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Binny Evans

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Todo lo publicado por Binny Evans

  1. Aunque un segundo antes no había notado el enorme lobo huargo que Arya tenía a su lado, ahora sí que lo veía. Además era albino y al lado de la chica solo le generaba una idea— Deberías llamarlo Dama —comentó con ligereza, sin dejar de poner atención a la búsqueda de escritorios que proponía—...o fantasma, uno de dos. Siguiendo el recorrido reconoció varios ejemplares del conocido Gilderoy Lockhart, sobre criaturas mágicas y una vez más Bínfeyd resultó inoportuna— ¿Era tío tuyo? Gilderoy Lockhart, quiero decir. Aunque fue un fraude sus libros siguen siendo por derecho suyos. Me encantaba leerlo y luego comparar con las criaturas de la reserva. Creo que también estos cuantos deber ir a parar al cuartel —le guiñó el ojo y se volvió hacia la ventana. Si seguían así pronto saquearían toda la biblioteca de la familia Malfoy y aunque tentador no tenían suficiente fuerza para hacerse con tanto peso. Y por infortunio no traía consigo la cartera con encantamiento expansible, que hubiese facilitado todo. —Qué has conseguido, yo ya no puedo con más libros. Quizás deberíamos irnos.
  2. —Definitivamente —le contestó a Arya, caminando junto a ella hacia el interior de la mansión en busca de objetos de magia oscura o pociones ilegales. Mas para no pretender ser desatenta avanzó dos pasos adelante de su compañera para utilizar la varita y encargarse de abrir las puertas con un solo movimiento. —Inspeccionaré la cocina... —Bínfeyd le informó, esperanzada de que no descubriera sus verdaderas intenciones. Pues lo que realmente quería era un poco de agua. En estos día sentía que necesitaba refrescarse incluso por mirar a la derecha. Seguramente y aunque poco le importaba a Bínfeyd empezaban los primeros indicios de fatiga, pero aún podía superarlo. En el lugar, llenó un vaso pulcro de vidrio y sació su necesidad. Luego volvió hacia el gran salón y buscó a Arya, solo para susurrar— Aqueora —y protegerla de lo que sea que hubiera en esa casa—. Aqueora —una vez más y para cuidarse Bínfeyd misma, porque las historias aterradoras sobre la mansión Malfoy seguían vigentes en su memoria y odiaba pensar en toparse con el fantasma de la familia. —¿Deberíamos quedarnos juntas? Esas repisas se ven peligrosas... —bromeó— Okey, revisaremos unidas solo para que no te pase nada. Aunque Bínfeyd preguntaba y se respondía sola, su intención era confesar desapercibidamente que no le gustaba aquel lugar. En ese instante chocó contra un mueble donde uno libros de tapa dura y color arena trataban sobre historia de la magia y arboles genealógicos. Podía ser una pista, así que Evans tomó los libros para llevarlos al Cuartel.
  3. La luz en el rostro de Bínfeyd, esta vez, no se debía a un aviso de peligro en las calles de Ottery ni una matanza en Diagon. La noche, que empezaba con ser tan oscura como el ébano era una de las más tranquilas del mes. Y por si fuera poco, encajaba perfecto para despejarse de las labores del Cuartel; sin embargo, para Evans la mejor forma de relajarse era con un duelo o investigando mortífagos. Este sábado, que se vestiría de domingo, Bínfeyd levantó la varita y la ondeó con gracia y dulzura. Invocó así una manada de gacelas, las suficientes para convocar a sus compañeros de bando y solo a aquellos que quisieran hacerse cargo de actividades rutinarias y sin mucha acción. Un cateo. Un cateo, era justamente lo que el destino le tenía preparado a la menor de las hermanas Evans y Knigth de la Odf. —Hay cateo en la Malfoy, no tenemos nada planificado y es solo para servicio a la comunidad —ese fue el mensaje sincero y despreocupado que las gacelas compartirían con los muchachos y muchachas del bando. Así era ella y así la querían. Bínfeyd por supuesto desapareció en seguida de la Mansión Clearwater y se incorporó frente a la verja de la mansión Malfoy, donde la verja no llegó a tornarse en un problema, pues con un par de hechizos aturdidores logró que la horroroso rostro formado de los barrotes concediera dejarles pasar y agradecerles la visita. —Soy una maldita genio —soltó al viento, mientras empezaba a caminar por el jardín y notaba la llegada del resto. De inmediato notó a la primera en llegar, Arya Lockhart. Para agradecer su llegada le dedicó una profunda reverencia y marcó con la varita una línea roja en el aire con forma de corazón.
