Jump to content

Isabella Hawthorne R.

Magos Expertos
  • Mensajes

    852
  • Ingresó

  • Última visita

  • Días ganados

    5

Todo lo publicado por Isabella Hawthorne R.

  1. Finalmente, aquellos intolerantes chillidos provenientes de la boca del elfo, habían cesado; pero ella no podía negar que no había disfrutado contemplar su frágil cuerpo retorciéndose como una serpiente en el suelo, clamando a su amo parar con aquella tortura más Keaton estaba tan distraído con el recién llegado que no se había percatado que su propio hijo lo había desarmado. En cuanto el arma mágica de su padre salió disparada hasta su dirección alzó su brazo derecho para tomarla en el aire y poder llevándosela hasta la oreja para escucharla crujir. —Núcleo de fibra de corazón de dragón ¿no es así? — Elevó la comisura de sus labios, formando aquella sonrisa torcida que infundía temor. —Poderosa, sin lugar a dudas… pero desafortunadamente desleales. — Jugueteo con Santa Teresa -porque su padre tenía aquella loca manía de ponerle nombre hasta a sus calzones- entre sus dedos, para luego lanzarla directamente hasta su nuevo amo. —Cobarde… No es digno, ¡No es digno!, cobarde, cobarde, ¡cobarde! —El elfo domestico de Isabella, Hugo, salía de debajo de una del escritorio en el cual el Lovegood recargaba su figura, había permanecido escondido allí desde que su ama lo había atrapado con las manos en la masa, intentando manipular al que ahora llamaba cobarde. —¡Él no es digno de perecer a esta familia! Incapaz de defenderse de un simple cruciatus… —Mascullaba lo suficientemente bajo para que solamente él lo escuchara, mientras retorcía sus huesudos dedos de forma ansiosa. —¡Vamos Francky! ¿Vas a dejar que te torture? ¡Ya no tienes diez años! Acaba con él… —La estruendosa risa de la Hawthorne resonó en la cocina, quería provocar a su hermano, sacarlo de sus cabales y hacer que todo aquello terminara siendo un completo desastre. La presencia de aquel joven en la cocina detuvo su carcajeo en seco, captando toda su atención, después de todo era difícil ignorarlo ya que no había dejado de gritar para presentarse. —Tu… —Se bajó de la barra en la que había permanecido sentada con anterioridad, mientras lo apuntaba con su varita de Espino que había estado sosteniendo en la mano izquierda. —¿Qué hacías fisgoneando detrás de la puerta? — Inquirió, elevando una de sus cejas, pero no le había dado tiempo a contestar que con un ademán rápido de su mano susurró: — Levicorpus —. El haz de luz salió desde la punta de su varita para impactar con el cuerpo de Daniel, dejándolo colgado de cabeza. —¿Lestrange? — Avanzó con lentitud hasta él, dejando que el sonido de las suelas de sus botas altas contra el mármol de la cocina llenase el vació que había dejado su pregunta. —¡No me hagas reír! ¡Tan patético y deprimente que no eres capaz de mantener la cabeza erguida mientras hablas! — Rió con desdén observando con detenimiento como el rostro del intruso comenzaba a tornarse cada vez más rojo, producto de la sangre que comenzaba a concentrarse en su cabeza. —Más bien pareces un Longbottom @@Danny Lestrange @ @ @@Keaton Ravenclaw
  2. Lograr acercarse hasta aquel lugar le había costado más trabajo del que Hawthorne podía llegar a admitir, pero lo había conseguido, por fin había reunido el valor necesario para enfrentar a aquel muchacho de cabellos verdes al que le debía más que una simple explicación; porque lo había dejado solo por mucho tiempo estando consiente que ella misma le había jurado jamás abandonarlo. Retrocedió un par de pasos, manteniendo la mirada clavada a la puerta, conteniendo el impuso para salir corriendo por donde había llegado, después de todo nadie la había visto llegar hasta ahí. Su bien desarrollado oído le permitió percibir aquellos firmes pero fatigados pasos que se acercaban hasta la puerta, el corazón le dio un vuelco y sintió como cada uno de sus músculos se tensaban, dejándola paralizada a un par de metros de la entrada, como si se tratara de una estatua de cera. -Demasiado tarde para huír-. Se mofó su propia voz dentro de su cabeza, aquella había sido la responsable de guiarla hasta allí, recordándole lo cobarde que había sido por renunciar a las personas que mas quería y permitir que aquel par de ineptos lograran su cometido. ¿Cómo había permitido mantener aquel oscuro y cruel secreto vigente por tanto tiempo? Quizás porque pensaba que su muerte les traería un poco de tranquilidad, pues sabrían dónde encontrarla y tendrían un lugar en donde llorar y dejarle flores. El pomo de la cerradura se giró lentamente seguido por el rechinido de las bisagras de la pesada puerta de madera al abrirse para darle la bienvenida. Ocultó su rostro entre las palmas de sus manos, como si se tratara de un juego para niños y, cuando el silencio volvió a reinar entre ellos despegó sus dedos meñiques para empezar a descubrir su semblante, en el cuál se reflejaba una ligera sonrisa que poco a poco se fue ensanchado. —¿Qué pasa, Ryvak? — Inquirió al mismo tiempo en el que fijaba aquellos obres color plata sobre los ambarinos del joven… porque ya no era el niño que ella recordaba, había crecido tanto que hasta la había superado en altura. — Parece que haz visto un fantasma —. Elevó aún más las comisuras de sus labios, formando aquella sonrisa torcida que la caracterizaba. — Calma… las niñas muertas no pueden sonreír. @@Anthony Ryvak Dracony
  3. @@Arya Macnair Ayyyy hacen cosas tan tan bellas ¿Cómo no voy a volver? Además de que uno no tiene que esperar nada *--* Las amo, a amas en serio Me ha encantado la firma Maca, bueno NOS ha encantado, la boluda (yo) no te avisó que era conjunta con Franko xDD así que sería mucha molestia que le hiciera un avy a él también? Omg es la primer firma tuya que tengo y la hace aún más especial *la atesora por siempre y para siempre en su perfil* muchas gracias hermosa <3 y lo prometido es deuda, me pasaré por tu local a dejarte actividad
  4. Recorrieron cada rincón del castillo, compartiendo aquel silencio en complicidad para no llamar la atención de las personas que andaban deambulando por las diferentes habitaciones, había olvidado por completo a su amiga Emilia, la joven bruja para ese entonces probablemente ya habría abandonado su morada pero eso realmente no le importaba demasiado; después de todo no estaba sola, la había dejado con aquella asiática que decía ser su hermana, que de parecido con los Ravenclaw’s no tenía nada. A veces los exóticos gustos de su padre en las mujeres llegaban a desconcertarla por completo y llegó a agradecer que saliera del closet y optara por los hombres, de esa manera no traería más hermanos indeseados para ella. Una gélida oleada chocó contra su cuerpo cuando las pesadas puertas de metal se abrieron, emitiendo un sonoro rugido provocando que el piso de piedra vibrara a sus pies. El hedor a humedad y encierro penetró sus fosas nasales al mismo tiempo que en su semblante se dibujaba una sonrisa cargada de satisfacción; aún era capaz de recordar el habitual olor a sangre fresca en combinación con el de las pociones más insólitas que solía preparar en su propio castillo. Se deslizo escaleras abajo, escuchando el eco que producían sus botas de tacón al impactar contra la superficie rocosa. Avanzó un par de metros hasta el centro de la habitación