reloj familiar que estaba en el comedor. El corazón se le paró en cuanto vió la manesilla que representaba a su medio hermano detro de su habitación en el ala este del Castillo. Tragó en seco y, dejando la copa sobre la mesa con más fuerza de la necesaria, se dirigió a la muchacha -- Si me disculpas, tengo un asunto que resolver --. Chasqueó la lengua y, sin esperar la aprobación de la bruja, se encaminó hasta la chimenea para llegar más rápido al tercer piso. Avanzaba a paso firme por el largo pasillo, el mismo que había recorrido durante la mayor parte de su vida, conocía el camino hasta con los ojos cerrados, giró a la derecha y avanzó tres habitaciones más hasta llegar a la puerta de roble. Sus dedos vibraron al volver a tocar el metal de aquel picaporte redondo. ¿Qué habría hecho el Lovegood esta vez? ¿Incendiarlo? ¿Volver a llenarlo de nieve? ¿Conventirlo en un desierto? ¿Permitir que alguna mascota deborara toda su ropa? No, lo que había hecho era mucho peor. Se quedó parada en el umbral de la puerta, atónita mientras deslizaba la mirada por cada rincón vacío de su antigua habitación. Un escalofrío recorrió su columna vertebral provocando que sus articulaciones quedaran rígidas. Deslizó su mano hábil, la izquierda, por su pierna, levantando la bata de seda que aún tenía puesta hasta alcanzar la varita que estaba sujeta a su muslo por una liga. -- ¡¿Qué demonios se supone que están haciendo?! -- Bramó avanzando un par de pasos hasta llegar al centro de la habitación. -- ¿Fue tu idea, verdad? -- Alcanzó al elfo de la oreja, haciendo que éste se acercara hasta ella y poder mirarlo con detenimiento. La criatura se estremeció, dedicándole una mirada que imploraba piedad, lo cual detonó aún más su enojo. --¡Pierdete de mi vista! -- Lo apartó con brusquedad, haciendo que el esquelético elfo se desplazara hacia un costado y cayera de bruses en el pasillo. La criatura se levantó tan rápido como pudo y lanzando sollozos se marchó escaleras abajo. Las mejillas de la Hawthorne se enrojecieron, mientras entornaba aquellos obres plateados brillantes producto de la rabia. --Y a ti, ¡¿ cómo se te ocurre hacerle caso?! --Gruñó, al mismo tiempo que se le acercaba lo sufiente como para intimidarlo, apretando los dientes, mientras que en su frente sobresalía una vena que parecía estar a punto de estallar- ¡¿No ves que lo que buscaba era que me enfade contigo?! La punta de su varita estaba encajada en uno de los costados del mago, haciendo tal presión que parecía que iba a atravesar su piel. Apretó los puños con fuerza y, cuando se percató lo que estaba a punto de hacer se apartó de él, dando media vuelta y avanzando hasta el ventanal que daba al patio. Liberó un grito cargado de frustración que aplastaba su pecho --No puedo creer que un elfo doméstico te manipule de esa manera, Franck. ¿Así pretendes ser patriarca de la familia? No tienes autoridad para eso, acéptalo--. Aquellas palabras salieron de su boca como dardos envenedados, despiadados y crueles hacia su objetivo. Se quedó contemplando a los lejos el lago, manteniendo el silencio por un momento e intentando relajar sus facciones, las cusles estaban tan tensas que sus molares comenzaron a dolerle por la presión que ejercía con la mandíbula.-- ¿Sabes por qué me molesta tanto?--. Masculló por fin, volviendo a recuperar la compostura -- Porque ésto era lo unico que me quedaba de la niña que habías conocido, aquella que tanto querias...a la que me cuesta recordar -- se volteó, contemprandolo a los ojos con un profundo dolor-- porque no me reconozco ni yo. @ Ve con Pau y empiecen con la fiesta
  18. Hola! Vengo a dejar mi planilla Nick: Isabella Hawthorne Link a la Bóveda: N°96242 Rol de personaje: ·Científica- Directora del LAEC (Laboratorio de Análisis y Experimentación Científica )ubicado en Francia || · Empresaria - Fundadora de la marca <<Sulkowskyi>> destinada a la fabricación de cosméticos. Información adicional: Su función dentro del Laboratorio es indispensable para la realización de experimentos e investigaciones de carácter confidencial. Estas prácticas se realizan no sólo en animales mágicos sino también en muggles, magos y brujas; con el objetivo de examinar, mutar o fusionar determinadas características.
