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Isabella Hawthorne R.

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Todo lo publicado por Isabella Hawthorne R.

  1. --Obviamente, prefiero los juguetes antes que los hombres y por el contrario, estoy en busca de algo que no me persiga por años y que al menos, pueda darme placer y no dolores de cabeza --.Por su puesto que se refería a él, a donde quiera que vaya terminaba encontrándose con Alec, <<qué porquería de suerte>> se dijo a sí misma mientras cruzaba sus brazos enfrente de cuerpo. Rió con desdén mientras fijaba sus penetrantes ojos sobre los del Malfoy, esperando que haya captado la indirecta. --Concuerdo, cariño, me harías sentir mucho más que este par sin duda alguna --Le devolvió el beso aereo a su amiga con picardía. Sabía que la Gaunt debía darle algo mucho más fuerte que una botella de vodka si pretendía que Isabella esté con ella ya que si algo le encataba era la virilidad; pero no podía desaprovechar la oportunidad para lanzarles un poco de veneno. No cabía duda para ninguno de los presentes que la relación que tenían ambos había sido un fracaso. Lo que sí era sorprendente era que ninguno de los dos se tomaba en serio lo que soltaban, en otros tiempos Isy ya habría tratado de ahorcarlo y Alex la hubiese mordido. Y sí, a veces extrañaba sus mordidas--Hablando de fantasmas ¿No está por aquí Sirius? Él me ha hecho sentir mucho más que tú --. Sus finos dedos juguetearon con el cabello castaño claro, dándole una caricia desvergonzada en el cuello. -- Para ser pesadilla, bien que aún sigues soñando conmigo --. Murmuró pegada a su rostro para alejarse con brusquedad. Ambos sabían que además de odiarse se atraían, coqueteandose el uno al otro de esa particular manera; polos opuestos que lo único que hacían era provocarse hasta terminar envueltos en una situación inesperada para ambos. Chasqueó la lengua, avanzando hacia Mery para tomar asiento junto a ella. --Estoy ebria por tu culpa, creo que me he equivocado de Callejón. -- Se sinceró, cosa que solo podía hacer con alcohol en su sistema; de otra forma jamás hubiesr admitido hacerse equivocado. Tomó la botella que estaba al lado de su amiga y volvió a darle un trago. La sustancia trasparente le quemó la garganta, tosió. -- Llévame a esa fiesta ahora mismo-- relamió sus labios mientras se cruzaba de piernas--. Alec como siempre, ya me aburrió. @@Mery Gaunt Karkarov @ @
  2. La idea de que Hugo se encontrara a solas con su hermano le preocupaba, aquel elfo lo único que hacía era meterse en problemas si ella no lo mantenía ocupado. Pero confiaba en que quizás Frack podía mantenerlo bajo control y no dejarse manipular por aquella mirada que aparentaba inocencia. El elfo sin lugar a duda era muy parecido a su dueña, malicioso, manipulador y sobretodo dramático. Si Franck había podido lidiar con la <<Issy>> berrinchuda y malcriada de años atrás, confiaba en que aquel elfo no sería un problema. Se relajó en el asiento, mientras observaba con detenimiento a su compañera, la conocía tanto como para percatar que la mujer que había conocido hace años atrás, había madurado, tanto que se había tragado algún comentario sobre el rastro de labial rojo que había sobre los labios del Lovegood, que seguramente no había pasado de ser percivido. Le agradeció al Señor Tenebroso por eso. Lanzó un suspiro de alivio que estaba conteniendo, pero no iba a bajar la guardia, en su cabeza había empezado a fabricar algunas posibles respuestas. Una expresión de confusión apareció en aquel semblante inexpresivo que la caracterizaba. Se enderezó, y sus finos dedos juguetearon con el filo del borde del vaso que la Malraux le había servido. Sabía que si necesitaba alcohol de por medio aquello no pintaba nada bueno.-- Cheers -- Murmuró levantando la copa en dirección a la pelirroja y, de un solo sorbo lo terminó. El sabor amielado recorrió su garganta mientras disfrutaba del sabor mientras fijaba sus obres plateados sobre los de Emilia. Un golpe seco, mucho más fuerte que el esperado azotó la mesa, haciendo que el cristal se partiera en mil pedazos. --*****, Emilia -- Maldijo en lo alto al mismo tiempo que se ponía de pie y empezaba a abanzar dando vueltad por todo el salón.--¿Tanto te costaba haberme mandado una lechuza? --. Le soltó con más veneno del que esperaba. Llevó una de sus manos a las sienes mientras intentaba recuperar la compostura. Sabía que la pelirroja no tenía la culpa, si ella no se hubiese ido, quizás se hubiese enterado de esa situación mucho antes; pero ella jamás reconocería aquello. Volvió en sí deteniendose en seco mientras observaba a Emilia por las espaldas, relajando sus facciones mientras le soltaba con frialdad.--He invitado a Kust al banquete --. El silencio incómodo invadió el ambiente, el aire estaba tan denso que le costaba respirar. Masajeo su cuello con su mano hábil, la izquierda, mientras cerraba los ojos intentando volver a relajarse. -- Si lo hubiese sabido lo hubiese podido evitar... Pero necesito hablar con ella sobre... un asunto importante. Con un poco de suerte, no vendrá, no me ha respondido --. @@Emilia Malraux @ Dale que quiero drama *lo pateo*
  3. --¿Y cómo sabes como me gustan a mí?-- Indagò mientras chasqueaba los dedos y aparecía una botella de vodka sobre el escritorio de la recepción. Tomó la botella y le dio un trago largo. -- Bueno, si compartimos los mismos gustos eso podría resultar interesante --. Soltó una sonorosa carcajada mientras le pasaba la botella a su amiga. Sabía que a ninguna de las dos le iban las chicas, pero no pudo evitar soltar aquel comentario. Antes de que pudiera decir otra cosa, una voz bastante familiar la dejó atónita. Pestañeó varias veces tratando de volver en sí y, al girar sobre su propio eje, se topó con los familiares ojos de Alec. Lo recorrió con la mirada, de pies a cabeza mientras esa típica sonrisa maliciosa se reflejaba en su rostro. --Alec, cariño... parece que viste un fantasma --. Avanzo lo sufiente como para intimidarlo con la cercanía de sus cuerpos. Rozó con sus dedos las frías mejillas del castaño, sonriendo aún más. -- Yo no tengo la culpa de ser exigente y que los niños, como tú, se asusten --. Besó su mejilla, dejandole la marca de sus labios y se alejó, con un ligero contoneo de caderas que sabía que al Malfoy le encantaba. La historia de amor que había compartido con Alec había sido un desastre, la cual había terminado con un crimen pasional. Ellos dos no pegaban ni con cola, tampoco podían tener una conversación civilizada porque al fin y al cabo terminaban discutiendo o a los besos. Avanzó hasta donde estaba Mery:-- No te dejes engañar, querida, él puede ser nuestra nueva mejor amiga. Otra vez aquella sonrisa sarcástica aparecía en su semblante, mientras alcanzaba a percibir los tranquilos pasos de un hombre saliendo del mismo lugar de donde habia aparecido Alec. --¿Ves? Te lo dije, a Alec le van más los hombres...-- Sí, por más que habian hecho las pases en un pasado, la Hawthorne no podía desperdiciar la oportunidad para fastidiarlo. Hizo una pausa para recorrer al Ravenclaw con la mirada, aquello le venía como anillo al dedo. --Isabella Hawthorne Ravenclaw-- se presentó, pasandole le mano al asiático, quién al parecer era su pariente lejano. La sonrisa burlona se ensanchó al mismo tiempo en el que sus obres color plata se fijaban en los celestes del vampiro. -- ¿Tienes un fetiche con los Ravenclaw's, cariño? Rodeó a la peliroja con un brazo, mientras le dedicaba una mirada traviesa, justo de eso estaba hablando cuando le mencionaba que se iban a divertir más de la cuenta. --Buscábamos un sex shop, pero creo que me he equivocado de sitio --. Chasqueo la lengua, arrebatandole la botella de la mano y, después de haberle dado un trago, les ofreció la botella a los masculinos. @@Mery Gaunt Karkarov @ @
