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Maida Black Yaxley

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Mensajes publicados por Maida Black Yaxley

  1. LA PRIMERA PELIRROJA》JAMES POTTER - 《 Y la bomba estalló 》 - Wattpad

    LAS POCIONES MÁS DIFÍCILES

    De las pocas cosas que podían entusiasmar a Maida Yaxley al volver a su rutina, dar clases tenía que estar en la cima de su lista, incluso se había dispuesto a madrugar para dar la clase que le correspondía aquel día. Se había colocado una túnica gris, como siempre, porque si además de todo tenía que supervisar pociones pues ir con ropa muy prístina no era lo apropiado, tampoco tener el cabello suelto, en fin, que ella estaba como siempre, enfundada en capas de tela pero descalza. Se trasladó a Castelobruxo super rápido con algunos pergaminos y frascos en una cesta de mimbre, si no fuera por la mirada severa que traía, podía ser confundida fácilmente por la Caperucita del cuento. Aún no había revisado la lista de alumnos que tendría pero sabía que no impartía la asignatura popular en esta ocasión. Apenas llegó al aula que había seleccionado, movió la varita para que la pluma a vuelapluma hiciera su trabajo: "Por favor, asistir a aula de Pociones en Castelobruxo, sótano, último del pasillo izquierdo. De preferencia traer guantes de protección, piel de dragón. Cordialmente, Maida Yaxley". Sencillo, el pergamino volaría a su destinatario y la clase comenzaría en cuanto se apareciese.

    Ella era una apasionada de las pociones y de la herbología, era uno de sus sueños más íntimos conseguir una poción igual o más fuerte que el Filtro de Muertos, sobre todo si podía eliminar los rastros que podían luego identificar los medimagos. Había diseccionado, por ponerle algún nombre, casi todas las pociones de las que se había hecho acreedora en el Magic Mall, y siempre que tenía galeones de sobra, compraba alguna novedad que le apeteciese. Sabía que en las pociones estaba una de las mayores fortalezas de la magia, en canalizar lo que fuera que la naturaleza les pusiera a mano. Eliminar el veneno del acónito pero preservar la capacidad de paralizar las funciones vitales era una de las cosas que tenía mapeadas para futuros experimentos, eso y fundirlos con polvos de huesos, para la rigidez. Maida solía tener escrúpulos para un montón de cosas, al punto de no parecer miembro de la casta mortífaga, pero los perdía todos en nombre de las pociones y las reacciones químicas que estas solían producir. Sacudió la cabeza, como hacía siempre que intentaba ordenar sus ideas. Pronto tendría a alguien en el aula y no quería parecer distraída, aunque esa cualidad fuera innata en su semblante. 

    Estudió un poco el lugar, hacía mucho no pisaba el aula, sonrió de lado, pensar que ella aprendió la especialidad en una choza de lo más lúgubre, gracias a las malas nociones de pedagogía que tenía su profesor de aquel entonces. La había asustado pensando que le había envenenado. La choza destartalada distaba mucho del muy cuidado espacio que tenían en Castelobruxo, con estantes organizados en el fondo, con balanzas de distintos tamaños.

    Nada más triste que realizar una poción como si fuera una receta de cocina —sentenció en una especie de susurro—, y perderse de las posibilidades de tirar un pelo de unicornio de más en la mezcla. 

    Un par de pupitres con calderos, también de distintos tamaños y material. ¿Qué poción podría poner en aprietos a alguien? ¿Cuál era la poción que todos daban por sentado?

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  2. Desde que a Maida se le había ocurrido la terrible idea de ser la asistente de su primo, invitaciones como esta no la dejaban de lado, porque de cierta forma pensaban que así se aseguraban que Aaron se enterara del asunto. Lo cierto era que la relación entre primos aunque permanecía igual de fuerte que antes, se había enfriado un poco en cuánto a la comunicación se refería. La ojiazul continuaba enviándole informes aunque cada vez menos sobre la situación política y más sobre el estado de la Marca Tenebrosa. Era imperativo que no perdiera el norte en ese sentido. Suspiró. La Gala era en el castillo Triviani, y si bien era posible que se alistara ahí, se sentía más cómoda haciéndolo en la Manor, sobre todo cuando tenía que enfundarse en alguno de esos vestidos que su tía tanto insistía en que se pusiera.

