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Suluk Akku

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Todo lo publicado por Suluk Akku

  1. Suluk Akku

    Animagia

    La Arcana contemplaba a sus alumnos, allá arriba, en la rama de aquel árbol, esperando verles llegar. Tardaban. ¿Cómo es que tardaban? ¿Es que se habían muerto en el intento? La mujer de pelo azulado tenía todas las posibilidades de ello si no se daba prisa en transformarse. Aquel león rugía demasiado amenazadora cerca de ella, así que esperaba de ella algo más que un nulo intento. La otra chica puede que no se hubiera dado cuenta de que los ladridos de la malamutes se transformaban en aullidos para perseguirle de forma fiera. La magia de una varita no ayudaría a ninguna. Entonces... ¿La tercera por qué no venía? Era la que más fácil tenía para llegar a su destino, para cruzar el Portal que le vincularía. ¿Habría pasado algo que no veía con la distancia en que quedaba la cueva? La recordaba gritando cuando abandonó el contacto físico con ella... ¿Le habría entrado el pánico y los murciélagos de la misma la habían atacado? - Si se muere algún pupilo, tendré remordimientos - mumuró/pió en la rama. Como aún no llegaba ninguna de sus pupilas, decidió ir a buscarla. No le llegaba su esencia animal, tenía que esforzarse mucho para notarla. Eso no podía ser bueno. Así que se hizo humo al atravesar un portal. Llegó a la cueva tan rápido que la rama que había soportado su escaso peso aún se movía cuando la anciana entraba despacio en su interior, apoyándose en la vara de cristal que había invocado. - ¿Señorita Snape...? ¿Está usted bien? La Anciana Arcana arqueó las cejas al ver la transformación, muy bien hecha, por cierto, de su pupìla. - Debo confesar que ésto no me lo esperaba - dijo en voz alta. Con un movimiento de la vara alejó a los murciélagos que se lanzaron al exterior de la cueva con un gran ruido de aleteos furiosos. Ella percibió sus desesperados gritos. Eran animales que le causaban pena; como había leído una vez en un antiquísimo papiro de Animagia, "eran animales ciegos a los que nadie escucha gritar constantemente, desesperadamente, para poder orientarse de alguna manera". Ahora entendía el motivo por el que los murciélagos se habían asustado tanto con la presencia de Hayame Snape en la cueva. Era un zorro volador de la fruta, no un murciélago cualquiera. Podía llegar a medir metro y medio y sus alas eran tan grandes que se podían envolver con ellas. La muchacha era un lindo ejemplar desmayado de la impresión. Era lo suficientemente diferente a aquellos animalitos como para que ellos le temieran. Y pensar que la Arcana la había motivado a que utilizara sus oídos... Esta especie no usaba el ecolocalizador y sí la vista para orientarse y alimentarse. Suluk sonrió para sí misma, nunca se había confundido tanto con una pupila. ¡Estaba maravillada! - Muy bien hecho, querida. Pero has de practicar a convertirte sin desmayarte en cada intento o cualquier depredador hará tiritas de ti. Despierta... ¡Señorita...! ¿Se encuentra bien? Levántese. Es una especie en peligro de extinción... La azuzó con la punta de la vara, dudando si sacarla así al aire libre para que le diera el fresco o si lanzarle algo de agua en... ¿el morro?
  2. Suluk Akku

    Animagia

    La Arcana dejó de escuchar a la muchacha. Estaba a gusto con ella, en el interior de aquella cueva, rodeada de aquellas aves oscuras. Los murciélagos parecían mostrar un respeto hacia ella, guardando cierta distancia, siguiéndola de cerca. Sus ojos rojos relucían en aquella semi penumbra, aunque la varita de ella seguía preparada. Notaba que aquellos seres no se sentían del todo a gusto con ella. Le extrañaba. Suluk Akku pensaba que había reconocido su esencia de animaga en ellos. Pero aquí estaba segura. De momento. Ahora, la Inuit había detectado varios peligros en sus otros alumnos. Los había descuidado y presentía que pronto tendría problemas. Por ello, habló a su aprendiz con un tono alegre que disfrazaba su preocupación: - ¿Recuerdas que, en mi casa, te mostré los tres lugares donde la leyenda habla de tres partes enterradas del tesoro? Aquí encontraremos uno. Encontrarás, mejor dicho. Tus otras compañeras - ahora le dio a entender que la había oído cuando le anunció una tercera pupila - parecen estar en peligro. ¿Podrías quedarte a solas con ellos? No puedes comértelos, deberías confraternizar con ellos porque pueden ayudarte. Piensa en algo bonito que te gustaría descubrir e intenta mirar a tu alrededor con otros ojos. Le sonrió al ver que la muchacha se desanimaba a su primer intento (bueno, tal vez el segundo, o el tercero...). - Yo fallé durante años y mi maestro daba golpes con los pies en el hielo. Era un gesto muy desagradable en Groenlandia, con el que señalaba mi ignorancia. Pero yo soy persistente y conseguí demostrar mi valía. Sólo tienes que tener paciencia. Y encontrar ese objeto porque con él podrás convertirte en un animago. - Le guiñó un ojo. En realidad, no lo necesitaría cuando dominara esta Habilidad pero, ahora, era un aliciente en su lucha por doblegar las cadenas que le impedían convertirse. - Vuelvo en un instante. Ni notarás que me he ido. Ciertamente, la chica Snape no la vio transformarse en su animal preferido: la gaviota. Con ella, sobrevoló el trecho que la separaba de su última alumna, la mujer de pelo azul que conocía de antes, de mucho antes, cuando vino a ella para lo mismo que ahora, aprender a dominar su Animagia oculta. No podía detenerse así que, en el mismo aire, invocó un Haz de la Noche con el que llegó al instante a su paradero. De todos los peligros existentes, la que tenía peor posibilidades de sobrevivir era la felina que dormitaba en aquella mujer también de pelo azulado. Por ello, bajó hasta rodar el límite del hielo que rodeaba su vivienda y llamó a los malamutes que acompañaban a la muchacha Lavigne, ordenándoles que obligaran a la muchacha a correr, a alejarse, a huir de ellos, acosándola. Tal vez, con un poco de presión la muchacha sintiera la necesidad de transformarse en algo que le alejara de aquel peligro. Ella le estaría esperando, posada en el árbol que contenía la tercera parte de aquel increíble tesoro que debían encontrar sus alumnas. Estaba colgado delante de un avispero. La muchacha sólo podría conseguirlo con su forma de animaga o moriría en el intento. Las picaduras de estas criaturas eran mortales. La gaviota cerró los ojos y se proyectó de nuevo hacia el lugar que ocupaba la alumna herida. - Es interesante ese truquito del pergamino, Sacerdotisa. A Suluk no se le escapaba las particularidades de los chicos que pasaban por su manos. La Arcana la miraba desde una de las rocas cercanas al hueco en el que se había agazapado, acuclillada en ella. - Deberás encontrarme en un árbol, junto a los hielos de mi vivienda, en el bosque circundante. Deja de huir y enfréntate a ellos. Cuando lo hagas, el pergamino te llevará de nuevo a mi casa. Allá estaremos todos. No pierdas el pergamino o te quedarás aquí dentro para siempre, de una forma u otra. La imagen de la Arcana desapareció, dejando sola a Aine Malfoy.
  3. Buenas noches, informó que la bruja Dennis Delacour ha conseguido vincularse con el anillo de animagia. Bienvenida a la comunidad joven.
  4. Suluk Akku