  4. —Corpus patronus —debía sacar provecho del momento y los hipogrifos le encantaban. Como costumbre miró a los ojos al animal y se inclinó ofreciéndole una humilde reverencia. No era necesario, pero así prefería Bínfeyd. Montó en el lomo, teniendo cuidado con las alas y se pavoneó paseándose alrededor de la laguna artificial. Llego hasta donde estaba Valkyria y le ordenó al hipogrifo que atacara, la fiera usando sus garras filosas cortó la espalda de la chica. Bínfeyd estuvo por caerse, pero se sujetó firme de las plumas. —Que eficientes, chicas. Esta cuenta dentro de mi lista de récords entre las redadas más rápidas. Lo que importa más ahora es el incendio —comentó alegremente, pero intentando parecer seria, y era verdad no podía recordar otra como esa— Accio varita —. El arma mágica de Radamantys voló hasta las manos de Evans, esta la guardó en la túnica. Aquella pista iría a parar al almacen de pruebas en The Hunter o el cuartel. —Aguamenti —es que el fuego le preocupaba. Con ayuda del hipogrifo recorría el local mojando todo, le asustaba que murieran asfixiadas o peor aún atrapadas entre los escombros. Luego se iría, pero por ahora su tiempo era privilegio del Cacao café.
  5. Ahora lo sabía, el enemigo estaban en el segundo piso y sus compañeras también lo comprendieron. Todas estuvieron muy calladas, acto que le gustó a Evans, pero no sería así para siempre. Les saludó como un movimiento de cabeza, prestándoles poca atención. Subió al segundo nivel, donde pudo ver al fin al par de enmascarados.—Ardius... aqueora —susurró de inmediato, como acto reflejo. El agua le cubrió todo el cuerpo a Adryanie, de manera que nada físico podría dañarla. Pero sus compañeras no se quedarían atrás— Aqueora —volvió a susurrar, esta vez Evelyn estaba cubierta, protegida, nada le dañaría, ni siquiera un sectusempra— Aqueora —Leah, fue el blanco del hechizo. Ahora eran tres personas en total cubiertas por una capa de agua, todas capaces de defenderse por si solas, pero por qué no un pequeño extra. Suspiró, estaba un poco mejor luego de intentar cuidarlas porque Bínfeyd sentía que ese día era su responsabilidad. Ojeó a los demás, pronto empezaría la batalla real.
  6. Bínfeyd sintió una pequeña mano jalando su túnica, era raro sentir tal trato de confianza pero ahí estaba… era Dúnedain por supuesto, iba muy sigiloso, demasiado callado. El elfo le hizo una mueca para que se callara, cubría sus labios con una sola mano y le invitó a salir del departamento. En ese momento Bínfeyd pasaba tiempo con Alec en la casa club del tío August, solo por ocio, evidentemente no eran los únicos y las paredes, incluso el césped parecía tener oídos propios. —He visto gusarajos —susurró Dúnedain— están en Diagon… Pero el elfo no terminó la frase porque Bínfeyd había desaparecido sin respuesta. Llegó al callejón, le bastaba saber solo eso para encontrarlos. Buscaría rastros de humo, de desastres, el callejón no era tan grande como aparentaba. Entonces los halló, el Cacao café se incendiaba y las ventanas estaban rotas. Retrocedió de inmediato apartándose del negocio para refugiarse en el Spark of Madness, que estaba a varios metros pero no perdería de vista el negocio. Una vez ahí, completamente sola y lejos de la vista de cualquiera cubrió su rostro con la luz, cambió su capa por otra de color azul marino y apretó firmemente la varita. —Expecto Patronum— la gacela plateada corrió en direcciones varias, todos los miembros de la orden del fénix disponibles acudirían al llamado. Bínfeyd aún no sabía dónde estaban los mortífagos pero ya iba en su búsqueda. Divisó la columna de humo del Cacao café y se acercó a l negocio lentamente, examinando el destrozo. Aún estaba alejada, fuera de la vista de los enemigos pero podía escuchar los gritos de terror de los hombres y mujeres de los negocios aledaños.
