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Suluk Akku

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Todo lo publicado por Suluk Akku

  1. Suluk Akku

    Animagia

    Lo presintió en cuando la brisa rosó la blanca piel de Beltis, tenía ante sus experimentados ojos otro caso de opresión. La primera vez, luego de muchos años, que vivió un caso así no había sido hacía mucho tiempo, quizás semanas, lo recordaba muy bien. Jocker Black Lestrange. Pero la bruja que ahora dormitaba a su lado parecía aun más obstruida que el hombre. Tiritaba de frío pero aun así no se soltaba, Akku veía todo lo que ella veía pero se negaba a interactuar con el entorno; hubiera querido gritarle ¡No estás soñando Beltis, actúa! ... o se congelarás, pero era parte del proceso de aprendizaje. Así que calló colocando simplemente una gruesa manta de lana gris sobre el torso de su pupila para el menos no permitir que muriese de hipotermia. Luego, y para su sorpresa, todo se sucedió de manera espontánea. La manta flotó un instante en el que el cuerpo de Beltis perdió masa, altura, dermis y ganó pelaje y calor, salvajismo. Suluk parpadeó varias veces y con manos arrugadas jaló la lana tan solo un poco para descubrir un húmedo hocico animal, sonrió complacida, más todo había sido obra del té y ahora, con las emociones a flor de piel sin que lo notase, debería empujar a Malfoy hasta una transformación consciente; sino acabaría lamiendo sus brazos en público y no quedaría muy bien visto, los Ingleses resultaban bastante prejuiciosos a ojos de la arcano. —Buenos días... joven Malfoy— titubeó ladeando la cabeza —Solo ha dormido unos minutos— y rió tapando su boca. La expresión de desconcierto en rostro de su interlocutora resultaba divertida. La Inuit le sirvió una segunda taza de té expresando de ante mano que únicamente tenía pétalos de rosa mosqueta mezclados con agua hirviendo y menta. Alzaba sus manos, un tanto avergonzada, para relajar el sentido de alarma de la mujer. Su piel surcada por caminos de historias, vivencias y recuerdos se veía jovial encendida por el rubor. —Pero descuide que la clase comienza ahora mismo— agregó llevando el índice a su collar de cuentas. Éstas brillaron de preciosos colores, como si las luces de una aurora boreal adornasen el cuello de Akku. —Sabrá usted que cada habilidad cuenta con una conexión única no solo con la persona que la domina sino también con una parte física o mental de su cuerpo, y sino, ahora ya lo sabe. >Entonces ¿Sería usted capaz de decirme con qué parte física o mental está vinculado el don de la videncia, o el de la metamorfomagia? Luego piense, piense muy detenidamente y dígame ¿Qué despierta al animal que llevamos dentro? Entrelazó sus dedos, había recuperado el sitio frente a Beltis así que la veía pensar serena, arrebujada en la manta de lana gris, con dos malamutes bajo sus pies creyéndose cachorros y una taza de té cerca de la nariz inundando la modesta casona de aroma a rosa mosqueta.
  2. Suluk Akku

    Animagia

    La Inuit bebió de a pequeños sorbos el té. Permitió que el calor de la infusión se impregnase en la palma de sus manos y subiera arañando por los brazos hasta anidar en su pecho, que la primavera estuviese floreciendo de la verja para fuera significaba que sus encantamientos climáticos empeoraban el frío en los jardines que rodeaban la pequeña choza. Suluk disfrutaba de dichas temperaturas pero a juzgar por el enrojecimiento en la punta de la nariz de Beltis y como ésta se arrebujaba buscando calidez entre las pieles del sofá, parecía que ninguno de sus alumnos era completamente amigo del invierno eterno. El tranque que adormeció a la bruja parecía profundo, llano, bastante antiguo. Akku sentía intriga, quería acercarse a ella, meterse en sus pensamientos pero sería demasiado arriesgado, tocar algo que no le pertenecía podría significar algún daño en la memoria de la persona. Por lo tanto dejó, con manos temblorosas, la taza de porcelana sobre la mesa de patas cortas y bordeó la misma para tomar asiento cerca de Malfoy, inclinar un poco su fornido cuerpo hacia delante y susurrar en su oído. —¿Qué ves? Ahondaría sin hurgar, en aquella explanada blanquecina Beltis oiría la voz de la Arcano, sería una fresca brisa, y aunque fuese completamente extraño el oír y no ver, respondería sin cuestionar. Suluk le permitiría seguir, hasta encontrar el punto de quiebre y la haría volver, solo entonces estaría lista para iniciar la travesía hasta la prueba final.
  3. Suluk Akku

