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Maida Black Yaxley

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Mensajes publicados por Maida Black Yaxley

  1. Vengo desde la cima del éxito a saludarte, porque así de buena hay que ser con los que la admiran a una (?) 😎 

    ¡Feliz cumpleaños! 🥳🥳🥳

    Gracias por darle una vuelta de tuerca con algo que te hace ilusión y que ha hecho que muchos tengan un gancho más al foro. De igual manera yo sé que eres un buen chico, bah no tenemos testigos que digan lo contrario, algo les habrás hecho (?) 

     

    Pásala muy lindo y que tengas muchos cumples más!

     

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  2. Era sencillo estar alrededor de James, aunque cuando se conocieron la ponía muy nerviosa. Maida se había pasado toda su vida intentando mezclarse y disfuminarse con el fondo, siendo el anexo de alguien De su padre en Bulgaria, de su tío como aprendiz, de su primo como su asistente, incluso de su novio, como la groupie. La única vez que había tomado cierto protagonismo había sido como Vuelapluma, y eso, era anónimo. Conseguir la posición de guardiana también era un síntoma de sus ganas de ser solitaria, de pasar desapercibida, sin embargo, cosa curiosa, a alguien le había parecido que sus jugadas valían la pena y ahí estaba, sentado con ella en su habitación. 


    — Estoy cerca de los treinta y apenas comenzando la carrera, casi fue un despertar y decidir intentar ser alguien frente a los tres aros —confesó con una sonrisa—, no, en mi infancia jugué muy poco de cualquier cosa, siempre he disfrutado más los libros y las pociones. 


    Lo escuchó hablando de su ráída escapada de Francia y quiso disculparse, pero él fue más rápido e hizo algo que la obligó a fruncir el ceño, aunque fuera de broma. Abrió las cortinas y el brillo del naciente crepúsculo la obligó a cerrar un poquito los ojos. La explicación de su color favorito desvaneció todo intento de broma de enojo, el naranja parecía un color que iba con él, siempre tan activo, siempre tan positivo. Le repreguntó lo del campeonato, lo que la tuvo pensando un ratito más, hasta que el rubor se le implantó en todo el rostro, el francés se había acercado lo suficiente como para dejar el cofre sobre sus piernas. Respiró cuando se acordó de cómo hacerlo y tomó el cofre en sus manos, como si en el regazo le quemara.


    — Sé que es para mí pero no lo pienso abrir si no me das alguna pista —soltó de pronto mientras jugueteaba con la parte de la cerradura—. ya bastante sorpresas hemos tenidos en los últimos días, ¿no?


    Se puso de pie y agradeció en silencio que hubiera abierto las cortinas, hacía más sencillo que abriera una hoja y se refrescara un poco, aún sostenía el cofre con la otra mano. Se sentó casi en el borde la ventana y evitó verlo. Sacudió un poco el cofre como si intentara adivinar que había ahí adentro, ¿una réplica de una quaffle? ¿Una medalla a la mejor guardiana?


    ¿Una carta? —bromeó adivinando—. Tú puedes decirme lo que quieras, lo prometo. 

    @ James Fleamont Potter

  3. Maida estaba aún sopesando las ubicaciones, los asientos y la razón que la había llevado al evento, cuando básicamente tropezó con @ Adrian Wild , instintivamente se disculpó antes de saber que era él, pero su voz era inconfundible. Se rió entonces de la situación y lo saludó con una ligera reverencia antes de controlar la risa y poder hablar.

    — Pues parece que sí, ¿será una nueva forma de saludo que hemos descubierto, señor Wild? —dijo finalmente.

