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Isabella Hawthorne R.

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Todo lo publicado por Isabella Hawthorne R.

  1. Había escuchado las explicaciones que aquella mujer le había dejado... tener que explorar las demás plantas del Mall le provocaban cierto fastidio, pero debía hacerlo si quería abrir su bóveda de una vez por todas. Después de una hora había decidido comprar una cámara de fotos, la cual le daría aquello 20 puntos que necesitaba para poder abrir su bóveda. Un suspiro involuntario salió de sus labios mientras volvía a repetir los pasos que ya había realizado. Volvió a la Tercera Planta para encontrarse con gente nueva, las cuales se encontraban sumergidas dentro de sus pensamientos, entregando formularios y rellenandolos para así poder adquirir aquello que tanto deseaban comprar. Tomó una pluma y un trozo de pergamino amarillento mientras garabateaba las respuestas correctas. — Acabo de comprar tal como me lo recomendaste —. Se dirigió a mujer mientras sus labios se curvaban levemente. — Espero que todo esté en orden. ID: 115027 Nick: Isabella Hawthorne Nivel Mágico: 3 Link a la Bóveda Trastero: -- Link a la Bóveda de la cual se hará el descuento: Bóveda #96242 Fecha: 2016-01-27 Nombre del producto: Libro del Aprendiz de Brujo. Objeto, Criatura, Poción, Consumible o Libro de Hechizo: Libro de Hechizo. Catalogación: AAAAA Puntos por unidad: 0 Precio: 1000G Precio total: 1000G
  2. Nuevamente se encontraba dentro la primera planta del Magic Mall, aquel lugar al que no solía frecuentar, pero necesitaba comprar algún objeto que le sirviera de utilidad para poder abrir la Bóveda Trastero que tanto necesitaba. Un suspiro salió de sus labios al mismo tiempo que recorría con la mirada la cantidad de baratijas que estaban a su disposición mientras que intentaba por decidirse por alguno. Una cámara fotográfica llamó su atención, después de todo le serviría para captar aquellos mágicos momentos como el día a día de su pequeño Becan. Una débil sonrisa se formó en sus labios al imaginar a aquel niño sonriente que había iluminado su vida desde el momento de su llegada y sin dudarlo extrajo un pedazo de pergamino y comenzó a rellanar aquel formulario. --Espero que esté todo en orden--. Dijo dirigiéndose a la encargada. ID: 115027 Nick: Isabella Hawthorne Nivel Mágico: 3 Link a la Bóveda Trastero: -- Link a la Bóveda de la cual se hará el descuento: Bóveda #96242 Fecha: 2016-01-27 Nombre del Producto: Cámara de Fotos Mágica Objeto, Criatura, Poción, Consumible o Libro de Hechizo: Objeto Catalogación: AA Puntos por Unidad: 20 Precio: 1000 G Precio Total: 1000 G Total de Puntos: 20
  3. Chasqueó la lengua tras haber escuchada la risa del fantasma, la cual había resonada dentro de su cabeza tiempo suficiente como para quedar gravada en ella de manera innecesaria. Volvió a tomar asiento para deslizar sus pupilas plateadas hasta la taza de café humeante que le había ofrecido. —Lo ha intentado más de un millón de veces — le contestó mientras levantaba la cuchara de té y la introducía en la bebida ennegrecida para revolverla. —Pero al igual que la gran mayoría, ha fracaso —. Una sonrisa ladeada se formó en sus labios mientras lentamente levantaba la mirada. —Pero no lo culpo, supongo que se ha cansado de ser rechazado por la misma persona más de una cinco veces —. El tintineo incesate de la cuchara contra el borde de porcelana de la taza sonó más de tres veces, luego de eso, la habitación volvió a quedar en silencio mientras la Hawthorne dejaba la cuchara a un lado y tomaba la taza con ambas manos para beber aquella sustancia. El acaramelado, chocolatoso y con pequeñas notas de vainilla entraron por sus fosas nasales haciendo que sus papilas gustativas danzaran deseosas de probar aquel líquido que tanto le gustaba. Se dejó seducir por su sabor amargo pero al mismo tiempo dulzón, ácido y salado que conformaban aquel néctar que estaba saboreando. —Pero creo que has escuchado más que suficiente de mí —. Su lengua natal resonó en aquellas palabras, su ingles era imperfecto pero aquel acento francés que había develado la caracterizaba. @
  4. Siguió sin dudar las indicaciones de su compañera, avanzó hasta la cama que se encontraba en la habitación y se sentó en el borde, a los pies de la cama, mientras observaba aquella divertida escena que se había formado. — No deben ser tímidos, muchachos — siseó mientras se cruzaba de piernas y movía incesantemente su piel balanceándolo. El aliento caliente de Mery chocó en su tersa piel atrayendo su atención haciéndola volverse hacia ella para guiñarle un ojo. — Entre más, mejor —. Le contestó mientras apoyaba unas de sus manos en el colchón y se relajaba manteniendo una postura bastante provocativa a la vista de cualquiera. Sus cejas se levantaron al escuchar el tono burlista en el comentario de Emmet, después de todo, ellas eran unas señoritas. —Esto comienza a ponerse interesante —. Se dirigió a su compañera mientras sus ojos se fijaban en el cuerpo completamente desnudo de Emmet —. Al parecer nos darán un show de strippers —. Una carcajada melodiosa salió despedida de su garganta mientras giraba para ver como el otro muchacho se quitaba la camisa que cubrían más de lo deseado. Su lengua delineó el contorno de sus carnosos labios al mismo tiempo que su mano hurgaba por debajo de la falda de aquel entallado vestido. La punta de sus finos dedos tocaron un borde amaderado del cual tiró para extraer su varita de ébano, la cual se encontraba sujeta en una liga de encaje atada a su muslo. —Cariño…lamento informarte que esta noche nos encargaremos de estropear sus planes —. Se puso de pie mientras jugueteaba con los bordes irregulares del mago bien tallado de su fiel amiga. — Ya tendrán tiempo suficiente para descansar o quizás hablar de ir de compras, pero por el momento, las cosas de harán de nuestra manera —. Sentenció mientras apuntaba su varita hacia el pecho escuálido de Divied. — Desmaius.