    Animagia

    Llevaba tiempo esperándola pero no lo admitiría. Carraspeó un par de veces, había aparecido por detrás, silenciosa como una ventisca de primavera pero tan gélida como el propio invierno azotando ventanales. Intentó así llamar su atención y una vez la bruja volteó, quizás curiosa por quien estuviese a sus espaldas y en quien no había reparado sino hasta que estuvo a punto de hablar, fue que lo hizo, propiamente hablar. Los malamutes desaparecieron en el interior de la modesta casona, Suluk había abierto la puerta de un simple movimiento, con la palma de su mano extendida, enseñando arrugas y experiencia, había separado los labios pero ni siquiera una sola palabra brotó de ellos para su, tal vez, amiga Beltis. Cerró la boca, le invitó a pasar, las bestias ya dormían una junto a la otra cerca de una crepitante chimenea. Akku zapateó en la entrada para quitarse los restos de nieve de sus botas de montaña, se despojó de los abrigos y cerró la puerta tras de sí agitando una fina y elegante varita de cristal para —cosa que no hacía nunca— utilizar magia dentro de su propia casa. Lo cierto era que había tenido una semana ajetreada y sus huesos estaban cansados. El silencio las acompañó mientras su alumna tomaba asiento en un cómodo sillón que olía a fresno y recostaba su espalda sobre una suave piel de oso ártico. La Inuit desaparecía dentro de la cocina donde la vajilla se estaba lavando sola y una tetera silbaba indicando que el agua había roto hervor, servía dos tazas que dentro albergaban unas aromáticas hierbas trituradas y regresaba cargando una charola de plata. Entonces, solo cuando consiguió sentarse frente a la fémina fue que decidió hablar, por fin. —Me alegra mucho verte, Beltis— Musitó acercando una taza hacia su lado de la mesilla con pulso firme —¿Será que ésta vez me acompañarás hasta el final? Bebió un sorbo de su té, ninguno de los dos era igual. El que tenía entre manos poseía una cierta cantidad de hierbas que relajaban los músculos y calmaban los sentidos. En cambio el de la bruja estaba mezclado con exóticas plantas que, caso contrario, agudizaban dichos sentidos, relegando todo lo demás, adormeciendo los músculos, afinando la voz que todo mundo tiene en su cabeza y suele tapar. En ningún momento adoptaba tácticas agresivas, como las de los Guerreros Uzza, para enseñar a sus alumnos respecto a la habilidad que le concernía pero Malfoy había relegado demasiado tiempo aquella visita y sentía la imperiosa necesidad de presionarla un poco.
  4. Fue paciente pues en ningún momento sintió dudas respecto a Eileen. Regresó a sus aposentos el tiempo suficiente para dejar todo listo ya que pronto acudiría un nuevo alumno a ella, bebió una buena y reconfortante taza de té y descansó los pies, no podía engañarse demasiado, en ocasiones los años que cargaba sobre sus hombros le pasaban factura. Aun así, cuando en su corazón sintió esa calidez familiar que solamente puede producir la alegría, se paró sin quejarse, besó a los enormes malamutes y caminó tranquilamente rumbo a la gran pirámide en donde una confundida Moody estaría asomando las narices. Sabía en carne propia que la vista tardaba en acostumbrarse luego de la prueba final al exterior, así como la mayoría de los sentidos, quienes no sabían hasta pasados algunos minutos qué era real y qué no. Por lo que esperó que la bruja la buscase unos instantes más y apareció de la nada, como si siempre hubiese estado allí, con una enorme sonrisa en el rostro y los ojos entrecerrados marcando varias arrugas a los lados. —Bienvenida de regreso joven Moody, me complace decirle que el portal la considera digna de vincular su alma, esencia y espíritu con la animagia. Habilidad que a partir de hoy deberá desplegar con sapiencia y responsabilidad o lo sabremos. Pensaba extender sus brazos y demostrar cuán orgullosa se sentía, cosa que no siempre sucedía para con sus alumnos ¿Cuándo había sido la última vez? ¿Quizás con Nymphadora? sería posible, aquella intrépida Black Lestrange le había sacado de quicio hasta el final. Pero prefirió tomar una de sus manos entre las suyas y desearle buena suerte en el camino de la vida. —Espero volver a verte, estoy segura de que cierto lobezno estará deseando agradecerte algún día. Dijo, permitiendo que Eileen fijase la vista en lo que antes había sido la sortija de aprendiz y que poco a poco comenzaba a tomar la forma que ella desease, la de su verdadero totem, la esencia animal.
  5. Akku volvió a sonreír, su aprendiz había surcado el mar tempestuoso hacia ella sin siquiera parpadear, tenía nervios de acero dirían algunos aunque Suluk estaba convencida de que realmente Eileen Moody lo que tenía era corazón, espíritu, valentía. Era una persona, ante sus ojos, completamente digna de vincular su esencia con el don de la animagia pero sería la pirámide quien diese la última palabra. Por consiguiente pero no preparada para dejarla pasar aun, cerró el libro que le descubrió leyendo —sobre cocina inglesa— y la miró fijamente a los ojos. Luego habló. —Fácil puede resultar soltar tu alma y permitir que vuele ¿Pero es realmente sencillo regresar a tu verdadera esencia? Sus palabras quizás parecerían huecas pero el movimiento que realizó a continuación las complementaron. Su vara de cristal se volvió un enorme báculo con tan solo un ademán de la zurda. Su anillo de animaga centelleó, la arcano farfulló unas cuantas palabras en idioma Inuit que posiblemente la bruja no comprendería y desprendió una especie de fina lluvia cristalina sobre sus hombros. Eileen, contra su voluntad, volvería a transformarse en una lechuza, sentiría la imperiosa necesidad de extender sus alas y acabaría viendo su reflejo en un espejo que se formaría tras una ventisca gélida. Allí sus pequeños ojos de ave rapaz contemplarían las maravillas de ser un animal libre, una criatura que no tenía ataduras para con nada ¿Sería capaz de mantener la compostura y regresar a su forma humana sin ser tentada por la libertad? Y mientras ello sucedía Suluk hablaba una vez más. —Si deseas realmente vincularte con la habilidad, está en tus manos. Si consigues que el portal se abra para ti, Eileen, la prueba final te espera dentro. Buena suerte En el interior de la pirámide todo era oscuridad, todo excepto las puertas que girarían a su alrededor, aunque solo una se detendría ante sus ojos y sería la que la llevase a conectarse con sus recuerdos, con la primera vez que experimentó la animagia en primera persona pero que su memoria delegó a los confines de la mente como un sueño o una vivencia ajena.
  6. —¡Vaya, eso ha sido excitante! Suluk aplaudió emitiendo eco, sonreía como una niña pero los años se hacían notar en las arrugas formadas a los lados de sus ojos y haciendo paréntesis en sus labios. Una mujer cargada de experiencias y conocimiento para heredar. Tomó rápidamente la llave entre las manos de Eileen y la acercó al candado que sostenía cientos de cadenas doradas, éste absorbió dentro de la cerradura el pequeño objeto y tras emitir un fulgor seguido por una ligera vibración, hizo desaparecer las cadenas abriendo paso hacia el corazón del laberinto. Dentro todo resultaba confuso, los sonidos se mezclaban, las paredes (hechas de hierba) susurraban, en la lejanía cualquiera juraría que se podía oír un rugido ¿Estaría Moody preparada para lo que sucedería a continuación? —¿Estás completamente segura de dar éste paso?— Inquirió Akku enarcando una ceja y colocando una mano a modo de barrera ante el pecho de la bruja. Cuando ésta le hubo respondido explicó brevemente con lo que se encontraría con cierta trampa y omisión. >Ten mucho cuidado con las paredes —explicó, pero no le dijo que si las tocaba éstas podían atraparte como lazo del diablo— es muy probable que te encuentres con muy amigos míos, algunos simpáticos otros no tanto, si sabes llevarlos quizás te ayuden a encontrar la salida porque esa es tu nueva misión, encontrarla para llegar a la pirámide. Los amigos a los que la arcano se referían eran, un Colacuerno Húngaro que estaría custodiando la puerta de salida hacia la pirámide, enroscado sobre sus enormes patas y cola, de momento dormitando. Un Erumpent, que de por sí ya estaría algo molesto, gracias a que Pevees se hubo metido en el laberinto. Y por último, o en realidad para comenzar, con lo primero que Eileen se toparía, un Augurey que cantaría lastimeramente sin parar. —Buena suerte, te estaré esperando. Hizo aparecer un libro en su mano y abriendo una grieta en el espacio dejó completamente sola a la fémina.