  19. Becan, horas antes con @ Mantenía los brazos elevados por encima de su cabeza, observando con detenimiento aquella simpática criatura color púrpura volar por los aires, avanzado un par de pasos hacia adelante, luego hacia un costado para poder tomarla con aquellas pequeñas manos, propias de un niño de su edad. El Micropuff que había lanzado por los aires, emitió un chillido agudo, similar a una risilla mientras se restregaba contra los dedos que lo sujetaban, haciendo que la mata de pelo que cubría su cuerpo se metieran entre ellos haciéndole cosquillas. Soltó una risa leve, la cual se vio interrumpida por un golpe seco, proveniente del interior de aquella habitación en particular. --¡Los fantasmas!-- Gritó emocionado mirando a su nuevo amigo, mientras salía disparado hacia el antiguo cuarto de su madre. Mientras más se acercaba por el largo pasillo, más sonidos se escuchaban ahí adentro y en especial un par de voces que hicieron que sus ojos brillan con mayor intensidad. Se paró en seco, delante de aquella puerta de roble masiso, apoyando la oreja sobre la madera, pero no lograba entender lo que pasaba. Sus dedos rozaron el redondo picapoete de metal y, aferrandose a él, le dio una vuelta. Abrió la puerta con lentitud, haciendo que esta emitiera un rechinido agudo. Asomó uno de sus ojos por la hendija de la puerta, enrtonó la mirada, divisando a un par de figuras corporeas. Un suspiro cargado de desilusión se escapó de sus labios, al mismo tiempo que le daba un empujón a la puerta. Había llegado demasiado tarde... --¿Los Fantasmas hicieron esto? -- Indagó avanzando hasta el interior del lugar, mirando el desastre que había allí. --¿Como lograste entrar sin que ellos te atacaran? -- Una expresión de admiración apareció en su rostro, mientras observaba al mago que estaba junto a su elfo. --Mamá siempre me decía que en esta habitación había fantasmas... Los fantasmas de unos niños que quedaron atrapados en el tiempo y, en algunas ocaciones se los puede oír jugar, reír y hasta discutir -- hizo una pequeña pausa para apartar los pergaminos que estaban dispersos sobre la cama y poder sentarse en ella --¿los has escuchado alguna vez? -- Recuerdos... -- Explicó el elfo, mientras se quitaba el gorro de lana que había quedado atrapado entre sus orejas. -- Hugo... Hugo... -- Tartamudeo mientras inclinaba la cabeza, tratando de evitar que pudieran ver como sus enormes ojos saltones se llenaban de lágrimas. -- solo quería que la ama Isabella se sintiera bien en su antiguo hogar -- Soltó de imprevisto, como dejando caer ese gran peso que tenía adentro. Las abundantes lágrimas del elfo salieron de sus ojos como si estos fueran una regadera. -- ¡Pero el Señor Franck no confía en Hugo -- Sollozó aún mas alto, mientras se prendía de una de sus piernas y mojaba su calzado con su llanto. -- Deberías hacerle caso... Dudo que mamá quiera vivir con esos fantasmas del pasado aquí -- Una mueca de dolor apareció en su semblante, reflejando la tristeza que le provocaba tener qur volver a irse. Quería quedarse en Londres por mucho más tiempo, pero sabía que cuando aquellos recuerdos comenzaran a atormentar a su progenitora de nuevo, terminarían en un lugar muy lejano sin conocer a nadie distanciados de su familia, la única que les quedaba. -- Y yo no quiero irme Señor... --. Sintió un calor en el pecho, al mismo tiempo que sus ojos se humedecian. Pestañeó varias veces y tragó saliva para no terminar llorando como el elfo. --¿Franck? ¿El mismo que le enseñó a mamá a volar en escoba? --. Una sonrisa genuina apareció en su semblante dejando apreciar aquel par de oyuelos heredados de su madre. Isabella Hawthorne y Becan con @@Emilia Malraux -- Fidelidad o Muerte -- Se limitó a decir, sabiendo que no tenían otra alternativa. Aquella idea tampoco le encantaba, pero sabía