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Suluk Akku

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Todo lo publicado por Suluk Akku

  1. Suluk Akku

    Animagia

    -Joven Browsler vaya y descanse entonces- le dijo Suluk despachando así a su pupilo a descansar -necesitará toda su fuerza para la prueba-. Una vez comenzada la prueba no habría marcha atrás, debía seguir y ver si lograba vincularse o prefería no correr riesgo y darse media vuelta y volver a su casa. Decidiera lo que decidiera Suluk estaría a su lado para saber la respuesta. Suluk quedó sola cuando Edmund se marchó, la joven a la que llamó "Kaori" pasó y tomó asiento, la animaga observó el vientre abultado de la joven y se sorprendió que quisiera intentar la habilidad en ese estado, nunca entendería a los magos arriesgando asi el fruto de su vientre solo para controlar su animal interior. -¿Té querida?- le preguntó sacando el agua del fuego para servir el té en dos tazas de boca grande. Suluk bebió un par de sorbos para calentar su cuerpo, el té de hierbas le relajaba siempre que pasaba todo el día enseñando sobre la animagia y esa vez no sería la excepción. -Dime querida, no me has dicho que te trae aquí- le volvió a preguntar bebiendo otro sorbo de su té humeante.
  2. Un nuevo alumno había logrado finalizar sus estudios sobre Animagia, pero aún no había obtenido su anillo. Edmund tendría que enfrentar la prueba dentro de la Gran Pirámide en cuyo interior se encontraba el Portal de las Siete Puertas, el cual se abriría y se mantendría estático tan pronto Suluk activara la magia del lugar y le entregara el anillo del aspirante - Todo está listo - Susurró, tendría que ubicar cada una de las pruebas en la isla para que su alumno pudiera atravesar todo y lograr llegar hasta la Gran Pirámide. Su collar también tenía preparadas algunas sorpresas que dejaría en el camino. La arcana adoptó la forma de una gaviota ártica para atravesar desde su casa hasta la parte más externa de la Isla en donde ubicaría el primero de los obstáculos para el Browsler. Su vuelo era bastante natural y no parecía que fuera una bruja convertida en animal, era una de sus actividades favoritas y quizás por eso era su transformación más común - Ya tengo una idea - Su mente seguía pensando mucho en lo que pondría en la isla para que el Browsler pudiera demostrar sus conocimientos, el primer obstáculo debía ser el más complicado y lo había pensado muy bien. Aterrizó con mucha gracia e inmediatamente invocó su Vara de Cristal de 2 metros de altura y que terminaba con la cabeza de Amarok, el Espíritu del Gran Lobo. Su color blanco azulado y brillante generaba destellos muy bellos, al igual que los que generaba su collar al capturar gemas - Espero que me ayudes - Pensó, el Gran Lobo era el encargado de producir los hechizos que generarían los obstáculos, así que necesitaba mucho de él para que todo quedara perfecto y tal como lo deseaba. Aunque siempre había estado a su lado par ayudarle. -Hielo - Su Vara de Cristal comenzó a lanzar muchos destellos, poco a poco fue formando una barrera de hielo muy grande. Edmund tendría que buscar la manera más adecuada para lograr acceder al otro lado de la misma. No obstante, era tan gruesa que no bastaría con golpearla para romperla, tendría que pensar en algo mucho más creativo, dado que su forma animal le impedía volar. Satisfecha con su labor nuevamente adoptó la figura de una gaviota y comenzó a volar por encima de la Isla. Ella podía hacerlo dado que había demostrado sus conocimientos en la prueba para ser Arcana, solo los aspirantes tenían que pasar por los obstáculos y necesitaban una invitación para acceder al laberinto natural formado por árboles. El primer obstáculo estaba listo y el momento de avanzar había llegado, la anciana se encontraba en el aire en busca del lugar más apropiado para el siguiente. Suluk había adoptado nuevamente su forma humana, estaba muy agradecida al no tener que caminar para atravesar el laberinto . Lo tenía muy bien planeado y deseaba que fuera tal como se lo había imaginado. -Cazadores- su Vara de Cristal apareció nuevamente en su mano y destellos salieron de él para que una docena de figuras masculinas aparecieran dispersas por el laberinto que estaba del otro lado de la barrera de hielo. El laberinto solo podría ser cruzado como Leopardo y tendría que recorrerse por completo para poder llegar a la Gran Pirámide, Edmund no podría utilizar su forma humana para crear huecos que le permitirían avanzar mucho más rápido. - Eso es todo- Nuevamente tomó la forma de una gaviota ártica y comenzó a volar en busca del lugar en el que se encontraba el Portal de las Sietes Puertas, allí esperaría a Edmund. La Gran Pirámide era muy vieja y guardaba una magia demasiado antigua y poderosa. Su puerta solo permitía acceso a los arcanos, sus anillos guardaban tanta magia que les permitía abrir la puerta con solo tocarlo. Suluk tocó el anillo con uno de sus dedos y observó atentamente el movimiento de la misma. En el interior se ubicaba la estrella de las cinco puntas. Había pasado el tiempo suficiente para que el Browsler pudiera pasar los obstáculos y así fue - Bienvenido - - Sé que ya aceptaste la prueba, pero hay algo que debo preguntar de nuevo. ¿Estás preparado para realizar la prueba de la Animagia? Debes haber leído los siguientes documentos: El Portal de las Siete Puertas y Breves apuntes sobre las Pruebas de las Habilidades y sabes que la prueba no será fácil - La arcana hizo una leve pausa - Si tu respuesta es afirmativa, podré entregarte el anillo del aspirante y la Prueba se activará. Solo recuerda que una vez haya empezado la prueba, no puedes abandonar el portal hasta terminar la prueba - La arcana tenía que asegurar que el joven entendiera todos los peligros de la misma para que pudiera tomar la mejor decisión. - De todas formas, si tienes dudas es mejor que las hagas ahora- La arcana dejó de hablar para escuchar la respuesta de su aprendiz, dependiendo de ella le entregaría el anillo del aspirante . @@Edmund Browsler
  3. Suluk Akku

    Animagia

    Suluk observó a su alumno cruzar el portal como un leopardo, ahora dependía de él encargarse de la misión dada, si todo salía bien podría hacerle la pregunta que tanto ansiaba el joven mago como todos los demás que iban a aprender de ella. Ingresando a su vivienda puso agua a calentar, aún le quedaba una alumna por enseñar y que apareciera después de eso seguramente descansaria hasta que se le fuera informado de que tendría más alumnos. Cerrando los ojos por un momento Suluk estaba antenta a lo que el Leopardo hacia, le tomaría un tiempo llevar a cabo su misión al querer esperar de noche a que los cazadores salieran. El ruido de la puerta de su cabaña la hizo abrir los párpados, se notaba la insistencia en los dos golpes dado. Magos siempre apurados, se molestó bastante con la persona detrás de su puerta, mientras se levantaba de su asiento para abrir a su visitante sacó la tetara del fuego para tomar el picaporte y abrir la puerta. -Necesita algo?- le preguntó Suluk a la muchacha morena y embarazada que tenia frente suyo -¿Está pérdida jovencita?-. Mientras esperaba a que la joven desconocida le dijera sus motivos de estar ahi sintió al joven Edmund listo para volver, Suluk observó todo lo que hizo y le permitió volver a la cabaña. -Pasa muchacha que tengo cosas que hacer- le dijo a la joven para volver con Browsler. -Muy bien Edmund pero estas listo para realizar la prueba?- le preguntó cruzando sus dedos entre sus manos.
  4. Suluk Akku