en penumbras, giró sobre su propio eje admirando cada rincón de aquel sombrío lugar al cual nunca había ingresado con anterioridad. La habitación se iluminó escasamente gracias al hechizo conjurado por su acompañante, el fuego de las antorchas ondeaba sus sombras dándole a aquel lugar un aire aun más espectral. Estaba fascinada contemplando cada rincón, reprimiendo el deseo de escullirse hasta el lugar más inhóspito al que aquellos pasillos podrían llevarla, pero aquello podía esperar; ahora lo más importante era no perder un minuto más de tiempo, o la salud de su gemelo podía verse afectada. Con una ligera y sutil floritura emitida con su brazo izquierdo, una maleta de cuero marrón apareció en el piso junto al caparazón de un cangrejo de fuego, el mismo seria utilizado por la bruja como caldero para la preparación del ungüento que curaría la herida del castaño. Se arrodillo sobre la fría y polvosa superficie para poder extraer del interior del maletín un pesado y gordo libro de pociones, la dura tapa de éste estaba completamente maltratada por el paso de los años, pero para ella no había otro tomo mejor que aquel, el cuál había robado de la sección prohibida en la biblioteca de Hogwarts cuando estaba en quinto año. Hojeo las amarillentas páginas hasta llegar a la mil doscientos cuarenta y seis, pasando su dedo índice sobre las anotaciones en tinta negra a un costado de la receta intentando memorizarla. Sin que ella se lo pidiera, Lovegood sacó los pequeños frascos de vidrio que estaban dentro de la maleta, dejando todos los ingredientes alrededor del cuerpo de la banshee, quien colocaba veinte gotas de esencia de díctamo, tres flores de Moly previamente machacadas y seis cucharadas al ras de moco de gusarajo. Movió su varita de ébano por encima del caldero, haciendo que los ingredientes se mezclaran y formaran un ungüento color amarillento. Se colocó el guante de látex en la mano izquierda, el chasquido de la goma contra la piel de su muñeca detonó recuerdos dentro de su cabeza, volvió a sonreír con nostalgia poniéndose de pie para acercarse a su gemelo, quien ya se había desprendido la camisa para dejar aquella zona expuesta. Tomó la pomada con la punta de sus dos dedos, el índice y el mayor, para luego aplicar la espesa crema sobre la herida. —Esto te va a ayudar a aliviar el dolor de forma instantánea, la herida tardará tres días en cicatrizar por completo por lo que deberé repetir la aplicación — Se quitó el guante y lo aventó hacia un costado. —Luego me devuelves el favor — <<con un poco de información>> Terminó aquella frase dentro de su cabeza, mientras le devolvía la sonrisa que él mismo le dedicaba y se acercaba para rodear su cuello y poder enredar sus finos dedos entre las hebras de su cabello castaño. Aún no terminaba de acostumbrarse a aquel color, no porque le desagradara sino porque no se veía como el Franck que ella había conocido desde que era pequeña. Aquellos ojos azulados se habían perdido nuevamente en la profundidad plateada de su mirada, hipnotizándolo otra vez provocando que el joven volviera a sentir la necesidad de unir nuevamente sus labios; o al menos eso pensó Isabella, que no era capaz de sospechar que su hermano comenzaba a albergar sentimientos impropios hacia ella. Sintió la suave caricia de sus narices y el tenue roce de sus labios que ya habían comenzado a extrañarse, pero un segundo antes de que sus bocas volvieran a encontrarse, el ruido seco de la puerta que daba paso a las mazmorras volvió a abrirse. Apoyó la palma derecha sobre el pecho desnudo de Ravenclaw, dándole un empujón que lo alejaría al menos medio metro de su cuerpo. Carraspeó, cruzando sus brazos debajo de sus senos para luego girar sobre sus talones, su semblante inexpresivo se topó con la mirada color oliva de su padre. —Como siempre, tan oportuno… — aquellas palabras salieron de su boca con forma cáustica. —Deberías de agradecernos, somos los únicos que siempre hemos estado aquí — Un rayo salió disparado de sus espaldas, impactando junto a los pies del vampiro. Rodó los ojos con aburrimiento, esperando lo inevitable, después de todo siempre sus encuentros terminaban en una batalla que parecía jamás acabar. —Además, no puedes prohibirle la entrada a las Mazmorras a tus ¡únicos herederos! — Y no se refería puntualmente al dinero que había en la bóveda familiar, sino a la pureza que corría por sus venas. Y como lo había previsto, la maldición Cruciatus salió disparada del arma mágica de su padre para impactar en el pecho de Lovegood. Sus alaridos no tararon en llenar el silencio y ella se limitó a cerrar los ojos para intentar reprimirlos dentro de su cabeza. Avanzó con lentitud, elevando el mentón con aquel porte altivo que la caracterizaba, para posicionarse justo al lado de su progenitor y poder murmurar en su oído —¿Tan relevante te resulta las est****as peleas de hermanos que tenemos constantemente? — Inquirió, intentando convencerlo como siempre lo hacía. Depositó un beso sobre su pálida mejilla y le dirigió a su gemelo una sonrisa cómplice. —Bien, te diré…— Se adelantó a pronunciar antes de que Keaton le contestara — Peleamos porque Franck destruyó mi habitación por completo, me enojé tanto que lo lastimé— retorció la verdad como solo ella podía hacerlo — y como me sentí un poco culpable por haberlo hecho decidí ir hasta las mazmorras a sanar su herida —. ¿Cuántas veces había mentido de la misma manera para ocultar sus travesuras en el pasado? Había perdido la cuenta, pero se volvía a sentir como una niña de diez años. —Pero ya nos hemos reconciliado — Le guiñó un ojo al castaño y se apartó de su padre, para percatarse de la parecencia de Matthew. —Te equivocas, no tienes las motivaciones necesarias, cariño—. Chasqueó la lengua, acercándose hasta donde estaba el Triviani para tomar uno de los vasos de cristal que estaba llenando con ginebra. Los tortuosos quejidos de su hermano habían cesado, pero la calma no había prevalecido en la cocina, la maldición había sido redireccionada al flacuchento elfo domestico de su padre y los desopilantes chillidos de la criatura fueron música para sus oídos. Isabella rió mientras le daba un toque a la bebida para que esta se tornara violácea, amaba con locura la ginebra de arándanos. Sus obres plateados se movieron en dirección a su hermano, invitándolo a volver a atacar a su oponente mientras estuviese distraído. <<—Cálmate, Danniel Lestrange —>>La voz masculina resonó incluso por encima de los gritos de Pastelero, anunciando la presencia del nuevo integrante de la familia. —¿Otro humano? *****, Keaton, no pienso compartir la herencia con otro bastardo más — Le advirtió, llevando el cristal hasta sus labios para darle un sorbo a la sustancia morada. @ @@Keaton Ravenclaw @@Danny Lestrange @