    Animagia

    La Cueva —Tiene total y completa razón señorita Snape Suluk asintió al comentario respecto a la diferencia entre animagia y transmutación humana o mediante magia. Estaba claro que su pupila había estudiado antes de presentarse horas atrás a su puerta. Más Akku era de poca teoría, prefería mil veces la practica de campo a ésta por lo que nuevamente la tomó del brazo cuando el pequeño murciélago revoloteó despertando a sus pequeños compañeros que alzaron un eco de chirridos, y la llevó más al centro de la cueva. —¿Siente algo?— Le preguntó, había que encontrar el famoso tesoro que le permitía a su poseedor convertirse en una criatura mágica. La Inuit se achicó un poco sobre sus pies, los murciélagos, totalmente despiertos, volaban con intenciones de salir de la húmeda cueva para buscar que comer o para acicalar a sus pequeños. Pero, cosa curiosa, hubo muchos que permanecieron sobrevolando cerca de Hayame, sin tocarle pero tampoco sin dejarla moverse demasiado. —¿Se encuentra bien? Cuestionó sacando a relucir su varita. Ignoró la mención de una nueva alumna, pronto se reuniría con ella La Jaula del león Las leonas comenzaron a rondar a Ainé. El León rugió desde lo alto de una roca pero no movió siquiera una de sus inmensas patas. Estaba claro que las hembras harían todo el trabajo que al alfa se le cruzara por la mente. Una de éstas respondió el rugido del macho, demasiado cerca de Malfoy, lanzó un zarpazo al aire, rosando el hombro de la mujer, pero no acababa de tocarla. Aquello parecía una danza extraña de la naturaleza, las luces tenues daban calor, las personas histéricas pedían a gritos que alguien ayudase a la mujer que había caído a la fosa de los leones. Y mágicamente, porque desde el punto de vista de Ainé no se podría entender, todo mundo se calló. Los niños reían, las personas señalaban a los gigantescos felinos y Suluk, desde la cueva de murciélagos, se encargaba de proyectar una escena que no horrorizara a los muggles mientras su pupila descifraba, bajo completa presión, como tratar con aquellas bestias peludas y se hacía con el pergamino que estaba pegado a la roca del león mayor.
  5. Suluk Akku

    Animagia

    La Arcano tomó del brazo a Hayame y jaló de ella hasta apartarla completamente del portal, que para sorpresa de la bruja, seguiría abierto aun cuando amas hubiesen marchado. La alejó cuando pudo para que prestase atención a lo que ahora le rodeaba, mientras las puertas de su casa se abrían presas de una gélida ráfaga de viento que empujó sutilmente a Ainé para acercarla al interior cálido de la cabaña. Malfoy tenía dos opciones, aguardar en el umbral y congelarse mientras los Malamutes dormitaban cerca de la chimenea encendida, o bien aventurarse rompiendo la única regla que enseñaban los Directores concerniente a los Arcanos y Guerreros, el respeto a la intimidad. Más si era lo suficientemente intuitiva notaría que aquel accionar natural no había sido otra cosa que una invitación indirecta a pasar. Akku esperaba que Ainé lo fuese o al regresar podría encontrarse con un alumno muriendo de neumonía; era curioso como su conjuro del clima se descontrolaba en demasía durante su ausencia. Nevaba el doble, helaba el doble, hasta las enormes bestias que residían dentro temblaban cuando el viento azotaba las ventanas. —¡¡Hola!!— Gritó el elfo tras de ella cuando colocó un pie en el interior, asustándole. Tolkien rió y salió corriendo Suluk le explicó a Hayame mientas éstas aun miraba de reojo el portal que había dejado,a propósito, el mapa con los tres puntos antes mencionados, sobre la mesa de café, a la vista de Ainé. Para reunirse con ellas solo debía cruzar, decidida, el haz de la noche. Pero se ahorró el pequeño detalle de que, en un descuido, había modificado con un simple movimiento de su vara de cristal, la ubicación en donde la segunda mujer aparecería, completamente sola. Una especie de fosa la recibiría, como la de los zoológicos muggle, atestada en leonas, siendo vigilada por un macho alfa. —Sígueme ¿Puedes ver algo?— Preguntó. Se encontraban en una especie de cueva húmeda y oscura, sobre sus cabezas cientos de animales nocturnos dormían, colgados, esperando que el último haz de sol se extinguiera. Y a medida que el astro sol desaparecía de ese lado del mapa, los reflectores artificiales cegaban momentáneamente a Ainé. El grito de los niños se volvía ensordecedor, alguien le arrojaba algo a la cara, una mujer gritaba... el rugido cercano de un león.
  6. Suluk se hallaba emocionada hasta las lágrimas. El portal tenía tiempo remontando a sus pupilos hacia el centro de una memoria histórica que, la gran mayoría, deseaba olvidar. Más por el contrario de algunos, Dennis Delacour estaba demostrando poder sobrellevar un momento triste de su vida, la partida de sus padres, la separación, el rememorar que no volvería a verlos o, en su defecto, que llevaba todos estos años sin verlos. Un par de guerreros que le enseñaron valía y moral a su pequeña niña que en el presente era aquella mujer de principios. Aun así se le notaba en las facciones que estaba confundida, el cambio brusco de escenarios la mareó. —Joven Delacour, bienvenida— Recitó Akku. Abrazó a la muchacha de cabello azul cielo, cuando el sol cae, y sonrió. Tenía la mirada cristalina, se sentía orgullosa por tanta nobleza, aquello era lo que verdaderamente le hacía falta a un animago. Humildad. De un tiempo a esta parte, y más que nada por la colonia inglesa, solo se topaba con fanfarria, cosa que le decepcionaba. Un tótem, el animal espiritual que a cada uno protege, está ligado al alma de esa persona. Cuanto más turbia sea su esencia y más oscuras sus intenciones, más complejo sería el crear conexión. En el caso de la bruja allí presente, fue totalmente natural. La Inuit abrió con un simple movimiento la puerta de la pirámide para dejar entrar unos perezosos rayos de sol, fuera no hacía frío pero tampoco calor, el clima era ligeramente agradable. Olía a lluvia. Suluk, complacida, invitó a Dennis a cenar a su casa y ambas comenzaron a descender las escalinatas rumbo a la casona congelada donde la Arcano se encargaría de redactar una nota hacia la Directiva, su alumna por fin había logrado vincularse con la habilidad.
  7. Suluk Akku