  5. Una sonrisa de satisfacción se había plasmado en su afilado rostro mientras observaba como los ojos de su propio padre se encendían poco a poco al descubrir que ella se casaría en muy poco tiempo. —Por favor… no te hagas. ¿A caso no sabes lo que una boda significa? — Sus labios rojos carmín se volvieron a curvar, pero esta vez su sonrisa se ensanchó, se notaba a legua que en verdad estaba disfrutando todo aquello. —Sabes perfectamente que este momento llegaría en cualquier momento, debiste estar preparado —. Comentó como si aquello hubiese sido la cosa más insignificante del mundo. — Tenemos un hijo ¿el querer casarnos te resulta extraño? — Inquirió mientras contemplaba sus uñas con cierto aburrimiento. Esperaba aquella reacción de su padre, por más que se había separado de su lado hace varios años, los suficiente como para que le perdiera el rastro, estaba consiente que el solo hecho de saber que tenía una relación con alguien le molestaba de sobremanera, en especial porque desconocía completamente al sujeto que se había ganado el cariño de la Hawthorne. Aquel cariño que la rubia le había tenía alguna vez a Fokker pero ahora había sido reemplazado por un sentimiento completamente diferente similar a la indiferencia. —Si te invito a mi boda es solo por el título que llevas. Quiera o no eres mi padre por más que por mis venas no corra tu misma sangre —. Aquellas palabras tajantes salieron de su boca cargadas de veneno mientras tomaba su bolso y avanzaba hasta la puerta, esquivando la silueta del Crowley. @Fokker
  6. Realizar compras en el Magic Mall no eran unas de sus actividades favoritas, pero ese día se había armado de paciencia para poder tolerar a las filas interminables de personas que esperaban por realizar alguna que otra compra; después de todo se acercaba San Valentín y estaba más que segura que algunas personas tenían en mente regalarle algo a aquella persona especial, en forma de agradecimiento por haberlas tolerado todo este tiempo. Un suspiro exagerado salió directamente de sus labios mientras enfilaba hasta el tercer piso, observando la gran multitud de personas que la rodeaban para poder adquirir algún objeto o criatura. Deseaba que el tercer piso esté desolado, pero muy en el fondo sabía que aquello era prácticamente imposible. Sus manos se deslizaron por los bolsillos de su saco mientras que mantenía la marcha hasta encontrarse con la sección esperada: Libros de Hechizo. Estaba interesada solamente en uno, no quería gastar todos sus Galeones, además lo único que quería era poder abrir su Bóveda Tastero de una vez por todas. Tomó un pedazo de pergamino y rellenó cada uno de los requisitos para luego entregárselo a la encargada. — Espero que todo esté en orden. ID: 115027 Nick: Isabella Hawthorne Nivel Mágico: 3 Link a la Bóveda Trastero: -- Link a la Bóveda de la cual se hará el descuento: Bóveda #96242 Fecha: 2016-01-25 Nombre del producto: Libro del Aprendiz de Brujo. Objeto, Criatura, Poción, Consumible o Libro de Hechizo: Libro de Hechizo. Catalogación: AAAAA Puntos por unidad: 0 Precio: 1000G Precio total: 1000G
  7. En tan solo unos pocos minutos habían ascendido hasta el tercer piso, el cual, se encontraba completamente vacío. Un suspiro apenas audible se había escapado de los labios entreabiertos de la Hawthorne demostrando un poco de decepción, pero no iban a rendirse, no hasta alcanzar su objetivo. Había deslizado la capucha negra dejando a la vista su abundante cabellara platinada que caía por su espalda en forma de cascada. Ahora ella tomaba el control, lo que significaba que las cosas se harían a su manera. Desató el nudo del cinto la gabardina que se ajustaba perfectamente a su cintura para poder abrirla un poco. Mariposas nagras salieron desprendidas de su cuerpo, siendo liberadas para que revolotearan alrededor de ellas de forma delicada. Los ojos color plomo de la Banshee lanzaron un destello cautivador para la vista de cualquiera. Con un delicado movimiento de su mano aquellas mariposas revolotearon en dirección al piso de arriba, danzando por los aires como si de bailarinas se trataras, un destello brilloso se desprendía de ellas con cada revoloteo —. Divied…sé que estás ahí, no puedes esconderte —. Una risita melódica y dulcificada salió por su garganta mientras enfilaba detrás de sus propias mariposas. — Préstame atención y te cantaré una canción — .Cantaba aquella melodía que sonaba un tanto terrorífica — e intentaré no desafinar —. Se había quedado parada en el pasillo mientras observaba como las mariposas que había liberado hace apenas unos minutos volvían a escurrirse dentro de su cuerpo. La puerta de una de las habitaciones estaba entre abiertas y por la hendija de la misma salía un haz de luz amarillento que se movía indicando la presencia de un par de personas, seguida por unos murmullos apenas audibles que daban señal de que mantenían una conversación allí adentro. Avanzó hasta tocar el picaporte en donde el tarareo que venía manteniendo con aquella voz angelical se había visto intensificado. Empujó la puerta de forma lenta haciendo que esta provocara un incesante rechinido casi molesto. Sus labios se curvaron casi inmediatamente al poder percibir el chapoteo que hacían las gotas del agua al estrellarse contra el suelo. — Creo que debemos enseñarle a alguien cómo se toma un baño —. Ambas féminas se habían quedado de pie en el umbral de la puerta, observando aquella habitación un tanto desordenada.