    Animagia

    La gaviota grazno al ver a su pupilo disfrutar de su transformación, se alegraba por él y que había conseguido dominar sus miedos poniendo sus emociomes en orden al fin. Dejó que el Leopardo disfrutara, ella ya había logrado su cometido que era enseñar a su joven pupilo a controlar su animagia, la gaviota bajó para dar media vuelta en el aire asi volver a su hogar dónde esperaba que pronto apareciera su nueva alumna. Planeó disfrutando sus últimos segundos con su animagia, amaba sentir el frío y le entraba la nostalgia de su hogar, sus alas se agitaron un poco cuando las retrajo y ya la gaviota ártica no estaba sino la ocupaba la figura femenina de una mujer adulta de cabellos blancos que llevaba puestas sus pieles y la capucha de piel de oso le enmarcaba su pequeño rostro cubierto de arrugas. Suluk avanzó por el camino hasta su casa dónde sus cuatro malamutes salieron a su encuentro moviendo sus rabos, saltando y ladrando con devoción a su ama. - Suu, Aga, ya estoy en casa- saludó a los canes. La animaga se quedó afuera a esperar Edmund, que llegó varios minutos después de ella como Leopardo pero enseguida volvió a ser el hombre que había llegado a ella pero su rostro mostraba un brillo especial. -Bien joven Browsler es hora de avanzar- le dijo sacando su vara de cristal pero antes sacó un anillo igual al suyo pero de aprendiz y se lo entrego a su pupilo - quiero que vayas al parque nacional Serengueti y protejas a los animales de unos cazadores- le pidió. -No quiero que los mates sino que busques una forma que los encargados del lugar los atrapen y asi evitar su caza contra los pobres Leones y Leopardos del lugar- con su vara abrió un portal que lo llevaría a dicho lugar - cualquier cosa estaremos comunicados con el anillo- -Buena suerte- susurro.
  5. Suluk Akku

    Animagia

    Suluk observaba a su alumno desde los aires mientras el viento frío golpeba sus alas pero apenas lo sentía, volar con el clima así era lo más normal para ella asi que comenzó a volar en círculo sobre el cielo mirando a Browsler. Desde las grandes alturas la gaviota ártica veía el rostro ansioso del hombre, supuso que estaba recordando la primera vez de su transformación, veía el cuerpo de Edmund cambiar de su forma humana a la de Leopardo y viceversa. Sus sentimientos humanos eran más fuertes que la transformación por eso el animal en el mago apenas podía quedarse por un tiempo definido. La animaga se permitía tener un par de pensamientos humanos pero era para no perder su humanidad, cuando de entregaba a sus instintos animales había animagos que perdían el rumbo de su destranformacion, con sus trescientos años Suluk lo había visto, aunque habían sido pocos esperaba que el Browsler no fuera uno de ellos. <<Animo>> Lo alentó a seguir mientras ella aleteo aprovechando las corrientes de aire para planear sobre el cielo, el aire puro entraba por sus pequeños orificios nazales llenando su pecho de aire para ser más ligero. Había cerrado los ojos un momento saboreando el viento llevar su cuerpo por las corrientes y cuando los abrió la figura felina de un leopardo corría delante suyo. Con su pico hizo el ruido de un graznido a modo de felicitaciones al Leopardo y dejó que el animal guiará el camino, la animaga deseaba ver si había controlado al fin la animagia para ponerlo a prueba cuando regresaran al iglú, mientras tanto dejaría que Edmund aprovechara su momento.
  6. Informo que @ se ha vinculado al anillo de Animagia satisfactoriamente. ¡Enhorabuena!
  7. —Está bien, entonces. Le deseo mucha suerte. Suluk observó la silueta de Tauro desaparecer a través de la puerta con el símbolo de la animagia. La aprendiz se había colocado el anillo y ahora la arcana estaba conectada a ella; al cerrar los ojos, podía ver lo que ella veía dentro del portal, escuchar lo que ella escuchaba. Aunque solía ser una experiencia buena, pues le ayudaba a conocer a sus muchos estudiantes, era una tortura cuando alguno fallaba. Sin embargo, confiaba en que eso no sucedería: sabía que Tauro esaba segura de sí misma y ella confiaba en la joven. En lugar de tomar asiento, la arcana se echó a andar por la estancia con su vara de cristal en la mano, cerrando los ojos de vez en cuando para ver el progreso de la bruja. Tauro fue a parar a la sabana africana, un semidesierto. A la arcana verdaderamente le intrigó la naturaleza de aquella prueba, impuesta por el portal; lo cierto es que no tenía en claro qué era lo que debía lograr la joven, pero parecía que la aprendiz sí lo sabía. Todo un día pasó en aquel lugar, aunque en Mahoutokoro sólo hubieran pasado un par de horas; en todo ese tiempo la bruja pudo convivir con los suyos, ganarse su confianza, experimentar lo que ellos vivían y seguirían viviendo. Desde la estancia de la pirámide Suluk sonrió, conmovida y orgullosa. Cuando la bruja volvió a aparecer a través de la puerta, no fue por su decisión, sino porque el portal la consideró digna. Y como si el hecho de que hubiera regresando viva no fuera suficiente, había otra señal que lo dejaba en evidencia. —Observe su anillo —dijo la arcana, acercándose para darle un abrazo a la muchacha que ya no era una aprendiz. Estaba orgullosa de tener otro caso exitoso—. ¡Lo ha logrado! ¡Enhorabuena! Debe estar cansada, pero ha valido la pena, ¿no lo cree? »Por favor, querida, siéntase libre de regresar a mi morada si necesita consejo: mis puertas siempre estarán abiertas. Incluso si ese día no llega, le deseo un buen porvenir.
  8. Suluk Akku