    Animagia

    —Ya veo. Comentó. Suluk no dejaba de estudiar los comportamientos que aquella joven tenía en su presencia. Había llegado con una especie de sabiduría infundada, ínfulas, o quizás temor debajo de todo ello, más ahora se mostraba reticente, algo tímida, incluso ¿avergonzada? Akku no era de quedarse con las primeras impresiones y había tenido tiempo de sobra para descansar así que tomaría el arribo de Hayame como una puerta hacia la aventura. La casa le tenía aburrida, aunque disfrutase la compañía de Tolkien, necesitaba correr riesgos, y una nueva clase le traería de seguro al menos uno. Terminó su té de hierbas y le entregó la taza al elfo acariciando la pelusilla que portaba sobre su cabeza, éste se atrevió a tomar la taza de Snape también, hubiese o no ésta terminado el café, y se marchó como un niño travieso corriendo al tiempo que los malamutes lo seguían con torpeza. En la cocina se oyó el estruendo de platos rotos y trastos cayendo y rebotando por las paredes y el suelo, cosa que significaba que todos no cabían en dicho ambiente y tocaría limpiar. La arcano rió jovial y se puso de pie. —¡Entonces no hay tiempo qué perder! Camino con una entereza, que nadie le creería tener a la edad que reflejaban sus arrugas, hacia las estanterías colmadas por libros nuevos, antiguos y no tanto, para tomar lo que parecía ser una enciclopedia pero que dentro estaba hueca. En lugar de sabiduría ésta les entregó un papiro, un pergamino que si lo mirabas demasiado amenazaba con destruirse. La Inuit lo desplegó sobre la mesa donde antes estuvo la vajilla y comenzó a señalar distintos puntos, con firmeza, mientras tarareaba y veía por intervalos a su aprendiz. —¿Qué mejor manera de hacerse uno con la parte espiritual que llevas dentro que viviendo una aventura al límite?— Sonrió —Verás, aquí, aquí y aquí se dice que hay enterradas partes de un antiguo tesoro, el cual perteneció a un mago desconocido que poseía el don de la animagia. Podía transformarse en una criatura mágica, y la leyenda cuenta que quien lo posea también podría escoger una como tal. ¿Qué dice señorita Snape? Enarbolando la vara de cristal abrió un haz de la noche y asomó medio cuerpo en él. —¿Me acompaña?
  8. Y, por fin, la recuperó. Con la mano libre Akku se adueñó de uno de los cristales en su cuello, lo trituró cerrando dulcemente la palma y luego sopló una lluvia de arena platinada en dirección a Dennis. Todo cansancio desaparecería, sus músculos estarían restablecidos y cualquier herida habría sido curada para poder enfrentarse a la gran prueba, el paso final. La vara de cristal vibró y por arte de magia, con un único movimiento de Suluk, se transformó en un báculo que por centímetros era superior a a Inuit, con terminaciones en madera, cientos de animales tallados en ella y casi al final, rumbo al cielo tardío, las fauces de un lobo, una criatura ancestral de la que recibía poder, fuerza y sabiduría. —Debo hacerte ésta pregunta una vez más, joven Delacour, antes de que las puertas se abran para ti Carraspeó, suavizó la garganta y sus cuerdas vocales emitieron un leve ronroneo. —¿Estás lista? Si la respuesta que obtenía por parte de su pupila era afirmativa las puertas de la gran pirámide dorada se abrirían dando paso al oscuro interior. La sala del uróboros, la leyenda de la serpiente que se comía su propia cola plasmada en el suelo que transitaría, un altar en medio, esperándola, un anillo de aprendiz la aguardaba. Cierta cantidad de puertas, que a su llegada se activarían, girando a su alrededor pero solamente una brillando solo para ella. Para Dennis Delacour, el portal de animagia. La habilidad debía poner a prueba su más profundos miedos, virtudes, todo lo que conformaba el alma y espíritu de la persona que se decía merecedora de portarla. Y si ésta, casi con vida propia, la creía idónea, le permitiría salir una vez más hacia la abrupta oscuridad donde Suluk le estaría esperando para apreciar la forma que habría tomado su, eterna, sortija de animagia.
  9. El Bola de fuego Chino estaba preparado para atacar. Él tenía como propósito cuidar la única salida del laberinto, pero no porque se lo hubiese pedido Suluk con claras intenciones de dañar a sus alumnos, sino porque mientras ella no estaba allí, rondando la zona, cualquiera podría intentar penetrar los pasillos intrínsecos en busca de la pirámide, del poder que albergaba en su interior, y de la propia sabiduría que los Arcanos compartían con una escasa porción de la población. Akku normalmente aprovechaba el tiempo en que sus alumnos resolvían las diversas trabas hasta las escalinatas de la pirámide para descansar, respirar aire fresco, estirar las piernas o leer algún tomo de los que tenía a medio empezar en su hogar. Incluso en ocasiones utilizaba el haz de la noche para traer a sus gigantescos cachorros y jugar un momento, los malamutes adoraban correr por la arena. Pero en ésta ocasión Dennis la tenía sosteniéndose el rostro con ambas manos y preguntándose si no había excedido la seguridad del lugar, si debería entrar e interceder antes de que el dragón le hiciera daño. El corazón le latía a mil por hora, si no fuese por la experiencia que cargaba sobre los hombros y que se reflejaba en sus marcadas arrugas habría actuado por impulso. En cambio, trató de serenar su respiración y enviar una fresca brisa que demostrase su apoyo constante en dirección a Delacour, ponerse de pie ante la escalinata y hacer aparecer la varita de cristal en su mano buena pues ya casi recuperaba a su pupila.
  10. Suluk Akku

    Animagia

    ¿Sedna? La Arcano se mostró sorprendida de manera abierta, era casi como si Hayame le hubiese dado un puntapié al estereotipo de Londinense que ella evocaba en cada alumno desde su arribo a las arenas de la Universidad; incluso aun ahora que les habían trasladado a un punto geográfico más parecido a su casa. Suluk suspiró, el concepto de hogar estaba sobre valorado en esos tiempos, ella misma había renunciado a él luego de tantas pérdidas. Se conformaba con una chispeante leña que le proporcionara calor, algo de comer y sus inmensos y torpes malamutes. —Sedna— Repitió. Pero ésta vez el nombre de la antigua Diosa Inuit brotó de sus labios e hizo vibrar las tazas de café que traía un guapo y joven elfo. Los Arcanos y Guerreros Uzza abolían tamaña esclavitud mágica, pero Akku solo lo había aceptado cuando desde Dirección le informaron que se trataba de una criatura libre que deseaba servir de buena gana a la Arcana de Animagia. Todo ésto luego de la última clase en que la vieron muy cansada, la compañía nunca estaba de más. Tolkien se acercó sonriendo, dejó sobre la mesa de té que se encontraba en medio de las dos mujeres, allí donde la anciana hubo invitado a Snape a tomar asiento y platicar, un café para ésta y una infusión de hierbas para Suluk. Acto seguido se sentó a sus pies, en el suelo, cruzando las piernas, como un pequeño niño al que le estaban por contar una fantástica historia. Pues así veía el elfo a Suluk, con total y completa admiración. —Digamos que ella creía un poquito menos en la humanidad que yo o mis compañeros Arcanos. Además de no pertenecer a la misma tribu Inuit, pero eso no lo dijo. En el ártico, los pueblos se guiaban mucho por los elementos que a madre tierra les brindaba, de allí surgía la magia de cada chaman, enfermero o brujo. Sedna pertenecía a la tribu que veneraba al agua, ella era una Diosa marítima. En cambio Akku, dejando de lado el hecho de que no era una Diosa sino más bien una Arcano, tenía conexión con el viento y la naturaleza en general. Bebió un sorbo de su té, aun estaba sorprendida por el hecho de que Hayame conociera sobre la existencia de dicha Diosa, más en lugar de preguntar lo convencional, redobló la apuesta interrogatoria y desvió el tema. —¿Ahora, dígame usted, señorita Snape, cómo es que una bruja conoce a la maravillosa Sedna y su poca simpatía hacia las personas de poca valía, o como ella les decía, simples mortales? Dejó la taza en el apoya brazos del sofá y cruzó los dedos sobre sus viejas pero fuertes rodillas.
  11. Suluk Akku