  8. El hecho de haberse quedado sola con el fantasma no le incomodaba en absoluto, después de todo la habitación que había elegido era mucho más acogedora que el invernadero en el que se encontraban tan solo unos minutos atrás. Un suave suspiro se deslizó por sus labios mientras aceptaba tomar asiento en aquella incómoda silla de madera. Una sonrisa cargada de picardía se había formado en sus labios mientras se incorporaba un poco de su asiento y se inclinaba sobre la mesa acercándose lo suficiente hasta Sirius. — No creo que quieras saber eso. Mejor cambiemos la pregunta ¿Por qué tienes tanto interés en mí? —Delineó sus propios labios con su lengua de forma lenta, mientras que sus pupilas color plomo destilaban un brillo especial, pero sobre todo cautivador. —Puedo ser bastante peligrosa cuando me lo propongo —. Aquello había salido de sus labios como una sabe e hipnotizaste melodía can angelical como seductora. Un mechón de su largo cabello rubio platinado se deslizó por sobre su oreja quedando colgado mientras que fijaba su gélida mirada con la cristalizada del muchacho. @
  9. Una sonrisa extraña se había formado sobre sus labios color vino, una rara mezcla entre picardía, seducción y maldad; para muchos esa sería la combinación perfecta, para todos menos para su próxima víctima quien por desgracia no sabía lo que le estaba esperando. Las finas hebras de su cabello rubio platinado se escurrían por el hueco de la capucha de la gabardina que llevaba aquella noche, cubriendo su rostro dejando solo a la vista sus labios y la terminación de su mentón, ocultando casi por completo su identidad. Sus bien torneadas piernas iban cubiertas tan solo por una fina media traslúcida ennegrecida, las cuales dejaban al descubierto sus atributos puesto que la gabardina finalizaba una palmada por encima de sus rodillas. Su cuerpo se había materializado a unos diez metros de la gran edificación a la que planeaba acudir ese día. Su silueta curvilínea se había deslizado entre las sobras, mezclándose con ellas y solo el sonido seco de su taconeo cortaba el silencio que reinaba en las desoladas calles de Ottery. Enderezó su postura para poder contemplar las extensiones del Castillo Haugthon, las cuales se extendían a sus pies y prometían acabar un unas cuantas hectáreas. Su mano se había alargado para poder empujar aquel portón negro, frío al contacto que le permitía el paso al interior del recinto. Enfiló hacia la puerta de entrada, en la cual podía llegar a distinguir una figura femenina esperando su llegada. La sonrisa que tenía en el rostro se había ensanchado a medida que se acercaba hasta su compañera —. ¿Lista? — Inquirió arrastrando un poco las palabras mientras acomodaba los mechones rebeldes de su cabello que se ondeaban con la suave brisa invernal. @Mery~
  10. Descargó su puño en el brazo del Malfoy, no era tan est****a como el joven pensaba, había detectado aquel tono burlón a leguas y odiaba que se burle de ella de esa forma. — No te quieras pasar de listo, Alec — le advirtió al mismo tiempo que soltaba su mano para poder girar sobre sus talones y ver las cabezas de los hermanos fantasmas levitar. Elevó ambas cejas, sorprendida, no supo a ciencia cierta cuánto habían escuchado pero eso era lo que menos le importaba. —Ni pienses que te dejaremos terminar con eso, después de todo tengo entendido que tu boda es en unas semanas o quizás meses —. Una sonrisa maliciosa se le había formado en sus labios mientras contoneaba su figura hasta la puerta que daba hasta el exterior del invernadero. — ¿Y bien? — Giró su cabeza esperando que la siguiera al igual que Sirius y James. Por alguna extraña razón sentina que ese par iba a caerles como anillo al dedo, en especial Sirius quien disfrutaba molestando a su pequeño hermano, un gusto en particular que compartía con ella. Jamás admitiría que ver enojado a Alec le gustaba y ver como sus ojos plasmaban ira le fascinaba. @
  11. Las piedras del camino crujían con cada paso que daba mientras que la escarcha producida por el frio de la tarde hacía que sus botas altas de cuero se humedecieran. La suave brisa invernal mecía varios mechones de sus cabellos rubios platinados; se había ajuntado a la cintura aquella gabardina color negra que dejaba sus piernas descubiertas protegidas tan solo por una fina media translúcida del mismo color. El frio en ese momento era lo que menos le preocupaba, sino el solo hecho de volver a aquel Castillo que le traía tantos recuerdos. No sabía nada de sus parientes desde hace demasiado tiempo, la última vez que había pisado aquel territorio no se encontró con nadie más que con la Dama Gris. Un suspiro apenas audible se escapó de sus labios mientras avanzaba por los apenas nevados territorios en busca de alguna señal de vida. No iba a tocar la puerta de su propia casa, por lo que decidió tomarse el atrevimiento de ingresar sin más. El olor a encierro y humedad penetró sus fosas nasales hasta lograr hacerla estornudar, el lugar estaba en penumbras y la poca luz que se filtraba por las ventanas mostraban lo abandonado que estaba el Castillo desde que todos sus miembros desaparecieron y, al parecer, los elfos también. Una mujer estaba tirada en el suelo de la salada y antes de que la Hawthorne pudiera abrir la boca para modular una frase un chillido ensordecedor penetró sus oídos. Aquel sonido le pareció extrañamente familiar. — ¿Juliane? — Soltó una estruendosa carcajada haciendo caso omiso a la joven que estaba al lado de su supuesta hermana. Jamás se hubiera imaginado volver a encontrarse con su querida hermana en aquellas situaciones, después de todo había cambiado casi completamente, la antigua Juliane ya no existía… ahora había una chiquilla destruida que ocupada su lugar. Al parecer los papeles se habían invertido en aquella familia. Una sonrisa sombría se formó en sus labios mientras la observaba… no podía desaprovechar aquella oportunidad. Antes de que la muchacha reaccionara un extraño canturreo la distrajo de sus pensamientos, haciendo que se girara en dirección a las escaleras. — ¿Randal? — Todo aquello le parecía una completa locura, pero estaba segura que podría sacar provecho de todo aquello. @@Juliene Black Lestrange @@Akiza Ravenclaw H. Ravenclaw H @@Randal Ravenclaw
  12. Eloy Viatore —Más especiales de lo podrías llegar a imaginar— Puntualizó el Viatore mientras se acercaba al pelinegro para que observara con cuidado aquellos lazos tan hipnotizantes. —No se te ocurra a tocarlos o pasará esto… — y sin previo aviso enredó la muñeca del Potter Black con el cinto haciendo que la piel que cubría esta comenzara a quemarse y formar grandes ampollas llenas de líquido. Antes que la piel del mago se degradara completamente quitó los cintos y sonrió — Impresionante ¿no es así? — Una sonrisa maligna se había formado en sus finos labios mientras contemplaba las pupilas color esmeralda de su acompañante. — Construí varias armas que pueden dañar a cualquiera: humanos, vampiros, hombres lobo, demonios y hasta banshees. Puede destruir a cualquiera, menos a mí—. Su sonrisa se había ensombrecido aún más. —Pueden inmovilizar a cualquiera, neutralizar sus poderes y hacerlos completamente vulnerables, además de que provoca ciertos daños físicas… Si el halo azul llega a tener contacto con la carne viva o la sangre el sujeto quedará completamente inmovilizado. Podrá parte pero será como si estuviera muerto. — Hizo una pausa para volver a guardar aquellos objetos dentro del saco y cerrarlo bien. Luego alargó la mano para tomar la de su acompañante e inspeccionar las lesiones que había recibido. —Con un Episkey bastará por esta vez — Puntualizó mientras soltaba la mano del muchacho y le entregaba el saco —. Es hechicería Diabólica, altamente peligrosa, no abuses de ella o todo podría salir mal —. Finalizó mientras caminaba hasta la pequeña cocina y se servía un caso de whiskey.