    Seguía sin acostumbrarse del todo a su reflejo cuando lucía así. Tenía los hombros desnudos por el tipo de escote que llevaba, el vestido, al menos esta vez, era holgado desde la línea del busto y el color era un lavanda, tan pálido, que la hacía parecer como si tuviera un rubor natural. Decidió llevar un pequeño bolso de moke dónde guardó su varita y unas cuántas orejas extensibles que invisibilizaría en cuanto pisara terreno Triviani. Desapareció de casa y apareció en los terrenos de sus sobrinos.

    Reconoció en seguida que los elfos estaban con indicaciones exactas porque hasta lucían normales y tranquilos, pero no reconoció a muchas personas, seguramente llegaba muy temprano aún. Sacó la varita del bolso, y antes de ingresar al vestíbulo, hizo una floritura que le cubrió los hombros con un chal de gasa en tonos violeta, a pesar de ser verano, había sentido una brisa que le molestaba. Le pareció reconocer a su madrina @ Alyssa Black Triviani , y a @ Idylla Macnair T. , pero aún estaba un tanto lejos como para saludar a los gritos, además, dada las circunstancias, no era lo adecuado.

    Bueno, ya nos dirán exactamente que piensan hacer con el dinero recaudado —susurró para sí  mientras se cercioraba que en el bolso había guardado también la certificación para donar unos diez mil galeones a la causa, si la causa le parecía necesaria—. 

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  3. — Siendo hija de quién eres, entiendo que esperaras algo más violento, pero me temo que te has encontrado conmigo —dijo casi entre risas la bruja mientras se acerca a la joven Mila—, soy Maida, aunque creo que ya te lo he dicho, y soy la prima de tu abuelo Aaron. Vivo, digamos que esporádicamente por aquí. Y de hecho, me pasé gran parte de mi vida en Bulgaria, quizá sea por eso que no me hayas visto nunca.

    De una forma sutil y amablemente, la guió hacia un lado del vestíbulo para que pudieran estar más cómodas. Por otro lado, unos elfos aparecieron como si temieran que Mila o Maida incendiaran la sala con todo lo que tuviera dentro. La ojiazul le entendía a la perfección, sus sobrinos, e incluso Candela podían ser más temperamentales de lo que se podía describir. Ella apenas señaló unas pertenencias de Mila y accedió a que ofrecieran algunas bebidas, había que ser diligentes con, su ¿sobrina nieta? Sacudió la melena despejando sus cálculos de árbol genealógico.

    — También verifica si en el castillo está Jeremy o Matthew, por favor —indicó al elfo doméstico—, Mila, ¿deseas algo? ¿Has venido por algo en particular? Estamos por iniciar temporadas de estudio, por eso mis preguntas. Disculpa si te parezco indiscre...

    Iba a continuar con su presentación/interrogatorio cuando una invitación fue presentada a ambas. ¿Gala de beneficencia en la Triviani? No parecía idea de Candela, y en efecto no lo era, las firmas confirmaban que se avecinaba algo gran en el castillo, Alyssa estaba de vuelta, y aunque el Ministro italiano no llevara el apellido, Maida sabía que estaba relacionado con los Triviani. Por fin llegaban los que podían poner en tela de juicio la toma de decisiones de la madre de sus sobrinos. 

    @ Mila Triviani  @ Alyssa Black Triviani  @ Matthew B. Triviani  

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    Si, a su primo definitivamente no le gustaban las tardanzas. Lo dejó bastante claro cuando el guardia cayó inerte a sus pies, un regalito de bienvenida, logró estremecerla. Aún con lo que entendía que matar era necesario algunas veces, seguía teniéndole un respeto increíble a la vida. Tragó saliva antes de bajar el rostro y verificar la última mirada del guardia. Se tomó unos segundos para ponerse en cuclillas y cerrar sus párpados, estaba helado, era increíble además como se podía ir la vida en cuestión de nada, suspiró estremeciéndose una vez más al imaginar que si Caelum continuaba por ese camino, un día haría lo mismo con su cadáver. ¿Dónde estaba el hombre que se burlaba de ella cuando ofrecía alternativas pacíficas para mantener la pureza de sangre en el mundo mágico? Esas conversaciones nocturnas en el castillo Black eran lo que habían cimentado el cariño que sentía la bruja por él, y ese "él" parecía ya no existir. 