  5. —No negocio bajo amenazas —. Balbuceó la anciana en una acentuación apenas comprensible debido a la falta de sus dos incisivos delanteros, la lengua se le había escurrido en el espacio faltante provocando que las gotas de saliva salieran por su boca y aterrizaran directamente en la cara de Hawthorne la cual apretó los papados con fuerza y frunció los labios. Definitivamente aquella había sido la gota que derramó el vaso esa mujer no saldría con vida de aquella mansión tenebrosa; pero aun así mantuvo la calma, la misma que antecede a la catástrofe. Limpió las pizcas de baba con el dorso de su puño cerrado ejerciendo más presión de la necesaria, provocando que la piel de sus mejillas se tornara rosadas por la fricción. Le dedicó una mirada cargada de aborrecimiento pero había dejado que su compañero tomara la palabra, no podía permitir que las provocaciones de la gitana arruinaran su negocio, había pedido un precio exorbitante, pero la información que le ofrecía Triviani valía cada centavo, eso en dado caso de lograr sobrevivir a las torturas que ella misma iba a propinarle una vez que dejara la exuberante cantidad de galeones sobre la mesa; después de todo para eso estaba allí, para divertirse un poco. Pretendió bajar la mirada hasta su muñeca marcada pero reprimió aquel deseo tan pronto como se hizo presente en su cabeza, lo que menos quería era poner en advertencia a aquella mujer, que no paraba de revolverse en su asiento jugueteando con sus dedos con tanta ansiedad que empezaba a desesperar a la banshee, la cual no podía sacar la mirada de aquel enorme anillo de oro, pequeños cristales swarovski enmarcaban a la perfección el contorno de aquel despampanante rubí, el cual se vía reflejado en los ojos plateados de Isabella, haciendo que éstos brillaran fascinados. —¿Asesinarla? — dijo entre sus pensamientos, esperando que él pudiera escucharla. —¡Vamos Matt, no seas aburrido! — Aquella sonrisa retorcida se había presenciado en sus labios rojos carmín, la cual parecía haber intimidado aun más a la vieja; quien llevó una mano hasta el doblez de su túnica para extraer algo de allí adentro; pero la Hawthorne advirtiendo cada uno de sus movimientos, levantó con sutileza la falda encampanada de su gabardina. Sus largos y finos dedos rozaron de mango de su varita auxiliar, la misma que le había robado a un mago que vagaba solitario una noche invernal por el Callejón Diagon. Con ella siempre se encargaba de hacer el “trabajo sucio”, simple de deshacer y de incriminar a otra persona. Convencer a la anciana no había sido una tarea muy ardua, en menos de lo que ella pudo imaginar la bruja con tan solo el movimiento de su varita, eso era lo que esculcaba entre sus ropas y no una daga como lo había imaginado la rubia, colocó la suma sobre la mesa la cual apenas cabía sobre la superficie de la madera. —¡Expelliarmus! — Vociferó con aquel acento francés, apuntando directamente al arma mágica de la mujer, dejándola completamente desarmada. —TRAIDO…— Clamó la mujer, pero antes de que pudiera terminar la frase el maleficio —Cruciatus — salió de entre los labios color carmín de Isabella obligando a la gitana a retorcer su cuerpo con frenesí por el dolor. Sus gritos eran música para los oídos de la joven Hawthorne, disfrutando cada alarido como si se tratara de una suave melodía. —¡Llévate todo el dinero, yo me quedo con sus joyas! — Le habló a través de sus pensamientos al licántropo. Avanzó hasta un costado de la mujer, no sin antes alcanzar su varita y lanzarla hasta las manos de Matthew. Tomó aquella cabellera grisácea desde la raíz, exigiendo que se arrodillara en el piso para continuar con el martirio que la llevaría hasta la muerte. —¡Sectusempra! — El rayo impacto directamente en su espalda, provocando que hemorragia comenzara a teñir de color escarlata sus vestiduras. @
  6. Sus parpados se levantaron con pesadez delatando, al igual que los profundos surcos que se le habían formado debajo de los ojos, lo que el habitual consumo de aquellos hongos estaba haciendo en su sistema y no solamente eran sus ojos los que se habían apagado por completo, sino que también su grado de irritabilidad había incrementado, era una bomba de tiempo andante dispuesta a arremeter toda la frustración contenida en su cuerpo con la primera persona que osara en cuestionar ya sea su acción errante o aquellas locas ideas que se le metía en la cabeza. Desde que los había probado por primera vez en la clase de Primeros Auxilios no había podido parar de consumirlos, a tal punto de apenas alcanzar a percibir la ácida amargura que tanto le había molestado en un principio; pero cada vez que el humo entraba por su boca y viajaba directamente hacia sus pulmones hasta acabar en su torrente sanguíneo para comenzar a experimentar aquella gratificante sensación de estar inmersa en una realidad alterna; en la cual todo se conservaba en suma tranquilidad, juraba haber visto a Drake sentado en la orilla de su cama, con aquella expresión serena en su rostro dedicándole aquella particular sonrisa que ella se desvivía por volver a besar. Suspiró, frotándose los ojos para aferrarse a la idea de que todo aquello no era más que producto de aquellos deslumbramientos que solía tener cada vez que aspiraba el humo de aquellas setas. Había encontrado consuelo en aquello que estaba a punto de destruir su salud mental y quizás ella estaba dispuesta a correr ese riesgo. Sus ojos se movieron en las penumbras de la habitación perdiéndose en ella por un duradero momento; sin pensarlo dos veces y casi por inercia le arrebató la pipa a Triviani de las manos y le dio una profunda calada atreviéndose a catar aquel particular sabor apenas perceptible a causa del acostumbramiento. Escuchó en la lejanía que alguno de los presentes la llamó por su apodo. Matthew, intuyó, ya que era el único que conocía su seudónimo; nuevamente se había sumido a sus tan retorcidos pensamientos que era incapaz de comprender con qué estaba alucinando esta vez. —*****…—masculló tan bajo que a penas tuvo que mover los labios. Se frotó la frente con la yema de los dedos tratando de recordar el hilo de conversación que habían mantenido. Gracias a su formidable memoria logró ponerse al corriente mucho antes de que los presentes se percataran de aquel pequeño colapso mental que acababa de presenciar. Aclaró su garganta enderezándose en aquella incomoda silla de madera para recuperar la postura refinada que siempre portaba. —¡Ochocientos millones de Galeones! — Sentenció golpeado con el puño la mesa, moviendo aquel de pupilas color plomo, tan carentes de compasión que podrían llegar a intimidar a cualquiera. —¡Atrévete a regatear conmigo y te juro que te arrancaré los ojos y se los daré de comer a los cuervos! Y espero que sepas hablar con señas porque también te cortaré la maldita lengua —. La vena que tenía en medio de la frente se había inflamado, aquello era una clara señal de que estaba hablando en serio; ese día en particular no se había levantado con ánimos de jueguitos absurdos que la hacían perder el tiempo, es más, ni siquiera había podido pegar el ojo en sesenta y siete horas. @
  7. Siento que ustedes van a terminar odiándome T_T pero bueno, es que hacen cosas tan bonitas pero pago con actividad en algun local, entonces les dejo un par de G (? asi que no tengan miedo de mandarme a rolear por ahi <3 -A mi gusto- Diseño Firma ¿Avatar?: Sí, por favor Render o Imagen: https://imgur.com/dHwjxRG Tamaño: A elección del firmero Texto: Isy et Franck // Ce sont les deux faces d'une même médaille. ( Y si queda feo solo los nombes) Otras especificaciones [Forma | Colores | Fonts]:Me gustan que los nombres sean en "cursiva" por así decirlo, y las frases en imprenta. Y nada más, espero que les haya gustado la imagen que le traje y puedan trabajar con ella <3 las quiero a ambas @ @@Arya Macnair