  7. El reloj de arena marcó las cinco cuando Akku abrió sus ojos de golpe y sonrió. Los malamutes descansaban vueltos una enorme bola de pelos a los pies de la chimenea que aun crepitaba. El frío que rodeaba la pequeña morada de la arcano resultaba insoportable para cualquiera menos para ella que parecía disfrutarlo cada vez más. El crudo invierno parecía no querer marchas nunca de aquellos terrenos más la primavera se empeñaba en derretir todos sus encantamientos climáticos. Esa mañana tenía una agradable sensación en el pecho, se sentía tranquila y disfrutó de una buena taza de leche caliente antes de marchar rumbo al lago. Minutos antes se hubo encargado de garabatear una nota que le sería entregada a Eileen Moody por un pequeño ratón, cosa poco convencional, en su hogar o donde quiera que estuviese; no estaba muy de acuerdo en esclavizar, estando en el siglo en el que estaban, a las lechuzas. La mujer estaba lista para finalizar su instructivo, el don de la animagia le sería por fin otorgado si realmente se lo merecía y todo allí indicaba que sí. Cuando el reloj marcó las siete, sobrevoló el cristalino lago al que el sol vespertino le arrancaba destellos cegadores, y girando en círculos comenzó a descender. Un instante antes de que sus débiles patas tocaran el suelo pedregoso recuperó su forma humana y de un solo movimiento invocó su vara de cristal, lo bueno de aquella última instancia era que Eileen no tendría que trabajar en equipo, había aprendido a tropiezos que los Ingleses eran pésimos compartiendo. Por lo que simplemente, y en lo que aguardaba su arribo, se dedicó a plantar las tres pruebas que la bruja debería surcar para poder dar con la pirámide y su tan deseado interior, en donde el portal decidiría si era digna o no de portar su sortija de animago. Ésta vez no había barca, no había método humano o terrestre con el que su alumna pudiese atravesar el lago pero aquel era el primer obstác.ulo. Cuando por fin la vio sintió ganas de abrazarle, sin embargo se limitó a hablar sin tanto rodeo, en sus huesos ancianos podía percibir las ansias de aquella mujer. —Bienvenida, Eileen. Me da mucho gusto volver a verte— su voz sonaba cargada de experiencia y dulzura, calma, como la propia superficie acuosa que reposaba tras de sí. >Como creo que sabrás si has estudiado lo suficiente, para poder presentar la prueba ante el portal debes de sortear tres obstác.ulos que te serán provistos por mi. Para ello voy a pedirte que entregues todas tus pertenencias mágicas —dijo tendiendo una caja de madera hacia ella— que te serán dadas al finalizar la prueba, sea positivo o negativo el resultado. Una vez se hizo con los aparatejos mágicos de Moody, soltó la caja, la misma golpeó el suelo haciendo un ruido seco y fue absorbida por el mismo. Todo obra de magia Arcana. —La primer prueba para ti es ésta— haciéndose a un lado enseñó la amplitud del lago —deberás encontrarte conmigo del otro lado, te estaré esperando en la orilla, justo ante la puerta del gran laberinto, puerta que estará cerrada por lo que en tu trayecto hacia ella deberás encontrarte con la llave que abre el cerrojo. La misma pendía mágicamente en el medio del lago. Era pequeña, dorada y brillante. Estaba dormida, pero cuando alguien intentase tocarla desenrollaría un par de alas y se daría a la fuga. Dicho ésto Suluk le deseó buena suerte, palmeó su hombro y desapareció. La estaría esperando donde prometió más deseaba que antes siquiera de hacer nada, Eileen notase que en uno de sus dedos ya portaba la fina sortija plateada del aprendiz.
  8. Por fin su día hubo culminado. Jocker abandonaba los terrenos del Ateneo para regresar a casa o quizás hacer una parada técnica en un bar ¿bebería? los Ingleses eran personas extrañas a la hora de lidiar con emociones fuertes, todo lo acallaban con alcohol. Que triste. La soledad le hizo compañía por un momento y tras de sí la puerta se abrió pero no emitió chirrido alguno, sino más bien, un sonido rasposo, a arena siendo arañada por una pesada roca. Se giró, muy levemente, parpadeó y la vio caer o más bien lo que presenció fue el surgimiento de una criatura oscura, pequeña y agotada. El corazón del murciélago latía por demás, quizás el portal hubo empujado a Candela hacia algún sitio en su memoria que ella intentaba evitar día tras día, pero así era, para dominar la animagia tocaba conectarse con cada rincón de uno. —Joven Triviani Akku se paró, deshizo la distancia para con la mujer, ahora convertida, y la tomó sin asco entre sus manos, ella amaba a todas las criaturas por igual. Le sonrió y volvió a dejarla en el suelo, sobre un escalón de granito dorado para que volviese a su forma humana, anhelaba espiar la forma de su anillo. —Bienvenida de regreso.
  9. Suluk apresuró el último sorbo con un nudo en la garganta. Sus palabras habían sido llevadas por el viendo, vaya uno a saber dónde, pero imitaban el susurro de Penélope. Una muchacha tan sabia ¿Qué habría sido de ella? curiosidad que le picaba las entrañas más por las reacciones de su pupilo había preferido no hacer mención. Cada Arcano se entendía con las distintas habilidades vecinas, pero por sobre ello, teniendo una conexión muy profunda con su propia alma, Akku era capaz de empatizar con Jocker cada vez que le miró a los ojos desde su arribo. Extrayendo de su capa de pieles gruesa la varita mágica que le fue provista arribando a Inglaterra, invocó la estilizada vara de cristal, y desapareció rumbo al lago. El laberinto intrínseco había desaparecido dejando en su lugar una gran explanada que el zorro bien pudo haber recorrido en lugar de quedarse tieso observando su reflejo en el agua. Pero la Inuit comprendía razón. Entonces, con cautela y en silencio se sentó a su lado, un movimiento rápido de la oreja derecha del animal le dio a entender que se había percatado de su presencia y sonrió. Jock tenía los sentido agudizados por demás, era uno con la habilidad, por ese gran motivo era que cuando volviese a su forma humana la sortija de aprendiz, un simple lazo de plata, mutaría en la joya que él soñase. —Bienvenido de regreso. Musitó, cruzó las piernas a la altura de los tobillos y fijó la vista en el horizonte, Black Lestrange lo había logrado. Quebrantar una barrera emocional tan dura no era sencillo, mucho menos si eres el propio creador, pero él lo había conseguido.
  10. Suluk había regresado a su morada luego de pasadas dos horas en pie. Su poder era inigualable y sus conocimientos infinitos pero no podía negar que su cuerpo en ocasiones le pasaba factura, era una mujer sabia entrada en edad y necesitaba descansar. Ahora, mientras Jocker descifraba el puzzle que tenía en su propia cabeza, casi como un codificado de su alma y espíritu, ella reposaba las piernas en una banca cubierta con piel de oso polar, rodeada de sus enormes y torpes malamutes, con una taza de humeante té entre las manos arrugadas. Con cerrar los ojos le bastaba para entablar una conexión viable con sus pupilos aunque no pudiese interceder. Deseaba, por partes iguales, empujarlos, animarlos, hacerles llegar alguna palabra que les sirviese para que dieran el gran paso. Candela aun no parecía decidida a entrar al portal o quizás el portal aun no sabía qué prueba sería idónea para ella. En cambio el mago se encontraba rodeado por negación y dolor, pronto aquellas paredes blancas se teñirían de color y sería él quien decidiese si era capaz de soportar el dolor anulado con tal de recuperar la vinculación con el zorro. —A veces, callar lo que duele no es la mejor solución para hacerlo desaparecer. El susurro de Akku se perdió en el crepitar de una chimenea, no volvería a la pirámide hasta que ambos estuviesen listos ¿aprobarían? quería creer que sí puesto que ante sus ojos grises y vidriosos eran dignos.