  13. Eloy Viatore. No sabía cómo había ocurrido todo, aquellas dos horas pasaron con tan solo un parpadeo; sentía que la cabeza le daba vueltas y sus ojos se iban a salir de sus orbitales mientras que apenas podía distinguir de lo real y lo que había sido producto de aquellas alucinaciones. Aquella voz femenina seguía resonando en su cabeza, mofándose de él por lo que acababa de hacer. La habitación estaba en penumbras pero lograba distinguirse las figuras de ambos cuerpos recostados sobre la cama gracias a la luz de la calle que lograba filtrarse por la ventana. Un suspiro exagerado salió de los labios del vampiro mientras se llevaba los dedos hasta el puente de la nariz. Estaba tan abrumado que apenas había escuchado las palabras que el pelinegro le había dedicado, pero decidió guardar silencio mientras recorría con sus dedos la espalda desnuda del muchacho. Sentía la boca seca y tenía la mirada perdida en algún punto ciego en aquella habitación oscura. No lograba entender como todo aquello había sucedido, jamás había estado con un hombre y pensó que jamás lo haría; aquella experiencia no le desagradó del todo, pero debía asegurarse que su compañero no revelara su pequeño secreto. No opuso resistencia alguna a que el Potter Black se retirara de su lado para comenzar a vestirse. Cuando estuvo a punto de quedarse solo, el joven se volvió hacia él para reclamarle aquello que le había prometido. — Lo que voy a hacer con eso no es de tu interés — sentenció mientras se sentaba en la cama —. Cierra la puerta y ven — para ese momento ya se había puesto de pie, sin importarle en lo más mínimo su desnudez. Dio un par de zancadas hasta llegar al baúl que tenía todas sus pertenencias. Alargó el brazo para tomar su varita que descansaba en la mesita de noche y, con una floritura de la misma el fondo de aquel baúl se abrió para revelar un saco de tela que en su interior contenía algo que desprendía un halo azul-celeste. Metió su mano dentro del mismo y extrajo de su interior un par de lazos de cuero color negro, los cuales estaban cubiertos por aquella luz de color muy particular. @@Andrew Potter333
  14. Había ignorado completamente todo lo que aquella chiquilla había mencionado, su voz sonaba dentro de su cabeza como un molesto chillido que no hacía más que producirle migraña. Apretó la mandíbula con fuerza, hasta el punto de sentir una terrible molestia en sus molares. Sabía que debía comportarse, no quería volver a meterse en problemas y mucho menos que el Viatore se enterara de como se había comportado recientemente. Quizás haber pisado nuevamente el Castillo Crowley había sido un completo error pero debía asegurarse de que Fokker recibiera aquel sobre que contenía una particular invitación; eso y que además ver su reacción en cuanto la abriera le resultaba más que tentador y de ninguna manera se perdería aquel espectáculo. El joyero que tenía entre las manos fue a parar directamente en el marco de la puerta, al chocar contra esta se quebró en mil pedazos emitiendo un estruendo parecido a un estallido. El objeto casi chocó contra la cabeza del Cygnus. Le había lanzado aquel alhajero al propósito ¿Cómo podía decir algo parecido? Actuaba como si no la conociera. Sus ojos brillaban por el enfado mientras sus manos se habían cerrado formando puños; había permanecido en silencio todo ese tiempo mientras lo fulminaba con la mirada y sus mejillas se tornaban más y más rojizas. Un suspiro salió de sus labios en cuanto su supuesta hermana había desaparecido por la puerta. — Venía a entregarte algo —. Una sonrisa forzada se formó en sus labios rojos carmín mientras tomaba su bolso y extraía del mismo un sobre blanco, con letras doradas gravadas en su cara. Alargó su mano para entregárselo, y sin más se cruzó de brazos mientras lo contemplaba, desafiante. Sabía que aquello iba a ser completamente inesperado para el Crowley ya que ella jamás había aparentado ser una mujer a la que le gustasen esa clase de compromisos. Fokker jamás había conocido alguno de sus novios y no recordaba si alguna vez lo había presentado a Drake, cosa que dudaba rotundamente. @@Nats Rambaldi Crowley @Fokker