    Iba a decir algo más cuando la melodía que indicaba el caminar de la novia invadió sus oídos y no pudo pensar en nada más, se sentó en la silla más próxima y enderezó la espalda sosteniendo en su regazo el estuche que llevaba por cartera. A su lado habían asientos libres, pero no se atrevió a invitar a Adrian, a lo mejor venía acompañado y quedaba super mal. Miró el cortejo nupcial por primera vez y admiró con sinceridad los volados en gasa de Mica, belleza y delicadeza en un solo traje. No era habitual en ella pensar en moda, pero asumía también que esas cosas eran inherentes a su género. Caminaba la novia completamente convencida de encontrarse con el hombre el final del pasillo, la bruja de ojos azules sonreía un poco nostálgica, ¿habría sentido ella alguna vez la seguridad para dar esos pasos? Sacudió la melena, se supone que iba a una fiesta a divertirse, no a continuar con su melancolía eterna. De entre los acompañantes del Black Lestrange identificó a Cubias, su compañero en los Tornados, ¿serían cierto los rumores de que dejaría el equipo próximamente? Esperaba que no, aunque no era que compartieran veinticuatro por siete a la bruja se le complicaba mucho estar cómoda como sus compañeros de equipo como para andarlos cambiando cada dos minutos.

    La voz de Ludwig Malfoy la sacó de sus pensamientos una vez más y se dispuso a prestar todos sus sentidos a la ceremonia, a eso había venido. Además, con tanta gente influyente entre los invitados, seguramente la vuelapluma comenzaría a correr una vez más.

     

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  4. Si, creo que nadie está lista para este tipo de cosas —comentó a la novia con una sonrisa mientras miraba estupefacta el bar y sospechaba que comenzaría pronto un show no apto para menores, puritanas y/o Maida—, pero suerte, es tu día.

    Se acercó al bar, hacía poco había vuelto a Londres y se sentía tan decidida a modificar ciertos detalles de su conducta que, aunque dudara, estaba dispuesta a hacerlo. Decidió tomar un par de copas de champagne, de un solo trago, terminando literalmente con el codo alzado y las burbujas jugueteando en su garganta. Abrió y cerró los ojos múltiples veces, era poco alcohol pero digamos que para ella, era la mitad de una botella de vodka. Sacudió la melena un poco y frunció los labios, decidió esperar un poco más para el siguiente brindis.

    Pronto notó que, efectivamente, había entretenimiento del tipo que sospechaba, se escondió detrás de los que atendían el bar, estaba lista para algunos cambios, pero no todos y no tan de golpe, o eso creía. Con un poco de suerte para sus intenciones, pronto las burbujitas de licor harían lo suyo. ¿Terminaría corriendo hacia la salida? Esperaba que no, ¿o esperaba que sí? De todos modos, ahora mismo se encontraba tocando los brazos de uno de los meseros de manera muy poco apropiada, sólo había que esperar que se dé cuenta. 

    ¿Y si le ponemos un poco de chiste al asunto? —dijo sacando la varita y apareciendo un velo corto en la cabeza de Mica, con un letrero que decía novia— ¿Ves? Se ve hermosa y evitará que alguien se confunda. 

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  5. Los jardines de Ottery solían estar muy bien cuidados, pero la decoración para la boda le hacía lucir especial, la bruja se había perdido buscando en los arreglos florales algunos detalles de luz o —para que negarlo—, algún ingrediente extraño que pudiera servirle para alguna poción. No podía evitarlo, si tenía demasiada flora cerca, se iba a poner a investigar para que podía o no usarlas, un pequeño vicio que no estaba dispuesta a dejar. De hecho ya había tomado uno de los girasoles más pequeños, no iba a arrancarlo, pero quería exactamente saber qué parte de su adn hacía que el tallo buscara la luz, porque eso era lo que los botánicos clamaban la planta podía hacer. Curioso, muy curioso. Fue ese nivel de concentración lo que hizo que se sobresaltara cuando la voz de un hombre se escuchó en todo el espacio. Sacudió la melena mientras notaba que ya no estaba tan sola, muchos invitados ya habían llegado, de hecho, algunos ya se encontraban sentados en espera de la ceremonia y ahí estaba ella, sosteniendo el tallo de un girasol.

    Y ahora, ¿dónde me siento? —se preguntó a sí misma haciendo un mohín gracioso con los labios y mirando las sillas ordenadas.

    Presionó los dedos sobre su pequeño bolso y chasqueó la lengua un rato. Estaba, ¿nerviosa? No, eso no podía ser...¿o si? En fin, sacudió la falda del vestido y continuó el sendero de la decoración unos minutos más mientras deliberada exactamente dónde sentarse. De un momento a otro, el agradecimiento que sentía por haber sido invitada se estaba convirtiendo en ansiedad. Que distinta se sentía ella cuando no tenía la vuelapluma rasgando los pergaminos, cuando eso sucedía era otra Maida, una que se atrevía a juzgar, a incluso soñarse protagonista de los escándalos que sucedían en Ottery, pero todo se disolvía de un momento a otro. 