que el remedio iba a ser peor que la enfermedad, después de todo el no acatar aquellas órdenes terminaría afectando a toda su familia. --¡ANNA! --. Aquel alarido inconfundible se hizo presente en el mismo intante en el que aquella joven de cabellos castaños se hizo presnete en el comedor del castillo. Becan bajaba las escaleras a toda velocidad para encontrarse con la niña con la que había compartido casi toda su infancia. Se paró en seco en la entrada del salón, observando con detenimiento a la muchacha. El miedo había invadido su pequeño cuerpo, se había quedado parañizado. ¿En verdad aquella era Anna? ¿SU Anna? ¿La misma niña que le encantaba fastidiar y hacer reír? No... No quería creerlo. ¿Por qué había cambiado tanto? Negó, incrédulo mientras ella abría los brazos para abrazarlo. Alzó la cabeza, en busca de la consoladora mirada de su madre y la encontró. Isabella le dedicó una sonrisa, mientras hacía un ademán con la mano, invitandolo a que se acercara hasta ella. Y así lo hizo, avanzó con lentitud mientras fijaba sus obres en los zafiros de ella-- ¿Anna?-- Inquirió, más para sí mismo que para ella y, al contemprar aquellos ojos tan ardientes como el fuego, no contuvo aquella amplia sonrisa que lo caracterizaba. Tomó sus mejillas y le besó la frente, como acostumbraba a hacer cuando él era más alto. --¡Qué grande estás! -- Le revolvió el cabello para fastidiarla como siempre y agregó: -- Me obligarás a usar mis dientes antes de tiempo -- Le mostró aquel par de colmillos que empezaban a asomarse tímidamente en sus incisivos y terminó rozandolos con la punta de su lengua. La Hawthorne se acercó lo suficiente hasta Emilia, como para que ninguno de los dos pudiera oír lo que le decía -- Ella podrá no ser la misma con ninguno de nosotros, pero seguirá sinendo la misma con él -- puntualizó mientras observaba aquella escena que le estrujaba el corazón. -- Después de todo, Becan sigue siendo Becan... . Aquel amor era tan puro y genuino que era casi tangible. Pestañeó un par de veces, volviendo a la realidad -- Por lo pronto lo mejor será que ellos no sepan esto, o su cariño podría verse afectado.
  20. El relato de su amiga le ablandó aquel corazón de piedra, aquella historia le resultaba un tanto familiar, como siempre un amor imposible que tenía más idas que venidas, pero que se mantenía intacto a pasar los años. Estar en Londres otra vez, el regresar a aquel castillo que le traía tantos recuerdos la había puesto sentimental, más de lo que le hubiese gustado admitir. Tenía la sensación de una mano fría se cerraba en su garganta, impidiendo que respirara con normalidad. Tragó en seco y, aún con esa mirada dura, observó a Emilia. --Te equivocas, sigues siendo la misma niña inocente que cree en los cuentos de hadas--. Despiadada y cruel, así había soltado aquella oración de su boca, a juzgar por su tono y su semblante cualquier podría decir que no apreciaba a su amiga, pero era todo lo contrario. La quería tanto que esa era su forma de advertirle, de avisarle que no bajara la guardia como ella misma lo había hecho. Le dolía en el ego que Emilia no le contase sobre su amor imposible, había imaginado que la pelirroja le había confiado todos sus secretos... pero después de todo ¿quién era ella para juzgarla? Si ella misma era experta en guardarse sus problemas detrás de esa coraza dura y fría que utilizaba para protegerse.