    ¿Te enviamos a algún lado? —siseó con una ligera mueca sobre sus labios. Se irguió a todo lo daba su talla, que no era mucho y miró con reproche al líder aunque supiera que no servía de nada.

    Habían intrusos en los jardines, un elfo volviéndose loco y lo que podía ser la cereza del pastel, una mortífaga que no reconocía, pero que Alyssa sí. ¿Alyssa estaba de vuelta? Eso significaba un par de cosas en la estabilidad de la convivencia en el castillo Triviani. ¿Le había dicho garrapata a la recién llegada? Confundida, analizó a los intrusos, sabía que había visto sus rostros en algún lado, pero no físicamente. A lo mejor, de la época en la que hundió sus narices en los archivos de la Marca, luego de la bochornosa escena dónde conoció a uno de sus primos, un ex líder del grupo.

    Bien podrían estar retomando el camino a "casa" —comentó entonces tratando de contar.

    Había uno que estaba directamente confrontándose a Caelum, sospechaba que podía ser el segundo cadáver a sus pies en semejante reunión. Tal muestra de falta de sentido de supervivencia si podía ser característico de la Orden del Fénix, aún recordaba el episodio dónde se habían revelado en una conferencia de prensa, nada menos. Una masacre en los jardines de la mansión Riddle era lo último que necesitaba en sus lista de cosas por hacer. 

    @ Alyssa Black Triviani  @ Aaron Black Yaxley  @ Illidan Black Lestrange  @ Lord Cubias  @ Kamra Ashryver D.  @ Matthew B. Triviani  @ Candela Triviani  @ Luk Vaak  

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    La quemazón en su antebrazo le incomodaba sí, pero no tanto como ser llamada a reunión en la Riddle como si no hubiera existido una falta de comunicación en los últimos meses. No era habitual en Maida comportarse como una chica, pero finalmente, lo era. Y estaba pasando por un proceso de desgaste emocional que ni siquiera ella se atrevía a certificar que existía. Lo iba a ignorar, tenía suficientes magos alrededor y con mayores atributos como para que si quiera lamentara su ausencia. Intentó con vehemencia continuar con su lectura, necesitaba conocer los beneficios del uso de acónito mezclado con belladona para la nueva poción en la que estaba trabajando. Sin embargo, cuando podía haberse contando al menos una hora de declararse en rebeldía ante el llamado del líder, su elfo hizo aparición en la habitación que ostentaba en el Castillo Black.

    Su ahijado si acudió al llamado —reprochó o comentó, no podía definirlo del todo bien—. Tiene que ir, señorita Yaxley.

    Resopló. Apretó los labios ignorando al servicio de la casa y acto seguido, abrió el cajón central del tocador. Su máscara mortífaga descansaba entre la madera, aunque podía parecer que el diseño era a propósito, sólo ella sabía dónde estaba la parte inferior faltante y los símbolos que ocultaba. La tomó entre sus dedos y desapareció del hogar pensando en el destino: la mansión Riddle. Decidió aparecerse en los jardines por un tema de indagar qué demonios podía haber suscitado semejante reunión, hasta parecía tener carácter de urgencia. Su túnica negra ondeaba más por sus pasos que por la brisa del momento,  su rostro oculto en gran medida por la máscara y otro tanto por lo alborotado del cabello. Su varita, oculta entre los pliegues de su vestimenta, estaba más alerta que ella misma.

    Entonces los vio, a sus compañeros de bando, escondidos en su mayoría por las máscaras, también observó que habían otro magos, llegó justo a tiempo para escucha el apellido de uno de ellos. La bruja suponía que esa familia se había autoexiliado luego de la primera detonación del enfrentamiento con muggles, pero al parecer, no había sido ese su destino.

    Caelum —musitó a modo de saludo—, Serpens.

    A este último si que se acercó, le confortaba el alma saber que seguía bien, vivo. Lo suponía muy lejos del Reino Unido, pero no, ahí estaba y eso era todo lo que importaba. Hacía ya un tiempo que el llamado que hacía quemar su piel en la izquierda, no tanto.