    Animagia

    La anciana escuchaba con sumo interés a su aprendiz, fascinada por el relato de su descubrimiento de la animagia. Desde su llegada a Mahoutokoro se dedicó a estudiar la cultura japonesa y por lo tanto oyó hablar de Aokigahara. Las leyendas no lo tenían como un buen lugar; de hecho, se consideraba que el llamado mar de árboles estaba maldito, razón por la cual tantas personas se quitaban la vida ahí —¿o quizás fue maldecido debido a los suicidios?—. No podía evitar preguntarse qué hacía el joven Edmund allá; de hecho, quería oír toda la historia acerca del viaje a Japón. Era conciente de que no se contendría, por supuesto, pero elegiría un mejor momento para concentrarse en ello. Ahora, le interesaba enfocarse en otros temas. Suluk dejó la taza vacía del mago sobre uno de los muebles y le hizo un gesto para que lo siguiera. En cuanto a la otra bruja, decidió que lo mejor sería darle su espacio y dejar que la buscara cuando se sintiera lista para continuar; no tenía problemas con que se quedara en su morada, siempre y cuando no estuviera husmeando demasiado. —Y no se equivoca, Edmund —respondió Suluk, cuando se encontraron afuera del iglú. Ya que el mago se sentía mejor, podrían hacer de aquel proceso de aprendizaje un poco más entretenido—. No somos nosotros los que elegimos nuestro animal; es parte de nosotros desde siempre, aunque no lo descubramos hasta mucho después. »Como se ha dado cuenta, hay un motivo para estas transformaciones accidentales que ha sufrido. Aprenderemos a controlarlo, pues lo que queremos es que sea capaz de usar la animagia a su voluntad, ¿no es cierto? No tiene que compartir más detalles si no lo desea, pero quiero que se concentre en la primera vez que tuvo una transformación completa. Qué fue lo que lo provocó y por qué reaccionó así. Y quiero que intente controlarse, si sus recuerdos son muy vívidos, pero que intente convertirse en un leopardo de forma tranquila y natural. Que no sea un estallido o un impulso, sino su voluntad. ¿Entiende lo que quiero decir? »Sígame —le dijo, antes de que Edmund tuviera la oportunidad de hacer alguna réplica. Extendió los brazos y agitó las alas negras de estornino pinto, un ave de la sabana africana al igual que el leopardo. Comenzó a volar, aunque no tan rápidamente para no perderse de Edmund. Todavía no tenía un rumbo fijo, sólo intentaba poner a prueba al mago.
  9. El primer disparo le indicó que la acción había comenzado. Aunque el ruido seco la sorprendió, se recordó a sí misma que no había peligro, ni para ella ni para la aprendiz... exceptuando, claro, el pequeño detalle de tener que darle un intento fallito por no superar el obstáculo. Suluk agitó sus alas para volar hacia el lugar que se iluminó con la explosión de pólvora; poco a poco descendió, para tener una mejor visión pero cuidándose de no volar demasiado bajo, pues no quería ser una distracción. Para varios cazadores grandes, entrenados, no debía ser tan difícil acorralar a un felino pequeño en un lugar como ese, de modo que Tauro tenía que ser más astuta. Si ella desde las alturas podía sentir el temor de ser perseguida por un depredador, no podía imaginar lo que debía sentir su aprendiz; sin embargo, esas pruebas eran necesarias para demostrar que tenía lo necesario para enfrentarse a la prueba del portal. Lo cierto es que, al imaginarse la situación, había pensado que la bruja optaría por una estrategia evasiva. Pensó que buscaría la manera de confundirlos, de evadirlos, para lograr su escape. Cuán equivocada había estado. Por un momento parecía que la habían acorralado entre todos, cuando el serval decidió protegerse con sus colmillos. Sin sus preciadas armas de fuego, de repente aquellos hombres no eran nada; de inmediato perdieron la seguridad, la valentía, la osadía de amenazar a otros animales. Ya no eran una amenaza. Apenas tuvieron la oportunidad, huyeron. Cuando salieron del laberinto hacia la orilla de la isla, no eran más que amorfas pilas de barro y, sus armas, arena que se mezcló con el suelo. Suluk los dejó atrás y voló hacia la entrada de la Gran Pirámide, aunque Tauro todavía estaba dentro del laberinto, teniendo que superar una prueba más. La arcana no sólo no podía hacer nada, sino que tampoco podía ver qué sucedía, contra qué estaba luchando la bruja. Más de una vez había visto a sus estudiantes enfrentarse a aquella trampa y siempre sentía unas terribles ganas de descubrir qué los hacía aferrarse a su humanidad. Aunque, en general, le gustaba pensar que se trataba del amor en cada una de sus expresiones... pero era uno de los pocos comentarios que prefería guardarse, para no abochornar a nadie. Como si se tratara de una simple transformación más, la bruja de cabello azul volvió a aparecer frente a ella, pero Suluk sabía que no fue tan fácil. Aunque la dificultad de la prueba ya no importaba, pues la había superado. —Así es, aquí me tiene —respondió la arcana, tras volver a tomar su forma humana. Le hizo una señal a la bruja para que la siguiera al interior de la pirámide—. ¡Muy bien! Sé que fueron obstáculos exigentes, pero me siento muy orgullosa pues ha demostrado estar a la altura de la situación. Aún así, tengo que hacerle la pregunta. Suluk levantó el brazo hacia la bruja; al abrir la mano, relucía tenuemente el anillo que le mostró hace un par de días, el que sacó del cofre que Tauro luchó por conseguir. —¿Quiere entrar al Portal de las Siete Puertas y enfrentarse a la prueba que éste decida hacerle? —Suluk ahora hablaba en un tono más solemne, más serio— Sé que ya lo sabe, pero debo recordárselo. Si decide hacer la prueba, será su única oportunidad de vincularse con el anillo de animagia. Y si decide hacer la prueba, estará usted sola: no podré hacer nada para ayudarla, no importa lo que ocurra allá adentro. »Si decide hacerlo, tome el anillo y avance. Yo estaré aquí, esperándola. Pero quiero que sepa que, si no se siente preparada, no sucederá nada malo; podrá... podremos intentarlo en otra ocasión, cuando de verdad esté segura. Piénselo bien.
  10. Una vez que la aprendiz comenzó su travesía, Suluk tomó su vara de cristal y golpeó el suelo; frente a ella se materializó un portal que, al atravesarlo, la transportó en la orilla que estaba al otro lado del agua. Aunque normalmente se habría convertido en una gaviota o quizás en un animal acuático para llegar al otro lado, ahora el aire estaba ocupado por los paiños gigantes que obedecían sus órdenes y no quería distraer a Tauro nadando junto a ella. Desde la orilla de la isla de la Gran Pirámide, además, tenía un gran panorama; caminaba de un lado a otro con pasos lentos, observando lo que sucedía y esperando que pudiera superar ese obstáculo con facilidad. La bruja, en su forma de serval, se esforzaba por nadar en línea recta hacia la pirámide y hacia ella. La arcana advirtió que apenas sacaba la cabeza por encima del agua; supuso que debía estar haciendo uso de sus otros sentidos para orientarse, algo bastante ingenioso. Le gustó su táctica, pero todavía era muy temprano para otorgarle la victoria, quedaba todavía una buena porción de camino. Al ver al serval prácticamente en la orilla, decidió que lo mejor sería adelantarse. Ésta vez la arcana extendió sus alas blancas y se elevó en el aire. La gaviota voló por encima del laberinto que rodeaba a la pirámide, levemente oculta gracias a las sombras de la temprana noche. Eligió la zona por donde se suponía que se movería la bruja y comenzó a volar en círculos, aunque estaría atenta por si acaso el camino de ésta se desviaba. Ahora Tauro estaba por adentrarse al segundo obstáculo, con más dificulltad física y emocional. ¿Sería capaz de superarlo?
  11. Suluk Akku