  15. Caminó hasta su mesa, ansiosa porque aquel sujeto le llevara lo que acababa de pedir, la verdad era que hacía bastante tiempo que no comía nada dulce y eso comenzaba a generarle una gran ansiedad. — Desembucha —. Dijo antes de que la peliroja pudiera contestar. Se sentó nuevamente en su lagar y la miró con un poco de incredulidad mientras su sonrisa se ensanchaba y dejaba a la vista sus dientes tan blancos como las perlas. — ¡Oh! Eso es estupendo...— Aquello le parecía verdaderamente fuera de lo común, pero...cualquiera podría encontrar el amor... hasta Emilia. — Antes de que comience a bombardearte con preguntas... debo darte algo —. Se había inclinado hacia el piso, en busca del bolso de mano que ella misma había traído. Extrajo de su interior una sobre blanco con un par de letras doradas garabateadas en a cara del sobre. — Sabes que me gustan las formalidades —. Le explicó mientras le extendía el sobre para que ella misma lo abriera. La Malraux sabía que ella no necesitaba una invitación a la boda pero a la rubia le gustaba asesorarse de que todo saliera conforme a lo planeado. — Últimamente no confío en las lechuzas... hay rumores de que cualquiera puede adueñarse de tus envíos... prefiero no arriesgarme y repartirlas personalmente —. Le guiñó un ojo, mientras se cruzaba de piernas y mantenía aquella sonrisa formada en sus labios. El mozo que había tomado su orden se acercó hasta ellas, con una charola de plata que contenía todo lo que habían solicitado y una caja de bombones. Una vez que repartí ambas tazas y colocó los platos con los pasteles al lado de las damas extendió su mano dejo los bombones en el centro — La casa invita —. Les explicó con una sonrisa coqueta. —Tú podrías invitarnos unos tragos —. Comentó con un toque de picardía en su voz elevando ambas cejas mientras revolvía su leche, a la cual le acababa de poner azúcar. http://www.labellecarte.com/preview/MTYzODM2 @@Emilia Malraux
  16. Se acercó hasta donde se encontraba el castaño mientras sus mejillas se tornaban rojizas. Jamás habia hecho algo de esa magnitud, jamás se habia disculpado con alguien y nunca llegó a imaginar que aquellas palabras brltaran de su boca. --Lo siento, de verdad lo siento...--. La potencia de su voz había bajado considerablemente, hablaba en un susurro apenas audible, lo suficientemente fuerte como para el castaño la escuchara. -- Se que he sobrepasado el límite hace bastante...quizás jamas te he hecho algún daño físico pero estoy segura que logré dañarte varias veces con mis palabras--. Un suspiro leve salió desde sus labios mientras sentía vergüenza y aquello impedía que mirara al Malfoy a los ojos. Aquel sentimiento de culpabilidad le atravezaba el pecho y le provocaba un intenso dolor. -- He actuado como una niña caprichosa todo este tiempo y ...se que no era lo correcto. Nunca fue lo correcto Alec. Nunca he sido justa contigo...nisiquiera cuendo fuimos novios. Haberle confesado aquello hacia que la opresiòn que hqbia sentido en la garganta desde que habia invtesado a la habitación se desvaneciera. Ya no sabía que clase de persona era, nunca antes habia jugado con los sentimientos de una persona como lo habia hecho con él. No estaba segura de haberlo querido en aquel entonces.... Pero ¿por qué habia impedido que el castaño sea feliz? Tragó saliva con dicicultad mientras extendía la mano para estrecharsela. --Podriamoss ser optimistas y tratar de comenzar a llevarnos bien desde ahora. -- hizo una pequeña pausa -- ¿No te parece?
  17. La Hawthorne se quedó plantada en aquel rincón mientras observaba atónita la actitud del Malfoy ¿de verdad se iba a poner ese plan? Sus labios se separan un poco, definitivamente la había dejado con la boca abierta. Aunque quizás ella también había pasado la raya… Sus pupilas plateadas se posaron en ambos fantasmas, quienes había estado escuchado todo en absoluto silencio. — ¡ALEC! — Gritó, intentando detenerlo, pero el castaño ya había salido por la puerta. Avanzó a paso firme, y justo antes de salir por la puerta se giró hacia los hermanos del Malfoy. —Espero que tengamos más tiempo para hablar —. En cierta medida aquel par le traían cierta curiosidad ¿cómo puede ser que gente tan joven muera y se trasformen en fantasmas? ¿Qué es lo que habría provocado su muerte? — Quizás más tarde… cuando logre terminar de hablar con cierta persona… podríamos no se… ¿tomar un café? Ni siquiera sabía si ellos podrían tomar café, pero de algo estaba segura: a ella se le antojaba uno bien cargado para intentar superar lo que estaba por hacer, o quizás algo más fuerte. Atravesó el umbral y se metió en la habitación por la que se había desaparecido Alec. — Que va… ambos hemos actuado mal —. Un suspiro apenas audible salió por sus labios. —Lo siento ¿está bien? — Se sentía completamente abrumada por lo que estaba pasando, no comprendía siquiera por qué estaba haciendo todo aquello, lo único que sabía era que no quería que las cosas se vuelvan a salir de control. Le había jurado y perjurado a Drake que dejaría de actuar como una chiquilla y ese era el primer paso que debía dar: reconocer sus errores.