    — Bueno, si no te calmas en quince minutos, hasta aquí llegó la aventura eh —volvió a susurrar. 

    Había tomado días atrás la decisión de darle un vuelco de ciento ochenta a algunas de sus actitudes, pero claro, era más fácil pensarlo que hacerlo. 

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  6. Nombre con link de Bóveda Familiar que permite la donación: Familia Riddle (Bando)
    Nombre con link a la Ficha: Maida Black Yaxley
    Bóveda con link de la que se extraerá la donación: Bóveda 
    Cantidad total de Galeones de la donación: 10 000 G


    Beneficiario de la donación:

    • Nick del usuario con link a ID (perfil): Juv Macnair Hasani
    • Relación Familiar con Donante: Familia Riddle (Bando)
    • Nombre con link a Ficha: Juv Macnair Hasani
    • Número con link a Bóveda Personal: 78357
    • Cantidad de galeones: 10000 G

     

  7. Ir a la boda de Mica tenía un tinte especial, no hacía mucho habían compartido minutos en el campo de quidditch, alzándose una con la copa y la otra, seguramente con la mente en este día especial. Se hacía realidad el dicho de "afortunada en el juego, desafortunada en el amor", sonrió. Conocía a la novia de un curso especializado de animagia en la universidad pero no estaba segura si ella lo había terminado, para Maida estaba pendiente. Suspiró apretando las yemas de los dedos en el sobre de mostacillas negras que había seleccionado para la ocasión, a juego con el vestido en el mismo tono, aunque a diferencia del accesorio, con una opacidad grácil en la textura. Ella no solía demorarse mucho al vestirse para el día a día, sin embargo en ocasiones como esta, su elfo doméstico tenía un sentido de la moda mucho más agudo, por lo que recurría a su ayuda. Había recogido su cabello de manera muy dispersa a la altura de la nunca, dándole todo el protagonismo al encaje negro que cubría sus hombros y el escote palabra de honor del traje. Ceñido un tanto en la cintura, la falda se veía revestida en capas de gasa y tul negro, dándole un movimiento suave con cada paso. Sin duda alguna, Mushu era un genio que en lo único que fallaba era en brindarle seguridad a la bruja de ojos azules. 

    ¿Será muy temprano? —preguntó casi en un susurro mientras miraba hacia los jardines de la locación, no veía a nadie conocido, aunque tampoco es que supiera quiénes realmente estaban invitados. 

    Había tenido la intención de ir acompañada, pero luego la idea se le hizo demasiado moderna, muy Sadie Hawkins de su parte, es más, de solo recordarlo, Maida pudo sentir un ejército de hormigas recorrerle la espalda. Se alegró de haber ganado la batalla a su elfo y haber acudido luciendo sólo unos pendientes de plata muy discretos y de poste. Tomó una bocanada de aire, volvió a apretar el pequeño bolso y caminó hacia las sillas dónde debía oficiarse la ceremonia, ¿habrían lugares asignados? No iba a sentarse por si las moscas, detestaba destacar en lo malo, finalmente optó por bordear un poco el recinto, hasta que se sintiera más cómoda o pudiera perderse un poco entre los invitados. Esa era una de sus habilidades más especiales.

    Antes de nada, abrió el bolso y sacó de él un sobre con una nota, era una giftcard para la Madame Malkin en Diagon, suponía que Mica apreciaría un buen ajuar para recién casada. Discretas u ostentosas, todas las mujeres disfrutaban un buen día de compras. Buscó a uno de los elfos encargados del evento y entregó el detalle. Volvió a tomar aire para distraerse un poco. 

     

    Off: Sorry pero si no lo hacía hoy, llegaba cinco años tarde xD (Felicidades!)