     

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  6. Nick: Maida Black Yaxley
    Link a la Bóveda: Link
    Rol de Personaje: Creadora de Vuelapluma (Boletín Anónimo)
    Información Adicional: Vuelapluma es la publicación que comenzó a salir desde el gobierno de Aaron Black, siempre en contra de sus edictos y decisiones. No se conoce la identidad de los redactores, sin embargo, se sabe que si dejas un avecilla de papel en la caseta telefónica que da acceso al Ministro de Magia y la información es buena, puede que aparezca en el siguiente boletín, que llega de manera indistinta a todos los habitantes de Ottery, dos veces al mes. 

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    Incluso el solo hecho de oír la voz de su primo la calmaba, claramente no iba a contestarle, no era necesario. Sin embargo, el saber que estaba ahí Caelum la hacía pensar, en una forma de chiste interno, que al menos alguien se llevaría su cuerpo si caía en batalla, que no sería nada raro. Como ya lo habíamos dicho, ella no solía contestar estos llamados, de hecho, esta vez parecía al revés. Quizá, de alguna manera, ella había invocado la presencia de su primo en semejante situación. 

    Escuchó la voz de Goldor, apoyándola como si de un juego de fútbol muggle se tratase, quiso girar el rostro, pero no puso, le hormigueaba el cuerpo. Los dedos de la diestra también, su varita cayó al suelo y sus ojos se abrieron como platos.

    No lo había notado, pero uno de los hechizos hacía mella en ella, un torrente, que seguramente por el mareo ella veía casi dorado a los reflejos de los hechizos, huía de su cuerpo. Al menos Goldor no estaba solo, ni ella tampoco. Apenas y tuvo tiempo de meter la mano izquierda en el bolsillo de la túnica mientras su cuerpo, caía al suelo. Sus dedos se cerraron fuertes sobre el broche de ciervo coronado que la unía a Caelum, más que las ideas, más que la máscara, un fuerte resquemor le avisaría de lo sucedido, un viejo hechizo infantil. La mansión Gryffindor no volvería a poder fenixiano, uno de los bastiones de la era de Aaron Black Yaxley como líder, no mientras él siguiera en pie, y eso, era lo que más importaba.

     

    PD— Lo siento, si me iba a morir tenía que hacerle drama a mi primis! ♥ ¡Semper Fidelis!

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  8. Eran al menos cuatro, ellos dos, pero la diferencia nunca era prueba de nada, sólo sacaba a relucir lo inexperta que podía ser ella en estos gajes. Aún podía recordar cuando cursaba uno de sus entrenamientos y haberse quedado paralizada al ver como sufría uno de su tridente. Esas eran las cosas que frenaba a Maida, pero que no debían paralizar a Perséfone. Sintió lo que podía ser el inicio de un ataque, y más que nada por prevenir, usó Curación para liberarse —aunque no lo supiera del todo—, del piquete de la avispa marina. 

    Episkey —murmuró cuando ahogó un grito al sentir el ardor en sus ojos, producto de alguna maledicencia, calmándolo casi al instante— Maldita sea...

    Carraspeó antes de incorporarse nuevamente y haciéndose con las Arenas del Hechicero se las lanzó directamente al mago que la había atacado primero (illidan). Pronto se vería incapaz de atacarla con algunos movimientos. Iba a decir alg más cuando vio la presencia de Caelum e inmediatamente el peso sobre sus hombros, se relajó. Sonrió. Todo se equiparaba. 

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  9. Perséfone (Maida) se sitúo pronto cerca de Goldor (Mael), pero aún a prudente distancia de sus contrincantes, ¿qué necesidad tenían de perturbar la tranquilidad de la noche mortífaga? La bruja no era fanática de las confrontaciones, sin embargo, algo le decía —como si de un aviso parental se tratara—, que ahí debía estar. Los pudo vislumbrar a duras penas, respiró hondo y se dijo a sí misma que era por el bien mayor. El objetivo primordial era erradica las ideologías innecesarias a su supervivencia mágica, eso, eso era lo que debía tener siempre presente.

    Invocó un Obsistens con el pensamiento para protegerse mientras definía a cual de los intrusos atacar primero. Lo siguiente era concentrarse, no era una bruja cualquiera, era hora de comenzar a creérselo, eso le habría dicho Aaron, no tenía duda.