  8. Pretendió torcer un gesto para ocultar la sonrisa que se le había formado en el rostro al ver como un gesto de dolor se apoderaba de las facciones de su hermano cuando ella le quitaba la venda, pero no lo había conseguido. —No hagas eso —. Se quejó al mismo tiempo que una pequeña risa se le escapaba de entre los labios la cuál inmediatamente fue amortiguaba por la palma de su mano para que no la oyera. —No puedo concentrarme en mi trabajo si te pones a hacer esas muecas —. Aquella costumbre no se le iba por más que los años trascurrieran, apreciar el dolor y el sufrimiento reflejado en los rostros de sus compañeros era lo que más disfrutaba de su trabajo como Medimaga, sin olvidar aquellos alaridos que sabían soltar cada vez que la poción crece huesos le era suministrada. Aún mantenía aquella expresión aniñada en su semblante, aquella que solamente el Lovegood era capaz de robarle en su intimidad; en donde solo existían el uno para el otro, desnudándose por completo a tal punto de llegar a confesarse sus más íntimos y profundos secretos; pero aún ella no había sido capaz de sincerarse completamente con él y esperaba jamás tener la valentía para declarar lo que ocultaba detrás de esa cara angelical que le dedicaba cada vez que la miraba; porque Isabella Hawthorne era mucho más despiadada y cruel de lo que su gemelo podría llegar a imaginar. No podía permitir que Franck se enterara de todos los actos de malicia que era capaz de cometer- y que había cometido en el pasado-; porque aunque lo negara tenía miedo de que él se terminara alejando de ella, después de todos eran caras diferente de la misma moneda, completamente opuestos, pero por alguna extraña razón se complementaban a la perfección y justamente por eso habían recibido el apodo de gemelos, además del parecido físico y el mismo acento francés con el que hablan. Definitivamente él era todo lo que ella podía necesitar en ese momento; el tiempo que había pasado lejos de su familia la había obligado a olvidar aquella gratificante sensación de pertenecer a un lugar fijo, de tener a alguien con quien compartir la simpleza de una taza de chocolate caliente al lado de una chimenea estando al resguardo de la feroz tormenta. Anhelaba profundamente aquella sensación de paz que le había sido arrebatada hacía ya mucho tiempo. —Te extrañaba— Le declaró, dedicándole una sonrisa sincera para luego inclinar ligeramente su cuerpo hasta su mejilla para depositar un suave y dulce beso. Se sentó sobre sus rodillas, buscando la varita de ébano que seguramente había quedado perdida entre las sabanas azuladas, hasta que finalmente la encontró. Sus dedos rozaron la madera tallada hasta llegar al mango en donde estaba incrustado aquel cristal místico que reflejaba sus colores favoritos, se aferró a ella y le conjuró un Episkey; inmediatamente la apariencia de la herida mejoró, disminuyendo su tamaño, pero eso no la dejaba del todo conforme sobre todo porque mantenía aquel aspecto oscuro e inflamado. La sangre se le heló por completo, uno de sus mayores miedos había sido mencionado por el castaño; sus obres platinados se abrieron más de lo normal seguido de aquella espeluznante sensación de desesperación que rápidamente consiguió apoderarse de cada musculo de su cuerpo para dejarla rígida y estática como una estatua de cera. <<Imposible>> su propia voz chocó contra las paredes de su cerebro haciendo eco, se mordió el labio inferior evitando soltar la primera palabra que se le había venido a la mente ya que de otra manera debía darle más explicaciones de las que su gemelo necesitaba escuchar. -Si no se entera, no le duele- intentó brindarse un poco de consuelo - ¿pero si llegaba descubrirlo? - se cuestionó una milésima de segundo más tarde, aquella incógnita la dejó sin aliento por un instante; una gota de sudor frió recorrer su columna vertebral obligándola a trabar la mandíbula mientras observaba con detenimiento la herida supurante, tratando de mantener su atención en aquel punto fijo para que el Lovegood no se percatara de todo aquello. —¿Experimentando con criaturas? ¡Que terrible! —Mintió exagerando un poco las facciones, intentando sonar lo más crédula posible para que no desconfiara de ella si llegaba a faltar alguna criatura en los terrenos del Castillo. Agradeció al Señor Tenebroso por haber tomado la decisión de colocar el armario evanescente que se comunicaba con el Laboratorio clandestino, en el cual donde trabaja, en su escondrijo en las profundidades del callejón Knockturn y no en su habitación como lo había planeado en un principio; de otra manera él ya hubiese descubierto la verdad al momento en el que se le ocurrió meter todas sus pertenencias dentro de cajas, en un intento por remodelar aquel viejo dormitorio. No quería profundizar más sobre ese tema, no en ese momento, pero estaba segura de que debía poner en alerta a sus compañeros de todo aquello.—Necesitaré prepararte un ungüento especial para curarte eso, la varita no es suficiente, te lo hicieron con magia muy poderosa y la mía… — dejó la frase en el aire torciendo un gesto de fastidio, después de haber pasado cinco años conviviendo como una simple y repugnante muggle el conjurar hechizos no se le daba del todo bien, debía de admitirlo. — Vamos a las mazmorras. Se levantó con la agilidad de un lince, dando un brinco pasando casi por encima de él para aterrizar justo en frente del ventanal. Bastó tan solo una floritura de su varita para que las prendas se materializaran sobre su cuerpo con aquella típica gabardina encampanada de cuero, dejándola lista para enfrentar el frío húmedo del subterráneo. @
  9. No me había fijado que querías pertenecer oficialmente T.T ¿Por qué no me dijiste que me pasara antes? jajaja pero bueno acá estoy para aceptar tu entrada a la familia <3 y bueno, paso a explicarte un poco del árbol genealógico ya que somos pocos. Keaton es mi padre y el de Franko. Matthew es el esposo de Keaton y tú vedrias a ser sobrino del patriarca. Siéntete libre de pasar por la familia cuando quieras <3 por el momento solo estamos activos Fran y yo , pero si gustas pasar eres más que bienvenido para rolear con el par de gemelos (porque así nos dicen) También te aclaro de antemano que nos gusta hacer bromas pesadas y drama, así que los enojos nunca son reales y solemos tener muchas ideas descabelladas Cualquier duda o consulta me encuentras por el tag, Mp o el rol <3 @@Danny Lestrange