  4. -- No te molestes en preguntarte qué hago aquí, lo mejor será que aproveches el tiempo que me tienes ... Puede que les cumpla un deseo antes de irme -- Se volteó solo para contemplar a Emilia por sobre su hombro por un momento, a pesar de todos los años que habían pasado, la Isabella que ella había conocido seguía allí. Le guiñó un ojo antes de seguir avanzando hasta el comedor. Sí, debía aceptar que el perder su propio hogar en manos de los integrantes de la Orden del Fénix le seguía doliendo, las imágenes del Castillo en llamas y gran parte de el derrumbado estaban presentes en sus recurrentes pesadillas. Aquella gente indeseable la habían perseguido por años y, por primera vez se aventuraba a regresar a casa, a traer a Becan otra vez con sus primas, a verlo jugar y divertirse como cualquier niño a su edad... a intentar tener una vida normal, cosa que ni ella estaba segura de poder lograr. El olor a café invadió sus narices, mientras que el dulce aroma a pastel hizo que se le hiciera agua la boca. Hugo había preparado la mesa como a ella le gustaba, vajilla y mantendría blanca , las flores adornaban el centro de la mesa en una armónica gama color pastel y pops mas intensos en carmín, y los utensilios de plata estaban recién lustrados, el elfo realmente se había esforzado para que ella se volviera a sentir como en casa. Sus pupilas fueron directo hacia la torre de pastelitos con crema y sin poder resistirse tomó uno y se lo llevó a la boca. Sus ojos brillaron al escuchar su apodo, aquel que hacía muchísimo nadie se atrevía pronunciar, como si se tratase de personas diferentes y quizás lo era, ni ella sabía si había aún algo de <<Isy>> en su interior o si <Isabella>> ya la había devorado por completo. Volvió su mirada hasta el Lovegood intentando recordar lo que había dicho, sus labios se curvaron con dulzura, dejando notar aquel par de oyuelos que adornaban su semblante. Se limpió la crema que tenía en la comisura de los labios y habló: -- Todo tuyo, pero te advierto que no es bueno acatando órdenes-- Volvió su mirada al elfo, quien miraba a su ama con una sonrisa forzada, aprentando los dientes. -- Intenta comportarte, Hugo, y obedece al patriarca --. Le advirtió, fijando su mirada en los ojos saltones de la criatura. Lo conocía a la perfección y sabía que era capaz de cualquier cosa con tal de fastidiar al Lovegood, quién no le agradaba. Tomó asiento en su lugar favorito mientras le daba el último mordisco al pastel. --Beck, cariño... ¿Por qué no le pides a la abuela Rowena que te designe una habitación? --. El niño miró a su madre desconcertado, tratando de tragar los macarrons que se había metido en la boca. Asintió, tomando el jugo de naranja y, limpiandose con la manga del pijama le respondió -- Está bien ma --. Se puso de pie para plasmarle un sonoroso beso en la mejilla a ambas féminas y luego salir corriendo. -- Por fuera podrá parecerse mucho a Drake, pero por dentro, es igual a mí cuando tenía su edad--. Un suspiro se le escapó de entre los labios, al mismo tiempo que regresaba a Emilia, quien había estado mirando la situación un poco aturdida. --Mon chéri... supongo que tu visita se debe a algo más que venir a desayunar conmigo, esa mirada te delata.-- La acusó mientras tomaba un trago de café, manteniendolo en la boca para que sus papilas gustativas se deleiten con el fuerte sabor. ~HUGO~ --Hugo hace esto solo por su ama --. Mascullaba mientras arrastraba los pies, casi pisandole los talones al joven mago. -- Hugo hará que el joven Franck se arrepineta --. Continuaba diciendo por lo bajo, procurando que nadie lo escuchara, mientras frotaba su afilada barbilla.-- ¡Se arrepentirá!--. Soltó un poco más fuerte, inmediatamente se llevó la mano a la boca. --Na- Nadie puede saberlo, no no no, calla, calla, calla...--.Se tapó la boca para evitar revelar en vos alta su terrible plan. Frotó sus pequeñas manos mientras fruncía el ceño y aquella particular sonrisa torcida aparecía de nuevo en su semblante. Hugo apatentaba ser adorable, con esos enormes ojos azules, la nariz respingada y su pequeña estatura, era considerablemente más bajo que el resto de los elfos; pero no, era muy astuto y malvado de lo que cualquiera se podía imaginar. Si algo le encantaba hacer era molestar a los magos que se atrevían a coquetear con su ama. Todo iba a salir conforme al plan. Se le escapó una risilla mientras se interponía en el andar del Lovegood. --Señor, la cocina marcha a la perfección -- aseguró mientras juntaba ambas manos y jugueteaba con sus huesudos dedos-- la ama Isabella me pidió remodelar su habitación, y nadie conoce sus gustos mejor que usted ¿podría ayudarme? --. Y, antes de que el mago pusiera alguna resistencia y que no aceptara la propuesta, lo tomó del brazo y tras un liguero <<crack>> desaparecieron. El elfo percibió el aroma inconfundible a la Banshee, dulce y embriagador, no tenía que abrir los ojos para saber donde se encontraba. La habitación de la menor de las Ravenclaw's estaba tal cual como lo había dejado cuando tenía tan solo dieciséis años. La misma decoración en tonos pasteles, el mismo cubrecamas, el mismo florero con sus flores favoritas. Los retratos familiares colgados en la pared, incluso el libro de pociones estaba abierto sobre la mesa de noche, como si el tiempo se hubiese detenido el mismo día en el que ella se había marchado. --Hora de empezar, tenemos mucho por hacer--Chasqueó los dedos, y por consecuencia de eso, las gabetas de los escritorios se abrieron sacando todo su contenido y esparciendolo por todas partes. Las fotos y las cartas volaron por el aire, seguido de los zapatos y de varias prendas viejas que estaban dentro del armario. @@Emilia Malraux @
  5. Percibió la calidez de los labios del Lovegood sobre la tersa piel de su cuello, haciéndola estremecer , dejándola sin aliento por un efímero instante. Se volteó, permaneciendo aún entre sus brazos, sintiendo la calidez de su aliento sobre su rostro. Rozó su nariz con la suya, dándole una tímida caricia al mismo tiempo que levantaba la mirada y lo contemplaba a los ojos. Su penetratante mirada color plata se fijo en los azulados ojos del muchacho; por primera vez, después de muchos años, volvía a mirarlo a los ojos. Su dedo índice se deslizó lentamiente por su pecho, y sin apartar la mirada le susurró, apenas moviendo los labios: -- Algunas cosas jamás cambian... ¿verdad, Franky? <<Franky >> Como solía llamarlo cuando eran niños, aquella palabra resonó en su cabeza detonando varios recuerdos que vimieron a su mente como fragmentos de una película. Se apartó de una forma tajarnte, apartando la mirada mientras sentía como se le secaba la boca. Tragó saliva. Estaba completamente consiente de que aquel jueguito de mier** lo había empezado ella, cuando lo besó por primera vez al lado de la chimenea; desde aquel entonces entre ambos nada había sido igual. Aquella cercanía les tocaba una sensible fibra que era incluso más fuerte que ellos. Sumergida en sus recuerdos asintió, sin comprender lo que su hermano le había dicho y, antes de que pudiera preguntar la tomó de la mano y la llevo hasta el vestíbulo. El Lovegood entrelazó sus dedos y ella inevitablemente juntó el entrecejo. Había pasado demasiado tiempo desde la última vez que se vieron, y se había acostumbrado tanto a la frialdad de Liam, que había olvidado lo empalagoso que podía llegar a ser, no había cambiado en ansoluto, al menos no esa parte de él. Una descarga eléctrica hizo énfasis en la palma de su mano, la sensación de ardor y aquel molesto cosquilleo se extendió por todo su brazo, obligándola a soltar el agarre. Volvió a mirarlo, preguntándose si él también lo había sentido, pero antes de que pudiera decirle algo él ya había abierto la puerta. Carraspeó, sin dar crédito a la particular presentación de su hermano. --¡Malraux! --. Articuló con aquel aceto Francés que la caracterizaba. Avanzó hasta el umbral de la puerta, extendiendo los brazos para abrazarla. Sí, para sorpresa de todos la había estrechado entre sus brazos, cosa que no acostumbraba hacer con mucha frecuencia; pero debía admitir que la había extrañado, después de todo Emilia significaba para ella algo parecido a una hermana. La ventisca le arremolinó los finos cabellos de su cabeza, haciendo que un escalofrío recorriera su cuerpo. --No te quedes ahí parada, está helando-- . La invitó a pasar mientras cruzaba sus brazos delante de su cuerpo y frotaba sus brazos intentado recuperar el calor corporal. Hugo (Elfo doméstico de Isabella) La criatura se encontraba observando la situación detrás de la puerta, mientras se estiraba las orejas y apretaba los labios, conteniendo los gruñidos meintras mascullaba por lo bajo -- Sueltala, sueltala sueltalaaa. Se llevó ambas manos a la boca ahogando los chillidos y al mismo tiempo que daba brincos, intentando no intervenir, hasta que los vio tomados de la mano. -- No, no no. Hugo no lo va a permitir. No, no, no. Chasqueó sus huesudos dedos, mientras que con la otra mano se tapaba los ojos, intentando no ver el redultado de lo que acababa de hacer. Una chispa de electricidad llegó hasta la mano de su ama, la descarga eléctrica fue lo suficientemente fuerte como para que ambos se soltaran. Hugo sonrió con malicia, lo había logrado. --TIA EMILIA, TIA EMILIA --. Se escuchó desde el piso superior, un niño castaño bajó como flecha las escaleras, abrazando a su tía por la cintura con la dulzura que lo caracterizaba. Los ojos azules de Becan brillaron de alegría, hacía tanto tiempo que su madre lo había alejado de su familia, que su corazón desbordaba de felicidad. Había crecido tanto, que era el vivido retrato de su padre, alto, cabello castaño, ojos tan azules como el mar, a excepción de su sonrisa, ésta ultima era igual a la Isabella. --¿No ha venido Anna? --. Inquirió, recorriendo con la mirada todo el salón en busca de su prima, pero no la encontró. La sonrisa se le apagó, hasta que se percató de la presencia masculina. --Hola--. Murmuró, dedicándole una sonrisa tímida por no haberlo saludado antes. Hugo salió de du escondite, aún con la sonrisa plasmada en el rostro. Hizo una reverencia a todos los presnetes justo antes de decir: --El desayuno está servido, ama. @ @@Emilia Malraux