    Cinaede —susurró dirigiéndose directamente a uno de los intrusos (Illidan), pronto vería el efecto de este hechizo, uno de los que ella más temía por sus efectos en las vías respíratorias—, es terrible entrar en casas ajenas. 

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  10. Digamos que Maida no era uno de los mortífagos que corrían en primera aparición ante el llamado de cualquiera, de hecho, en todo su paso por el lado oscuro, sólo había acudido tres veces a llamado, dos de Aaron, uno de Orión. Sin excepciones. Algo, sin embargo, le decía que este llamado era distinto, que no podía ignorarlo con facilidad. Por lo que, cuando su Marca Tenebrosa se hizo visible en el antebrazo, se mordió el labio inferior, como si de un llamado directo del líder se tratase, lo que sólo podía significar una cosa: una mansión mortífaga. Antes de desaparecer del hogar de los Yaxley, materializó la máscara con la que sus compañeros le llamaban Perséfone, cubriendo apenas un poco más de la mitad de su rostro.

    Llovía, y la túnica que lucía para aquel momento se empapaba mientras que sus pies, permanecían secos gracias al hechizo que diariamente e imponía para mantenerlos limpios y cómodos. Intrusos en la mansión Gryffindor, el llamado venía de este lado. Aún estaba lo suficientemente lejos del barullo, pero atenta a cualquier mandato o movimiento, con la varita en ristre, dispuesta a atacar en cuando se diera la primera indicación.

    Esperaba, eso sí, que se fueran a la primera advertencia y evitar el derramamiento de sangre mágica. Gracias al cielo, llevaba ya todos los amuletos y joyas disponibles para lograr una curación a cualquier mago. Corriendo los tiempos que corrían, había que preservar la sangre mágica, aún a costas de cruzar el bando opuesto. 

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  11. Los gestos de Maida eran gracioso, se apretaba los labios, consentía con la cabeza, miraba a los recién llegados e intentaba buscarle un ritmo a la música, y así, al menos unos quince minutos, indecisa al completo de ingresar a la fiesta o no. Tenía que hacerlo, si habían vuelto, como corrían los rumores, viejos miembros de la sociedad mágica, era importante mantener al tanto de eso a su primo, aunque no fuera más que por medio de una lechuza. Sin embargo, esos ambientes definitivamente no eran lo suyo, se sentía, ansiosa. Si, eso justo era.

    Respiró hondamente antes de decidirse a ingresar, pero apenas dio unos pasos y un lobo se acercó a ella. ¿Quién lleva un lobo a una fiesta? ¿O quién no guarda un lobo antes de hacer una fiesta? También había la posibilidad que fuera mascota de la casa. Era grande, si, y Maida pequeña. Pero con mucha voluntad no perdió el equilibrio. La bruja alzó los ojos en busca de alguien, pero no, nadie. 

    ¿Te perdiste? Porque pareciera que yo sí —le murmuró al lobo, antes de extender la mano y acariciarlo debajo del hocico.

    Curiosamente, le tenía menos miedo al animal que a la reunión social.

    — Ven, vamos a buscar algo para que bebas, el agua siempre es importante. 

    No había ingresado a la fiesta, pero al menos había encontrado motivo para no salir corriendo. Y desde ahí tenía plena vista de quién ingresaba y quién se retiraba, acompañado. Sacó un par de orejas extensibles y las invisibilizó con una floritura sencilla para luego lanzarlas al interior, todo en busca de una buena labor. 

    @ Luke Abbott

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  12. El Castillo de la familia Triviani tenía una sola razón para existir en el mapa de Ottery que le importaba a Maida: sus sobrinos. Aunque claro, incluso ellos andaban ausentes y la castaña tenía poco tiempo para andar buscándolos. Sin embargo, mantenía lugar de residencia ahí también. Uno de los elfos invadió su privacidad para avisarle de la llegada de uno de los miembros de la familia, por la urgencia en sus gestos, pensó que se trataba de Mathew. Se puso de pie, pero el criado no supo darle mayor razón, ¿no conocía a todos los miembros de la familia aún? Se alisó algunos pliegues de la túnica y avanzó por los pasillos hasta llegar a las escaleras, desde dónde ya podía ver a una joven que atrapaba en el vuelo, una daga.