    Animagia

    —Me algra escuchar eso, querida —la arcaba volvió a golpear el cofre con su vara de cristal. Éste desapareció, pero el anillo todavía liso permaneció en sus manos; estaría bajo su cuidado hasta que fuera el momento de entregárselo a Tauro, es decir, cuando la bruja tuviera que entrar en el Portal de las Siete Puertas para ponerse en prueba. Aunque la arcana solía tener bastante confianza en sus estudiantes, la preocupación de que no pudieran superar la prueba no desaparecía sino hasta que los veía regresar sanos y salvo. De verdad esperaba que la bruja-serval fuera una de aquellas personas exitosas—. Puede retirarse. Le enviaré una carta con los detalles para nuestro próximo encuentro. Nos veremos pronto. Ya no había nada más que pudiera hacer por Tauro; ahora, todo había quedado en sus manos. Sin embargo, todavía estaban bajo su ala varios aprendices. Desde hacía un buen rato que no tenía señales de Aine Malfoy, pero confiaba en que, cuando fuese el momento correcto, las tendría. En cuanto a Cissy Macnair, parecía que su cuerpo todavía estaba procesando el pastelito de frambuesa; no quería apresurarla, así que no hizo nada más que dedicarle una leve sonrisa, diciéndole con ella: no te preocupes, estaré aquí cuando estés lista. Así que, por los momentos, se ocuparía del mago-leopardo, Edmund Browsler. La anciana le hizo un gesto al mago para que tomara asiento en el improvisado moviliario de madera, que no suele estar en el salón. No estarían mucho tiempo allí adentro, pero no podía permitir que su estudiante comenzara con la práctica en aquel estado. Sin dejar de escucharlo, preparó fugazmente una infusión de varias hierbas que le ayudaría a reponer las fuerzas. Eso era lo único que podía hacer para ayudar, además de darle consejos. Mientras lo escuchaba, no pudo evitar pensar en otros casos similares: magos bendecidos con el don de la animagia, que no buscaron tener esa habilidad pero buscan su consejo pues era una necesidad dominarla. Aún así, todavía necesitaba escuchar más detalles para poder entenderlo, pero le parecía que sus conjeturas eran más o menos acertadas. —Entonces, ¿desde hace cuanto que ésto le suecede? —le preguntó la arcana, luego de endulzar la infusión con un par de gotas de miel. Le ofreció la taza a Edmund con una sonrisa amable, pero con la firmeza que las abuelas poseían para hacer que los más jóvenes las obedecieran— ¿Ha notado en qué momentos ésto le ocurre? Porque, como usted debe saber, la magia en general está muy relacionada con nuestras emociones. Piense, por ejemplo, en cómo la magia se manifiesta en los niños pequeños: por lo general aparece cuando sus emociones se desbordan, cuando están muy asustados, muy enojados o, incluso, muy felices. Podríamos decir que se trata de un reflejo. Tomó asiento frente a él, con las manos entrelazadas sobre la cabeza cristalina de Amarok que decoraba el extremo superior de su vara de cristal. En realidad no necesitaba sentarse, pero le parecía que así la conversación parecía más una plática cálida que una reunión formal. —Usted no podrá canalizar la animagia a través de su varita mágica, así que tendrá que controlar muy bien sus emociones para poder dominarla. Con eso, práctica y mucha confianza en sí mismo, estoy segura de que lo logrará —añadió Suluk, para responder a las preguntas del joven—. Me gustaría oír más acerca de estos accidentes y creo que entenderlos le ayudaría bastante. »La mayoría de los magos sólo pueden convertirse en un animal —respondió, sorprendida por la ambición del estudiante en un momento tan temprano de su mano. Le encantaba eso de los jóvenes; a su edad, aunque tenía las mismas energías que la mayoría de sus aprendices, no era capaz de soñar tanto—. Siempre hay casos excepcionales, de magos que pueden tomar varias formas. ¿Quién sabe si usted es uno de ellos? Yo no sabría decirlo, honestamente. De cualquier forma, si me permite darle un consejo, creo que primero deberíamos concentrarnos en lograr que domine al leopardo —sugiere con una risa jovial. »¿Le ha ayudado la infusión con su debilidad? ¿Cómo se siente ahora?
  12. Alzó la mirada justo a tiempo para observar una bandada de paiños gigantes, con los estudiantes más jóvenes de Mahoutokoro sobre ellos. Los estudiantes de túnicas rosadas observaban, maravillados, la isla artificial y de reducido tamaño que ahora formaba parte de los terrenos del colegio mágico. Lo que les llamó la atención no fue la isla per sé sino lo que había en ella: una maravillosa pirámide. La Gran Pirámide. La arcana Suluk Akku los observaba desde la orilla de Minami Iwo Jima; les hizo un saludo con su vara de cristal, aunque sabía que no podían verla desde tan arriba. La mayoría de las aves desaparecieron en el horizonte, pero algunas de ellas se quedaron sobrevolando la pirámide, aguardando por su señal. Poco a poco, el cielo se tiñó de los colores pastel del atardecer; fue entonces cuando la aprendiz de animaga apareció, justo a la hora que le indicó en la carta que le envió el día anterior. —Bienvenida —saludó la arcana, bajando la mirada del cielo. Faltaba poco para el anochecer, que era justo lo que quería, aunque todavía quedaba suficiente luz del día para llegar a la isla de la pirámide—. Espero que haya descansado bien, en nuestro último encuentro se esforzó bastante y hoy tendrá que hacerlo todavía más. Pero no hay de qué preocuparse, pues ya está lista para lo que vendrá. »Como ya sabe, la prueba para convertirse en animaga se lleva a cabo dentro de la Gran Pirámide, en el Portal de las Siete Puertas. Sin embargo, antes de que le permita entrar, debe superar los obstáculos que la llevarán allá. Lo primero, será cruzar el agua hasta llegar a la isla de la pirámide. Suluk levantó la vara de cristal hacia adelante, señalando el camino. Sin embargo, en la arena no había señal de ningún bote, tampoco un puente. Los poderes de Tauro tampoco funcionarían; a partir de ahora, debía usar la animagia y su conexión con el serval para demostrar que de verdad estaba lista para la prueba. La única forma de atravesar el agua era de la forma clásica: nadando. La bruja no debía tener problemas, puesto que los servales eran buenos nadadores. El obstáculo serían los paiños gigantes, que ahora volaban en el tramo de agua que separa ese lado de la isla con la pirámide; aunque las aves no la atacarían, no le permitirían cruzar tan fácil. —Luego, está el laberinto. Deberá encontrar el camino que la lleve a la pirámide. Le recomiendo estar preparada para lo que pueda encontrar allí. Una vez en el laberinto ya habría caído la noche y quedaría atrapada con un gran enemigo del serval: el hombre, que solía cazarlo para hacerse con su piel o para venderlo como mascota, ignorando que se trataba de una especie protegida en muchos lugares. Aunque el peligro no sería real para Tauro, ella lo experimentaría de una forma muy vívida estando en su forma animal. Tendría que hacer un gran uso de su inteligencia e instinto de supervivencia para escapar de los cazadores que intentarían acorralarla, manteniendo en mente que su objetivo no era sólo mantenerse a salvo sino encontrar la salida. —Yo la seguiré de cerca y me encontraré con usted en la entrada de la Gran Pirámide. Lo que Suluk se guardó para sí era que hay un tercer obstáculo, quizá el más complicado antes de la misma prueba. Al salir del laberinto, a Tauro le costaría mucho más de lo normal volver a su forma humana y además sentiría muchos deseos de quedarse así, para siempre. Sin embargo, si había prestado atención a las enseñanzas de la arcana, recordaría que debía abrazar su humanidad; tendría que dejarlo a tiempo para seguir siendo ella y no perderse en su instinto. A consciencia le advirtió a la bruja acerca de lo que tendría que enfrentar y ahora sería el momento para demostrar si de verdad había sido una buena maestra. Si todo salía bien, si podía volver sin problemas a su forma humana, entonces podría entregarle el anillo. —Cuando esté lista, querida. @
  13. Informo que Hayame Vladimir Potter Black se ha vinculado al anillo de Animagia.
  14. La Arcana mantuvo la mirada al portal, sintiendo la angustia de su pupila como de ella misma. La anciana soportó todo lo que sucedía en el interior sin mover ni un músculo de la cara, aunque se sentía como si todas sus arrugas se hicieran más profundas durante la espera. Su edad, inconfesable, le pesaba en aquellos momentos en los que casi se mordía la lengua para no gritar al Portal sobre sus alumnos. Esta vez, le pareció que habían pasado siglos cuando vislumbró una tenue luz, ese resquicio que se forma al abrirse. Aguanto el aliento hasta que la vio, allá. Cerca de la salida. Lejos... Si no avanzaba... La Arcana no podía sacarla así que sólo murmuró su nombre, un par de veces, casi masticando el ansia que sentía por impedir que el Portal se cerrara, dejándola a ella dentro. Si salía... Es que estaba preparada y la vinculación había hecho efecto. - Salga, señorita Vladimir... Mire su mano. El anillo brilla como nunca. Salga... Y la muchacha salió con los ojos cerrados. Apenas tuvo tiempo de poner un lienzo de pieles bajo su cuerpo para que no chocara contra el suelo. - ¡Animo, lo ha conseguido! Beba... Le hará bien. En el aire flotaba una sencilla jarra de agua que saciaría su sed y acabaría con su cansancio. - En pie, Animaga. Hoy ha demostrado su valía y ha adquirido el Anillo vinculado. Bienvenida a este nueva forma de ver el mundo.
  15. Suluk Akku