  18. Eloy Viatore El Viatore mantenía una expresión cansada en el rostro, la ducha lo había relaja de tal manera que había quedado prácticamente desplomado sobre la silla de madera. Para él, en se momento, aquella silla dura era lo más cómodo que podía existir. Cuando Andrew mencionó que la Hawthorne cambiaba cuando estaba enamorada, Eloy enderezó su postura para escucharlo con atención. Aún no sabía cuáles eran los planes que tenía preparados para Isabella… pero todo lo que había escuchado hasta el momento de la rubia platinada le hacía tener bastante envidia a su querido primo. Había conseguido una mujer prácticamente perfecta sin mover un solo dedo y aquello le molestaba y más porque sabía que jamás encontraría a alguien mucho mejor para él. No quería dar el brazo a torcer, él debía ser mejor que Drake, y no poder ser mucho mejor que él en todos los aspectos lo estaba volviendo loco. —Sinceramente no sé qué quiero hacer con ella —. Le confesó una vez que el muchacho terminó con su relato. — Solo sé que jamás podré encontrar a alguien mejor, y eso me molesta —. Le dio el último trago al vaso y lo se estiró para dejarlo sobre la mesa de madera. — Y no, no soy igual que Drake, para nada, él es igual a su padre —. Arrugó la nariz, con una expresión de desprecio en su rostro. Drake tenía el cabello azabache, ojos tan azules como el mar, concepción atlética, musculoso pero sin llegar al extremo; era sofisticado, un tanto sarcástico y amenazador, como cualquier chico malo, pero tenía más talones de Aquiles que Andrew y él juntos. El más importante de ellos era nada más ni nada menos que Isabella. Eloy conocía su historia desde el principio y sabía todo lo que era capaz de hacer Drake por ella. —Es raro que no conozcas a mi primito, aún. Es modelo y créeme que esa mujer lo tiene completamente loco — le comentó mientras pestañaba varias veces — no había dejado de buscarla en todo ese tiempo que estuvieron separados… —Recostó su espalda sobre el respaldar de la silla y lo contemplo fijamente. En cuestión de nada, sintió la cálida respiración del pelinegro sobre su rostro. Una sonrisa pícara se formó en sus labios correspondiendo a la que mantenía el pelinegro. — ¿Algo más? —Elevó ambas cejas mientras con su dedo índice delineaba las fracciones de Andrew. Definitivamente la absenta que había ingerido le había hecho daño. Antes de que el joven pudiera intentar algo lo tomó por el cuello de la camisa y lo besó. @@Andrew Potter333
  19. Tuvo que hacer un verdadero esfuerzo para no reír, el golpe que uno de los fantasmas le había propinado al vampiro y la expresión que hizo definitivamente era lo más divertido que había visto en el día. —Corrección, me ha matado —. Le aclaró a James mientras aquella expresión seguía en su rostro. Logró hacer que su labio inferior temblara y sus ojos se cristalizaran aún más. — Yo solamente quería hacerte una broma…eso ni siquiera era sangre. Además, te lo aclaré y me disculpé cuando aquel espíritu nos encerró en aquella mansión. Se había acomodado al lado del fantasma mientras dejaba su cabeza sobre su hombro. — ¿No sabias que tu hermanito es gay? — Una sonrisa bastante exagerada se formó en sus labios en forma de corazón mientras miraba fijamente a Alec. — Yo pienso que todo aquello de la boda es una forma de blanquear su sexualidad…y todo es una farsa —. Logró gritar mientras el Malfoy la alejaba de sus hermanos hasta el rincón más alejado. — ¡Me lastimas! — Se quejó, mientras forcejeaba para intentar soltarse. Se notaba que estaba completamente furioso, tanto que el cólera que tenía podía palparlo. Ella, por su parte, estaba disfrutando tanto aquello… Quizás había encontrado otra forma de molestar al castaño. — ¡¿Qué es lo que quiero?! — Exclamó agitando las manos de manera exagerada mientras su frustración era evidente. — ¿Por qué siempre crees que quiero hacerte la vida imposible? — Para ese momento había colocado las manos sobre sus caderas y había adquirido una posición bastante ¿amenazadora? O más bien… peligrosa. —No me iré hasta que me des una disculpas. Y tampoco dejaré que te vayas. — Sus fracciones se habían endurecido, tanto que había adquirido una expresión aterradora. —Llevaste nuestro juego a otro extremo — comenzó a decir, su expresión se había oscurecido, pero arrastraba las palabras. No pretendía hacerle daño, pero aquello le demostraba que estaba herida, que hablaba en serio y que esta vez sí se había sobrepasado. — ¡Lo que me hiciste no tiene perdón! Aquellas palabras flotaron en el aire por un par de minutos, ambos había permanecido en silencio hasta que decidió romper el silencio. — Jamás te he herido de esa manera —. Sus ojos volvieron a cristalizarse, pero ni siquiera ella estaba segura si es que iba a llorar de verdad o si solo fingía. @
  20. Eloy Viatore. Frotó la toalla sobre su cabello castaño, haciendo que este se amoldara a su cabeza, para luego sacudirla, dejando que las que su cabellera castaña se despeinara. Avanzó hasta la cocina mientras sacaba dos vasos de unos de los gabinetes y, abriendo una de las puertas de la alacena alcanzó una botella verdosa. La tapa estaba sellada lo que indicaba que jamás la había abierto. Cuando el pelinegro habló pudo detonar cierto nerviosismo en sus palabras, sus ojos color avellana se fijaron en sus movimientos, el joven se retorcía sobre la silla de madera en la que se encontraba parecía que intentaba ocultar algo. Eloy frunció el entrecejo mientras desenroscaba la botella y vertía dentro de los vasos aquel líquido verdoso que contenía. — ¿Eso significa que has venido hasta aquí tan solo para ver qué es lo que tenía para darte? — Elevó una de sus cejas, al mismo tiempo que tomaba ambos vasos de cristal y se acercaba hasta el Potter Black. Se paró justo en frente de él y le tendió el vaso. Con su mano menos hábil, la derecha, se frotó la barbilla, de forma pensativa mientras lo acompañaba con una expresión reflexiva en su semblante. — Gánatelo —. Una sonrisa seductora e irresistible se posó en sus labios mientras dejaba ver la hilera superior de sus dientes. Tan blancos como una perla. Corrió una silla justo enfrente de donde se encontraba su acompañante y lo contempló por un segundo, llevándose el vaso de cristal hasta los labios y decir: —Dime lo que me tenías que decir, rápido —. Incrustó el vidrio entre sus labios y empinó la copa para beber de ella. No quería detenerse mucho tiempo en la rubia, porque su cuerpo no tardaría en delatarlo. —Bueno, eso si quieres saber qué es lo que te daré —. Agregó luego de terminar de beber. Debía sonar razonable, puesto que no quería que el muchacho se diera cuenta todo lo que la platinada producía en él. @@Andrew Potter333