    Animagia

    Suluk había conseguido descansar unas semanas hasta que una nueva carta de parte de la Dirección de Hogwarts, Colegio de Magia y Hechicería irrumpió en su humilde morada. El crepitar de una cálida chimenea anunció el arribo de Hayame Snape antes de que ésta siquiera se atreviera a poner un pie en el helado jardín de Akku, mientras ésta estudiaba la caligrafía de una fémina, conocida, quizás vieja amiga, y animago. Los malamutes se pusieron en alerta cuando la mujer alzó la voz, casi gritaba, cosa que alarmó a la Arcano. Estaba claro a qué venía, pero ¿por qué no llegaba a la puerta? Dicha puerta se abrió, hacía realmente frío ese día y el viento soplaba con violencia. Quizás su aparato mágico del clima estaba comenzando a fallar y le tocase reparación mensual antes de que congelase a todos los magos y brujas que buscasen aprender algo de la habilidad que impartía. La inuit se arrebujó en una capa de piel de foca y arrugó la nariz buscando a Snape entre la ventisca gélida y blancuzca. A lo lejos la divisó, aun o había cruzado la portezuela principal ni pisado sus jardines ¿A qué esperaba? —¡Joven Snape!— Gritó a la, tal vez, futuro annimago —Dese prisa ¿Qué hace allí? Entre o pescará un resfriado. Hizo un ademán con la zurda invitándola a pesar para poder ofrecerle algo caliente de beber además del candor de la chimenea y los cientos de pieles que reposaban en los muebles de la modesta y pequeña sala principal.
  12. La Arcano observaba el ágil vuelo de su aprendiz mientras recostaba la espalda contra una de las paredes laterales del laberinto. La puerta permanecía aun cerrada y únicamente la llave alada era capaz de abrirla. Akku se cruzó de brazos y aguardó, dentro se podía oír la impaciencia de la segunda prueba, aunque debería de ser una sorpresa para Delacour. Las paredes pedregosas lentamente comenzaban a poblarse de ramificaciones verdes, una especie de lazo del diablo que aguardaba la cercanía de sus futuras víctimas para hacerse con ellas, dichas paredes resultaban poco amistosas así que Dennis debería de tener cuidado aunque Suluk añadiría que no solo aquello era con lo que se encontraría. Algunos amigos de la anciana habían decidido acudir aquella tarde soleada a la prueba final de la bruja de cabello exótico. Más se trataba de criaturas que fraternizaban con la Inuit y no con desconocidos. Por ejemplo, a mitad de camino, cuando creyese que todo marchaba sobre ruedas, sería que se toparía con la trampa casi translúcida de una acromántula. Sus crías estarían desparramadas por todas las esquinas y el repiqueteo de sus enormes y peludas patas se oiría con eco, si caía en la tela de araña sería el primer bocado de los bebés en semanas. Aunque si conseguía salir aireada no sería lo único con lo que le tocaría lidiar. Casi al final del laberinto se podría sentir una brisa cálida, casi hirviendo. Adormilado pero comenzando a despertar, ante la única salida, se encontraba un Bola de fuego Chino. Aquel particular dragón de toneladas, con cierta semejanza con un león, que soltaba bolas de fuego con la forma de un hongo pequeño por sus fosas nasales cuando se molestaba. —¿Estás preparada, Dennis, para afrontar la prueba final? Cuestionó Suluk Akku cuando por fin su pupila pisó tierra firme, antes de darle paso al cerrojo de plata.
  13. Cuando Dennis arribara al típico escenario donde cada mago y bruja Londinense partía para transitar la prueba final de Animagia o cualquier habilidad con la que quisiera hacerse, se encontraría con la espalda de Suluk y no con su típica sonrisa cálida y arrugada por los años. Era la primera vez que la Arcano no recibiría a uno de sus aprendices con los brazos abiertos y palabras intrínsecas que deberían descifrar hasta poner el primer pie en la pirámide. Estaba cansada, decepcionada por lo sucedido con Richard y aunque no tenía intenciones de que todo aquel remolino de emociones nublase el especial y tan esperado momento de la joven mujer, notó que no podía evitarlo. Oyó sus pasos, el suelo bajo sus los pies de Delacoue era pedregoso, se asemejaba al ronroneo de un gato. Volteó débilmente por sobre su hombro rozando la barbilla y, entonces, le sonrió. Aquello fue más una dulce mueca que un espasmo de felicidad por verle llegar al fin. Luego suspiró y palmeando el sitio vacío a su lado, en un grueso tronco disecado, le invitó a hacerle compañía. —Aun lamento mucho todo lo que sucedió en la selva, joven Delacour. Es de creer que con tantos años ya nadie puede engañarme, pero ya ve, en ocasiones los sentimientos turban el juicio de las personas, después de todo, poderosos o no, seguimos siendo humanos. Frente a ellas el paisaje estaba calmo. La superficie del lago no demostraba ninguna irregularidad, el aire no arrastraba consigo sonido alguno desde la lejanía y los animales que habitaban el bosque que les rodeaba permanecían escondidos y en silencio. Quizás los rayos del sol susurrasen algo al oído de Akku que cambió de dirección sus orbes grises, se la veía melancólica, más agotada de lo normal. Y muchos más lejos, atravesando con el pensamiento el tramposo laberinto, se alzaba imponente y dorada, la pirámide. Pero aquella vez no sería tan sencillo como siempre, las puertas del laberinto se encontraban cerradas. Suluk acabó por girarse completamente rumbo a Dennis con una caja entre manos, que apareció mágicamente, y le pidió con amabilidad que depositase dentro todas sus pertenencias de valor mágico. —Tranquila, al final de la jornada, sea cual sea el resultado, te serán devueltas. Es aquí, en el corazón de éste sitio encantado, donde tú deberías demostrar por qué crees ser merecedora de la habilidad y por tanto solo puedes valerte de ella. Dicho ésto se puso en pie. Señaló el cielo despejado comentando de forma tranquila que las puertas del laberinto estaban cerradas y su primer prueba se encontraba allí dentro ¿Cómo lograría entrar? no había barca para cruzar el lago, ni ningún medio de transporte acuático que le permitiese trasladarse, Delacour debería hacerlo por aire o nadar y arriesgarse a ser devorada por alguna criatura marina. —Deberás reunirte conmigo del otro lado. Expresó A lo lejos, en lo alto, parecía que las estrellas habían decidido salir a jugar a plena luz del día. Algo pequeño y brillante, por montones, revoloteaba divertido de aquí para allá. Cientos de destellos plateados que no se quedaban quietos, más entre ellos uno destacaba, de un dorado excesivamente brillante. Aquellas eran las llaves aladas que tratarían de proteger a la única copia capaz de abrir la puerta inmensa que trancaba el paso hacia los pasillos del laberinto. Dennis debía ser ingeniosa si quería hacerse con ella sin agotarse pues la prueba acaba de comenzar.
  14. Suluk Akku

    Animagia

    Suluk respiró cuán hondo le permitieron sus pulmones y extendió los brazos próxima a remontar vuelo. Dennis estaba frente a ella y nada le daba más tranquilidad. La estrechó contra su pecho depositando un sonoro beso sobre la moyera, rompiendo con ese frío código que sostenían los Arcanos, el de evitar la empatía para con sus aprendices; incluida ella, Akku, que era el espíritu bondadoso de todos los animales del universo. Así mismo le respondió que también se alegraba de volver a verla y por poco se echa a llorar, era una mujer que no fallaba, nunca, y acababa de poner en riesgo la vida de Delacour por confiar de más en alguien que hacia años ya se había perdido. --Lamento tanto todo lo sucedido-- Musitó tras frotar sus brazos. Detrás de la joven de cabello exótico se encontraba una antigua alumna, Kate. La animago comenzó a atar cabos y a comprender que Bird había planeado el golpe con calma, año tras año. Pero en su ecuación nunca contó con la paciencia de Katie y la valentía de Dennis. Entonces, la culpabilidad que le retorcia las entrañas se transformó en orgullo y le infló el pecho. --Ambas se merecen un buen descanso-- comenzó diciendo antes de utilizar sus renovadas fuerzas para abrir un tajo en el aire entre ella y las mujeres e invitarles a cruzar dicho umbral. --Les ofrezco mi humilde morada, allí hablaremos Kate, con tranquilidad, y tú, Dennis, podrás encontrar entre mis libros cualquier dato necesario para presentar la prueba final si estás lista, claramente. Luego hizo una pausa frunciendo el ceño como seguramente nadie en siglos le vio hacerlo. Estaba molesta. --Por mi parte, si me excusan un momento, tengo serios temas que tratar con el doctor Richard Bird. Ante todo la educación y los modales, más lo que haría con él no sería tan grato. Tras marchar las féminas una nota llegó a ella en las garras de una bellísima paloma moteada con diminutos ojos negros como perlas, Richard era ciertamente un peligro y una amenaza para la comunidad de Arcanos, siendo más específicos, para los animagos que poblaban el mundo y por lo tanto había que eliminarlo. Más tarde, quizás, habría tiempo para un café.
  15. Suluk Akku