  6. Su risa resonaba en los oscuros y desolados pasillos del Callejón Diagon, eran pasadas las siete de la tarde, la noche parecía caer como un suave velo azul marino sobre la ciudad y las calles que antes estaban desbordadas por decenas de magos y brujas, ahora estaban silenciadas, el terror invadía a algunos luego de que el Ministro anunciara la revelación de la magia ante los muggles; cosa que a ella en ese momento no le importaba. —Vamos... Sé que te gustará— . Logró modular luego de haber soltado una carcajada que hizo que sus ojos se cristalizaran. Giró torpemente sobre su propio eje, quedando justo en frente de su acompañante. Aún mantenía aquella sonrisa risueña y la mirada pícara. Extendió uno de sus brazos, para alcanzar la mano de aquella mujer de cabellos colorados, obligándola a caminar más rápido. Había olvidado la última vez que había disfrutado un par de copas y la buena compañía, pero lo que sí recordaba era cada una de las aventuras que vivía junto a la Gaunt, sin contar la última vez, en donde estuvo amordazada en el ático un par de horas por haber intentado golpearla. Sí, Isabella a veces perdía los cabales y pensaba que todo el mundo podría ser una amenaza. — Además, te ayudará a no traer esa mala cara por las mañanas— . Le cerró un ojo a modo de complicidad mientras sonreía con picardía, divertida. Vaya que la situación la divertía, de solo ver las mejillas ruborizadas de su mejor amiga hacía que no pudiera contener la risa, además de que los shots que se habían tomado en aquel bar, ya iban surgiendo efecto y su ebriedad se hacia notar en no poder mantener la compostura. Trastabilló con un adoquín sobresaliente, su cuerpo se tambaleó hacia el costado haciéndola perder el equilibrio, pero no lo sufiente como para hacerla caer. Levantó la mirada hacia Mery y volvió a reír, se llevo una mano hasta la boca, tratando de disimular el vívido color de sus mejillas delatando lo vergonzosa que le parecía aquella situación. Justamente por eso detestaba beber de más, la torpeza invadía su cuerpo y, la orillaban a terminar haciendo o diciendo cosas por las cuales luego se arrepentiría. Sus ojos plateados resplandecieron al ver la fachada de aquel lugar, completamente vidriado y de mármol blanco. Sus pasos atropellados lograron pasar la puerta, una vez allí adentro, enarcó una ceja, un tanto confundida. —Vamos, quizás es sólo una fechada —. Intentó convencerse un poco desanimada. — Te juro que lo vi por aquí..—Sus obres recorrieron todo el lugar, pasaron por los osos gigantes de peluche, juguetes de madera, las manualidades y juegos de mesa. Se enderezó, no dando crédito a lo que sus ojos observaban en ese momento. Avanzó a paso decidido hasta la recepción, aguardó un momento recuperando la compostura, chasqueó la lengua para soltar sin más — Estamos buscando un dildo para mi amiga —. Giró para contemplar a Mery e inquirió — ¿Como cuáles te gustan?
  7. La oscuridad de la noche penetraba toda la comunidad mágica mientras una figura femenina se escurría por los callejones en dirección al Castillo Ravenclaw. Las gotas finas de sudor se escurrian por su frete y provocaban que el cabello se le pegara a las sienes. El suave rocío mojaba la capa de viaje impermeable que llevaba aquella noche, mientras que la capucha de la misma le cubría el rostro y su largo cabello rubio platinado, dejando que algunos de sus mechones escaparan por la parte inferior de la gabardina. Todo se había salido de control, definitivamnete aquello no debía haber ocurrido de esa manera... Sacudió la cabeza de un lado a otro mientras su visión se nublaba torturandola con fragmentos de recuerdos casi tangibles de lo que acaba de hacer. Sus pasos atropellados resonaban por las calles adoquinadas, pero ella no era capaz de percibirlos . El bombeo de su corazón se había apoderado de todos sus sentidos, haciéndola perder la orientación. Se paró en seco y, llevándose una de sus manos a la cabeza, empezó a mirar en todas las direcciones esperando poder recordar qué rumbo debía tomar. Un temblor la hizo parar en seco sobre la acera. Pestañeo varias veces mientras intentaba reconocer el camino, pero no lo lograba, la adrenalina se estaba apoderando de su cuerpo. Apretó la varita de cedro que empuñaba en su mano izquierda, tan fuerte que sus nudillos se tornaron blancos. Empezó a girar sobre su propio eje, gimoteando desesperada hasta que sintió que alguien le tocaba la espalda. Gritó. Despertó dando un brinco, aún escuchando su propio alarido retumbando en su cerebro. Se sentó en la cama, observando como aquel niño de ojos azules la miraba con preocupación, había sido él quien la había tocado. Suspiró aliviada, acariciando el cabello rubio de su hijo. -Sólo fue un mal sueño-. Le explicó mientras besaba su mejilla-. Intenta seguir durmiendo. Había llegado el día anterior junto con Becan y su elfo doméstico, pero nadie de la familia se había percatado de ello, a excepción de Rowena, a aquella fantasma no se le escapaba nada. La Hawthorne sabía que aquel secreto se le iba a escapar en cualquier momento, por eso había tomado la decisión de dejarse ver por algún que otro familiar. Continuó acariciando el cabello del niño de diez años hasta que se volvió a dormir. Sus labios en forma de corazón se curvaron, mostrando una sonrisa genuina la cuál hacía mucho tiempo que no aparecía en su semblante. Había luchado tanto tiempo por volver a tenerlo a su lado y por fin, después de meses lo había conseguido. Se levantó de la cama y, estirando ambos brazos a los laterales de su cuerpo, la bata que estaba colgada en unos de los percheros se amoldó a su cuerpo, ajustándose perfectamente a su cintura. Era temprano por la mañana, al asomar la cabeza por la puerta pudo escuchar el ruido de las vajillas, chocando unas contra otras y acomodandose para un gran banquete. El aroma a pan, galletas y pasteles recién horneados llegaron hasta su nariz, haciendo que su estómago sonara ¿cuánto tiempo había pasado desde la última vez que había deborado un pastel? No lo recordaba, pero el olor que emanaba desde la cocina le indicaba que era buen momento para tomar el desayuno. Sus pies descalzos se deslizana por el frío mármol de las escaleras, sintió un escalofrío que le recorrió el cuerpo, apresuró el paso hacia su objetivo mientras empezaba a escuchar el correteo de los elfos y sus respectivas discusiones a cerca de como le gusta a su amo el orden de los cubiertos. ¿Mi padre estará celebramdo su divorcio? ¿O se volverá a casar? Se preguntó mientras empezaba a ver como las guirnaldas se movían sobre su cabeza y se posicionaban al rededor del barandal de las escaleras. Un muchacho castaño hizo su aparición desde uno de los tantos pasillos que se conectaban con la sala principal, lo veía de espaldas, al principio le costó reconocerle, hasta que lo escuchó murmurar en voz alta, pensamientos que la Banshee no comprendió desde lo lejos. Rió para sus adentros y, acercándose lo suficiente por su espalda le susurró al oído son su tan característica voz:- El rubio te sentaba mucho mejor. Sus dientes rozaron la piel de su oreja, definitivamente a Isabella Hawthorne no le importaba violar el espacio personal de los demás, sonrió para si misma y, antes de que su medio hermano se volteara, se escabullo por uno de sus costados, avanzando hasta la cocina.-Hugo, prepararme un café con mucha azúcar. @@Keaton Ravenclaw @