  21. — ¿Disculparme? ¿Yo? — Soltó una estruendosa carcajada que invadió el ambiente mientras apoyaba sus codos sobre la mesa y observaba los garabatos que trazaba el Malfoy sobre el pergamino descolorido que tenía al lado. —Cariño, por si no lo sabes, soy una de las socias de este local, que seas el hijo de una de las propietarias no te da derecho a correrme —. Una sonrisa victoriosa se había formado sobre sus labios en forma de corazón mientras se inclinaba hacia adelante. —Pero vamos, Alec ¿tanto miedo me tienes como para no querer estar dentro de una habitación a solas conmigo? — Su sonrisa se había ensanchado, conocía la respuesta a aquella pregunta por más que el Malfoy lo negara rotundamente. Debía admitir que nunca estuvieron a solas teniendo paz de ambas partes, siempre algo hacía que terminaran peleando o intentando matarse el uno al otro, con uñas y dientes. —Además, no les he hecho nada grave a ninguno de los dos… el que me debe una disculpa eres tú — enderezó su postura mientras lo miraba fijamente— si mal no recuerdo yo no fui la que te secuestró en una cabaña y te torturó hasta la muertes— <<aún>>. Completó aquella frase dentro de su cabeza. No quería hacerle daño, no más por el momento, por lo que tuvo que aguantar las ganas de decirle aquello. No tuvo tiempo de decirle una palabra más, puesto que uno de los fantasmas, el que estaba más alejado de ella, comenzó a hablar. Una sonrisa se formó nuevamente en sus labios, era amigable pero pareció aterradora. — Soy Isabella…— comenzó a decir pero fue interrumpida por un escalofrío fantasmal que le penetró los husos hasta hacerla temblar. No se había percatado que uno de los fantasmas la había comenzado a besar hasta que fijó sus pupilas platinadas en su traslúcida silueta. Y justo antes de que pudiera reaccionar sintió la gélida presencia de los labios del que alguna vez había sido un muchacho, o eso creía, sobre los suyos. La Hawthorne volvió a reír un poco más suave que la vez anterior, pero esta vez por el comentario que el fantasma había soltado. —Ya lo creo —. Si volvía a hacerlo ella misma se encargaría de profanar su tumba y carbonizar sus restos para que dejara de visitar el mundo de los vivos. —Su hermano es malvado conmigo…— les comentó a sus hermanos mayores mientras que garabateaba signos indescriptibles sobre las tablas de la mesa con la punta de su dedo índice. Su tono de voz había bajado lo suficiente como para provocar lástima. —Me ha torturado hasta la muerte en una cabaña en el bosque —. Sus ojos se agrandaron lo suficiente como para mostrar su brillo característico, sus labios se habían curvado un poco hacia abajo. En tan solo unos segundos había adquirido una postura bastante adorable, frágil e indefensa. Cualquiera que no la conocía podría jurar que estaba al borde del llanto. Pero no era así, al contrario, fingir era una de sus mayores habilidades. Podía engañar a cualquiera hasta al mismísimo Drake. @
  22. —Para él no me visto. Una sonrisa pícara se había formado en sus labios, mientras seguía rebuscando aquello que había ido a buscar. Nunca llegaba a comprender completamente por qué el castaño se empecinaba a creer que siempre trataba de seducirlo. Si su plan era llevarlo a la cama ya lo habría hecho más de una vez; sabía perfectamente lo vulnerable que era el Malfoy ante la presencia de cualquier mujer, hasta de algún que otro hombre, después de todo…de tal palo tal la astilla. Se giró sobre sus talones y lo contempló fijamente, posando sus pupilas color plata sobre las celestes del joven. Hacía mucho tiempo no se veían frente a frente, ya había pasado más de un mes desde que la habían secuestrado en aquella cabaña en el bosque para finalmente asesinarla, pero dicen que hierba mala nunca muere…se fortalece. Y justamente eso había pasado con la Hawthorne, había regresado al mundo de los mortales completamente diferente. Las comisuras de sus labios color carmín volvieron a elevarse mostrando una sonrisa sombría y casi aterradora. Avanzó a paso firme, pero delicado, hasta la mesa en donde se encontraba el Malfoy con un par de fantasmas. — ¿No vas a presentarme a tus amiguitos? Antes de que el joven pudiera contestar volvió a hablar: — Creo que tú y yo tenemos una conversación pendiente —. Necesitaba hablar con el castaño, a solas. @
  23. Eloy Viatore Habíalegado antes de lo planeado ya que sus grandes zancadas hicieron que el Viatore abanzara por el pasillo y llegara hasta su habitación en menos de un minuto. Debía agradecer a su raza, ya que si ella no poseeria ni la mitad de las habilidades que tenía. Se sentía orgulloso se sí mismo y que despues de haber entrenadoduro durro logró desarrollar aún mejor aquellas cualidades que le hacian ser un ser superior. Tiró las llaves sobre la barra y se encaminó hasta el baño. Lo que verdaderamente de gustaba de aquella habitación era la división del amboentr, tenía una sala, baño, cocina y la recamara. Se sentía como en casa aunque nada comparado como el Castillo de los Viatore, aunque podía conformarse con aquello por unos días. Ingtesó al cuarto del baño mientras se despojó del polo negro y de la remera entallada que tenía debajo, desabrochó su conturón de curo marrón al mismo tiempo que zafaba sus zapatillas deportivas. Tan solo unos minutos después pudo contemplar su reaflejo desnudo en el espejo del baño. Se admitó con sutileza los fornidos brazos y la enzanchada espalda que había