    Animagia

    Un grito gutural se escapó de entre los labios del hombre. La barrera mágica había caído. ¿Significaba eso que habían conseguido...? No, no era posible. Después de tantos años de estudios... investigación... planeamiento... ¿cómo habían conseguido girar las tornas? Miró el anillo que llevaba en el dedo, el que había sido de Suluk Akku durante tantos años y, de repente, sintió una especie de corriente atravesándole el brazo. ¿Acaso aquella cosa sentía que su auténtica dueña había despertado? Ocurrió lo mismo con la vara. Richard se encogió sobre sí mismo y volvió a gritar, pero esta vez de dolor. Suluk Akku ~ La anciana escuchó algo a la lejanía. Primero fue muy tenuemente, como el rumor del mar una plácida noche de verano. Sin viento, sin olas. Luego el sonido se intensificó hasta que se hizo insoportable. Instintivamente, se llevó las manos a la cabeza y eso la sobresaltó. Podía moverse. Abrió los ojos de golpe y se incorporó en el suelo, quedándose sentada mirando a su alrededor. Una ligera sensación de mareo la hizo tambalearse ligeramente, pero pronto pudo ponerse en pie y dirigirse directamente hacia el lugar donde había estado aquel Quetzal colorido encerrado. Ahora no había nada, y la jaula parecía forzada. Era ella, ahora lo sabía. Pero... ¿y Dennis? La arcana frunció el entrecejo: debía encontrarla. Y ni qué decir de su anillo y su vara. Se concentró: ninguna magia podría mantenerla alejada de aquellos objetos mágicos a los que tanto tiempo llevaba ligada. Para su sorpresa, no hubo ningún impedimento en el conjuro y, al cabo de un instante, tanto el anillo como la vara aparecieron ante ella con un suave chasquido. Los tomó con suavidad. Irradiaban algo... un poder negativo. Oscuro. Pero éste fue desaparecieron lentamente en el momento en que ella los tocó. Se colocó el anillo y transformó la vara en varita. «Dennis, regresa. Bird ha caído... vuelve». El pensamiento fluyó de su mente a la de su pupila como una suave brisa. Sabía que le había llegado pero, sin poderlo remediar, cortó aquella breve comunicación para tomarse un respiro. Se sentía extrañamente cansada, agotada. Aquella poción que había preparado Richard era verdaderamente eficaz. Tanto que la preocupaba aunque, en aquel aspecto, la amenaza había sido erradicada sin haber tenido que mover ni un dedo, prácticamente. La magia arcana era muy poderosa, tanto que muchos no eran conscientes de ello. Bird había sido tan codicioso que no había creído en aquel poder, y se había sentido merecedor de obtenerlo a cualquier precio. Pero la magia era muy caprichosa. Y, en numerosas ocasiones, prefería decantarse siempre por aquel que pudiera canalizarla en mayor cantidad. Para su desgracia, la vencedora de aquella partida había sido Suluk y lo había abandonado a su suerte, destrozándolo en el camino.
  16. Suluk Akku

    Animagia

    Richard Bird Tantos años le hubo costado convencer a Suluk y ahora que por fin la tenía donde quería se sentía paralizado. Hacía tiempo ya que vivía en aquella reserva y sabía de buenas a primeras que la mayoría de las aves que se escondían entre las frondosas copas de los árboles le odiaban, le temían y solamente estaban allí porque el campo mágico magnético no les permitía ser libres. Algo así había sucedido con Katie Feather, la obsesión le hubo llevado a perderlo todo, no solo la cordura, incluso a ella, el gran amor de su vida. Tanto esfuerzo por suprimir aquellos pensamientos. Detuvo el andar en plena oscuridad, el aire frío le ayudaba a concentrarse pero la sonrisa de aquella hermosa y exótica mujer le nublaba la razón ¿Por qué, por qué había tenido que ser tan noble? seguía convenciéndose a sí mismo que era culpa de Kate y no suya lo ocurrido cuatro años atrás. —¡Ella me obligó!— Gritó a la nada, una pareja de zorzales que ase acurrucaba sobre una gruesa rama salió volando, lejos. Kate y Richard se conocieron en la universidad, hacia sus últimos años, cuando Suluk Akku ya era una obsesión implantada en su cerebro, un virus que arrasaba con todo a su paso. Él le confesó que sería un poderoso animago capaz de controlar a los animales a su antojo, que estaba claro el don le acompañaba y pronto le reclutarían para dar la gran prueba, incluso algunos de sus amigos, en confidencia, ya le habían enseñado sus sortijas de vinculación, más los meses corrían y Bird acabó por comprender que el día jamás llegaría. Lo aceptó, sí, a medias y engañando a quien luego se convirtió en su esposa. Una hermosa bióloga, bruja reconocida por su lucha contra la extinción de aves exóticas y, muy a su pesar, animago. El hombre, por el contrario, se dedicó a las pociones y montó una pequeña botica en el corazón de Bogotá. Eso le llevó a donde se encontraba parado ahora, demoró años en perfeccionar una poción para sedar a Suluk y así robarle todos sus poderes pero no contó con que Feather se negase a colaborar por lo que, como daño colateral, ideó una poción inhibidora de la parte racional humana y le empujó a convertirse en un Quetzal de manera tal que, luego, no consiguió regresar a ser ella. La arcano ahora descansaba en su sueño eterno sobre una mullida cama, su varita de cristal aun no se transformaba en el cayado que le administraba sagrado poder y todavía no conseguía quitare su sortija más estaba convencido de que pronto lo haría. Aquella joven bruja, Dennis, permanecía encerrada en una jaula junto a su esposa, o eso era lo que él creía así que tenía tiempo hasta que el sol volviese a iluminar la selva para idear un nuevo plan y ejecutarlo. Luego acabaría con la vida de sus tres testigos, Suluk, Kate y Dennis. Katherine Feather Cuando Richard gritó, lejos, muy lejos de su ubicación casi pudo sentirlo. Su, ahora, pequeño corazón dejó de latir por tres segundos y luego retomó el bombeo natural que precisaba para mantener su cuerpo cálido y vivo. Había conseguido que Delacour la liberara, tras años de cautiverio y por un instante no supo qué hacer ¿Huir quizás? fue una opción, tenía que ser sincera consigo misma, pero no permitió que el miedo la detuviera. Akku le había ayudado a conseguir el equilibrio en su interior, había tenido una vida feliz —pero falsa— con el hombre al que amó hasta el último día, y aun sospechaba amarlo, y durante un tiempo se dedicó a lo que le apasionaba, las aves exóticas y su protección. Porque el título que Richar ostentaba no era una invención de su loca y retorcida mente, se lo había robado a ella al igual que su anatomía humana y su libertad. Pronto todo acabaría, o eso creía, y las aves podrían recuperar el flujo de migración, volver a sus hogares y, caso contrario, buscar albergue en su reserva sin temor alguno. —Chica— pió batiendo sus alas a la izquierda de Dennis, estaba agitada —Debemos encontrar el núcleo mágico que Richard utiliza para alzar la barrera protectora, solo así podrás usar tu magia y despertar a Suluk.
  17. Akku contuvo la respiración, era consciente de sus creaciones humanas más no de la bestia que surgió segundos después. Lo curioso y peligroso de un escenario óptico donde no sólo su magia fuese creador sino también la mente sensible de quienes lo transitan era aquello, la sorpresa; al parecer la bruja se sentía, en su forma animal, amenazada por algo más que el hombre y sus armas. Aquella entidad oscura con apariencia salvaje que acechaba entre los nevados arbustos estaba lista para atacar a todo cuanto se le pusiera en el camino. Más Beltis fue rápida, calculadora, analizó minuciosamente el paisaje y actuó, sólo entonces Suluk dejó escapar el aire de sus pulmones en forma de pequeñas nubes de vapor, hacia frío incluso para ella. Así mismo no consiguió salir aireada. La bala se hundió en la nieve, metros más allá de donde el felino decidía huir. Pero antes se llevó consigo un trozo muy fino de oreja. El pelaje blanco se manchó en carmesí, la carne ardió, el roce casi podría haber cicatrizado la herida. Cuando Malfoy se escabulló por fin en el camuflado hueco que la arcano había predispuesto como túnel, por debajo de unas de las paredes del laberinto, hacia la inmensa y dorada pirámide, sus ojos grises quedaron impactados con la ferocidad de la bestia que acababa con el último hombre en pie ¿sería aquel el espíritu salvaje de la mujer? ¿tan feroz e imparable? Quizás por ello Beltis temía la libertad, sin parámetros uno no se controla, no hay normas que acatar. Un instante después estaban juntas. Mientras su pupila subía la breve escalinata ella frotó cariñosamente el collar de cuentas cristalinas que descansaba sobre su pecho hasta desprender una translucida joya y volverla añicos en su puño. Cuando Beltis llegó a ella una fina lluvia helada cubrió su cabello platinado y sus hombros cansados para curar las heridas externas e internas. La Inuit sonreía, por fin había logrado llegar tan lejos como se lo había propuesto aquella última vez, y aún así se sintió en la obligación de preguntar. --Mi estimada joven, la pirámide lleva tiempo esperando por ti. Que el calor de su interior cubra tu espíritu en ésta nueva travesía ¿estás lista? Si la respuesta de su aprendiz era afirmativa las puertas tras de si se abrirían, Suluk debería darle paso inmediato y le acompañaría hacia el oscuro interior. Allí el suelo estaba marcado con la característica serpiente que persigue su cola en una carrera cíclica e infinita, en medio una especie de altar y girando alrededor las correspondientes puerta de cada habilidad. Aunque la futura animago fue de capaz de verlas todas en acción, en éste caso, sólo una dé detendría ante ella con un brillo exótico y le permitía entrar, la llave, por ocasión especial, la tomaría del altar de granito negro. Una vez el portal la absorbiera sólo Beltis sería capaz de comprender qué pasaba, dónde estaba y por qué la prueba le había llevado allí. Normalmente se trataba de recuerdos que incurrian a emociones reprimidas ¿quizás y por última vez el por qué se negaba a ser libre? ¿qué habría sido de ella si hubiese vivido la misma vida de manera inversa? Akku la acompañaba en espíritu.
  18. Suluk Akku