  10. La impenetrable oscuridad de la madrugada consumía todo a su paso, incluso la figura femenina que se deslizaba entre los finos troncos de los eucaliptales camuflándose entre ellos, intentando que ningún elfo domestico se percatara de su presencia y le advirtiera a su amo. Las finas hebras de su cabellera rubia platinada salían de la capucha de cuero, la misma cubría por completo tu rostro, dejando a la vista únicamente sus labios pintados de aquel característico color carmín. Sus ojos color plata eran lo único que brillaba bajo la luz de la luna, destilando un sutil y casi imperceptible destello amoratado. Para muchos, incluido su ahijado Anthony, Isabella Hawthorne se había convertido en un montón de cenizas; habían trascurrido casi cinco años de que el rumor de su muerte corriera por las calles de Ottery como el mismo viento, trayendo un sinfín de sentimientos encontrados tanto para las personas que le habían tomado cariño como para aquellos que no habían tenido el placer de acabar con su vida. De su mente habían desaparecido varios fragmentos de recuerdo y eso le impedía acordarse de la ultima vez que había visto a su ahijado, el ultimo recuerdo vívido que tenía de aquel jovencito de cabellos verdes era que iba a casarse; pero un par de meses antes de que dicho enlace matrimonial la banshee había tomado la decisión de desaparecer para <<siempre>> de la vida de todos, a excepción de su esposo, su pequeño niño y su cuñada Kutsy quienes pertenecían a su círculo más cercano. Hubiese deseado poder evitarle aquel sufrimiento a Anthony, pero decirle la verdad implicaba poner en riesgo su vida y ella no podía soportar otra perdida por su culpa. Después de tantos años había tomado la decisión de ponerle fin a aquella mentira, no se dejaba ver por cualquiera, pero pronto volvería a rumorearse que su fantasma estaba rondando otra vez por la comunidad mágica y no podía permitir que aquellos murmullos llegaran a oídos de Rivak, quería ser ella quien le de las explicaciones que él se merecía escuchar. Sus huesudos nudillos golpearon la puerta de madera de aquella cabaña, la cual podía intuir que era del propietario del lugar. Había logrado burlar a los elfos que custodiaban aquel paraíso natural, llegando hasta allí por su propia cuenta sin la necesidad de tomar una carreta parque la dejara allí. Volvió a golpear la superficie rígida con insistencia, pero esta vez propinándole porrazos con los puños cerrados. No podía esperar a ver la reacción del mago, las ansias chocaban contra su pecho y era capaz de derribar la puerta si no se abría pronto. @@Anthony Ryvak Dracony
  11. —¿Matthew? —. Se le vino aquel nombre a la cabeza tan fugaz y pasajero que su accionar había quedado pausado, la mano que sostenía un par de bayas de muérdago había quedado suspendida encima del caldero burbujeante. Analizó su entono por un segundo a la espera de que algo no tan bueno ocurriera, pero los segundos fluían con tranquilidad. Hasta que por fin lo sintió, un profundo ardor se concentró sobre sus costillas derechas, haciéndola encorvar con ligereza, había dejado caer las ramas que tenia en su mano izquierda para aferrar aquella zona en donde la quemazón se había iniciado. Maldijo en voz alta, tratando de recuperar la compostura; después de tantos años alejada de la Marca Tenebrosa hasta se le había borrado de su memoria lo doloroso que se sentía. Respiró profundo cerrando sus ojos para desaparecer de aquel <<Laboratorio>> bastante improvisado y así materializar su cuerpo una vez más en aquella mansión Tenebrosa. La brisa del viento arremolinó sus cabellos, al igual que la típica gabardina encampanada que siempre portaba. —Mas te vale que haya sido importante — Masculló para sí misma mientras avanzaba a paso firme entre los presentes. Los finos tacos de la Hawthorne anunciaron su presencia en el Salón principal. Desde la entrada podía apreciar la profunda cabellera azabache del mago que la llamó, pero no estaba solo. Una mujer de mediana edad estaba sentada en frente de él, con las manos apoyadas sobre la mesa de roble y la mirada clavada en el Triviani. Se acercó hasta ellos con el mismo aire de altivez que la caracterizaba. —No pené que tendríamos compañía —. Moduló aquellas palabras casi con desprecio mientras apoyaba una de sus manos sobre el hombro de su compañero para depositar un beso en su mejilla a modo de saludo. — Dime cariño… ¿no pudiste conseguir algo mejor? — Aceptó la invitación de tomar asiento a su lado. — Tranquilo …— no se había volteado a mirarlo, sus ojos color plata estaban fijos en la bruja— No podrá escapar tan fácilmente. — Una sonrisa torcida se reflejó en aquellos labios rojos carmín. @
  12. Sus labios con forma de corazón se curvaron al escuchar el cumplido por parte del Triviani dedicándole una fugaz sonrisa que se mantuvo en su semblante más tiempo del que ella hubiese imaginado. Sus parpados se movieron incesantes provocando que sus largas y tupidas pestañas aletearan como si fuesen mariposas, enmarcando a la perfección aquellos ojos plateados que destilaban un ligero brillo amoratado característico de su raza. No, ese coqueteo no era producto de los hongos que habían nubado su juicio, así era ella y quizás lo que buscaba era aprovecharse de la vulnerabilidad del vampiro para convertirlo en su nueva presa. —Y no eso no es lo más atractivo que tengo—. Una melodiosa risa salió por sus labios al mismo tiempo que le guiñaba un ojo. Se movió de su lugar para avanzar hasta la estantería donde se encontraban los libros de pociones. El mago tenía razón debían crear una poción completamente nueva para tratar aquella enfermedad mental que se había apoderado de la mujer, pero sabía que no solo debían curar su depresión en la cual estaba sumida, sino que también el estrés post traumático que sufriría al enterarse de que había matado a su hijo de la forma más cruel y sanguinaria que podría existir. Quizás hasta debían borrarle aquellos recuerdos —Tampoco debemos olvidar la Poción Calmante, la pobrecita se ve bastante alterada—. La mujer seguía emitiendo gruñidos mientras lanzaba patadas al aire intentando soltar las ataduras, pero no iba a lograrlo o al menos eso esperaba la Hawthorne. Tomó uno de libros de pociones que estaba a su disposición; al menos Matt había tenido la amabilidad de dejar las instrucciones de algunas pociones las cuales combinadas entre sí les serviría como antídoto. Se acercó hasta el mesón en donde su compañero iba a preparar aquel brebaje. —Lo primero que vamos a necesitar es:Opio en polvo, hojas de adelfa, extramonio, higos secos, cinco ramitas de valeriana — hizo una pequeña pausa para hojear el libro en busca de otro brebaje que pudiera ayudarles — seis frutas de azarollo previamente machacadas y quinientos centímetros cúbicos de jugo de Granada—. Había quedado fascinada con la destreza con la que Jeremy se encargaba de cortar cada ingrediente, medirlo con una precisión exacta y mezclar todo en el caldero; sin dudas él era un amante de las pociones tanto como ella y eso le parecía aun más atractivo que ese par de luceros radiantes. Esperaron aproximadamente unos quince minutos para que la pócima reposara antes de ser ingerida; una vez lista el vampiro le tendió el recipiente a la banshee para que fuera ella quien le suministrara aquel brebaje de color azafranado. Sus finos y largos dedos se amoldaron al frasco de vidrio percibiendo el calor que emanaba del mismo. Se mordió el labio y, a paso decidido se acercó nuevamente a la loca; la cual permanecía cabizbaja tarareando una suave melodía repitiéndola una y otra vez. Sentía la penetrante mirada oscura de Matthew clavada sobre su nuca, esperando que fallaran con aquella prueba para seguir poniéndoles más piedritas en el zapato. Tomó una bocanada de aire para tomar aún más coraje y levantar con la punta de sus dedos el mentón de la mujer. Antes de que pudiera tener contacto con su piel, los filosos y amarillentos dientes de la fémina se aferraron a su mano, obligándola a soltar un alarido seguido de un conjunto de maldiciones en contra de su persona. Logró zafarse del agarre, arremetiéndole un golpe en una de sus mejillas con la mano