  11. La arcana era ojos y oídos mientras sus aprendices luchaban contra el intrínseco laberinto. Sonreía y torcía el gesto de vez en cuando si éstos se perdían o doblaban en la esquina equivocada pero muy en su interior confiaba en ambos. Candela fue la primera en llegar, le miró con el rostro imparcial más su completa atención estaba puerta en Jocker, no por preferencia o cosa semejante, sino más bien porque Triviani tenía menos conflicto con su animal interior que el mago. Suspiró, al unísono con la bruja, podría parecer que no, pero llevaba dos días sin parar, su cuerpo anciano le reclamaba descanso. —¿Señorita Triviani, gusta sentarse junto a mi un momento? Se notaba que a la mujer le costaba hasta respirar, Suluk palmeó el peldaño de granito dorado en donde estaba sentada y le dedicó un cálido gesto, no llegaba a ser una sonrisa; Black Lestrange parecía haberse rendido. El corazón de Akku se encogió, nada le preocupaba más que un animago preso de su propia conciencia, de su propio pasado ¿Qué le habría pasado para, sin notarlo, guardarle rencor al zorro? La Inuit se preguntaba con qué recuerdo lo relacionaría ¿sería un amor, un hermano, tal vez un amigo? Ella no solía meterse en lo que no le incumbía pero la intriga le hormigueaba en la lengua. Pero el hombre la sorprendió. La arcano saltó de su sitio, miró a Candela con los ojos radiantes y le dedicó una palmada en los hombros, luego aplaudió tres veces con sus regordetas manos. Todo estaba encaminado, se sentía orgullosa y no podía ocultarlo, de ambos. —Muy bien, considero que ha descansado lo suficiente— Expresó rozando el collar de cuentas cristalinas que escondía bajo su ropa. Pronto una fina e imperceptible lluvia brillante cayó sobre Triviani para devolverle la energía y vitalidad normal de una joven de su edad. Luego señaló hacia la pirámide y soltó: —¿Estás listas?— Jocker hizo acto de presencia, Suluk no se contuvo —Joven Black Lestrange, si éste es tu destino, la pirámide te espera. Adelante Lo mismo regía para Triviani, si respondía de manera acertada los dos ingresarían, cada uno a su puerta correspondiente. El portal los lanzaría años en el pasado, quizás a lo que ellos recordarían como un sueño, bueno o malo, pero que en realidad se trataba del primer acercamiento que tuvieron con la animagia, su primera conversión. Si conseguían despertar ese primitivo recuerdo, entonces habrían conseguido vincularse sin problema alguno.
  12. —Señorita Triviani ¡Señorita Triviani, por favor! Suluk sacudía sus cortos brazos tratando de espantar a la animago que sobre volaba su cabeza, frunciendo el entrecejo poblado. Sus labios eran una fina línea surcada por arrugas, marcas de sabiduría, mientras sus ojos grises se mantenían fijos en el horizonte oscuro. Deseaba ver llegar al zorro de cola pomposa, no solo porque era una criatura agradable a la vista, sino porque de alguna manera sentía un deber para con Jocker, el hombre psicológicamente había sellado su animal interior. Era una pena Pero pronto se les unió y el rostro de Akku se iluminó, sonreía, la risa lejana de Candela aun le daba vueltas en la cabeza. Se hizo a un lado, esperaba que ambos aprendices recuperasen su forma humana pues, caso contrario, el laberinto no les permitiría ingresar. La magia debía ocurrir dentro, sin objetos ajenos u agregados. —Me alegra que hayan descubierto cómo llegar hasta aquí, pero aun les espera un largo tramo hasta el portal. Los estaré esperando, del otro lado, cuando consigan dar con la salida. Buena suerte Jamás hubo dado tan pocas explicaciones, pero se trataba en éste caso de dos animales extremadamente sensibles y sensoriales. El murciélago, ligeramente ciego, podía volar sin chocarse y encontrar rincones y huecos a la lejanía emitiendo un chirrido que para el oído humano resultaba insoportable. Entonces, cuando Candela atravesase la arcada principal del laberinto, cuando la bifurcación la separase de Jock, las paredes se ceñirían sobre ella. Aquello se transformaría casi, de manera mágica, en una cueva diminuta para cualquier humano, la aplastaría de no actuar inmediatamente. Caso contrario, el pasillo que atraparía a Black Lestrange se volvería un enredo. Pasillos, esquinas, sitios sin salida. El zorro tenía por cualidad su olfato ¿cuál sería el aroma que el hombre tomaría como referente para encontrar la salida? tomando en cuenta que nunca antes hubo estado a los pies de la pirámide ¿Sería la Arcano? La Inuit les esperaba sentada en una amplia escalinata de granito dorado.
  13. El punto de encuentro era el acostumbrado por la mayoría de los arcanos, o al menos por ella. Pero eso sus alumnos no tenían por qué saberlo. Una gaviota ártica graznó dos veces en la ventana de la bruja y el mago, llamó su atención y les entregó un papel amarillento doblando en dos con las coordenadas del lago que se encontraba en un sitio estratégico de la Universidad. El Cairo no era verdaderamente así, los terrenos del Ateneo parecían más un rompecabezas de hábitat y gustos que otra cosa, tanto los Arcanos como los Guerreros Uzza habían puesto como única condición que ellos escogerían dónde vivir; sino como alguien explicaría que nevase en pleno desierto. Así que allí los esperaba Suluk, con un fino vestido de color gris topo, casi como el de sus enormes ojos rasgados y una larga trenza blanca que le caía por el hombro derecho hacia el centro de una barriga que solo denotaba su adentrada edad y no una carencia de estado físico. La prueba final, primeramente había sido diseñada para el joven Black Lestrange pero a última hora del día anterior le hubo sido informado que una antigua pupila suya estaba preparada para unírsele, Candela Triviani. Al llegar, ambos personajes se encontrarían con la típica caja encantada de Akku. Ésta poseía la magia necesaria para despojarlos de todo objeto mágico, tanto así como sus varitas puesto que la travesía deberían completarla únicamente utilizando por completo la habilidad con la que deseaban vincularse de por vida. Pero ésta vez la Arcano decidió ir a paso lento, quería probar la responsabilidad de la joven Directora y necesitaba que Jock ahondara en sus propios sentimientos y emociones para lograr con satisfacción que las puertas de la pirámide se abrieran para ellos, así que se limitó a sonreír en silencio. Seguramente alguno, sospechaba que la mujer, cuestionaría el por qué de tal atrevimiento. Suluk alzó una mano, extendió el dedo índice y señaló el anular de cada quien. Ahora en sus manos poseían la sortija del aprendiz, un fino lazo de plata que adquiriría la forma que ellos deseasen una vez terminaran la prueba final y el portal los considerase dignos de tal honor. —Para llegar ante la pirámide deberán superar tres adversidades— comenzó, su voz sonaba calma como el propio viendo que hacía llegar sus palabras a oídos de los alumnos. —La primera consistirá en atravesar el lago, no puedo decirles cómo, ustedes deberán descubrirlo por cuenta propia, sin utilizar más magia que la que su don les confiere. Dicho ésto hizo aparecer su varita para agitarla un poco y transformarla en una vara de cristal que casi le doblaba la altura. Con ésta desapareció dejando, quizás confundidos, a sus pupilos, para aparecer a la entrada del famoso laberinto en donde les aguardaría. Las aguas del lago eran oscuras pero imperturbables. No había barcaza ésta vez, solo el cielo que lentamente se tornaba del mismo color que las aguas, como la si la noche fuese a caer en cualquier momento sobre ellos y una fino sendero de tierra húmeda que lo atravesaba, lo suficientemente angosto como para que un humano pequeño cayese al agua pero no tanto como para que un animal caminase a sus anchas.
  14. Suluk Akku