    Animagia

    Ese día, la humilde morada de Suluk Akku parecía ser un lugar bastante concurrido. La anciana sabía que todavía le quedaba una larga jornada por delante y, inverosímil que eso pudiera ser, no se sentía agobiada. El poder del hielo encerrado en su anillo le otorgaba la vitalidad que necesitaba para llevar a cabo sus funciones de arcana, pero lo que en verdad la movía era ver a magos y bruja de todas partes del mundo que buscando su orientación y sabiduría. Aunque pasaran los años, esa pasión y cariño por la esperanza no desaparecía; y mientras más tiempo pasaba, más se convencía de que era por eso que el anillo le permitía gozar del vigor de la juventud. Apenas era consciente de que pensaba en aquello, mientras observaba la escena que se desarrollaba en su salón desde el alféizar de la ventana. Una bruja delgada, de cuerpo joven y atlético, había sido convencida de probar una de sus recetas especiales: pasteles de frambuesa, con un ingrediente secreto. Normalmente la arcana no incitaba a sus estudiantes a utilizar sustancias mágicas durante el proceso, aunque tampoco juzgaba a quiénes decidían convertirse en animagos de otra forma; en trescientos muchas cosas cambian, la comunidad científica del mundo mágico hace descubrimientos y desarrollan nuevos métodos. Al final, lo que importaba era que sus aprendices se conocieran a sí mismos, a lo que había en su alma, para dominar la animagia. Ella misma había dedicado cierto tiempo a indagar en estos nuevos métodos y por eso tenía esos pasteles de frambuesa; sabía que, si la mujer se había visto atraída a probarlos, es porque le serían de ayuda. O eso espera, por lo menos. ¿Habría funcionado? ¿Qué estaría sintiendo? Quería preguntarle muchas cosas, pero le pareció que lo más prudente era darle un momento para no abrumarla y que pasara lo que tenía que pasar. Por otro lado, con el mago que llegó de improvisto, sí sucedió algo notable. Pudo observar perfectamente lo que pasó cuando entraron a la casa su avanzada estudiante serval y sus amigos malamutes. Sucedió rápidamente e incluso la arcana sintió una gran sorpresa. Aunque lo que la asombró no fue la transformación; en muchos novatos la habilidad de manifiesta como un reflejo cuando son sorprendidos o asustados, y en aquella ocasión la llegada de los perros y el felino definitivamente lo fue. No, lo que le asombró es que tal aquel mago de apariencia descuidada se ocultara un majestuoso leopardo. Internamente, se conmovió con la reacción del hombre; lo observó escapar y regresar. Fue entonces cuando Suluk decidió que era momento de hablar con el grupo. —¿Por qué se disculpa? —sonrió la anciana, mientras cerraba la puerta tras ella. Aunque a ella le gustaba y soportaba el frío, sabía que muchos de sus estudiantes no. Poco a poco, la chimenea comenzaba a entibiar el lugar y hacerlo más acogedor para ellos— No se preocupe por los malamutes, ellos están bien; en cuanto a nosotras, seguramente superaremos este episodio. Pero, dígame, ¿cómo se siente? Hace rato que un estudiante no se desmaya tras transformarse. Mientras el mago meditaba su respuesta, Suluk se volvió hacia la bruja-serval y le dedicó una sonrisa, esperando que no malentendiera su comentario. También estaba orgullosa de ella. —Ahora recuerdo que quedó una pregunta pendiente —comenzó a hablar, sin levantar mucho la voz para no distraer de sus asuntos a los otros dos estudiantes—. Durante la etapa de aprendizaje, sí, existe el riesgo. Se supone que quiénes logran ser animagos han dejado ese peligro atrás, mantendrán su alma y su consciencia intacta. Aun así nunca debe confiarse; por hermosa que sea la libertad, recuerde que su humanidad y su vida también lo son. Recuérdelo en las pruebas que todavía le faltan. »Lamentablemente, es cierto he visto a magos ceder y terminar siendo animales por siempre. Algunos por voluntad propia, sí… pero no todos. En casos donde el mago cede por debilidad, no son capaces de sentir en su forma animal la plenitud que los tentó en un principio y terminan siendo miserables. Como yo lo veo, es preferible disfrutar moderadamente de la libertad durante la transformación, ¿no le parece? Repentinamente, recordó algo. —¡El cofre! ¿Lo tiene consigo, cierto? Suluk lo ubicó rápidamente y sonrió para mostrar su aprobación. Así como lo hizo con Hayame, golpeó el cofre con su vara de cristal. Aunque había sido la arcana de animagia por mucho tiempo, ni siquiera ella sabía si la leyenda del mago que podría convertirse en cualquier criatura mágica era cierta. Quizás lo fuese. Después de todo, cuando ella ya no estuviera, si su historia llegara a ser contada seguro muchos lo tomarían por leyenda o fábula… Pero si de algo está segura, es que el tesoro no tiene más valor que el que le dan las personas. Si ese mago tenía esos poderes, eran porque estaban dentro de él, no en nada material. Es no significaba que fuese inútil. El tesoro que encontró Hayame sería su futuro anillo de animagia, se lo ganó, y lo mismo sucedería con Tauro. Cuando pasó la mano sobre el cofre, lo que fuese aquel objeto viejo y olvidado, se transformó en un anillo liso. Se lo mostró, aunque todavía no podía dárselo. —Está familiarizada con estos anillos, ¿cierto? —se atrevió a sugerir— Para obtenerlo y poder probarse en el Portal de las Siete Puertas, debe demostrar su valía superando tres obstáculos por su cuenta. Esto sería dentro de dos días, tiempo suficiente para que descanse y se prepare. ¿Qué le parece? ¿Se siente lista?
  16. Suluk admiró a Hayame Vladimir. Había pensado con sensatez al auto-sanarse para la gran misión que se le avecinaba. Ahora, plenamente humana, reflexionaba sobre las obligaciones y responsabilidades que iba a contraer al entrar en aquel Portal. El Anillo de Animagia no era un mero adorno, era un juramento eterno sobre una forma de vivir. Estaba dispuesto a afrontarlo. Admiraba esa decisión en todos sus alumnos. La vio tomar el anillo y ponérselo, le calzaba muy bien. - No lo sientas, muchacha. Los desamores nos persiguen toda la vida. Verás que hasta siendo animal, tendrás estas experiencias - le comentó, ensoñadora, al invocar sus propios recuerdos. No tardó mucho en ellos pero la pupila ya entraba en el Portal. La Arcana de Animagia levantó la mano en la que sostenía la varita. Se había olvidado de avisarla de lo que iba a encontrarse en cuanto pusiera un pie dentro del mismo. Como no tenía experiencia en Habilidades, todo era nuevo para ella. - ¡Srta Vladimir! ¡No puedo atraversar el lindar el portal! Si me necesita, toque el anillo y piense mi nombre. La sacaré de ahí dentro, aunque eso suponga que olvidará para siempre el haber intentado ser Animaga. ¡Pero es preferible que siga viva a perderse aquí dentro! ¿Me ha oído, Srta. Vladimir...? ¿Hayame...?