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  8. Había recibido ambas invitaciones el mismo día, aunque de distintas personas, la idea de una boda le atraía, hacía mucho no estaba en un evento, sin embargo, la previa despedida de soltera o reunión de chicas la tenía más preocupada. De todas formas decidió ir, después de todo, aunque fueran poco más que conocidas, había sido una deferencia bonita, que la considerara para ese día. Lo que sí, no se decidió a colocarse nada subido de tono, apenas y había optado por un vestido, en todos turquesa que rozaba el borde de su rodilla, con cuello palabra de honor y el cabello sujeto en un moño desprolijo. Lucía sencilla, sin embargo, estaba incomoda, nada como las túnica para que Maida Yaxley se sintiera libre. Llegó al local a sabiendas que iba tarde, es más, ingresando pudo escuchar parte de un brindes y se le llenaron las mejillas de color. Chasqueó la lengua, tenía que relajarse un poco, nadie la iba a increpar por unos minutos de tardanza a una reunión como aquella, llena de libertad y diversión.

    ¿Segura que estás lista? —murmuró a modo de broma personal, aunque no se refería a la despedida, sino a la boda en sí, el matrimonio era un boggart en la vida de la Yaxley y admiraba realmente a quien finalmente daban el paso.

    Tomó una de las copas que tenía más a la mano y la alzó por encima de la frente, bebiéndose de golpe todo el contenido de la misma. Las burbujas del champagne le cosquilleaban la garganta. 

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  9. La bruja estaba decidida a volver a su habitual ajetreo en la ciudad, es decir, el período de para mental al parecer, tenía que dejarse atrás. Tenía que tener más amplitud de resiliencia, o al menos eso era lo que esperaba, a lo mejor fue por eso que luego de ver su reflejo desaliñado, optó por no priorizar su arreglo y si verificar que los bocadillos llegaran a tiempo, aunque no tenía dudas de la eficiencia de los elfos domésticos.


    La voz de James la alertó, pero lo recibió con una sonrisa, aún no se acostumbraba a esas bromas que el soltaba con respecto a su posición en el equipo. Se cruzó de brazos fingiendo una especie de enojo por la algarabía que él mostraba pero claro, al no llegar ese gesto a su sonrisa, se perdía todo el efecto amargo. 


    — Si Cubias te escuchara, se resentiría mucho, fue él quien se esforzó por las snitches del campeonato —dijo de pronto, antes de acerca a darle un beso en cada mejilla e invitarlo con la mano a que termine de ingresar y se acomode donde mejor le pareciera. Ella pos su parte, tomó asiento en un puff forrado en piel de durazno que le había regalado varios cumpleaños atrás—, debí descubrir el quidditch mucho antes, me habría servido muchísimo más saber que era medianamente buena para algo así.


    Sus ojos no se perdieron el movimiento del hombre mientras dejaba un cofre con muchacho cuidado, pero cuando lo oyó hablar, asumió que su contenido era algo para ella. Arqueó las cejas un tanto confundida, después de todo, la anfitriona era ella, era raro que sea él quien ofreciera comida o preguntara por ella. Lo que sucedió luego fue gracioso, como si sus últimas palabras fueran un hechizo invocador, apareció el elfo al que había dado la orden con una bandeja de piqueos y bebidas, la guardiana no pudo evitar reírse un poco mientras tomaba el vaso entre sus dedos.


    — Si sabes que no te invité por un regalo, ¿verdad? —y esta vez si puso un poco más serio el gesto, era verdad que se habían conocido por esta seguidilla de cartas que él había enviado y por su supuesta admiración, cosa que Maida no creía ni por asomo porque, no era vanidosa ni nada por el estilo, había encontrado en él alguien amable con quién compartir sin tener que pensar en las complicaciones políticas de la vida mágica— Los viajes largos, aunque se acorten por las modalidades mágicas, suelen provocar hambre, sí. ¿Te quedaste festejando mucho rato el campeonato? Yo desde el pitazo final ya soñaba con estar de vuelta en casa. 


    Giró la cabeza hacia la ventana, apenas y estaban en mitad de la tarde, el brillo se veía muy fuerte desde el interior, pero la ojiazul pensaba en lo mucho que la incomodaba cuando el sol iba muriendo y la luz se tornaba naranja y muy intensa. Movió la varita y cerró las cortinas, el futuro problema tenía una solución sencilla. 


    — ¿Crees que logremos un tricampeonato? Seguramente Aedis, Darla y Jeremy ya andan pensando en eso. 