desocupada. —¡***** Gretchell, que es por tu bien! — Exclamó furiosa, sintiendo como un espeso liquido color escarlata se escurría por uno de los laterales de su dedo índice. Contempló su mirada vacía por un momento, esperando encontrar algún rastro de conciencia en su interior, pero no lo logró. Una parte de ella sentía lástima, pero la otra (la que llevaba el porcentaje más alto) quería terminar con su aflicción de raíz y sin la necesidad de encontrar una cura. Enmarcó con fuerza su fino y demacrado rostro, ejerciendo más presión de la necesaria para obligarla a permanecer quieta por lo menos un minuto. — Abre la boca — la muggle había apretado tanto sus labios que habían perdido su coloración casi por completo. —¡Que la abras te digo! — Le exigió, enterrando sus uñas en sus mejillas esperando que esta vez sí la obedeciera; y así lo hizo. Vertió todo el contenido del frasco entre sus labios mientras la tomaba del cuello para obligarla a tragar cada gota que entraba a su boca. Quizás estaba siendo un poco brusca, pero la mujer había acabado con la poca paciencia que tenía la Ravenclaw. —Si esto funciona, me deben una cena para compensarme esto — les señaló el dedo ensangrentado, demasiado osado de su parte, después de todo estaba en presencia de un vampiro, pero ¿sería lo sufrientemente tonto como para probar una gota de su sangre? Después de todo la linfa de una Banshee era tan letal como cautivadora. @ @
  13. Estaba al borde del colapso. La sustancias psicoactivas de los hongos que había fumado se apoderaron completamente de su cerebro descontrolando coordinación del sistema nervioso central, provocando que las manos le temblaban a tal punto de impedirle el simple trabajo tomarle las pulsaciones a su propio cuerpo, aún tenía signos de vida y eso le generaba una especie de alivio momentáneo. Uno de los mayores miedos de Isabella Hawthorne se había materializado en aquella sala; su cuerpo maltrecho estaba tendido sobre aquella camilla de acero, emitiendo los últimos signos vitales luchando por su vida, la cual dependía plenamente de ella. El bombeo frenético de su corazón golpeando contra su caja torácica retumbaba en sus propios oídos. Se había quedado estática en aquella posición por más de cinco minutos, con los labios entreabiertos contemplando como las venas sobresalientes de la mujer estaban a punto de estallarle en la cara. Tragó con dificultad, hasta que la voz del vampiro la trajo hasta la realidad dando un brinco. Sus temblorosas manos tomaban el recipiente que le tendía su compañero y, sin titubear y confiando en las habilidades del joven lo vertió su contenido entre los labios de la bruja. Un sabor amargo se apoderó de su boca al momento en el que la sustancia verde azulada viajó por la garganta de su propio cuerpo. Volteó hasta Jeremy para tomar su rostro ente sus manos y poder besar con euforia sus mejillas en forma de agradecimiento. ―¡Qué haría sin ti! ―. Aquellas palabras salieron de su boca tan rápido que no fue capaz de procesar lo que decía, porque si lo hubiese echo jamás las hubiese emitido. Hablaba como si lo conocía de toda la vida, hasta se había atrevido a besarlo, definitivamente la próxima vez que le ofrecerían fumar aquellos hongos lo pensaría dos veces. Su atención volvió a centrarse en aquel saco, la mujer había recuperado la coloración de su piel y el veneno había dejado de hacer efecto en su sistema. Ahora lo que restaba era sanar aquellas profundas heridas que se extendían por todo su cuerpo, en especial aquella que estaba ubicada en su brazo derecho. El corte se alargaba desde su hombro hasta su codo, como si una bestia había desgarrado su carne y no había sido hasta ese momento que se percató del charco de sangre se había formado en el piso. Avanzó hasta uno de los estantes metálicos ubicado a un lado de la camilla, sus obres color plata se deslizaron sobre cada una de las etiquetas plasmadas sobre las superficies vidriosas de los frascos. Tomó la Escancia de Díctamo para poder aplicarle un par de gotas sobre la herida. Inmediatamente la herida comenzó a cerrarse en frente de sus ojos restaurando la carne desgarrada y dándole una apariencia semi cicatrizada. Justo cuando estaba por conjurar un <<Episkey>> para terminar de curar los últimos rapones de su cuerpo y suministrarle un poco de la poción <<Reabastecedora de Sangre>> el saco levitó y el fuego lo consumió por completo. Chasqueó la lengua y cerró los ojos por un breve instante. Para ese punto el efecto de los hongos había mermado considerablemente. ― Genial…―. Masculló lo suficientementemente alto como para que Matthew notara el sarcasmo en su voz. El rechinido emitido por la puerta al abrirse le erizo la piel, la mancha de sangre en la pared fue incluso más tétrico. No podía ni imaginar lo loca que debía estar la bruja para acabar con su propio hijo. Ella, al igual que Gretchell, también había enviudado y aunque aquello le había provocado un profundo dolor, Becan siempre era su sostén, aquel que le impedía terminar al borde de la demencia y no podía siquiera considerar hacerle daño a su propio hijo. Ahora una mujer de aspecto demencial tomaba el protagonismo de aquella escena, la demencial mirada se deslizaba por cada rincón del quirófano, como buscando algún objeto punzo cortante que le sirviera como arma homicida. Los ojos de la banshee seguían cada uno de sus movimientos intentando prever su próximo accionar. ― Incadenarous ― De la punta de su varita de ébano tres gruesas cadenas habían rodeado a la mujer, impidiendo la movilidad y facilitando su trabajo al momento de examinarla. Se acercó un poco más, obligándola a tomar asiento sobre la camilla en donde reposaba su cuerpo con anterioridad. ― Lumos ― Cuando el haz de luz le dio directamente en la cara, la mujer se retórico, emitiendo varios gruñidos retorciendo su cuerpo con frenesí intentando soltar las ataduras. Con la yema de sus dedos levantó los parpados de la bruja, enfocando la luz directamente en ellos, estudiando sus iris con detenimiento esperando detectar información sobre la salud sistémica. ―Todo en orden ―. Le informó a Jeremy una vez descartada las posibilidades de que la mujer padeciera alguna otra enfermedad además de la ya mencionada.