    Animagia

    Allí estaba, Suluk siempre lo supo, debajo de una gruesa capa de hostilidad, seriedad y cinismo, la habilidad aun latía en sus venas. Jocker no respondió a su pregunta pero el viento trajo una calidez curiosa para la Arcano y extremadamente familiar para el hombre. Uno de los ventanales superiores se hubo abierto y en lugar de atestar la pequeña cabaña con un frío invernal, acogió a ambos personas en una brisa tibia, como la caricia de una madre o el beso de un ser amado. Akku entrecerró los ojos, vio el titubeo en los labios del que segundos después se transformó en un zorro de cola esponjosa y regresó a su forma humana. Allí estaba, allí estuvo todo el tiempo. La Inuit aclaró su garganta agradeciendo con dulces pensamientos la intromisión de Penélope en aquella clase, todo mundo sabía o sospechaba que los animales tenían un sexto sentido para con los espíritus, aun y cuando éstos solo se proyectaban en la mente de sus personas más cercanas, en éste caso Black Lestrange, su esposo. Pero una cualidad especial y casi secreta de todo animago, era en efecto, compartir la misma extra sensibilidad para lo que no podía verse o tocarse. Suluk solo tuvo que ver, por segunda vez en la tarde, el brillo especial en los ojos ambarinos de su pupilo para comprender que la respuesta estaba dicha, en total silencio. A continuación le dio su espacio, no hablaría con un zorro o quizás sí, pero se sintió divertida al ver como los torpes y enormes malamutes intentaban atrapar con sus patas peludas —sin ánimos de lastimarlo— al intrépido y ágil zorro que por poco pone la sala patas para arriba. Akku tomó asiento, aguardó un momento y luego creyó oportuno renovar las fuentes de energía para su aprendiz, tenía tiempo sin dominar su forma animal por lo que cuando recuperase su apariencia mundana estaría ligeramente cansado. Desapareció rumbo a su pequeña cocina, allí dentro a duras penas cabía ella con su regordete y diminuto cuerpo. Algo sonó a vidrio roto en la sala, Suluk soltó una risita jovial y le restó importancia, puso agua a calentar y preparó una charola con dos tazas de café y unas cuantas galletas de avena y miel. Unos minutos más tarde se encontraba nuevamente en el sofá atestado de pieles silvestres, sus ojos grises buscaban la procedencia del exabrupto, los vidrios, los restos de lo que se rompió pero no encontró evidencia alguna así que carraspeó con fuerza para llamar la atención de lo que parecía ser un grupo de adolescentes jugueteando y humedeció sus labios antes de hablar. —Se que sabe cuál era la respuesta anterior, señor Black Lestrange. Y esa misma respuesta aplica a lo que acaba de preguntarme. La animagia está ligada a las emociones, a las más profundas y hermosas u horribles emociones, aunque sea un don que se hereda. Algunos transitan su vida completamente sin ver la más mínima señal de la habilidad en ellos, pero allí está, dormida. Con un ademán le indicó que una de las tazas era suya y se apropió de la que le correspondía para dar un breve sorbo. Tomaba su café amargo pero estaba por demás caliente. Dejó la taza en un pequeño plato de porcelana y saboreó los resquicios de la infusión en su lengua. —Por algún motivo que desconozco y usted no, decidió reprimir su esencia animal porque le causaba dolor. De alguna manera conectó la animagia con algún episodio o alguna persona, al evocar al zorro también trae consigo nostalgia, melancolía, quizás tristeza. Un ser humano, por muy poderoso que sea, señor Black Lestrange, no puede anular sus emociones... más creo que atravesando la prueba final podría conseguir la permanencia del zorro, todo está en usted. Bebió otro sorbo. —Siempre y cuando sea lo que desee realmente. Si Jocker accedía lo enviaría a casa para descansar y más tarde haría llegar a su poder las coordenadas del sitio de encuentro.
  15. —Bienvenido, joven. Suluk no había separado los labios en absoluto pero su voz, tranquila y apacible, resonó en la cabeza de Gaunt. El portal le había enviado al comienzo, literalmente, de su travesía. Pero entonces existía una gran diferencia, cuando Emmet llegó ante ella lo hizo confundido y con cierta controversia respecto a lo que le sucedía, ahora simplemente, abrazaba su don, la conexión espiritual con su animal interior, el Caracal del desierto. Sonrió, complacida, al tiempo que colocaba una mano firme y arrugada sobre el hombro del vampiro. Éste había completado la prueba final, el calor que manaba de su pecho y se expandía hacia cada uno de sus músculos como un manto cálido no era sino la esencia del caracal que se fusionaba con su persona. Luego, casi lo que un humano promedio demora en parpadear, juntos regresaron —ésta vez de verdad— a la entrada de la cabaña de Akku. El verde volvía a ser tan verde como las esmeraldas incrustadas en las paredes de alguna cueva oculta y la nieve que cubría el parque frontal de la pequeña y acogedora casona tan blanca como la leche. La Inuit chasqueó los dedos y una ventisca invernal se arremolinó alrededor del cuerpo de Emmet, ésta se concentró poco a poco en el dedo donde llevaba la sortija del aprendiz dándole la forma que él quisiera, oficialmente, puesto que la vinculación se había completado a la perfección. —Sepa usar la habilidad con sapiencia, joven Gaunt. Le despidió, ingresando a su casona, pues necesitaba descansar antes de presentarse en la siguiente prueba. Seguramente Triviani le esperaba con ansias.
  16. —Efectivamente, joven Gaunt, lo ha logrado. Akku no escondió su emoción respecto a encontrarse nuevamente con el mago Inglés. El muchacho de ojos azules le hubo caído en gracia y resultaba refrescante para ella saberlo completo, sin rasguños o traumas. Una, a simple vista, eterna escalinata les aguardaba a la izquierda de la Arcano, junto la subirían hasta el interior, donde una puerta levadiza les daría paso hacia la sala de Ouroboros; la serpiente del ciclo eterno, la que se comía su propia cola. El símbolo se encontraba retratado en el suelo que brillaba entre tanta oscuridad, en el centro una especie de altar de roca y alrededor de éste varias puertas que al sentir la presencia de Emmet comenzaron a girar. —He de preguntarte ésto por tu bien y protocolo— Murmuró, no hacía falta alzar la voz allí, el silencio resultaba ensordecedor —¿Estás completamente seguro de querer atravesar el portal y que éste te ponga a prueba? La mayoría de sus pupilas, de haber estudiado, deberían comprender que las pruebas que éste recreaba resultaban agotadoras para la mente, el espíritu y el alma, además de para el cuerpo. Ponía al límite paciencia, tolerancia y demás sentimientos que uno con normalidad durante el día podía controlar y mantener a raya. Enloquecía a muchos, pocos eran los que lograban salir ilesos. Ahora Suluk se preguntaba si el vampiro sería parte de la minoría o si debería avisar a San Mungo para que preparasen una cama en el Ala de Psiquiatría. Si la respuesta era afirmativa, Emmet podría ingresar sin más, le llamaría la atención, de entre tantas puertas flotando delante de sus narices, una en particular, la que llamaría a gritos a su animal interior. Una vez abierta la conexión se volvía casi tangible, la Inuit ya no podría hablarle u ayudarle pero sabría cada paso que el joven mago daría gracias a la sortija. Nuevamente, el portal le llevaría a encarnar la primera vez en que su don animal despertó sin que fuese capaz de dominarlo o comprender qué sucedía; algunos creían, ya adultos, que simplemente se había tratado de un sueño extraño y no de una experiencia reprimida. Caso contrario, si se arrepentía, Suluk le pediría entregase su sortija y regresase a casa, contando aquella visita como un intento fallido por parte de Haughton.
  17. Suluk Akku