    ¿Juegos? —preguntó en un susurro.

    Bajó las escaleras y se acercó a la malabarista improvisada.

    ¿Buscas a alguien en especial? Aunque claro, para haber podido ingresar sin problemas, tienes que ser de la familia —se aclaró ella misma—, Maida Black Yaxley, mucho gusto. 

    @ Mila Triviani

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  13. Por alguna extraña razón, acabó con la copa de Jeremy en la mano, no era que detestara el champagne, era que muy rara vez bebía. En fin, giró el contenido de la copa un poco en un intento de mentalizarse en beberla de un solo sorbo, al mal paso darle prisa. Cuando las palabras de Jeremy se asentaron y muy bien en su cabeza, al parecer era de esos magos que preferían ir por la vida mostrando los golpes recibidos. En eso se parecía al padre, cuánto daría Maida porque Aaron permitiera corregirle un par de señas que malograban la esculpida faz que poseía. Iba a contestarle cuando él la llevó casi al vuelo del lugar dónde estaban, casi derrama la copa. Encima, mientras ella intentaba coordinar sus pasos, él le increpaba al parecer, habilidades como guardiana. Ah ver, que ella también estaba sorprendida de lo que suponía era un talento natural oculto, pero no era para lanzárselo así a la cara. ¿Siempre había sido así de imprudente?

    Ningún secreto, se llama tener agilidad y haber aprovechado el curso de Maestría de escobas, Jeremy —respondió un tanto ofendida, al menos en el tono de voz—, ¿dónde se sup...?

    Maida pasó de la pseudo ira a la confusión. ¿Qué hacían en las cocinas? ¿Elfo al ajillo? Zafó del brazo del Triviani lo más rápido que pudo y hasta dio reverencias de disculpas a los elfos domésticos por lo que suponía era un actuación de su acompañante, aunque no entendiera el por qué. ¿Había un ataque previsto para la ceremonia y ella no sabía nada? ¿Sacaba su varita? Iba a preguntarle algo a @ Jeremy Triviani , cuando @ Darla Potter Black ingresó a las cocinas y lo increpó, con una furia que incluso hizo que asomaran con un destello, unos afilados colmillos. ¿Darla era...? Maida se estremeció en su sitio, miró a uno y al otro. Pasar de querer cocinar a los elfos a discutir entre compañeros de equipo no era exactamente lo que la bruja tenía en mente.

    Chicos, basta. Darla, no estaba pasando nada, te lo prometo —dijo de pronto poniéndose básicamente en el medio—. Jeremy vino por unos bocadillos para mí, estaba realmente hambrienta, ¿no es así, Jeremy?

    Era mentira, Maida no tenía la menor idea de por qué o cómo es que habían terminado ahí, pero iniciar un pleito, no, eso no estaba en sus planes.

    Ya vengo, voy a los servicios.

    Otra mentira, iba en busca de ayuda. Apenas salió, tomó por el brazo a la primera persona que se topó en su camino @ Melrose Moody . No tenía demasiado tiempo, tenía que confiar en su suerte.

    ¿Hola? ¿Qué tal frenar un pleito como entretenimiento de la noche? ¿Traes varita? 

    Aunque la pregunta pareciera tonta, era vital, porque, si Maida había dejado un pleito a medio armarse era porque, iba desarmada a la Gala. Regresó apenas un minuto después, con la pelirroja del brazo, insegura de si había hecho bien o no y con la duda de si ellos ya habían terminado la escena. Se colocó al lado de Jeremy.

    ¿Y entonces? ¿Dónde dejé mi copa? —justo cuando Maida pensó que no podía hacerse la tonta, ahí estaba, con un tonito de voz que no le pertenecía, aún temblando. 

     

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  14. ATRIBUTOS

    Reflejos: 9
    Volada: 12
    Presión: 10
    Evasion: 9
    Estilo: Intenso

    HABILIDADES ESPECIALES
    - Double Eight Loop (3) 
    - Atajada Suprema (3)  - Uso extra por Maestría en Escobas (Usuario). Habilidad sin restricción por haber jugado en el torneo anterior (jugador).
    - Pase largo (1)

Sobre nosotros:

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