     

    @ James Fleamont Potter

  10. El castillo Triviani tenía una habitación con su nombre, la había usado poco en los últimos tiempos, pero sabía que estaba ahí, de hecho, ahí guardaba una de sus posesiones más valiosas, porque sabía, para cualquier que quisiera investigarla un poco, sería el último lugar en el qué buscar. Pero hoy debía volver, quería saber si habían noticias acerca de sus sobrinos, aunque fuere solo una nota rota, dos palabras. Lo bueno era que no necesitaba demasiada parafernalia para ingresar al castillo, lo malo era que seguramente algo iba a suceder en el transcurso de la visita porque...siempre terminaba así. 

    Se ajusto lo mejor que pudo el cinturón que sujetaba su túnica por la mitad y se adentró al vestíbulo para buscar con la mirada algún rastro de vida, sonido, cualquier cosa le servía. Seguramente su actitud vigilante pronto llamó la atención de uno de los Chucks, porque un plop la alertó haciéndola retroceder un paso.

    ¿Jeremy está? —vio el semblante de confusión del elfo doméstico y se aclaró un poco la garganta antes de continuar—, no voy a esperarlo aquí, es sólo que tampoco quiero darme el camino más largo. ¿Entonces?

    Y señaló al living, con lo que la bruja se dirigió para allá, no estaba solo. Estaba Candela, una bruja a la Maida había aprendido a, ¿tolerar? Entrecerró los ojos como si aún estuviera sopesando sus propios pensamientos, suspiró antes de saludar intentando recordar el nombre de la tercer persona en el lugar, sabía que estaba en lo alto de la cadena mortífaga, pero se había recluido tanto que por momento olvidaba incluso el nombre de Arya. Sacudió la melena, no podía permitirse un segundo de nostalgia, no ahora.

    — Lamento interrumpir pero, ¿sabemos algo de Matthew o Zoella? —¿o Aaron?, pero esto último no podía ni siquiera planteárselo en voz baja, sonrió a medias en dirección a Mael—, disculpa mi mala educación y buenas,  ¿tardes? ¡Si, eso, tardes! 

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  11. Maida se sacudió un poco cuando salió de la chimenea de su habitación, en general ella detestaba todos los medios de transporte que no fuesen un medio naval o fluvial, a duras penas se estaban acostumbrando a la escoba y sólo por deporte, jamás como vehículo para distancias. Pero el viaje desde Francia la había agotado y no podía aparecerse con semejante cansancio por era capaz de aparecer por partes en tres casas distintas, los polvos flu parecían lo más sensato, pero no lo más cómodo. Dejó su bolso a un lado e inmediatamente mandó llamar a uno de los elfos de la casa Black, necesitaba ordenar algunas cosas antes de deshacer el equipaje, sonrió mientras esperaba que el sirviente apareciera, el viaje no había resultado del todo malo. Para comenzar, se había terminado de convencer que su futuro inmediato estaba en medio de los tres aros de un campo de quidditch, habían logrado el bicampeonato y había logrado defender su posición dentro del Dream Team de la liga. Luego, de todas las personas que le importaban, al menos una estaba cerca de ella, Jeremy, que aunque seguía siendo el mismo impertinente y medio insoportable de siempre, era hijo de su mejor ami...de su primo, y al menos así, sabía que él estaba seguro.

    Último, pero ciertamente no menos importante —y la razón por la cuál un elfo doméstico ya estaba parado frente a ella—, había hecho una buena amistad con James, el que se decía fanático de los Tornados y en especial de ella, aunque Maida siempre prefería ignorar esa parte de la historia, el 95% de los últimos campeonatos del equipo se debían al trabajo en conjunto, el restante era la labor de los capitanes. 

    Prepara unos bocadillos, variados por favor, los subes a la habitación y me avisas si llegara alguien a visitarme, si tuviera puesto los colores de equipo, le haces subir directamente y —se lo pensó unos segundos—, dejas la puerta abierta cuando te retires. Voy a necesitar que haya buena corriente de aire. Nada más, de momento. Me subes antes un juguito de manzana, por favor, me arde un pelín el estómago.