  8. Todo había ocurrido en menos de un minuto, la entrada de la casa estaba relativamente llena, con más de una persona gritando muy haciendo los típicos escándalos familiares. Isabella había perdido la costumbre a todo aquello, tanto que apenas podía escuchar su propia voz dentro de su cabeza. La situación la había empezado a abrumar y apenas llevaba allí cinco minutos. El ruido del cerámico romperse atrajo su atención hasta la cocina, seguido del óxido olor a sangre que detonó un ensordecedor pitido dentro de su cabeza, exactamente el mismo que emitían los boxes en el L.A.I.C, aquello no indicaba nada bueno, alguien había sido terriblemente herido a causa del derrumbe, lo sabía porque podía oler aquella cantidad se sangre hasta la entrada. Se escurrió hasta la pequeña habitación sin pedir permiso haciendo caso omiso al alboroto que se estaba armando afuera. Avanzó a grandes zancadas hasta llegar a la cocina, sin prestar atención a la atípica decoración del lugar. Se paró en seco cuando llegó al umbral de la puerta; aquella escena la dejó atónita, había una mujer tendida sobre la mesa y la sangre que provenía de su cabeza se había escurrido hasta el piso. — ¡Que ni se te ocurra! —.Clamó advirtiendo la acción del mago y sin perder el tiempo se acerco hasta la mesa y, dándole un leve empujón a Aaron con su cadera, lo aparto. Con sus manos tomó la cabeza de la fémina y, aislando el cabello con la yema de sus dedos, examinó la herida. — ¡Vamos mujer! No te quedes ahí parada, ven a ayudarme — Clavó sus ojos hasta la Black, mitras dejaba reposar a la mujer lo mas derecha posible. Desabotonó su capa e introduzco su mano dentro de uno de los bolsillos, buscando con la punta de sus dedos aquellos pequeños frascos de vidrio que había recuperado esa misma noche de las Mazmorras de su antiguo hogar. Lo único que quedaba en pie de su castillo eran los calabozos y un pequeño espacio en donde ella misma se dedicaba a hacer pociones de todo tipo. Untó un poco de escancia de díctamo sobre el corte, una espesa bruma verdosa se elevó hasta llegar al techo, aclarándose poco a poco haciendo que en cuestión de minutos el sangrado se detenga. Pudo apreciar como la contusión se iba cerrando abriéndole paso a una piel nueva y ya cicatrizada. — ¿De casualidad alguno no tiene la poción <<ojos abiertos>>? — Buscó con la mirada la respuesta en el semblante de Aaron y Goshi. @ @GoshI
  9. La oscuridad de la noche penetraba toda la comunidad mágica mientras una figura femenina se escurría por los callejones en dirección al Castillo Ravenclaw. Las gotas finas de sudor se escurrían por su frete y provocaban que el cabello se le pegara a las sienes. El suave rocío mojaba la capa de viaje impermeable que llevaba aquella noche, mientras que la capucha de la misma le cubría el rostro y su largo cabello rubio platinado, dejando que algunos de sus mechones escaparan por la parte inferior de la gabardina. Definitivamente todo se le había salido de control, absolutamente nada de aquello debía haber ocurrido de esa manera... Sacudió la cabeza de un lado a otro mientras su visión se nublaba torturándola con fragmentos de recuerdos casi tangibles de lo que acaba de hacer. Sus pasos atropellados resonaban por las calles adoquinadas, pero ella era incapaz de oírlos. El bombeo de su corazón se había apoderado de todos sus sentidos, haciéndola perder la orientación. Caminaba cada vez más rápido, intentando escapar de sus de aquellos pensamientos que no dejaban de arremolinarse dentro de su cabeza para pronto estallar. Estuvo al borde del colapso hasta que un temblor leve sobre la superficie de la tierra la hizo parar en seco sobre la acera, trayéndola de vuelta a la realidad. Pestañeo varias veces mientras buscaba con la mirada algo que le pareciera familiar, pero no encontraba nada… No sabía en donde se encontraba. Giró un par de veces, sobre su mismo eje, analizando todo lo que tenía a su alrededor, examinando con deteniendo hasta su propia apariencia. Sus manos estaban manchadas de negro hasta más arriba de sus muñecas, las movió de un lado a otro apreciándolas con detenimiento mientras su entrecejo se fruncía. ¿Cómo había terminado así? Ni siquiera lo recordaba. Bastó tan solo un chasquido para eliminar cualquier rastro de hollín de sus manos, incluso de su ropa. Cuando sus obres color plata se alzaron pudieron divisar la silueta de una bruja a tan solo un par de metros. Goshi Black, con tan solo verla dentro de la cabeza de la Hawthorne se oyó un <<click>> y, en ese mismo momento una corriente eléctrica atravesó su columna vertebral logrando expandirse hasta sus extremidades. La recordaba del Laboratorio de Investigación Clasificaba, donde ella había alcanzado el puesto de Medimago Jefe, en tan solo un par de segundos todos aquellos recuerdos pasaron sobre sus ojos… Los cuerpos desnudos y sin vida de sus compañeros, el olor repugnante de los ungüentos, el sonido que emitían los guantes blancos de látex al golpear sus muñecas y el ensordecedor pitido que emitían los boxes anunciando la llegada de un nuevo paciente. Sin darse cuanta había avanzado hasta la entrada de aquella particular vivienda. — ¡Goshi Black! —Exclamó con su particular acento francés mientras se acercaba aquellas personas. — ¿Qué es lo que está pasando aquí? — Inquirió, haciendo referencia al temblor.
  10. Las palabras que salieron de la boca del Ravenclaw no pudieron engañarla, sabía perfectamente que a algo le estaba ocultando con respecto a la desaparición del Castillo Hawthorne, pero quizás no era el momento de sacarle toda la verdad. Ahora que lo pensaba mejor, aquello había sido algo muy favorable, a partir de ese momento ya no tenía responsabilidades, ya no tenía que hacer más papeleo, ni aguantar a las insoportables visitas. A partir de ahora, tenía todo el tiempo del universo sólo para ella. —¿Casarte? ¿Otra vez? Pensé que aquellas ceremonias ya te había aburrido... ¿cuantos matrimonios fallidos ya llevas? — Desde que la rubia tenía consciencia su padre había pasado miles de casamientos, con hombres, mujeres y quien sabe con cuantas criaturas había tenido hijos.Sin embargo la Hawthorne jamás había asistido a ninguno de sus casamientos, no le extrañaba que esta vez no haya recibido una invitación — Bueno... dice que nunca se es demasiado viejo para el amor—. No, ella ya no era la misma chiquilla que caía en sus redes, sabía que lo que buscaba su padre era verla desquiciada pero ahora disfrutaba con atacarlo de misma manera. Una carcajada salió disparada de su boca, veloz y repentina como una flecha, apuntando justo en la cara del Patriarca. Rió con tantas ganas que sus cuerdas bocales vibraron como nunca antes. —¡¿Crees que te creo?! ¡Claro que me recuerdas! De lo contrario no hubieses venido corriendo, tampoco me hubieses reclamado en un principio —. Negó mientras en sus labios color carmín se mantenían curvos y, avanzaba lentamente por toda la habitación. Se mantuvo en silencio por un rato largo, más largo de lo esperado hasta que por fin habló: — Tengo hambre...— Declaró, girando sobre sus talones hasta quedar en frente del mago — podrías invitar a tu esposo a cenar —. Sentenció relamiendo sus labios fijando sus ojos color plata en los oliva de su padre. @@Keaton Ravenclaw
  11. Errores como estos delatan mi vejez(? xD Gracias CAMBIOS en la primer parte de mi ficha DE: http://i.imgur.com/6K2HbqF.png http://i.imgur.com/pJfnUKh.png http://i.imgur.com/2B8oiBR.png Nombre del Personaje: Isabella Essined Hawthorne Sexo: Femenino Edad: Joven, 20 años Nacionalidad: Francesa Familia(s): *~Hawthorne *~ Ravenclaw Padre(s) Sanguíneo: *~--- Padre(s) Adoptivos: *~ Keaton Ravenclaw A: Nombre del Personaje: Isabella Hawthorne Ravenclaw Sexo: Femenino Edad: Joven, 28 años Nacionalidad: Francesa Familia(s): Ravenclaw Padre(s) Sanguíneo: Keaton Ravenclaw Padre(s) Adoptivos: --- CAMBIOS EN PERFIL DEL PERSONAJE: DE: Raza: *~Demonio. Aspecto Físico: Es una joven de estatura media y presenta una contextura delgada, posee varios atributos como: busto, sus piernas largas y torneadas, su piel es blanca pero no al extremo, ya que en el sol se muestra de un tono bronceado quitándose el aire fantasmal. Su rostro es alargado, sus ojos son de color plata. Su cabello es rubio platinado, largo hasta por debajo de sus caderas y lacio pero con pequeñas ondulaciones en las puntas. Sus labios son carnosos, ni tan gruesos ni tan finos, poseen forma de corazón, tienen un color rosado natural que le da a su rostro un poco de suavidad y delicadeza. Suele delinear sus ojos para resaltar su color y sus labios siempre van teñidos de rojo carmín. Acostumbra a vestir siempre a la moda le encantan los accesorios y la bisutería, no es una chica que pasa de ser percibida, es muy atractiva a la vista de cualquiera. Le encantan los vestidos de dos piezas, las faldas cortas y tops para que realcen su atractiva figura. La chica contiene una belleza natural y característica, heredada de su madre ya que esta era veela, lo cual la convierte en mitad veela, aunque la raza que verdaderamente la caracteriza es la de su padre sanguíneo, el mago era un demonio de fuego al igual que la joven. Cuando presenta emociones muy fuertes, como odio, enojo, amor, tristeza o felicidad, en sus pupilas color plata se detona un pequeño destello color púrpura. Cualidades Psicológicas: Con anterioridad solía ser: narcisista, hasta puede llegar a creerse superior a toda mujer, de corazón duro y frío; no le importan lo que los demás piensen de ella, a pesar de todo eso la gente no la desprecia. Era manipuladora, se basaba en el chantaje ya que se acostumbró a conseguir todo lo que ella desea a la hora que lo desea, estaba dispuesta a conseguir lo que quería, aunque esto signifique que debía pasar sobre otras personas. No