  17. La Arcana puso una cara seria ante las quejas de aquella pupila. Entendía su enfado, era algo por lo que todos los Animagos pasaban en algún momento, el atractivo de la vida animal hacía muy difícil volver a ser humano. - Necesitabas ver los límites de la Animagia. No puedes engañarte, eres humana. Dejar que tu parte anímica animal te gobierne te traerá algo bonito pero... ¿seguirías siendo humana si te sumerges dentro de la vida animal hasta el punto de olvidarte de ti misma? Guardó unos minutos de silencio porque la pelirroja los necesitaba. No le dio tiempo, sin embargo, para victimizarse por la pérdida que había tenido. La elección había sido acertada y ella debía entenderlo así. Si no lo hacía, no tenía sitio en el Portal. Un anillo flotó entre ambas. - Si te crees preparada, aquí tienes el anillo. Pero has de estar muy segura. El Portal no tiene piedad. Si quieres vincularte con el Anillo de Animagia, debes tener claro lo que ganas y lo que pierdes con ello. Así que decide... ¿Quieres hacer la Prueba en el Portal? Aún esperó un segundo para finalizar la frase. - Si es que sí... Toma el Anillo y entra. Salir será más difícil.
  18. - No había dudado ni un momento de ti, querida - murmuró la Anciana Arcana, desde su puesto de vigilancia. La pupila había conseguido imponer la lógica de su pensamiento humano a la forma animal y había aplicado la física para salvarse. - ¡Bien hecho, muchacha! La Arcana se relajó. La primera fase había sido cubierta. Un peligro menos... A punto de volver a usar su animal preferido, la golondrina, prefirió caminar con su nueva forma animaga. Como jabalí, sus carreras no eran rápidas pero era robusto, fiero... Eso le daba cierta confianza sobre el resto de animales que quisieran amenazarla. No tenía ganas de usar su vara con cabeza de león. Además, en la zona que se adentrarían, llena de plantas carnívoras, pasaría desapercibida. Un gran jabalí no era comida para ellos; preferían las aves. Tal vez se relajó un poco en el camino, al fin y al cabo tenía su edad y, aunque vital, aquellos largos paseos le afectaban. La Arcana tuvo un pinchazo de confusión cuando dejó de sentir a su pupila. Corrió con sus patas estrechas y cortas para alcanzarla, con la duda sobre lo que habría sucedido para no sentirla. Cuando consiguió ver su cuerpo, de murciélago magullado, alguien (otro animal como ella) la estaba sacando del campo de acción de aquellas plantas carnívoras. La Arcana sonrió, muy curiosa por lo que iba a suceder ahora. No se esperaba que recibiera ayuda del grupo siendo un miembro desconocido. A veces, los animales demostraban un alma mucho más humana que la de los humanos. Se transformó, ahora sí, en gaviota ártica, para poder seguirlos desde el aire y disfrutar de sus arrumacos. ¡¡Esta prueba iba a estar tan re-que-te-bonita...!!
  19. Suluk cantó al aire. Mientras estuviera en su forma animaga no podría comunicarse con palabras con su pupila. Sin embargo, sí podía oírla, sí sentía sus deseos y sus frustraciones. Sí, la Arcana veía todas sus reacciones como si fueran suyas. Valoraba el esfuerzo que la muchacha realizaba para seguir siendo animaga y acostumbrarse a su nueva forma pero... Si se dejaba ganar por el poder de su esencia animal, perdería lo poco humano que aún conservaba, siendo vampira. - ¡Resiste, muchacha! - pió con fuerza, aleteó sobre el árbol seco y, por unos instantes, tuvo la necesidad de acudir en su ayuda, al ver que llegaba un ave de presa. - ¡Piensa, deprisa, eres humana! La Arcana sonrió y una sonrisa hubiera lucido en su cara ajada si no fuera que aún lucía como una pequeña golondrina. Se suponía que los Arcanos no pueden ayudar en las pruebas a los alumnos aunque, para ser estrictos, eso se había de cumplir a rajatabla dentro de la Pirámide. Se transformó en un robusto jabalí y se quedó al pie del árbol seco, esperando. No. No podía ayudar a sus alumnos. Aunque nada le impedía asustar al labriego japonés que blandía aquella herramienta de forma amenazadora, dirigiéndose a paso rápido hacia los árboles frutales. Ni golpear con ímpetu el árbol donde estaba atrapada la señorita Vladimir, para asustar a la ave de presa que pretendía devorarla. Aunque mejor era esperar un poco. Seguro que ella podría liberarse sin su ayuda... Era una gran bruja y encontraría la manera de hacerlo.
  20. El hortelano japonés agitó la hoz por encima de su cabeza, alejando unas aves atrevidas que se acercaron demasiado a su persona. El hombre era mayor pero regio, de grandes músculos que se originan de estar día a día cuidando de la tierra, fortaleciendo sus músculos con los quehaceres diarios en la granja. Continuó recogiendo aquel trigo maduro y apilando gavillas para que se secaran antes de la maja. Era un trabajo muy cansado y laborioso, durante días, no iba a poder recoger la fruta casi madura de sus árboles. A la derecha del camino, luciendo brillantes, las higueras rezumaban un olor a miel atractivo para todo tipo de animales. El campesino no podía recogerlas aún. Ya había decidido que esperaría, al menos tres días. Pero sabía que su decisión no sería respetada por aquellos malditos pajarracos. Grandes y pequeños, por un igual, atacaban sus árboles frutales, así que había ideado una trampa genial. El hortelano se paró un momento y sacó un pañuelo de cuadros, todo arrugado, del bolsillo trasero de su peto tejano. Se secó el sudor de la frente y miró hacia el sol. Aún era temprano para beber un trago. Esperaría dos lineales más del campo antes de parar. Pero sonrió al ver que un par de pájaros caían en las trampas que había puesto entre los árboles. Desde allá sintió un tintineo de cascabeles, que le anunciaba que alguna de aquellas infames criaturas dejaba de ser un peligro para sus higueras. Pero uno se había escapado. Se inclinó raudo a recoger una piedra y la lanzó contra una especie rara de gaviota. La vio alejarse. Volvería. Todos volvían en busca del manjar que eran sus frutos. Y eran suyos. Les pertenecían. La Arcana se posó de forma grácil en un árbol casi seco alejado de aquella granja. Cerca, el bosque donde estaba la pirámide, le invitaba a entrar y olvidarse de aquel humano enfurruñado. Sin embargo, saber que su pupila estaba cerca, le impidió buscar la tranquilidad de aquel lugar y estar allá, al acecho, por si tenía que ayudarle.
  21. Suluk Akku