-- No cantes victoria todavía, cariño, a veces el destino es tan cruel que te eleva hasta el cielo y luego te deja caer para que te azotes en el suelo --. Aquello había sido una cachetada que seguramente traería a Emilia de vuelta a la realidad o simplemente el impulso que haría que aquel desayuno acabara en uncabatalla campal. Nadie mejor que ella sabía lo que representaba estar enamorada y creer que por fin los planetas se habían alineado a su favor, que podría ser feliz con la persona que amaba formando una familia tan bonita que sólo podía vivir en los cuentos, a esas alturas dudaba que la felicidad realmente existiera o si era el invento perfecto de alguien para hacerte sentir miserable. La vida se había encargado de volver romper en mil pedazos aquel hogar que tanto trabajo le había costado recuperar,destruyendolo todo por una eternidad más. Había avanzado hasta el gran ventanal que daba hacia los jardines, con la mirada perdida mientras un nudo en la garganta le impedía tragar con facilidad. --¿Sabes lo que me tiene de regreso? -- Inquirió luego de un extenso silencio. Todavía no volvía su vista hacia ella, porque sabía que si miraba fijamente a Emilia, no iba a poder contener las lagrimas. Tomó el último sorbo de ron que le quedaba en la copa, intentanto tomar el valor suficiente como para enfrentar aquella situación. -- ¿Tendremos alguna alternativa para impedir esa boda? --No hacía falta profundizar sobre el tema, después de todo, sabía que la Malraux había recibido la misma carta que ella días antes. -- No quiero que ellos corran con nuestra misma desgracia --. Concluyó, mirando a su conpañera de bando por encima de su hombro. @@Emilia Malraux
  21. --¿El dildo?-- Inquirió ql mismo tiempo que elevaba las cejas un tanto confundida, claramente sabía lo que era un dildo, pero qué haría ella con un dildo en ese lugar. Hasta que recordó. --¡El dildo! --Exclamó sin pudor.Se le había iluminado el rostro y mientras intentaba meter las manos en su gabardina para sacarlo del bolsillo. Por más que intentaba enfundar su mano simplemente pasaba de largo. Se giró, intentando buscar algo y luego volvió la vista a su cuerpo. --ME HAN ROBADO! --. Agitó los brazos desesperada haciando que el martini que tenía en la mano se regara por el piso. -- Vale, Vale, pero el dolor de cabeza mañana me lo sacas tú, cariño -- Tomó la botella que la pelirrosa había pedido minutos despues y le dio un largo trago. Tosió medio ahogada mientras se limpiaba el resto que le había quedado sobre los labios. No sabía si el alcohol tan malo la había ahogado o el comentario de su amiga -- Si no te lo he presentado es porque él, es mi padre y no pensé que sería tú tipo, bueno....nuestro tipo --. Y no, jamás se hubiese imaginado que estaria a punto de embriagarse con su propio padre. -- Claro que nos conocemos, es mi mejor amiga desde que estábamos en la Academia --. Contempló los ojos de su padre adoptivo, quién para ese momento era más como un amigo, siempre había estado un poco ausente en su vida, aunque debió reconocer que el Crowley era más mano dura y mejor consejero que su padre biológico. -- ¿No te alegras de verme? -- Inquirió volviendo a tomar un trago fe vodka-- porque yo me alegro de no preocuparme como volver a casa -- Sonrío y le volvió a dar un beso en la mejilla, sí lo había extrañado y eso solo era capaz de admitirlo en aquel estado. Alcanzó a percibir unos pasos que se acercaban hasta ellos, pesados y firmes como si se tratara del personal de seguridad del bar. Volteó para verlo, alto, fornido e intimidante. Se estremeció al medio reconocerlo, aquel hombre le había dado clases de duelo en algún tiempo. -- Vaya... Las clases sí que eran mal pagadas como para terminar trabajando en este lugar ... -- Pensó en voz alta mientras volvía a chocar su cadera junto con la de su amiga y bailaba moviendo los brazos un poco descontrolada. @@Fokker @@Hades Ragnarok @@Mery Gaunt Karkarov