  7. Era cierto, las palabras de Arya dibujaron de nuevo el día en que fueron atacadas. Ya casi había olvidado el suceso... de hecho, solo recordaba la mariposa. Es que Bínfeyd tenía ese don, el de olvidar por completo las cosas malas y guardar únicamente lo bueno. Era también su defecto más grande. Qué podía hacer... nada, solo vivir. Evans le devolvió la sonrisa y bebió de la copa nuevamente, ahora que sentía la frescura en el paladar caía en cuenta de que no era vodka, ni nada parecido. Rayos, pensó. Había sido torpe, como antes, aquello le hizo sinceramente feliz. Mientras Arya hablaba sobre sus dones en costurería y confección, buscó entre las botellas vodka de verdad... —Por tus manos —dijo, al Arya mencionar el asunto y levantar las manos. Bínfeyd correspondió y levantó la botella, en cuanto la encontró. Era ron de grosella, no mucho no poco, suficiente para ambas. Le quitó la tapa con los dientes, intentando parecer sofisticada y de alcurnia... pero no pudo, se le veía como cualquier joven descarriado y desesperado por embriagarse. El poker le puso nerviosa, es que Bínfeyd conocía el juego, era un anterior vicio... en realidad, conocía todas las artes del juego y lograba hacer trampa cada vez que el otro respiraba. Pero bueno, Arya era quien decidía esta ocasión. Bínfeyd afirmó con la cabeza, se obligó a no delatarse o sugerir cambiar la apuesta. Bínfeyd tenía todas las de ganar. Mas al final tuvo que refutar a Arya: —No te creas, aguanto más que mucho hombres. Más que un placer, el vodka es un derecho y un deber entre los Gaunt. Cuando tenía catorce años, un barril entero de cerveza no hacía efecto en mi ni en mi primo menor—no era cierto, claro, pero necesitaba poner nerviosa a Arya. Que en todo caso era una estrategia excelente. Le miró fijamente a los ojos mientras hablaba y ahora los apartaba para ubicarse en la mesa y esperar que el maso de cartas empezara a moverse. —Quién reparte... lo haré yo— todo era parte de la estrategia. Cuando le entregó las cartas a Arya, luego de barajear decenas de veces, se formó en su rostro una sonrisa burlona— ¿Qué tienes? —preguntó. Bínfeyd sostenía entre los dedos un "royal flush" como solían llamar allá en Noruega, donde creció.
  8. No era momento para seriedades, notó Evans. Cuando Arya apareció sus ojos fueron directo al vestido. Hermoso. —Dejémoslo a la suerte —contestó elevando las risas, sacó un galón de la capa y lo lanzó al aire. Mientras caía dijo— si sale cara será en la derecha, sino izquierda. No salió cara... Bínfeyd rió aún más fuerte y se apartó unos centímetros cuando Arya se sentó muy cerca. Es que debía estar prevenida por si el karma le devolvía de su medicina agria y cortante. El día que le abofeteó ambas estaban ebrias y la historia de Groter resultó grotesca, pero ahora Bínfeyd era de nuevo la parsimonia hecha persona. De hecho, parecía que en cualquier momento iba a quedarse dormida. —No me tomes a mal... —dijo, iba a replicar sobre el suceso en la mansión Clearwater pero la risa le ganó. Ahí quedó sepultado todo intento por disculparse, es que ahora todo se contemplaba como una escena de bloopers. Corrió, en realidad caminó presurosa, porque era una dama y tomó una copa de agua. Le servía para parar, cosa rara. —Hey, no es tan sacrificada, quiero decir... solo tengo mis libros, algunos cuentos incompletos, poemas de autoayuda y novelas del asco. Sí, soy escritora —confesó humildemente [Más información: Ficha de Personaje]—. El problema es que nadie debería enterarse... Guardame el secreto —le guiñó el ojo, al propio estilo de Bínfeyd—. Y tú cómo conseguiste ese vestido, mujer, está bellísimo. Venga, tengo una idea, apostemos por el vestido. Pero esta vez nada de mariposas... Propón algo ingenioso.
  9. Bínfeyd tenía una reservación, un salón amplio con mesas en el centro repletos de cordero y pollo asado rodeados de verduras y bebidas de todo tipo, obviamente árabes. Es que el lugar pese a no ser exactamente turístico ofertaba posibilidades inmensas de disfrutar la cultura oriental. El traje de Bínfeyd no rozaba en nada la expectativa, iba con una capa de viaje y un enterizo verde oscuro. Poco llamativa, para ser precisos. Además, en una posición cómoda, tumbada en el sillón largo, junto a la pared, color carmesí y detalles en oro. Una pluma le abanicaba suavemente e incluso habían uvas cerca, quien la viera pensaría que jugaba a ser Jazmín o Aladdín(?) alguno de ellos, el más vago. Así esperaría hasta que las invitaciones llegaran a sus amigas y pronto se reunieran a festejar la pascua… árabe, seh. Haber pagado una buena suma de galeones les otorgaría a todas el privilegio de comer, beber y danzar tanto como el cuerpo resistiera. Qué más se podía pedir, esperaba que ninguna faltara. —¡Bienvenidas sean al paraíso! —anunció Bínfeyd cuando las notó llegar. Ahuyentó la enorme pluma que empezaba a darle escalofríos y sonrió ante la audiencia— Y feliz pascua.