  14. Torció un gesto ante su error pero el orgullo de la Hawthorne era tal que le impedía reconocer que Matthew tenía toda la razón, aunque ella jamás se había dedicado a la parte psicológica de los heridos y, a decir verdad, era algo que le parecía poco relevante al hacer su labor. Ella se había especificado el la sanación de heridas de gravedad y la resurrección de los caídos en batalla, disfrutaba tanto ver los cuerpos mutilados, quemados y maltratados de sus compañeros de bando que pasaba gran parte de su tiempo jugando a descifrar la causa de muerte, sacando un sinfín de teorías por las lesiones internas y externas que abarcaban gran parte de su anatomía; sin mencionar la placentera sensación que se apoderaba de su cuerpo al traer devuelta a la vida a su paciente justo en medio de la cesión de curaciones para apreciar el sufrimiento y humillación reflejados en su rostro. Aquello sin duda era lo que más le gustaba. Sus labios se entreabrieron en un ademán por contestar, pero su atención fue robada por aquella plata de flores pequeñas la cual emanaba un exquisito aroma dulzón que las papilas gustativas de la Hawthorne salivaron más de la cuenta; pero además de aquel embriagador olor emitía sutiles chillidos apenas audibles. Acercó su rostro entre las enredaderas en un intentando comprender qué era lo que susurraba, agudizó su oído y entrecerró los ojos concentrándose en aquella vocecilla melodiosa. Había hundido tanto la cabeza entre las hojas de la planta que se habían enmarañado entre sus cabellos rubios platinados. Lo que al principio había sido un sutil y encantador murmullo se había convertido en un incesante y atormentador barullo dentro de su cabeza. Las voces chillonas chocaban contra las paredes de su cráneo haciendo que su cerebro se sacudiera dentro de su cabeza. Llevó ambas manos a sus oídos, intentando callarlas pero no lo logró. ―¡Que alguien las detenga!― Exclamó suplicante apretando los ojos con fuerza porque sentía que estaban a punto de salir de sus orbitales. Un par de manos, grandes y toscas habían enmarcado el perfilado rostro de la banshee, captando su atención y haciendo que el tumulto de voces se detuvieran por arte de magia. Sus ojos se fijaron en los de Jeremy los cuales le parecieron tan profundos y penetrantes que podía pasar todo el día contemplándolos. Aquel par de zafiros la habían hipnotizado, movió la boca, pero no pudo emitir más que balbuceos. ― Tus ojos...son tan...tan...hermosos ― módulo luego de varios intentos. Pestañeó varias veces de forma coqueta, deslizando sus dedos por las manos del Triviani para tomarlos y, en un acto arrebatado lo arrastró hasta la salida, aceptando aquella descabellada propuesta. Se detuvo en seco, con la mano en el picaporte de la puerta. ¡La clase! Se había olvidado por completo que se encontraba dentro de un quirófano, con la presencia de Matt entre ellos. Carraspeó soltando el agarre del vampiro y volviendo a su la posición anterior junto al pelinegro, como si aquel desliz jamás hubiese ocurrido. A partir de ese momento, el tiempo corrió con tanta velocidad que los acontecimientos siguientes sucedieron con tan solo un parpadeo. Tenía una marca en la frente que no sabía exactamente para qué servía, llevó la punta de sus dedos hasta aquella marca de la que ahora era portadora y justo cuando estuvo a punto de reprocharle algo, el golpe seco de un cuerpo se desplomó desde el techo haciéndola sobresaltar. la nube que se había formado en su cerebro se desvaneció permitiendo que empezara a ver todo con más claridad. Se había desplomado sobre su pecho dejando a la vista una gruesa gabardina desgastada por el paso de los años; el residuo polvoso se extendía sobre la tela negra, como si lo último que hubiese tocado fuera una superficie cubierta de tierra floja. Había llegado el momento de demostrar las habilidades que tanto presumía. Se acercó hasta la mesa envainando su varita de ébano y, con un leve movimiento de muñeca el cuerpo giró 180°. La expresión de horror se apoderó de su rostro al mismo tiempo que su boca se abría de par en par para liberar un grito de pavor que resonó en la pequeña habitación. Se llevó las manos al rostro contemplando su propio cadáver, o al menos eso fue lo que pesó, hasta que unos movimientos frenéticos se apoderaron de él. Una espuma blanquecina salió de entre sus labios agrietados y luego de un par de minutos los ojos de la joven se cerraron. Examinó con detenimiento su rostro desfigurado mientras se colocaba el par de guantes de látex que encontró sobre el mesón de mármol junto con el par de tijeras que utilizaría para cortar las prendas desmarañadas. Le temblaban las manos, no sabía a ciencia cierta si el cuerpo que estaba tendido sobre la superficie metálica era ella misma en algún futuro cercano. La frustración comenzaba a apoderarse de sus sentidos seguido por la confusión que nublaba nuevamente su juicio. Jamás debió haber consumido esos hongos. Cortó la tela de cuero con torpeza para luego deshacerse de ella con un rápido movimientos. El frío chocó contra su cuerpo, seguido de un bulto que cayó detrás de sus talones. En ese momento comprendió todo, lo que le sucedía o sentía su <<otro yo>> se mimetizaba también en ella. Tragó en seco, sintiendo como las gotas de sudor frío empezaban a formarse sobre su frente, pasó su antebrazo por aquella zona eliminándolas por completo pero la coloración de sus mejillas permanecía intacta al igual que sus pulsaciones aceleradas. No estaba preparada para lo siguiente. Cortó cada una de las prendas, dejando el cuerpo completamente desnudo, lo recorrió con la mirada. Sus venas se ramificaban superficialmente sobre su anatomía, como una extensa tela de araña, amenazando con explotar en cualquier momento, presentando una coloración verdosa tan intensa que daba la impresión de que por ahí ya no corría sangre, sino una sustancia mucho más espesa y letal. ―¿Qué te hicieron? ―. Inquirió de forma ahogada, conteniendo las lágrimas mientras que acariciando las moradas mejillas. Giró la vista hasta el menor de los hermanos, atónita porque jamás había visto algo parecido. ―Sinceramente, no sé que hacer... @ @
  15. Consumibles en Batallas Nombre: Link a la certificación: enlace Nota: No se permiten más de 5 consumibles en inventario. Consumibles especiales: Nombre: Link a la certificación: enlace
  16. Libros de Hechizos Nombre: Libro del Aprendiz de Brujo Nivel: 1 Link a la certificación: enlace Habilitado para su uso: Sí Nombre: Libro de la Fortaleza Nivel: 5 Link a la certificación: enlace Habilitado para su uso: Sí
  17. Criaturas Mágicas Clasificación X: Nombre producto: Perro Puntos obtenidos: 10 Link a la certificación: enlace Clasificación XX: Nombre producto: Puntos obtenidos: Link a la certificación: enlace Clasificación XXX: Nombre producto: Ashwinder Puntos obtenidos: 40 Link a la certificación: enlace Nombre producto: Hipogrifo Puntos obtenidos: 40 Link a la certificación: enlace Clasificación XXXX: Nombre producto: Puntos obtenidos: Link a la certificación: enlace Clasificación XXXXX: Nombre producto: Puntos obtenidos: Link a la certificación: enlace Criaturas en la Reserva: Nombre producto: Ave del Trueno Puntos obtenidos: 80 Link a la certificación: enlace Nombre producto: Swooping Evil Puntos obtenidos: 80 Link a la certificación: enlace Nombre producto: Graphorn Puntos obtenidos: 80 Link a la certificación: enlace Total de puntos en criaturas: 330
  18. Pociones Mágicas Clasificación A: Nombre producto: Puntos obtenidos: Link a la certificación: enlace Clasificación AA: Nombre producto: Puntos obtenidos: Link a la certificación: enlace Clasificación AAA: Nombre producto: Puntos obtenidos: Link a la certificación: enlace Clasificación AAAA: Nombre producto: Poción incorpórea Puntos obtenidos: 80 Link a la certificación: enlace Nombre producto: Filtro de bestialidad Puntos obtenidos: 80 Link a la certificación: enlace Clasificación AAAAA: Nombre producto: Puntos obtenidos: Link a la certificación: enlace Total de puntos en pociones: 160