le gustaba tratar bien a la gente, era arrogante, egoísta, presumida, le encanta gritarle al personal doméstico; excepto a su elfo Hugo, quien lo acompañó desde toda su infancia, el cual la ama. Hugo es sumamente celoso y sobreprotector con Isabella, odia que individuos del sexo masculino se le acerque, aunque eso es verdaderamente inevitable. En la actualidad es: Una persona más feliz luego de haber encontrado el amor en un chico maravillo, con la que está destinada a pasar el resto de su vida y formar una familia. Es muy observadora y perfeccionista, mira hasta los detalles más pequeños de las personas, animales u objetos que la rodean. Odia el desorden. Le encanta tomar largos baños por la noche y más si está acompañada por una caja de ranas de chocolate. Se convirtió en una persona amorosa, a la que le gusta vivir y estar feliz. Aún su lado negativo no se ha ido por completo, ya que la picardía se apodera de ella, le sigue gustando cobrar venganza y hacer travesuras y/o maldades a terceros. Historia: <<Pasado>> Isabella nació un 7 de Diciembre para invadir con su luz aquel helado invierno que cubría a Inglaterra. La joven era perteneciente a la familia Hawthorne. La familia Hawthorne tiene un linaje real y fue fundada por reyes, duques, condes y guerreros, aunque desgraciadamente los Hawthorne comenzaron a desaparecer en el siglo XX, tras el inicio de la Primera Guerra Mágica. Por desgracia los Aurores se llevaron consigo la vida de los padres de Isabella cuando ella solo era un bebé. Hugo, el elfo que aún sigue velando por ella, la envió a la familia Ravenclaw, la cual, le abrió los brazos a la pequeña recién nacida. Su padre adoptivo fue Keaton, quien la cuidó hasta la adolescencia. Esta etapa fue bastante dura para Isabella, el hombre que para ella era su padre no resultó serlo, pertenecía a otra familia de la cual no sabía de su existencia. Todos estos acontecimientos acarrearon problemas para su salud, dejó de comer, su salud empeoraba cada vez más. Esto llevó a Keaton a mandarla a internado de rehabilitación en Francia. En ese internado pasó más de cuatro años, el aumentar de peso se le volvía cada vez más difícil, cada vez que subía uno bajaba dos y así sucesivamente. Estaba tremendamente deprimida, no tenía amigos, su carácter le jugaba en contra, cada vez que un muchacho con buenas intenciones se le acercaba ella lo insultaba. No quería a nadie cerca solo a su familia, pero ellos la habían abandonado. Un día apareció un chico nuevo en la “ronda de convivencia” que hacían, esas rondas consistían en contar los problemas de cada uno, conocerse mejor y compartir en grupo para hacer nuevos amigos. El chico se llamaba Scott**, era el único chico que había llamado la atención de Isabella, sus historias era bastantes parecidas, tenían problemas similares los cuales los unía. A los pocos meses los jóvenes se habían emparejado, se ayudaban mutuamente y se brindaban el apoyo y cariño que su familia no podía darles. Pasaban los años y los jóvenes eran inseparables, cuando cumplieron su mayoría de edad se comprometieron para pasar el resto de sus vidas juntos. Se mudaron a una mansión en la ciudad, sus familias los frecuentaban y todo era “normal”. Ella al poco tiempo quedó embarazada de una pequeña niña, todo era perfecto hasta un día. Ese día común y corriente, el cielo estaba soleado, no se asomaba ni una nube, por alguna extraña razón Isabella se sentía bastante incómoda cuando se quedaba sola en casa, y ese día estaba sola... Decidió ir a la biblioteca que tenían en el sexto piso, necesitaba distraerse, la ansiedad la estaba matando necesitaba que su esposo llegase pronto, pero nada podía hacer para que eso pase, ya que estaba en el Ministerio, trabajando. Recorrió la biblioteca en busca de algo interesante y encontró un libro titulado “La Curiosa” hacía referencia a una niña que había sido poseída por un demonio. La lectura estaba interesante hasta que escuchó el tintineo de las llaves de la casa, pensó con inocencia que se trataba de su esposo, Scott. Sonrió y miró fijamente la puerta de entrada de la biblioteca en la cual se hallaba. Los pasos se dirigieron hacia la habitación, la puerta rechinó al abrirse y una figura demoníaca se asomó por esta con una sonrisa perversa en su rostro. El príncipe demoníaco poseyó a la muchacha haciéndola adaptar una figura diferente. Sus ojos se tornaron completamente negros hasta la esclerótica, su cabello se tornó negro opaco y su piel tan blanca como la nieve. Erick, reclamó la vida del muchacho a cambio de la de ella y de la criatura que traía en su vientre, Scott no se negó y se entregó al príncipe, quien devoró su alma en cuestión de segundos. Pero no todo lo que había prometido era verdad, ya que también se llevó con él la vida de la pequeña niña. Isabella despertó en San Mungo un par de días después, desde ese momento ya nada será igual para ella. Desde entonces ha viajado al Inframundo, se ha convertido en demonio y aún es perseguida por el príncipe demoníaco. <<Actualidad>> Encontró a su verdadero hermano y juntos decidieron reabrir el castillo Hawthorne para poder crear lazos de sangre nuevamente, sabía que más familiares estarían perdidos por el resto del mundo y quizás un antepasado pueda contestar todas sus preguntas. No ha quedado ningún registro sobre lo que había sucedido con los demás Hawthorne’s, lo cual era una verdadera lástima ya que los chicos querían conocer más sobre sus raíces. Hace muy poco tiempo descubrió que todo lo que había sucedido con Scott había sido solo una mentira, los recuerdos que tenía del mago eran falsos, ya que este nunca existí. Todo fue obra de Drake Viatore, el muchacho con el que en realidad pasó ese año y medio en Francia, pero le borró los recuerdos para evitar ponerla en peligro y así salvar su amor que su familia quería destruir. Ahora, los jóvenes se vuelven a encontrar, y a revivir ese amor que jamás morirá. A: Raza: Banshee Aspecto Físico: Aspecto angelical característico de su raza, sus rasgos son delicados rozando la perfección. Tiene unos labios seductores en forma de corazón los cuales siempre van pintados de rojo carmín. Ojos grandes de color plata, nariz pequeña y su rostro es oval. Su cabello es rubio platinado, largo hasta por debajo de sus caderas y lacio pero con pequeñas ondulaciones en las puntas. Presume una figura curvilínea sin ser demasiado voluptuosa, piernas largas y torneadas de tez blanca deslumbrante. Es muy exquisita a la hora de vestir, todo le sienta bien, pero adora vestir gabardinas, blazers, capa de viaje y vestidos entallados a su figura usualmente de color negro o rojo. Le encantan los accesorios y la bisutería, no es una chica que pasa de ser percibida. Cualidades Psicológicas: Isabella Hawthorne es una mujer narcisista, de corazón duro y frío, a pesar de todo eso la gente no la desprecia, por el contrario, es tan encantadora que utiliza sus capacidades para chantajear a las personas que la rodean. Inteligente, audaz y calculadora; es muy difícil de engañar. Arrogante, egoísta; presumida y dramática. También le encanta gritarle al personal doméstico; excepto a su elfo Hugo, quien lo acompañó desde toda su infancia, el cual la ama. Hugo es sumamente celoso y sobreprotector con Isabella, odia que individuos del sexo masculino se le acerque, aunque eso es verdaderamente inevitable. Es muy observadora y perfeccionista, mira hasta los detalles más pequeños de las personas, animales u objetos que la rodean. Odia el desorden. Le encanta tomar largos baños por la noche y más si está acompañada por una caja de ranas de chocolate. Sus ideales siempre serás oscuros, sin importar las circunstancias por las que esté pasando. Historia: EN PROCESO Links de Interes http://i.imgur.com/peE3JtI.png *~Link al Perfil de Comprador MM: 235 *~Link a Bóveda Personal: Bóveda nº 96242 *~Link a Bóveda Trastero: --- *~Link a Bóveda de Negocio: Bóveda N° 106838 Negocio A brillar mi amor *~Link a Bóveda Familiar 1: Bóveda nº 104952 Familia Hawthorne *~Link a Bóveda Familiar 2: Bóveda 101487 Familia Ravenclaw A Link al Perfil de Comprador MM: 235 Link a Bóveda Personal: Bóveda nº 96242 Link a Bóveda Trastero: --- Link a Bóveda Familiar 1: Bóveda 101487 Familia Ravenclaw Tambien vengo a traer nuevos Banners Y especifico que quiero que la FUENTE sea la predeterminada al igual que el tamaño pero el color "principal" sea el #990099 (TEXTO EN NEGRITA) y secundario el #990066 (TEXTO EN CURSIVA) traigo un ejemplo : Objetos Mágicos: Objeto: Varita Clasificación: AA Puntos de Poder: 20 Objeto: Moto Voladora Clasificación: AAAA Puntos de Poder: 80 Objeto: Espejos Comunicadores Clasificación: AAA Puntos de Poder: 40 Objeto: Cámara de Fotos Mágica Clasificación: AA Puntos de Poder: 20 También pido que la imagen principal este centrada! GRACIAS!