    Animagia

    La arcana le permitió responder a sus anchas aunque internamente no fue exactamente lo que esperaba ¿debería presionar? Black Lestrange demostraba ser un hombre duro, pero no carente de emociones, sino más bien un ser entero, casi sin inestabilidad y completamente serio. Terció, entonces, el gesto, arrugó sus labios ya de por si surcados por marcas de la vejez, experiencia en la piel, y descruzó sus dedos para señalar el punto de la habitación en donde, momentos atrás, Emmet había logrado hacerse uno con su animal interior. Entrecerró los ojos, escudriñó su semblante ignorando el hecho de que estaba frente al hijo del Ministro de Magia, pues la jerarquía Inglesa poco y nada le interesaba, y sonrió de lado, muy levemente. —Quiero que intente transformarse, aquí y ahora, ante mi. Así como el joven Gaunt lo hubo hecho. Curiosamente un halo de luz marcaba el sitio en cuestión, como si se tratase de la X en el mapa del tesoro, atravesando el fino cristal que les protegía del frío invernal que dominaba los jardines frontales. Suluk se paró, le dio la espalda para admirar el reducido claro que en su sala se recreaba y flaquearon sus piernas ligeramente tras el tope brusco de la enorme cabeza de uno de sus malamutes, la hembra. La herida que tenía en una de sus patas se encontraba completamente recuperada por lo que caminaba sin problema alguno. —Usted sabe— agregó, una vez Jock estuvo posicionado —Que las antiguas habilidades están ligadas a distintos aspectos del cuerpo humano, tanto físico como mental ¿Puede decirme dónde está el lazo de la Animagia en un ser humano?
  18. La mañana era soleada. Suluk portaba un simple vestido de colores grises, como sus ojos, y se mantenía de pie afianzada a un cayado de madera que le doblaba en altura. Las coordenadas eran certeras, Emmet arribaría en cualquier momento y como tenía rato sin hacerlo le estaría esperando a orillas de un cristalino lago. Llevaba meses limitándose a aguardar a sus aprendices ante las puertas de la pirámide, para felicitarlos por someterse sin problema alguno a los principales obstác.ulos, y estar a pasos más de vincularse con su habilidad, con su animal interior. Frente a sus pies enfundados en sandalias de cuero curtido descansaba una caja, a la altura del suelo, la misma caja encantada que se había hecho con las pertenencias de Xell, pronto lo haría con las del joven Gaunt. Una vez éste apareciera a pasos más de la Arcano, su tapa se abriría y cual imán, robaría absolutamente todos los objetos mágicos que portase el vampiro, incluida su varita. Akku sonreiría ampliamente, carraspearía para aclara su garganta y daría dos golpes con su cayado. —No se preocupe joven, no necesitaría nada más que su valía y ésta sortija para afrontar las distintas pruebas que el portal considera idóneas para usted. En total serán tres y en todo momento mediante esa joya estará conectado a mi. Tras los dos golpes al suelo una barcaza acudió a la orilla, Suluk se hizo a un lado para que Emmet pudiera verla y le invitó a pasar, cuando éste lo hiciera ella desaparecería pero las normativas se oirían dentro de su cabeza como un eco. El mástil guía de la balsa era, nada más y nada menos, que una poco confiable esfinge. A diferencia de ocasiones pasadas, ésta se volteó chirriando la madera para observar a su ocupante, sonrió de manera tétrica y con voz rasposa soltó un acertijo que el hombre de ojos azules debería responder correctamente si no quería acabar en el fondo del lago. "Es aquello que te mueve y te conmueve a hacer algo sin tener en cuenta el precio, el lugar, la hora, las dificultades, los problemas, quién te mira, qué riesgos hay, dónde hay que hacerlo, cómo, qué te dice la gente, qué piensa" La Inuit se encargaría de enviar una ráfaga de viento gélido que le permitiese a la barcaza llegar a destino con prontitud solo al oír de rabia a la esfinge, si es que Emmet respondía bien la pregunta. Caso contrario lo vería hundirse, tristemente, para pasar a ser entretenimiento de despiadadas criaturas marinas. Una vez en tierra firma, se encontraría con las puertas de un inmenso y confuso laberinto, más como en la prueba anterior, la de la joven Vladimir, éste se estaría completamente encantado ¿qué pasaría una vez cruzase el umbral? las paredes caerían, la vegetación moriría y el sol comenzaría a quemar con todas sus fuerzas, bajos sus pies masculinos abundaría la arena dorada, montíc.ulos por doquier, ni una gota de agua, siquiera avistamiento de la pirámide que marcaba el punto de encuentro para con la Arcano ¿cómo un humano sería capaz de sobrevivir a la Sabana Africana? quizás un humano no, pero un Caracal sí. Por segunda vez, Emmet debería controlar su habilidad y transformarse para adaptarse a las condiciones climatológicas para dar, entonces, con un espejo completamente desubicado, en medio del desierto, reflejando los rayos del astro sol, enterrado en la arena. Una vez frente a él, puesto que la curiosidad es el mayor defecto de todo ser humano, debería demostrar que era completamente capaz de regresar a su forma humana sin problema alguno. Cuando lo lograse el propio espejo se convertiría en una especie de portal, un vórtice, que le llevaría junto a Suluk, la brisa acogería su piel caliente por África, y la pirámide le estaría esperando para el paso final. La verdadera prueba, el umbral de sus sentimientos y emociones.
  19. Suluk Akku