  22. Caminaba como podía, porque una vez que se había puesto borracha, hacía ya como tres días, procuraba manteneter aquella faceta suya, quizás para intentar borrar los problemas de su mente o simplemente porque podía y quería. Sí, había pasado bebiendo más tiempo que antes y aún podía mantenerse de pie y seguir avanznado por las tranquilas calles del Callejón Diagon, en busca de su próximo destino y con suerte buena compañía. --Soy tu sicaria, me pongo fina, échale agua... -- Canturreaba mientras se hacía pequeñas paradas para bailotear en medio de la calle, como loca porque sí, lo estaba. Estaba tan fuera de sus cabales que para ese entonces y, para lo acalorada que estaba había perdido la gabardina de cuero y tan solo portaba un vestido de dos piesas, que dejaba a la vista más piel expuesta que otra cosa. Además que su cuerpo estaba bañado en glitter plateado, sumamente delgado que resplandecia cuando le pegaba la luz. Solamente el Señor Oscuro conocía en donde había estado con anterioridad porque ella era incapaz de recordarlo; y solamente él sabía hacia qué dirección se dirigía. Abrió la puerta de golpe y al entrar tropezó con un mosaico apenas sobresaliente. Soltó una carcajada que resonó en el ambiente haciendo un eco en todo el lugar. Rodó por el piso hasta quedar boca arriba y mirar las luces. Jamás había estado tan ebria, pero sabía que aún tenía espacio para un par de copas más. --¿Nadie va a ayudarme? -- Inquirió justo en el mismo instante en el que un mozo se acercaba hasta ella para tomarla del brazo y procurar enderezarla. -- *****, ¡te has tardado mucho! --Se sacudió las prendas y acomodó el corto vestido que llevaba puesto. --No te quedes ahí, ve a prepararme un... -- se quedó pensativa por un momento, intentando saber qué se le antojaba ahora -- un martini. Se adentró un poco más, dando vueltas sobre su propio eje para intentar reconocer a las personas que estaban ahí, hasta que sintió la aburrida melodía que resonaba en el lugar. Rodó los ojos y, tomando con descaro una copa que llevaba el mecero hasta una mesa cercana gritó :-- ¡Eso va a matarme del aburrimiento --. Y, sacando la varita que tenía aferrada al muslo izquierdo con una liga, hizo una sutil moviemiento para que en vez de esa anticuada banda de rock, apareciera algún reggaetonero. Un grito eufórico salió de su boca, al mismo tiempo que empinaba la copa que tenía en la mano. Bailando se acercó hasta la barra --¡MIS AMIGOS ESTÁN AQUI!--Se acercó hasta ellos, y abrazó a ambos por el cuello-- ¡Hola amores míos! --Estampó sus labios rojos sobre las mejillas de los presentes y nisiquiera el bartender de turno se había salvado. @@Fokker @@Mery Gaunt Karkarov
  23. El apresurado repiqueto del tacón de sus botas contra los adoquines húmedos de aquel callejón resonaban produciendo un inquietante eco, corría con prisa, pasando sobre los charcos de agua haciendo que sus pies se sintieran húmedos, pero aquello no le importaba. Sentía el bombeo de su corazón a toda velocidad mientras aquellas mariposas negras, con pequeños destellos violáceos y azulados, resplandecían en la inmensa oscuridad y se arremolinaban al rededor de su cabello. Increíble, había salido por una copa y así había terminado, en problemas como para no perder la costumbre. Pero no se arrepentía. Sus labios carmesí se curvaron, revelando una pequeña y fugaz sonrisa al mismo tiempo que bajaba la velocidad para poder escuchar si aún estaban tras ella. Un suspiro agitado se le escapó de entre los labios, haciendo que el vapor caliente se condensara en ambiente. La llovizna había cesado, dejando finas gotas de agua sobre su gabardina. El silencio le pareció aterrador, sujetó con mayor firmeza la varita que empuñaba en su mano izquierda, provocando que sus nudillos se tornaran aún más pálidos que el resto de su piel. Miró por sobre su hombro, para encontrarse con tétrica fachada del callejón comoletamente vacío. Los charcos que había pisado con anterioridad estaban estáticos mientras que el único sonido que alcanzaba a percibir era el de sus jadeos. Estampó su cuerpo sobre la fría superficie de ladrillos, y comenzó a dar