  12. HOLA! vengo a pedir un cambio en mi ficha EDITO: No se por que la imagen no me sale centrada T_T porfi podrian ponerla bien? Gracias
  13. Hola! vengo a solicitar los sigueintes cambios!!! Gracias -Nombre de la Bóveda: Bóveda de Isabella Hawthorne -Link a la Bóveda Personal: Bóveda nº 96242 -Trámite a Realizar: Cambio de la familia Atikisn a la Ravenclaw 3.-Link del tópico de registro de sus familias: Familia Nº 1: Familia Ravenclaw 4.- Link a las bóvedas de sus familias: Bóveda Familia Nº 1: Boveda nº 101487 Familia Ravenclaw
  14. @ DIOS BENDITO!!! Mujer explícame como es que ya tienes mi pedido listo? Si lo he dejado apenas anoche D: ME HA ENCANTADO TODO!! es más, creo que pondré la verde muchísimas gracias, sabía que no me decepcionarías <3 Con respecto a lo de las letras, me ha encantado también.... los efectos me encantan como quedan pero creo que es una letra tan finita que no se alcanza a apreciar del todo!! Que maravilla! Sabía que iba a quedar conforme pero jamás pensé que tanto, es más quiero correr y editar mi ficha de una buena vez
  15. Cissy de mi cora!!! AÚN ESTOY ENAMORADA DE TODAS LAS FIRMAS QUE ME HACÍAS EN LA MARCA! Por eso es que acudo a tí!! asi que vengo a volverte loca un rato mil perdones También quería pedirte los textos "decorativos" para las fichas, con el nombre de mi personaje y demás... en un color que vaya en combinación con las imagen que elijas y me gustarían que fueran no tan tan llamativas, Isabella tiene un perfil mortifago y me gustaría que sea en combinación a eso, también es un poco "delicada" y "clásica"... así que si encuentras una fuente en cursiva mejor un tanto "estirada" como por ejemplo esta Como te dije en un principio, vine a volverte un poco loca xD si no haces las "cosas" para la ficha, no hay drama! besitos!!!
  16. ~Isabella Hawthorne. Un suspiro pesado se escapó por sus labios, pretendiendo recuperar la compostura mientras tomaba pequeñas bocanadas de aire, llenando sus pulmones. Se sentía totalmente aliviada de haberse sacado aquellos sentimientos de encima, aunque estaba preparada para lo que estaba a punto de ocurrir. Siempre que regresaba a su antiguo hogar había discusiones bastante acaloradas, acompañada del típico drama familiar…. Pero debía admitirlo, a veces, en muy pocas ocasiones las extrañaba. Su tan agudizado oído le permitió prevenir la llegada de nada más ni nada menos que su progenitor, jamás lo había invocado tan rápido como en ese momento, ni siquiera en los peores acontecimientos de su adolescencia. Una sonrisa se formo en sus labios rojos carmín mientras se giraba lentamente para toparse con aquel hombre baste jovial, a pesar de su edad. — Veo que estas contento, papi—. <<Papi>> ¿Hacia cuantos años no llamaba así a Keaton? Tantos que ni siquiera recordaba cuando fue la última vez. — ¿Desagradecida? Tal vez… pero no tanto como tus otros hijos, después de todo y de tantos años, aquí me tienes...— Sus hermanos, sin duda los extrañaba, no sabía a ciencia cierta qué era lo que había sucedido con ellos, pero tenía en claro de que algún día regresarían. — Y me tendrás por un tiempo indeterminado. Besó su mejilla, una de las pocas muestras de afecto que la Hawthorne le daba a su padre, sabía que aquello era algo que al Ravenclaw lo derretía por completo, desde que era una niña usaba aquella estrategia para obtener todo lo que quería. Después de todo, siempre fue su favorita. —Pero, como ya sabrás, el motivo de mi visita no solo ese—. Su semblante se puso inexpresivo, lo que no significaba nada bueno y daba pie posibles reproches. —Como verás, te he dicho que me quedaré aquí por un tiempo —Hizo una pausa para comenzar a caminar lentamente por la habitación. Soltó una risa distendida que llenó el silencio, negó levemente y continuó: — ¿No te preguntas por qué? Déjame explicarte un pequeño e “insignificante” detalle —. Se detuvo justo en frente del vampiro y se cruzó de brazos. —Destruyeron el Castillo, MI Castillo —Levantó la voz, mucho más de lo que hubiese querido, pero no le importó. —Y TÚ, no hiciste absolutamente NADA para impedirlo—. Sus ojos estaban cristalizados, mientras lo apuntaba con el dedo acusador. ¿Cómo lo había permitido? ¿Cómo había sido capaz de dejar morir entre los escombros a su propio nieto? Le debía algo más que una explicación. @@Keaton Ravenclaw
  17. Isabella Hawthorne. El viento helado ondeaba los mechones platinados de cabello que escapaban de a capucha de su túnica negra. A pesar de estar a mediados de marzo, el frío no había abandonado las calles de Ottery. Su piel estaba más paliada que de costumbre, había divagado mucho tiempo hasta que, sin siquiera haberse dado cuenta, se topó con la entrada del Castillo Ravenclaw… el que en algún momento había sido su hogar. Su corazón latía con fuerza, no había tenido el valor de haber pisado aquel lugar si no le hubiese hecho caso a su subconsciente. Los recuerdos le oprimían el pecho y al mismo tiempo hacían que una lágrima rodara por su mejilla. Tenía la vista en blanco, estaba completamente cegada. Había evadido el recibimiento de los elfos, también de alguna u otra presencia que se encontraban rondando por aquí y allá en las habitaciones. Se detuvo en seco, justo en el marco de una la puerta de roble. La observó con deteniendo, rozando con la yema de sus dedos el relieve de la madera hasta sentir el helado metal del picaporte. ¿Cuántos años habían pasado? Demasiados, pero siempre regresaba al lugar en donde había crecido desde los diez años de edad, cuando supo que su verdadero padre era Keaton, cuando conoció a su hermano gemelo y al resto de sus hermanas. Sintió un nudo en la boca del estomago, que la obligó a aferrarse a la manija y a darle la vuelta. Empujó levemente la pesada puerta, mientras escuchaba el chillido que indicaba que aquel cuarto no había sido irrumpido por mucho tiempo. Podía verse a sí misma tumbada en la cama, arropada en la cama, tan pequeña y frágil. Sentía el cuerpo estático, giró lentamente la cabeza hasta un rincón y se topó con la Isabella adolescente, bebiendo una taza de chocolate caliente mientras se asomaba por la ventana. Aún podía escuchar a sus hermanos jugar en el jardín mientras se tiraban bolas de nieve, las risas retumbaban en el interior de su cabeza; se llevó las manos hasta los oídos mientras se encogía cada vez más. Gritó. Gritó con tanta fuerza que los pájaros que se posaban en los fresnos salieron volando, alertando a cualquiera que anduviera por el ala este. @@Keaton Ravenclaw
  18. Estaba completamente desquiciada, incluso más que de costumbre. Veía siguiendo a aquella mujer desde hacía ya media hora, ocultándose entre los pasillos y evitando taconear más de lo necesario. ¿Por qué lo hacía? Ni ella lo sabía. Solo le bastó una simple corazonada para intentar atacarla, pero había sido demasiado est****a como para pensar en que la bruja no era tan inocente como se veía. Un chillido salió desde lo más profundo de su ser, tomó un impulso de más o menos cinco metros y saltó sobre la espalda de su víctima. Su instinto no le iba fallar del todo esta vez, conocía a la bruja y podía estar involucrada con la muerte de toda su familia e incluso con la destrucción de su hogar. Esta vez no se iba a salir con la suya, no iba a volver a morir en sus manos. Aquella mujer, de complexión delgada había resultado más fuerte de o que había podido imaginar. No la había derribado, el peso de su cuerpo había logrado que se tambaleara hacia adelante, pero al mismo tiempo, había tomado el impulso necesario para azotarla contra una pared más cercana. El mareo le provocaba nauseas, intentó llevarse una de sus manos a la cabeza pero fracasó. Un líquido caliente se deslizaba desde la parte posterior de su cabeza, acompañado de un dolor punzante que no le permitía siquiera abrir los ojos. Sentía la boca seca, pasó su lengua por sus labios agrietados y soltó un leve quejido. Se sentía atada y tenía las piernas flexionadas en su pecho, con la cabeza agachada y apoyada sobre los huesos de sus rodillas. No estaba sola, podía percibir la presencia de otra persona en aquella habitación, no tenía miedo, en absoluto. — ¿Dónde estoy? — Parpadeó un par de veces intentando enfocar la vista en algún lugar. @@Mery Gaunt Karkarov