  10. Era la primera fiesta de abril de Augustus Gaunt y el Dumbledores Night se abarrotó como de costumbre. Tres directores del Ministerio de Magia chocaron las copas y en vano trataron de seguir el ritmo de las canciones, pues como dicen "El que no baila pierde" y ellos no querían perder. Una muñeca francesa les acompañaba, reía exageradamente con cada comentario y respondía con mal español a puro grito. Algunos notaron que realmente no se interesaron en hablar, así que minutos más tarde se les vio salir por la puerta trasera y desaparecer con rumbo desconocido. Nadie dio razón de ellos, ni el Profeta se enteró. En la barra, dos hermanas brujas hipnotizaban a Boromir mago apuesto pero de escasa fortuna con un baile y enredo de curvas sensual y pausado. El joven de boca abierta y mirada expectante antes de invitarles un trago derramó el whisky que nunca logró probar en el pantalón del mago del costado. Lo que desencadenó una batalla mágica entre ebrios promiscuos y ebrios no promiscuos. Frente a ellos, y en una de las mesas con mejor vista a la pelea, otro grupo de magos disfrazados de artista conversaba sobre quién ganaría... más mujeres esa noche. Bínfeyd llegó junto a Alec, eran necesarias sus presencias como parte del apoyo a los pocos parientes que conocían y que dentro de poco se extinguirían. Alec con el cabello alborotado tirado bruscamente a la derecha, un traje azul noche nada concordante con la ocasión y una cadena de plata, que horas después perdería en la pista. Bínfeyd, en contraste con él, lucía un vestido rojo y exhibía sin pudor la totalidad de sus espalda y casi toda la piel de las piernas. Ninguno estaba a gusto ahí, pero el protocolo familiar debía cumplirse. Diez minutos y nos vamos recalcó Alec a Evans, apartándose de Augustus y finalizando así el saludo. Que sean cinco. Cuatro. Cuando dejen de mirarnos susurró Bínfeyd, parecían ser el centro de atención. Bien, como tú digas, pri-mi-ta Alec le quitó la varita. Qué rayos... En el centro de la pista Alec alzó los brazos y en voz fiera le escucharon decir Atentos todos, la exótica chica de vestido rojo aquí a mi lado repartirá vodka gratis. Rápido, o perderán la oportunidad. m*****. Bínfeyd se vio acorralada en segundos, en su mayoría, por magos. Algunos al borde del colapso alcohólico pero consciente de qué significaban las palabras de Alec. Una oportunidad de recibir tragos gratis, y para todos, no se veía cualquier día, generando tal conmoción que los gritos de Evans negando tal ofrecimiento no se escucharon. Alec aprovechó para escabullirse e irse a casa, he ahí cuando perdió la cadena y una guapa pero poco llamativa bruja la guardó hasta que ambos se vieron en el cuartel del Fénix, muchos años más tarde. Evans caminaba alejándose, negando todo, apartando a los magos inoportunos que osaban mirarla libidinosamente y golpeando a otros que osaban tocarle la cartera, claro. Espera... ¿llevaba cartera?. Incluso Boromir, ensangrentado pero lúcido exigía su bebida. Bínfeyd no logró controlar tanto alboroto, tantos gritos, tantos tocamientos(?). Pero, entre el hoyo que hizo la multitud y el silbido mayor que el grupo, notó a un conocido en una de las mesa. Una señal de ayuda, pensó Bínfeyd, maldito destino. A empujones y sin deshacerse de los inoportunos llegó a tocar el brazo de Hank, aún extendido Hola Bínfeyd bromeó, tratando de imitarle en la trastienda y ocultando sin logro el miedo que sentía. No me dejan en pazera obvio a quienes se refería, ahora el grupo de borrachos y mujeriegos les rodeaba. Lamento esto pero... necesito ayuda. Olvidé la varita, no puedo... Rayos si Evans era fuerte y decidida, esta vez no parecía. Y si las luces no cambiaran con tanta frecuencia Hank abría notado que Bínfeyd estaba a punto de quebrarse. De repente y antes que Bínfeyd terminara de hablar Anton y Billie, los primos Dolohov, totalmente ebrios jalaron con brusquedad a Bínfeyd empujándole contra la pared y amenazando matarla si no cumplía. Uno le sujetó el cuello, asfixiándole; el otro la mano. Las varitas de ambos en el cuello de Evans, quien cerró los ojos, lanzando golpes como pudo y esperando lo peor pero nunca rebajándose al nivel de los otros. Bínfeyd miró a Hank por un segundo y volvió a cerrar los ojos, le necesitaba más que nunca. Maldito Alec, esta vez llegó demasiado lejos, si moría iría como fantasma a atormentarle el resto de sus días.
  11. Bínfeyd no podía evitar sentirse interesada por Mei y el otro hombre. Aunque notó errores menores, no negaría jamás que el expectáculo dado era excelente. Eso hasta que alguno muriera y de seguro sería pronto, porque ya tenía hambre(?). Mas no todo podía ser diversión, Evans tenía que trabajar. Trabajar para el bando,claro. Una de sus promesas era hacerse cargo del bienestar de la población mágica y Hades era un peligro... En lo que cabe, claro. Así que levantó la varita y susurró— Ardius... —era indispensable por el momento— Maldición Flagrante —la túnica de Hades ardió de inmediato provocando quemaduras graves. Necesitaría curarse antes de continuar. Un nuevo movimiento de varita acaparó la atención— Levicorpus —, pues Bínfeyd no movió los labios. Hades estaría de cabeza en el momento, y justo cuando intentaba realizar un segundo fuego negro. —Bien... esto aún no termina —le comentó a Jank, si es que le escuchaba, claro. Todos estaban muy atentos al duelo del costado—. Confundus —Hades caería en grave confusión. Nada podría hacer.