    Animagia

    Suluk guardó silencio. El todo momento observó a Emmet, de vez en vez echaba una ojeada a Jock pero por puro respeto, no pretendía ignorarlo más el vampiro estaba a pasos más de rozar con la yema de los dedos la fase final y necesitaba concentración. Esperaba, cautelosa, que Black Lestrangre copiase su llamado a silencio y no interrumpiese. Aquel mago, en antaño prepotente, había cambiado, no sabía qué exactamente, pero cuando se perdía entre cavilaciones y sus pupilas se dilataban —sintomatología de recuerdo— sus ojos parecían brillar, destilar vida, emoción, la sensación necesaria para dominar una habilidad tan sensible como la Animagia. Pronto, Gaunt se hubo transformado, Akku dio un respingo de alegría al tiempo que aplaudía enérgica. Resultaba ser una anciana regordeta bastante agradable cuando sus pupilos le caían en gracia. Xell había enternecido su corazón luego de que tres Ingleses ingretos le hicieran perder su mañana, aunque echaba de menos a Eileen ¿qué habría sido de aquella bruja? esperaba verla nuevamente, de ser posible, a los pies de la pirámide, pirámide que pronto Emmet vería. Se puso de pie dejando caer una fina capa de piel que estaba recostada sobre el respaldo del sofá de un cuerpo que ocupaba, caminó hasta el Caracal sin temor alguno y palmeó la zona de su cabeza, entre las puntiagudas orejas, era un bello animal debía admitir. —¡Magnífico!— Exclamó, sus ojos grises abiertos de par en par. Humedeció sus labios y agregó —Puedes marcharte, joven Haughton. En tu hogar encontrarás las coordenadas necesarias para la prueba final. Aguardó a que éste decidiera si quería partir en su forma animal o como humano, abriendo las puertas con un único movimiento de muñeca, la magia que poseía aquella mujer era indescriptible. Y una vez a solas con Black Lestrange, deshizo su sonrisa como sal diluida en un vaso de agua, le miró seriamente tomando asiento una vez más frente a él, y entrelazó sus arrugados y cortos dedos curtidos. —Lo que se hereda no se hurta, has dicho— Su voz sonaba cálida, lo miraba fijamente —Dime algo ¿Qué crees que has heredado exactamente? La pregunta era sencilla, tomando en cuenta que la presencia del hombre en su morada se debía únicamente a la vinculación con el anillo de animagia y su animal interior, aunque bien él podría interpretarlo como desease. Tenía todo el día, no guardaba rencores, solo deseaba ver aquel brillo en su mirar una vez más. Jocker poseía el zorro encerrado en el pecho y por alguna extraña razón no le permitía salir ¿sería consciente de ello?
  20. Akku había vivido momentos demasiado intensos con sus últimos pupilos y la prueba de Xell no pudo sino que ablandar, su ya, tierno corazón. El portal le había recordado a la bruja el primer encuentro cercano con la habilidad de la animagia, con su madre fallecida, y con momentos demasiado tristes para ella pero los había sabido sobrellevar hasta quedarse con las dulces palabras de su procreadora. Para el portal aquello había sido suficiente, al igual que los obstác.ulos que había tenido que atravesar hasta llegar a los pies de la pirámide por lo que una luz cegadora la devolvió al comienzo, como si solo hubiesen pasado unos minutos, confundida y desorientada. La Arcano le aguardaba con los brazos abiertos y una amplia sonrisa en el rostro, mucho más amplia que la de minutos atrás. Pronto le abrazó acariciando su cabellera dorada y ,guiando sus pasos fuera de la pirámide, abrió un portal con su larga vara de cristal para devolverlas a su jardín nevado, donde los malamutes corrieron a recibirlas. —Felicitaciones joven Vladimir— Suluk tomó la mano de Xell y la alzó hasta que ésta fue capaz de vislumbrar el anillo en su dedo corazón. Éste brillaba y había adoptado la forma que desde un principio tenía en la mente de la bruja —Lo has conseguido. Estaba feliz, feliz por ella, por la comunidad de Animagos que adquirían un nuevo miembro y por la propia Sacerdotisa que ahora sería capaz de volar cada vez que quisiera, podría sentir la libertad y el viento en sus alas, graznar a la primavera, como bien su madre le hubo dicho en antaño, en sueños. Luego, la invitó a tomar una taza de leche antes de partir pues debía poner su atención nuevamente en los demás pupilos.
  21. Suluk Akku

    Animagia

    A los pies de aquel páramo acuático Suluk le esperaba, gruesas pieles de oso colgaban de sus manos frágiles, con una sonrisa en el rostro. La respiración agitada del mago le indicaba que la magia allí contenida había surtido efecto y por un momento éste se hubo desvinculado de su cuerpo humano para dejarse envolver por la esencia animal, su totem, aquel espíritu que le protegía y le guiaba aunque no fuese capaz de verle. Y aunque aun faltaban algunos pasos más para la vinculación, estaba segura de que Emmet lo lograría, parecía ser un muchacho curioso y entusiasta. —Acompáñame, no queremos que pesques un resfrío. Echando las pieles sobre su espalda fornida encaminó sus pasos en dirección a la pequeña casita helada. Los malamutes descansaban dentro, la chimenea crepitaba y dos enormes tazas de hirviente café les aguardaban sobre una pequeña mesa ratona. Entre dos sofá, la calma y el silencio. Allí tomaron asiento, Gaunt debía recuperar calorías para continuar con las pruebas y Akku se encontraba ligeramente agotada debido al repentino viaje al ártico con Eileen y Xell, también necesitaba reponer energías. —Fuera me hiciste una pregunta, Emmet, pero ahora soy yo quien te la hará a ti ¿Es, en efecto, el Caracal tu animal interior. Crees que eres capaz de cambiar a él? Agudizó la mirada, lo estaba retando a utilizar la habilidad frente a sus ojos, allí mismo. Si lo conseguía, estaría listo para afrontar la prueba final. Y de pronto la puerta sonó, con un simple movimiento de su mano izquierda un fuerte vendaval azotó el cuerpo de Jocker al tiempo que la puerta frente a sus narices se abría de par en par. El mago, sin más, acabó dentro con un poco de nieve en el cabello y sobre los hombros, Suluk, con el ceño algo fruncido por recordarlo vagamente, abandonó un instante la cercaría para con el vampiro, disculpándose previamente, para recibir a su no tan nuevo pupilo. —Espero, señor Black Lestrange, que haya dejado ésta vez sus ínfulas fuera. Reverenció con una cortesía fingida y le invitó a unirse al ojiazul.
  22. Y por fin, Suluk la aguardaba a los pies de la pirámide con una amplia sonrisa en el rostro y los brazos abiertos para envolverla en un cálido abrazo fraternal. Era una mujer de baja estatura, mullida por el ropaje y los kilos que los años se negaban a llevarse, pero una mujer feliz. Por un momento hubo temido que la Sacerdotisa se perdiese entre sus propios pensamientos animales, sus ansias de volar saciadas y el sentimiento de libertad, más respiraba tranquila una vez ésta cruzó el portal que se sabía de buenas a primera como un espejo simple. —Me alegra verte de nuevo ¿Estás segura de ésto?— Quiso saber, acto seguido palmeó sus manos con dulzura, con la dulzura de una madre. —¿Completamente segura?— volvió a preguntar, los Arcanos tenían la obligación de detener a consciencia a sus aprendices para que pensasen con la cabeza fría, ya si luego de dos interrupciones, éstos, decidían seguir adelante, lo hacían bajo sus propios riesgos y las reglas del portal. La puerta se abrió. Un oscuro hueco en el granito dorado de la pirámide, dentro la oscuridad las engulló como un monstruo hambriento. Las puertas que correspondían a cada habilidad comenzaron a girar en cuanto sintieron la presencia de Xell Vladimir pero solo una desprendía un brillo cegador, atrayente, el porta de animagia le llamaba. Y cuando la joven estuviese decidida a lanzarse dentro, éste le llevaría directo al primer momento en su vida en que el don despertó repentinamente para sumirse en un profundo sueño que ella misma debería erradicar. Debía activar su habilidad mediante emociones. —Buena suerte, pequeña. Alentó, dentro, ya no podría guiarla, solo observar sus pasos y confiar en ella.
  23. —Abre los ojos Xell Al estar conectada con su pupila, la voz de Suluk rebotó en la cabeza de Vladimir. Ésta quizás no comprendería qué estaba sucediendo hasta que fuese capaz de mirar sus manos desprovistas de varita u objetos mágicos, como las sortijas de los Uzza, y se encontrase con una simple alianza de plata. La barcaza, guiada por una brisa fresca que erizaba la piel, recorrió el trayecto requerido hasta las puertas del laberinto y encalló en la tierra, húmeda por el beso del agua que por poco ahoga a la joven sacerdotisa, avisando con un movimiento brusco el arribó. Las puertas de hierba le esperaban, también, y al final de la segunda y tercer prueba la propia Arcano, con una sonrisa en el rostro, sabiendo que la bruja sería capaz de superar todo el transcurso sin problema alguno y con creces pues su corazón era mucho más puro de lo que ella creía. No necesariamente debía dejar de ser novicia para que, a ojos de alguien tan antiguo y conocedor como Akku, se notase la nobleza del alma y la esencia clara. Estaba convencida. Una vez atravesado el linde del laberinto, todo daría vueltas a su alrededor, debido a la magia de Suluk, y en cuestión de segundos no sabría qué hora era, qué día era o si llevaba años vagando por aquellos pasillos. Resultaba imperativo encontrar los rayos del alba, a las golondrinas, quienes anunciaban el verano y el día, bellas aves de colores vivos, como el azul y el verde, para poder salir de la burbuja perimetral encantada y dar con el espejo que representaba la prueba final. Más antes de continuar, una brisa gélida trajo sobre sus cabellos dorados una fina llovizna, las gotas casi parecían diamantes diminutos, que curó por completo la herida producto del golpe en la frente. Akku cuidaba de sus aprendices como una madre lo haría con sus propios pequeños. —Vuela, Xell Susurró, y su susurro se perdió con la misma brisa.
  24. Suluk Akku