  19. ~Isabella Hawthorne. Séptimo año, con @en los pasillos. Parecía que lo que acababa de oír era producto de su alocada imaginación, pero no. Había salido de aquel trance tras escuchar las claras palabras de dos personas, quienes, al juzgar por el sonido de su voz se trataban de hombres, pero no pudo saber de quienes se trataban. — Iré a la biblioteca —. Habló lo suficientemente alto como para que sólo el Black la escuchara mientras que una curvatura bastante extraña se formaba en sus labios. Un extraño cosquilleo se apoderó de su cuerpo mientras sus pupilas color plomo se iluminaban de una particular forma, soltando pequeños destellos de tonalidades violáceas reflejando así como la adrenalina se apoderaba de su cuerpo. — Ya no soy una niña, cariño —. Lo miró con un toque de superioridad aunque al parecer tenían la misma edad y comenzó a caminar siguiendo desde lo lejos los pasos de aquel par de extraños. — Isabella Hawtorne —. Desde hacía tan solo un par de años supo que aquel siempre había sido su apellido, aún aquel vil engaño le oprimía el pecho y la obligaba a preguntarse una y otra vez si volvería a pisar el castillo Crowley o si volvería a ver a Fokker, aquel mago oscuro que había velado por su bienestar desde que sus verdaderos padres murieron. Quizás aquella era la verdadera razón por la cual iba a la biblioteca ese día. Antes de que tuviera el accidente había recibido la información de que en la sección restringida existía un libro que narraba todo lo que había pasado con su familia, en especial sus padres. Hugo detestaba hablar sobre el tema, lo único que el elfo había accedido a contarle era que su madre era una veela y que su padre era un Mortífago muy poderoso. —Algo me dice que me acompañarás a la biblioteca — chasqueó la lengua, girándose hasta toparse con los ocres de Aaron. —Date prisa, o los perderemos de vista —. Afirmó luego de un momento para volver a emprender su camino hasta la biblioteca, apurando el paso, se agria arrimado a la pared para evitar que alguien viera su sobra en un recodo. Andaba con cuidado y guardando silencio hasta que aquellas voces volvieron a resonar en su cabeza. Los observaba detrás de una pared, muchachos altos con sus pesadas túnicas negras sobre los hombros haciendo que la tela toque el suelo. —¿Los conoces? — Se animó a decir luego de un momento, apenas moviendo los labios percibiendo como los pelos de su nuca se erizaban ante la respiración de su acompañante. Sentía su anatomía nuevamente muy cerca de la de ella; inspiró profundamente cerrando los ojos tan solo un segundo escuchando su propia voz que le decía: no te sonrojes. Cerró los ojos y, tomando la muñeca izquierda del muchacho, lo obligó a avanzar lentamente hasta poder adentrarse a aquella habitación. Se escabulló entre los distintos estantes, agachándose para poder asomarse en las esquinas para no perder de vista los zapatos de ese par, los cuales los condujeron directamente hasta la sección restringida.
  20. ~Isabella Hawthorne. Séptimo año, con @ en los pasillos La actitud de aquel muchacho comenzaba a enojarle de sobremanera, todo había sido un accidente ¿a caso ella también hubiese querido pasar una semana entera dentro de una enfermería, aullando de dolor cuando se despertaba? No. Además si hubiese sido por ella jamás se hubiese perdido una clases de pociones y mucho menos la oportunidad de poder hojear aquel libro todas las noches ne la sección prohibida de la biblioteca de la escuela. Rechinó los dientes con fuerza, mientras contemplaba como se colocaba aquella muda de ropa, algo que claramente ella no haría. Lo vio acercarse, y abrir aquella puerta que hacía segundos la había obligado a cerrar con sus voluptuosas caderas. Un bufido escapó de sus labios mientras contemplaba la enfermería en penumbras, la sombra de aquellos objetos inanimados cobraba vida bajo la luz de la vela. Un escalofrió le recorrió la columna vertebral haciéndola temblar y pese al zarandeo experimentado involuntariamente por su cuerpo sintió una especie de ardor en su torso. —Ni sueñes que me quedaré sola ahí adentro —. Masculló mientras se adelantaba casi corriendo hasta colocarse a su lado. Sus talones golpeaban sobre los cerámicos que estaban en los pasillos, los cuales estaban completamente a oscuras. Le resultaba imposible perderse en aquel castillo. Conocía cada rincón y sabía exactamente en donde se encontraba, al igual que el joven que tenía al lado. No supo exactamente cuanto tiempo permanecieron en silencio, vagando por los amplios corredores de la escuela Mágica hasta que el ruido seco de una suela contra el concreto la obligó a tomar el brazo del Black para pegarlo del otro lado de la columna. Pegó su cuerpo al de él, mientras sus cuerpos se camuflaban entre las sombras y la oscuridad. Cerró los ojos sintiendo la calidad respiración del joven estamparse en la tersa y fría piel de su rostro. El perfume que tenía impregnado en su ropa llegó hasta sus fosas nasales embriagándola un poco, estaban tan cerca que podía sentir el suave vaivén de pecho al respirar. Pestañeó varias veces, intentado oír como los pasos se alejaban de ellos . Le costó separase de él, pero al fin pudo despegar su anatomía del muchacho para volver a ponerse en marcha. Agradeció el hecho de que estuvieran a oscuras, ya que podía sentir como la sangre llegaba a sus mejillas dejando sobre ellas un suave color rosado que hacía un contraste perfecto con su nieva piel.
  21. ~Isabella Hawthorne 7mo año, en la enfermería con @ Definitivamente su mano derecha no servía para nada en ese momento, intentó arrancarlo, pero justo cuando estuvo a punto de lograrlo el muchacho le había advertido que la señora Pomfrey se acercaba para verlos. Sus ojos se abrieron más que nunca y aquella acción le provocó un profundo dolor en el pómulo derecho, el cual presentaba un color morado producto de un fuerte golpe. Volvió a apoyar su cuerpo contra el colchón dejando que su cabeza se hundiera en la suave almohada, sus ojos volvieron a cerrarse, pero estaba más atenta que nunca. Contó cada uno de los pasos que realizó la enfermera hasta llegar entre ambas camas, pudo sentía aquella mirada penetrante que le provocó cierto escalofrío. No podía permitir que aquella mujer regordeta se diera cuenta que había despertado porque eso impediría que se escapara esa misma noche. Cuando los pasos le indicaron la retirada de la mujer volvió a abrir los ojos y dirigir su mirada hasta el muchacho. — Una semana —Repitió más para sí misma que para su acompañante mientras mantenía los labios entre abiertos como intentando volver a decir algo, pero no lo hizo. Descubrió completamente su cuerpo, sentándose en el borde de la cama y dejando que sus pies descalzos rozaran apenas los cerámicos fríos del piso. Terminó de deshacerse el vendaje de su mano, su muñeca estaba completamente morada, casi negra y el dolor se extendía hasta la punta de sus dedos. — ¿Tan mal se ve? — Alargó la mano, para contemplarla desde otra perspectiva. Intentó doblar la mano pero un dolor punzante se apoderó de aquella zona y se vio obligada a reprimir un grito. — No podré hacer absolutamente nada en un mes —. Gruñó, destilando impotencia en sus ojos. Se puso de pie y tanteó su cintura, necesitaba encontrar aquella varita de ébano y que al final encontró sobre aquella mesilla de noche. La tomó con cierta torpeza y apuntó directamente a su mano contraria y tras farfullar un hechizo la coloración se desvaneció un poco, haciendo que el dolor cesara y que su mano recuperara cierta movilidad. — Ni siquiera sé qué día es hoy —. Aquel acento Francés resonó en la habitación, mientras enfilaba hasta la puerta donde había escuchado a la enfermera desaparecer. Definitivamente no había nadie en aquel lugar, seguramente había decidido tomarse un descanso mientras pensaba que ellos seguían durmiendo como angelitos. Su cabellera rubia platinada caía por su espalda cubriendo gran parte de ella rozando su cintura con sutileza. Su contextura era delgada, pero sus largas piernas le daban a su figura una forma estilizada y atlética. —Tuve un accidente con alguien jugando al Quidditch — no se había siquiera voltearlo a verlo, se encontraba recargando su hombro sobre una pared, con la vista clavada en la puerta de roble — ¿y tú por qué estás aquí? Comenzó a sentirse mareada, los recuerdos comenzaron a apoderarse de su mente una vez más, no podía esperar ni un minuto más para ir a la Biblioteca y esa era una noche perfecta, no podía dejar pasar la oportunidad y al parecer todo estaba más que normal dentro del Castillo. — ¿Quién eres? — Dijo volviéndose hacia el muchacho, mirándolo con cierto eje de curiosidad, mientras una sonrisa maliciosa se formaba en sus labios con forma de corazón. Quizás él podía ayudarla a encontrar lo que necesitaba, además de robarse un par de ingredientes que seguramente le harían falta para finalizar aquella poción que llevaba meses intentando realizar, pero nunca podría llegar a concretar. Chasqueó la lengua luego de un par de segundos contemplando sus uñas crecidas teñidas de negro.