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    Suluk permanecía inconsciente. Por mucho que el Guacamayo le picase el rostro no hubo respuesta alguna por su parte, parecía como si el alma hubiese abandonado el cuerpo. La arcano dormía, pero había una voz externa que intentaba llamar la atención de Dennis. Se trataba del Quetzal, Benni, quien hablaba de manera dulce, sus palabras a oídos del ave azul exótico ya no era como un chirrido ensordecedor. Todo resultaba muy extraño a ojos de la bruja, probablemente. A lo lejos se podía ver a Richard yendo y viniendo hacia los extremos de una gran habitación, revisaba libros, lanzaba hojas, cada tanto volvía a conjurar los encantamientos que impedían tanto a Akku como a Delacour defenderse con magia y desaparecía. Cuando el pichón veía la sombra dé Bird se callaba y sólo volvía a hablar cuando creía el hombre estaba lejos. -¡Hey, hey.. amiga!- chistó a Dennis -No vas a despertarle, Richard lleva meses diseñando esa poción del sueño, ayúdame a salir por favor. Batía sus alas frenética, quería salir de la jaula hecha de ramas puesto que por sus propios medios no podía. La muchacha, ahora ave, era su única escapatoria. Fuera las luces se apagaron, el silencio se apoderó de la estancia, la brisa mecia las frondosas copas de los árboles y no había señales del macabro mago. -Oye, chica, por favor. Si me ayudas a salir yo te ayudo a ti a escapar.. Agregó, tentandola.
  19. El pulso y la respiración sufrían repentinas alteraciones mientras con la vista perdida en el horizonte repasaba cada uno de los movimientos de Beltis. Por un momento creyó que seguiría su ruta y dejaría al pequeño cachorro de Irbis hundirse en el gélido y mortal lago que le llevaría a su pronta muerte. Contuvo la respiración, entrelazaba los dedos, las ansias y el cansancio de una ardua semana se entremezclaban como sus propias, viejas, falanges. Hasta que por fin Malfoy tocó tierra y pudo respirar. La sabía agitada pero victoriosa. Más no podía darle tregua, no ahora que comenzaba a empujarla silenciosamente hacia la tan temida libertad. Rápidamente el escenario a su alrededor volvió a cambiar. Se oyó como un silbido y tras un parpadeo de sus ojos humanos la tibia arena donde apoyaba la mejilla se transformó en una gruesa capa de nieve que amenazaba con quemarle la piel si no se levantaba de inmediato y a pasos más, lo que segundos atrás había sido un cachorro mutaba en una gigantesca bestia. >>Pero el tiempo fácil se puede afrontar La voz de Suluk se oyó una vez más a espaldas de la bruja pero ella no se encontraba allí, sino muy lejos aun. Dando tres pequeños golpes a los peldaños de la pirámide que aguardaba por Beltis invocó un cambio de clima sufrido, temerario. Sobre su cabello, casi del mismo tono, cayeron sendos copos de nieve sin tregua, los centímetros bajo sus pies crecían, los montícu.los hacían casi imposible que uno se moviera pero el depredador tenía los ojos puestos en la presa, le brillaban violentos. >>¿Es el hombre, entonces, el verdadero peligro? Un ávido cazador separó las piernas y apuntó al animal, pues involuntariamente la bruja volvía a ser un felino. De sus laterales surgieron otros dos, querían hacerse con ella a toda cosa, debía escapar, ponerse a resguardo, sobrevivir. Corre. Pensó Akku. Corre Solo utilizando sus agudizados sentidos sería capaz de salvarse y así dar con una especie de hueco en el suelo nevado que le permitiría traspasar por debajo una gruesa pared del laberinto hacia donde los cazadores le harían dirigirse.
  20. Suluk Akku

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    Akku estaba complacida por todo lo que Richard hubo logrado desde la última vez que lo vio. Ingresar a la modesta cabaña en el corazón de la reserva suponía un respiro de dulce aire fresco. El pichón de Quetzal despertó y nuevamente comenzó a chillar en su improvisada jaula de ramas, Suluk tomó asiento en una silla de mimbre y aceptó la infusión fresca que Bird les ofreció permaneciendo en silencio mientras sus ojos observaban fijamente al ave. De pronto la vista se le puso borrosa. —Verá, profesora Akku— dijo el doctor —hay mucho que usted no sabe de mi, y a diferencia, yo se absolutamente todo de usted. Para entonces la arcano oía una voz lejana, incapaz de hablar, tratando de advertir a Dennis para que huyera, sin éxito alguno. Había sido demasiado confiada, como un simple mortal mundano. El afectó que con los años académicos desarrolló por aquel hombre, anteriormente siendo un pobre muchacho marginado, le nublaron el juicio. Pero lo cierto era que con el correr de esos mismo años Richard hubo adoptado fines oscuros, pensamientos perturbadores, él descubrió que su profesora podría abrirle las puertas a la adquisición de magia ancestral, antigua, el medio para conectarse con su animal espiritual. Más la habilidad no lo quería, la animagia no era para personas con el alma tan negra como la de él. Por lo tanto fue rechazado un sin fin de veces, hasta que decidió actuar por sus propios medios. Secuestrar a Suluk y robarle tanto el anillo como el cetro y toda su magia. —Usted tiene algo que yo quiero, y así esté maldito por el resto de mi vida, lo obtendré. Dicho ésto miró a Dennis. —Ni lo intentes muchacha— justo cuando ésta se disponía quizás a sacar la varita —toda la reserva está bajo un campo magnético que bloquea la magia, será inútil. Ambas mujeres estaban atrapadas allí. Suluk había caído inconsciente y los ojos de Delacour pronto comenzarían a pesarle hasta sumirse en un profundo sueño del que solo despertaría, una vez más, con los chillidos de un pequeño y colorido Quetzal. Solo que entonces notaría una curiosa diferencia con horas atrás, el mobiliario había crecido, por lo menos cuatro veces más, Suluk parecía gigantesca aun desmayada y maniatada, despojada de su magia, y alrededor solo podía ver barrotes, aquello parecía una especie de celda en lo alto. Mirar al suelo le daría vértigo. Al hablar solo podría... ¿Piar?
  21. Suluk Akku