    Animagia

    Había perdido a una de sus pupilas, la Leona. Eso la preocupaba un poco, tenía dificultades para dominar su poder de animaga pero Suluk sabía que volvería a sentir hablar de ella; por ello, apartó de su mente la figura de Ainé Malfoy y ocuparse de la chica de pelo azul que estaba a su lado, con el cofre en la mano. Ella le explicaba su experiencia de transformación y la sonrisa florecía en el rostro arrugado de la anciana, reviviendo sus propios intentos cuando aún sólo era capaz de ser un sólo animal. - Sentirse salvaje es sentirse viva, Srta. Lavigne... - Se mantuvo callada un momento, en contra de su naturaleza habladora, perdida en la leve ensoñación de sus primeras prácticas como aspirante a Arcano. - Al principio, las transformaciones suceden casi sin darse cuenta, sin querer. Intentarlo a veces refrena la libertad de hacerlo. Pocos aprenden la teoría primero y se transforman después. Es más fácil, casi siempre, ser libre, sentirse salvaje y... dejar fluir la esencia del animal que nos posee. Por cierto, ¿sabe en qué animal se había transformado? En un serval, delicado pero potente y, casi siempre, peligroso. Así es usted, una delicada serval. La Arcana contempló la marcha de la señorita Hayame Vladimir y le saludó con un leve gesto de la mano. La vería al día siguiente, en su prueba; aún así, sentía una leve pena en su corazón. Al final, todos los Animagos vinculados desaparecían de su vista y no volvían a visitarla. ¡Con lo que le gustaba a ella aquellas visitas en las que contar historias junto al fuego de su hogar. Sintió prisa, de repente. - Siento calor, querida... Estas pieles son más apropiadas junto a mi casa, donde la nieve es eterna y el frío, agradable. ¿Vienes? Esperó cortésmente por ella antes de caminar despacio, con sus pies pequeños, hacia las tierras frías que comportaban sus terrenos. - ¿Qué es normal, señorita Lavigne? Para un mago no es muy normal transformarse en un animal y, sin embargo, se puede. El alma se libera y el mundo es diferente. Pero los cambios mueven todo el cuerpo y eso duele. ¿Es normal? Sí, es normal, es el pago por sentirse libre cuando se es ese animal que todos llevamos dentro, querida mía. Estarán cada vez que te transformes. Siempre. Pero los notarás menos, cada vez menos... La sonrisa pícara creció de nuevo en la cara de la Arcana. Suluk reía mucho, más de los otros Arcanos, tal vez porque la risa era un bien preciado entre su tribu de Groenlandia. - ¡Te sentirás tan libre que no querrás dejar de ser una serval! Pero ese es el precio que deberás pagar por seguir siendo humana, por tener recuerdos, por querer a tu familia y a tus amigos... ¡Tendrás que dejarlo a tiempo de seguir siendo lo que eres y no perderte en tu instinto! ¡Venga, te echo una carrera! ¡¡No vemos en mi casa!! ¡Y no olvides tu cofre o no podrás llegar a la Prueba sin lo que contiene! Aún sonaban el eco de sus palabras cuando una gaviota ártica ocupó su puesto, aleteó varias veces a un palmo de ella y después ascendió al cielo, en una curvatura exacta para alejarse hacia las tierras heladas. Volar es rápido, tanto que llegó hasta su casa y saludó con varios giros a los malatutes que custodiaban la entrada. No se paró a transformarse. Como gaviota, observó en la pequeña muesca que hacía de ventana y observó en el interior. Dos alumnos. A una ya la había detectado y sus animales le habían acompañado al interior. Al otro, no lo esperaba. Ambos parecían hablar al lado del fuego. La Gaviota Ártica golpeó con el pico en la ventana, para llamar su atención. ¿De qué estarían hablando? ¿Sería descortés escucharles?
  22. Y allá estaba la Pirámide de los Arcanos, escondida en medio de un hermosísimo bosque japonés, muy cercano al colegio de Jade de Mahoutokoro donde se habían instalado tras la huida de la ciudad de Londres. Aquel edificio albergaba la Sala de Ouroborous y los portales de las Habilidades que tanto ansiaban cruzar los pupilos. Por ello, estaba cerca pero lejos, no al alcance de todos. Sólo los que demostraran que eran válidos para conseguir la vinculación del anillo, llegarían a localizarla. Y esta fue la Visión que tuvo la Señorita Snape Potter Black la noche previa a su Prueba de Animagia. La pirámide, brillante, casi traslúcida, rodeada del azul del cielo y el verde de la hierba que intentaba cubrirla, le llamaba, le pedía que se acercara. No sabría donde estaba pero tendría que estar al tanto porque en la misma Visión que la enseñaba, le dejaba las instrucciones para su prueba. "Querida Zorro de la Fruta: Allá te estaré esperando, dentro de la pirámide de las Habilidades. No te será fácil llegar porque el camino está lleno de impedimentos que te harán dudar de tu capacidad para ser esta linda criatura, a veces; otras te hará dudar de seguir siendo humana... Confío en que llegarás a tiempo para entrar en el Portal pero has de estar preparada para lo que te espera. Sólo si sientes que serás capaz de superarlos, acude a la cita. Tu aventura empezará en la puerta de tu casa. Allá mismo sentirás hambre pero no podrás comer ni beber nada que comerías como humano. Deberás comenzar en ayunas, resistiendo cualquier tentación. Durante la prueba sólo podrás alimentarte y beber en tu figura animaga. Has de llegar al jardín japonés que hay delante de la escuela y, desde allá, buscarás el camino de la pirámide. Nadie sabe dónde está, nadie sabrá indicarte. Sólo te diré que, antes de llegar a ella, encontrarás un campo de árboles frutales de un hortelano. Ama sus higueras de dulcísimo néctar así que mantiene el lugar rodeado de depredadores para los murciélagos de tu especie. Come todo lo que puedas para sobrevivir para las siguientes pruebas y vigila que quienes se alimentan de ti no te alcancen. Cuanto hayas recuperado fuerzas y si has sobrevivido, deberás buscar otra referencia. Sé que el oído no es vuestro fuerte pero sentirás la brisa de los árboles y un leve rumor de agua. Vas por buen camino si encuentras esta zona pero vigila, no hay agua en esta zona, sólo gigantes plantas carnívoras que comen todo tipo de animales que puedan ser atrapados con su lengua; tú también entras en su dieta así que cruza con cuidado este trozo del bosque. Si la superas, tendrás que adentrarte hasta encontrar una colonia de tus iguales. Allá, vigila, la vida se te antojará muy atractiva a su lado. Tener pareja, reproducirte, vivir con los tuyos... Tu parte humana desaparecerá en cada acto de convivencia con ellos hasta que nunca recuerdes lo que has perdido. Resiste, si puedes, o conviértete en Zorrito de la Fruta para siempre. De tu fuerza dependerá que encuentres, finalmente, mi persona. Uno de los compañeros de tu especie te guiará, sólo uno, hasta la zona más profunda donde miles de pirámides sobrevuelan el cielo. Es un lugar que nadie se atreve a visitar. Sólo tendrás tres intentos para encontrar la pirámide que no es una ilusión. Sólo una. Sólo podrás llegar volando y si tocas suelo, sólo una vez, todas desaparecerán, perdiendo toda oportunidad de entrar. Cuando la encuentres, llega ante mí en tu forma humana para que te dé el Anillo provisional que te dará acceso al Portal de Animagia. Me alegrará mucho verte, sabiendo que has sido capaz de superar todas las pruebas. Mucha suerte, pupila. Suluk Akku"
  23. Suluk Akku