  12. —Rayos... —bufó al notar al ebrio entrar al castillo. Bínfeyd pasó los dedos por el cabello, siempre así cuando estaba de buen humor. Que un civil intentara hacerse caso por si mismo, era aún discutible pero valiente, muy valiente. ¿O no sería un civil? Daba igual para Bínfeyd sabía quien ganaría ese encuentro. Así que dirigió sus ojos hacia los demás— confundus —pensó. Perseus Myrddin quedaría en estado de shock, totalmente confuso y no podría defenderse del sectusempra que al mismo tiempo le lanzaba Vrael. Evans no quería quedarse quieta así que—confundus —esta vez, Claudia quedó ida. La chica no se daría cuenta de nada, el espacio desaparecería para ella, en especial ese Sectusempra que ahora le lanzaba Vrael. El hechizo mortal dio de lleno en ambos mortífagos y Bínfeyd vio con orgullo. Que bueno que el aqueora le protegía de tantos sectusempras que le enviaban. Y mejor aún, que ella sí sabía cómo usarlos—. Sectusempra —la parte superior de Perseus Myrddin sería la elegida, el pecho, ahí impactó el rayo. Moriría en minutos.
  13. —Aqueora —murmuró Bínfeyd. El agua que pronto saldría de la varita recorrería cada espacio de su cuerpo. Sería para ella como un escudo, uno invencible. El privilegio de alguien de su categoría, claro. Además se curó las heridas del sectusempra que Radamantys le había lanzado. Por otro lado, trató de no responder a Marissa. La terminología que la chica usaba la delataba con cada sílaba. Si era una mortífaga al menos debería aparentar mejor, pensó. No importaba ya estaba muerta. Mandó al hipogrifo a atacar a Kritzai, solo a uno. Y al otro le ordenó atacar a Perseus Myrddin. Cuando notó que había cumplido les hizo una reverencia. — No sé ustedes, pero yo quiero una buena batalla... —el comentario iba dirigido al mortífago primero, Radamantys.— Aqueora —. Sí, otra vez, pero para defender a Hank (Jankudo), la capa de agua le cubriría también a él. No quería verlo en dificultades y además, aún tenía que ir a completar su labor en el escondite. Además los sectusempras que le lanzaban no podrían hacerle nada. Otra vez los hipogrifos, le ordenó a uno golpear con las garras a Radamantys; al otro, a Claudia. —Episkey —listo, estaba curada de las heridas del sectusempra por completo.
  14. Sin mucho que hacer y creyendo que su arribo se retrasaría dijo en vano— Ardius… Strellatus —aunque Bínfeyd odiaba este hechizo, no podía negar que era de gran ayuda. Los ojos de Radamantys sufrirían las consecuencias, mientras no se curara no lograría apuntar la varita con normalidad. Bínfeyd suspiró, la espera a veces le agotaba. Marissa ya no tenía varita y por el momento pasaba a segundo plano. —Sectusempra —fuerte y claro. La silueta del mortífago que llegaba apenas, la reconocía. Por cada una de las redadas en que Bínfeyd se involucraba. No había motivo para no creer que aquel mortífago, quien sea que fuere, era un peligro. No uno grave, pero peligro al fin. El rayo surcó el espacio que le separaba de Radamantys hasta darle en el pecho, provocando severas heridas en la zona, a la vez quebrando pequeños grupos de huesos. El desangramiento sería inmediato y por tanto la muerte se aproximaba sobre el hombre con cada segundo que pasaba. Evans valoraba la vida, pero en batalla prefería erradicar la peste. —Corpus Patronus —un hipogrifo azulado, se paró a su lado(?). Era grande, de dos metros de alto, suficiente para protegerla por completo. Evans acarició a la criatura luego de dedicarle una reverencia, como costumbre.
  15. Bínfeyd esperaba por el parlamento siempre perfecto de Jank. Esperaba por ejemplo, que citara alguna ley mágica e incluso evidenciara el poco saber de Marissa. Una de las habilidades que a Bínfeyd le gustaba sin más. Mas no pudo aguantar las ganas de acabar pronto. En verdad, tenía mucho trabajo en los cuarteles y aunque era temprano aún podía presionar a Marissa y regresar en un santiamén. Es por eso que Bínfeyd se adelantó y lanzó un hechizo que no estaba en el plan, al menos no en los primeros minutos— Expelliarmus —el rayo golpeó a Marissa y lanzó su varita cuatro metros a la derecha. Tan lejos que la chica no podría recuperarla antes de que alguien más lanzara un accio. —Necesito que cooperes, danos tu versión de los hechos o serás considerada culpable. Notó la llegada de una compañera más y saludó con una reverencia— Bonita camisa —dijo.