credido desde aue había llegado a Ottery. Sabía que ninguna mujer podría fesistirse a sus encantos, se autodedicó una mirada seductora y sin más se metió bajo la dicha caliente. Las suaves gotas de agua tibia reccorían cada sentímetro de su piel mienttas relajaba todas sus articulaciones y se dejaba llevar por el placer que le probocaba tener un rato de tranquilidad. Había sido un dia bastante agotador hasta para un vampiro de su clase y quizas se daría el lujo de tomarse una siesta. Antes de que pudiera terminar con la ducha escuchó el suave golpeteo en la puerta de su habitación. Gruñó, fastidiado sin querer desprenderse de sus pensamientos y de las suaves caricias que le dedicaba el agua caliente. Abrió los ojos a regañadiente mientras apagaba la ducha y se obligaba a salir de ella. Las gotas uya frias se deslizaban por su cuerpo desnudo al mismo tiempo que tomaba una toalla que le ofrecía el hotel. Se secó la cara y el cabello mientras caminaba hasta la puerta de entrada y, posandose en frente de ella se ató la toalla blanca al rededor de la cintura y se dignó a girar el picaporte dejando su figura al descubierto. - No me haz dado tiempo a que termine-. Dijo con su característico acento Italiano y con la voz un poco ronca. Dejó al pelinegro en la entrada mientras continuo su recorrido hasta el baño, de donde extrajo otra toalla y la deslozó por sus brazos al mismo tiempo que volvia hacia el encuentro del Potter Black. @@Andrew Potter333
  24. La punta de su nariz se había tornado roja, ante el frio que sentía en aquella habitación y por la ira que estaba experimentando en aquel momento. Ingresar a su habitación luego de años de haberla abandonado y encontrar a otra chiquilla metida en ella era verdaderamente frustrante para la Hawthorne. La examinó de arriba abajo, era mucho menor que ella, con razón no la había conocido aunque ese rostro ya lo había visto en algún lado. — ¿Me acabas de decir intrusa? — Tiró su bolso sobre el sillón mientras se paraba en jarra y la miraba, de arriba a abajo, inspeccionándola despectivamente mientras hablaba. —Yo no soy ninguna intrusa en este castillo, esta era es y será mi habitación—. Sentenció mientras caminaba hasta el armario y lo habría de par en par para examinar las prendas de la joven. Se giró para contemplarla. —¿Dónde has dejado mis pertenencias? — Quiso saber mientras revoltijiaba algunas cosas, dejando caer un par de vestidos de las pechas mientras intentaba buscar algo que le recordara a su infancia. Aun no podía creer como Fokker había sido capaz de ceder su habitación sin siquiera consultárselo. Más incrédula había sido ella, había ido hasta ese lugar solo para invitarlo a su boda. Sentí que la tarjeta de invitación le susurraba cosas al oído mientras seguía descansando en las profundidades de su bolso. Quizás, después de todo, Fokker no merecía ser tenido en cuenta, después de todo, sabía que ella ya no significaba nada para él, puesto que le había concedido el permiso a aquella mujerzuela de quedarse con su habitación. —No, cariño, para tu suerte yo no vine a quedarme por mucho—. Finalizó mientras se alejaba del armario y volvía hasta donde estaba la castaña. — ¿Dónde está Fokker? —Inquirió luego de un par de minutos. — Y no, no soy tu hermana —. Se negaba a querer tener hermanas, a las únicas que aceptaba eran a las que pertenecían al grupo de <<las cuatrillizas del mal>>. —Soy Isabella Hawthorne —. Dijo al fin, con un aire de superioridad en las palabras al mismo tiempo que repasaba los estantes con su mirada y separaba los labios de par en par. — ¡ESO ES MÍO! —. Dijo señalando alhajero que se encontraba sobre la cómoda, se cercó desesperadamente hacia él y lo tomó entre las manos. Hacía tanto tiempo que no lo veía, es más, había pensado que lo había perdido, podía jurar que lo había puesto dentro de su maleta el día que decidió abandonar el castillo. @@Nats Rambaldi Crowley
  25. El castaño zarandeó la cabeza en forma de desaprobación hacienda que algunos cabellos amarronados se cayeran sobre su frente mientras una sonrisa burlona se le formaba en los labios. ¿Estaba hablando en serio? Cómo podía pretender que tener su lealtad, él no era esclavo de nadie y mucho menos iba a pagar tal humillación. Aunque si lo pensaba mejor, quizás podría engañarlo, ganar su confianza de esa manera y luego quizás…apuñalarlo por la espalda. —Lo de jurarte fidelidad creo que lo podemos discutir luego—. Concluyó, luego de un par de minutos mientras pasaba su mano sobre su barbilla de forma pensativa y clavaba su mirada parda sobre el mantel blanco. — ¿A caso parezco un tipo al que le agradan las alianzas, la complicidad o la fidelidad hacia otra persona? — Volvió a negar. Definitivamente odiaba darle explicaciones de sus actos o contarle sus planes a otras personas, siempre había trabajado solo y eso no iba a cambiar por una mujer. Un suspiro salió pos sus labios cuando el pelinegro le mencionó sobre reunirse ahora mismo en su habitación, por un lado estaba de acuerdo con él, sabía que ese no era el lugar indicado para ponerse a conversar, pero no quería hacerlo bajo sus órdenes, él tenía un par de condiciones que el Potter Black debía respetar y una de ella era no exceder la línea de confianza. El Viatore era un ser completamente desconfiado, además necesitaba organizar sus cosas en su propia habitación, apneas se había instalado hoy en Ottery y tenía muchas cosas que hacer. —Mira, tengo algo que probablemente te sirva de utilidad, eso lo podemos intercambiar por la información que me vas a brindar —. Explicó mientras se cruzaba de brazos adquiriendo una posición más firma, haciendo que sus músculos se tensaran y sobresaltaran de aquel polo negro que traía encima. —Iré a darme una ducha, en lo que tú te acabas la comida, cuando hayas acabado, ve a mi habitación—. Sentenció mientras sin más comenzaba a caminar dejando atrás a Andrew. —Te estaré esperando —. Agregó, lo suficientemente alto como para que el joven lo escuchase. @@Andrew Potter333

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