    Y no debía abusar de la poción herbovitalizante para cura de todo sus males, el detalle seguramente se debía a la sensación de vértigo del último tramo del viaje. Se decidió entonces a desempacar un poco, para que no se le olvidara con el correr de las horas, movió la varita de lado a lado, enviando sus prendas al placard o al cesto de ropa sucia. Hasta que se topó con su reflejo, estaba más que despeinada, ¿a quién se le ocurría viajar con el pelo suelto a través de las chimeneas? 

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  12.  

    Turno 26. Penal (Maida Yaxley)

    Algo que siempre pensaba Maida, era que había escogido pésimamente su posición en el equipo cuando tuvo la oportunidad, si bien era cierto que todos tenían su cuota de responsabilidad, una sola persona para proteger tres aros en el aire, era demasiado, los focos de atención puestos en un solo mago o bruja. No le deseaba ese nivel de exposición a nadie, sobre todo como cuando en el caso de Luciana, le tocaba la responsabilidad de aminorar la ventaja que ellos querían lograr. Luke tenía una responsabilidad, sí, ampliar el marcador para los Tornados, pero si fallaba, cosa que no hizo, seguían adelante y tenían en Cubias la posibilidad de mantener la ventaja y cerrar el partido, menos peso en los hombros.

    Maida, igual que toda la tribuna con chalinas y banderines azules y celestes, aguantó el aire mientras se ejecutaba el penal, y gritó el gol como todos los presentes, pero desde su sitio. El peso que había tenido Luciana en esos últimos segundos, ahora recaía en ella, tenía que mantenerse lo más concentrada que podía, si pretendían obtener lo que habían ido a buscar en Francia: el título. Antes claro, se concentró en un hechizo no verbal que hizo aparecer un papelillo en las manos de un fanático en las tribunas, un mensaje super sencillo pero que seguramente él entendería: "Una tiene que cumplir las promesas, ¿no?". De igual manera se alegró de que su sobrino no estaba consciente de lo que estaba haciendo, aún no le disculpaba las bromas de los entrenamientos previos  estos partidos. Veinte puntos de ventaja, tocaba mantener la concentración y el marcador. 

  13. Turno 22- Maida Yaxley

    Como cualquier final, el partido iba de un lado para otro, aunque por supuesto, era un alivio saber que no sólo habían remontado, sino que habían mantenido la ventaja, así debía mantenerse hasta el final. Había estado tan ensimismada en sus propios pensamientos que sin notarlo, a estas alturas a lo único que le prestaba atención era a los partidos de quidditch y a tapar lo mejor que podía, necesitaba sumar puntos en cuanto a sus actuaciones individuales, porque había quien estaba pendiente de eso, el bicampeonato era una de las pocas ilusiones que se mantenían y el equipo entero se lo merecía, aunque claro, eso seguramente era algo que también se decían los del equipo contrario.

    Jeremy acababa de encajarle un golpe bombeado a Mica y evitó que disparara como correspondía y como si la buena suerte fuera cosa de los Tornados en esta parte del encuentro, ella también logró evitar una bludger. Sophia había tenido toda la intención, pero en este encuentro aún cabía la posibilidad de salir ilesa, no contaba mucho con eso, pero la esperanza era lo último que se perdía.

    Tenía que recordar concentrarse en las atajadas, aunque ahora mismo la guardiana de los tornados andaba pendiente de la tribuna, para asegurarse de haber cumplido con lo prometido en el día de Halloween.

  14. Turno especial de buscadores 3. Reemplazo a Lord Cubias.

    Como siempre que los buscadores entraban en acción, el resto de los equipos suspendía la respiración, aquello podía significar la victoria rápida para los Tornados, como la oportunidad de no solo empatar sino inclinar la balanza por completo a su favor para las serpientes. Era evidente lo que quería cada uno, pero los golpeadores de cada equipo también hacían su lucha en interrumpir las habilidades de los buscadores. Tanto Malum como Jeremy habían logrado pegar a los pobres jugadores, y es que era así, todo se valía con tal de generar alguna ventaja sobre el equipo contrario.

    De alguna manera Ludwig había fallado en su intercepción pero de igual manera ambos buscadores habían vislumbrado la snitch y se dirigían en pos de ella. La suerte la tenía esa bolita con alas, impresionante como podía tener a todo un estadio pendiente de ella. 

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