  22. ~Isabella Hawthorne En la enfermería Conservaba los ojos cerrados manteniendo aquella suave respiración que hacía que su pecho se moviera de forma suave y apaciguada. Estaba sumergida en un profundo sueño hacía ya varias horas en la enfermería. El accidente que había tenido sobre la escoba la había deja inconsciente por solo unos minutos, pero se había despertado justo cuando la señora Pomfrey intentaba acomodar uno de sus huesos. Había soltado un grito de dolor tan fuerte y agudo que las lechuzas que se encontraban durmiendo en los árboles cercanos salieron volando, pero para su suerte estaba bajo los cuidados de Poppy, quien la obligó a tomar una poción bastante repulsiva para calmar el dolor y sumergirla nuevamente a un sueño profundo. Unos finos y huesudos dedos palparon la piel de su frente haciendo que la media veela despertara. Sus pestañas se movieron justo antes de que sus parpados revelaran aquellas brillantes pupilas plateadas. Al despertar lo primero que pudo observar fueron unos grandes ojos saltones, una nariz puntiaguda y un par de orejas afiladas. La pequeña criatura yacía a un lado de ella, escondida entre su cama y un mueble de madera que contenía un plato de sopa humeante y un poco de jugo de calabaza. — ¿Qué haces aquí? — Logró modular fijando su mirada en aquellos ojos azules que la miraban de forma expectante. —Hugo no lo pudo evitar, Hugo no pudo llegar a tiempo, Hugo es un mal elfo —. Gimoteaba mientras sus ojos se cristalizaban y soltaba sollozos agudos. — Shhh, te van a descubrir —. Intentó silenciarlo, pero fue en vano ya que las lágrimas comenzaron a correr por las mejillas del elfo apretando los dientes con fuerza a medida que soltaba gruñidos. — Yo estoy bien, ahora vete —. Sentenció, mientras volvía a desplomar su cuerpo sobre el duro colchón. Estaba mintiendo, se sentía como un gran moretón gigante y le dolía cada parte de su cuerpo, en especial su muñeca izquierda que estaba vendada con una especie de ungüento que le impedía la movilidad. Sentía como si su cuerpo había sido mutilado, sus huesos molidos y como si su rostro se hubiera estampado contra el concreto. No supo en qué momento el elfo había desaparecido y mucho menos si le había dicho algo irse, pero en ese momento poco le importaba. Un suspiro de agotamiento y frustración salió desde una pequeña abertura de sus labios, los cuales sentía más hinchados de lo normal. La noche había caído y no sabía con exactitud qué hora era, ni si se podía levantar, pero estaba segura que no iba a quedarse postrada en la cama sabiendo que esa misma noche tenía que escabullirse a la biblioteca, y no podía dejar pasar aquella oportunidad. Sintió que alguien en la cama de al lado se removía, quizás la persona con la que había chocado, no sentía culpa y mucho menos le ofrecería una disculpa, sabía que después de todo no había sido la culpable de aquel accidente. Miró de soslayo al joven, el cual parecía un poco malhumorado por lo sucedido y claro, ella tampoco estaba contenta de pasar la noche en la enfermería. Intentó sentarse, tomando una bocanada de aire que la hizo soltar un quejido de dolor. Sus pulmones le ardieron y, bajo aquella camisa blanca tenía otro vendaje que se ajustaba a su cintura intentando sostener algo en su lugar. Llevó su mano derecha con torpeza para examinar su abdomen y así poder notar como la poción crece hueso comenzaba a surgir efecto. — Luces terrible —. Murmuró, intentando deshacerse de los vendajes que tenía en mano hábil. @
  23. Isabella Hawthorne, séptimo año Estadio de Quidditch Las finas hebras de su cabello recogido se movían a causa de la velocidad que volaba sobre su escoba, haciendo que pequeños mechones cayeran sobre su rostro causándole molestia. No sabía a ciencia cierta cómo había logrado perder el miedo a las alturas y mucho menos tener suficiente valor como para jugar más de un partido de Quidditch, uno de deportes más peligrosos, según ella, del mundo mágico. Pero ahí estaba, con su particular melena rubia platinada completamente recogida volando una escoba a más de veinte metros de altura, escuchando los gritos del público, sintiendo las finas gotas de aquella llovizna que llegaba a lastimarla sobre la piel de su rostro. Sus ropas mojadas se le habían pegado al cuerpo mientras que sus mejillas se tornaban cada vez más rojizas, sentía las manos completamente entumecidas y sus pulposos labios en forma de corazón presentaban un color liliáceo por el frío. Pasó su brazo derecho sobre su cara mientras que se impulsaba hacia delante esquivando una Bludger. Por más que intentaba escapar de esa gran y pesada bola no podía, iba directo hacia ella con intención de golpearla con fuerza. Intentó volar aún más rápido, mientras giraba su cabeza hacia aquella pelota que al parecer no iba a dar tregua. Cerró los ojos mientras que sentía como su cuerpo impactaba con algo parecido a una pared de concreto. Su culpo salió disparado hacia un costado, mientras sentía como el viento se escurría en torno a su figura. Intentó gritar y aferrarse de lo único que tenía cerca, un pedazo de tela de alguna prenda que no era de ella. Sí, había chocado contra uno de los jugadores y ahora ambos estaban a punto de impactar sobre el césped. Los gritos y alaridos provenientes de las gradas la ensordecieron hasta que todo se puso completamente negro y en silencio. @
  24. Algo que realmente amaba era realizar era comprar, y ese día no era la excepción para ella, iba a aprovechar que tenía varios Galeones fura de su bóveda para liquidaros, después de todo había trabajado duro para conseguirlos y estaba claro que pensaba hacer con ellos lo que se le venía en gana. Ese día había sido para nada estratégico, se rumoreaba que algunas personas se había locas comprando y que quedaban pocas cosas en stock, pero a la Hawthorne eso poco le importaba. Sonrió mientras avanzaba hasta la primera plata, en donde se vendían nada más ni nada menos que objetos mágica que podía adquirir. Chasqueó la lengua mientras se encaminaba hasta la interminable fila de magos y brujas que esperaban por dejar sus correspondientes fichas mientras se mecía de un lado al otro, indecisa aún de lo que podía llegar a comprar. Un suspiro se escapó de sus labios mientras miraba con pesar a todos los que tenía delante de ella al mismo tiempo que se dignaba a tararear una suave melodía lo suficientemente bajo como para que la persona que se encontrara adelante de ella no se percatara de lo que estaba cantando. ID: 115027 Nick: Isabella Hawthorne ( http://www.harrylati...ella-hawthrone/ ) Nivel Mágico: IV Link a la Bóveda Trastero: --- Link a la Bóveda de la cual se hará el descuento:( http://www.harrylati...ella-hawthrone/ ) Fecha: 2016-04-18 Nombre del producto: Puertas Mágicas Objeto, Criatura, Poción, Consumible o Libro de Hechizo: Objeto Catalogación: (colocar cantidad de A, X o P respectivamente) AAA Puntos por unidad: 40 Precio: 2000 G Precio total: 2000G Total de Puntos:40

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