    Animagia

    La vio llegar, tan desvalida y preocupada por todo lo que sentía como algo terriblemente nuevo en su vida, que le provocó una risa sana y contagiosa. A la Arcana de Animagia siempre le había gustado ese momento en que sus alumnos descubrían que podían transformarse en un animal con el que sentían una afinidad, algunas veces sospechada, otras no. - Es agradable ver que has regresado intacta, srta. Hayame. No dudaba que iba a conseguirlo. La veo muy cansada e inmersa en un mar de dudas. Es lo habitual. En realidad, era mucho más que lo habitual. Algunos se maravillaban de lo que conseguían, otros se asustaban. Pero ninguno había llegado a plantearse por el enrevesado procedimiento de la transformación. En esto, ella demostraba ser excepcional. Se levantó del suelo para acercarse a ella. - No está enferma. Su cuerpo ha sufrido un cambio total de su forma para transformarse en la esencia animágica que guardaba en su interior. El cambio es total. Lo que ha vivido es ese animal intentando liberarse y ser él mismo, la lucha por ser un animal vivo moviéndose en su instinto de criatura e intentado liberarse de su amarre humano que lo mantenía enclaustrado. Recuerde... Ser animal te hace libre, poderoso, dentro de una explosión de energía interior que debe de ser gastado. Pero es un proceso agotador. Le aconsejo que descanse, señorita. Ha demostrado ser poderosa para dominarlo de forma tan rápida. La Arcana golpeó el cofre con su varita. Se abrió al instante y le enseñó el tesoro que contenía. Un anillo liso y brillante descansaba en el fondo. - Es su Anillo de Vinculación a la Habilidad de Animagia. ¿Quiere conseguirlo? Para ello, tiene que pasar unas pruebas camino al Portal donde le deberá demostrar su valía. ¿Está dispuesta a pasar la prueba, Señorita Hayame? Si es que sí, le espero mañana delante de mi casa, donde la acompañaré hasta el límite del bosque. Allá la dejaré sola para enfrentarse a lo desconocido. Si demuestra ser apta, el Portal se abrirá ante Usted. ¿Quiere arriesgarse? De ser así, ya sabe, a las 12 de la mañana la espero. No tuvo que ponerse de puntillas pues ambas eran igual de bajas. En un gesto agradable y común para ella, frotó su nariz con la de la muchacha, en señal de despedida. - Es usted una monísima zorrita de la fruta. Espero que disfrute con esta experiencia. Ahora, descanse. Mañana puede ser un día totalmente agotador, ya que usted no está acostumbrada a cansarse, siendo vampiro. La Arcana se alejó de ella y volvió a sentarse junto a la otra alumna mientras esperaban a la tercera.
  24. Suluk Akku

    Animagia

    Suluk Akku decidió guardar silencio, complacida con la tenacidad de aquella pupila. La Arcana era habladora por naturaleza pero ahora prefirió no interferir en la criatura que veía delante de ella, luchando con la pesada caja. Ella parecía sentir una afinidad con su yo animal que pocos consiguen a la primera. Hayame Vladimir parecía pensar en otros problemas en su mente humana sin cuestionarse qué había pasado y porqué ese animal en concreto se había afirmado con su deseo de transformarse en animal. Sin embargo, el tiempo pasaba y no en vano; la Arcana tenía dos alumnas ("no, tres", pensó al husmear en el aire) que la esperaban y que parecían estar teniendo dificultades. Esta estaba casi lista para pasar al otro nivel, así que era mejor que salieran. - Estamos cerca - le contestó a su muda pregunta. La Arcana era, obviamente, una gran sabia entre los doce sabios, así que no perdía ni un detalle de lo que aquella muchacha pensaba, ya fuera con su mente humana dentro de la animal, como la parte animal dentro de aquella mente humana. En sí, eran uno, así que era normal que ella la entendiera. - A un salto de aquí. Para demostrárselo, se puso delante del Portal y saltó sobre sus pies embutidos dentro del calzado típico de su pueblo esquimal. Y aquel enorme murciélago, con la caja entre sus patas, arrancó una risilla fácil en la Arcana. Parecía que la había entendido y quería cruzarlo. Para ayudarla, algo que no hacía con todos, aunque notaba lo cabezona que era esta mujer para conseguir lo que quería, movió su vara, ahora convertida en el bastón de cristal coronado con la cabeza de oso, de donde salieron hilillos traslúcidos que envolvieron la caja del tesoro y la hicieron liviana. Si algo le molestaba a la anciana, era el perder una bonito animal por no entender las limitaciones que tienen estos débiles cuerpos comparados con los humanos. - ¡Espera, mujer! Los murciélagos de la fruta vuelan poco, no son como sus compañeros más pequeños. La Arcana cruzó tras ella, justo a tiempo, pues se cerró con tanta celeridad que casi pilló su capucha de pelo blanco. Sonrió abiertamente. El ver la naturaleza de nuevo, aquel verdor del bosque y el límite de la nieve hasta donde alcanzaba aquel aparato meteorológico que tenía sobre su humilde casa, le hizo sentirse feliz. Tuvo que adelantarse a ella. - Pareces aturdida pero te conviene una conversación interna para verte como tu yo actual. Eso es lo que siempre has sido y ahora te has escuchado a ti misma. Si llegas hasta el borde de mis terrenos nevados junto al bosque, te haré la gran pregunta que ansías escuchar. Pero recuerda, no olvides tu parte humana, seducida por la animal, o te olvidarás de que existes y de la gente que te quiere. Y te necesita. Le dirigió una sonrisa antes de acelerar el vuelo y volver a su rama. Seguro que sus pupilas, de haber estado allá, ni hubieran notado su marcha. Pero no estaban, al menos una de ellas. La Arcana arrugó el ceño. ¿Se la habrían comido los leones? No podía ir a buscarla, de momento, pues un serval apareció junto al tronco y se desplomó. Suluk estuvo a punto de aplaudir al comprobar que la segunda alumna ya sabía transformarse en su animal primigenio sin haberla ayudado. Casi. - ¡Qué manía tienen los magos actuales en desmayarse cuando se transforman por primera vez! - exclamó para sí la pobre arcana. En cuestión de un momento, dos de sus alumnas lo habían hecho, una del susto y la otra del cansancio. Se sentía feliz y sonrió a la ahora mujer de pelo azul que la contemplaba desde el suelo, ya humana otra vez, con una dosis de duda al verla de pie, en equilibrio, sobre una gruesa rama. - ¿Lo atrapaste? - contestó a su pregunta con otra. Se refería al cofre. - ¿Te picó alguna? Este árbol tiene una corteza antiinflamatoria y es buena contra el dolor. Algunos animales la muerden y encuentran alivio. ¿Qué has sentido al correr tan deprisa? A la Arcana no le preocupaba preguntar tanto; en su entorno, los Arcanos siempre la habían tenido como una persona muy charlatana aunque dicharachera. Suluk prefería hablar, entablar un espacio de confianza aunque aún no se hubiera presentado a la mujer. - Soy SuluK Akku, ya me conocías... ¿Te ha sido fácil esta vez? Porque no es la primera que te conviertes, ¿eso lo sabías, verdad? Cuéntame tu experiencia, cómo te sientes, qué te llevo a ello, si te costó pero, ante todo, si lo repetirías... Se dejó caer de pie a su lado. Era más pequeña que ella pero nunca le había importado. La grandeza de un mago no está precisamente en su altura sino en el domino de la mente y del cuerpo en el uso de su magia. Suluk sonrió a la muchacha y se sentó en el suelo, haciendo un gesto con la mano para que le acompañara. - Va a llegar una compañera tuya. Ya tarda, aunque con el peso que llevaba... Y siguió sonriendo, a la espera de que Hayame Vladimir la alcanzara. A lo lejos, fuera del alcance de la vista de todos, los malatutes comenzaron a ladrar a quien llamaba a la puerta. El frío arreciaba y las ráfagas de aire obligaban a buscar refugio. La puerta tembló ante los pequeños golpes que daban en ella y... se abrió... El calor de una chimenea con fuego alimentado por leños seguro que atraería a la muchacha a su interior. Y... Tal vez... Se sintiera atraída por algo más que sólo ella vería... Ella y la Arcana, por supuesto...
  25. Querida zorro de la fruta: el portal no dura eternamente. Incluso en grandes magos, en algún momento se cierra, no pueden mantenerse abiertos; duran el tiempo justo de cumplir su cometido y lo que difiere es el tamaño de apertura, a mayor nivel, como el mío, mayor será el tamaño. Sin embargo, su salida ha sido tan maravillosamente detallada que supondré que tengo el nivel suficiente para mantenerlo activo el tiempo que usted necesitó para cruzarlo. Así, no hace falta que edite nada.

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