  16. —Expecto Patronus. Bínfeyd no era de malgastar el tiempo, de inmediato constituyó una gacela de largos cuernos. Su misión: Informar al bando. Marissa se encontraba en el castillo Crowley y nadie podía quitarla de la lista negra en The Hunters. En ese momento poseer a Montaraz de informante era una bendición, el resto del día… era un estorbo. Evans lució la máscara de luz al aparecer a las afueras del castillo. Tenía la sensación de que si acababa pronto con esta incómoda situación volvería al cuartel a terminar los pendientes. Por ahora, solo infló los pulmones llenándolos de aire e ingresó al hogar. Le tomaría menos de dos minutos encontrar a Marissa, acomodarse a escasos seis metros y esperar alguna palabra de bienvenida, irónico. —Marissa Black Crowley… si no sabes el procedimiento te explicaré brevemente. Eres acusada por La Orden del Fenix de apoyar a los ideales oscuros e inculcar el uso de hechizos imperdonables. ¿Qué tienes que decir al respecto? Evans suspiró. Ojalá todos cooperaran y no se desatara una terrible guerra.
  17. —Eso —Bínfeyd señaló al policía que Arya traía, no exactamente a su pecho— es para ti. Le pagué por adelantado, así que disfruta. Evans tomó una jarra de cerveza, que sin modales, bebió por completo. Era una experta en trago, ya nada le hacía efecto. Bailó al ritmo de las culisuelas y con guardas de Obama, el ambiente era intenso. Notaba la ballena mojando a todo mundo, ella no fue la excepción. Pero santo cielo, que bueno que llevaba ropa interior. Se divirtió tanto que en un momento alguien le lanzó un confundus y en lugar del morphos que intentaba realizar apareció de la nada, la señora Monique Pardo acompañada de sus bailarines. Cuando Evans despertó y su cerebro reaccionó estaba escuchando y viendo la escena más antimusical de la historia. http://www.youtube.com/watch?v=I0vYU9G07ac Se contoneó levantando los brazos, para sentir libre las caderas y coreó cual pre.escolar: —Menea el bom-bom cuando quiere, Aimosa menea cuando quiere ♪ Casi se le sale una lagrimita al escuchar las palabras de despedida. Pero no era el final, nunca lo era. Y ella tenía fe en eso.
  18. —Okey, hay algo que siempre he querido hacer… Bínfeyd recibió el anuncio con ligereza, estaba enterada del asunto y había preparado una sorpresa para las chicas. Sí, solo para las chicas, pues Jank se encargaría de los chicos. Supuso que alguna estrella muggle muy famoso, siliconeada y sin voz aparecería en medio de luces y magia. Por eso ella tendría que ser más original, nada de canciones, ella llevaría diversión pura. Diversión concentraba en una docena bóxers, trajes de policía, doctor, camarero, profesor, superman y unas esposas. Muy de cerca, les seguía un grupo de viejitas, que también se colaría a la mansión. —No es muy lejos, por acá, por favor —. Donde tú digas, mami —respondieron. Eran apuestos, fornidos, de ojos verdes profundos y se cubrían mientras tanto con un guardapolvo y algunos con disfraces. Notaron la cerca destruida y las estatuas interrumpiendo el camino, fue fácil deshacerse de ellas. Y de improviso entraron en la mansión. Para sorpresa de Bínfeyd todo estaba más colorido de lo normal y la música! Dios, la música le hizo vibrar y al tipo que tenía al lado también, ambos lo sintieron… sí, lo sintieron. La chica les hizo una señal y los strippers lanzaron los guardapolvos al aire, dejando verse solamente en esa corta zunga que sacudían y sacudían con fiereza. Uno ya había tomado por sorpresa a Lisa y otro a Mei; mas dos tenían acorralada a Aime. Un policía seguía a Arya. Bailarían o serían encerradas ¿en prisión? Claaaaro, Juan. ¡Encerradas en el armario! Como tenía que ser. Mientras los demás, muy sincronizados, realizaban la siguiente coreografía: —Mientras más tequilas les den, más favores les harán… me refiero al baile, eh —Evans escapó de uno, que bueno que llevaba la máscarita de luz. Y corrió a bailar con Shakira, todo estaba muy loco— Accio tequila —sería el trago o no, pero notó que cada vez había menos ropa en sus muchachos.