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    Un sol abrasador fue lo primero que las recibió. El cántico a coro de cientos y cientos de pájaros inundó sus oídos y le hizo sonreír, la belleza natural de un hábitat protegida y el esplendor de sus aves, con plumajes coloridos y pequeños ojos negros, le erizaba la piel. El portal les había echo caer, casi literal, en el corazón del amazonas, entre Brasil y Colombia, pero no estaban completamente solas, sino más bien apartadas de una peculiar reserva natural que entre tanto follaje pasaba desapercibida. Suluk había hecho uso de la magia para transformar sus ropajes en telas finas y claras, aquel no era su clima favorito y una mueca de disgusto lo dejaba muy claro así como las gotas de sudor que perlaban sus arrugados labios. Resaltaba entre tanto verde con sus cabellos color plata y su estatura por debajo de la usual, más aun, cuando se dejó embeber por la magnificencia de lo que le rodeaba, sonrió. La selva era un pulmón, un corazón latente, era vida. —Hace tiempo, un amigo me informó de éste maravilloso sitio escondido, es una reserva natural para especies exóticas en extinción. Akku señalaba unos cuantos metros hacia delante cuando hablaba. En realidad sería casi imposible de distinguir si no se le prestaba la suficiente atención. Debajo de frondosas enredaderas había un vallado metálico y algunos carteles que negaban la entrada a todo aquel ajeno al personal. Un pichón de Quetzal piaba en lo que parecía ser la puerta principal, sobre una campana dorada con una fina cadena debajo. La inuit colocó una mano sobre el hombro de Dennis y la guió hasta allí haciendo sonar la campanilla, aguardando paciente, a que alguien les atendiera. Unos segundos después, un hombre serio, con bata blanca y ojos amables acudió al llamado. El Quetzal voló hasta posarse en el hombro derecho de Delacour y emitió un pitido casi ensordecedor. La arcano volteó un tanto sorprendida alzando una ceja, más le restó importancia porque el hombre se presentaba ante ambas como un viejo amigo de ésta. —Suluk, querida, tanto tiempo sin verte ¿Cómo estás, qué tal Londres?— Luego estudiaba a la muchacha detrás de ella y le sonreía alargando una mano hasta el bolsillo para extraer una varita de caoba y encantar unas cuantas ramas hasta formar una jaula minúscula para el ave. —Deben disculpar a Eddie, aun es un pichón y se entusiasma cuando las personas vienen hasta aquí, lo hemos rescatado de un área con permiso para deforestar— comentó con pesar en el tono, invitándolas a pasar a continuación. —Dennis, te presento al Doctor Richard Bird, un famoso mago amante de las aves y el chocolate— bromeó Akku —Richard, ella es una alumna, la señorita Delacour Bird contó, mientras paseaban por la zona interna de la reserva, que Suluk había sido su Profesora de biodiversidad en la Universidad de Yale, y que había sido su devoción hacia la especie animal lo que le encaminó a su vocación, la medicina veterinaria, más bien especializada en aves exóticas en peligro de extinción. Se notaba que la arcano estaba muy orgullosa de Richard pero él no sabía la verdad sobre la anciana y ella jamás le ofreció ser animago; había quienes simplemente no nacían con el don, aunque lo forjasen externamente como él. —¿Y bien, qué las trae por aquí. Ha pensado mi propuesta Profesora Akku?— Los ojos grises del hombre irradiaron emoción, ella asintió y luego miró a Dennis —Richard necesita ayuda para localizar un tipo de ave muy antiguo, del que solo se ha visto un ejemplar, para poder preservar la especie y quizás en un futuro conseguir que no se extinga. Te he traído aquí porque creo que tu colaboración puede sernos muy útil Esperaba que su pupila aceptase pues de otro modo deberían regresar a la universidad cuanto antes dejando las esperanzas de alguien que se desvivía por la causa destrozadas en el suelo. Y mientras aguardaban una respuesta por parte de la muchacha de cabellos azules, el Doctor les invitó a su cabaña, asentada en el centro de la reserva, para beber un poco de té helado.
  22. Suluk Akku

    Animagia

    —Ya veo. Sopesó Suluk Saboreaba su infusión y observaba sin perder detalle a su nueva pupilo. Era la primera vez en meses que alguien se presentaba de aquella manera tan decidida y sin vueltas. Hubo quienes le hablaron de sueños, otros que fueron enviados hacia su cabaña por alguno de sus hermanos Arcanos o porque lo habían leído en libros, más la determinación que Dennis Delacour demostraba con cada palabra dicha representaba ante sus ojos ancianos y experimentados un arma de doble filo. Tosió un poco aclimatando su garganta al interior y acarició el contorno de los cristales que adornaban su cuello arrugado antes de hablar. Si bien la magia era representada para muchos como un don, eran pocos los que tenían verdadero conocimiento del equilibrio que ésta misma exigía; cuando se realizaba algún hechizo, quizás de amor o desamor, alguien perdía esencia, alguien perdía magia, alguien perdía eso, amor. Mismo si se trataba de la Nigromancia, allí un sacrificio era lo que estaba en juego ¿Pero para la animagia en sí? había comentado momentos atrás tanto con Jocker como con Beltis respecto al órgano que canalizaba dicha habilidad por lo que, ahora, probaría algo diferente. —Como sabrá, o no— comenzó desviando la mirada un instante por sobre su hombro y luego regresando a ella —Toda magia exige un equilibrio, algo a cambio, y nosotras no somos quien para contradecir aquello. Por lo tanto, señorita Delacour, estaré encantada de ayudarla si usted me ayuda de vuelta. Su varita de cristal translúcido se transformó rápidamente, y entre sus manos, en una larga vara que casi le doblaba en tamaño debido a su baja estatura. En la punta de ésta las fauces de un temible lobo, Amarok, del que recibía su fortaleza. Con ésta abriría un portal en medio de la cabaña e invitaría a la joven bruja a una aventura sin precedente. Se puso de pie haciendo un lado la taza, acomodó sus ropajes —aunque sabía que no los necesitaría a donde iba— y enfiló pasos en dirección al haz de la noche atravesándolo sin más pues con los años había aprendido que los ingleses actuaban casi que por mera presión, si uno no los instaba a hacer, jamás movían sus piezas.
  23. Parada a los pies de un lago de aguas claras extendió la zurda vislumbrando una fina varita de cristal. Bastó más que un segundo movimiento para que ésta adoptase prácticamente su tamaño con el pequeño detalle de las fauces de un temible lobo, Amarok. De allí provenía su fuerza, además de los espíritus de los animales a quienes encarnada como Arcano. No quería que la prueba final de Beltis fuese sencilla, aunque no se trataba de un castigo para la bruja, deseaba que la rudeza fuese la justa para que, una vez adquirida la habilidad, ella misma dijese "Ésta es mi vida, mi destino, soy quien manda". De pronto, y antes de que arribase su pupila, todo se tiñó de blanco. Le producía una inmensa satisfacción el frío que acariciaba sus curtidas y arrugadas mejillas. Parpadeó cuando un copo de nieve se le metió en el ojo y con la punta de la vara rozó la superficie del lago, ésta se congeló instantáneamente. Sobre éste, o mejor dicho en medio de éste, a lo lejos, podía verse un pequeño bulto, el hielo era resquebradizo y con cada movimiento que aquella pequeña bola daba se volvía más y más inestable. —Buenos días. Saludó La presintió siquiera antes de que hablara. Volteó, con una sonrisa en los labios, el resto de los obstác.ulos ya estaban en su sitio, solo restaba hacer una pregunta en su dirección, para confirmar que estuviese preparada para lo que viviría, además de algunas palabras de aliento y consejos. —Me alegra verte ¿descansaste?— Preguntó — Todo lo que estás por vivir a continuación cambiará la forma en que ves ciertos aspectos de la vida, te ayudará a abrirte, volverás a toparte cara a cara con la tan temida libertad, por ello quiero saber ¿Estás segura de querer aventurarte a ello? Detrás de mi te esperan tres grandes depredadores. Pero eso no era todo. Una vez la voz de Malfoy diese una respuesta de la nieve brotaría una caja de hielo azul, la tapa desaparecería por obra de la misma magia que le creó y Akku explicaría que allí era donde debería depositar todas sus pertenencias mágicas pues para llegar ante la pirámide y el verdadero portal sus estrategias deberían estar ligadas directamente a la habilidad, es decir, a su animal espiritual. —Si es lo que deseas, adelante. Agregó. Casi mediante un destello desapareció, pero no del todo. Seguía conectada a la bruja mediante una sortija que apareció en un dedo anular, sobrevolando su cabeza, graznando de vez en vez, batiendo sus alas como una pálida gaviota del ártico. El viento susurró, aquel bulto en medio del lago congelado se removió saliendo de lo que parecía ser una manta térmica. Sacudió su pelaje que, entonces, no era más que una pelusilla grisácea. El hielo crujió bajo sus patas de bebé, era una cría de Irbis. El viento volvió a susurrar pero ésta vez arrastró consigo palabras de Suluk, éstas anidaron a oídos de Beltis y desaparecieron en su consciente. >>El primer depredador del animal es el tiempo... El cachorro emitió una especie de gemido, un chillido. Beltis debía cruzar hacia el otro lado del lago y a su vez, de querer, salvar al cachorro ¿Qué haría y cómo lo haría? existían aun personas en el mundo sin instinto protector ¿sería una de ellas?
  24. Suluk Akku