unos pasos, tan suaves que nisiquiera ella era capaz de percibirlos. Giró con lentitud hacia la derecha, aún manteniendo los ojos fijos a sus espaldas. Volteó hacia enfrente y ahogó un grito que logró contener apenas. La figura masculina la había tomado por sorpresa, la cual se vio reflejada en su semblante. El corazón casi se le salió por la boca producto del susto que se había llevado. Tomó una bocanada de aire intentando recuperar la compostura. Cerró los ojos y apoyó la cabeza contra la pared. --*****, Black-- maldijo por lo bajo cuando por fin se le destrabó la mandíbula- casi me matas del susto--. Su pecho subía y bajaba, la impresión la había dejado incluso más agitada que la corrida. Sus encuentros jamás habían sido convencionales, al parecer a ambos siempre los arrastraba la misma corriente de conflicto y descontrol. @
  24. Había estado apretando tan fuerte los dientres que le había dado una punzada en la cabeza. ¡Qué tonta e inocente había sido! Había pensado todo este tiempo que al regresar a Londres todo sería como antes. Se había imaginado las inumerables tardes que podía estar con ellas, sus mejores amigas, sentadas en el jardín tomando el té y hablando por primera vez en sus vidas de lo aburrido y pacífico que había estado todo. Apretó los puños con fuerza hasta que sus nudillos se pusieron blancos. --Vaya, cariño, qué tonta haz sido todo este tiempo. Fingiendo que todo estaba bien mientras te estabas mueriendo por dentro, soportando que alguien más sea feliz a costa de tu miseria. ¿Cómo pudiste tolerar aquello? ¿Tan mediocre te creías ? No me molesta el echo de que ahora estén juntos, me molesta que te hayas amado tan poco. --Dijo por fin, luego de haber permanecido en silencio, por más tiempo de lo que hubiese deseado. --No, no tuviste que ver con su separación, pero si así hubiede sido; yo hubiese sido la primera en aplaudirte , por tener la valentía de hacer lo que te hacía feliz por sobretodas las cosas. Me parece ridículo lo que hiciste, Emilia, aguantar todo aquello ¿para qué? ¿Qué ganaste tú? Además de una hija con alguien que ni querías --. Sus palabras destilaban veneno. Estaba furiosa, era inaceptable para ella reprimir lo que llevaba por dentro. Gruñó por lo bajo mientras se acercaba hasta donde estaba su amiga. Su narcisismo muchas veces le impedía tener empatía hacia los demás, ponerse en su lugar y comprender aquellas desisiones que ella no estaba ni cerca de considerar. La Hawthorne siempre se había priorisado ella, a sus intereses, a los beneficios que podría llegar a obtener y sobretodo su felicidad. Ese era el motivo de su enojo, que su amiga no se quisiera lo suficiente como para ser feliz con la persona que amaba. Se sentó en el borde de la mesa, mientras tomaba otra vez el shot que le había servido. ¿No pudo haber esperado hasta que el alcohol le hiciera efecto antes de lanzarle esa bomba? Al parecer no. Tomó la botella y la empinó, necesitaba más que un shot para atreverse a confesar lo que estaba apunto de soltar. --El amor nos hace est****os y vulnerables, por eso mi historia con...--Un nudo se le formó en la garganta, era incapaz de pronunciar siquiera su nombre, pero a esas alturas no hacía falta, su amiga sabía de quién se trataba-- acabó así. --Desvío la mirada, sintiendo aun un profundo dolor en su pecho. Detrás de esa enorme coraza no sabía qué había, si un corazón de hielo o una enorme herida. Pestañeó varias veces, intentando borrar aquellos pensamientos que se habían apoderado de su mente, recordarlo siempre le dejaba un mal sabor de boca, después de todo él había sido el único hombre capaz de desnudar su interior y descubrir quien era Isabella Hawthorne realmente. Cerró los ojos un momento buscando paz.-- Habla.-- Sentenció. @@Emilia Malraux

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