  19. Bínfeyd se halló en la trastienda sin recordar bien por qué pisaba ese suelo. Le hacía falta una recordadora, o un elfo pendiente de sus asuntos... Pero Montaraz no era ese tipo de criatura interesada en ella. Evans resopló con amargura, levantando un mechón de pelo que caía en su frente. Si estaba en la trastienda no era para visitar a un amigo, claro que no, a quién se le ocurriría... A la trastienda se iba para comprar criaturas mágicas y muggles. Ahora recordaba. —Alguien podría... ehm... necesito una ficha de compra —Bínfeyd murmuraba y miraba a los lados. Era bruja así que blandió la varita y dijo—Accio ficha —llegó volando un pergamino, una pieza de ajedrez y algo que parecía un botón— Que rayos... Accio vuela pluma —Esta vez solo una larguísima pluma escarlata llegó hasta sus manos. Ojeó la ficha, iba a tardar menos de lo que esperaba. Aún sosteniendo la varita para hacer levitar el pergamino, dictó y rellenó los campos. Miró su obra de arte, con hermosa caligrafía y sin errores ortográficos y además del número de su bóveda en Gringotts ¿Era el correcto? Bínfeyd esperaba haber recordado bien. ID: 115863 Nick: Bínfeyd Evans Bóveda: Nº 97424 Fecha: 21-03-2014 Nombre del producto: Araña reclusa o violinista (Loxosceles) Objetos, Criatura o Poción: C Catalogación: X Puntos por unidad: 10 Cantidad de unidades: 1 Precio por unidad: 500G Precio total: 500G Total de Puntos: 10 Si es una criatura para personaje, colocar el Rango Social del comprador: Unicornio de Plata En caso de ser criatura, objeto o poción para familia o negocio: --- Buscó un empleado, no sabía quién era quién en la trastienda. Ojalá llevaran uniformes o un sombrero fosforescente, pensó. —Podrían ayudarme, por favor. Quiero comprar una araña. Levantó un brazo para llamar la atención, no muy alto claro, era una dama desde siempre.
  20. Dúnedain, elfo libre Cayó la noche en Diagon, al fin. Dúnedain volvía a recorrer la transitada calle invitaciones en mano. Se dijo que ignoraría a los magos, ellos no solían devolverle el saludo. Y aunque educado, se limitó a respetar el protocolo para un elfo libre, cualquiera que fuese. En la acera del frente veía a Bínfeyd trabajando en lo mismo: repartir invitaciones de la fiesta de la Academia. Él lo hacía por una paga —mínima— mensual, ¿pero ella? El elfo no le entendía, la chica trabajaba porque sí, como si fuera un elfo... —¡Apúrate con eso! —gritó la sonriente Evans desde la entrada de Ladureé. Dúnedain tembló sorprendido y entró en el refugio mágico ¿La chica se habría dado cuenta de que la examinaba? No lo creyó. Antes tuvo que tocar una puerta y esperar. Vio un elfo, un empleado del negocio —al que no le pagaban, pensó— que preguntó sobre el motivo de la visita. De por sí era raro ver a un elfo como Dúnedain, pero aún más raro escucharle hablar sobre la libertad e igualdad de derechos. Dúnedain no dijo nada. Entregó un fajo de invitaciones al otro elfo, pidiéndole que repartiera uno a cada huesped. Agradeció con anticipación y volvió los pasos. http://i.imgur.com/oeOF9eq.png El elfo Dúnedain se estaba volviendo viejo y con eso más triste; más sabio pero más solitario. Continuó el camino por Diagon, hacia el siguiente negocio. Hacia un nuevo propósito ahora que no tenía un amo al que dedicarle toda la devoción que le palpitaba en el pecho. Lo intuyó esa noche, iba a dejar a Bínfeyd y la fecha estaba cerca.
  21. Dúnedain, elfo libre Dúnedain se sorprendió cuando entró en Dumbledore's Night, las luces eran de colores y había una pista de baile tan grande y recargada que imaginó completo descontrol y libertinaje. Respiró hondo —aprendió esto de Bínfeyd— y conservó la calma. Sacó una de las invitaciones, se veían muy bonitas para no repartirlas. Además para eso le pagaban. Dúnedain era orgulloso de ser asalariado, de trabajar con Bínfeyd Evans Gaunt y ser —no sin ayuda— el elfo realista que era. Entre capas y vestidos de magos avanzó. Fue entregando una a una, mago por mago, bruja por bruja, en cada mano, para que todos admiraran lo que él consideraba una verdadera fiesta. Siempre hacía una reverencia y recalcaba "Se espera contar con su presencia" o "Por favor, no deje de asistir". Siempre educado, siempre correcto. Llegó hasta la barra, donde dos brujas tenían una acalorada conversación sobre un mago de rizos. Las brujas no decidían aún a cuál de ellas estaba mirando. Dúnedain carraspeó para hacerse notar, pero la música era alta y a menos que gritara no le escucharían. Al final, decidió poner una invitación encima de la copa de una de las brujas, hacer una reverencia y dejarlas aún expectantes. Dúnedain miró la gran pista repleta y en todas partes estaba el pergamino: http://i.imgur.com/oeOF9eq.png A Bínfeyd le vendría bien una fiesta, pensó mientras se iba. Y a mi también. Y se marchó.