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    Los recuerdos de Beltis le causaron un fuerte malestar. No se sintió capaz de seguirle el paso sino hasta que, de manera simbólica e inconsciente, rompió con sus propias ataduras. Entonces, adoptando la forma de una pequeña ave del ártico, sobrevoló el cielo gris hasta divisar un castillo y las huellas felinas que la bruja dejaba. En ese preciso momento bien podían suceder dos cosas, Malfoy, presa del miedo y desespero por no saber sobrellevar el sentimiento de libertad, huía de su próximo don con la animagia, o lo abrazaba para hacer que por fin fuese uno con ella misma. Para fortuna, la animago tomó la segunda bifurcación del camino. Suluk se sentía orgullosa. Acarició su cabeza suave, le rascó entre las orejas arrullando el ronroneo como un acto amistoso y le ofreció volver a casa, la enviaría a donde ella se sintiese más segura para volver a encontrarse pronto. —Espera mi llamado. le dijo.— pronto acudiré a ti. Y juntas desaparecían con rumbo incierto para cualquier par de ojos espectadores. El instinto de la arcano le indicaba que alguien más estaba próximo a unírsele, Beltis posiblemente necesitase descansar después de todas las emociones experimentadas, y cuando pudiesen entablar una conversación como dos humanas, quizás y solo quizás, compartiese con ella el por qué luego de tantos años y como adulta aun resguardaba con recelo la obediencia hacia quienes ya no existían en su vida. http://gururajananda.com/wp-content/uploads/hr2-by-sonali-vora.png La puerta sonó. El eco le llegó a los oídos cuando apenas había pisado el suelo de su hogar. El fuego aun crepitaba en una modesta chimenea y tres inmensos malamutes se amontonaban en la puerta, nariz con nariz, intentando descifrar quién estaría detrás. Fuera, una ventisca revolvía los ropajes de Delacour, le hacía castañetear los dientes. Akku movió su mano débilmente para hacer entrar, en silencio, a su futura pupilo mientras tomaba asiento; no solía utilizar la magia pero ese día estaba verdaderamente agotada. —Señorita...— sopesó la palabra rasgando el sello lacrado de Hogwarts y leyendo rápidamente la nota —Delacour ¿Cierto? venga, pase, sea bienvenida ¿En qué la puedo ayudar? Saboreó la pregunta, no solía hacerla muy seguido pero ésta brotó de sus labios así como el agua caliente de una tetera que llegó flotando desde la pequeña cocina con que contaba la cabaña. Una taza de porcelana para cada una. Invitó a Dennis a sentarse frente a ella en un sofá de un cuerpo atiborrado en pieles abrigadas. Con cada paso que daba los malamutes se metían en su camino creyéndose cachorros, querían jugar con ella. —Pts, hey, dejen a la pobre joven— los regañó con dulzura —Discúlpalos, creen aun que son bebés. Señaló las tazas, el té en hebras era uno de sus gustos particulares cuando se sentía cansada.
  25. Suluk Akku

    Animagia

    Suluk asintió lentamente permitiendo que la bruja se perdiera en un monólogo reflexivo. Partía de sus preguntas y en el brillo algo apagado de sus ojos se notaba cuánto ahondaba para escoger cada palabra y la consonancia de las mismas. Una vez más debía darse una palmada en el hombro por leer a sus pupilos siquiera antes de media conversación, quizás había pasado mucho tiempo con su compañero arcano Sajag o era tan solo la voz de su experiencia hablando. El hombre que hubo marchado hacía poco tiempo de su ceno animal, Jock, había reprimido aquel instinto por años debido al vínculo que éste tenía con los recuerdos dolorosos de su bella, pero difunda, esposa Penélope. ¿Qué sería lo que hacía que Beltis no diera el gran salto? Pronto lo sabría. No hizo falta siquiera que se lo preguntaba o que le relatara qué sentía cuando se pensaba a sí misma como un animal racional incapaz de darse a entender como lo haría un humano, pero por consiguiente, viviendo una vida de libertinajes sin reglas o leyes impuestos por los mismos. Fue Malfoy quien confesó no conocer la libertad y eso, como acto reflejo, activó una luz en el interior de Akku quien de inmediato se puso en marcha. —¡Tengo la solución! Informó a toda voz, enseñándose confiada, segura, para que la bruja le siguiese el paso. No le diría cuál era el plan exactamente, debería descubrirlo por sí sola. De entre las pieles que le cubrían el cuerpo regordete sacó su varita mágica y tras un simple, y elegante, movimiento, la transformó en una vara de cristal que casi el alcanzaba en tamaño, para crear una rasgadura en el aire y abrir un portal que les conduciría a ambas hasta un sitio desconocido por la arcano pero familiar para Beltis. Antes de cruzar Suluk le dijo que estaría con ella todo el tiempo, que no dudase en pedir ayuda de ser necesario. Más tarde la mujer debería interpretar dichas palabras pues su mentora no estaría allí como tal, físicamente, sino que se encontraría conectada a todo lo que hiciera, viera o sintiera para entrar en acción de ser estrictamente necesario. Si su vida corría peligro sería la única forma de que la inuit apareciera en escena. Entonces, juntas, desaparecieron. Beltis despertaría confundida, como presa aun de un sueño extraño. Un sueño en el que ella era una humana repleta de responsabilidades, obligaciones que cumplir y personas a quien contentar. Actriz de una horrible vida regida por calendarios y relojes. Una muy distinta a la que llevaba años disfrutando como lo que verdaderamente era, un animal. Y así a ella le parecería que pasase una eternidad, se encontraría frente a frente con la libertad y debería aprender a domarla sin olvidarse que realmente todo aquello no hubo sido un sueño, sino que más bien pertenecía a una parte de lo que aun era, su parte racional y moral. Solo cuando la dualidad encontrase un equilibrio en su interior sería capaz de encontrar el camino a casa siguiendo las pisadas de un gran oso pardo.

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