  19. Objetos Mágicos Clasificación A: Nombre producto: Puntos obtenidos: Link a la certificación: enlace Clasificación AA: Nombre producto: Varita Mágica Puntos obtenidos: 20 Link a la certificación: enlace Nombre producto: Cámara de fotos mágica Puntos obtenidos: 20 Link a la certificación: enlace Clasificación AAA: Nombre producto: Espejos comunicadores Puntos obtenidos: 40 Link a la certificación: enlace Nombre producto: Pergamino de Poción Olvidada Puntos obtenidos: 40 Link a la certificación: enlace Clasificación AAAA: Nombre producto: Moto voladora Puntos obtenidos: 80 Link a la certificación: enlace Clasificación AAAAA: Nombre producto: Armario evanescente Puntos obtenidos: 160 Link a la certificación: enlace Nombre producto: Capa de invisibilidad Puntos obtenidos: 160 Link a la certificación: enlace Nombre producto: Cristal de Enara Puntos obtenidos: 160 Link a la certificación: enlace Nombre producto: Guantelete de Nefir Puntos obtenidos: 160 Link a la certificación: enlace Total de puntos en objetos: 840
  20. INDICE DE BIENES Objetos Mágicos: Clasificación A: Clasificación AA: Varita Mágica Cámara de fotos mágica Clasificación AAA: Espejos comunicadores Pergamino de Poción Olvidada Clasificación AAAA: Moto voladora Clasificación AAAAA: Armario Evanescente Capa de Invisibilidad Cristal de Enara Guantelete de Nefir Pociones Mágicas: Clasificación A: Clasificación AA: Clasificación AAA: Clasificación AAAA: Poción Incorpórea Filtro de Bestialidad Clasificación AAAAA: Criaturas Mágicas: Clasificación X: Perro Clasificación XX: Clasificación XXX: Ashwinder Hipogrifo Clasificación XXXX: Clasificación XXXXX: Criaturas en la Reserva: Ave del Trueno Swooping Evil Graphorn Libros de Hechizos: Libro del Aprendiz del Brujo Libro de la Fortaleza Poderes de Criaturas: Tipo de Poder: Consumibles en Batallas: Nombre:
  21. Sus ojos se movieron en dirección al joven que estaba parado a su izquierda, quién le dedicaba una sutil sonrisa amigable. Lo examinó con detenimiento pero no había en él ninguna facción que ella pudiera reconocer.― Encantada, Jeremy ―. Se limitó a pronunciar mientras estiraba su alargada mano para poder estrecharla junto con la del mago y le devolvía la gesto curvando sus labios. Las luces parpadeantes de aquel desolado pasillo en combinación con los espeluznantes quejidos y lamentos que reproducía su mente provocaban que los pequeños cabellos de su nuca se erizaban, seguido de una descarga eléctrica que atravesó su columna vertebral logrando expandir aquella sensación por todo su cuerpo. La evocación familiar del aura de la muerte llenaba el ambiente; mientras que el eco de las suelas de sus zapatos chocando contra el cerámico amarillento irrumpía el silencio. Conocía a la perfección aquella sensación de pesadez que dejaba el espíritu de una persona al dejar el mundo de los vivos aunque aquello no tenía comparación con la desgarradora reacción que se apoderaba de sus seres queridos al enterarse de su partida, evitando que sus almas descansaran en paz y obligándolos a aferrarse al mundo terrenal sin poder aceptar su trágico destino. Una habitación reducida y luminosa des daba la bienvenida, aquel quirófano parecía haber quedado estancado en el tiempo, la camilla se encontraba en el centro rodeada por estantes de metal que contenían diferentes brebajes y utensilios de acero. El ruido seco que emitió la cerradura de la puerta le encogió el corazón, luego de las palabras emitidas por Matthew podía intuir que lo que planeaba con la clase la llevaría al límite. Tragó en seco girando hacia la salida, pero ya era demasiado tarde para dar marcha atrás. Aceptó la pipa y, sin titubear le dio una profunda calada dejando que el humo llenara sus pulmones. Un sabor entre ácido y amargo invadió sus papilas gustativas, provocándole ligeras náuseas. Tosió, soltando el humo por la ranura de los labios al mismo tiempo que se la devolvía para que el siguiente en fumar fuera Jeremy. ―Sencillo, analizando la sintomatología que presenta el sujeto en cuestión ― avanzó un par de pasos mientras hablaba y recorría cara una de las plastas que se encontraba en el invernadero ― a simple vista se puede apreciar cuando hay una alteración estructural o funcional de algún órgano a cualquier nivel de daño―. Hizo una pausa para enfocar su visión entre las enredaderas, había jurado que estas se estaban moviendo. ― Cada afección o lesión tiene características concretas que ayudan a determinar qué método de sanación emplear.
  22. 5 puntos: Aaron Black Lestrange - Líder Político 3 puntos: Lucrezia Di Medici - banquera
  23. ¿Cuánto tiempo había pasado desde la última vez que había cursado algún conocimiento? ¿Tres? ¿Cuatro? No, cinco años habían transcurrido desde que había tomado la decisión de aprender por su propia cuenta lo que a ella realmente le interesaba saber, después de todo había sido la Jefa L.A.I.C por muchos años; aquella fachada inscrita como Laboratorio pero que en realidad se dedicaba a curar y revivir a los Mortífagos caídos en las batallas contra el bando contrario. Aún conservaba toda aquella experiencia por lo que preveía que la clase sería un pasatiempo divertido que refrescaría su memoria y le tocaría una fibra sensible en su interior, recordándole viejos tiempos. Aún no lograba entender como como ella, una bruja experta en pociones y con suficientes conocimientos de sanación, era obligada a tomar la clase de Primeros Auxilios para su puesto de trabajo... acaso ¿no había demostrado que era la indicada para cubrir aquel puesto en el Laboratorio de Francia? Ridículo. Cubierta por aquella gabardina de cuero y, con cara de pocos amigos, el cuerpo de la Hawthorne se materializó en aquel decrépito hospital abandonado que parecía estar a punto de derrumbarse. Una fugaz sonrisa atravesó su rostro al contemplar la vieja estructura por fuera, las telas de araña y las manchas de humedad le daban una apariencia lo suficientemente tétrica como para que sus ojos color plata brillaran. Le agradaba tanto que le hacía recordar al escondite que tenía en las profundidades del Callejón Knockturn aunque mucho más pulcro. Avanzó taconeando sobre el mugroso suelo provocando que el polvo se suspendiera sobre la superficie del aire, el olor a humedad penetró sus fosas nasales obligándola a arrugar la nariz. Se paró al lado de un hombre rubio, guardando una distancia de tres metros, y espero a que ellos terminaran de hablar para poder quitarse la capucha que ocultaba su identidad haciendo que la extensa cabellera rubia platinada cayera como cascada sobre su espalda. Su semblante permaneció inexpresivo mientras que su gélida mirada se fijaba en el tutor. Aquello parecía una extraña reunión familiar porque sabía que aquel hombre era su padrastro. ― Isabella Hawthorne... Ravenclaw ―. Moduló con aquel característico acento francés al mismo tiempo que elevaba la comisura de sus labios, rosados por naturaleza, en una extraña mueca retorcida.

Sobre nosotros:

Harrylatino.org es una comunidad de fans del mundo mágico creado por JK Rowling, amantes de la fantasía y del rol. Nuestros inicios se remontan al año 2001 y nuestros más de 40.000 usuarios pertenecen a todos los países de habla hispana.

Nos gustan los mundos de fantasía y somos apasionados del rol, por lo que, si alguna vez quisiste vivir y sentirte como un mago, éste es tu lugar.

¡Vive la Magia!

×
×
  • Crear nuevo...

Información importante

We have placed cookies on your device to help make this website better. You can adjust your cookie settings, otherwise we'll assume you're okay to continue. Al continuar navegando aceptas nuestros Términos de uso, Normas y Política de privacidad.