  22. Montaraz, elfo doméstico. —...y no vuelvas hasta repartir todas las invitaciones! —regañó Bínfeyd. El día, agotador para alguien trabajador como ella, se complicaba con la presencia del elfo. Quejoso, malhumorado y siempre huraño. Seguir a Binny cual sombra pondría los pelos de punta a cualquier bruja, era perturbante y a primera vista se notaba que ninguno era feliz. Ella se deshizo de él de la forma más cortés que pudo. Nadie contó con la actitud de ella, ni que en verdad quisiera alejarlo. Una vez aliviado el problema y prácticamente deshacerse de Montaraz, siguió el cometido por el callejón. Montaraz se inclinó hasta que su nariz tocó el suelo, afirmando que cumpliría cada palabra. Estaba en la puerta del Arts & Vita, restaba entrar y dejar la invitación. La orden no era específica, pensó él, pero asumió que debía ser llamativo. Dentro, separó una invitación, la tiró hacia el techo logrando que se suspendiera y chasqueó los dedos. Montaraz, lleno de magia poderosa, al usar su magia multiplicó por mil cada invitación y en ese mismo instante el negocio estaba inundado de pergaminos volando. Se leía claro en cada uno: http://i.imgur.com/oeOF9eq.png Cargó el Ars & Vita en desconcierto, procurando que las dueñas no le notaran. Abrió la puerta y salió, dejando atrás la responsabilidad de limpiar a alguien más.
  23. Vaya, hay mucho desde la edición anterior. El tiempo pasa, lento. Por tanto quiero hacer la actualización anual de una vez. En primer lugar porque es necesario y en segundo porque todo tendrá sentido y más calma de este modo. La unión de mis mundos, que siempre me facilitan la vida, merece este esfuerzo. Y gracias por acompañarme. [si me lees, esta es mi dedicatoria para ti. Lee el contenido, te menciono varias veces.]
  24. Alec, Dúnedain y Binny Iban en grupo, dos magos y un elfo libre. Si dos son muchos, estos tres eran más que multitud. Se veían seguros caminando por la acera, sin rastro alguno de que horas atrás Binny había presenciado el suicidio de los dueños del casino Apocalipsis, con recelo de sus dos camaradas que no se involucraban en cateos o redadas. Pero todo esto tendría cambiar, al menos para el chico, Alec, que era un inútil con la magia por no tener una varita decente para usar. El motivo perfecto para llegar a Ollivander's, la excusa necesaria para que Alec pudiera atrapar mortífagos junto a Binny. O al menos se divertirían con duelos de práctica. —...o incendiará la capa de Dúnedain... Mi capa— corrigió el elfo que no paraba de enumerar las terribles y temibles consecuencias de darle una varita a Alec. —Ya estoy muy grande para esto —replicó él por enésima vez, pero en esto sí podía darle la razón. —Ya sé, por eso he preparado —Binny sacó una botella llena hasta la boquilla con una sustancia verdosa, medio marrón y que se movía pero no estaba viva— ¡poción multijugos! Bébela y tendrás la apariencia de un niño de diez; pero ojo, a veces cuando hago pociones suelo confundir los ingredientes y quizás, si tienes muuuchas mala suerte, te conviertas en una rata tuerta con una pata chueca. —Ay que chistosa te has vuelto últimamente, E-vans —ella soltó una carcajada mientras él bebía sin respirar la poción. Dúnedain abrió la boca en cuanto el chico comenzó a mutar y convertirse en una niño bajito, de aspecto temeroso, con ojeras marcadas pero muy parecido al Alec real— ¿En quién lo convertiste? —preguntó entusiasmado. —Hi-mit-su —respondió Binny, sellando la boca con un dedo. Entraron al local con el miniAlec, Dúnedain el elfo libre y la despreocupada Binny. Listos para saber qué varita escogería al mago... minimago. Dúnedain tocó la campanilla para que alguien apareciera, la dueña del local o algún empleado. Y mientras esperaban ojearon los estantes y las cajas, escondite predilecto de las varitas. —Si no aparecen pronto, sería mejor volver otro día —se notaba que Alec estaba nervioso, pero debía reunir todo el valor en su minicuerpo y demostrar que no le envidiaba nada a los dos que le acompañaban. http://i.imgur.com/t76xa3l.png
  25. Hellous Esto es tan repentino, sabes. Y no puedo decidir tan apresuradamente u_U Lo siento, pero no. Gracias por pedirme como madre pero no puedo. Soy demasiado joven para tener hijos. *Portazo* Meeeentira xDDD Obvio te acepto como hiji nuevi de mi cucharón corazón *-* Estás aceptadísimo, además que tu pj también es cool. Te espero en el castillo para que nuestros pj's se conozcan formalmente /o/ Eso y que tus tías, primas, sobrinas, etc (Todas mujeres) Quieren conocerte +.+ Loviu hiji nuevi! ♥ Pd: Belosa, actualiza el primer post T-T

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