    Animagia

    Mediante su anillo de habilidad era capaz de sentir y ver todo lo que Xell experimentaba a medida que atravesaba sus fases finales, la joven bruja estaba a punto de dar la prueba que sería la firma para vincularse con su animal interior por lo que estaba ligeramente distraída. Pensaba en la tribu Inuit que sufría una gran pérdida tras la muerte de Malik y en cómo se lo diría a Eileen, luego de que ésta regresase a su morada; había enviado a la muchacha a casa, necesitaba reposo tanto físico como moral, y una vez estuviese completamente recuperada la aceptaría a los pies de la pirámide para dar el último paso, Moody había demostrado desde el primer exhalo que se merecía aquella oportunidad. Suspiraba mientras sus ojos grises captaban las pequeñas burbujas de oxígeno que ascendían desde las fosas nasales del mago en cuestión, Emmet Gaunt, un aparente vampiro que a pesar de carecer de vitalidad, deseaba ser un animago. Los Ingleses eran seres muy extraño, solía pensar Akku. El lago estaba encantado por una magia tan antigua que ni siquiera los Directores serían capaz de imitar. El hombre no se ahogaría aunque al principio sintiese que sus pulmones se llenaban de líquido y ardían. Debería imaginar el agua como un catalizador. La relajación de los músculos debido a la falta de gravedad y el aislamiento de los sentidos y pensamientos a través de la nulidad de sonido, permitiría que su esencia y espíritu se magnificaran, crecieran, se hicieran notar. Emmet solamente sería capaz de oír el eco de su voz dentro de su propia cabeza antes de adquirir su forma animal, donde quisiera que ésta estuviese, no importaba el punto geográfico o la situación; podría estar durmiendo, cazando, batallando contra un igual o huyendo de un predador. Él debería ser uno con aquel animal.
  25. La joven Vladimir estaba lista. Suluk lo supo cuando ésta antepuso las necesidades de un pueblo extraño por encima de su misión principal, adquirir la habilidad que le competía. Un alma tan pura resultaba difícil de conseguir hoy en día, por ello cuando Xell fuese capaz de vincularse con su anillo y dominara su animal interior, una fuerza mágica caería sobre la tribu afligida para traerles paz y nuevas esperanzas, entre ellas la resurrección del pequeño Kalev, el hijo del Jefe que hubo sido asesinado cruelmente por su hermano Singajik. La Arcana le había dejado a su amigo anciano instrucciones precisas, cuando tuviese una respuesta afirmativa por parte de la rubia debía abrir un portal y enviarla a casa cuanto antes. Allí encontraría una nota sellada con su propio anillo y firma donde revelaría los libros recomendados antes de la prueba final y el sitio de encuentro, estaba a pasos más del final esperado. Akku la esperaría en la pirámide, para la ocasión había utilizado mucha más magia de lo usual, se sentía renovada, divertida, innovadora. Xell le transmitía alegría. A orillas del inmenso lago que todo concurrente a la Universidad conocía le esperaría una caja medio incrustada en la tierra húmeda. El objeto estaba encantado, por tanto cuando se acercase y fuese capaz de percibir su presencia, activaría una especie de imán que le desproveería de absolutamente todos sus amuletos mágicos, incluyendo la varita de bruja. Debería afrontar tres pruebas en completa armonía con su totem o no sería digna de las enormes puertas al sol de la pirámide. Más a cambio de ésta clara desventaja, se le proveería de una sortija simple, de plata, que la mantendría conectada con la Arcana en todo momento. 1. La sacerdotisa no lo notaría hasta subir. La enorme guía de madera que mecía el bote, móvil que necesitaba para llegar hasta la otra orilla, estaba conformado por el medio cuerpo de una esfinge encantada. Cuando tomase asiento voltearía, con una sonrisa socarrona en el rostro y soltaría el acertijo a mitad de camino, si Xell respondía correctamente continuarían sin problema alguno, caso contrario, se hundiría en el medio del lado y su vida acabaría a merced de las criaturas marítimas. "¿Qué es fácil de levantar del suelo, pero difícil de aventar lejos?" Inquirió. 2. Al descender de la barcaza se encontraría por fin frente a las puertas de un basto laberinto de hierbas entrecruzadas y sombras monstruosas. Dentro, la misma magia de Suluk le haría confundir, sentirse perdida, desorientada, solamente sería capaz de vislumbrar unos débiles rayos de sol, como si repentinamente hubiese caído la noche y tras horas y horas, agotadoras, el alba estuviese besando el cielo. Sobre su cabeza, una bandada de golondrinas. ¿sería capaz de unirse y encontrar la salida? Todo dependía del manejo de la habilidad, de la conexión que tenía para con ésta. 3. Con la segunda prueba Xell habría saciado sus deseos de volar, como bien expresó al encontrarse por primera vez con Suluk, por lo que la prueba final sería la que muchos consideraban más sencilla. La joven debería pararse frente a un espejo de cuerpo entero, dispuesto en medio de los extensos pasillos del laberinto, e intentar regresar a su forma humana en un parpadeo. A veces, el cuerpo se siente tan a gusto dentro de la cavidad animal que olvida cómo es ser una persona, para los animagos resulta igual de importante convertirse como lo opuesto. ¿Podría? El espejo le abriría paso una vez completada la fase. Y por fin, Suluk la aguardaba a los pies de la pirámide con una amplia sonrisa en el rostro y los brazos abiertos para envolverla en un cálido abrazo fraternal. Era una mujer de baja estatura, mullida por el ropaje y los kilos que los años se negaban a llevarse, pero una mujer feliz. —Me alegra verte de nuevo ¿Estás segura de ésto?— Quiso saber —¿Completamente segura?— volvió a preguntar, los Arcanos tenían la obligación de detener a consciencia a sus aprendices para que pensasen con la cabeza fría, ya si luego de dos interrupciones, éstos, decidían seguir adelante, lo hacían bajo sus propios riesgos y las reglas del portal. La puerta se abrió. Un oscuro hueco en el granito dorado de la pirámide, dentro la oscuridad las engulló como un monstruo hambriento. Las puertas que correspondían a cada habilidad comenzaron a girar en cuanto sintieron la presencia de Xell Vladimir pero solo una desprendía un brillo cegador, atrayente, el porta de animagia le llamaba. Y cuando la joven sacerdotisa estuviese decidida a lanzarse dentro, éste le llevaría directo al primer momento en su vida en que el don despertó repentinamente para sumirse en un profundo sueño que ella misma debería erradicar. Debía activar su habilidad mediante emociones. —Buena suerte, joven Vladimir. Alentó

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